hacia abajo
sobre un güira cimarrona
la lagartija
por la tarde
sobre una rama seca
un totí en silencio
hacia abajo
sobre un güira cimarrona
la lagartija
por la tarde
sobre una rama seca
un totí en silencio
Fotografía: Victoria Badía Fernaud
tarde de viento:
apenas un recuerdo
en el camino
Coriolano González Montañez
piedras quebradas
con aristas agrestes
siguen sin lluvia
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Victoria Badía Fernaud
sobre la tierra
apenas unos trazos
¿quién dejó huellas?
Coriolano González Montañez
varios colores
se extienden por el cráter
desde el origen
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Fátima Martín Rodríguez
entre la niebla
por más que miro y miro
solo montañas
Coriolano González Montañez
el mar de nubes
avanza entre las cimas
sin alcanzarlas
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Fátima Martín Rodríguez
como una flor
esta roca se yergue
y se marchita
Coriolano González Montañez
las viejas toscas
marcan el horizonte
sin detener el viento
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Grettel Kegel Zamora
la sequedad:
las raíces del pino
buscan la tierra
Coriolano González Montañez
una raíz,
para encontrar la tierra,
crece sin ruido
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-Fotografía: Grettel Kegel Zamora
tierra reseca:
las raíces quedaron
al descubierto
Coriolano González Montañez
en el bosque húmedo
un ramo de raíces
aferra un árbol
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Yäel Elejabeitia Velu
sobre la arena
las huellas se entrecruzan:
no hay caminos
Coriolano González Montañez
el viento cruza
el rumbo de las dunas;
hoy ya no hay sendas
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Yäel Elejabeitia Velu
solo las dunas:
¿qué queda más allá
del horizonte?
Coriolano González Montañés
infinidad
de arena hasta los cielos
¿dónde hay desierto?
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Yäel Elejabeitia Velu
tras los matojos
las laderas quemadas:
no queda nadie
Coriolano González Montañez
brotan espigas
en la ladera oscura
de las cenizas
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Yäel Elejabeitia Velu
después del fuego
otra vez ramas verdes:
mares de nubes
Coriolano González Montañez
el árbol negro
sin hojas y sin nidos,
no tiene sombra
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Victoria Badía Fernaud
cuatro agujeros
al sol del mediodía
erosionados
Coriolano González Montañez
el risco rojo
asoma su lava acre
entre la sombra
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Victoria Badía Fernaud
tierra quemada:
unos pequeños cráteres
desperdigados
Coriolano González Montañez
laderas ásperas
enfrían por la noche
su lava pétrea
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Fátima Martín Rodríguez
en el desierto
también en los senderos
plantas de espinos
Coriolano González Montañez
el sol de estío
caldea hierbas y arbustos
en púas grises
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Fátima Martín Rodríguez
escalofrío:
hogueras de San Juan
entre la arena
Coriolano González Montañez
noche de brasas
y vuelos de andoriñas:
llega el solsticio
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Grettel Kegel Zamora
piedras volcánicas:
a lo lejos la sombra
de la montaña
Coriolano González Montañez
inmensidad
de lavas y cañadas
¡ojos pequeños!
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Grettel Kegel Zamora
sobre la arena
varias rocas dispersas
¿dónde el volcán?
Coriolano González Montañez
una llanura
de lava rota y fría
hasta el silencio
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Grettel Kegel Zamora
el viento arranca
las hojas de los árboles:
manto de ramas
Coriolano González Montañez
Vientos alisios
dispersan hojas secas
de árboles fríos
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-Fotografía: Grettel Kegel Zamora
viento de otoño:
las hojas se columpian
y no se caen
Coriolano González Montañez
la brisa agita
el vuelo de las hojas
hasta el final
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Victoria Badía Fernaud
tela de flores:
movida por el viento
muestra la tierra
Coriolano González Montañez
se alza aire cálido
con murmullo de telas:
viento de sur
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Victoria Badía Fernaud
pareo al viento:
los colores se mezclan
y se confunden
Coriolano González Montañez
un viento nuevo
agita lo que encuentra:
el equinoccio
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Yäel Elejabeitia Velun
la ola rompe
contra el acantilado:
¡cómo salpica!
Coriolano González Montañez
ecos de rocas
y estallidos de espuma:
regresa el viento
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Yäel Elejabeitia Velun
serenidad:
ahora el charco refleja
otros océanos
Coriolano González Montañez
el charco limpio
tiene el color del cielo
sin tocar nubes
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Fátima Martín Rodríguez
nubes de lluvia:
caen las primeras gotas
sobre mi rostro
Coriolano González Montañés
el viento esparce
el salitre de la ola:
olor a mar
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Fátima Martín Rodríguez
en esta tarde
solo el viento y el mar
son compañía
Coriolano González Montañez
las brumas frías
acercan la tormenta:
mar sin azul
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Fátima Martín Rodríguez
la bajamar:
posado entre los charcos
un zarapito
Coriolano González Montañez
marea baja;
susurra entre las grietas
un trinador
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Fátima Martín Rodríguez
anochecer:
las olas detenidas
bajo la luna
Coriolano González Montañez
el agua brilla
por todo el horizonte:
desciende el sol
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Grettel Kegel Zamora
este madero
que las olas arrastran
¿de dónde viene?
Coriolano González Montañez
flota un madero
desde mares remotos
hasta esta orilla
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Grettel Kegel Zamora
algas y piedras
arrastran los dibujos
de otras orillas
Coriolano González Montañés
algas y piedras
derramadas por olas;
todo es distinto
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Yäel Elejabeitia Velu
gotas y espuma
bullen en los rompientes:
un microcosmos
Coriolano González Montañez
la marea alta
cubre con sus espumas
las rocas negras
Fátima Martín Rodríguez
—….—-
Fotografía: Yäel Elejabeitia Velu
estos burgados
cruzando sus caminos
trazan mapas
Coriolano González Montañés
sendas de arena,
deslizan los burgados
con sed de mar
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Victoria Badía Fernaud
el saladar:
los límites del agua
desaparecen
Coriolano González Montañez
el mar de alisios,
en la costa bermeja,
borra los pasos
Fátima Martín Rodríguez
—-….—-
Fotografía: Victoria Badía Fernaud
quietud del agua:
apenas una sombra
entre los médanos
Coriolano González Montañez
la brisa ondula
el charco de la orilla:
la luna asoma
Fátima Martín Rodríguez
Luz de palabras
Luz de palabras es un proyecto que trata de mezclar en una misma obra la simplicidad y belleza del haiku (poema japonés) con la transmisión de la imagen a través de la fotografía.
La obra intenta reflejar la similitud de ambas ramas artísticas; ambas encuadran un acontecimiento que llama la atención sobre el artista para transmitirlo ya sea a través de la imagen o de las palabras.
Un haiku es un poema breve de diecisiete sílabas en las versiones occidentales, que suele estar organizada en tres versos. El haiku no tiene título ni rima en japonés y destaca por su simplicidad. Es una forma poética predominantemente sustantiva, de expresión sencilla y concisa.
En cuanto al contenido, el haiku refleja lo que está sucediendo en este lugar, en este momento. El poema suele tratar de la naturaleza, de la realidad y de lo percibido por los sentidos. Es una apreciación directa de un acontecimiento, a menudo trivial, que llama la atención del poeta, el cual lo espiritualiza y eleva por encima de su pequeña trascendencia.
Justamente por “encuadrar” un acontecimiento que llama la atención al poeta, es por lo que el colectivo de fotografía ha querido “encuadrar” o “enfocar” a través de imágenes, a modo de haiku. De ahí la similitud entre las dos ramas artísticas y el objetivo del proyecto.
De este modo, en primer lugar, las fotógrafas han capturado a modo de haiku un acontecimiento real, basado en la naturaleza canaria, un suceso acontecido en ese instante que le llama la atención. Posteriormente, los poetas han reinterpretado ese instado fotografiado a través de un haiku.
Los autores han querido desarrollar y estructurar el proyecto continuando con la estética japonesa. Para ello han dividido la obra en los cinco elementos tradicionales japoneses: agua, tierra, aire, fuego y vacío. Así, cada elemento descrito contendrá la visión tanto del escritor como del colectivo fotográfico de dicho elemento japonés.
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La luz de la palabra enfocar el instante
a través de imágenes y haikus
de Fátima Martín Rodríguez
Haikus de Coriolano González Montañez y Fátima Martín Rodríguez
Fotografía de Colectivo Coordenada 7
Luz de Palabras titula una experiencia de presencia y conmoción, la huella de un acontecimiento y su instante, contemplar lo encontrado y ser consciente de ello sin fantasía ni arquitectura. Capturar un instante y su esencia desnuda en un rastro que talla una imagen y unas palabras: la grafía de la luz, y recíprocamente, la luz de palabras. Este es el desafío que se planteó el Colectivo de fotografía artística Coordenada F7 (Grettel Kegel Zamora, Fátima Martín Rodríguez, Yaël Elejabeitia Velu y Victoria Badía Fernaud) y el poeta Coriolano González Montañez al tratar de aunar en una misma obra artística la simplicidad y la belleza del haiku con la transmisión de la imagen a través de treinta y dos imágenes y sesenta y cuatro haikus.
El elemento decisivo que se capta es una vivencia instantánea que al percibirse deben acallar los pensamientos y las explicaciones. Después será expresado a través del haiku y de la fotografía sin artificio, buscando el mundo tal como es. Sin embargo, la percepción más depurada siempre será alterada por la subjetividad. Se trata de mostrar la naturaleza, no de explicarla, pero a su vez la conmoción del artista encuadra porciones de un acontecimiento bajo el influjo de una selección y de una elección personal.
Por “encuadrar” un acontecimiento que llama la atención al artista, es por lo que el Colectivo de fotografía Coordenada F/7 ha querido “encuadrar” o “enfocar” a través de imágenes, a modo de haiku. De ahí la similitud entre las dos ramas artísticas y el objetivo del proyecto. Los haikus, a lo largo de la historia, se acompañaron de pinturas haiga, imágenes del espíritu de los monjes zen. Poema y pintura se integraban en una única composición. Es fácil encontrar una estrecha correlación entre haiku y fotografía y por tanto, resulta natural entonces agrupar poema e imagen en un mismo espacio expresivo.
El proceso creativo de ambas artes tiene similitudes: la percepción del acontecimiento es un momento haiku que impresiona los sentidos del poeta tal como impregna la mirada del fotógrafo y la luz, el sensor de la cámara fotográfica. El paso siguiente depura la experiencia, selecciona los elementos esenciales como el revelado separa las luces de las sombras en la imagen, y la impresión de esta imagen en su soporte expresa lo vivido como los versos que componen el haiku.
Luz de Palabras ha recorrido este camino creativo en un territorio singular, las Islas Canarias, islas volcánicas abrazadas por el Atlántico y acariciadas por los alisios y la calima. Por tanto, su naturaleza es la protagonista de esta obra artística y se reivindica un reencuentro con ella, con el paisaje desapercibido al que da la espalda los tiempos contemporáneos. De este modo, en primer lugar, los fotógrafos han capturado a modo haiku un acontecimiento real en la naturaleza canaria y los poetas han reinterpretado ese instante fotografiado, a través de un haiku literario.
Los autores han querido desarrollar el proyecto bajo la brisa de una estética japonesa, en un homenaje a la cultura que ha originado este modelo poético. Con esta intención, se han orientado las imágenes hacia una verticalidad que trae el aroma de la disposición característica de las ilustraciones niponas. Otro aspecto que acerca la obra a la civilización del sol naciente ha sido la división de esta en los cinco elementos tradicionales de este país oriental: agua, tierra, aire, fuego y vacío. Así, cada uno contiene la visión del escritor y del fotógrafo de dicho elemento japonés. Tales elementos se vinculan y son captados en la textura del territorio canario, en su paleta de colores, su flora y su fauna, su evolución y acontecer.
Los cinco elementos en el Japón se sustentan en diversas filosofías (Gogyo, con orígenes chinos, y Godai, basada en el budismo con ciertas influencias del hinduismo y que dará lugar a los “Cinco grandes”, más conocido en Occidente por el libro de Miyamoto Musashi, Gorin-no-sho (El Libro de los Cinco Anillos), en el que explica los diferentes aspectos del manejo de la espada mediante la asignación de cada aspecto de un elemento. Así, en este proyecto artístico, el equilibrio de significaciones con el entorno natural canario se ha reflejado en numerosos aspectos de sus ingredientes:
El elemento “tierra” (Chi) representa los objetos duros, los sólidos del mundo. El paisaje canario alude a su origen volcánico en sus piedras, rocas y lavas, aparecen los estratos, las grietas, los acantilados, las montañas, las arenas costeras y las dunas de la aridez. Emocionalmente, el chi se asocia principalmente con la estabilidad, la física y la gravedad. El “agua” (Sui) representa el líquido, lo fluido, las cosas sin forma en el mundo. La adaptación y el cambio aparecen en el fluir del mar atlante que baña las costas insulares, el salitre y las olas, las brumas de los vientos y sus lluvias, los charcos entre los riscos de las orillas. Ka significa “fuego” y representa a la fuerza moviéndose en el mundo. El calor, la unidad y la pasión, la motivación y el deseo aparecen en el magma creador de las islas, en el estío, el sol que seca las plantas y las tradiciones del fuego de estas islas. El “viento” (Fu) es el crecimiento, la expansión y la libertad de movimiento. Alisios y brumas de los montes, mar de nubes, brisas marinas que encienden las olas y mueven las telas o el olor a mar. Fu ofrece en la obra la respiración de las islas y su naturaleza limítrofe, de partidas y llegadas, desde y hacia los confines del mundo. Y llegamos a Ku más a menudo traducido como “vacío”, o “cielo”, el elemento primordial que protagoniza la energía, el éter, las cosas más allá de nuestra experiencia cotidiana, el espíritu, el pensamiento y energía creativa. Su importancia lo sitúa como el más alto de los elementos, entendido como el “todo”, creador de los demás elementos, origen de lo que existe, productor de la invención, del arte que llena, que ocupa, lejos de la consideración occidental que lo considera la “nada”, la soledad o la ausencia que tanto vértigo produce. Tiene, una fuerte afinidad con la poesía japonesa, en concreto el haiku persigue la plenitud de un instante en un ramo de palabras, y ofrecer al lector su unión con toda la existencia. Si esto se logra, y en esta ocasión, reforzado por la imagen fotográfica, la obra artística transforma los momentos más mundanos en algo especial. Según el zen, son estas conmociones lo que conduce a la iluminación sobre la verdadera naturaleza de la existencia. En la obra Luz de Palabras, el “vacío” ha sido el vórtice de un debate conceptual y plástico para su plasmación y se presenta en toda su intensidad con la absoluta carencia de soportes físicos, sin imágenes ni palabras, ya que el Ku es el generador de los demás elementos y se esparce en el fondo de toda la obra artística.
Cada haiku y su imagen correspondiente tienen su kigo, su estación del año, en las palabras que aluden a cada intervalo temporal, que si bien, en las antípodas orientales son conocidos los cerezos en flor, ruiseñores o sauces para la primavera, libélulas o lirios para el verano, la luna de la cosecha o espantapájaros para el otoño y los patos mandarines, ranas o granizo para el invierno, Luz de Palabras ofrece sobre este territorio atlántico, las hogueras de San Juan, la llegada de andoriñas, los alisios, el oleaje violento, los matorrales secos, el viento sur, los zarapitos en la costa, el vuelo de las hojas secas del monte y el mar en calma. Además, la paleta de colores de las imágenes con rojos caldeados, azules frescos, amarillos secos y grises agrestes, ayudan a asociar el marco estacional del instante.
Estas poesías y fotografías no solo son expresiones de la sensibilidad poética y plástica, sino de las reacciones más rotundas que se producen ante el entorno natural que nos rodea. Por tanto una invitación al que la contempla y la lee a participar de la conmoción plena que la generó.