Unos haikus propios

Quiero agradecer, a los compañeros que llevan adelante “El Rincón del Haiku”, la oportunidad que me han dado de compartir artículos, reflexiones, incluso interrogantes en torno a estos pequeños e indefinibles poemas, durante el presente año; y, en esta última colaboración, también quiero desearos tanto a los que os inicias en el haiku, como a los que lleváis años en el mismo: que el camino os sea propicio.

Mi forma de agradecer la oportunidad que me brindaba “El rincón del haiku” fue escribir cada mes un artículo con dedicación y esmero, con “atención plena”, deseando que “a alguien” eso que estaba sintetizando, diciendo, reescribiendo, le ayudara en el camino. Hoy, por ser la última entrega, y por ser diciembre, deseo compartir algo más entrañable que un artículo sobre teoría de haiku. Hoy, no compartiré algo desde el intelecto sino algo desde el corazón: algunos haikus de mi autoría.

En la lisura de la nieve:

un camino de huellas

que no regresan.

 

Sujetando un delantal

lleno de ramas secas

cruza la nieve.

 

Senda del monte,

el guardabosques silba

al irse la luna.

 

Sin nombre.

La cruz clavada

al borde del camino nevado.

 

Del otro lado de la montaña

trae al enfermo

un manojo de menta.

 

Escucha noticias del frente

mientras descorazona

ciruelas amarillas.

 

Pasos más lentos

en la parte del camino

con hierbabuena.

 

En medio de la vida

cuando ya nada importa:

el sabor de la papaya madura.

 

Lleva en los hombros,

sendero abajo,

nieve de la montaña.

 

Haikus del libro:

“En los bolsillos huesos de melocotón” Isabel Pose,

Editorial Polibea