junio 2018

ANIMALITOS DE DIOS

Calendario oriental

 

A Enrique Linares

(director de la revista Hela)

Diligente, respetuoso y paciente compañero

pero sobre todo amigo.

 *

suenan cencerros…

el agua del pilón

se ha congelado

-Xaro La

 

***

CABRA

Caroline R. Young

Pintura en seda china

 *

Cabra de fuego

 Almendro en flor,

una cabra se empina

hacia la luz

-Estela

*

tarde con sol-

la blancura del choto

sobre la hierba

-María

 

Cabra de tierra 

Llovizna de otoño,

los brincos del baifo

entre las piernas.

-Hadaverde

 

Cabra de hierro 

Rayo en la noche;

la cabra tensando

su propia soga

Barbarroja

*

Senda umbría

Tironeando de la soga

bala el cabrito

-Ruben Saró

 

Cabra de aire  

Tirando del choto

cruzamos

entre las cabras preñadas

-Mavi

*

¡dong-dong, dong-dong!

El cencerro de hojalata

¡vuelve a sonar!

-Cristian

*

Brisa de primavera-

De una oveja a otra

salta la urraca

-Gorka

 

Cabra de madera

 

Olor a estiércol,

en el pelo del baifo

briznas de hierba

-Hadaverde

 

Cabra de agua

Junto al arroyo,

oculta en las matas

suena un cencerro

– Manuel Orzas

*

suena un cencerro;

se lanza a la poza

el galápago

-José Antonio Gonzalez

***

 

Saludos compañer@s haijin@s del mundo

 

_()_

 

 

 

 

 

junio 2018

Brisa en el campo,

el olor de las flores

va y viene

.

Nombre del niño/a: Micaela González Merlini

Edad: 10 años

Colegio: Villa Devoto School

Ciudad: Buenos Aires

País: Argentina

-.-

Playa casi vacía

caen sobre el mar

los rayos del sol.

.

Nombre del niño/a: Micaela Gonzalez Merlini

Edad: 10 años

Colegio: Villa Devoto School

Ciudad: Buenos Aires

País: Argentina

-.-

Una ardilla

chilla y chilla

sin poder bajar

.

Nombre del niño/a: Juanita Vailati

Edad: 9 años

Colegio:  Villa Devoto School

Ciudad: Buenos Aires

País: Argentina

-.-

Al mediodía

un colibrí chupa el néctar

de los jazmines

.

Nombre del niño/a: Ornella Izzo

Edad: 10 años

Colegio:  Villa Devoto School

Ciudad: Buenos Aires

País: Argentina

-.-

 

 

Shigure

音は 時雨 か

oto wa shigure ka

el sonido…

¿llovizna…?

                                                            Taneda Santôka

Los nombres de la lluvia. Dos páginas de mi cuaderno y seguimos… Ni siquiera Y. sabe cuántas palabras japonesas existen para designar tipos y razas, cualidades, sutilezas, de la lluvia.

Aunque la cafetería está llena las voces destacan poco más que la lluvia que cae afuera. ¿Cuál cuál?… ¿Shigure?

Shigure es esa llovizna, fría, que cae al borde el invierno. Cuando ya el viento enfría los últimos días del otoño y en el aire hay algo… algo diferente. A veces tiñe de blanco las ramas altas de los sugi, los esbeltos cedros japoneses que crecen rectos y oscuros en las montañas.

Shigure-kan es también como se llamaba el pequeño museo dedicado a Santôka en Yunohira. Es un pequeño pueblo al oeste de Kyushu, en plenas montañas. Un onsen, muchas cuestas empedradas y un río. Un valle estrecho y verdísimo.

Es curioso. Como hoy aquel día llovía también, una tarde al borde del verano, cuando ya el aire caliente que asciende de los valles anuncia que la primavera se va.

Es curioso, pienso, porque es como al revés. Esta tarde tomando café con Y. en Nagasaki apunto en mi cuaderno konukaame, la lluvia ligera de principios de verano que cae sobre el arroz joven y verdea el aire. Ahora justo, que ahí fuera suena ya el inverno próximo que se intuye entre el shigure.

Y me acuerdo de aquella lluvia. Y del museo, y de Santôka.

Creo que me lo dijeron pero ya no recuerdo. Por qué se llamaba así aquel museo. Santôka recaló allí una noche que lloviznaba, entre el otoño y el invierno. Puede ser…

El museo es pequeño. Una casa de madera casi oculta entre la vegetación que ahora brilla con la llovizna. Me gusta caminar descalzo sobre el suelo de madera. Arrodillarme sobre el suelo aquí y allá. Mirar con atención lo escrito por viajeros que pasaron por aquí antes que yo. No enterarme de nada de lo escrito en kanji y mirar por la ventana. Imaginar.

Con un pincel y una hojita puedes dejar tu propio haiku, o lo que quieras. Vaya. A ver qué pongo yo ahora…

 Algo debió quedar desde entonces, el olor de la lluvia o un papel en blanco, porque Y. me miró y preguntó qué me pasaba.

Namidaame. Me dice. La lluvia ligera que cae en un momento de tristeza. Apunto. Un corazón que también llueve, cuando la lluvia te empapa hasta más allá de los huesos. Una lluvia que se comparte. Imagino.

Me gustaría estar aquí cuando cese la lluvia. Pensé de pronto mientras subía la cuesta empedrada junto al río. El camino que salía del pueblo.

Había fiesta, y los aldeanos subían y bajaban por la cuesta con una especie de carrozas decoradas que llevaban a hombros. Iban vestidos de colores llamativos y corrían arriba y abajo. El ambiente festivo se notaba en las caras, en los puestos de comida, en el aire. Por encima, por debajo, de risas y gritos el sonido del río.

Parece que la tarde cae afuera. Llevamos un buen rato aquí de cafés… La ciudad luce ya neones en los edificios más altos que se ven desde aquí.

Yarazunoame. Lluvia que comienza a caer como si tratara de evitar que un invitado se vaya. Apunto. A veces hasta la lluvia es caprichosa. Para bien o para mal…

Ni sé las veces que he deseado que un invitado no se vaya…. Ni sé las veces que anhelaba esa lluvia sin ni siquiera conocerla. Una persona, un instante, una parte de mí mismo…

Deseé que aquel valle y aquella cabaña, aquella primavera, no se fueran. Deseé la lluvia.

Ese sonido… ¿será la lluvia? A veces algo entre la lluvia y el silencio parece llamar desde alguna parte.

En la ladera de la montaña las ramas altas de los sugi se mueven como conjuradas por el viento. Más arriba el bosque se adentra en las nubes que se hacen y deshacen sobre la montaña. La montaña… me gustaría caminar descalzo, pensé de pronto. Adentrarme en la lluvia y no mirar atrás.

Kitsunenoyomeiri .   Lluvia mientras el sol brilla, llovizna con sol. Me dice Y. mirándome fijamente. Apunto. Literalmente la boda del zorro. ¿Cómo? Apunto apunto….

La relación que tiene la lluvia con las bodas de los zorros se me escapa. Quizá algo tan extraño a primera vista como que llueva mientras brilla el sol sea relacionado de alguna manera con el zorro porque, en una cultura agrícola como la japonesa, es una criatura benefactora en su labor de controlador de roedores y además con características sobrenaturales.

A veces mientras luce el sol en el valle llueve en la montaña. Quizá los aldeanos pensaban que los zorros invocaban la lluvia para ocultar sus tejemanejes en su sociedad paralela. Entre los humanos y los dioses.

Un haiku, creo que de Issa, dice:

 

秋の火や 山は狐の 嫁入雨  

aki no hiya yama wa kitsune no yomeiriame

lluvia con sol

llamaradas de otoño

en las montañas

El sol en la lluvia, la lluvia en el sol. Me gusta. Y Kitsune con sus cosas de zorros, de humanos y de dioses. Tras la sonrisa de Y. está la noche, la casi noche, que se intuye al otro lado de la ventana.

Volviendo a casa zigzagueo con parsimonia entre hojas de ginkgo que ha derribado la lluvia. Qué amarillas son. En el cielo perfiles de sombras, nubes, en la sombra de la noche próxima. Entre el día y la noche, entre el otoño y el invierno. Entre la lluvia y su olor en el aire. ¿Qué lluvia? ¿Cuál es el verdadero nombre de la lluvia? ¿Quién el invitado de este momento?

 

EL CAMINO DEL ESPÍRITU LIBRE

LA CHOZA DEL HAIJIN

俳人の山小

Dos leyendas del tiempo : SANTÔKA- CAMARÓN

 

Me resulta curioso comprobar las afinidades que hay entre las fuentes – a veces muy dispares-que alimentan mi espíritu en este deambular por la existencia que me ha tocado en suerte. Y no es que busque esas coincidencias, no al menos conscientemente, sino que simplemente surgen como una atracción visceral que puede nacer de una palabra o de un sonido y que es capaz de erizarme la piel. Desconozco cuál es el proceso que me lleva a relacionar a José Monge Cruz, más conocido como Camarón de la Isla, con Taneda Shōichi 種田 正, más conocido como Santôka. Pero el caso es que mi cuerpo así lo siente.

Os pido disculpas por la extensión del artículo.

JOSÉ MONGE CRUZ- CAMARÓN DE LA ISLA

SHIMANO EBI 島の蛯

José Monge Cruz, (3 de diciembre 1952- 2 de julio 1992) nació en San Fernando, Cádiz, en una familia de etnia gitana. Su padre, Luis, era fragüero y su madre, Juana, canastera. Tuvo siete hermanos.

Quedó huérfano de padre siendo niño y pronto dejó la escuela para trabajar en la herrería familiar. En casa lo necesitaban. También sacaba dinerillo cantando en bautizos, fiestas, o en los trenes y autocares que hacían ruta desde San Fernando a Jerez. Su voz peculiar y sus dotes para el cante, no pasaron desapercibidos. El “duende” le acompañó durante toda su existencia.

De espíritu inquieto, pero a la vez respetuoso con la tradición, indagó junto a los jóvenes valores de su época, en otros caminos en los que poder expresar su particular universo creativo, lo que le llevó a recibir críticas severas de los más ortodoxos que llegaron a considerarle un traidor. Pero él se defendía sin dejarse achantar por esas voces que intentaban acotar su necesidad de expresión más auténtica dentro del cante jondo. En una entrevista dijo:

 

“El flamenco está hecho, pero sobre lo hecho se puede seguir creando sin engañar, sin mistificar. ¿Por qué tenemos que hacer todos la soleá exactamente igual, como si fuéramos un disco? Si yo puedo añadirle algo propio, enriquecerla, sin desvirtuar lo que es el cante por soleá, ¿por qué no voy a hacerlo?». 

 

No pudieron, afortunadamente, cortarle las alas, y queriendo o no, fue él junto a otros compañeros, como Enrique Morente, los que inauguraron un nuevo movimiento “LOS JÓVENES FLAMENCOS” que revolucionó e impulso el mundo del flamenco, sumido entonces en una grave crisis. Pero todo esto, no impidió que continuara con la tradición más ortodoxa, asistiendo humildemente, al festival del Cante de las Minas de la Unión donde quedaba demostrado sin lugar a dudas, la conexión casi mística que Camarón sentía a través de su arte. Así lo demuestran tanto su forma de interpretar introvertida, éxtasis puro, como la temática elegida para sus canciones: el canto a la vida, pero también a la muerte, la futilidad de la existencia, su condición de gitano, la libertad.

 

Alcanzó la fama en vida, pero nunca se dejó seducir por ella. Siguió siendo un hombre humilde y libre.

 

Por desgracia, como tantos jóvenes de esa década nefasta de los 80 en España, no pudo escapar de las garras de la droga, la heroína y la cocaína. Esto, junto con algún encontronazo con la ley (estuvo preso por dos días) y con un fatal accidente de tráfico en el que murieron dos personas, crearon una leyenda negra en torno a su persona. Pero lo que acabó finalmente con su vida, fue su adicción al tabaco. Se dice que fumaba unos 60 cigarrillos al día. El 2 de julio de 1992, a la edad de 40 años, un carcinoma de pulmón silenció para siempre aquella voz extraordinaria, dejando una viuda, Dolores Montoya “La Chispa” y cuatro hijos a los que adoraba.

 

Cantó como nadie este tango flamenco compuesto por Pepe de Lucía:

 

Limpia va el agua del rio
como la estrella de la mañana,
limpio va el cariño mío
al manantial de tu fuente clara.

Ay, como el agua.

Como el agua clara
que abaja del monte,
así quiero verte
de día y de noche.


TANEDA SHŌICHI 種田 正 一 TANEDA SANTÔKA 种田山头火 FUEGO DE LA CIMA DE LA MONTAÑA

Taneda Shôichi, (3 de diciembre de 1882 – 11 de octubre de 1940) nació en una aldea de Honshû, la principal isla de Japón, en el seno de una familia adinerada y poseedora de tierras. A los once años, el terrible suceso del suicidio de su madre – que se arrojó a un pozo – y la imagen luctuosa de su cuerpo al ser sacado del mismo, “de su tumba de agua”, marcó para siempre la vida de este haijin y su forma de relacionarse con el mundo y con la mujer. Huérfano de madre, fue criado desde entonces por su abuela. Cursó estudios universitarios en Tokio y allí comenzó su adicción severa a la bebida. Las finanzas familiares sufrieron duros reveses y el padre de Santôka se vio obligado a vender sus tierras. No se le ocurrió otra cosa que montar como negocio familiar una tienda de sake, y dado el problema con el alcohol que tenía su hijo, se puede decir que no fue una buena decisión. En dos años el negocio se fue a pique.

En 1913, Santōka fue aceptado como discípulo por el reformista del haiku Ogiwara Seisensui (1884-1976) al que se le considera precursor del movimiento haiku de forma libre, o de estilo libre, componiendo haikus que no se ajustaban a la métrica tradicional y que prescindían como requisito principal de la palabra estacional o kigo.

Tras la ruina familiar, la muerte de su hermano por suicidio, la de su abuela y la de su padre, su detención y encarcelamiento como sospechoso de ser comunista, además de su fracaso matrimonial, Santôka abandona a su mujer y a su hijo. En 1924, a la edad de 42 años, borracho como una cuba, salta delante de un tren con la esperanza de acabar con su miserable vida, cosa que no consigue ya que el tren se detuvo a tiempo. Fue rescatado en este estado de despojo humano por un monje Zen que le acogió en su templo.

Santôka se convierte entonces en monje mendicante. No poseía nada salvo su túnica, su kasa (sombrero-paraguas), su cuenco de mendigar que hacía las veces de escudilla para el arroz, y sus gafas de culo de botella. Vivía de las limosnas, sufriendo los avatares de las inclemencias del tiempo y una soledad extrema que le lleva a confundir su ser con los seres que le rodean, convirtiéndose en “uno” con el aire, el agua, las piedras. Y así lo reflejó con maestría en sus haikus. En vida fue despreciado por sus congéneres y tras su muerte alcanzó enorme fama, al ser quizá el último monje haijin mendicante de Japón.

 

水に影ある旅人である

Mizu ni kage aru
tabibito dearu

En el agua hay un reflejo
Es alguien que va de viaje

 

 

なみのおとしぐれてくらし
Nami no oto shigurete kurashi

Calado con el rumor de las olas
Oscuridad

 

 

山のけはしさ流れくる水のれいろう
Yama no kewashisa nagarekuru mizu no reirô

La luminosidad del agua
va fluyendo por el camino abrupto
de la montaña

 

一羽来て啼かない鳥である

Ichiwa kite
nakanai tori dearu

Viene un ave…
Es un pájaro que no canta…

 

 

岩ばしる水がたたへて青さ禊する
Iwabashiru mizu ga tataete aosa misogi suru

Discurriendo por entre las rocas
el agua acaba en un azul remanso
en el que me purifico

 

 

月へくみあげる水のあかるさ
Tsuki e kumiageru mizu no akarusa

La recojo y la alzo hacia la luna
La luminosidad del agua

 

ふるさとの水をのみ水をあび
Furusato no mizu o nomi mizu o abi

Beber el agua,
lavarme con el agua
de mi aldea natal

 

山しずかなれば笠をぬぐ
Yama shizukanareba kasa o nugu

Cuando la montaña se aquieta,
me quito mi sombrero de bambú

 

Y con la licencia que otorga la fantasía -¿por qué no soñar?- si Santôka y Camarón hubieran coincidido en el tiempo y en el espacio, seguro que Camarón se habría arrancado por algún palo flamenco con los haiku de Santôka. Yo también me quito el sombrero ante ellos y os invito a que busquéis las coincidencias que tienen ambos maestros en sus biografías.

 

Mercedes Pérez para ERDH 2018

Amiga de Internet

     Sabrán que los viernes suelo enviar a mis amigos un poema de mi gusto vía el correo electrónico. En una ocasión recibí una solicitud de una persona residente en el sur de Chile para que la incluyera en mi lista de correos.

Así hice y resultó que esta señora, de edad avanzada, que vivía en compañía de dos perras, tenía una vida muy activa y era muy conversadora, si es que se puede llamar conversación a un intercambio de mensajes.

Me fue contando de su vida, presente y pasada, de la ciudad donde vivía, de sus gentes y sus actividades, de la geografía de esa zona del mundo y de sus fenómenos naturales: las grandes lluvias, la nieve, el frío, las alturas montañosas, ríos y lagos, bosques, volcanes, terremotos… Y también de su admiración por estas islas de sol y cielo azul donde vivo.

El intercambio duró años (en el interín sucumbió una de sus perras) hasta que se suspendió por semanas. Dada su edad llegué a pensar lo inevitable. Mas me llegó un mensaje donde me pedía que cuando le escribiera lo hiciera con una tipografía grande pues solo así podría leer. Lo hice, pero de nuevo dejé de recibir sus correos. Que ya no he recibido más.

 

Cae la lluvia.

El rumor se propaga

de techo en techo.

Israel López Balán

 

 

 

 

 

Unas palabras del autor

 

Israel López Balan (Ciudad de México, 1976) es arquitecto y profesor de geometría. Su práctica profesional independiente o en colaboración tiene como ejes principales la docencia y la participación en concursos de arquitectura nacionales e internacionales en los que ha recibido diversos reconocimientos. Sus intereses proyectuales y de investigación se guían bajo tres líneas generales: la muerte y su traducción en vacío arquitectónico; la escala XL como consecuencia del desbordamiento de las ciudades; y la síntesis del objeto arquitectónico en las sociedades complejas actuales.

***************

 

pasajeros van

pasajeros vienen

tarde de primavera

 

*

 

 amanecer –

caen flores de jacarandá

a media calle

  

*

  

la mosca quieta

es parte de la ofrenda­ –

noche de muertos

  

*

  

crujir de hojarasca –

en las ramas de un jacarandá

solo estrellas

  

*

  

todavía caen gotas

de los árboles –

noche de luciérnagas

  

*

  

el barrendero –

en una grieta del sismo

asoman hierbajos

  

*

  

bastón de un ciego –

el árbol de naranjas

al atardecer

   

*

  

brisa del norte –

el abuelo regresa

con nochebuenas

  

*

  

un perro ladra

a los gatos en celo –

la luna llena

  

*

 un suave sismo –

los jacarandas comienzan

a ponerse verdes

   

*

 

casa demolida –

qué fuerte el cri-cri

de los grillos

 

 *

  

cielo nublado –

el color de los jacarandas

en el suelo

  

*

  

olor a mercado –

el color de los tomates

unos sobre otros

  

*

  

brisa de verano –

otra tortuga llega

al estanque