UNAS PALABRAS DEL AUTOR
Nací en una población pequeña que está, por decirlo así, dentro de la naturaleza. Al emigrar a la capital tuve nostalgia de la vegetación y el reino animal. Esto, aunado a la vida agitada de la ciudad, que no deja mucho tiempo disponible, hizo que me inclinara hacia un género poético muy especial que reúne el culto a la naturaleza y la brevedad. Donald Keene fue mi guía. Pasaron los años, vino el nuevo siglo, que trajo el uso generalizado de las computadoras, y me uní a los cibernautas que cultivan el haiku.
Jor
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Recién salida
del caparazón:
cigarra de alas húmedas.
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Llega el otoño.
El color de la aurora
en el volcán.
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Rama de fresno.
El canto de ese pájaro
que oía la abuela.
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Noche sin nubes.
El temblor de la sombra
del cardo santo.
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Hierba crecida.
Sobresale la tierra
de un hormiguero.
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Volando bajo:
el ruido de las alas
de un zopilote.
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Un crujido en la cañada.
Las puntas del bambú,
entre la brisa.
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Ya sólo suena
el gotear del alero.
Cocuyos* en el patio.
(*cocuyos: en mx., luciérnagas)
*
El olor
y de nuevo el mugido.
Día de niebla.
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Fresno viejo.
Un perro, lentamente,
se acerca a su sombra.
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La sombra del haya
empieza a moverse:
fresco murmullo.
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Par de libélulas:
una sola sombra
junto al charco.
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Oscuridad.
El chorro de la orina
de una vaca.
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Cañada fresca.
En el cielo las líneas
de una espejitos*
(*espejitos: mariposa de alas transparentes)
*
Otro balido
de la hondonada.
La pinta le responde.
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