Unas palabras del autor
No hay mucho que decir acerca del autor. Poco o nada que pueda aportar algo significativo a lo que realmente cobra verdadero protagonismo: aquello que revela y calla el propio haiku. Creo que bastará con señalar que, aunque me crié en un barrio de ciudad, tuve la suerte de quedar expuesto, todos los veranos de mi infancia, a la maravilla natural que se esconde en este rinconcito del Atlántico que rodea al entorno de Doñana. Es ahí de donde brota mi haiku más de 30 años después, en un torpe intento de nombrar la luz, el mar, el viento y las criaturas que se fueron tramando, día a día, lentamente en mi corazón.
Abriéndose a la luz
el violeta de la flor
del alcaucil
*
Viento calmo
lo justo para turbar
una espiguilla
*
En el hervor del caldo
el súbito abrirse
de las almejas
*
Pasta el potrillo
su resuello impregna
la hierba fresca
*
Rayo en la noche,
una cabra tensando
su propia soga
*
La luz y el viento
entran en lo profundo
del cañaveral
*
A contraviento
gaviotas
graznando en lo oscuro
*
Tras la tormenta
esparciendo cenizas
a orillas del mar
*
Amamantando
lame la gata a sus crías
Calima nocturna
*
Esa culebra
la forma en que quedó
enroscada al morir
*
Escampó
el canto de la abubilla
parece otro
*
Las lleva el aire
a la mañana
cenizas del rescoldo
*
Al deshojarla
en el corazón de la lechuga
un caracol
*
En silencio
de vuelta con mi padre.
Prunos en flor