Abril 2021

CONSTRUIR

La primavera.
Caída, ¿soñando qué?
La roja camelia.

DECONSTRUIR

Quise escribir un haiku sobre las flores del cerezo, ahora que lo tengo en plena flor en mi jardín, pero me salió este otro cuando bajaba la vieja escalera donde, junto al muro, crece un camelio. Siempre me han llamado la atención estas flores

especialmente en el momento en que caen al suelo, sin marchitarse, y, si tenemos la suerte de estar en ese momento ahí, cuando se desploman estas flores relativamente pesadas de carnosos pétalos, produciendo al caer un sonido profundo, sedoso, eterno. Es difícil no recibir una carga de espíritu poético cuando lo oímos. Yo no tuve la suerte de oírlo estos días en que está en flor, pero sí que me llegó de algún modo el espíritu poético para componer este haiku cuando vi algunas de sus flores rojas.

Hace tiempo que deseaba hablar a los amigos del Rincón del Haiku sobre “espíritu poético”, el regalo de los dioses que nos permite volar sin el peso de la gravedad de formas ni tradiciones ni cánones.

Makoto Ueda en un libro titulado Literary and Art Theories in Japan, publicado en los años sesenta por la Universidad de Michigan, tiene un iluminador artículo sobre los principios poéticos que regían el arte de Matsuo Bashō. Este poeta, dice Ueda, no escribió nada parecido a un manual poético, pues parece que pensaba que unas reglas fijas sobre cómo componer haikus podían frenar la imaginación creativa del haijin. Pero sus discípulos, especialmente Kyorai y Dohō, basándose en conversaciones con el maestro, sí que formularon diez principios poéticos que el mismo Bashō en cartas y diarios de viaje parece que había refrendado en varias ocasiones.  Estos son los diez principios del arte de Bashō según estas fuentes:

Espíritu poético, sabi, shiori, esbeltez,  inspiración, fragancia, eco, reflejo, sencillez y ligereza.

   Me voy a proponer comentar cada uno de estos diez principios en las entregas sucesivas al Rincón que haré en los próximos meses. Hoy toca, entonces, decir algo de ESPÍRITU POÉTICO.

  Es de los diez, la unidad importante, como el pastor es la unidad más importante en el rebaño de sus ovejas (aquí, nueve ovejas). El espíritu poético no cambia en mil años ni en diez mil: siempre estaba ahí. Según Bashō, todos los estilos del haiku caen en una de estas dos categorías: el que posee cualidades que trascienden tiempo y espacio (tienen un atractivo universal) y el que está anclado en el gusto de los tiempos (pueden tener frescura de expresión). Pero los dos proceden, como el agua de una fuente, del mismo manantial: el espíritu poético.  De Bashō son esas conocidas palabras con que define el espíritu poético:

«El espíritu poético lleva al poeta a seguir el camino del universo y a intimar con las cosas de cada estación del año. Para alguien con espíritu poético todo lo que ve es una flor y todo lo que imagina se convierte en una luna. Los que no ven la flor no se diferencian de los bárbaros, y los que no imaginan la luna son como las bestias…»

Al buen entendedor…