LA MÚSICA CALLADA

Ahora en el mundo hay más silencio. Quizás sea el tiempo de escuchar la música callada en la que otros antes de ti y de mí desaparecieron, como el vuelo de un ruiseñor en el cielo:

Silencioso

y elegante el vuelo

del ruiseñor[1].

Aprender a no dejar nada, a no llenar nada; aprender a sentir, sin más, la existencia, con todo su propósito y misterio. Podemos estar recibiendo la mayor lección de silencio que nuestra raza pueda albergar:

Todo el día

en silencio se sienta

un viejo santo[2].

Una hora, una mañana, un día… El camino siempre ha estado aquí y seguirá, tal cual es, porque no necesita de nada para existir y es el marco de todo lo que ya es. Es el vuelo de un ruiseñor y es un viejo santo sentado. Es una profundidad insondable, más allá de cualquiera de estas insustanciales palabras:

Ahí, en el aliento silencioso, es donde vive el alma[3].

Sintamos la música callada que está siendo tocada por todo cuanto existe, en este preciso momento, en este preciso lugar. Esta extraña quietud obligada quizás pueda otorgarnos un don:

Tu vida del pasado fue un frenético

huir del silencio.

Ahora está saliendo

la silente luna llena[4].

Ánimo y mucha fuerza para todos mis amigos de El Rincón del Haiku en este trance tan difícil.

Viento.

 

[1] “Haiku probable de Busón”, en palabras de Kodo Sawaki, en El Zen es la mayor patraña de todos los tiempos.

[2] “Haiku de Shiki”, extraído de Kodo Sawaki, en El Zen es la mayor patraña de todos los tiempos.

[3] “¿Bastan estas palabras?”, de Rumi.

[4] “Quietud”, de Rumi.