Entrega nº 67. 18 de julio

– La educación en el hogar es necesaria para los niños, por supuesto, pero también es particularmente necesaria para las niñas. Esta educación en el entorno familiar se imparte sin que se note, por lo que los niños a menudo imitan a sus padres incluso cuando ellos no les dedican demasiada atención. Por lo tanto, esta educación es necesaria para desarrollar el carácter de los niños y niñas, y además requiere, claro, de la educación formal regulada. En sus dimensiones más desapercibidas, se aprenden cosas que no se enseñan en la escuela. Por poner un ejemplo, cuando un niño debe saludar a extraños, son sus padres quienes deben enseñarle cómo recibir a un visitante. Las mujeres en particular, la mayoría de las veces, de acuerdo con la educación recibida de sus madres, aprenden a dirigir la familia, que es lo que más valoran, con mayor o menor éxito. Buscan mantener la paz y la alegría de la casa. Pero en los hábitos que han prevalecido en Japón hasta hoy, la paz y la alegría de la casa, casi nunca se han tenido en cuenta. Se entenderá fácilmente si conocemos la falta de importancia que se le viene dando al círculo familiar.

– Por lo general, la forma más fácil de disfrutar de la familia es a la hora de la comida, pero las familias que ni siquiera se benefician de esto no son pocas. Primero, todos los miembros de la familia deben reunirse para la comida. Luego, se debe hablar de cosas mientras el resto come. Terminamos la comida. Seguimos hablando. Si logramos hacerlo, siempre mantendremos el hogar en paz, y siempre habrá felicidad. Y si se alega que las viejas costumbres no recomiendan hacerlo así, es porque los miembros de la familia, y especialmente las mujeres, no saben lo que significa disfrutar del círculo familiar. Por lo tanto, incluso cuando ingresan como esposas en otra nueva familia, no saben qué es un círculo familiar y llevan una vida triste. En casos extremos, hay quienes no le encuentran absolutamente ningún interés, incluso cuando el esposo intenta en vano lograr que lo disfruten. En tales circunstancias, no se puede decir que estén cumpliendo sus tareas como esposas y amas de casa. Por esta razón, el primer paso a seguir es probablemente comenzar enseñando cómo disfrutar de la paz del círculo familiar.

Este último no solo tiene la virtud de llevar a cada miembro de la familia a disfrutar de esta paz, sino que también permite dar una educación en el hogar. Si una familia es tranquila y pacífica, los niños naturalmente tendrán un carácter tranquilo y pacífico. Si las conversaciones entre el padre, la madre, el hermano y la hermana mayor son instructivas, los niños, al escucharlas, recibirán una influencia beneficiosa. Con discusiones a cara de perro, no es posible abordar debates morales complejos, sin embargo, cuando las personas hablan con un carácter noble, hasta las palabras más superfluas necesariamente revelan su altura de visión, y los hijos que las escuchan, por lo tanto, están positivamente influenciados por ellos. Y esta influencia no se ejerce particularmente a través de la enseñanza reglada: está mucho más imbuida en la familia que en el entorno escolar. Por ello, no es exagerado decir que, en algunos casos, la educación en el entorno familiar tiene un valor muy superior al de la educación escolar.

 

Notas del traductor y las fuentes

– Según afirma el traductor francés, Shiki ha usado el término “Ikka no danran” que refiere la nueva ideología de «hogar» (katei), difundida incluso por la prensa, y que despierta una vida familiar restringida, centrada en la pareja y los hijos, y que se supone que proporciona una intimidad cálida y armoniosa; algo que resultaba una visión muy extraña para muchos japoneses de la época.

– Sobre la tradición de la comida en familia: En la manera clásica del Japón más rural, era frecuente que primero comiera el varón, y cuando este acababa, podía comer ya la esposa. Se cuenta una anécdota en medios epidemiológicos para explicar lo que son los factores de riesgo. Así, se refiere que hace ya años, las cifras de cáncer de esófago en Japón eran mayores entre varones que entre mujeres, cuando lo habitual, es que sean similares. La explicación era que, en las zonas rurales, al comer el varón primero, la esposa servía la clásica sopa muy caliente, a fin de que cuando fuera a comer ella, llegara todavía con calor y evitar tener que volver a ponerla al fuego. Dado que la comida extraordinariamente caliente y de forma continuada, es un factor de riesgo para padecer tumores del tracto digestivo alto, pues eso explicaría esa diferencia de valores entre sexos. Se puede añadir en clave de humor que es una clara demostración de que “el machismo produce cáncer”.