Entrega nº 47. 28 de junio

– Recientemente he echado un vistazo a pequeñas piezas en prosa publicadas en Hototogisu , al estilo de los bosquejos, y a menudo me han decepcionado porque enviaron una descripción “de trazo grueso”, y yo hubiera preferido que hubieran sido más minuciosos.

Desde el momento en que el objetivo es representar, se debe ser preciso, aunque sea complicado, porque sin ello no ganaremos la atención del lector. Cuando nos enfrentamos con el objeto, a menudo pensamos que podemos dejar sin describir tal o cual aspecto, pero cuando lo acabas enseñando a otras personas, con frecuencia no entienden lo que es, y esto ocurre porque hemos sido demasiado concisos.

Si escribimos para mostrar algo, no hace falta decir que debemos asegurarnos de que somos entendidos. Y si por casualidad resumimos mucho, por temor a ser demasiado extensos, no debemos dudar en simplificar drásticamente otros pasajes; pero en cuanto a lo esencial que uno quiere representar, pierde todo interés si no se describe con la mayor precisión posible.

Para representar esto, la única solución es retratar de manera objetiva, sin cambiar nada, la experiencia que se ha vivido. He tenido la oportunidad de repetirlo una y otra vez. Pero sigue habiendo personas que componen textos abstractos, a pesar de que les gustaría escribir en el estilo de los bosquejos. Su resultado, obviamente, queda sin interés.

Por poner un ejemplo, si vamos a hablar sobre un restaurante chino en los Estados Unidos y describimos exactamente lo que era el día que fuimos, será perfecto. Pero si no damos detalles precisos, y escribimos un largo texto abstracto para tratar de definir las características generales de tal establecimiento, habremos dado cierta información sin importancia, pero no tendrá ningún interés el hacerlo desde un punto de vista estético. Muchas personas todavía no han comprendido la diferencia entre escribir noticias y la prosa artística. Los “Relatos de la jornada” que aparecen en esta revisión que ojeo, son aún demasiado incompletos y, a menudo, carecen de interés. Pero si los autores se comprometen con un poco más de audacia para escribir con precisión, acabarán por ser mucho más interesantes.

 

Notas del traductor y las fuentes

– Shiki vuelve a la carga con el bosquejo (recordemos que era lo que él llamó shasei), como ya hiciera hace dos jornadas, en su entrega 45, pero en esta ocasión, poniendo el foco en la prosa.

– Si Shiki y su Escuela primero apuntaron a la reforma del haiku, y se comprometieron desde febrero de 1898 a la reforma del waka, la prosa no quedaría fuera de sus preocupaciones. Desde octubre de 1897, la revista Hototogisu publicó algún tipo de ensayos, descripciones y textos en prosa. Rápidamente, para estos intentos de reformar la prosa, los autores sintieron la necesidad de abandonar el lenguaje clásico y utilizar el lenguaje hablado. Si la prosa en general recibía el nombre de sanbun y la prosa que incluía haikus haibun, las indicaciones genéricas de los textos ahora podrían variar: «prosa artística» (bibun), «pequeñas piezas» (shohinbun) o «textos descriptivos» (jojibun). En enero de 1900, Shiki teorizó el proceso en una serie de tres artículos en el diario Nihon titulado Textos descriptivos. El término «prosa tipo boceto en el lugar” o prosa-shasei (shaseibun) solo se usaría más tarde.

– Los “Relatos de la jornada” fueron uno de los formatos de texto creados y desarrollados por la revista Hototogisu, en las que se narraban cosas en prosa tipo bosquejo.