Entrevista a Luis Corrales Vasco

Luis Corrales Vasco: “Sigo siendo un pensador esporádico de haikus”

En la primavera de 2021, El Rincón del Haiku cumplía 20 años. Conversamos con Luis Corrales Vasco, haijin y creador de ERDH.

En primer lugar, Luis, gracias por prestarte tan amablemente a esta entrevista. Sabemos que leerte alegrará tanto a los viejos amigos como a los nuevos lectores y usuarios de ERDH.

Vamos al origen. Todo comienza en Sevilla, en las clases de Fernando Rodríguez-Izquierdo, cuando decides que vas a crear una página web como trabajo final que presentar en la asignatura. ¿Qué haiku es para ti el que llamarías verdaderamente “el primero”?

  En realidad, todo comienza muchos años antes, en mi etapa juvenil de cinéfilo, leyendo un clásico de la literatura cinematográfica como es Esculpir en el tiempo, de Andrei Tarkovski, cuando menciona el haiku japonés como una disciplina artística profundamente inspiradora para su trabajo. Tarkovski transcribe el haiku de la rana de Bashô (cuál si no), que me impacta tanto que parece que soy yo quien cae al estanque, en lugar de la rana.

Las clases de Fernando fueron un descubrimiento fortuito, pues vi la asignatura listada en algún documento universitario para acceder a créditos de libre configuración. Aun cuando no tenía nada que ver con mi formación técnica, lo vi clarísimo y me apunté.

 

¿Cuándo sientes tú que has empezado a escribir realmente haiku? A día de hoy, ¿escribes haiku, aunque sea esporádicamente?

El haiku primero se piensa, luego se mastica mentalmente una y otra vez, y en algún momento se decide uno a apuntarlo por primera vez. Cómo y por qué llegué a apuntar el primero, pues realmente no lo recuerdo. Hoy sigo siendo un pensador esporádico de haikus. Me sobreviene algo a partir de una cierta vivencia, que me ronda durante un tiempo, le doy mil vueltas y al fin termino por olvidarlo la mayor parte de las veces. No siento nostalgia alguna de esos haikus no escritos. Es muy difícil encontrar el molde adecuado en palabras.

 

Eres uno de los haijin pioneros, uno de los iniciadores del haiku bien entendido en castellano. ¿Tú crees que, independientemente de que se escriba haiku o no, ese descubrimiento es algo que se conserva para siempre, que te cambia para siempre?

No lo veo tanto en términos de cambio, sino más bien como un factor especial que entra a formar parte de nuestro camino vital como seres humanos. Esa incorporación natural a nuestro devenir creo que sí, que se conserva en adelante de una forma más o menos explícita.

 

¿Sigues de alguna manera la evolución del haiku? ¿Cómo lo ves?

Muy poquito. Increíblemente, después de tantos años alejado del foco que suponía para mí El rincón del haiku, hay haijines que aún se acuerdan de mí y me mandan libros a Centroeuropa. Estos regalos los agradezco mucho y consiguen mantenerme mínimamente conectado con la comunidad.

 

Durante los primeros años del milenio, desarrollas un trabajo titánico como creador de lo que sería la primera plataforma sobre haiku en español. ¿Qué hay en ese momento en otros idiomas? ¿En qué te inspiras para empezar a dar forma a El Rincón?

Recuerdo poco de aquella época. Algo había en las lenguas de nuestro entorno: portugués, inglés, alemán. En español, absolutamente nada. El hecho de crear una página web dedicada al haiku en español surgió como algo muy natural porque la idea me permitía aunar mi formación académica como ingeniero, desde siempre muy interesado en la programación, y por otro lo que se había convertido, gracias a las clases de Fernando en la Universidad, en una de mis pasiones culturales.

 

Más de uno nos lo hemos preguntado: ¿Eras consciente de estar abriendo una puerta tan importante para la gente que se acercaba al haiku a través de la página?

Por supuesto que no. La importancia llegó con el tiempo, claro. Se hizo obvio que había un interés descomunal por el tema y que la página web se estaba convirtiendo en un punto importante de encuentro, sobre todo cuando empezó a ser posible participar con colaboraciones, en los concursos, más tarde en el foro, etc. Todo ello me suponía un trabajo ingente, pero yo era muy masoquista en aquellos años y nunca me importó mientras dispuse de tiempo.

De la experiencia de levantar desde cero un proyecto que recibió tan inmediatamente la respuesta entusiasta de la comunidad hispanohablante, queremos saber también sobre el aspecto humano. ¿Se aprende más de lo esperable sobre las personas en un ambiente virtual?

El aspecto humano fue fundamental, incluso en un entorno virtual. Recuerdo muy bien los primeros contactos que fueron llegando. Estábamos todos muy desnortados, por eso me parece alucinante ver a algunos de aquellos nombres pioneros aún hoy al pie del cañón, habiendo recorrido un enorme camino, con excelentes publicaciones a sus espaldas. Me arranca una sonrisa. Por otro lado, para mí ha sido importantísimo haber ido conociendo personalmente a una buena parte de ellos. Como nota triste, en estos más de 20 años también han ido desapareciendo grandes amigos que nos dejaron multitud de recuerdos y que nos ayudaron a crecer.

Grandes personas que siempre recordaremos _()_

El Rincón ha permitido estrechar lazos de amistad entre poetas de los lugares más variados. El proyecto creció a una velocidad supersónica en los cinco primeros años y pronto aglutinaba a muchos cientos, quizá miles de personas de todo el mundo. Es un éxito sin lugar a duda. Entonces, ¿qué te hace ir dejando tu actividad como haijin y editor?

Principalmente, la falta de tiempo y el cansancio de los años. La edición de la revista siempre corrió de mi cuenta, habría sido muy difícil coordinar cualquier colaboración técnica en unos tiempos en los que programar y editar en web eran procesos eminentemente manuales y todavía muy rudimentarios. Nada que ver con las herramientas actuales. El proyecto, por tanto, en un momento dado se me hace muy grande y yo empiezo a flaquear.

Los que te conocemos, sabemos que has sido siempre muy creativo, muy inquieto intelectualmente. ¿Cómo comienza tu pasión por la fotografía?  Y, en cualquier caso, ¿por qué la fotografía?

Después de haber sido un cinéfilo insoportable y de haber hecho mi modesta contribución a una disciplina literaria tan inmediata y visual como es el haiku japonés, parece que la fotografía era la continuación natural, nada forzada, de mi aventura.

¿Qué leía el niño Luis Corrales? Por favor, pon algunos ejemplos. ¿Qué lees a tus hijos?

Leer, realmente no leía. Yo bebía libros. Recuerdo primeros títulos que me fascinaron, como El mago de Oz o La historia interminable. Luego estaba aquella colección de libros rojos que se llamaba Elige tu propia aventura. Muchos de mi quinta se acordarán de ellos, a mí me encantaban. Más tarde recuerdo haber leído a Poe, Conan-Doyle, Leroux, Verne. Con mis hijos leo de todo. Por supuesto, también haikus. Parece que han heredado ese interés por la lectura.

Si tuvieras que elegir un solo haijin, ¿cuál sería y por qué? Del mismo modo, otra petición difícil: Escoge un único haiku representativo del género (o dos o tres, vaya).

Por salirme un poco de los clásicos más clásicos, me voy a quedar con Santôka. Encarna la quintaesencia del haiku, y al mismo tiempo la más abrumadora desnudez humana frente a la naturaleza.

En cuanto a haikus, escogería algún clásico de Buson, uno de los grandes maestros japoneses, como este:

Se ha deshojado
la peonía, los pétalos
unos sobre otros.

Por otra parte, tengo debilidad por la poesía de Abbas Kiarostami, cineasta iraní que demuestra que no es necesario haber nacido en Kyôto para poder escribir buenos haikus ni acercarse a su esencia, como esta delicia escrita originalmente en persa:

Los gansos salvajes
van a posarse esta vez
entre las cañas cortadas.

Quizá es la pregunta más difícil pero ahí va: ¿Quién era Luis Corrales Vasco en la primavera de 2001 y quién es ahora?

En 2001 era un estudiante universitario algo holgazán que prefería pasar tardes en un cineclub antes que ponerse a estudiar lo que realmente tocaba, y que empezaba a dar vueltas a la idea de pasar una temporada fuera del país. Más de 20 años después, cuento mi estancia en el extranjero por décadas y gozo de una vida familiar y tranquila en Viena, epicentro cultural donde los haya. Sigo haciendo camino, ahora más centrado en la fotografía, y en la parte profesional he vuelto (oh, sorpresa) al desarrollo web como responsable de esta área en una empresa local muy molona.

 Nos gustaría mucho que nos propusieras dos personas a entrevistar en relación a los comienzos. También nos gustaría que les mandaras un saludo, si no te resulta engorroso.

Voy a mencionar dos nombres muy entrañables; dos pioneros donde los haya, que desde una fase muy temprana ayudaron a abrir camino a otros con sus propias composiciones. Uno de ellos es Félix Arce, a quien recuerdo con especial cariño porque debió de ser una de las primeras personas que contactó conmigo para hacerme llegar sus haikus y colaborar en El rincón del haiku, y que ya entonces mostraba una sensibilidad muy especial. La otra persona es Susana Benet, que estuvo desde el primer minuto a mi lado prestándome su tiempo y su arte en forma de haiga (pequeñas acuarelas con haiku), que publicábamos regularmente, con la que he tenido el placer de compartir cafés tanto en Valencia como en Viena. A los dos les mando un saludo y un recuerdo de la inocencia e inseguridad de aquellos comienzos que compartimos a través de la página.

Muchísimas gracias, Luis.  Ha sido un placer y un lujo. Dejamos a los lectores con tus respuestas a este cuestionario al vuelo. Un abrazo y el agradecimiento sincero de toda la comunidad ERDH. Hasta pronto.

 

Una virtud: La curiosidad innata.

Un defecto: La impaciencia.

Una máxima que compartes: Nada está escrito.

Una palabra de nuestra lengua: Calima.

Una palabra japonesa: Shima (isla).

Algo que intentas evitar: Meter la pata.

Algo a lo que siempre vuelves: A meter la pata.

Un libro: Por nombrar uno de los últimos que he leído: Exhalación, de Ted Chiang.

Una canción: Cualquiera de las 4 letzte Lieder, de Richard Strauss.

Una comida y una bebida: Lentejas, gazpacho (si cuela como bebida).

Una obra de arte: Trono de sangre, de Akira Kurosawa.

Un dolor: De pies, después de una larga caminata.

Un amor: Todos los grises entre el blanco y el negro (y una buena cámara para captarlos).

Un paisaje: Que combine mar y montaña.

Una persona con la que conversar: Con mi hijo Teo.

Una época en la que te hubiese gustado vivir: Aquella en la que serán posibles viajes interestelares.

Un deseo para el haiku en España y en Latinoamérica: Buen rollo y menos prisas por publicar.