Pasos por México
Roxana Dávila Peña
mushi
Es la primera mañana del primer día del año y también hoy se puso el mercado sobre ruedas. Me detengo allí con el bullicio, las voces y los pasos de las marchantas en un puesto y otro. Las reconozco exclamando: “pruébele, pruébele… pruebe las uvas, los frutos secos”, “todavía hay tejocotes, lleve pa’l ponche”. Más adelante está el que hunde el cuchillo en los aguacates para que veas lo buenos que están y el que desgaja las mandarinas. Hay canastos llenos de frijol y de maíz. El mole, los chiles, los chapulines, la miel, los quesos, el pan dulce y las Roscas de Reyes, todo al alcance de la mano. Hacia la izquierda los canarios en jaulas y el olor a sudor del que carga las cajas con romero y albahaca. El reflejo del rosa del toldo sobre los listones de colores de las que van con trenzas. Los mandiles bordados a mano y las servilletas. La viuda que regatea. La que se compadece: amamantando. Una niña se oculta en la enagua de su madre mazahua. Recuerdo ese haiku de Issa: Gorriones/ jugando a las escondidas/ entre flores de té. Allá va también la que no sabe bien qué es lo que busca con la piel toda reseca y el niño perdido en el puesto de velas y ruda. Hacia otro lado, la de los aretes de perla que lleva lo que no necesita.
Ya para irme, el polvo en los zapatos y las huellas que el perro deja.
Flores de Nochebuena.
El suéter de invierno
que nunca usó.