Ina* deja / las huellas mojadas / mientras paseamos
*Ina es la perra de Zoe, una Golden retriever.
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El arcoíris / se encuentra / con las cigüeñas
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La tierra / se está mojando / con el agua blanca
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Zoe, 4 años (Navarra, España)
Ina* deja / las huellas mojadas / mientras paseamos
*Ina es la perra de Zoe, una Golden retriever.
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El arcoíris / se encuentra / con las cigüeñas
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La tierra / se está mojando / con el agua blanca
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Zoe, 4 años (Navarra, España)
Pedí prestado un libro llamado “Compendio de travesuras (Kyôgenki)”, leí dos o tres piezas, y me interesaron muchas cosas por varios motivos. No sé en qué condiciones se desarrollaron ese tipo de comedias, pero, aun así, cuando las ves en el escenario al mismo tiempo que el Nô, este último tiene cierto refinamiento (y sigue siendo poco conocido para gente sin cultura), del que el otro carece. Parece que sus bromas se diseñaron para tener un encanto cómico y vulgar al tiempo (todo lo contrario de la seriedad y la elegancia del Nô), y que de esa manera pudiera ser apreciado por la gente común, a la que también el estilo de Sarugaku o Dengaku de la antigüedad, les resultaba más cercano a la comedia que el teatro Nô.
En cualquier caso, estos espectáculos antiguos se dividieron en dos ramas: por un lado, la parte seria, se convirtió en el Nô; y por otra, una parte cómica, que ha quedado exclusivamente para escenificar bromas. Puede que ya se escribieran en tiempos remotos, pero en general se cree que empezaron a ser escritos a mediados del período de Ashikaga, al comienzo de la era Tokugawa. Así, las comedias (o farsas) son aún más interesantes cuando comprendemos que dan testimonio de las costumbres y el lenguaje de esta época. Dejo de lado por el momento la cuestión atrayente de la broma para concentrarme en las observaciones, conocimientos y curiosidades históricas que aportan. Tomemos, por ejemplo, la pieza titulada “Vinagre y jengibre”, que representa a un comerciante de vinagre y un comerciante de jengibre: la trama de la obra es, por supuesto, que ambos se jactan de tener más beneficios que el otro. Entonces entendemos que esas pequeñas empresas existían en ese momento y que eran tiendas itinerantes. Además, el vendedor de vinagre se llama Izumi no kuni, y el de jengibre Yamashiro no kuni, lo que permite conocer la región de origen de sus productos. También aprendemos que el vinagre se almacenó en tubos de bambú, llamados «tubos de vinagre» y el jengibre en envases de paja. Al observar el vocabulario, también entendemos que la palabra utilizada para vender vinagre es sukon y para vender jengibre hajikamikon, lo que no carece de interés. Realmente no sabemos si este sufijo -kon tiene algún significado, pero podemos pensar que es quizás una contracción de la palabra kaó que significa «comprar». Entonces, notamos las palabras shóbai o akinai para designar negocios, comercio, lo que demuestra que desde ese momento ambos términos fueron utilizados. El vendedor de vinagre aborda al vendedor de jengibre diciendo o-Nushi, y el otro responde usando Sochi, por lo que se entiende que dichas palabras se utilizaron luego para apelar a otras personas. En mi provincia de origen (Iyo), estos dos términos todavía se usaban comúnmente con el mismo sentido que en la época de mi niñez. Además, en una etiqueta del vendedor de jengibre, encontramos la siguiente oración:
«En este paquete de paja, solo hay productos de linaje». Eso es porque, en el pasado, los mercaderes de jengibre eran invitados al Palacio Imperial, donde incluso los recibían con un poema (no me pregunten más). En otras palabras, el término «linaje» (keizu) parece ser una palabra comúnmente utilizada para decir que algo tiene un origen del cual uno puede estar orgulloso.
Por otro lado, al ver los términos Sukihari Shôji («paneles correderos de papel fino tensado») o Karakami Shôji («paneles correderos de papel chino tensado») uno finalmente entiende que lo que otros llaman Sukihari Shôji, es lo que habitualmente nosotros llamamos Kamihari no Shôji, y lo que llaman Karakami Shôji, es lo que nosotros llamamos Karakami, a secas. Muy curioso lo de que según cuándo y dónde, las mismas cosas tengan nombres intercambiados.
Todavía quedan muchos hechos curiosos sobre costumbres y lenguaje por conocer; y muchas cosas nos seguirán siendo incomprensibles si no se realiza una investigación profunda. Cuando con el tiempo lo vayamos averiguando, todo este trabajo será aún más interesante.
– El Compendio de travesuras es una serie de cuatro colecciones de comedias o «farsas» (kyogen), publicadas durante el período Edo, entre 1660 y 1730, y contiene un total de unas cuatrocientas piezas. Ilustrado y fácil de leer, fue ampliamente distribuido entre la población.
– El teatro Nô, es un drama lírico japonés que tuvo su apogeo en el siglo XVII. Se le considera refinado, siendo más popular el llamado Kabuki.
– El estilo Sarugaku, significa literalmente «payasadas» y era un antiguo formato para mero entretenimiento, de origen chino.
– El estilo Dengaku, significa literalmente «danzas agrarias», y eran frecuentemente dedicadas a las deidades locales.
– Los mediados del período de Ashikaga, al comienzo de la era Tokugawa, se corresponden aproximadamente con nuestros siglos XV y XVI.
– En algunos textos de la época, el término jengibre era también el usado para referirse a pimienta.
– Se habla de dos regiones de Japón vinculadas a la producción de vinagre y jengibre respectivamente: el país de Izumi, alrededor de la ciudad de Sakai, cerca de Osaka, y el país de Yamashiro, que corresponde a la parte sur de lo que hoy es Kioto.
– Sobre los diferentes sentidos de las palabras, cabe recordar que el idioma nacional unificado (el japonés de hoy) defendido por Ueda Kazutoshi (Kokugo no tame / La causa del idioma nacional, 1897-1903) aún no estaba establecido en ese momento. El lenguaje estándar no triunfaría hasta 1905.
– Recordamos nuevamente que Shôji es en la arquitectura tradicional japonesa , una puerta, una ventana o un separador de ambientes que consiste en papel translúcido sobre un marco de madera que sostiene un enrejado de madera o bambú. Karakami es el papel chino.
Al amanecer / en la luna llena…/ las dos carpas
Entre las flores… / con cada respiración / un nuevo rezo
Nadie despierto… / la sombra azul del jazmín / en la ventana
Me gusta salir de paseo en mi moto sin un destino claro…. solo salir y tomar la primera carretera dejando que el aire y el viento me den en la cara… seguir mi instinto y dejar que sean las decisiones de cada momento las que determinen el camino a tomar permitiendo que me guíen la intuición y el corazón.
Es un auténtico placer disfrutar del cielo abierto y las nubes cuando se reflejan en el faro de la moto o el sol parece seguirnos a través de los pinos… Acompañado por el sonido lento y ronco del motor de mi Kawasaki el paseo se torna a veces un auténtico estado de belleza y gozo mientras viajo por el paisaje dejando que las curvas vayan dando paso a un nuevo descubrimiento. A veces acontece que algo del paisaje se hace único e irrepetible quedando prendido de mi alma para siempre… un momento de eternidad… y sin embargo tan efímero.
El corazón se abre ante la contemplación del milagro durante un instante que se vuelve eterno… pero el devenir imparable del tiempo y el espacio reclama de inmediato la atención al presente, a lo siguiente… siempre en el presente, siempre en la presencia, pero con el deseo de nunca olvidar la belleza de lo acontecido…
Así son los paseos en motocicleta. Libertad total y control preciso, límites claros e intuición despierta, firmeza y pasión, fluir siempre atentos al presente y trazar las curvas de forma precisa para nunca salirnos del camino, contemplar la belleza pero sin dejarnos arrastrar a la ensoñación. El alma libre, el corazón sujeto… como el aware y el haiku…
Así quiero que sea también esta sección… como un paseo en moto por el arte del haiku y la ilustración… el mundo del Haiga… dejando que me guíe el corazón en las palabras y los gestos, dejando que a cada curva una nueva técnica, un tipo de pincelada, una fotografía o el uso de la nuevas tecnologías nos permitan adentrarnos con libertad y frescura en el mundo del haiku… su aroma… su estructura… su arte… su forma… su evocación… pero sin perder nunca el camino ni aflojar la firmeza con que se debe trazar un haiku.
En ocasiones cuando llegamos al destino contemplamos el lugar y nos maravillamos disfrutando de su belleza efímera y de la forma en como ese mismo destino dota de sentido a nuestro propio viaje…
En otras ocasiones es el propio viaje el que dota de sentido al lugar al que hemos llegado y es la forma en como lo hemos hecho y cada paso los que nos hacen apreciar el propio viaje como un destino en sí mismo…
Cuando abres una puerta que da a la calle… es como si abrieras un libro. Cuando abres un libro… estás abriendo tu alma.
Atrás queda mi casa. Camino avenida abajo… Me gusta la ciudad: quizás porque entre tanta gente la ciudad no es de nadie; quizás porque, aunque camino sobre cloacas, por encima de todo solo hay cielo; quizás porque en la ciudad las noches no son más que un recuerdo.
Callejeo… En el devenir de la ciudad mis pisadas apenas se escuchan. Un paso, una letra… cientos de pasos, cientos de letras… palabras, huellas que me siguen y ya nunca me abandonarán.
Me muevo entre las sombras de antiguos edificios salpicados con cemento fresco. Espero al pie de un semáforo… sobre el asfalto, en una grieta, unas hierbas reverdecidas pregonan su silencio. Sin prisa, recorro las últimas manzanas que ocultan el arenal… El viento irrumpe con viveza, por instantes desordenado. En tan caótico ajetreo la vida huele a mar, sabe a mar en este día gris. Alcanzo El Muro, unos de los paseos marítimos de Gijón… las olas del mar Cantábrico se hacen sentir.
A un lado del paseo, la ciudad… Dos operarios colgados de una espejada fachada, en tarea desmedida, se afanan por sacar lustre a un sinfín de nubes grises. Una ventana se abre… ni siquiera así el cielo muestra su azul. Al otro lado, allí, donde la mar aparenta desbordarse por el margen de un folio… el horizonte… un tenso sedal del que prenden infinitos recuerdos. Embelesado, observo a la bruma avanzar… lo llena todo… el tiempo parece extraviado… La voz de una gaviota me saca de la contemplación… un súbito graznido que cercena el sedal y libera mis recuerdos allí donde han sido hallados, donde aún mantienen su nombre…
Camino, paso a paso. Mi piel se humedece:
Bruma en la bahía…
del mundo
solo quedan sus sonidos
Asturias, donde la tierra siempre es verde.
Un doctor, un sacerdote, un maestro, un carpintero, como tales son en parte hombres, humanos incompletos y, por consiguiente, asuntos apropiados para el senryu. Sobre todo en el Japón antiguo, las ocupaciones y profesiones eran rígidamente fijas e incambiables. Había algo no sólo feudalista sino más bien caracterizaciones teatrales en los tipos de personas. Incluso ahora, el padre debe ser como-un-padre, la abuela debe pensar, hablar y comportarse como una abuela. Hay poco margen para el desplazamiento, en otras palabras, pocas oportunidades para que cualquier persona sea libre, sea un ser humano. Sólo el escritor, mientras el senryu está fraguándose en su mente, es realmente libre, realmente humano.
***
POLICÍAS
ANÓNIMO
Yoshi warushi mukai e dekite hashutsujo ga
Bueno y malo:
una comisaría
frente a nuestra casa.
***
TETSURAKAN
Shikaritai yô na kao shite junsa yuki
Un policía,
al parecer, buscando
a quien multar.
Es una peculiaridad del semblante de los policías japoneses. Es necesario que sea así porque evita la abierta desobediencia de los demás japoneses.
***
KAORU
Poketto e ryôte wo irete ii junsa
Con ambas manos
en sus bolsillos:
amable policía.
Esto fue hace treinta años. Los policías eran en general arrogantes, rudos e insensibles. Ocasionalmente se encontraba un policía como el de arriba, cachazudo y de buen corazón, según podemos comprobar al verlo con sus manos enfundadas en los bolsillos de sus pantalones.
***
KOZUCHI
Waga tsuma ni atte junsa wa shita wo naki
Llora el gendarme
cuando se encuentra
con su mujer.
Al parecer aquí hay algo interesante y misterioso. Algo inexplicablemente humano en la conducta del policía que se conmueve al ver acercarse a su esposa. ¿Está avergonzado de sí mismo por ser policía o por estar casado? ¿Le avergüenza que alguien lo vea? ¿Está acaso –el pensamiento más extraño de todos—avergonzado de estar avergonzado?
***
SHUNU
Kôban e honrai kû ga tsukidasare
“Todo es vacío original.”
Lo llevan a la estación
de policía.
En el Zen escuchamos frecuentemente: muichimotsu chû mujinzô, “No tener nada es tenerlo todo”, pero en el caso actual, “ex nihilo nihil fit”, nada sale de la nada. En el senryu, el hombre burló la factura del restaurante, pero sus bolsillos estaban originalmente vacíos.
Fuente:
Oriental Humour. Hokuseido Press. Tokyo, 1959
Japanese Life and Character in Senryu. Hokuseido Press. Tokyo, 1960
© Jorge Braulio
LA CHOZA DEL HAIJIN
俳人の山小屋
fotokotori
Hace años, acostumbraba a caminar con mis nietos por la dehesa de Collado Mediano, el pueblo donde vivía en la Sierra de Guadarrama.
Estas caminatas estaban marcadas por las constantes preguntas de los críos, curiosos ante los asombros que nos producían las pequeñas cosas que se aparecían ante nosotros. Todo era fascinante y a la vez natural. La Realidad era pura magia: las aves, las vacas, las flores, los bichos, las nubes, y hasta los guijarros y las rocas gigantescas que se nos antojaban fortalezas. Y digo “nos” porque tenía la fortuna de sentirme con ellos, una niña más.
Y por supuesto, les hablé del haiku, que ya, de alguna forma, nacía de sus observaciones. “Vamos a ver si encontramos haikus en el camino” Y les gustó el juego, tanto, que me apremiaban a anotar en mi libreta todo lo que veían. Estos haikus fueron verbalizados allí mismo, en nuestros paseos, por Rodrigo cuando tenía 6 años de edad.
camino de piedras;
por la curva aparecen
un montón de vacas
agachado,
mi hermanito sopla
molinillos de viento*
*vilanos de diente de león
mientras hablo con mi abuela
las flores del romero
¡son moradas!
viento frío
las moscas quietas
en las flores del romero
huele a hierba
por el camino
dos pajaritos verdes
No deja de asombrarme la capacidad de conectar con lo que ES de los niños que miran el mundo con sus ojos puros y sin pretensiones.
No sé qué de todo esto que compartimos en la edad de la inocencia, habrá hecho mella en su alma. Espero que algo resuene en ella con la suficiente fuerza como para eclipsar o al menos compensar, la aparición de los Pokemons en sus vidas.
Es mi deseo esperanzado que recuerden con cariño a esta abuela rebelde, que mientras el mundo les empujaba a mirar la pantalla de un móvil, ella les invitaba a observar ese otro mundo que latía, vivo, en las briznas impregnadas de rocío o en las boñigas humeantes de las vacas.
Mercedes Pérez para ERDH 2018
La mañana del día de Año Nuevo es de puro ocio, de un no hacer, ni siquiera pensar.
Me levanté con el sol ya alto, pero aún ascendiendo por los cielos del este, y ahora cantan y revolotean las ciguas, distante se oyó el pájaro bobo, sopla una brisa fresca, ha llegado un colibrí. Todo sobre un gran silencio de los humanos que descansan de sus fiestas, sus afanes y sus máquinas.
El tiempo tiene el encanto de una primavera, de un primer día del mundo, de un transcurrir ilusionado. Nada ha sucedido en el año. Todo es expectativa. La rueda de la fortuna comienza un nuevo giro. A mis pies, como una extensión de mis extremidades, se ha acomodado el perro. Silencio y ciguas acaparan la atención.
Cielo del primer día.
¿A quién le gusta
el té de tilo?
Silencio y ciguas.
De repente el ruido
de un motorista.