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HAIGA 2. CON EL MISMO PINCEL

Con el mismo pincel que los kanji se trazan en el papel, aparecen las distintas pinceladas que configurarán las imágenes para un haiga.

Sumi-e y suibokuga son las técnicas más utilizadas para acompañar un haiku ya que sus trazos simples, tanto lineales como manchas, tienen las características adecuadas para acompañarlos. Ambas técnicas utilizan la tinta negra como único color, permitiendo la síntesis y la sugerencia. La diferencia entre el “sumi-e” que significa pintura con tinta negra y la técnica “suibokuga” no es el color, sino la cantidad de agua. Un suibokuga se pinta húmedo sobre húmedo o sea que requiere de una hoja humedecida previamente.

Cada obra puede tener distintas pinceladas. Pueden ser trazos lineales, de contorno; estos reciben el nombre “sembio”. Se realizan con el “fude”, pincel de punta cónica con pelos naturales y mango de bambú. Éste se utiliza en posición vertical para asegurar una línea delgada independientemente del tamaño del pincel. Se usa para delimitar los contornos y crear un dibujo lineal. Puede combinarse con otros trazos diferentes.

También hay pinceladas de manchas en degradé monocromas. A éstas se las llama pinceladas “mokkotsu”. En este caso el pincel se apoya sobre el papel en forma oblicua para que la mancha tenga el tamaño deseado de acuerdo al largo de los pelos del pincel.

Para lograr el degradé característico de las pinceladas mokkotsu”, se debe preparar una tinta aguada, denominada “media tinta”. Al pincel mojado con agua sin exceso, se lo moja aproximadamente tres cuartos del largo del pelo con la media tinta. Por último en la punta se lo carga con la tinta negra sin diluir. Al apoyar en forma oblicua el pincel y deslizarlo sobre el papel, se obtiene una pincelada que va desde el blanco hasta el negro intenso pasando por los distintos matices de gris.

Si ésta misma técnica se realizara con color ya no se denominaría sumi-e. Recordemos que “sumi” significa tinta negra. Tampoco es correcto llamarlo “sumicolor” ya que en sí mismo es algo contadictorio. En este caso el nombre es “saibokuga” o sea pinceladas sembio y mokkotsu aplicadas con color.

Hay otro tipo de pinceladas como la “pincelada de hacha” que se realiza con el pincel casi seco, apenas entintado. Se pinta dando pequeños y suaves golpes que se deslizan en el papel generando rugosidad y asperezas. Estas pinceladas suelen utilizarse para dar textura a troncos, ramas, piedras, montañas, etc.

Kohitsuga es otra técnica de pintura pero en este caso de detalle. Se pinta con dos pinceles en la misma mano. Uno se carga con agua y otro con tinta. Se coloca el color e inmediatamente se esfuma con agua. Ese efecto se va realizando superponiendo capa sobre capa. El pelaje y las plumas se pintan uno a uno con sumo detalle utilizando un pincel delgado también cónico. Este tipo de pintura es poco frecuente en los haiga debido a la falta de sugerencia y síntesis además de perder la espontaneidad. Lo mismo sucede con la técnica Tarashikomi que requiere de bastante agua y el papel de arroz no es el más adecuado para estas obras.

HAIGA 1. CON EL MISMO PINCEL

Con el mismo pincel que un haijin escribe su haiku en el papel, también puede pintar lo que ha percibido en ese instante de conmoción ante un suceso que no lo dejó indiferente en el mundo. Ambas pinceladas, escritura e imagen, se convierten en una obra única que potencia el aware percibido. Así es una obra HAIGA, al menos así, en sus inicios.

HAIGA es un término compuesto por dos palabras:    HAI que refiere al poema haiku y GA, a imagen, pintura. Si bien es una práctica muy antigua, el término haiga es bastante moderno. En su obra, Blyth, dice que no se usaba ese término ni en la época de Shiki.

Una obra haiga entonces, es una expresión japonesa compuesta por una pintura y un haiku. Si bien constituyen una obra presentada en un mismo espacio, ambos se complementan entre sí. De esta manera el aware que es el basamento del haiku es también el mismo que se expresará en la pintura.

         La obra se fundamenta en una simple pero profunda emoción que intenta transmitir. Por lo tanto, la escena que se expresa, conforma una unidad entre el haiku y la imagen representada.

La pintura con tinta negra, sumi-e, es una técnica de pintura que utiliza los mismos elementos que se usan en la escritura: papel artesanal de arroz, pincel, tinta negra y tintero (los cuatro tesoros del pintor).

Haciendo historia, el japonés era una lengua sin escritura hasta la llegada de los ideogramas chinos, que en japonés reciben el nombre de kanji. Recién hay testimonio de escritura japonesa a partir del año 538. Con su avance, los poetas fueron de los primeros en dejar plasmado por escrito sus producciones. El “Kokinwakashu”, más conocido como “Kokinshu”, compiló 1.111 poemas antes del fin del primer milenio, alrededor del año 900.

La aparición del sumi-e en Japón se produjo una centuria antes, pero su difusión mayor y esplendor se realizó en el período Muromachi (siglo XIV-XVI). Este tipo de pintura había llegado de la mano de los monjes budistas.

Muchos denominan erróneamente al haiku como “poema zen”, tal vez la confusión se deba a la amplia difusión que tuvo esta expresión poética entre quienes practicaban el budismo. Sumado a ello, la práctica del ZEN GA o “pintura zen” se difundió junto con el budismo desde los monjes hasta los granjeros y miembros de la corte. Todo esto generó la combinación justa para la práctica conjunta: texto y pintura.

En el haiku  las imágenes internas se yuxtaponen entre sí. Igualmente una obra haiga contiene una yuxtaposición entre el haiku y la pintura. Esta imagen no es necesariamente una representación del haiku ni viceversa, sino que ambas haiku e imagen se complementan entre sí constituyendo una unidad, una obra en sí misma que es más que la suma del haiku y la pintura. La obra única resultante, amplía la posibilidad de percibir el aware expresado.

En sus inicios los haiga eran dibujados y escritos por el mismo autor. Hirata Shusui, artista japonés del siglo pasado, consideraba que lo ideal en el haiga es que una persona escriba el haiku y otra distinta realice la pintura. En este caso es fundamental que el aware expresado en el haiku sea percibido por el pintor que complementará la obra. La interacción que se dará entre ellos debe ser lo suficientemente estrecha para que la obra resultante no pierda la emoción, el sentimiento que generó el haiku.

         Desde principios del siglo XVII cuando comienza la difusión del haiku durante el período Edo, comenzaron también a crearse los primeros haiga de la mano de quienes practicaban el arte del haiku.

Un ejemplo de ello son los realizados por Basho. Él tenía un alumno, Morikawa Kyoriku, quien a su vez le enseñaba pintura. Entre ambos fueron creando haiga en los que compartían haiku y pintura.

Sin embargo es Nonoguchi Ryūho el que fue considerado como el fundador de los haiga. Si bien desde mucho tiempo antes ya había algunos autores que pintaban y escribían sus haiku en el mismo papel, es Ryūho el que comenzó a realizar este tipo de obra con frecuencia al principio del siglo XVII.

Entre los autores de haiga reconocidos además de Matsuo Bashō, encontramos a Kobayashi Issa, Matsumura Goshun, Kaga no Chiyo, Sakai Hōitsu, Sengai Gibon, Enomoto Kikaku, Hakuin Ekaku, Yosa Buson y Nonoguchi Ryūho entre otros.