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Luna de otoño

Asoma ya el otoño y, en el imaginario estético japonés, emerge la gran luna. Hay otros signos otoñales -como la brama del ciervo, las hojas de arce, las hierbas marchitas o el rocío-, pero en la sucesiva “trinidad de belleza” -nieve, luna, flores-, ninguno tan intenso como la luna. No es la primaveral, velada por la niebla; ni la que se adivina, pálida, bajo la lluvia; es la que brilla en todo su esplendor, “tierna, impecablemente inmaculada”, evocada también por una bella canción española del siglo XVI: “¡Ay, luna, que reluzes, / toda la noche m’alumbres!”. Virgilio imagina el avance de las naves argivas amparadas por su silencioso fulgor, y Borges recuerda -junto a la mariposa de Chuang-Tzu y las arenas del Ganges- “la luna que miraban los caldeos”. En los jisei no ku -poemas del “adiós”-, la luna simboliza la vida entera: última imagen, dos años más, de un mundo pasajero; despedida cortés; gratitud por su contemplación antes de regresar a casa con la propia sombra; fulgor que se refleja en el espejo del corazón ya limpio…

Pasión y sutileza. En el “Genji monogatari”, el príncipe resplandeciente seduce a la Dama de la Noche de la Luna brumosa, y en el diario de su autora, Murasaki Shikibu, se relata el episodio en que dos jóvenes cortesanos juegan a mantener prisionera a Murasaki en su habitación, mientras fuera la luna se refleja en las orillas cubiertas de musgo de un riachuelo que recorre el jardín imperial… En su “Libro de la almohada”, la deliciosa y perspicaz Sei Shônagon cita, entre las cosas que le dan placer, cruzar un río una noche de luna llena y ver brillar los guijarros en el fondo… Bashô, eterno viajero, se deja guiar por el viento de otoño, se obsesiona con las lunas del monte Obasuté y de la isla Sarashima, y pasa la noche entera rodeando el lago de la contemplación. Desde su sensibilidad femenina, Chiyo-ni compara las flores blancas de yûgao, la “flor de luna”, con su piel de mujer al desnudarse (Yûgao da nombre a una de las amantes secretas del príncipe Genji). Issa sorprende al niño que, sollozando, pide imperiosamente la luna llena… Y cuando alguien pregunta por el camino de la poesía, un maestro responde: “La luna creciente sobre las altas hierbas de un páramo seco”.

Lunas y más lunas: concentrando la energía de la meditación más poderosa, consolando a los solitarios, jugando al escondite, enamorándose de las flores, tomando el fresco sobre un puente… Luna que marcha a grandes pasos y luna solitaria sobre campos nevados. Su brillo y su frescor en la red goteante y en la campanilla que se mece al viento… La secreta energía de la fugacidad. Un escritor del siglo XVII, Asai Ryoi, describe así los matices del “mundo flotante” (ukiyo), tan cercano al sentimiento del aware: “Vivir sólo para este momento; concentrar toda la atención en la belleza de la luna, de la nieve, de los cerezos en flor y de las hojas de arce; cantar canciones, beber sake, abandonarse simplemente al placer, fluyendo, fluyendo; no preocuparse en lo más mínimo por la pobreza inminente, ahuyentar todas las tribulaciones, comportarse como la calabaza en la corriente del río…”

***

Septiembre 2022

Después de la lluvia

Mi caminata hoy la hago por el borde de las mesetas. Después de muchos días de lluvia el paisaje ha variado un tanto, los senderos que habitualmente recorría son arcillosos, se han formado zanjones irregulares, por lo que es imposible pasar por algunos de los tramos.

El aire fresco recorre mi rostro dejando deslizar unas lágrimas…

En un faldeo de meseta socavado por la lluvia, quedan a la vista las raíces de las zampas   (arbusto de hojas de un verde suave) abundantes en esta parte de la meseta, cercana al mar.

Las raíces forman un entretejido digno de una pintura. Me detengo y no puedo dejar de observar la belleza entre tintes grises que les dan un atractivo especial.

Continuando la caminata hay partes de suelo seco, agrietado, donde hubo evaporación suficiente. Otros  espacios permanecen encharcadas

Unos pasos más adelante, en charcos con aguas turbias apenas se observan partes de algunas manzanillas silvestres y emergiendo algunas flores secas.

 

Tarde nublada

En el barro agrietado

unas huellas

Septiembre 2022

CONSTRUIR

Acaba agosto
y carretera abajo,
cantan los grillos.

 DECONSTRUIR

Compuesto ayer, o quizá anteayer, mientras descendía por la carretera El Real-Navamorcuende a la hora en que la tarde ya ha sido vencida y se acerca el crepúsculo, pero aún hay luz suficiente para disparar la foto que acompaño.

   La voz de los grillos, cuya fatiga ya se percibe al final del verano, acompasaba mis pasos en el paseo vespertino de cuarenta minutos que realizo a diario desde mi casa. Castaños y robles flanquean esta carretera sinuosa, que baja del puerto El Piélago, en las primeras estribaciones de la Sierra de Gredos.

  Nada más comentarios deconstructores. Solo una sensación –la del sonido y la de mis pasos hacia abajo- y una leve conmoción: el paso del tiempo.

EL PEREJIL Y LAS SIETE HIERBAS. Haiku 43

43  

七くさや袴の紐の片むすび

Nanakusa ya hakama no himo no katamusubi

El festival de las siete hierbas-
el nudo imperfecto
de su pantalón.

Desglose:

 七くさ [nanakusa: día de las siete hierbas], [ya: partícula], [hakama: falda o pantalón tradicional, hasta los tobillos, atado a la cintura], [no: partícula], [himo: cuerda], [no: partícula], [kata: incompleto, imperfecto], むすび [musubi: nudo],

Comentario y notas culturales:

Ya hablamos, en el haiku número 17, sobre este Festival de las Siete Hierbas (七草の節句 nanakusa no sekku); el plato gastronómico por excelencia es el okayu, un tipo de arroz, que se consume para protegerse de los demonios, favorecer la longevidad y la buena suerte. Tiene un valor diurético, depurativo, tras las comidas de Año Nuevo. Las siete hierbas son: perejil japonés (seri), jaramago blanco, borriza, pamplina, lampsana, nabo y rábano. Este festival se celebraba el séptimo día del primer mes lunar y cambió al 7 de enero tras la revolución Meiji.

El hakama es una especie de falda o pantalón hasta los tobillos, utilizado, en su origen, sólo por los hombres: se ata a la cintura. Pronto se convirtió en una prenda nobiliaria, utilizada por los samuráis, hasta que en el periodo Edo comenzó a ser utilizada también por mujeres de alta posición. Actualmente se emplea sobre un kimono. Esta prenda se fija con cuatro tiras: dos largas y dos cortas. Para anudarla, existen dos métodos fundamentales: “la forma del guerrero o sin musubi, nudo correcto” (un nudo cuadrado simple) y el “método común o jumonji musubi” (diez nudos).  Día solemne y aquella persona con el nudo imperfecto: hay belleza en la asimetría, wabi-sabi, pero también preguntas sobre el motivo.

Septiembre 2022

Entramos en septiembre al corazón del otoño, y nada más otoñal que imágenes de cultivos. Con el haiku de este mes, Bashou nos lleva no sólo al centro de esta estación, sino también, al centro de la literatura nipona, e incluso, del propio haiku como estilo poético.

Cuando hablamos del corazón de la literatura japonesa no podemos referirnos a otra cosa que no sea el Genji monogatari, escrito por Murasaki Shikibu en el año 1008 y considerada la primera novela del mundo. Por más vueltas que nos demos a través del tiempo y la historia, una y otra vez volvemos a ella, tal como lo hace Bashou en esta ocasión.

En el capítulo llamado “Utsusemi”, Genji continúa persiguiendo a la dama de este nombre, el cual significa “caparazón de cigarra”, quien se le resiste. Consigue una noche, gracias a la ayuda del pequeño hermano de la dama, entrar en los aposentos de ella, pero al estar oscuro se confunde y se acuesta junto a otra dama, Nokiba no Ogi (que significa “miscanto del alero”). Es en este episodio que Bashou basa hábilmente su haiku.

唐きびや軒端の荻のとりちがへ

toukibi ya nokiba no ogi no torichigae

mijo, en el borde del alero en vez de miscanto

El error del haiku se da porque las espigas de ambas plantas se parecen, pero en el fondo es un juego de palabras, ya que Bashou toma el nombre de la dama “equivocada” de la historia de Genji.

Y aquí encontramos el corazón del haiku. El nombre original de este estilo poético es 俳諧 haikai, y es el que se utilizó durante todo el período Edo (1603 – 1868), hasta que Shiki Masaoka lo cambia a 俳句 haiku a inicios del periodo Meiji (1868 – 1912). Si analizamos los kanjis de haikai俳諧 tenemos 俳: actor, divertirse, jugar, bromear; y 諧: armonizar. En haiku 俳句, el primer kanji es el mismo, y el segundo significa verso. Es decir, en ambas definiciones tenemos el concepto de “broma”, y, de hecho, es fácil encontrar como definición de haiku: “poema humorístico”. Pero el humor no consistía en tratar algo gracioso o risible. Una de las técnicas que introdujo el “haikai renga” 俳諧連歌, y que heredó el haiku, es la mezcla del lenguaje poético o “uta kotoba” 歌言葉 (季語 “kigo” en el haiku) con el 俳言 “haigon” o lenguaje coloquial, y era esta mixtura, no utilizada previamente en la poesía clásica, la que confería sorpresa o humor al poema. En Occidente a veces pecamos de serios cuando nos enfrentamos al haiku, queriendo ocultarlo tras un velo casi mítico o sobrenatural, olvidando que también podemos hallar en él diversión, la diversión de la incongruencia de una situación, pero también la de utilizar nuestras capacidades y conocimientos en su máximo potencial. Vean cómo el maestro de este estilo se da la maña de recordar un pasaje de la obra cumbre de la literatura clásica japonesa, el conocimiento de la flora, el uso lingüístico ―ya que 唐きび toukibi o mijo es kigo de otoño, específicamente de septiembre―, todo en 17 sílabas. ¿No es acaso digno de que sonriamos maravillados de tanta habilidad?

Y quiero despedirme así de ustedes este mes, dejándoles como mensaje la importancia de divertirnos, de encontrar una sonrisa en el mundo que observamos. ¡Qué tengan un maravilloso septiembre!

Septiembre 2022

 

lluna d’agost

la resplendor de l’alba

al cirerer

 

————

luna de agosto*

el resplandor del alba

en el cerezo

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Luna_azul

 

 

lluna de dia

als cards sense llavor

unes vaquetes *

—————

luna de día

en los cardos sin semilla

unas vaquetas *

 

* https://es.wikipedia.org/wiki/Iberus_gualtieranus_alonensis

Las hachas de la mantis

Las mantis son insectos[1] carnívoros del orden Mantodea que se caracterizan por tener cuerpos esbeltos y patas delanteras adaptadas para capturar a sus presas y sujetarlas. Su forma puede recordar a las manos alzadas en plegaria de algún creyente, pero, en el este de Asia, es más común encontrarles parecido con herramientas para cortar, especialmente hachas. Aunque se alimentan principalmente de otros insectos, las más grandes pueden llegar a cazar pequeños vertebrados. También es muy conocido el hábito de las hembras de devorar a los machos, más pequeños, tras el apareamiento. En Japón, habitan trece especies distintas, incluyendo a la famosa Mantis religiosa, cuya área de distribución se extiende por Eurasia y África. Algunas son completamente verdes, mientras que otras son pardas o de una mezcla de ambos colores, lo que les ayuda a camuflarse con la vegetación.

El nombre japonés más común para estos animales es kamakiri, cuya etimología implica un saltamontes (kirigirisu 蟋蟀 o 螽斯) que porta hoces (kama 鎌). Esta palabra puede escribirse como 鎌切 o, más frecuentemente, usando las combinaciones de origen chino 蟷螂 y 螳螂. También se utiliza el sinicismo tôrô, que es precisamente la lectura fonética de las grafías anteriores. En el haiku, es frecuente el uso de ibomushiri, considerado un arcaismo y escrito siempre con los silabarios fonéticos. Finalmente, al igual que en las lenguas europeas, existen nombres relacionados con la aparente postura de adoración a las deidades, tales como ogamimushi 拝み虫, que significa «bicho que rinde veneración», e inorimushi 祈り虫, «bicho que hace plegaria», pero son escasos en comparación con sus similes en la esfera cultural cristiana. No he encontrado ningún poema en el que se usen. Estos apelativos son incluidos entre las palabras estacionales de los tres meses del otoño lunar, es decir, agosto, septiembre y octubre, por eso, los he seleccionado para esta ocasión.

En Japón, es muy famosa una alegoría del capítulo cuarto del Libro del Maestro Zhuang (Zhuāngzi; jp: Sôshi 莊子)[2] en el que una mantis levanta sus brazos para encarar un carruaje que va en su dirección, como si pudiera detenerlo con lo mejor de sí. En el texto, se utiliza como ejemplo tragicómico de quien se obstina en tratar de enfrentar con rectitud a un soberano vicioso y déspota creyendo que lo va a corregir. El sabio consultado en el pasaje, en constraste, sugiere imitar los modos cambiantes del susodicho hasta ganarse su confianza y poder encaminarlo. Esa imagen se convirtió en ejemplo de valor incondicional, aunque inútil. Derivado de ello, se utiliza la expresión «la mantis enfrenta al carruaje con sus hachas» (tôrô ga ono o motte ryūsha ni mukau 蟷螂が斧をもって隆車に向かう) o alguna variante para señalar un esfuerzo vano. Aquí incluyo un par de haikus que aluden a dicha alegoría.

Tsukuba, 14/11/2019

1.
Tachibana Hokushi 立花北枝 (d. 1718), pulidor de espadas y uno de los diez discípulos principales de Bashô.

蟷螂や露引きこぼす萩の枝
Kamakiri ya tsuyu hiki kobosu hagi no eda

¡Una mantis!
De esa rama de hagi
derrama el rocío.

2.
Kobayashi Issa 小林一茶 (1763-1828), monje de la Escuela de la Verdad de la Tierra Pura (Jôdoshinshū 浄土真宗) y poeta de haikai.

蟷螂が片手かけたりつり鐘に
Kamakiri ga katate kaketari tsurigane ni

En la campana colgante,
a aquella mantis
le falta una pata.

 

Tsukuba, 1/11/2019

3.
Masaoka Shiki 政岡子規 (1867-1902), reformador de la poesía japonesa, poeta de tanka, haikuísta y editor.

かまきりのゆらゆら上る芒哉
Kamakiri no yurayura noboru susuki kana

¡Penacho de pasto
por el que sube una mantis
contoneándose!

4.
Kawahigashi Hekigotô 河東碧梧桐 (1873-1937), haikuísta discípulo y colaborador de Masaoka Shiki 政岡子規, elector de la sección de haiku del periódico Nihon 日本, promotor del haiku de la «Nueva Tendencia» (Shinkeikô 新傾向), ensayista y editor.

蟷螂や我行く道に現はるゝ
Kamakiri ya ware iku michi ni arawaruru

¡Una mantis!
Aparece en el camino
por el que voy.

 

Tsukuba, 9/10/2019

5.
Takahama Kyoshi 高浜虚子 (1874-1959), haikuísta discípulo de Masaoka Shiki 正岡子規, editor a cargo de la revista Hototogisu, novelista y dramaturgo.

草むらや蟷螂蝶を捕へたり
Kusamura ya kamakiri chô o toraetari

Esa maleza:
la mantis ha atrapado
una mariposa.

6.
Nishiyama Hakuun 西山泊雲 (1877-1944), productor de sake y haikuísta discípulo de Takahama Kyoshi 高浜虚子.

蟷螂や喰みこぼしたる蝶の翅
Kamakiri ya hami koboshitaru chô no hane

¡Una mantis!
Alas de mariposa que tira
tras comer.

Tokio, 11/11/2019

7.
Ozaki Hôsai 尾崎放哉 (1885-1926), haikuísta de verso libre discípulo de Ôgihara Seisensui 荻原井泉水, vicedirector de la filial de Osaka de la compañía de seguros Tôyô 東洋. Abandonó todo para concentrarse en el haiku mientras trabaja como empleado en templos.

かまきりばたりと落ちて斧を忘れず
Kamakiri batari to ochite ono o wasurezu

Sin olvidar sus hachas,
cae una mantis abruptamente…

8.
Hara Sekitei 原石鼎 (1886-1951), haikuísta discípulo de Takahama Kyoshi 高浜虚子, empleado de la revista Hototogisu, elector para el periódico Mainichi 毎日 de Osaka y editor.

秋風に蟷螂羽をひろげけり
Akikaze ni kamakiri hane o hirogetari

Ante el viento otoñal,
sus alas extiende
una mantis.

Tsukuba, 29/10/2019

9.
Kubota Mantarô 久保田万太郎 (1889-1963), haikuísta discípulo de Matsune Tôyôjô 松根東洋城, novelista, dramaturgo, miembro de la Academia Japonesa de las Artes (Nihon Geijutsuin 日本芸術院), profesor de la Universidad Kokugakuin 國學院, director de la Asociación Japonesa de Teatro (Nihon Engi Kyôkai 日本演劇協会) y miembro del jurado de distintos premios.

蟷螂の斧ふりあげし哀しさよ
Kamakiri no ono furiageshi kanashisa yo

Levanta en alto
sus hachas de mantis…
¡Qué tristeza!

10.
Yamaguchi Seison 山口青邨 (1892-1988), doctor en ingeniería de minas, profesor emérito de la Universidad de Tokio, traductor de alemán, haikuísta discípulo de Takahama Kyoshi 高浜虚子 y editor.

わが庭のもの蟷螂の死をいたむ
Waga niwa no mono kamakiri no shi o itamu

Todo mi jardín
lamenta la muerte
de aquella mantis.Tsukuba, 1/11/2019

11.
Mitsuhashi Takajo 三橋鷹女 (1899-1972), poetisa de tanka, haikuísta y colaboradora en revistas de haiku.

たそがれの蟷螂母を威し去る
Tasogare no kamakiri haha o odoshisaru

A mi mamá
espanta mucho
una mantis al crepúsculo.

12.
Saitô Sanki 西東三鬼 (1900-1962), dentista, director del Departamento de Odontología del Hospital Kôri 香里, editor en jefe de la revista de haiku de la librería Kadokawa 角川 y miembro fundador de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会).

石の上に踊るかまきり風もなし
Ishi no ue ni odoru kamakiri kaze mo nashi

Una mantis que baila
sobre una piedra.
No hay ni viento.

 

雌が雄食うかまきりの影と形
Mesu ga osu kuu kamakiri no kage to kata

Silueta y aspecto
de una mantis
cuya hembra devora al macho.

Tsukuba, 25/09/2019

13.
Hino Sôjô 日野草城 (1901-1956), abogado, director de la filial de Kobe de la Compañía de Seguros Sumitomo, haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y, luego, adalid del haiku vanguardista.

蟷螂にひゞける鐘は東大寺
Kamakiri ni hibikeru kane wa Tôdaiji

Doblan campanas
del Gran Templo de Oriente
por esa mantis.

14.
Nakamura Kusatao 中村草田男 (1901-1983), haikuísta discípulo de Takahama Kyoshi 高浜虚子, profesor emérito de la Universidad Seikei 成蹊, presidente de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会) y editor.

蟷螂は馬車に逃げられし馭者のさま
Kamakiri wa basha ni nigerareshi gyosha no sama

Pudo escapar
la mantis del carruaje.
Aquel conductor…

Tsukuba, 1/11/2019

15.
Yamaguchi Seishi 山口誓子 (1901-1994), haikuísta discípulo de Takahama Kyoshi 高浜虚子 y, luego, adalid del haiku de vanguardia, editor y elector de la sección de haiku del periódico Asahi 朝日.

わが病知らず蟷螂吾を攀づ
Waga yamai shirazu kamakiri ware o yozu

Sin conocer mi enfermedad,
a mí se aferra
una mantis.

 

蟷螂の斧くちびるにあてて舐む
Kamakiri no ono kuchibira ni atete namu

Acerca a sus labios
sus hachas de mantis
y las lame.

Aunque los insectos no tienen labios como los nuestros, las partes superiores e inferiores de sus aparatos bucales reciben el mismo nombre, tanto en español, como en japonés.

蟷螂のずしんと降りし砂の庭
Kamakiri no zushin to orishi suna no niwa

El descender
con un ruido sordo de la mantis…
Jardín de arena.

 

かりかりと蟷螂蜂の皃を食む
Karikari to kamakiri hachi no kao o hamu

Con un cronch, cronch,
la mantis devora el rostro
de una avispa.

16.

Yuriyama Ukô 百合山羽公 (1904-1991), haikuísta discípulo de Ikenouchi Takeshi 池内たけし.

招かざる蟷螂舞へり文化祭
Manekazaru kamakiri maeri bunkasai

Una mantis no invitada
sabe bailar.
Festival de artes.

17.
Katô Shūson 加藤秋邨 (1905-1993), especialista en literatura japonesa y haikuísta.

斧あげて風におどろくいぼむしり
Ono agete kaze ni odoroku ibomushiri

Una mantis
levanta sus hachas
y baila al viento

 

死に近き蟷螂闇をかきむしり
Shini chikaki kamakiri yami o kakimushiri

Cercana a la muerte,
una mantis araña
la oscuridad…

18.
Nozawa Setsuko 野澤節子 (1920-1995), haikuísta, diarista y maestra de ikebana.

蟷螂の青き目のうちより視らる
Kamakiri no aoki me no uchi yori miraru

Soy vista
desde el fondo de los ojos verdes
de una mantis

19.
Īda Ryūta 飯田龍太 (1920-2007), haikuísta hijo de Īda Dakotsu 飯田蛇笏, periodista y editor.

園長の留守の机のいぼむしり
Enchô no rusu no tsukue no ibomushiri

Una mantis
en el escritorio vacante
del director del parque.

-.-

[1] Recordemos que los insectos son artrópodos con cuerpos segmentados en tres partes y seis patas, además de que la mayoría de las especies, como todas las mantis, tienen alas.

[2] En el sistema de transcripción Wade-Giles, ya en desuso en la academia, se escribía Chuang Tzu, escritura quizá más conocida en el mundo hispánico.

Agosto 2022

CONSTRUIR

Jugo de adelfas
De un sueño equivocado.
Agua del mar.

 

DECONSTRUIR

¿Es un haiku de amor? En “Construir”, encogiéndome de hombros, respondería con un “no sé” o con “¡que improcedente pregunta es esta!”. Pero, aquí, en esta sección de “Deconstruir”, confieso que sí que lo es, pues un amor (que fuera lejano o cercano, consumado o suspirado o abortado, de aquí o de allá, de la montaña o de la costa, del campo o de la ciudad,  esto sí que no lo revelo) me lo inspiró.

   El amor humano no suele ser cantado en el haiku japonés clásico. Si lo es, se halla muy camuflado. El pudor natural a no revelar abiertamente las emociones es responsable de esta ausencia aparente. O, dicho de otro modo, la sacralidad de la naturaleza es demasiado omnipresente para atisbar en las diecisiete sílabas del haiku algún asomo del sentimiento amoroso del poeta hacia otra persona.

   Por el contrario, la poesía del waka, el antepasado ilustre del haiku, sí que cultivaba rutinariamente este tema. Cinco de las veinte secciones del Kokinshū, del año 905, la más venerable de las antología de waka con sus 1.111 poemas, están explícitamente dedicadas al amor humano; y en numerosos poemas de las otras secciones sobre las cuatro estaciones del año se vislumbra claramente dicho tema, aunque velado por metáforas de la naturaleza.

   En el haiku que este mes veraniego del año 22 presento a la bondad de los lectores del  Rincón, “sueño” es mi metáfora elegida para significar el amor. Admito que es un disparate afirmar que un sueño puede ser equivocado, algo tan absurdo como querer reivindicar la “corrección” de un sueño. Los sueños son por esencia disparatados y absurdos pues escapan por completo al control de la razón. Son por naturaleza incorrectos. A veces vergonzosos, frecuentemente turbadores, vivamente surrealistas. De ahí, tal vez, la riqueza interpretativa que, como herramientas, pueden aportar al mundo del subconsciente, tal cual bien saben los psicoanalistas.  Al igual que el sueño es disparatado y felizmente irracional, el amor humano, bien a pesar de los extraños corsés con que las culturas, cada una a su modo particular, pretenden vanamente adecentarlo y domesticarlo. Así que “sueño equivocado” para referirse a un amor no me pareció inapropiado como expresión de mi experiencia concreta de aquel amor.

    Por otro lado, la metáfora de la adelfa, planta reconocida como una de las siete o diez más tóxicas de nuestra flora cercana (su componente de la oleandrina puede ser mortal), para significar, cuanto menos, la amargura del amor la tomé del famoso endecasílabo de Luis de Góngora (1561-1627): «Flores del adelfa del amor humano».

     Finalmente, el verso final: “Agua de mar”. Aquí va mi comentario “deconstructivo”:  ¡Qué sabor tan salado en la boca la del agua marina!  Tan salada es el agua del mar que, si la paladeamos sin querer mientras nos bañamos en la playa, deseamos escupirla, como escupir de mi boca deseaba yo aquel amor tan amargo. Y, sin embargo, ¡que incontable enormidad de agua hay en el mar! ¿verdad? ¡Y qué profundidad puede alcanzar en algunas simas oceánicas! Grandeza y hondura son, igualmente, cualidades que pudo tener aquel “sueño equivocado! Pues ambas cualidades dan personalidad y gracia al amor, pese a la amargura, pese al insoportable sabor salado de aquella experiencia concreta.

     “Agua de mar”, además, invita, como la contemplación de la superficie plácida del océano, a una especie de serena transparencia. El poeta y crítico chino Lu Ji (Lu Chi, 261-303) cifraba precisamente en este valor de “transparencia en calma” uno de los ideales de la poesía, ideal que iban a asumir los poetas del waka del Japón que dieron a luz a la mencionada antología Kokinshū. Los vericuetos del amor.

 

Luciérnagas

Agosto evoca, en la memoria de la infancia, el misterio de las luciérnagas. Íbamos, ya de noche cerrada, hacia el arroyo o la fuentecilla donde solían esconderse, entre matas de presta o hierbabuena. Aquel fulgor intermitente era, al mismo tiempo, una sorpresa y una tentación. Cogíamos una luciérnaga con delicadeza y corríamos hacia un patio oscuro, y allí, apiñados, conteniendo el aliento, abríamos la mano y se nos revelaba, en todo su esplendor, el milagro, la magia. La luciérnaga ibérica, conocida popularmente como gusanito de luz, es terrestre y emite un resplandor verdoso amarillento que, en el recuerdo, es más bien un fulgor azulado. Las de Japón, tan celebradas por los poetas, son acuáticas y aladas. A principios de verano, coincidiendo con la temporada de las lluvias, inician al anochecer su danza ritual al borde de las aguas, como diminutas estrellas fugaces.

                Las dos variedades clásicas de luciérnaga japonesa (hotaru) evocan los clanes guerreros: Genji y Heike. La genji-hotaru crece en las corrientes de agua limpia; la heike-hotaru prefiere los arrozales y otras aguas estancadas. El imaginario popular las relaciona con las almas de los samuráis muertos en combate y, en general, con los antepasados (cuya presencia evocan, en la mitología vikinga, las auroras boreales). Esta criatura tan fascinante aparece ya en la antología poética más antigua, el Man’yôshû (siglo VIII), como metáfora del amor apasionado, y ha dado origen a un pasatiempo nacional, el hotaru-gari o caza de luciérnagas –ya en desuso- y al mágico espectáculo de su vuelo de seducción. Murasaki Shikibu, la genial escritora del Genji monogatari, introduce en su obra un pasaje largamente ilustrado durante mil años: el de las luciérnagas. El príncipe, enamorado de Tamakazura, las suelta para que iluminen el espacio nocturno, pudiendo entrever así la figura de su amada, oculta tras una cortina.

La luciérnaga, imagen del esplendor efímero, aparece y reaparece constantemente en el haiku. Aon constata –asombrado o desilusionado- que, al amanecer, ese punto de luz vuelve a ser insecto; a Bashô su reflejo sobre el río Seta le recuerda el fulgor de la luna en cada arrozal en terraza; Chiyo-ni ve fluir la oscuridad cuando cesa su danza; Issa ve volar la primera luciérnaga y siente que sólo queda el viento en su mano, la mano en la que Shiki percibe la frialdad de su luz… Hoy el toque de melancolía lo provoca la amenaza de su extinción, real en todo el planeta: la contaminación de los ecosistemas acuáticos, la pérdida del hábitat generada por los humanos y la contaminación lumínica –enemiga de su ciclo reproductivo- están acabando con esas joyas de la creación… Persiste en la memoria el resplandor del gusano de luz en la mata y en la oscuridad de los patios, el espectáculo alado y luminoso del verano japonés, y una imagen antigua: la de un ejército que avanza de noche contra el enemigo alumbrándose con la tenue luz de los faroles llenos de luciérnagas…

***