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El shasei de Shiki. Compilación de textos imprescindibles.

Corregido, actualizado y ampliado a 1 de septiembre de 2023

El shasei, piedra angular del haiku moderno.

«El shasei de Shiki», una recopilación de los artículos que han ido traduciendo Jaime Lorente y Elías Rovira sobre este asunto, ya publicados en El Rincón del Haiku con algunos fragmentos extra. Disponemos así de una amplia obra sobre el shasei, piedra angular del haiku moderno. Sin duda, ofrece un conocimiento profundo sobre esta cuestión desde diferentes perspectivas.

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El shasei de Shiki

LOS ORÍGENES ESPIRITUALES DEL HAIKU 3. El Taoísmo

  1. Taoísmo

El taoísmo, representado por Lao-Tsé (Rōshi) y Chuangts (Sōshi), llegó a Japón en parte directamente y en parte a través de la poesía china. Directamente, tal vez, la influencia fue restringida, porque Sōshi especialmente es muy difícil en el original, aunque no en la traducción inglesa. La relación entre el taoísmo y el zen no es nada fácil de establecer. Pueden haberse originado juntos en la mente china; el Zen puede ser la aplicación práctica de los ideales taoístas, injertados en el árbol religioso budista. La historia ortodoxa del Zen dice que hubo una sucesión ininterrumpida de patriarcas Zen desde Shakamuni, pasando por Daruma, hasta los maestros Zen chinos. Todo esto es de dudosa historicidad y un tanto improbable. Sin embargo, lo importante para el haiku son esas ideas, esos ensayos del alma que se han transmitido a Japón desde aquellos antiguos místicos chinos. Los siguientes son pasajes característicos de Rōshi primero y de Sōshi después:

 

RŌSHI

道沖而 用之、 或不脅。酒子似変物之宗

(等四章)

El Camino es un vacío insaciable, un abismo sin fondo, es decir, el origen de todo en el mundo.

天地不仁、以高物信郊向。

聖人不仁、以百性鶴郊狗。

(第五章)

El Cielo y la Tierra son despiadados; tratan las cosas como a perros de paja. Los sabios son despiadados; tratan a las personas como a perros de paja.

 

上帝若水。水善利高物面不争。

歳衆人所悪、 故幾於道,

(第八常)

El Gran Bien es como el agua, el agua que sirve a todas las cosas sin conflictos. Está donde a los hombres no les gusta estar (en el lugar más bajo). Por eso está cerca del Camino.

 

希言自然,故翼風不終朝,薬雨不終日。

教信此者。天地。天地向不能久而況於人

呼。

(第二十三)

Ser de pocas palabras es seguir la naturaleza. La tempestad no dura toda la mañana, ni una tormenta de lluvia cae todo el día. ¿Cuál es su causa? El Cielo y la Tierra. Y si el Cielo y la Tierra no la mantienen tanto tiempo, mucho menos debería el hombre.

 

知人者智、 自知明。(第三十三参)

Quien conoce a los demás tiene conocimiento. Quien se conoce a sí mismo está iluminado.

反者道之動、 弱者道之用、 天地高物生於

有、有生於無。(第 四十)

Volver (a la Naturaleza) es la actividad del Camino. La debilidad es el uso del Camino. Todas las cosas en el Cielo y en la Tierra surgen de la Existencia, pero la existencia surge de la Inexistencia.

 

驚道日銀、損之又報

鈴摩日益、以至於無烏、無鳥而無不魚。(第四十八章)

Aprender es añadir algo cada día. Seguir el Camino es quitar algo cada día, hablar, quitar, hasta llegar a la Inactividad, esa Inactividad que es Todo-actividad.

 

知者不賞、言者不知。(第五十六章)

Los que saben, no hablan. Los que hablan, no saben.

 

聖人欲不欲、 不費難得之。(第六十四章)

El sabio quiere cosas no deseadas (por otros); no da preferencia a las cosas difíciles de conseguir.

 

信言不美、美言不信、善者不精、

籍者不善、知者不博、博者不知。(第八十一章)

La verdad no es agradable de oír. Las palabras que suenan agradables no son verdaderas. Los hombres buenos no discuten. Los hombres que discuten no son buenos. El que sabe no es culto. El hombre culto no sabe.

 

而 後眼如耳、年如発、鼻如口。

 A partir de ahora, mis ojos son uno con mis oídos, mis oídos con mi nariz, mi nariz con mi boca.

Rishi, 2, 3.

 

Compara esto con Rōshi, 56:

塞其戸、 閉共門、捧其鋭、解其紛、

和其光、同其菓、 是謂玄同。

Cerrar la puerta (de su boca), cerrar los portales (de la vista y el oído), embotar la agudeza, desenredar las complicaciones, templar el brillo, alisar el polvo (de la discriminación): esta es la nivelación misteriosa.

 Es del tipo de haikus como el siguiente, pero no sólo:

海くれて鴨の 整ほのかにしろし

Umi kurete   kamo no koe   honoka ni shiroshi

El mar se oscurece:
las voces de los patos salvajes
son ligeramente blancas.

(Bashō)

 

SŌSHI

 恵子謂荘子日、吾有大樹。人謂之標。英

大本擁麺、 而不中潮張、其小枝容曲、而

不中規短。立之第、匠者不願。今子之言

大面無。衆所前去也。荘子日、.今チ

有大樹、悲其無、 何不樹之於無何有之

繩、臓真之野、街復平無 郎其側、道造学

彩臥其下. 不天斤斧。 物無害者。無所 可

用。 安所国苦哉。(内 詩澄藩遊第一)

Keishi le dijo a Sōshi: “Tengo un gran árbol llamado ‘El orgullo de la India’. Su tronco es tan retorcido y bulboso que una línea de tiza [para marcar la longitud de la madera] es inútil. Las ramas están tan contorsionadas que el compás y la escuadra no podrían hacer nada. Se encuentra al borde de la carretera, pero los carpinteros ni siquiera le echan un vistazo. De la misma manera, Señor, sus palabras son grandes e inútiles, y la gente es indiferente a ellas”. Sōshi replicó “…Señor, te aflige la inutilidad de tu gran árbol; ¿por qué no lo plantas en la Región del No Ser, el Dominio de lo infinitamente Vasto, vagar junto a él en estado de no acción, dormir apaciblemente [El título del capítulo, ‘Placer apacible’, procede de esta frase] reclinado bajo su sombra? Entonces el hacha no le haría daño; nada podría herirlo. No habiendo forma de utilizarla, ¿cómo podría sufrir daño?”

 

唯達者知通露一。篇是不用、而雷諸唐。(斎物論第ニ)

Sólo “quien ha llegado” sabe y comprende que todas las cosas son Una. No se habla a sí mismo como separado de las cosas, sino que se identifica con ellas en su actividad esencial.

 

夫大道不稀、大禁不賞、大仁不仁、

大原不廉、 大勇不伎。(節ニ)

La gran Vía no se expresa; la elocuencia perfecta no habla; la justicia absoluta no es desinteresada; el completo valor no es valiente.

 

注鶏而不溝。酌溝而不。 而不知其所由索、此之謂篠光 (第ニ)

Por mucho que vertamos, nunca va a rebosar; por mucho que repartamos, no se va a agotar; más aún, si no hay ninguna razón para ello, – a esto se le llama la Luz Oculta.

 

上徴武士、則支離撲費於其間。上有大役、

則支離以有常疾不受功、上興病者業、則

受三鐘興十東薪、夫支離其形者、縮是以

養其身、 終其天年、又況文離 徳者学。

(内第、 人間性、 第四)

Cuando la gente es llamada por las autoridades, el jorobado se pavoneaba entre ellos. Cuando la orden fue para hacer obras públicas, el jorobado, ya que es un lisiado sin remedio, no se puso a trabajar. Cuando el gobierno distribuía grano a los enfermos, él recibía tres shō y diez haces de leña. Si un jorobado, debido a su malformación corporal, es capaz de alimentarse y vivir hasta el final de sus días, ¡cuánto más provechoso es ser un jorobado moral!

若然者、其心志、其容疲、其額。渡然

似秋 、渡然似春、喜経通四時、興物有宣,

而莫知其極。 故聖人之用兵也。 亡図面不

失人心。 利深施平高世、不郎障 人。故築

通物非聖人也.有親非仁也。(第六)

Un hombre así (un Hombre Real) no se ve afectado por las circunstancias, su actitud es tranquila, su expresión (facial) poco demostrativa. Su frescura es la del otoño, su calidez la de la primavera. Sus emociones siguen su curso natural como el ciclo de las cuatro estaciones. Su armonía con la naturaleza está más allá de toda estimación humana. Así que cuando el sabio utiliza el ejército de tal manera que arruina el país, no pierde el amor de ese pueblo. Si otorga su benevolencia a éste y a las generaciones venideras, no es por amor al pueblo. Así pues, no corresponde a un sabio hacer felices a otros seres. Ser aficionado a las cosas, esto no es Amor universal.

 

夫蔵舟於峯、蔵山 於潔、謂之固突。然而

夜牢有力者負之而走。除者不知也。藤小

大有宜、縮有所遂。 若夫蔵天下於天下、

而不得所遂。是仮物之大情也。

(第六)

A un barco escondido en un arroyo, o (“una isla montañosa escondida”[1]) en un pantano, se le considera seguro. Aun así, algo fuerte puede llevárselo a medianoche. Los hombres en su ilusión no se dan cuenta de esto. Ocultar las cosas pequeñas en las grandes está bien, pero pueden perderse. Si, por el contrario, escondes el universo en el universo mismo, no hay lugar donde pueda perderse. Esta es la Gran Naturaleza de todas las cosas.

 

俄而子来有病瑞 職然将死、其妻子環而泣

之。 子物往間之日、叱避。無恒化。衛其

戸典之語目、偉哉造化。又将梁J以汝篇、

将築以政適、以政露鼠平。以汝常識管

平。子来日、父母於子、東両南北唯之命

従、陰易於人、不婦於父母、彼近吾死、

而我不聴、我則悼安。彼何罪蒔。夫大塊

載我以形、券我以生、快我以 老、息我以

(第六)

Shirai enfermó repentinamente, jadeaba y estaba al borde de la muerte. Su mujer y sus hijos lloraban a su alrededor. Shiri se acercó y les gritó: “¡Fuera de aquí, no frustréis su cambio!” Luego, apoyándose en la puerta (poste) dijo: “¡Maravilloso es el Creador! ¿Qué hará de él ahora? ¿Será el hígado de una rata o los codos de un gusano?” Shiri respondió: “Un niño debe ir obedientemente… Este, Oeste, Sur, Norte, según le digan sus padres. El Ying y el Yang [los negativos y positivos poderes de la Naturaleza] no son simplemente la madre y el padre de un hombre. Cuando me llevan a la muerte, y me opongo a ellos, soy rebelde; ellos son intachables. Gran Naturaleza, al darme la forma (humana) me da un lugar (en el mundo); por la vida, me permite trabajar; por la vejez, la satisfacción; por la muerte, el cese de la existencia”.

 

孔子日、魚相造平水、人相造平道。 相造

平永者穿池面養給、 相造平道者、無事而

生定。故日、魚相忘呼江湖、人相志平道

(第六)

Confucio dijo: “Los peces están hechos para el agua, los hombres para el Camino. Los que viven en el agua se entregan por entero a los estanques y se alimentan en ellos; los que viven en la Vía, viven en reposo, una vida de certeza. Y así se dice: ‘Los peces son inconscientes de los ríos y los lagos; los hombres nunca piensan en el Camino, y en cómo caminar por él’ ”.

Antes de hablar de la influencia de Rōshi y Sōshi sobre Bashō, podemos mencionar lo que Sōin [Fundador de la Escuela Danrin, 1604-1682] escribió en parte sobre un retrato de Sōshi:

 

荘調が文章にならひ、

守武が録属を仰がざらんや

“¿No nos basamos en los escritos de Sōshi, y veneramos la influencia de Moritake?”

Termina con el verso:

世の中や葉葉とまれくもあれ

Yono naka ya   chōchō tomare   kaku mo are

El mundo
es después de todo como la mariposa,
sea como sea.

(Sōin)

 

Esto, por supuesto, se refiere a lo que es quizás el más conocido pasaje de Sōshi:

不和薦之夢露胡蝶奥,胡蟻之夢鶴周興。

¿Soy un hombre que soñaba con ser una mariposa, o soy una mariposa soñando que soy un hombre?

Este fue el origen de muchos haikus sobre mariposas, por su identificación con el poeta en esa forma ligera y soñadora que forma parte tanto de la naturaleza del insecto como del poeta.

El poeta que más insistió en el hecho de que “los escritos de Sōshi son haikai”, fue Okanishi Ichū, 岡西惟中, fallecido en 1692, discípulo de Sōin. En una de sus obras 俳講栄求 Haikai Mokyu, aparece el siguiente pasaje:

北の海に解と言魚有り、其の魚の大さ幾

千里と云よ、事をしらす、此鳥海の 動く時

北より南の海へうつらんとす。 水にう

つ事三千里、 風c乗てのr る事九高里と

書けリ、 是期心の天遊機化自然の大自在

底なリ。しかれば今する俳謝も、方すの

胸中よb額れ出で、 天地の外に打むか

自由壁化の趣向をおもひめぐらし、 有事

ない事とり合て活法自在の旬微を誠の俳

識と毎るべし

山にかけリ野に遊びて、 花をめで、紅葉

にあこがる 折ふ、しでとに、此心をもて

作する事是俳 の追姦遊ならすや。

En el Océano del Norte hay un pez llamado el Kon, no sé de cuántos ri de tamaño. Cuando el mar se mueve, se prepara para partir hacia el Océano del Sur. Bate sus aletas en el agua durante 3.000 ri. Asciende en un torbellino 90.000 ri[2]. Así es la mente en su actividad celestial, sus transformaciones y libertad natural. Pero el haikai también surge desde un pecho de apenas unos pocos centímetros cuadrados que contemplando lo que está más allá del cielo y tierra, reflexiona y forma su idea de cambio libre. Uniendo lo que es y lo que no es, obtenemos un verso de libertad viva. Esto es auténtico haikai.

Vagando por las montañas, jugando en los campos, admirando los cerezos en flor, anhelando sobre las hojas carmesí del otoño, -siempre que hacemos estas cosas, ¿no es nuestro estado de ánimo el de “Disfrutar con tranquilidad”?

 

Durante el periodo que abarca la vida de Bashō, los estudios confucianos florecieron enormemente [véase apartado 5. Confucianismo], y Sōshi y Rōshi eran leídos junto con Confucio y Mencio como algo natural, publicándose sus libros y comentarios sobre ellos durante esa época. Se dice que el propio Bashō estudió los clásicos chinos, y especialmente a Sōshi y Rōshi, con Tanaka Tōkō, 田中桐江 1668-1742, pero sus fechas apenas coinciden con las de Bashō, 1644-1694.

Cabe mencionar que en esta época era común aplicar la palabra gugen, 寓言 alegoría, al pensamiento de Sōshi, y también al haikai. Esto tiene relación con la alegorización de la escuela Teitoku de haikai.

Es difícil juzgar el conocimiento que Bashō tenía de Sōshi, pero no cabe duda de que el pensamiento y el talante del “filósofo” chino eran muy afines a su propio carácter. El número de citas y referencias a Sōshi es comparativamente grande, mientras que a Rōshi son pocas porque su aplicación es más bien política, y en parte porque no tiene los elevados vuelos de fantasía que caracterizan a Sōshi.

En la obra de Kikaku 田舎の句合 Inaka no Kuawase, de 1680, se dice que Bashō tomó el nombre de くくさい Kukusai. Anteriormente había asumido el seudónimo de 桃 Tōsei, Melocotón Verde, en admiración por Ritaihaku, cuyo nombre significa “ciruela blanca” 李白. El nombre Kukusai, “Volando por ahí”, está tomado del célebre pasaje de Sōshi al final del capítulo 2, El Ajuste de controversias, al que ya hemos aludido:

普者荘周夢爵胡蝶。頼親然胡蝶也。自際

適志興不知周也。俄然党、則選遊然周也。

不知周之夢露胡蝶興。胡葉之夢爵周興。

Antes soñaba que era una mariposa volando disfrutando. No sabía que era Sōshi.

De repente me desperté y volví a ser Sōshi. No sabía si era Sōshi soñando que era una mariposa, o una mariposa soñando ahora que era Sōshi.

 

En el mismo Inaka no Kuawase encontramos los siguientes versos de Yajin, siendo los comentarios de Bashō:

 

壁の姿葬千年をわらふとかや              野人

Kabe no mugi    yomogi sen-nen wo        warō to kaya

La cebada junto al muro
se ríe, puede ser,
de los tres mil años de la hierba de ganso.

  (Yajin)

[NT.- “Hierba de ganso” es un nombre común para diversos pastos o hierbas].

 

壁に生る姿は 菌の聯朔 をしらす冥競大

椿を論するに似たり。

La cebada junto al muro es como la seta que no sabe nada del primer mes ni del último día, como la tortuga que habla del Gran Árbol de la Camelia.

Estas dos comparaciones proceden del primer capítulo de Sōshi.

 

限となりぬ騎牛の容由貝        野人

Kogarashi to   narinu katatsumuri no   utsusega

Ha llegado la tormenta:
el caparazón vacío
de un caracol.

(Yajin)

 

幅牛のうつせ貝もさびたり。されどもか

れが角の上にあらそはんときは、 右いさ

さかまさりなんや。

Esta “concha vacía de un caracol” tiene sabi. ¿Pero no sería mejor que lucharan en los cuernos?

Este fragmento procede del capítulo 25 de Sōshi, en el que Keishi presenta a Taishinjin al rey; Taishinjin le habla de los dos cuernos de un caracol. En un cuerno hay un reino llamado Provocación, y en el otro un reino llamado Estupidez. Estos están siempre luchando, causando miseria y muerte entre sus habitantes.

Sōshi está, por supuesto, señalando la relatividad de las cosas.

Además de estos ejemplos de comentarios de Bashō sobre el haiku, podemos citar algunas de las propias composiciones de Bashō. En el Nozarashi Kiko, 1684:

ニ上山富麻寺に諦で庭上の松を見るに凡

そ千とせも経たるならん、 大いさ牛を腰

すとも云ふべけん。かれ非情といへども

 俳縁にひかれて斧斤の罪をまぬかれたる

ぞ幸にして尊とし

 

僧朝顔幾死に返る法の松

Sō asagao   iku shini kaeru   nori no matsu

Visité el templo Tomaji en el monte Futakami. En el jardín vi un pino; debe tener unos mil años. Se podría decir que es suficientemente grande para esconder un buey.
Aunque insensible por su relación kármica con el Buda, había evitado el pecado del hacha,  y esto era a la vez afortunado y loable.

El monje… una gloria de la mañana,
muriendo una y otra vez;
este pino… ¡la ley budista!

 

Esta referencia al buey proviene del cuarto libro de Sōshi:

匠石之警至於曲藍見機武機。

其大蔽牛

Un maestro carpintero Seki, de camino a Sai, llegó a Kyokuen, y vio un árbol, sagrado para los espíritus de la tierra. Era lo bastante grande como para esconder un buey.

Sōshi se empeña en mostrar la inutilidad de este gran árbol, de cuyas ramas incluso se podría ahuecar una barca. Bashō lo contempla como un árbol, con cariño y asombro, pero también desea tener el peculiar sabor del pensamiento espiritual de Sōshi, el “color local” chino. Lo trae casi por costumbre. En el Oi no Kobumi, de 1687, leemos:

かの三月の糧をあつむるに力を入れす。

No me esforcé mucho en reunir provisiones para
esos tres meses.

 

Esto proviene del primer capítulo de Sōshi:

 

適千里者三月楽織

Aquel que vaya a mil ri tendrá que llevar provisiones para tres meses.

Hay algunos haikus de Bashō que están conectados de alguna manera con Sōshi, por ejemplo:

唐土の俳諧問はん飛ぶ胡蝶

Morokoshi no   haikai towan  tobu kochō

Preguntaré,
sobre el haikai de China,
esta mariposa revoloteando.

 

Esto tiene el proscripto, 非子書賛, “Escrito en una imagen de Sōshi”. La “mariposa” se refiere, por supuesto, a la alegoría de Sōshi mencionada anteriormente. La misma relación se ve en:

君や蝶我や荘子の夢心

Kimi ya chō   ware ya sōshi no   yume-gokoro

Tú eres la mariposa,
¿y yo el corazón soñador
de Sōshi?

 

起きよ起きよ我が友にせん寝る胡蝶

Okiyo okiyo   waga tomo ni sen   nuru kochō

Levántate, levántate,
y sé mi compañera,
¡mariposa durmiente!

 

Dice Bashō, en el Diario Genjuan, 幻住庵記 :

素はまれまれとぶらふ人々に心を野かし、

あるは営守の、黒のをのこども入り本

りで、わのしいの積くひあらし、乗の豆

畑に通ふなど我が開きしらぬ農談、日低

に山の輪にかいれば、 夜確設に月 を待ち

ては影を律ひ、燈を取 ては同雨に是非

をこらす。

Durante el día, mi mente es de vez en cuando estimulada por la gente que me visita. A veces el viejo guardián del santuario, a veces los jóvenes de la aldea vienen y cuentan cómo los jabalíes devoran y arrasan las plantas de arroz, cómo los conejos vienen a menudo a los campos de guisantes, y cosas así, hablando de asuntos agrícolas que son nuevos para mí.

El sol ya está detrás de las montañas, y yo me siento tranquilamente en el crepúsculo con mi sombra, esperando la luna. Enciendo la lámpara y medito sobre la verdad de las palabras de la Penumbra.

 

Esta última frase se basa en un pasaje de Sōshi:

問雨問景日、養子行、今子止。発子、

今子起。何共無特操。最日寄有待而然

者那、香所待、又有持而然者耶。容待蛇

紺鯛葉耶。悪識所以然。悪識所以不然。

(京物幹節二)

La Penumbra preguntó a la Sombra: “Acabas de caminar, y ahora te has detenido; te sentaste y ahora estás de pie; ¿por qué eres tan inconstante?” La Sombra respondió: “Espero el movimiento de algo (forma), y de esto (forma). Espero el movimiento de algo más (el Creador). Mi espera del movimiento es como la espera de las escamas de la serpiente [sobre la que se desliza] o las alas del higurashi [una especie de cigarra]-. ¿Cómo puedo saber por qué hago esto y por qué no hago aquello?”

 

En Oku no Hosomichi, Bashō cita una parte de una waka de Saigyō:

(終夜嵐に渡をはとばせて]

月をたれたる汐越の松

(Yo mo Sugara arashi ni nami wo hakobasete)

tsuki wo taretaru shiogoshi no matsu

                 (Toda la noche, con el violento viento,)

Los pinos de Shiogoshi,

colgando la luna en sus ramas,

(envuelven las olas.)

 

此の一首にで数景書きたり、 若し一禁を

加ふるものは、無用の指を立つるがごと   し。

Luego continúa…

con este poema,  se expresan en su totalidad muchas escenas.
Añadir otra palabra sería “un dedo inútil”.

_________________________________________

[1] Podemos omitir esto por completo y tomar 有力者 como un hombre; o considerar 山 como una colina (isla) y 有力者 como una fuerza mayor que el hombre, es decir, la Naturaleza.

[2] Estas cinco líneas son el principio de Sōshi.

El futuro del haiku. Una entrevista con Kaneko Tohta

Corregido y actualizado el 30 de agosto de 2023

Tras la publicación de IKIMONOFŪEI (COMPOSICIÓN POÉTICA SOBRE LOS SERES VIVOS, DE KANEKO TOHTA), presentamos ahora:

 

El futuro del haiku

Una entrevista con Kaneko Tohta

Traducción original al inglés por Kon Nichi Translation Group

(Richard Gilbert, Itō Yūki, David Ostman, Mashiro Hori, Koun Franz, Tracy Franz, Kanamitsu Takeyoshi)

Universidad de Kumamoto

Traducción al español de Jaime Lorente

Descarga gratuita desde aquí

El futuro del haiku

Haiku 53

53

“Un poeta shi chino [Su Dongpo] atesoraba tanto como un cuarto de hora de crepúsculo; en nuestro propio país, una poeta de waka [Sei Shonagon] alababa el amanecer púrpura”. -célebre frase del Periodo Heian-

  春の夜や宵あけぼのゝ其中に 

Haru no yo ya yoi akebono no sono naka ni

En medio del crepúsculo
y el alba;
noche de primavera

Este hokku de Buson se basa en la técnica de la alusión, utilizada por su maestro indirecto Bashô en sus inicios. Como indica Crowley (Haikai Poet Yosa Buson and the Bashô revival, p.111), se trata de una referencia a un poema chino de Su Dongpo y su poema “Noche de primavera”, donde escribe que: «Un cuarto de hora de noche de primavera vale mil piezas de oro». De acuerdo con Crowley, en chino, xiao 宵  tiene el mismo significado que ye 夜, al contrario que en japonés, donde yoi 宵 significa crepúsculo y yo 夜, noche. Así, determina que “Buson entendió mal el poema de Su Dongpo: ambos alaban la misma hora del atardecer”.

De igual modo, Buson cuestiona con humor el punto de vista de los escritores japoneses del Periodo Heian, como la autora Sei Shonagon (El libro de la Almohada) pues al comienzo de su célebre libro se dice: “En primavera, el amanecer es lo mejor”.

Buson introduce el humor alterando la tradición clásica. Si leemos el hokku, observamos la presencia continua de la noche, literalmente:

noche de primavera; noche amanecer entre medias

Buson junta las palabras yoi (noche) y akebono (amanecer), una detrás de la otra, yuxtaponiéndolas con el primer verso: noche de primavera. Al repetir dos veces la palabra noche, da mayor importancia a este momento temporal destacando un atractivo que parecía olvidado por los poetas japoneses. Buson, muy cercano a la poesía clásica china, rescata este valor.

El pájaro de fuego

Un cuento ruso, genialmente orquestado por Igor Strawinsky, habla de un pájaro de fuego que aparece a medianoche, iluminando con su fulgor todo el jardín, para robar las manzanas de oro del zar. (Gaston Bachelard recuerda que su abuela llamaba “pájaros del fuego” a las pequeñas fogatas que ella misma provocaba al soplar con una pajita sobre la llama). El fuego está en el origen de todos los mitos. Prometeo escala el Olimpo, lo roba, lo guarda en un junco seco o en un tallo de hinojo, y se lo entrega a la humanidad, pagando un alto precio por su osadía… En otro relato mitológico, la diosa Izanami -que acaba de crear el archipiélago japonés- morirá al dar a luz a la divinidad del fuego. La chispa divina es poderosa y es ambigua. Igual que el monte Fuji -un volcán aparentemente dormido-, sugiere temor y peligro, pero también belleza y quietud. El fuego destruyó Pompeya, pero preservó, al mismo tiempo, sus ruinas bajo las cenizas del Vesubio.

                “Al amor de la lumbre” -bella expresión que remite a la niñez más cálida- se ha contado la historia de la humanidad. Nos lo recuerda Kapuscinski en su libro “Viajes con Herodoto”: “La gente se reúne alrededor del fuego para contar historias. Más tarde se llaman mitos y leyendas, pero en el momento en que se cuentan y se escucha, todo el mundo cree que son purísima verdad, la realidad más real… La luz del fuego atrae y compacta al grupo, libera sus mejores energías. La llama y la comunidad. La llama y la historia. La llama y la memoria”. En el “Alfanhuí” de Sánchez Ferlosio encontramos este pasaje delicioso: “El maestro contaba historias por la noche. Cuando empezaba a contar, la criada encendía la chimenea. La criada sabía todas las historias y avivaba el fuego cuando la historia crecía. Cuando se hacía monótona, la dejaba languidecer; en los momentos de emoción, volvía a echar leña en el fuego, hasta que la historia terminaba y lo dejaba apagarse. (…) Una noche se acabó la leña antes que la historia, y el maestro no pudo continuar”.

El fuego está en el corazón de la cultura japonesa; en los festivales, en la cerámica, en el chanoyu, en la poesía…  En verano, los fuegos artificiales o hanabi (flores de fuego) irrumpen desde las orillas de los ríos, en Tokio, Omagari o Nagaoka; desde los barcos, en el mar de Kumano, o frente a la costa de Mijayima. Fuegos relacionados, como nuestras “fallas”, con ritos de fertilidad y regeneración de la vida, purificación y catarsis, muerte y resurrección… Negro y rojo son los colores que identifican el lacado japonés; el rojo es un color sagrado: el color del fuego, de la sangre y del sol. En la cerámica japonesa se valora especialmente el celadón perfectamente cocido; tan exclusivo, que se conoce como “color oculto” (hisoku): un azul cristalino, similar al cielo despejado después de la lluvia… El fuego es esencial en la ceremonia del té: en el batido con agua caliente; en el sonido del agua hirviendo en la tetera; en el calor de manos y labios al contacto con la taza, en el aroma del incienso y en la cerámica (evocando aquellas tazas vidriadas, blancas o verdes, que -según Lu Yü- resaltan el color ámbar del brebaje); sobre todo, esas tazas rústicas modeladas a mano, cuya belleza, peso y tacto valora el invitado.

Con el toque humorístico, tan vinculado al haiku, Sôkan advierte: “aunque haga frío, / no te acerques al fuego, / buda de nieve…” La imagen reaparecerá, casi idéntica, en otro poema de Bashô: “enciende el fuego / y verás qué sorpresa: / ¡bola de nieve!”. Desde su pobreza alegremente asumida, Ryôkan muestra su confianza y su gratitud: “el viento trae / las hojas suficientes / para hacer fuego”. Y Hakyô -un poeta más cercano, casi contemporáneo- evoca, melancólicamente, las pálidas manos de unos enfermos calentándose sobre un fuego de hojas caídas… Y al final, una bella parábola de la tradición zen: Saliendo a la oscuridad de la noche, el maestro le ofrece el farol encendido a su discípulo, pero cuando éste va a cogerlo, el maestro apaga la llama; en ese mismo momento, el discípulo alcanza la iluminación…

***

Julio 2023

Escribo este artículo durante un frente lluvioso que afecta toda la zona centro sur de Chile, sin embargo, en el hemisferio norte, donde está Japón, es verano, y de esta estación es el haiku que les traigo.

夕顔の白ク夜ルの後架に紙燭とりて

yuugao no shiroku yoru no kouka ni shisoku torite

el blanco de la ipomoea alba, con una linterna de papel voy al baño

Comencemos por el kigo: “夕顔 yuugao o ipomoea alba”, planta trepadora del género Ipomoea, también conocida con los nombres vulgares de flor de luna, dama de noche, amole, entre otros. De flores blancas con forma de embudo, que florecen por la tarde y se marchitan en la mañana, de ahí proviene su nombre en japonés 夕 yuu, atardecer y 顔 kao (gao), rostro. Es un kigo de mediados de verano. Su utilización como tópico viene del mundo del waka o poesía clásica, sobre todo en la imagen que existe desde su aparición en el Genji monogatari.

En esta ocasión, el primer verso y la mitad del segundo “夕顔の白ク yuugao no shiroku, el blanco de la ipomoea alba” lo toma Bashou de la sección 19 del Tsuredzure gusa, zuihitsu escrito en el 1331 por Kenkou Houshi. En dicha sección, Kenkou habla de las cuatro estaciones, y cuando describe el verano dice lo siguiente:

“あやしき家に夕顔の白く見えて、蚊遣火ふすぶるもあはれなり”

“Se ve el blanco de la ipomoea alba y levantarse el humo de los fuegos para espantar los mosquitos.”

Por otra parte, el resto del haiku, Bashou lo toma de una escena al inicio del capítulo cuarto ‘Yuugao’ del Genji monogatari, redactado por Murasaki Shikibu en el año 1008. En este capítulo, Genji va a visitar a la que había sido su ama de cría. Llegando de noche, le llama la atención las flores que ve en el jardín de una casa cercana y pregunta por su nombre; le responden “yuugao”, y una de las damas de la casa le envía un abanico con el siguiente poema:

心あてにそれかとぞ見る白露の光そへたる夕顔の花

kokoro ate ni soreka to zo miru shiratsuyu no hikaru soetaru yuugao no hana

creo que es él a quien veo, la luz del blanco rocío para adornar la flor de la ipomoea

En el poema se juega con el nombre de Genji, Hikaru, que significa luz, y el rostro de la dama que él ve entre las persianas y que le llama la atención; lo que le hace preguntar por las flores como subterfugio para establecer contacto con las damas. Genji lee este poema a la luz de las antorchas caminando por el jardín hacia la residencia de la dama en cuestión, pero en el haiku, Bashou va al baño. Así, una vez más, el maestro trae algo del mundo clásico y lo pone en un contexto mundano. Aunque también podemos argumentar que toma algo del mundo frívolo, secular de la corte, pero que se puede disfrutar también desde una mirada más contemplativa, o en una situación más reflexiva, ya que “後架 kouka” se refiere a el baño en los templos budistas.

Dejo a ustedes la interpretación que más les agrade, y les propongo pensar en otras posibilidades; una de las bellezas que nos ofrece la poesía asiática, tan abierta a la interpretación personal.

Me despido desde un Santiago de Chile, que por lo menos por ahora, ha decidido entrar al invierno ¡Hasta el próximo artículo!

¿Sanar al yo o matar al yo? Un conflicto moderno innecesario.

En los últimos tiempos se ha hecho bastante común señalar al yo o al ego como obstáculo, como enemigo, como una construcción mental que debe ser abandonada. En muchas publicaciones de diferentes tópicos es frecuente encontrar términos como vencer, superar, desprenderse, dominar, controlar, quitar, dejar, o los más contundentes, acabar, matar, aniquilar el yo o el ego … para referirse a la actividad esencial del ser humano que quiere sanar su mente o liberarse del sufrimiento.

De modo muy general, podría decirse que la humanidad, consciente de sus limitaciones y continuos tropiezos en su búsqueda de bienestar, especialmente en Occidente, ha estado movida en especial por dos vectores que polarizan su relación con las ideas sobre el yo y sus inconvenientes.

El primero de ellos tendría como motivación central sanar al yo, reconociendo la debilidad y falta de gobernabilidad que la mayoría de los seres humanos tienen con respeto a sus propios cuerpos y mentes y, por lo tanto, con respecto a sus relaciones con los otros y el mundo. El yo sería una entidad sustancial más o menos bien delimitada para cada individuo regida por el libre albedrío, con capacidad de ser consciente y corregirse. Esta mirada está potenciada por un largo lastre neurotizante producto de los múltiples conflictos con los otros individuos y consigo mismo, la que encuentra sus mejores ejemplos en mitos como el de Edipo, Electra o Narciso. “Sanar” a este “yo”, personaje central de grandes tragedias, controlado, afectado caprichosamente por un poder superior, trátese de dioses o ideologías, sería la única garantía de una vida saludable y satisfactoria.

El segundo vector, fomentado por el agobio de un desarrollo social acelerado y apabullante, con una marcada tendencia a la despersonalización y a la pérdida de significado de los roles humanos, propone disolver el yo como el camino deseable.  El “yo” roto, fragmentado, múltiple, fruto de la deriva psicótica que hace imposible mantener una identidad propia, ha tenido un amplio respaldo en diversos movimientos artísticos e intelectuales en el siglo pasado y el presente. Aquí, el delirio y el éxtasis estarían representados por Dionisos y las vacantes como su contraparte mítica, forzando un poco las ideas nietzscheanas en la búsqueda de una liberación profunda y radical de lo humano que debe ser superado.

Más que un punto de equilibrio, estos vectores continúan jalonando el mundo moderno generando múltiples conflictos y desacuerdos que en buena parte explican la perseverancia del egocentrismo y la proliferación de múltiples comportamientos autodestructivos. Sin embargo, quizás en ambos vectores se busque una parte de verdad dado el reclamo inherente de “encontrar una salida”, de salir de un mundo insatisfactorio dominado por el sufrimiento (Dukkha) y el asunto quizás nunca haya sido definir cuál de los dos debería dominar. Utilizando un antiguo marco de reflexión budista, el tetralema de Nagarjuna (150-250 eC), más nos valdría considerar que la construcción de la verdad, incluyendo la verdad del yo, debería expresarse reconociendo la validez simultánea de estas cuatro afirmaciones:

  1. El yo existe y es real.
  2. El yo no existe y es ilusorio.
  3. El yo existe y no existe al mismo tiempo.
  4. El yo ni existe ni no existe.

*      *      *

Miremos dos haikus escritos por prestigiosos poetas y literatos latinoamericanos del siglo XX, ambos con una clara alusión al yo.

1. Jorge Luis Borges

Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.
[1]

La relación de Borges con el Japón estuvo marcada por el asombro, la admiración y un profundo respeto por su cultura espiritual. Pero su acercamiento a la esencia del zen y del haiku, solo alcanzó a rozar la periferia. Sus haikus publicados (17) son más bien producto de reflexiones sobre experiencias poéticas, que fruto del asombro de un hecho cotidiano vivido. Esto es evidente en este hermoso poemita que no tiene “sabor” de haiku, a pesar de su cuidadosa métrica silábica 5/7/5. Pero lo que lo aleja radicalmente de la “esencia” del haiku es la intromisión del yo del poeta sensible que oscurece el aware. Y sin aware, no hay haiku. El yo y su experiencia o necesidades, por profundas que sean, no son el objetivo del haiku. El haiku nace de un suceso vivido, no de una reflexión. Como tantos aficionados al haiku, Borges no logró captar este gesto delicado por el que los haijines clásicos forjaron este camino espiritual.

2. Mario Benedetti

En otra dirección, pero también con un cuidado extremo con la forma 5/7/5, Benedetti tampoco encuentra el camino para el corazón del haiku, pues como el mismo lo dice, sus llamados haikus “no difieren demasiado de mis restantes obras de poesía”.[2]

Cuando muera
no se olviden de enterrarme
con mi bolígrafo

 

Un poema breve, ingenioso, relacionado con el yo del escritor que valora tanto su herramienta de trabajo que la quiere aún después de su muerte y que lo expresa con la métrica japonesa 5/7/5 pues, según Benedetti: “Esta fidelidad estructural es, después de todo, lo único verdaderamente japonés de este modesto trabajo latinoamericano.” Aunque Benedetti es gran lector y amplio conocedor de lo publicado sobre haiku en Occidente, casi ninguno de sus más de 200 haikus tiene haimi (sabor de haiku) ni aware (asombro fruto de un suceso extraordinario), pero si nos ofrece ingeniosas reflexiones, divertidas o irónicas, opiniones políticas, meditaciones poéticas, que más corresponden al estilo propio del senryu y no del haiku.

3. A modo de conclusión:

En ambas poetas latinoamericanos es notable la necesidad de expresarse desde un lugar común, el yo. En ambos poemas, la presencia del yo impide al haiku, sin que ninguno de estos poemas pierda su valor poético. El haiku es un camino en el que yo no es importante, en el que el yo no tiene más valor que cualquier otra cosa que aparece. Si Borges se hubiera acercado más al haiku, no se hubiera puesto de presente y hubiera dejado que el silencio de las cuerdas resonara en el corazón de los lectores sin atribuirles ninguna intención y menos la de saber lo que un yo siente. Lo mismo con Benedetti, el respeto por el bolígrafo que permite la escritura trasciende la historia personal. En un haiku, su existencia cobra valor porque se expresa a través de un hecho significativo que ocurre en un momento y no por un destino ensoñado por el poeta.

Foto: Luis Bernardo Cano Jaramillo

[1] https://terebess.hu/english/haiku/borges.html.

[2] https://terebess.hu/english/haiku/benedetti.html.

DE LA JAMÁS VISTA NI IMAGINADA AVENTURA QUE CON MÁS POCO DE INVENCIÓN FUE ACABADA DE FAMOSO HAIJIN EN EL MUNDO

Hay un ruido en el agua.

Agua que suena cerca de una choza

y agua que está sonando cerca de un prado.

 

Agua que vuelve al silencio

y agua en la que, de tanto en tanto, hay un estruendo de golpes

acompañados de un crujir de hierros y cadenas.

 

Agua de un día de primavera

y agua que, por la noche, suena y sigue sonando.

 

*  *  *

De la enseñanza del bosque, recuerdo que las cosas se muestran a los sentidos en un primer plano de realidades, a manera de línea o superficie, y es lo que constituye el mundo de lo patente.

Y debajo de esa superficie late la dimensión de profundidad, el mundo de lo latente, el cual no aflora de inmediato.

Estos pensamientos son hermanos de los de Ortega; aunque, debo aclarar que, a fin de seguir el flujo del tema que me ocupa, mi enfoque se aparta de su armazón conceptual.

                                        *  *  *

El Manchego y su escudero oyen el ruido del agua en la oscuridad. He ahí el primer plano de realidades, la línea de superficie de las cosas en el acto de aparecer.

A continuación, escuchan el estruendo de unos golpes en esa misma agua.

Para el “Ingenioso Hidalgo” es ocasión de acometer una de sus aventuras, ya que, en calidad de caballero andante, no está obligado a saber qué sea lo que los causa. Por lo que toca a Sancho, por ser villano, quizá atinara a reconocer aquello que los provoca, de no habérsele paralizado el entendimiento por el miedo.

He ahí el misterio de la dimensión de profundidad, lo latente, eso que, para aflorar, en este caso, espera el clarear del día.

                                    *  *  *

El Maestro escucha un breve ruido de agua. Siendo como es, hombre atento y cuidadoso, es capaz de distinguir entre el chapuzón de una rana y la caída de un caqui en un balde de agua.

El cuerpo del batracio, al saltar, no zumba como una varita de trueno al agitarse con la mano, ni mueve el aire como un abanico. Estaba, además, a cierta distancia.

A fin de cuentas, Bashô no tuvo ante los ojos ni la rana ni el agua del estanque. Ante él apareció el sonido del chapuzón con la patencia del primer plano de realidad. Por lo que respecta a la ranita y su salto, eran y son parte de lo que late bajo la superficie del primer plano, al igual que el sombrío y silente estanque.

Hasta aquí la vivencia o experiencia de vida del Maestro.

                                        *  *  *

Veamos ahora cómo fue la composición.

Al escuchar el sonido del agua, Bashô se da cuenta de que ha saltado una rana. Lo expresa verbalmente y el ritmo del lenguaje forma un par de versos. Para redondear el hokku somete el enunciado al criterio de sus discípulos. Lo hace con intenciones pedagógicas porque es todo un maestro.

Ellos dan diferentes propuestas. Destaca la de Kikaku, quien propone como primer verso: yamabuki ya, rosa amarilla de montaña o kerria, flor que en el Kokinshû se relaciona con kawazu no koe, la voz de la rana, la cual, como señala Donald Keene, es muy apreciada en el Japón, ya que es muy diferente al croar a que estamos acostumbrados.

Pero Bashô, a la hora de la verdad, que es el instante de la composición, cuando “un acontecimiento breve encuentra su forma justa”, en el decir de Barthes, lo que llama Kenneth Yasuda “el momento haiku”, cierra los oídos a la poesía convencional y sólo atiende a la voz de la Musa japonesa que, en palabras de Percival Lowell, es la Naturaleza.

                                     *   *   *

Queda una duda. Aunque se comprenda conceptualmente el haiku de la rana, ¿por qué no lo apreciamos estéticamente? Para degustarlo, ¿habrá que recurrir a una iniciación? ¿Cuál será la forma precisa de leerlo?, ¿será cosa de técnica o carisma?, ¿una gracia especial de la naturaleza?

La manía que menciona Alcibíades se desata: actuamos como niños que preguntan el porqué de todo, y somos gambusinos que rascan en las rocas en busca de una veta de respuestas.

Verdad, belleza, ¿serán valores objetivos o sólo inclinaciones subjetivas? ¿Valores universales o de vigencia local?, ¿intemporales o sujetos a caducidad? ¿Títulos de nobleza o rasgos naturales de los seres?

Si las cosas se muestran, aparecen, porque están ahí en la naturaleza y en el haiku, ¿por qué no las vemos ni gozamos? “La verdad va desnuda mas morirá doncella”, sentencia el alejandrino de Amado Nervo.

Entonces, la aletheia, el desvelamiento del ser, ¿no es más que la proyección, en el plano de las ideas, del gesto aquel de arrancarle el manto a Hanna?

Percibimos a través de los sentidos; nos informamos por medio de los ojos leyendo, observando, y de los oídos, escuchando; pero, son las categorías cognoscitivas, estéticas, morales las que juzgan lo percibido.

Leemos el haiku del salto de la rana en busca de métrica, rima, tropos, sentimientos, amores, moraleja, compromiso ético político o, en el mejor de los casos, lenguaje sugestivo. Y su naturalidad nos desconcierta e indigna como un vaso de agua en la mesa de una taberna.

Eduardo Nicol, en México, desarrolló un concepto diferente de aletheia: es un desvelamiento, no del ser sino de los ojos que no lo contemplan.

Es necesario, pues, arrancarse la venda de las ideas previas, para apreciar la verdad y la belleza de las cosas.

El ku de la rana, es más que una mera innovación literaria que dio carta de ciudadanía poética a las cosas humildes e inmediatas. Hay que leerlo con la misma actitud de su autor, porque ese ku inaugura una manera de relacionarse con las cosas. Es la instauración de una forma de vida. Pero no la confundamos con ocupación u oficio. La vida teorética era la ocupación propia del sabio dedicado a la filosofía. Así, de un modo similar, hacer versos es en lo que se ocupa el poeta; mas la forma de vida es una especie de participación, un estar en la circunstancia, en la naturaleza, en el vivir cotidiano.

LOS ORÍGENES ESPIRITUALES DEL HAIKU (1)

Sección I

LOS ORÍGENES ESPIRITUALES DEL HAIKU

 

En el presente volumen se explicará la evolución histórica del estado de la mente zen en la creación del haiku de Bashō y sus seguidores. Podemos rastrearlo desde sus orígenes en el pensamiento prebudista de la India, y a través de la cultura china hasta la cosmovisión japonesa y su expresión poética.

El objetivo de esta primera sección es ofrecer lo que podría llamarse el trasfondo de toda la cultura oriental; pero esta metáfora teatral o pictórica es engañosa, porque surge mecánicamente.

En el haiku, todos esos profundos pensamientos y experiencias de las razas india, china y japonesa, arraigados en el oscuro y abismo del tiempo, muestran aquí sus pequeños, y tiernos rostros floridos, con esa sonrisa tenue y secreta que atestigua instantáneamente su origen y naturaleza celestiales. Nosotros mismos hemos de pasar por todas esas fases una vez más hasta que podamos recitar estos versos, con Masefield:

…Primavera de nuevo en mi corazón

para que pueda florecer en los hombres

No queremos insistir en la idea de que el Zen es lo único común al haiku, a la poesía de la literatura inglesa, el misticismo de Soshi (Chuang Tse) o a los elevados vuelos morales de Confucio; porque cuando hacemos esto, incluso dentro de nuestro propio pecho surge el sentimiento de que, después de todo, cada cosa es ella misma y nada más.

二もとの梅に遲速を愛す哉     蕪村

Futa-moto no   ume ni chisoku wo   aisu kana

Los dos ciruelos…
amo su floración,
uno temprano, otro más tarde.

(Buson)

Y cuando afirmamos la separación de las cosas la mente se vuelve insensible, pero inevitablemente, al otro extremo de la identidad y la igualdad. Esta ley es el reino más profundo de nuestro universo mental. Pertenece a lo inherente, original,  a la inexplicabilidad intrínseca de todo.

El diagrama adjunto representa las distintas corrientes de pensamiento-sentimiento. La relación del pensamiento oriental con el haiku se tratará bajo éstas.

  1. Budismo

Debemos remontarnos al pensamiento indio prebudista si queremos ver los comienzos (hasta donde se conocen) de lo que finalmente se convirtió en la simple instantánea del haiku.

En los primeros tiempos se comprendió que el secreto de la vida está en la comprensión de lo que es el yo:

Aquellos que parten de aquí, sin haber descubierto el yo y los verdaderos deseos, para ellos no hay libertad en todos los mundos. Pero los que se apartan de aquí, después de haber descubierto el yo y los verdaderos deseos, para ellos hay libertad en todos los mundos.

(Chand. Upanishad, 8, 1.)

Existía ese fuerte deseo de encontrar una vía de escape del mundo del sufrimiento:

Guíame entonces, te lo ruego, a la orilla más lejana que está más allá del dolor.

(Chand. Up. 7, 1.)

En la famosa parábola del fruto del árbol de Nyagrodha, vemos el hecho de que la verdad es invisible, pero está ante nuestros ojos y a nuestro alcance. En la semilla, cuando se abre y no vemos nada, está la esencia del gran árbol:

Eso que es la esencia sutil, en eso, todo lo que existe tiene su ser. Es lo Verdadero. Es el Ser, y tú, oh Svetaketu, lo eres.

(Chand. Up. 6, 12.)

El haiku es este » tú lo eres «; cuando un hombre se convierte en un bambú meciéndose bajo la lluvia ventosa, una cigarra llorando y su vida, entonces él es «eso».

Imagen 1

Dainichi Nyorai (Periodo Kamakura)

Aquello de donde estas cosas nacen, aquello

por el cual, cuando nacen, viven, aquello en lo que

al morir vuelven a entrar, trata de saberlo. Eso es

Brahman. (Taiit. Up, 3,1)

 

El efecto del budismo del tipo indio-chino-japonés en la vida y el pensamiento del pueblo japonés, y por tanto sobre el haiku, puede tratarse bajo dos epígrafes:

(a) Ideas populares (b) Ideas filosóficas.

(a) La vida es dolor y sufrimiento. Hay más de un matiz de esto en Bashô e Issa; pero Buson y Shiki, en su objetividad, sienten el significado de las cosas más profundamente que su evanescencia. La naturaleza temprana de todas las cosas, incluso del propio universo, puede suscitar pena; también puede verse, o pasarse por alto, como el elemento inevitable de todo cambio y variedad. En el budismo, la ignorancia es el gran mal del mundo, más que la maldad moral. El gran problema de la vida práctica y cotidiana es, pues, ver las cosas correctamente, no valorarlas en una escala moral rígida de virtud y vicio, utilidad e inutilidad, sino tomarlas sin prejuicios sentimentales o intelectuales.

El politeísmo de los japoneses corrientes, como el de los griegos, tuvo un gran efecto en su modo de vida poética. Los dioses son muchos: Amaterasu, Miroku, Hachiman, Jizo, Amida, Dainichi Nyorai, Tenjin, Kwannon, Emma O, Shakamuni, Benten, y cien más.

Pero, estos dioses no están lejos de nosotros, ni en lugar ni en rango. Tampoco existe una distinción clara entre lo humano y lo infrahumano. La escala de seres del universo budista sitúa al hombre a medio camino. Las primitivas ideas animistas de los japoneses coinciden con el sistema budista, y todos están unidos por la teoría de la transmigración. El resultado es (¿o es causa?) que nuestras simpatías se amplían en ambas direcciones:

留守のまに荒れたる神の落葉かな               芭蕉

Rusu no ma ni    aretaru kami no    ochiba kana

El dios está ausente;
las hojas muertas se amontonan,
y todo está desierto.

(Bashô)

さまづけに育てられたる蚕かな      一茶

Samazuke ni    sodateraretaru    kaiko kana

 

Criando gusanos de seda,
los llaman
«Señor»[1].

(Issa)

(b) La doctrina Mahayana de la identidad de la diferencia o indiferencia de los opuestos, es la que distingue al budismo y el cristianismo como ninguna otra. Esta distinción explica la profunda conexión entre la experiencia budista y la poesía oriental, y por qué el cristianismo se ha mostrado como poetas a Wordsworth, Coleridge, Chaucer, Blake, Shelley. La paradoja es el alma de la religión, como lo es de la poesía, pero donde no se la reconoce, o donde se la anatematiza, religión y poesía se reducen a dogma y sentimentalismo, respectivamente.

De nuevo, la enseñanza Mahayana de la equivalencia de lo fenoménico y lo nouménico ofrece a la mente oriental esa extraña fusión de espiritualidad y sentido práctico que caracteriza al arte chino y al haiku japonés.

Es este mundo, pero no es este mundo. No insinúa otro mundo distinto de éste, un absoluto; es este mundo cotidiano visto por primera vez como realmente es, un patio de recreo de Budas.

El budismo es, en cierto sentido, panteísta, especialmente en las enseñanzas de las sectas Tendai y Shingon, pero el todo, que es uno, no se concibe como una persona, sino como algo que no es ni personal ni impersonal. Lo mismo ocurre con Amida en las sectas Shin y Jodo. Amida sólo se personaliza en aras del discurso o la concepción; en el sentido literal de las palabras, «Dios es amor».

La doctrina de que todas las cosas, incluso las inanimadas, tienen la naturaleza de Buda presenta consecuencias de gran alcance. Mientras que la del budismo primitivo tiende a borrar la idea de una individualidad estanca de las cosas, incluidos nosotros mismos, la creencia de que todo alcanzará un día la Budeidad da valor (da el mismo valor) a los objetos más triviales, y sienta las bases de una democracia espiritual y práctica que el cristianismo como tal nunca podría permitirse.

» ¿No valéis vosotros más que muchos pajarillos? «

La respuesta es «No».

En los siguientes versos de Bashô el elemento budista es obvio:

白魚や黒き目を明く法の網

Shirauo ya   kuroki mewo aku    hô no ami

El pez blanco
abre sus ojos negros
en la red de la Ley.

蛸壺やはかなき夢を夏の月

Takotsubo ya   hakana i yume o   natsu no tsuki

Los pulpos en las trampas:
sueños fugaces
bajo la luna de verano.

 

もろもろの心柳にまかすべし

Moro moro no    kokoro yanagi ni    makasu beshi

Rinde al sauce
todo el odio, todo el deseo
de tu corazón.[2]

 

蓮池や折らでそのまま玉祭

Hasu ike ya    orade sonomama    tamamatsuri

Los lotos en el estanque,
tal y como son:
el Festival de los Muertos.

 

秋の色糠味噌壷もなかりけり

Aki no iro    nukamiso tsubo mo    nakari keri

Señales de otoño;
No tengo olla
de pasta de arroz y salvado.

 

Podemos mencionar aquí a una de las alumnas de Bashô, Sonojo,園女, 1649-1723. Se ganaba la vida como oculista. Tras la muerte de su marido, se trasladó a Edo, donde está enterrada. Más tarde se afeitó la cabeza y estudió budismo. En una carta al sacerdote Unko, 雲, escribe:

不求其不求妄は大道の根源.….柳は緑花は紅ぬ唯其健にして常に句を云ひ歌を綴て遊び申候事に候.….我平日の行は念沸と句と歌となり。極業へ行くはよレ、地獄へ落るは目出たし。

No buscar la Verdad, no buscar el error,- esto es lo fundamental de la Gran Vía… El sauce es verde, la flor es roja; tal como son las cosas, deben componerse el haiku y el waka…Mis días transcurren en la recitación del Nenbutsu, la elaboración del haiku y el waka. Ir al Paraíso es bueno, y caer en el Infierno también es un asunto de felicitación.

誰か見ん誰か知るべき有にもあら市

無きてもあらぬ法のともしび

¿Quién puede verlo?

¿Quién puede conocerlo?

No está en «lo que es».

Ni en «lo que no es».

¡Esta Luz de la Ley!

Su verso de la muerte, un waka, es en la verdad budista, y uno puede decir el espíritu japonés:

秋の月春の曙みし容は

夢かうついか南無阿獅陀傍

Los cielos vistos en el amanecer de la primavera,

Vistos con la luna del otoño,-

¿Eran reales? ¿Fueron un sueño?

¡Namuamidabutsu!

Todo lo que es, todo lo que parece ser el pasado y el presente y el futuro, los mundos descubiertos y los mundos creados, – debemos vivir en ellos y por ellos y para ellos, sin egoísmo, con deseo y sin deseo. Esto es Namuamidabutsu, y la realidad o irrealidad de todo ello debe ser la menor de nuestras preocupaciones. Puede ser un sueño del que nunca despertamos; tal vez la vida sea real, la vida es algo serio; pero la respuesta a cada pregunta debe ser siempre: “¡Namuamidabutsu!”.

[1] La palabra sama implica no sólo respeto sino un sentimiento gentil y piadoso hacia los gusanos de seda.

[2] NT.- Este haiku no aparece recogido en ninguna de las recopilaciones de Kon Eizo, Barnhill u Oseko sobre Bashô. En realidad, se apunta su autoría a Ryoto, uno de sus numerosos discípulos.

PREFACIO Y CONTENIDOS

HAIKU 1

 

Imagen de la portada: Se trata de una ilustración de Buson, 1715-1783, sobre el Oku no Hosomichi de Bashô, que muestra una reunión de haikai de cuatro poetas componiendo un largo poema enlazado en casa de Nagayama Shigeyuki en junio de 1689. Rogan se apoya en su abanico, componiendo un verso; Sora está dispuesto a escribirlo si Bashô (a la derecha del todo) lo aprueba, mientras Jūkō (Shigeyuki) aparece sentado (arriba, con su hijo detrás a la izquierda).

 

HAIKU (Por R.H. Blyth)

EN CUATRO VOLÚMENES

VOLUMEN I. CULTURA ORIENTAL

HOKUSEIDO

© 1949, by R. H. Blyth

Impreso en Japón

Dedicado a Sakuo Hashimoto, con agradecimiento porque su patriótica generosidad hizo posible la publicación de estos volúmenes.

NT: Este haiga que aparece en el interior de la portada de este volumen es de Miura Chora, 1729-1781. El poema también es de su autoría (se explica un poco más adelante, en este primer volumen).

呉竹のよよにあふひのまつりか な     樗良

Kuretake no yoyo ni auhi no matsuri kana

Hoy es el Festival de Aoi:
saludamos nuevamente a los bambúes de muchos nudos,
generación tras generación.

(Chora)

(NT: Aoi = las malvarrosas/alceas)

 

Sora se despide de Bashō (Buson)

 

PREFACIO

La historia de la humanidad, como historia del espíritu humano, puede concebirse formada de dos elementos: una huida de este mundo a otro, y un retorno a él. Cronológicamente hablando, estos dos movimientos, el ascenso y la caída, representan la historia de la humanidad; y ambos tienen lugar muchas veces, de forma microcósmica, en pueblos y naciones. Pero de forma simultánea o, mejor dicho, más allá del tiempo, constituyen una descripción ontológica de la naturaleza humana.

No me parece necesario, sin embargo, hacer un intento spengleriano para mostrar que, a partir de ejemplos históricos, ha habido un movimiento hacia las ideas, los ideales, las abstracciones; y también su correspondiente repulsión hacia ellas. En nuestras vidas individuales y en los movimientos más amplios del espíritu humano, estas dos tendencias contradictorias se manifiestan más o menos de la misma manera y son más o menos visibles siempre, en todas partes. Hay un flujo bastante notable hacia la religión en el mundo primitivo, y en la vida temprana de casi todas las personas, y un posterior reflujo de la misma, usando la palabra “’religión” en el sentido de un medio para escapar de esta vida.

Los japoneses, por un accidente de la geografía y por su carácter nacional, tomaron parte en el desarrollo de este “retorno a la naturaleza”, que en el Lejano Oriente comenzó (para darles un hábitat local y un nombre) con Enō, el 6º Patriarca chino del Zen, 637-713 d.C. Los chinos, quizás también por su geografía, siempre han tenido una fuerte tendencia en poesía y filosofía hacia lo vasto y vago, lo general y sentencioso. Por ello, a los japoneses les correspondió así emprender este “retorno a las cosas” en el haiku, pero debe entenderse claramente que a lo que volvemos nunca es lo mismo que lo que dejamos, porque nosotros mismos hemos cambiado mientras tanto. Así que volvemos al antiguo animismo salvaje, a la superstición y a la vida común del hombre y los espíritus, y los árboles y las piedras; y sin embargo hay una diferencia. Las cosas han adquirido algo de lo tenue de las abstracciones en que se convirtieron. De nuevo, en la primavera y el otoño, por ejemplo, hay distinciones inexistentes, arbitrarias, que han adquirido un cuerpo y una palpabilidad que nunca antes habían tenido. Nosotros también somos las cosas, y sin embargo somos nosotros mismos, en un limbo perpetuo de cielo e infierno.

Fue necesario que nos postráramos ante el Buda, pasando nueve largos años mirando a la pared para nacer en el Paraíso Occidental. Pero ahora, ya no. Ahora tenemos que volver del Nirvana a este mundo, el único. Nosotros tenemos que vivir, no con Cristo en la gloria, sino con Jesús y su madre, su padre, hermanos y hermanas. Volvemos a los amigos de nuestra infancia, la lluvia en el cristal de la ventana; los largos caminos silenciosos de la noche; las olas de la orilla que no cesan de llegar; la luna, tan cerca y tan lejos a la vez; todas las sensaciones de la textura, el timbre, el peso y la forma, esos tesoros preciosos y riquezas inagotables de la vida cotidiana.

El haiku puede parecer a primera vista un pobre sustituto de las brillantes visiones del Cielo y el Paraíso de los ascetas paliduchos. Como dice Arnold:

“Alimentada por largo tiempo de ilimitadas esperanzas, oh especie humana, ¡Con qué rabia escupes todo lo que es más sencillo!”

El haiku es de una sencillez engañosa, tanto por la profundidad de su contenido como por su origen, y el objetivo de este volumen y el de los siguientes es mostrar que el haiku requiere más pura y profunda apreciación espiritual, ya que representa todo un mundo, el Mundo Oriental de la experiencia religiosa y poética. El haiku es la última flor de toda la cultura oriental; es también una forma de vida.

El haiku debe entenderse desde el punto de vista del Zen. Esto puede deducirse más o menos directamente de este volumen, y, perfectamente, de forma indirecta mediante los mismos poemas.

Debemos mencionar que la palabra “Zen” se utiliza de dos maneras diferentes, y el lector debe decidir a la que se hace referencia. Por lo general, a lo largo de estos volúmenes, significa ese estado mental en el que no estamos separados de otras cosas, sino que somos idénticos a ellas y, sin embargo, conservamos nuestra propia individualidad y peculiaridades personales. Ocasionalmente, como en el diagrama de la página 3 (el diagrama que veremos en breve y que representa las diversas corrientes de pensamiento-sentimiento), y en la Parte 2 de la primera Sección, significa un conjunto de experiencias y prácticas iniciadas por Daruma, (que llegó a China en 520 d.C.) como la aplicación práctica a la vida de las doctrinas del Mahayana, y continuó hasta nuestros días en los templos Zen y en los libros de instrucción Zen. El “haiku” se expresa también en dos sentidos diferentes: en plural, para referirse a los poemas; en singular, la actitud poética de los poetas de haiku, su modo de vida, su “religión”.

En Faiths Men Live By (La fe de los hombres) de Archer, hay una descripción del maná polinesio, que tiene cierta aproximación al Zen en su relación con la poesía:

<<El maná está en todas partes, es intangible y omnipresente como el éter. Todas las cosas lo tienen; más bien cada cosa por separado está manaizada, pues el maná no es una entidad espiritual en un cuerpo físico; es un dinamismo que impregna, matiza y colorea todo el objeto. Es, por ejemplo, de la flecha, del veneno en la punta de la flecha; y lo que mata no es el veneno ni la flecha, sino el maná. El maná, sin embargo, no es algo universal sino una porción que impregna cada objeto primitivo que no se ha elevado lo suficiente como para generalizar una realidad primera y universal. Actúa en respuesta a situaciones y cosas concretas e inmediatas, a objetos maná-saturados, ya sean arroyo, piedra, montaña, nube, planta o animal. Además, el maná en sí no tiene ninguna cualidad moral, sino que puede ser bueno o malo, favorable o peligroso, según el momento o el lugar; puede hacer el bien o el mal, según la voluntad del agente. Se ve en funcionamiento cuando un hombre, intentando lo extraño e “imposible”, lo consigue.>>

Aquí sentimos algo de la intangibilidad, la indefinibilidad, la no-cosa, la no-abstracción, la no-moralidad y la no-racionalidad del Zen.

Sin embargo, podemos afirmar rotundamente que el haiku es haiku, con sus propias leyes y normas no escritas, sus objetivos y logros. Tiene poco o nada que ver con la poesía, así llamada, o con el Zen, o cualquier otra cosa. Pertenece a una tradición de mirar, de ver las cosas, una forma de vivir, una cierta ternura y pequeñez de mente que evita lo magnífico, lo infinito y lo eterno. Sus defectos son la tendencia a la debilidad y al sentimentalismo, pero evita el lirismo y el colorido mental tanto instintiva como conscientemente.

Si decimos entonces que el haiku es una forma de Zen, no debemos afirmar que el haiku pertenece al Zen, sino que el Zen pertenece al haiku. En otras palabras, nuestras nociones del Zen deben cambiar para adaptarse al haiku, y no al revés. Puede que nos resulte difícil mostrar cómo el antiguo código de los samuráis, los golpes de los maestros Zen, la ausencia de palabras, la filosofía del Kegon Sutra son en el fondo uno con el haiku; pero se puede hacer.

El sentido del haiku, su franqueza, su sencillez y su falta de intelectualidad, no deben tergiversarse en modo alguno. No olvido, pues, las palabras de Arnold en Human Life (Vida humana):

¡Ah! ¡No reclamemos
en el incognoscible mar de la vida,
una dirección demasiado exacta de nuestro camino!

Entiendo que Zen y poesía son prácticamente sinónimos, pero como dije antes, si alguna vez se imagina que hay algún conflicto entre el Zen y la poesía del haiku, el Zen se va por la borda; la poesía es la norma suprema.

La vida del haiku, el estado de ánimo en que se escribe y en el que debe leerse, es la misma que la de Rōshi, la del Sutra del Diamante y los versos del Hekiganroku (Crónicas del acantilado azul). La diferencia estriba en la concreción y abstracción, respectivamente, de su visión de la realidad. En el haiku el elemento intelectual está ausente, o está tan completamente fusionado con lo intuitivo-poético que ningún análisis puede separarlos. Para expresarlo con otras palabras, los filósofos chinos estimulan a través de su “forma” intelectual ese “estado de ánimo sereno y bendito” que los poetas de haiku suscitan con su representación de las cosas de la naturaleza.

Estos dos grupos corresponden a los aspectos teóricos y prácticos del mismo que llamamos Vida. Sin embargo, en la mente de los japoneses, los comentarios sobre los poemas de este libro parecerían no sólo superfluos, sino un intento de separar elementos inseparables, un intento de sacar a la luz de la razón un organismo que sólo puede vivir en su propia y profunda oscuridad, de hecho, una negación de todo el espíritu del haiku.

Podemos decir que para comprender y leer correctamente un solo haiku se requieren años de absorción inconsciente de toda la cultura de la India, China y Japón, que se materializa en estos pequeños versos. Para ayudar al lector no japonés, se ofrece esta larga introducción con numerosas citas, y un comentario sobre cada haiku en los volúmenes sucesivos.

Pero el japonés medio no ha leído las obras de Rōshi, Sōshi o los maestros zen. Los comentarios le parecerán acartonados, demasiado intelectuales, más que innecesarios. Él entiende el haiku sin esfuerzo, por instinto, por la intuición heredada de siglos. En otras palabras, toda la introducción y los comentarios deben estar en la memoria, en la mente inconsciente, no en la página impresa entre el lector y el verso.

Hay, sin embargo, dos excusas que pueden esgrimirse para las interpretaciones y las citas. La primera está implícita más arriba, la diferencia de bagaje cultural, de la weltanschauung (NT: forma de concebir el mundo y la vida).

La segunda es que el haiku no es sólo poesía, es decir, una representación en palabras del mundo real; es una forma de vida, un modo de vivir todo el día; es religión, y como tal, tiene que ver con la vida social, la política, la guerra, nuestros asuntos y con nosotros mismos.

La poesía, la cultura, la religión son una manera de vivir, y esta forma, como las maneras ordinarias, es hasta cierto punto una cuestión de educación, de pensamiento y de ideas, de hábito y de imitación. Todo haiku, pues, en la medida en que es representativo de un modo de vida, de una forma de vivir lo cotidiano, es involuntariamente didáctico, nos enseña por encima de nuestra voluntad. El gran peligro es confundir la explicación con la poesía, el dedo que señala con la luna, el sermón con la realidad. El objetivo de la explicación, como el del dedo que señala y el de las escrituras, es hacerse innecesaria. Una vez más llegamos a un hecho a través de una paradoja, que hay que deshacerse de lo indispensable para que pueda surgir la verdad.

El haiku registra lo que Wordsworth llama esos “puntos del tiempo”, esos momentos que por alguna razón bastante misteriosa tienen un significado peculiar. Hay una cualidad única en el estado de ánimo del poeta en esas ocasiones; puede ser muy profundo, puede ser más bien superficial, pero hay un “algo” en las cosas externas, un “algo” en la mente interior que es inconfundible. Donde los poetas de haiku superan a todos los demás es en reconocer ese “algo” en los lugares más inverosímiles y en los momentos más inesperados. Pertenece a lo que Pater llama, hablando de Wordsworth,

“la tranquila observación habitual de la existencia inanimada o imperfectamente animada.
El haiku es una especie de satori, o iluminación, en la que vemos la vida de las cosas.”

Captamos el significado inexpresable de alguna cosa o hecho bastante ordinario que hasta entonces habíamos pasado por alto. El haiku es la aprehensión de una cosa mediante la comprensión de nuestra propia unidad original y esencial con ella, y la palabra “comprensión” tiene aquí el significado literal de “hacer realidad” en nosotros mismos. La cosa se percibe a sí misma en nosotros; nosotros la percibimos por simple autoconciencia. La alegría de la reunión (aparente) de nosotros mismos con las cosas, es pues, la felicidad de ser nosotros mismos. Es con “todas las cosas” porque, como explica el Dr. Suzuki en sus obras sobre el Zen, cuando una cosa es tomada, todas las cosas son tomadas con ella. Una flor es la primavera; una hoja que cae tiene todo el otoño, de cada otoño, de lo eterno, el otoño intemporal de cada cosa y de todas las cosas.

El haiku es la creación de cosas que ya existen por derecho propio, pero que necesitan al poeta para que puedan “llegar a la estatura de un hombre”. Estas “cosas” pueden tener la forma de luz de luna, de una no-piedra y de un perro ladrando incluidos en ella:

犬を打つ石のさてなし冬の月      太祇

Inu o utsu / ishi no satenashi / fuyu no tsuki

Ni una sola piedra
que tirarle al perro…
¡la luna de invierno! 

(Taigi)

Puede ser el canto de una cigarra y el silencio que penetra en el sonido, como el sonido lo hace en la roca:

閑さや岩にしみ入る蝉の声     芭蕉

Shizukasa ya / iwa ni shimi iru / semi no koe

¡El silencio!
la voz de una cigarra
penetra en las rocas.

(Bashō)

Puede ser la brevedad de una noche o la duración de un día:

砂浜に足跡長き春日かな         子規

Sunahama ni ashiato nagaki haruhi kana

En la playa arenosa
unas pisadas:
largo día de primavera.

(Shiki)

Históricamente hablando, el haiku es la flor de todos los especuladores religiosos prebudistas, el Budismo Mahayana, el Zen chino y japonés, el Taoísmo y el Confucianismo. Los Upanishads dicen:

De dónde nacen esas cosas, por qué y cuándo nacen y viven, aquello en lo que a su muerte vuelven a ser, trata de saberlo. Eso es Brahman.                     Taitt. Up. 111.i.

El budismo Mahayana dice:

差別郎千等、準等部差別。

La diferencia es identidad; la identidad es diferencia.

El Taoísmo:

故有之以鴬利無之以震用。 老子、十一。

Por lo tanto, de lo que existe tenemos ganancia, y de lo que no existe, utilidad.

El Zen dice:

休有控杖子我輿称控杖子、

休無控杖子我奪休控杖子。無門闘、四ート四。

Si tienes un palo, te lo daré. Si no tienes un palo, te lo quitaré.

(La barrera sin puerta, IV-IV)

 

Nakae Tōju, 中江 藤樹, 1608-1648, famoso confucionista japonés, el primero en enseñar la filosofía de Oyomei, 王陽明, dijo:

El cielo y la tierra, y todas las cosas existen en mi mente…. No hay diferencia entre la vida y la muerte, el ser y el no ser…. La verdadera naturaleza de la mente del hombre es el deleite.

Bashō, nacido cuatro años antes de la muerte de Nakae Tōju, recibió todo esto, además de la poesía de los Tang y los Sung. Mezclando la espiritualidad india, el sentido práctico chino y la sencillez simplicidad japonesa, obtenemos…

落ざまに水とぼしけり花椿芭蕉       芭蕉

Ochizama ni mizu koboshikeri kana tusbaki

Una flor del árbol de la camelia
cae
derramando su agua.

(Bashō)

 

 

曙や麦の葉末の春の霜      鬼貫

Akebono ya mugi no hazue no haru no shimo

Amanece:
en la punta de las espigas de cebada
la escarcha de primavera.

(Onitsura)

 

牛もうもうもうと霧から出たりけり       一茶

Ushi mou mou mou to kiri kara detari keri

La vaca sale
¡muuu, muuu!
de la niebla.

(Issa)

El haiku no busca la belleza como hace el waka. Al igual que la música de Bach, aspira a la significación, y es posible que algún tipo especial de belleza se encuentre rondando cerca. La verdadera naturaleza de todas las cosas es poética. Es porque Cristo era un poeta por lo que los hombres le siguieron y le siguen, y no a Sócrates. Sócrates nos mostró nuestra ignorancia. El haiku nos muestra lo que sabíamos todo el tiempo, pero no sabíamos que sabíamos: nos muestra que somos poetas en la medida en que vivimos. Aquí está de nuevo la conexión entre el Zen y el haiku, el Zen dice…

平常心是道      無門開        十九

Tu mente normal, ¡ese es el camino!

(La barrera sin puerta, XIX)

Nunca debemos olvidar la simplicidad esencial del haiku y del zen. El sol brilla, la nieve cae, las montañas se elevan y los valles se hunden, la noche se hace más profunda y palidece en el día, pero muy pocas veces prestamos atención a estas cosas.

維草紙に鎮置く店の春の風凡童          几菫

Ezōshi ni shizu oku mise no haru no kaze

En la tienda,
los pisapapeles de los libros ilustrados:
¡viento de primavera!
(Kitō)

Cuando captamos el significado inexpresable de estas cosas, eso es la vida, eso es vivir. Hacer eso veinticuatro horas al día es el Camino del Haiku. Es tener vida en abundancia.

Podemos señalar de paso que todos los lectores japoneses tendrán traducciones y significados ligeramente diferentes para dar a la mayoría de estos versos. Este es a la vez el poder y la debilidad del haiku. Es una debilidad porque no estamos seguros del significado del escritor. Es un poder porque el haiku exige al lector una vida poética libre, paralela a la del poeta. Esta “libertad” no es la de la irresponsabilidad salvaje y la interpretación arbitraria, sino la de la creación de una experiencia poética similar a la que apunta el haiku. Corresponde en gran medida, en la poesía inglesa, a la manera diferente, muy diferente, de leer un mismo poema. En la interpretación de la música, los directores varían mucho en énfasis y tempo. Hay casos registrados en los que un director, por ejemplo, ha aumentado enormemente el tempo de un movimiento, con la asombrada aprobación del compositor (Beethoven).

A este respecto, puede ser interesante comparar dos traducciones y comentarios diferentes sobre el mismo haiku, realizados por el autor con un intervalo de algunos meses. Hasta la ortografía de la palabra veranda(h), todo se ve de forma diferente. La segunda es quizá mejor que la primera, en el sentido de que hay menos psicología y más poesía en ella.

二文なげて寺の橡かる凍みかな          子規

Ni-mon nagete    tera  no en karu    suzumi kana

 Echando medio penique,
tomé prestada la veranda del templo,
en el fresco de la tarde.

(Shiki)

Este tipo de versos provienen de Issa. Tienen su inocencia y delicadeza de sentimientos, combinadas con una leve burla de sí mismo.

Shiki va al templo (Sumadera須磨寺), arroja dos monedas de cobre, hace una reverencia y luego se sienta en la veranda del templo y disfruta de la brisa del atardecer.

Las personas sensibles, es decir, moralmente sensibles, saben que no tienen derechos, ningún derecho a nada en absoluto, ni siquiera a la vida misma. Y la naturaleza humana exige algún tipo de justificación para nuestra posesión o uso de las cosas. Esta justificación, una especie de “racionalización” psicológica, se ve en las dos monedas que Shiki arroja a la hucha del templo. Después, se sienta en la veranda con una especie de complacencia, sintiendo que ha hecho algo, por poco que sea, para ganarse el placer de la fresca brisa vespertina en un lugar tan tranquilo y sagrado.

二文投げて寺の椽借る涼み哉     子規

Ni-mon nagete    tera  no en karu    suzumi kana

Echando un par de monedas,
me refresqué
en la verandah del templo.

(Shiki)

Esto fue escrito en el Templo de Sumadera 須磨寺. Lo interesante de este haiku es percibir la secreta vida poética que habita en un lugar tan común. La poesía está en las palabras del verso; no en algo implícito, no en asociaciones o matices de significado. El poeta sube los escalones del templo, saca dos monedas de cobre de su monedero y las echa en la caja de las ofrendas. Se inclina ante Buda, y una vez terminada su devoción, se sienta en la larga, amplia y brillante veranda. Pero el tintineo de las monedas, el olor del incienso, la remota calma de los Budas le acompañan aún en la brisa fresca y sombreada. La poesía está en la esfera donde el tintineo del metal sobre la madera de la gran caja, y el frescor del viento racheado, son percibidos por el mismo órgano espiritual.

Además del haiku descrito anteriormente, debemos señalar también que algunos poetas se han servido de la forma del haiku para expresar pensamientos e ideas de importancia predominantemente intelectual. Tenemos en inglés mucha poesía didáctica que tiene un gran valor; este valor no es poético, pero indirectamente puede ayudar a nuestra comprensión poética de la vida, eliminando los errores de pensamiento que provienen de la costumbre, el interés propio o la abstracción excesiva.

El haiku, y no sólo el haiku, sino todo el arte y la literatura japonesas, apuntan al mismo infinito que el del mundo occidental de los últimos cinco siglos, pero no a través del espacio, no a través del horizonte. Es el infinito captado en la mano, ante los ojos, en el martilleo de un clavo, el tacto del agua fría, el olor de los crisantemos, el olor de este crisantemo. El haiku es la expresión de la unión de dos formas de vida que Spengler consideraba irreconciliables e incomprensibles: el sentimiento clásico del momento presente, del espacio restringido, y el sentimiento europeo moderno de la eternidad, del infinito. Es quizás a este último al que se refiere Matthew Arnold cuando dice.

En muchos aspectos, los antiguos están muy por encima de nosotros y, sin embargo, hay algo que nosotros exigimos y que ellos nunca podrán darnos.

Los interesados en el tema deberían leer la obra de Miyamori titulada An Anthology of Haiku, Ancient and Modern [una antología del haiku, antiguo y moderno], y mejor aún, The Bamboo Broom, An Introduction to Japanese Haiku [La escoba de bambú, una introducción al haiku japonés], de Henderson.

De la gran cantidad de libros japoneses a los que me refiero al escribir éste y los siguientes volúmenes, casi ninguno escapó a los ataques aéreos, pero de memoria o por nuevas compras, doy una lista en el Apéndice 1.

Una versión romanizada de los haiku contenidos en este volumen figura en el Apéndice 2 (NT: en esta traducción se han incluido debajo de cada haiku también en este primer volumen). En los demás volúmenes, la versión romanizada va debajo de cada haiku.

Las ilustraciones de este volumen han sido elegidas para mostrar cómo los poetas y artistas japoneses gradualmente “fueron atenuando” el misticismo y realismo de los artistas chinos orientándolo hacia el delicado humor y la tierna crudeza del haiga.

H. Blyth,
Tokio,
enero de 1947.

 

CONTENIDOS

 Prefacio

 Sección I

Los orígenes espirituales del haiku

  1. El budismo
  2. Zen
    – Bashō y el Zen
  1. Taoísmo
  2. Poesía china
  3. Confucianismo
  4. Arte oriental
  5. Waka
  6. Renku
  7. Nō, Ikebana, Cha no Yu
  8. Shinto

 

Sección II

Zen, el estado mental para el Haiku 

  1. Desinterés
  2. La soledad
  3. Aceptación agradecida
  4. Despreocupación
  5. No intelectualidad
  6. Contradicción
  7. Humor
  8. Libertad
  9. No moralidad
  10. Simplicidad
  11. Materialidad
  12. Amor
  13. Valentía

 

Sección III

Haiku y poesía

Haiku y Poesía
El haiku en la poesía inglesa
Poesía

 

Sección IV

Los cuatro grandes poetas del haiku

Bashō
Buson
Issa
Shiki

 

Sección V

La técnica del haiku 

  1. El humor y los juegos de palabras
  2. Brevedad
  3. La lengua japonesa
  4. Onomatopeyas
  5. La forma del haiku
  6. Kireji
  7. Secuencias de Haiku
  8. Las estaciones
  9. Traducción

Apéndices

  1. Obras consultadas
  2. Haiku Romanizado
  3. Fuentes del Haiku

Índice de escritores

Tabla de ilustraciones