Hospedarse

Julio 2024
Invierno
Córdoba, Argentina

Hospedarse

El haiku captura el instante, lo fugaz parece poder detenerse e imponérsele demora con algunas pocas palabras. Parecería contradictorio que dijésemos que la poética de Santôka hace de la demora y de la detención una faz de su poética. Pero, me gustaría plegar y desplegar la contradicción que creo que habitaba en su corazón.

Hemos hablado del caminar. Pero creo que vale la pena ahora doblegar una apuesta por la estancia: detenerse también forma parte del camino. Hay en Santôka un modo de convertir los espacios y objetos concretos en zonas sensibles. Por ejemplo, haciendo de la casa un espacio de luminosidad, siendo la luz eso que destella y se destaca en el siguiente haiku:

雪のあかるざが家いっぱいのしづけさ

Yuki no akarusa ga ie ippai no shizukesa 

La luminosidad de la nieve
llena la casa
en calma

 (2006: 150)
Trad. Vicente Haya

En este haiku dos imágenes se yuxtaponen: la luminosidad de la nieve y repleta de calma. Ambas imágenes afectan un espacio específico: ie, hogar o casa (que no refiere al espacio material sino al hogar simbólico). Si la segunda imagen describe la primera, la luminosidad ingresa en un plano activo: la luz de la nieve tiene potencialidad de llenar un espacio. En otras palabras, de atiborrarlo hasta el punto en que no haya lugar para otra cosa. Pareciera que a Santôka, la naturaleza no cesa de invadir las detenciones. No hace falta ir demasiado lejos para captar sus sutilezas y poderes. Incluso me animaría a decir que pareciera que cuando el poeta se detiene la sutileza desaparece y todo lo que proviene del entorno natural demuestra en su demasía, en su fuerza. Otro haiku:

窓あけて窓いっぱいの春

Mado akete mado ippai no haru

 Abriendo la ventana
a reventar de primavera

(2006: 133)
Trad. Vicente Haya

El kanji de ventana se compone de corazón-mente (es decir, kokoro), abertura y vacío. Pero ese vacío (ese umbral espacial que distancia el adentro y el afuera) al mismo tiempo conecta lo diferente: no puede estar sino habitado por el corazón, donde la cosas se suspenden. La primavera traspasa aquello que la contenía: tanto la ventana de la casa (la que puede abrirse, mado akete) como otra ventana, implícita en la escritura de mado ippai (la ventana que deja pasar la totalidad). Se trata de dos ventanas, la que estará por abrirse pero permanece cerrada, una más permisiva que la otra. Así entre las dos repeticiones de mado hay una fisura que diferencia las ventanas. El haiku no busca priorizar una sobre la otra, sino ubicarse en esa fisura durante la detención. Esto mismo puede observarse en:

くりやまで月かげのひとりで

kuriyama made tsuki kage no hitori de

Penetra la luz de la luna
hasta la cocina
Estoy solo.

(2006: 27)
Trad. Vicente Haya

El haiku comienza determinando un espacio específico, la cocina. Seguidamente, nombra lo apenas visible en ese espacio. Se trata de un pliegue entre dos sombras: una, tsuki kage, aquí traducido como luz de luna, pero que su significado literal es sombra de luna. El japonés la sombra no es una región de oscuridad donde la luz está interrumpida, sino la luminiscencia de aquello que no poseen luz propia pero que hacen visible (o se hacen visibles) las cosas para el ojo. La sombra de la luna permite discernir en las tinieblas otra sombra, la de hitori. En el pliegue de una sombra y otra se revela el matiz de este haiku: en la sombra de la luna vemos el volumen de otra sombra. Ella no le pertenece a nadie, configurando un espacio de una existencia sin sujeto. Un espacio donde la naturaleza es testigo de existencias visibles, pero totalmente ignoradas por aquellos que la sostienen. Más explícitamente, escribe Santōka:

茶の木かこまれそこはかとないくらし

Cha no ki ni kakomare sokohakatonai kurashi

Rodeado por arbustos de té,
llevando una existencia anónima

(2006: 154)
Trad. Vicente Haya

La determinación espacial parece delimitada perfectamente al comienzo de este haiku con cha no ki kakomare, rodeado por los arbustos de té. Por otro lado, la expresión sokohakatonai kurashi. El adjetivo sokohakatonai significa débil, leve, vago, nebuloso, indeterminado. Este sentido deriva de la significación de esta palabra cuando es leída como frase: soko ha ka to nai, que literalmente es no hay algo. Kurashi significa condiciones materiales de vida o circunstancias de vida. Así, el haiku nos muestra dos imágenes: la primera la frondosidad de los arbustos de té que rodean a quién escribe. Estos arbustos parecieran lavar la segunda imagen, donde quien se encuentra acorralado por los arbustos de té solo puede tener débiles condiciones de vida.

Referencias

Santôka (2006). El monje desnudo. Trad. Vicente Haya.  Madrid: Miraguano.