Entrega nº 17. 29 de mayo

A dos o tres leguas de Yoshida, se encuentra Koshû (o Kai), un pequeño pueblo. Ichigobô, es de allí y lo conoce muy bien. Me dijo que los moradores y sus costumbres, son extremadamente extrañas. Y pasó a contarme algunas cosas típicas y muy curiosas.

En este pueblo, en general, las mujeres trabajan y los hombres disfrutan, sin hacer prácticamente nada. Estas mujeres tejen y tejen para hacer piezas de seda de Kai. Está bien: es un trabajo que, contra viento y marea, se paga muy bien, es frecuente que se llegue a cobrar dos o tres yenes por rollo de tela. A pesar de todo, lleva tres días tejer una pieza. Es cierto que en estos momentos el negocio está en horas bajas y los beneficios son algo menores. Como la economía doméstica se basa en esta actividad del tejido, las mujeres tienen prerrogativas importantes, y dan su opinión sobre todos los aspectos de la vida cotidiana. Se dice que el único papel de los hombres es ir y recoger la madera en las montañas. El gusano de seda, que proporciona la materia prima, se cría en el pueblo, pero como las cantidades a veces son insuficientes, entonces también se compra hilo en Shinshû. Una vez tejida, esta seda se lleva a Yoshida o se vende en el mercado tres veces al mes.

Incluso los paraguas también están hechos de seda de Kai, aunque obviamente hacen un tejido algo especial para confeccionarlos.

Por lo general, las chicas trabajan en telares, y las que ya están casadas se limitan al trabajo de la casa. Debido a esto, los padres que tienen hijas, no permiten fácilmente su matrimonio. Las mantienen el mayor tiempo posible en casa (ya mayores, a veces hasta 22 o 23 años) para que tejan. Es por ello que se dice que encontrar chicas algo desvergonzadas, no es infrecuente.

Una vieja costumbre es que cuando un chico desea tomar esposa, primero habla directamente con la elegida de su corazón. Si acepta, utilizan a un tipo que ejerce de casamentero para que medie y obtenga el acuerdo de los padres de ambas familias. Si los padres de la chica se niegan, entonces el chico habla con muchos amigos, para que alguno secuestre a la chica y la esconda en algún lugar. Últimamente parece que esto se practica menos.

En este pueblo, hay algunos campos de moreras y de colza, pero no campos de arroz; hay también algunos lugares sin árboles o hierbas donde abundan las piedras volcánicas.

Según las costumbres del lugar, uno no culpa ni se enfada con los vecinos que entran en su terreno de bosque para cortar árboles. Si hay palosantos (caquileros), de ellos caerán libremente los caquis. Y si hay caquis caídos, podemos recogerlos y comerlos. No hay riesgo de que alguien se queje de haber comido sus caquis.

Esta región carece, por supuesto, de recursos alimenticios, de modo que cuando llega un invitado, y se quiere tener el detalle de darle un pequeño festín, se le invita a saque. A palo seco. Bueno, a veces el acompañamiento consiste, como máximo, en algunos vegetales encurtidos. Parece que las mujeres también beben mucho.

Como hace frío en esta región, se usan mesas con braseros de unos noventa centímetros. Esto es en la sala, pero no en los dormitorios. Para dormir, lo hacen en habitaciones especialmente preparadas. Estas habitaciones son estrechas y oscuras, cada una prevista para una sola persona. Debajo del colchón normal se coloca una colchoneta de paja y la habitación no se calienta especialmente. Por lo tanto, los colchones siempre están desenrollados (es un punto en común con Occidente, donde las habitaciones para dormir están separadas).

Hay poca limpieza, tanto en las habitaciones como en el resto de la casa.

Cuando llega un invitado, parece que no se ofrece encendedor ni cenicero. Si quiere fumar un cigarrillo, lo enciende en el brasero, junto a la mesa, o viene ya con sus propios fósforos. Luego, puede tirar la ceniza en el borde de las esteras de tatami, no importa.

Como se ha dicho antes, aunque tejer está bien pagado, no hay lujo excesivo aquí, pero al tiempo, para ser un pueblo tan remoto, no es demasiado pobre.

En esta aldea, hay una gran cantidad de leprosos. Debe ser por eso, no sé, pero hasta hoy nadie del pueblo se ha casado con una persona forastera.

 

  • Notas de las fuentes y comentarios propios

 

– Koshû es también llamada Kai no kuni. Está en el Departamento (Prefectura) actual de Yamanashi en la región de Chûbu.

– Shinmen lchigobô (1879-1941) fue un estudiante que recibía clases de haiku y waka de Shiki.

Shinshû es una región montañosa que corresponde al Departamento actual de Nagano y que también producía hilo de seda.

– Los leprosos fueron objeto, durante mucho tiempo en Japón, de grandes discriminaciones. Luego, se promulgaría una ley, en 1953, que mantendría dichas discriminaciones, y hoy, el Gobierno, debe estar pagando fuertes indemnizaciones a los afectados. Se dice que las medidas contra la lepra en Japón llevan unos 30 años de retraso con respecto a las del resto de países avanzados. La directora y cineasta Naomi Kawase, deja entrever algo de todo esto, en su más que recomendable película Una pastelería en Tokio (2015), sobre una novela de Durian Sukegawa.

– Y para cerrar, puesto que en el mencionado pueblo había campos de colza, vayan aquí unos haikus de dos grandes maestros sobre las flores de colza:

 Bashô (1644-1694)

los gorriones

en los campos de colza

viendo las flores

                                                                         …otra traducción

campos de colza:

y un ruiseñor con gesto

de contemplar sus flores

-.-

Buson (1716-1784)

flores de colza:

la luna, al este

el sol, al oeste

-.-

la flor de la colza…

y, en un punto del día,

resuena el mar