Haibun 57
El torreón
De camino hacia el torreón he dejado atrás la boca del arroyo. Un humedal donde este otoño el mucílago cubre la mayoría de las gramillas y otras plantas de la zona. Al subir la cuesta de la cerridera que nos lleva hasta la depresión del Guadarrama, hay que pasar por una extensión de más de veinte mil olivos.
Este paseo se ha convertido en una rutina, una forma de conectar con la naturaleza que me relaja y me llena de vitalidad.
Frente a mí la atalaya que ha dado nombre al Torreón. Me siento donde la mirada percibe los álamos y chopos que amarillean a lo largo del curso del rio. Recorro el amplio horizonte que se pierde entre olivares, almendros y granados que los lugareños han plantado en los últimos años configurando un nuevo paisaje. Me quedo un rato disfrutando mientras el viento fresco acaricia mis mejillas. Desde el rio sube el canto de los pájaros.
El agua de lluvia discurre por la tierra formando un reguero arenoso bajo mis pies.
Hasta aquí llegan los aromas de la vaguada por donde fluye el río. Sigo esta vereda poblada de matorrales y árboles, algunos de hojas perenne.
Umbría del valle-
Colorean las bayas
de los madroños
Encarna Ortiz Serrano
Recas (Toledo) – España