Archivo de la categoría: Montañas y Nubes (Editor y responsable: Juan Felipe Jaramillo -Dientes de León-)

HAIKU: una senda para olvidarse de sí mismo

En las próximas ocho entregas, iré publicando la ponencia que presenté en el II encuentro de Haiku en Gilet, Valencia (España) a finales de abril del 2023. Espero con esta reflexión poder contribuir al camino de los que hemos encontrado en el haiku una vía espiritual más que un lugar de reconocimiento literario.

Días en los que llueve,
se emociona
el monje Ryōkan.[i]

1. Introducción

Este texto pretende ser un aporte a uno de los asuntos más controversiales en nuestro tiempo: el asunto del “yo”. Esta reflexión ya está abierta en el corazón de todos los que se acercan al haiku como un camino espiritual, como un camino para acceder a lo sagrado, el lugar donde el sujeto y el objeto no tienen necesidad de ser diferenciados.

Escribir haiku, como muchos lo saben y aprecian, es un camino consciente de renuncia al “yo”, esa entidad o presunción de entidad que se afana tanto por el reconocimiento, al tiempo que nos atenaza y restringe vitalmente.

Para muchos de nosotros, el camino consciente de nuestras búsquedas espirituales se inicia con un momento de crisis o ruptura interior o quizás antes, como herederos y emisarios de esta “energía de salida”, como la nombra de forma tan apropiada el poeta José Manuel Martin Portales (ÚLTIMA PALABRA, p. 69) en su reflexión sobre la “pregunta sin respuesta”, sobre la pegunta por el sentido:

no hablo del preguntar que viene del pensamiento
sino de la pregunta, sin más, que se ha hecho existencia (…)

Para mi exposición elegí de marco de referencia las enseñanzas del budismo, dada, por supuesto, mi condición de sacerdote zen en formación. Uno de los grandes maestros del budismo zen (chan) en china del siglo VII, Huangbo (Obaku en japonés) decía que “los seres humanos tienen miedo de arrojarse al vacío porque no saben que el vació no es vacío”. El camino budista, como tantos otros caminos espirituales, es un camino que invita a la liberación, a salir de los límites estrechos de una vida centrada en sí misma, ego centrada.

El punto de partida del budismo es sin duda alguna la pregunta por el sufrimiento. Esa fue la pregunta que Siddharta Gautama Shakyamuni, más conocido como El Buda (el Despierto, el Iluminado), enarbolo después de haber experimentado él mismo una profunda crisis interior al contemplar y reflexionar sobre la condición humana atrapada en las dolorosas experiencias del envejecer, enfermar, morir y aferrarse a los objetos de sus deseos inagotables.

Cada uno de nosotros parte de la consciencia de su propia experiencia vital. En mi caso, parto de la consciencia de la multiplicidad de tendencias, manifestaciones y búsquedas encarnadas. Me presento con varios nombres: soy Juan Felipe Jaramillo, médico, padre, abuelo, amante, panadero, profesor universitario; el sacerdote zen Sanriki; el haijin Diente de León; el iniciado Bunkua Navingama… Es decir, soy una multitud de “yoes”, a veces consonantes, muchas veces disonantes, un tejido vital hecho y deshecho continuamente por condiciones algunas impuestas otras frutos de este andar tanteante hacia un más allá siempre impreciso, pero más vasto y libre que el de los horizontes conocidos en las formas provisionales con las que me he definido.

Yo hace mucho
pisaba y aplastaba
caracoles.[ii]

(Onitsura – m.1738)

NOTAS:

[i] El amado monje y poeta Ryokan escribió algunas de las poesías más apreciadas por los seguidores del zen. Este es un pequeño poema en que deja de lado el cuidado promovido por el haiku y se expresa con una forma poética que pone a pensar, que hace reflexionar y que invita a reconocer su humanidad con nombre propio. La mirada del lector se dirige no al suceso, si no al “yo” Ryokan. “(…) el uso del propio nombre hace que el haiku se mal logre aún más, haciendo que el “yo” sea demasiado implícito y olvide que, principalmente, el haiku debe hablar del exterior, no de nosotros mismos.” HAIKUS DEL YO, M. Concepción Cabrera G. Tesis de grado, U. de Sevilla dirigida por Vicente Haya, p. 87

[ii] Un yo que recuerda un tiempo en que pisaba y aplastaba caracoles (¿un niño travieso, un joven impetuoso, un adulto torpe?) Es un moje zen y seguramente lo recuerda y dice porque ya no lo quiere volver a hacer. La crueldad y el feísmo no hace fácil el encuentro con el aware de este haiku que más bien pone a pensar y por lo tanto más parece un senryu. La presencia dominante del yo y de la anécdota personal ocultan el suceso. “Un ‘yo’ muy presente solo muestra la necesidad de la persona de sobresalir dentro de su obra, no dejando paso para lo importante en el haiku: mostrar el impacto que te causó algún elemento de la naturaleza”. HAIKUS DEL YO, M. Concepción Cabrera G. Tesis de grado, U. de Sevilla, p. 87

La celebración de la primavera en el templo Dragón Verde

El día del equinoccio de marzo, asistí por primera vez a una ceremonia de bienvenida a la primavera, al final de la meditación en un templo zen en San Francisco (USA). Es una costumbre en los templos zen de Norteamérica que proviene probablemente de Japón y China, cuna del Zen. En estos países, la llegada de la primavera se celebra con gran regocijo e inspiración. Quizás lo mismo pase en todos los países en los que el cambio de la estaciones se presenta de forma semejante. Pero no sucede lo mismo en los países tropicales. La ciudad en la que habito, como muchas otras de condiciones semejantes, ha sido llamada, por su clima amable, la “ciudad de la eterna primavera”. Pero en ella solo conocemos estaciones de lluvia y de sol, lo cual se refleja en la exuberancia de una vegetación que florece de manera continua.

Al ser incluido, de manera más bien inesperada, en una ceremonia que por medio de la palabra celebraba la primavera con versos, canciones y bellas declaraciones, algunas de ellas con un tono de fervor y veneración, al llegar mi turno, no logré juntar en mi escaso inglés palabras suficientes para expresar algo apropiado para el momento.

Los días anteriores habían sido de lluvias intensas y la tierra de la bahía de San Francisco, habitualmente reseca, se veía reverdecida; las ramas de cerezos, duraznos, ciruelos y muchos otros árboles habían comenzado a cubrirse con brotes delicados y llenos de color.  Aunque no lo expresé en inglés, en el momento requerido, esto fue lo que apareció en mi mente-corazón en ese momento y, después de la ceremonia, escribí en español:

Lluvias de primavera

Por la vieja senda

de las nubes blancas,

hijos e hijas de buenas familias

siguen sus huellas.

Tal vez un ghata (estrofa tradicional budista) sea apropiado para un templo zen, pero mi sensibilidad de haijin me recordaba que todavía era posible expresarse de una manera más natural, más simple, menos solemne. Y escribí después algunos haikús que solo ahora comparto:

lluvias de primavera…

el canto agudo de las ranas

hasta el alba

 

lluvias de primavera—

una garza solitaria

acecha en el jardín

 

primavera:

quieta la luna llena

sobre las olas

 

luna de primavera,

alegre el canto matutino

del pavo salvaje

 

 

  (San Riki Sui Shin)
Diente de León

Marzo -abril 2023
Green Gulch Farm, San Francisco CA.

Mirando al cielo: haikus del sol y la luna

Aunque el haiku se escribe con palabras nutridas de silencios, al ser exclamado, el silencio se hace más hondo habitualmente.

El haiku verdadero no dice, no proclama, invita a sentir, a escuchar, a abrirse al mundo que nos habla más allá de palabras y pensamientos.

Los seres humanos caminamos oteando desde el abismo de los tiempos.

Escribir haiku es oficio de caminantes con almas y cuerpos desnudos que aprecian y disfrutan del silencio, no porque no quieran hablar o no aprecien los sonidos del mundo, sino porque prefieren escuchar, escuchar completamente.

Nómades, trashumantes, peregrinos, exploradores, los seres humanos, aunque hayamos optado por formas de vida más sedentes, aseguradas, urbanizadas, seguimos siendo viajeros infatigables, buscadores, recolectores, cazadores de asombros.

Habitantes de esta tierra plana y vasta para el que la recorre, esférica en su dimensión planetaria, recorremos su variada y multiforme superficie como testigos de milagros infinitos.

Cada día, sin falta, la oscura tierra se ilumina, una algarabía de voces se levanta entre las frondas y los jardines, por valles, páramos y selvas, por aldeas y ciudades.

Cada noche, cubierta por un velo de misterio, el pulso de la vida se recoge, lleno de silencios y murmullos, el vasto cielo se despliega con su danza lenta de astros y meteoros.

Sol y luna, día y noche, luces y sombras, nacimiento y muerte… Habitarnos, vivir esta vida humana plenamente es certificar y ser confirmados por todos los seres, orgánicos e inorgánicos, animados e inmóviles, que no estamos separados, que somos los unos en los otros, por los otros.

La noche del viernes 18 de noviembre del 2022, el domo del Planetario de Medellín, en el Parque Explora, dio fe de que los haikus que brotan en esta tierra comparten destino con estrellas y planetas. Con las voces de María Cecilia Muñoz y Alba Mery León que leyeron cuidadosamente una selección de haiku clásicos de haijines japoneses y colombianos y los paisajes sonoros que compuso para la ocasión Miguel Isaza, el taller Haiku-Dō Medellín ofreció una sentida celebración a nuestros astros tutelares: el Sol y la Luna.

tras el alba
el piar de los pájaros
lluvia y Sol

(Raúl Ortiz)

brilla el Sol
ligera se levanta la neblina
en el campo

(María Cecilia Muñoz)

 

¡Sale la Luna llena!
Bajo la casita de tambos
titilan las quiebraplatas*

* Luciérnagas

(Nautilius)

Sol en el lago
Espejo del cielo

(Beatriz Restrepo)

 

gualanday* en flor…
al final de la calle
la Luna llena

* Jacaranda caucana

(Diente de León)

 

Montañas y ríos

Una conocida expresión de la tradición zen dice: “Antes de conocer el zen, las montañas eran las montañas y los ríos eran los ríos. Cuando comencé a estudiar el zen, las montañas ya no eran las montañas ni los ríos eran los ríos. Cuando al fin comprendí la esencia del zen, las montañas son las montañas y los ríos son los ríos.”

Parece que lo esencial de la vida responde a la misma apreciación. Los seres humanos solemos perdernos, dar vueltas y desvíos hasta llegar a estar totalmente confundidos.

El haiku, como el zen, es un retorno a lo esencial. Nada nos hace falta, nada nos sobra. Buscamos inútilmente un tesoro donde nunca podremos encontrarlo. La joya preciosa no está en un lugar lejano o desconocido. Nunca cesa de brillar en nuestro propio corazón.

Recuperar la capacidad de percibir directamente, sin obstrucciones ni distorsiones, sin engaños ni manipulaciones, desnudos, desprevenidos, con sencillez y humildad, como el niño que nunca dejamos de ser, ese es el camino del haiku:

¡Las montañas son las montañas, los ríos son los ríos!

algazara

dos guacamayas

en el techo de la casa

·

sin ruido…

una tras otra cae

gota de rocío

Foto: Cañón del Río Cauca (Antioquia, Colombia), Luis Bernardo Cano

 

Haiku-Dō Medellín, breve historia

La semilla de Haiku-Dō Medellín se sembró a mediados del año 2009, cuando los practicantes de Montaña de Silencio, un grupo de meditación zen en Medellín organizó el primer Hana Matsuri, un festival de cultura japonesa que contó con la presencia del escritor y haijin japonés Ban’ya Natsuishi. Con él se tomó la decisión de realizar en el 2013 la VII Conferencia Internacional de Haiku de la Organización Mundial de Haiku en la ciudad de Medellín. Este evento contó con la participación de varios haijines internacionales y un nutrido grupo de escritores y aficionados colombianos al haiku.

En el 2015 tuvimos la fortuna de recibir por primera vez a Vicente Haya en nuestra ciudad. Después de este encuentro extraordinario, un grupo de entusiastas de Medellín comenzó a reunirse de manera regular en las instalaciones del Parque Explora, que abrió sus puertas y los acogió desde entonces. Poco a poco, y gracias a la conectividad virtual, ahora nos acompañan en nuestras reuniones quincenales personas que habitan en otras ciudades de Colombia y en otros países.

Durante la 3° visita de Vicente Haya a Medellín, en el año 2019, se realizó el lanzamiento del libro Los cuatro elementos, una selección de haikus escritos por más de 70 haijines de 13 países hispanoamericanos. Un trabajo colaborativo que puso en contacto a escritores y grupos de España, Argentina, Cuba, entre otros.

Después de los dos años de distanciamiento y quietud que nos impuso la pandemia del Covid19, paso a paso, hemos recuperado la dinámica de nuestros encuentros periódicos y el entusiasmo con el proceso de reducación de nuestra percepción a la que nos invita nuestro maestro Vicente Haya.

El haiku no es solo una forma de escritura literaria, no es exactamente un estilo de poesía… Lo es, pero al mismo tiempo, lo natural es leer y escribir haiku como gotea la lluvia en esta tarde de octubre sobre el trajín de Medellín.

 

 

lluvias de octubre…

el canto de la soledad*

en mi ventana

 *Momutus momota aequatorialis

 

 

 

 

 

mediodía…

pinta de oro la avenida

un guayacán

(Diente de León)

 

 

 

Foto, Flores de guayacán,  Juan F. Jaramillo