HAIGA 11

“Si pudiéramos percibir todo lo que hay ahí,

reventaríamos”. (Pintor japonés)

En todo aprendizaje, entendido como un proceso individual, los logros obtenidos no se miden solamente con el resultado. El proceso de producción adquiere un valor fundamental para el desarrollo personal. En el caso de una obra sumie, no importa tanto el cuadro acabado como el proceso que se llevó a cabo para cumplimentar el trabajo. Un cuadro muy bello puede ser colgado o guardado, sin embargo el bagaje aprendido en su elaboración, está en el interior del pintor y pasa a formar parte de su ser.

Una pintura refleja solo el producto final o una parte del proceso que llevó adelante el artista. El aprendizaje de las técnicas y los conocimientos se van adquiriendo con el tiempo y especialmente es un proceso de crecimiento hacia afuera y hacia adentro.

En ese sentido uno podría decir que de la misma manera que existe un haiku do, también se podría hablar de un sumie do. Es un camino que permite entrar en el mundo, de tomar de conciencia, de estar atentos, de crecer pata transformar, para sentir más.

En la naturaleza la energía fluye, nos envuelve y atraviesa. Desde el interior de cada uno, a través del pincel, esa energía fluye y va dejando su huella en el papel.   Y también deja huella en un papel el haijin que registra los instantes, ese “notario mal pagado de la existencia”.         En ambos casos, el pintor y el haijin no hablan de sí mismos sino de lo que han tenido el privilegio de presenciar. Dejan plasmado un instante del que han sido testigos; estuvieron ahí y dan cuenta de ello. Nos acercan esas relaciones entre los elementos que son invisibles ante nuestra mirada, salvo que se conviertan en sus obras.

¡Cuánto perderíamos si los haijines no dieran a conocer sus haiku! No es su objetivo al escribirlos, pero sí casi una obligación compartirlos una vez acabado.         En este camino de crecimiento interior, de haijin, de pintor de sumie, se trata de captar la esencia dinámica de la realidad y poder cambiar con lo que cambia. Como dice Vicente Haya, el yo es un portero que bloquea la entrada para que el mundo no pueda entrar. Se encierra en sí mismo y no deja entrar lo sagrado del mundo. Es necesario transformarse, dejar de ser un espectador para ser parte del mundo sin ser protagonista. La idea no es eliminar el yo, sino expandirlo.

Si alguien con la mirada puesta en una obra haiga es capaz de percibir una parte de la esencia y se deja atravesar por ella, es que se ha logrado el objetivo. Ese instante captado en el papel, ahora está en el interior de quien lo pintó y de quien lo miró.

 

UN RECORRIDO POR EL HAIKU PERUANO

INTRODUCCIÓN: LA LLEGADA DE JAPONESES A PERÚ.

La historia de la inmigración japonesa a Perú, una de las comunidades más importantes del país y que cuenta con más de 100.000 descendientes, empezó hace 120 años con la llegada del barco Sakura Maru con los primeros 790 japoneses en busca de trabajo en las haciendas azucareras de la costa peruana. Japón eligió a Perú como el destino para sus ciudadanos en plena era Meiji ya que era el primer país en Latinoamérica con el que establecieron relaciones diplomáticas y el imperio buscaba «occidentalizar» a sus jóvenes agricultores en una lejana tierra en Sudamérica que vivía un auge de sus cultivos. Los primeros inmigrantes, todos hombres, llegaron a Perú un 3 de abril de 1899 y desde esa fecha hasta la entrada de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, alrededor de 30.000 japoneses cruzaron el océano Pacífico hacia Perú, inicialmente con un contrato laboral y con la expectativa de volver a su país. La Segunda Guerra Mundial supuso un revés muy importante para la comunidad japonesa en Perú. Muchos de ellos volvieron a Japón, pero otros muchos fueron deportados a EEUU y sus condiciones de vida cambiaron mucho durante esos años. Una vez terminada la guerra, los japoneses de Perú y sus descendientes (nikkei) optaron por salir adelante en el país, dejando atrás el sufrimiento y luchando por el futuro que el país andino les ofrecía.

Desde entonces, los lazos de amistad entre los dos países se han afianzado a lo largo de los años, y ambas culturas han compartido e intercambiado sus particulares formas de ver la vida. El haiku japonés se ha hecho un hueco en la cultura andina de forma progresiva como podemos ver a continuación.

 

LOS INICIOS DEL HAIKU EN EL PAÍS

El primer acercamiento al haiku en Perú data de principios del siglo XX, lo llevó a cabo el poeta ALBERTO GUILLÉN (1897–1935) quien, atraído por este tipo de poema japonés, compuso varios ejemplos:

 

Digo mi nombre al universo,

de bruces en mí mismo,

con la burbuja de un verso.

 

 

Amarramos el crepúsculo

con el hilo

de un verso absurdo.

 

De su poemario “Cancionero”, Arequipa, 1930:

 

Un burro

está aserruchando el paisaje

con su rebuzno.

 

 

Cuando camino

todo el paisaje se pone en movimiento

conmigo.

 

 

Lo que dice la arena:

-Siempre duele

la huella.

 

Como anoche ha llovido

se le ha refrescado la voz

al río.

 

El alma vuela,

el hombre se va,

el mármol queda.

 

Mentira. No matan

el tiempo:

el tiempo es el que los mata.

 

Como vemos, aunque formalmente se acerca al haiku, está muy lejos de éste en su esencia, por lo que no se puede afirmar categóricamente que sea Guillén el introductor del haiku en Perú, pero sí el que comenzó una senda seguida por muchos otros escritores.

Otros autores peruanos de la época que también se interesaron por la estética oriental fueron por ejemplo José María Eguren (1874–1942), el diplomático Francisco A. Loayza (1872–1953) quien publicó una antología de poemas japoneses traducidos al español, “Perlas de Oriente” en 1919 o Estuardo Núñez (1908–2013) autor de “El Japón y el lejano Oriente en la literatura peruana” (1964)

También han probado, con mayor o menor acierto, a incluir haikus entre sus poemas escritores como:

ARTURO CORCUERA (Lima, 1935 – 2017) publicó una veintena más de poemarios, desde “Primavera triunfante” (1964) hasta “Vida cantada. Memorias de un olvidadizo” (2017), con muy diversos temas y opciones formales. Pero fue su poemario “Noé delirante” (1963) el que le otorgó el Premio Nacional de Poesía 1963, aumentándole secciones hasta configurar un libro mucho más amplio: “A bordo del arca” (2006), que obtuvo el Premio Casa de Las Américas.

«DE LOS DUENDES Y LA VILLA DE SANTA INES», Editorial Ames, Lima, 1977

 

ALBUM DE FAMILIA

 

¡Oh, antiguo espejo,

adónde habrás guardado

la cara del abuelo!

 

 

PREGUNTA AL ESPEJO CIEGO:

 

¿Es verdad,

que a tientas,

retratas la soledad?

 

 

EL ESPEJO SE CONFIESA

 

Por no quebrar mi calma,

nunca quise a los hombres

retratarles el alma.

 

 

EL HALLAZGO

 

Habita un cisne de bruma

en el fondo del espejo:

ayer le arranqué una pluma.

 

BLANCA VARELA (Lima, Perú, 10 de agosto de 1926 – 12 de marzo de 2009), fue una poeta peruana, considerada como una de las voces poéticas más importantes del género en América Latina que también incursionó en el haiku.

 

REJAS

cuál es la luz

cuál la sombra

 

 

NOCHE

viejo artífice

velo que has hecho de la mentira

otro día

 

 

JUEGO

entre mis dedos

ardió el ángel

DESPUÉS

tras la rosa

sombra

 

RICARDO SILVA-SANTISTEBAN (Lima, 1941) Doctor en literatura, además de su extensa obra es un reconocido traductor y también ha publicado algunos haikus como en «Terra Incógnita» (Mosca Azul Editores, Lima, 1989)

 

Así despierto

Vuestro aroma yo aspiro

Doradas flores.

 

Noche de otoño

Eres mi pensamiento:

Luna que avanza.

 

Tan solo

La caída de una hoja

En el arroyo.

 

Nubes lejanas

Con árboles y montes

Turban mis ojos.

 

Fresca fontana

Quietud del alto otoño

Aves en vuelo.

 

Resplandor vivo

Sombra nubes y río

Pasa la vida.

 

INES COOK (1956) Reconocida poeta peruana, ha publicado varios libros de poemas e incursionado en el mundo de la música.

 

Estas gaviotas

Son la clara señal:

Impermanencia.

 

Cae la lluvia

Sobre el pequeño muro:

La flor marchita.

 

Del hondo norte

me es aún misterioso

el amanecer

 

Aún sin estrellas

se sientan a escribir

constelaciones

 

Viento de tarde

Sobre mi débil techo

un ave duda

 

Bajo las patas

de los blancos caballos:

el girasol

 

 

JOSÉ BELTRÁN PEÑA: Nacido en Lima en 1961, es un reconocido poeta, investigador literario, antólogo, y promotor cultural perteneciente a la llamada Generación del Noventa. Entre su extensa obra destacamos su libro ”El haiku peruano” (2010) una antología de los principales escritores de haiku del país.

 

Hacer un poema

es como beber vino

en tu cuerpo

 

Flor del lenguaje

Pepita de oro

Haiku

 

En el mundo

ningún hombre

es extranjero

 

Estrellas del jardín

Juguetes de ángeles

Las mariposas

 

CARLOS ZÚÑIGA SEGURA: Nació el 19 de junio de 1942, en la provincia de Tayacaja (Huancavelica), fundador y director de la revista de poesía La Manzana Mordida y de las Ediciones Capulí, ambas fundadas el 23 de septiembre de 1975. Ha participado en conferencias y recitales en los principales centros culturales del Perú y en las repúblicas de Ecuador, Colombia, Alemania y Cuba. Parte de su obra poética ha sido traducida a diversos idiomas. Actualmente realiza actividades culturales en el distrito limeño de Magdalena del Mar, lugar donde reside.

 

Hebras de cielo

anudan mi calzado:

trigos de Dios.

 

 

Todo de blanco

en el cielo aparecen

los que se fueron.

 

Toda la noche

al borde del camino

conmigo mismo.

 

 

Irme no puedo

quedarme tampoco:

¿será el amor?

 

 

La estrella

es una gata pícara

en los tejados.

 

 

Todo mi cuerpo

guarda sus filamentos

sobre la cama.

 

 

Alguien escribe

en la espuma la voz

del silencio

 

 

Otros célebres escritores peruanos que han dado muestras de su admiración por la cultura nipona son Jorge Eduardo Eielson (1924–2006), Rafael Yamasato (1945–1975), César Toro Montalvo (1947), Nicolás Matayoshi (1949), Renato Sandoval (1957) , Doris Moromisato (1962) o Santiago Risso (1967)

Ejemplo de la fascinación por el haiku en artistas de otras áreas fue Daniel Peña Bresciani (1950-2017). Daniel fue un artista de la acuarela nacido en Lima, galardonado en diferentes eventos culturales y artísticos por su obra y que se aventuró a escribir haiku al conocer este género por su relación con la técnica de sumi-e.

 

Casa vacía

es todo lo que queda

de un caracol

 

Nube de aves

contra la luz del cielo

¡el halcón!

 

 

Vuelvo del monte

y el águila también vuela

muy dentro de mí

 

Verde montaña

la niebla no ha querido

mostrar su cima

 

Abrazándote

has llenado mi alma

roca desnuda

 

Hay un recuerdo

que siempre me obsesiona,

es el olvido

 

Flotan sin pausa

como pétalos blancos

las mariposas

 

Por la quebrada

el viento se desliza

lamiendo piedras

 

Rozar la tierra

¿es siempre el destino

de nuestros pies?

 

 

LAS FIGURAS DEL HAIKU EN PERÚ

Entre los autores de la llamada Generación de los 50 destacaron especialmente tres nombres propios que abordaron el haiku y lo dieron a conocer en el país: José Wanatabe, Javier Sologuren y Alfonso Cisneros Cox.

 

JOSÉ WATANABE VARAS. Nace en Laredo, 17 de marzo de 1945 y fallece en Lima, 25 de abril de 2007. Su padre, Harumi Watanabe Kawano, llega al Perú como muchos otros japoneses a trabajar en las haciendas azucareras de la costa peruana en 1916, y se casa con una joven peruana. José aprendió de éste el arte del haiku.

En el prólogo a su libro “El huso de la palabra” José Watanabe habla de esa herencia:

Mi padre empezó a traducirme los primeros haiku cuando yo tenía alrededor de doce años (…) Bashô describía el salto de la rana en el estanque antiguo y yo no sabía que estaba hablando de nuestra condición: un efímero ruido de agua interrumpiendo un gran silencio. Lo que sí entendía era que en el haiku hablaba un hombre parco de actitud, y conciso y coloquial de lenguaje. Yo entendía esas características primarias del haiku porque, de algún modo afín y diverso, estaban en mi casa y más allá: en la gente de mi pueblo, austeros descendientes de los trabajadores enganchados del azúcar

Su condición de nisei (descendiente directo de inmigrante japonés) deslumbró a varias generaciones de poetas con su manera sencilla de decir las cosas, desde la contemplación plácida y trascedente de los elementos comunes de la vida, legando a su poesía no solo la sensibilidad oriental, sino la templanza de la filosofía zen.

Bashō (1644-1694), escribió su haiku en el siglo XVII, Watanabe cuatro siglos después escribe su poema “Bashô” repitiendo y modificando a la vez el original:

 

El estanque antiguo,

ninguna rana.

El poeta escribe con su bastón en la superficie.

Hace cuatro siglos que tiembla el agua.

 

La influencia del haiku en los poemas de Watanabe debe buscarse en el tono de sus poemas y en la actitud del poeta frente a la naturaleza y frente al lenguaje, y no en la conocida estructura formal tradicional del haiku. Watanabe no practicó la escritura del haiku ciñéndose a sus tres versos y diecisiete sílabas, más bien lo utilizó como un elemento constructivo dentro de algunos de sus poemas, siendo fiel, consciente o inconscientemente, al origen del mismo.

Al traducir el haiku a otra lengua, como el español, estamos pensando demasiado metafóricamente, no podemos evitar la metáfora. Hay hermosos poemas, pero no son haikus. Borges, por ejemplo, escribió haikus pero no los confundió con metáforas.

La poesía lo cautivó, aunque destacó también como narrador, dramaturgo, guionista de cine y productor televisivo. Su actividad poética empezó en 1971 con “Álbum de familia (“Poeta Joven del Perú”) y logró desarrollar una sólida obra en ese campo, con poemarios clásicos como “El huso de la palabra” (1989), «Historia natural» (1994), «Cosas del cuerpo» (1999) y «El guardián del hielo» (2000), entre otros libros. Falleció en el 2007, a los 61 años.

Al final de “Imitación de Matsuo Bashô”, tras cuatro párrafos de prosa poética José Watanabe escribe:

A veces pienso en cabalgar nuevamente hasta esa posada para colgar en su puerta estos versos:

En la cima del risco

retozan el cabrío y su cabra.

Abajo, el abismo.

 

 

JAVIER SOLOGUREN ROMÁN (Lima, 19 de enero de 1921 – Lima, 21 de mayo de 2004), fue un poeta, profesor universitario, ensayista, traductor, antologador y editor peruano perteneciente a la Generación del 50.

Doctor en Filosofía por la Universidad de San Marcos, con especializaciones en México y en Bélgica, en 1962 asumió la dirección de publicaciones de la Universidad de San Marcos. Fue editor-impresor de las Ediciones de la Rama Florida, en donde se han publicado numerosos títulos de poesía peruana y extranjera. Desempeñó una intensa labor cultural como miembro del Consejo General de Cultura del INC, publicando varias antologías de poesía peruana y dirigiendo revistas culturales y literarias. Fue además miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua.

Entre su obra poética podemos encontrar “El morador” 1944, “Detenimientos” 1947, “Dédalo dormido” 1949, “Bajo los ojos del amor” 1950, “Otoño endechas” 1959, «Estancias» 1960, “La gruta de la sirena” 1961, “Vida continua” 1967, “Vida continua, obra poética 1939 a 1989”, “Recinto” 1968, “Surcando el aire oscuro” 1970, y “Un trino en la ventana vacía” 1992.

Sologuren ha sido uno de los máximos precursores del haiku peruano, aunque él negó en varias ocasiones que hubiera escrito haikus. Afirmaba que sus poemas sólo eran aproximaciones al género o poemas escritos a la manera de haiku.

La poesía japonesa ha contribuido a enriquecer mi poesía indudablemente, porque yo he escrito versos ‘a la manera de jaikus’. Digo ‘a la manera de jaikus’, pese a que tiene sus diecisiete sílabas y se distribuyen en tres versos de cinco, siete y cinco, como es formalmente el jaiku japonés. Pero no siendo yo japonés, no estando inmerso en la cultura japonesa, no conociendo el idioma mismo, mal podría decir que escribo jaikus, o escribo tankas. Son propuestas de mi lado a esa poesía que me interesa no solamente por la brevedad, que sería poco decir, sino por la gran capacidad de sugestión, por la sutileza expresiva que en ella alienta

De entre toda su obra literaria, destacamos sus tres libros dedicados al haiku: “Corola parva” (1977), “Jaikus escritos un amanecer de otoño” (1986) y

“Haikus” (1999)

 

La tinta en el papel.

El pensamiento

deja su noche.

 

 

¿Qué canta el agua?

El agua canta el agua

canta el agua canta.

 

 

Cascada de agua seca,

papel de cielo

iluminado

(Buganvilla)

 

 

Bailan, ascienden,

ascienden, bailan.

Viejo jardín de fiesta.

(Fucsia)

 

 

¡Cómo se obstina

la vida en la canción

de la cigarra!

 

 

Con las penas

mido

la extensión de mi cuarto.

 

Nada dejé en la página

salvo la sombra

de mi inclinada cabeza.

 

No veo el florecer

del naranjo, oigo

subir su canto.

 

En el silencio

del estanque arde

la lámpara votiva.

(Nenúfar)

 

Blanca,

sencillamente blanca,

abierta al blanco espacio.

(Jazmín)

 

Cerrado cielo.

En una callejuela

se rasca un perro.

 

Un día más

y una jornada menos

llevándonos al cero.

 

 

Cuando uno habla de una hoja que cae en el otoño, se trasmite algo que va más allá de la hoja que cae en el otoño, que es la caducidad de la propia vida. Y de esta manera la naturaleza nos está proveyendo –soy en particular muy sensible a eso- de sugestiones infinitas, y no tengo una actitud crítica, una distancia ante la naturaleza, sino al contrario, una actitud de comunión.

 

Al pie del guinkgo,

el viento está esparciendo

áureos abanicos

 

El gobierno japonés lo reconoció en 1989 con el más alto mérito que puede brindar, la Orden Imperial del Sagrado Tesoro, reconociendo su rol de difusor de las artes y la cultura japonesas.

 

ALFONSO CISNEROS COX (Lima, 1953- 2011)

 

Poeta, catedrático universitario, musicólogo y editor peruano, fue uno de los mayores exponentes contemporáneos del haiku en Hispanoamérica. Director, fundador y propulsor de “Lienzo” (revista de arte y cultura de la Universidad de Lima) Cisneros Cox fue publicado en diversas revistas y antologías de Perú y de otros países, así como en publicaciones mayormente ligadas a la difusión del haiku en los idiomas inglés y japonés. También viajó a países como Japón y Bolivia representando a Perú en encuentros de haijines y festivales de poesía dedicados al haiku. Su constante inquietud lo llevó a indagar e impulsar la brevedad y la sugerencia de este género escribiendo artículos y elaborando breves compilaciones en “Lienzo” y colaborando en varias revistas especializadas.

En su libro “La Ensenada” también cultivó el haibun:

 

A lo largo de la playa

La noche encendía estrellas a lo largo de la playa.

Contaba resplandecientes luceros

que imaginaba como el tesoro de un mago construyendo

imágenes desde el recreo de su excitada mente.

La arena era blanca y más blanca bajo el reflejo

de los ojos,

escuchando en transparentes horas el sonido de las olas.

Una, tres, cinco, siete, quince, iba sumando

hasta que la mirada dejaba de brillar

y volvían a esconderse los astros luminosos.

Así, sumergido en noches oscuras y tenebrosas,

inventé el universo,

entre cánticos de agua y lejanos pensamientos,

como quien va lavando sus heridas.

 

Noche estrellada.

Al amanecer

conchas blancas

 

Mucha de su obra poética reflejaba sus constantes viajes a diversas zonas de Perú, como los poemas extensos “El Pez Muerto” (inspirado en el balneario Caleta Sal, cerca de Punta Sal) y “Casa Deshabitada” (inspirado en el balneario La Quipa, Pucusana, lugar que también le inspiró los textos contenidos en La Ensenada, mientras que los haikus de “Lomas” están inspirados en el puerto de Lomas, en la costa norte de Arequipa.

En el año 2001, logró el primer premio en el concurso de poesía convocado por El Rincón del Haiku, de España, con el haiku titulado «Instante», posiblemente su poema más reconocido:

 

INSTANTE

Un charco:

la calle inundada

de cielo

 

El haiku debe ser sugerente, capaz de conmovernos; apelando a esa parte no visible que el Cosmos encierra y que nos une a la más pura esencia de nuestro entorno. Esta forma poética parte de un principio fundamental: la alusión a la naturaleza. Busca captar el instante de este mundo, frente al inefable misterio del Universo, de la verdad que se puede percibir solamente por la intuición, la sensibilidad y la sugerencia.
En la brevedad de estos textos hay una suerte de percepción filosófica que nos ilumina, que nos otorga chispazos estéticos y, finalmente, nos conmueve.

 

Su última colección de haikus publicada fue Instantes (2010), con fotografías de su hermano Miky Cisneros Cox.

 

Si la piedra cae

el silencio

es del agua

 

 

 

Cangrejos rotos

la luz los deshace:

Arena fina…

 

La lámpara de brea

el jarrón de vino

la puerta abierta

 

Desnudo techo:

extraños quehaceres

de la araña

 

Amarillo y azul

en la jaula cautivos

cielo y sol

 

Han cambiado

de agua

tus ojos

 

El pez ha muerto:

en sus ojos huecos

agua cristalina

 

Viejo candil:

la oscuridad parpadea

en la sombra

 

La arena roja:

el silencio de los cuerpos

descalzos

 

Entre la niebla

viaja una ola

que nadie ve

 

Antiguo templo:

¿cruje acaso tu corazón

de madera?

 

De salto en salto

el petirrojo enciende

la enramada

 

Cuando callas

todo permanece

pensativo

 

EL PANORAMA DEL HAIKU ACTUAL EN PERÚ

A lo largo del siglo XX y XXI el haiku ha ido ganando seguidores en el país. Son muchos los autores interesados en esta forma poética y, ya sea en sus obras o a través de talleres, ponencias, encuentros, etc.están realizando una gran labor en favor del género.

Entidades como el Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CEO – PUCP), la Asociación Peruano Japonesa, el Círculo de estudios japoneses Tenjin – 天神学団 o Satori Talleres llevan a cabo multitud de actividades de investigación y difusión de la cultura japonesa y nikkei.

A continuación, una muestra de los haikus que se escriben hoy en el país y de los artistas interesados en éste.

 

MAURICIO PISCOYA (Lima, 1966)

Sobre la tumba

del asesino también

crecen los lirios.

 

 

No cesa el concierto:

Mudo el ruiseñor,

canta el silencio.

 

Solitario,

el espejo repasa

sus memorias.

 

La rama vacía…

¿Ha de morir acaso

algo más que el día?

 

JOSE LUIS MEJÍA (Lima, 1969) Sus poesías han aparecido en diferentes diarios y revistas especializadas en distintos países del mundo tales como Perú, Chile, USA, Argentina, España, México, Uruguay, Colombia, Brasil, Puerto Rico y Francia; además de haber sido incluido en varias antologías hispanoamericanas. Tiene publicados diez libros entre poemarios, novelas para adolescentes y cuentos para niños.

Actualmente reside en Indonesia y es profesor de español en el Colegio Internacional de Yakarta.

Son las estrellas

las mentiras más bellas

de los dioses.

 

 

Calla y observa

la calavera ríe

junto a la cuerva.

 

 

Tiemblan los dioses

cuando escuchan los cantos

de nuestras voces.

 

 

En el desierto

hallarás el oasis

para los muertos.

 

 

Vuela gaviota

anda y dile a los dioses

de su derrota.

 

 

De tanta nada

camino sin camino

sombra gastada.

 

 

ALONSO BELAÚNDE DEGREGORI (Lima, 1991) es licenciado en Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Su tesis de licenciatura sobre el haiku en la poesía de Javier Sologuren y Alfonso Cisneros Cox es de gran interés y analiza de forma muy detallada cómo los dos autores integraron la forma poética japonesa en su obra y en su forma de entender la poesía.

Ha publicado además los poemarios “Río Javier Prado” (Plectro, 2016) y “Temporada de lúcumas” (Hanan Harawi, 2016). Es docente de la PUCP y miembro del Círculo de estudios japoneses Tenjin.

 

leve mañana:

una hoja cae girando

sobre mi mano

 

 

luz de faroles.

en las hojas del enramado,

líneas doradas

 

viento de otoño-

el lúcumo y la higuera

estrechan sus ramas

 

parras de calabaza:

la libélula se balancea

sobre una hoja

 

paloma al mediodía;

en un charco de nubes

tiembla al verme

 

lúcumo frondoso.

de tanto cansancio

ha botado sus frutos

 

noche amarilla.

una pluma sostiene

gotas de luz

 

cielo de otoño

-si miro intensamente-

nubes de otoño

 

garúa temprana.

las plantas quietas

bebiendo

 

tordillos:

se hinchan y brota

otoño dorado

 

luna nueva:

en la vereda advierto

puntos de garúa

 

RUBÉN SILVA (Lima, 1975) es un escritor, traductor y lingüista peruano que desde muy joven se interesó por la poesía.

Tuve la suerte de conocer al profesor Ricardo Silva Santisteban que, aunque no leía japonés, era un gran conocedor de la literatura y poesía japonesa. De esta poesía me llamaron la atención la sugerencia, en lo que no dice está su mayor significado; la sencillez, una trabajada sencillez, la aversión al lujo fácil o evidente, que es también propia de la comida japonesa; y, por último, el amor por lo efímero, el paso de las estaciones, la belleza de las flores de cerezo.

Aunque se ha dedicado más a la edición y la escritura de libros para niños, Rubén ha escrito el poemario “El mar es un olvido” (Paracaídas, 2014), y ha traducido muchos poemas sueltos, además de una antología de la poeta Akiko Yosano, autora de tankas.

 

AMANDA DEL CARPIO (Lima, 1966) es una fotógrafa cuyos intereses artísticos la acercaron al haiku.

Conocí el haiku en 2010, cuando comencé a estudiar japonés, entonces dentro del proceso al crear proyectos no solo me inspiro o hago uso de una sola línea de arte sino de varias de ellas, cuenta Amanda, quien se sintió atraída por la frescura de Issa Kobayashi y Yosa Buson.

El que mayor impacto ha tenido en mí es Matsuo Bashô, sus poemas me inspiraron a crear “Shinikawaru”, una exposición de haikus visuales, pues sus haikus no solo te crean una imagen sino una historia en tu mente al leerlos.

 

DIEGO ALONSO SÁNCHEZ (Lima, 1981)

A los 17 años Diego ya escribía poesía pero el haiku le parecía enigmático, hasta que leyó a José Watanabe y luego “Sendas de oku” de Matsuo Bashô, en una traducción de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya.

Poeta e investigador de literatura japonesa y cultura nikkei. Bachiller en Literatura Peruana e Hispanoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es cofundador del Grupo de Creación y Publicación Literaria Sociedad Elefante. Ha publicado “Mitsuya Nicolás y otros poemas” (2002) y los poemarios “Por el pequeño sendero interior de Matsuo Basho” (Lustra, 2009), “Se inicia un camino sin saberlo” (APJ, 2014; poemario ganador del Concurso Nacional de Poesía Asociación Peruano Japonesa, Premio José Watanabe Varas, 2013) y “Pasos silenciosos entre flores de fuji” (Paracaídas, 2016). Actualmente, se desempeña como docente en el colegio Los Reyes Rojos de Barranco y continúa con su labor investigadora.

“Creo que no hay todavía en nuestra lengua una verdadera tradición del haiku… Escribir un haiku es observar y atrapar un instante que nos ilumina”,

 

GONZALO D. MARQUINA ARCOS (Lima, 1992) es maestro de escuela, gestor cultural, músico, escritor, traductor, investigador y estudiante de la especialidad de Lenguaje y Literatura en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Ha llevado a cabo diversos eventos culturales en Lima y provincias sobre Educación y Literatura, especialmente sobre poesía japonesa y nikkei, tal como los talleres “Del tanka al haiku” y “La poesía del instante: el haiku (un enfoque literario-pedagógico)”, así como las ponencias “Haiku-Dō: el camino del Haiku”, “Entre el mito y la poesía: el espíritu del Japón” y “Entre la forma y el fondo: un acercamiento a la apreciación del haiku». Recientemente, ha presentado su investigación, titulada: “Yosa Buson: el poeta pintor y la importancia de la técnica en la escritura del haiku”, expuesta en el marco del I Congreso Nacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África: visiones y estudios desde el Perú (ALADAA PERÚ), organizado por el Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CEO-PUCP) y el Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (CEAS-UNMSM). Varias de estas actividades han aparecido en medios tales como ペルー新報 – Peru Shimpo (diario bilingüe de la comunidad peruano-japonesa), Poesis Abditus (revista internacional de cultura), entre otros. Ha publicado de manera independiente las compilaciones “Poesía: Lago de flores e impalas” (2016), “Cuentos: Catalejos de buena esperanza (2016), la novela “Obnubilación” (2016), el cuento “La Piel Brillante” (2017) y el conjunto de relatos “Media Luna” (2018), así como diferentes ensayos y artículos académicos. Además, algunos de sus haiku han sido incluidos en las antologías “Del Silencio a la Palabra” (compilada y editada en el 2018 por el poeta Diego Alonso Sánchez Barrueto, con el auspicio de la Biblioteca “Elena Kohatsu” del Centro Cultural Peruano-Japonés) y «Arquitectura de la Palabra (Vol. V): Poesía XXI» (2019), esta última perteneciente a la revista española Liberoamérica. También han sido publicados en la plaquette “Ambrosía” (2019) y en el portal web “lenguajeperu.pe” (2019). Actualmente, participa del proyecto narrativo “Travesías en el mar de Hypnos: los sueños de la hidra” y es miembro principal del colectivo poético “Ambrosía” y del grupo de gestión “Lámpara de papel: proyectos culturales asiáticos”.

 

 

引潮哉岩に蟹の泡静かにふく

hikishio kana

iwa ni kani no awa

shizuka ni fuku

 

Baja marea:

sobre la roca un cangrejo

esparce su espuma.

 

蜘の巣の中に露とリマの山

 kumo no su no

naka ni tsuyu to

rima no yama

 

En la tela de araña,

el rocío y…

los cerros de Lima.

 

祖父母の囲碁の上にあるよ花吹雪

 sofubo no igo

no ue ni aru yo

hanafubuki

 

Caen

sobre el juego de los ancianos:

pétalos del cerezo.

 

白色の小鶏の羽毛に秋が吹く

hakushoku no

ko-niwatori no umou ni

aki ga fuku

 

Sopla el otoño

en las plumas blancas

de la gallinita.

 

父の日ぞ我植えし桑雲雀の家

chichi no hi zo

ware ueshi kuwa

hibari no ie

 

Día del padre.

La morera que planté, se ha vuelto

hogar de alondras.

 

高潮哉岩にさけゆく海の聲

takashio kana

iwa ni sakeyuku

umi no koe

 

Alta marea…

desgarrada por las piedras

la voz del mar.

 

 

 文月の虚空に涼しカモメ哉

 fumizuki no

kokuu ni suzushi

kamome kana

 

En el frescor

del cielo vacío del séptimo mes…

llora una gaviota.

  

一茶かな煙の後ろの蟻の列

 issa kana

kemuri no ushiro no

ari no retsu

 

Una taza de té:

tras su humareda,

algunas hormigas.

 

の畑ところどころに水の音

fuyu no hata

tokoro-dokoro ni

mizu no oto

 

Pradera en invierno-

Por todas partes:

sonidos del agua.

 

落ち葉かな古池の上に月が揺れる

ochiba kana

furu ike no ue ni

tsuki ga yureru

 

Viejo estanque:

la hojarasca que cae

mece la luna.

 

Como vemos, el haiku en Perú tiene un futuro muy prometedor.

 

Leticia Sicilia, 2019©

Comentarios de haikus con kire

Viento de otoño. (kire)

No se mueve el caballo

que carga piedras

                                                     Midori-Yo

                                                                               (trad. Antonio Cabezas)

     En este haiku de Midori-Yo, el kire lo encontramos al final del primer verso. Hay quienes se preguntarán qué podrían tener en común el viento otoñal y un caballo inmóvil que carga piedras. Y lo que tienen en común es el suceder a la vez, el coincidir en espacio y tiempo.

Cuando el poeta pasa de sentir el viento a ver al caballo cargado que no puede moverse, suma distintos elementos. Es el momento de su asombro: nada menos que un ser viviente cargado que debe avanzar en un día de viento y se niega a ello o simplemente no puede.

Siempre las distintas partes en que el kire divide a un haiku al yutaxponerse se potencian. No se siente lo mismo frente a un caballo cargado que no avanza en un día de clima agradable, que frente a un caballo cargado de piedras que no avanza en un día de viento. Todo esto el haiku no lo dice, pero está, es el lector quien debe verlo para poder así recrear la experiencia que conmocionó al haijin.

 

En las manos de la madre

tiemblan las cenizas del héroe. (kire)

La línea férrea

                                                                   Takaya Soshu

                                                                                          (trad. Alfredo Lavergne)

 

   En cambio en este haiku de Takaya Soshu, el kire se presenta al final del segundo verso, donde hay un cambio brusco de contenido. Siempre en el kire de una cosa se pasa a otra sin explicaciones y el lector debe ver, o más bien sentir o intuir, porqué el haijin las ha relacionado. Hay cortes que son muy suaves y en ellos es más fácil relacionar las dos partes del haiku, pero otras veces, como en el caso de este poema, el corte es más bien brusco, hay un gran salto al vacío, un espacio de silencio que es parte del poema y que lo hace casi inasible. Además tenemos la ambigüedad de ese tercer verso que amplifica la resonancia del haiku, porque si bien puede referirse a una línea de ferrocarril en la que trasladan las cenizas del hijo, también puede estar refiriéndose a esa continuidad de uno que hay en los hijos y que sólo la muerte puede cortar. Lo mágico de la ambigüedad en el haiku es que no se nos pide que nos decantemos por una, recibimos todas las posibilidades, y eso amplifica nuestros sentimientos.

 

Haciendo un fuego

bajo un nido de vencejos (kire)

¡La lluvia nocturna!

                                                          Shirao

                                                                                    (trad. Vicente Haya)

 

En este otro haiku de Shirao tenemos un ejemplo claro para ver cómo donde hay kire se realiza una yuxtaposición de contenidos y uno puede, gracias a ello, percibir la unidad de la experiencia.

Sin lugar a dudas las partes que se yuxtaponen, aunque en un primer momento no lo detectemos, tienen una relación; no siempre es una relación que se pueda entender con el intelecto como en este caso (fuego- nido- peligro- lluvia- salvación) porque al ser fundamentalmente relaciones de esencia, se captan mejor por medio de la intuición.

 

Resumiendo: el haiku, a pesar de su brevedad, presenta normalmente dos partes. De la confrontación de estas dos partes, separadas por lo que los japoneses denominan kireji ( palabra cortante que se utiliza para señalar el kire), surge el efecto fundamental del haiku.

El «kire» resulta ser así el elemento estructurador del haiku en la medida en que, yuxtaponiendo las dos partes, la mente se ve allí obligada a saltar entre dos conceptos y unirlos. Eso permite la recreación del instante como una unidad mayor que la suma de sus partes.

Por ello el kireji, ha llegado a considerarse indispensable en el haiku tradicional y aunque hoy en día este formalismo se ha superado y es posible, pues, encontrar haiku sin kireji, casi siempre en un poema haiku encontraremos pausas de pensamiento bien definidas basadas en el significado.

© Isabel Pose, 2019

Haiku 9

鶯の日枝をうしろに高音哉

uguisu no hie o ushiro ni takane kana

 

El canto agudo

de un ruiseñor-

detrás el monte Hiei.

De nuevo la agudeza visual de Buson quien, como un lienzo, plasma un instante convertido en inmortal: el ruiseñor y el monte de marco, la escena de un fondo contrastado. Según cierta leyenda tradicional, hubo un artista a quien se le ha pedido pintar una montaña: se demora en la entrega, incumple los plazos, y cuando se le pregunta el motivo, afirma: “aún no soy la montaña”. Así es, el haijin se funde con la naturaleza, igual que el canto agudo, elevado, de un animal que los occidentales (con nuestra visión del mundo) podríamos considerar insignificante frente a la grandeza de un monte. Pero aquí no hay categorías, sólo una fusión de sensaciones (visuales, auditivas) y la relación entre sus protagonistas: el canto dirigido al monte, donde la voz melódica del ugüisu reverbera por toda la eternidad. Son ecos de propia naturaleza, con sus leyes ajenas al ser humano.

El monte Hiei está situado al noreste de Kioto. Reunía en su espacio cerca 3.000 templos dispersos y centenares de monjes y familiares. En 1571, Nobunaga declara la guerra, elimina su población y quema los templos. Junto al monte Atago, este espacio sagrado de templos protegía a la ciudad de Kyoto de los demonios del norte.

 

En otras ocasiones, Buson se centra en la dirección del sonido:

 鶯の啼くやあちむきこちら向

uguisu no naku ya achimuki kochira muki

 

El canto del ruiseñor-

primero hacia un lado,

después hacia el otro.

 

 

 

 

 

TUMBA

Una tumba es un sinónimo de recuerdo. Allí, descansan seres queridos y conocidos de nuestros pueblos.

Por eso, te llama la atención cuando alguna tumba no tiene flores o están muy marchitas. Te preguntas qué ha pasado con esa persona, por qué los familiares ya no vienen, por qué no hay tiempo para limpiarla…

Es entonces cuando la naturaleza presta su ramo especial a esas tumbas. Allí donde no hay flores, sí que ha habido lluvia, viento, sol…Todo ello hace que empiece a salir musgo. Un musgo verde muchas veces, pero grisáceo otras tantas. Uno se da cuenta de que la naturaleza lo invade todo, hasta lo que representa la muerte.

Es como un particular homenaje a aquellos que ya no tienen flores en su tumba. Sabes que siempre tendrás la naturaleza.

 

 tarde nublada –

en la tumba enmohecida

no hay flores

 

LICENCIAS POÉTICAS EN HAIKU

El haiku japonés, si se escribe enteramente en silabario hiragana –cosa posible- mostrará sus diecisiete sílabas (5/7/5) mediante otros tantos caracteres escritos, con muy escaso margen de variación respecto a tal pauta. La traducción de dicho haiku al español, o bien la creación de haiku en español, debe atenerse a las normas de la prosodia española y a su aplicación métrica, donde existen ciertas licencias para acortar –o alargar- el número de sílabas en un verso, conservando la pauta métrica pertinente.

Para acortar un verso, disponemos de la sinalefa y la sinéresis; para alargar, tenemos la dialefa, el hiato, la sinafía y la compensación.

Voy a fijarme hoy en las dos últimas licencias recién citadas -sinafía y compensación-, por parecerme menos conocidas, siendo por lo demás relevantes para el haiku en nuestra lengua. Dichas licencias pueden tener lugar cuando –conservando la métrica del poema- se necesita una sílaba más para el segundo de un par de versos que entran en juego. Viniendo al terreno del haiku, es aplicable sobre todo al tercer verso (pentasílabo), que es el de cierre del poema, tras el segundo (heptasílabo).

Para darse la sinafía se requiere que el segundo verso termine en vocal átona (en sílaba abierta, por tanto, y no trabada por consonante final), y que el tercer verso empiece por vocal. En tal caso puede darse una especie de sinalefa (reducción de dos vocales contiguas a una sola, a efectos métricos) en la breve distancia de un verso a otro. Así pues, siendo el cómputo normal del haiku 5/7/5 silabas, el cómputo resultante de la sinafía será 5/7/6; pero manteniendo la sonoridad de la pauta normal. Tal “especie” de sinalefa es la sinafía.

La compensación puede darse en un contexto parecido; en nuestro caso, también entre el segundo y el tercer verso de un haiku. Si el segundo verso termina en una palabra aguda (en sílaba tónica, por tanto), sabemos que se debe contar una sílaba más (inexistente, pero es un cómputo que preserva el ritmo, basado este en el normal predominio de la palabra llana). Con todo, esa sílaba inexistente, pero que entra en el cómputo métrico, permanece vacía; y así, su espacio puede ser rellenado por una sílaba más del verso siguiente, el tercero y final el haiku –en nuestro caso- , el cual podría contar ahora seis sílabas. “Compensación” se refiere a rellenar tal espacio vacío, sin ruptura del ritmo. Mediante esta licencia tendríamos también la pauta de 5/7/6 sílabas para el haiku.

Veamos la aplicación de esta teoría a un haiku traducido por mí de Etsujin (1656 ?- 1739), discípulo directo de Bashoo (ver icono).

Una traducción bastante literal sería esta:

Envidioso (estoy)

– cuando me cierro a todo-

(del) amor gatuno.

 

Una traducción más libre:

   Me dan envidia,

cuando me desanimo:

gatos en celo.

 

Una traducción con sinafía (5/7/6):

¡Qué envidia, al ver

-encerrado en mí mismo-

amores gatunos!

Hay sinafía entre la “o” final de “mismo” y la “a” inicial de “amores”.

 

Una traducción con compensación:

¡Qué envidia, al ver

-cerrado yo al amor-

los celos gatunos!

Hay compensación de la sílaba vacía tras la palabra aguda “amor”, mediante la sílaba representada por el artículo “los” al inicio del tercer verso.

Ambas licencias poéticas –sinafía y compensación- pueden tener lugar en las traducciones al español de haikus, o bien en la creación de haikus españoles, permitiendo una sílaba añadida al cómputo, y aportando una ayuda a la consiguiente expresividad de los poemas.

 

Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.

Universidad de Sevilla.