En una vaina caída quedó lluvia

 “Desde la perspectiva de la gratitud, todo es un milagro”
Mary Davis

 A lo largo de todas estas entradas hemos tenido la suerte de deleitarnos con estampas verdaderamente bellas. Con un elemento común en ellos que actúa de hilo conductor y aglutinante, hemos transitado por multitud de escenarios que nos han impactado sobremanera. En esta última entrada del año, romperemos los esquemas y comentaremos haikus que, salvando la profunda conmoción que dejan, su excelsa finura y su meritoria calidad, no tienen nada en común. Por ello, no dejo de agradecer a todos los participantes del foro “El Rincón del Haiku” su inestimable labor, que perpetúa un gran trabajo sobre el haiku en español. Esta entrada va dedicada a todos ellos.

 Nube a pie de monte –
La luminosidad
de la nieve

Inevitablemente, al leer “la luminosidad de la nieve”, Santôka aparece en la recámara del pensamiento, pues comparte versos con uno de sus haikus más famosos sobre luz: “La luminosidad de la nieve / llena la casa / en calma” (vid. serie “Ir sin fin”, §7. Hospedarse, Julia Jorge, El Rincón del Haiku, sección Nueva Revista). Algo debe haber en la luminosidad que conmueve al corazón, en esos destellos comunes a toda la vida y distinta en cada una de sus formas: la luminosidad del agua no es la misma que la del arroz hervido en agua, ni la de la nieve que fundirá en agua. Quizá la respuesta la haya formulado ya J. Jorge en su comentario sobre las zonas sensibles: pareciera que la luminosidad confiere a la nieve más corporeidad, como si esa nieve asumiese más entidad y fuese “más nieve” por el hecho de brillar, y esa sensación de “ser más” encuentra un paralelismo natural con la vida: “estar más” es, en su sentido literal, y como señalan los japoneses en su sentido etimológico, sobrevivir, “quedar todavía vida” ([1]). La escena que describe el haijin es mucho más que una estampa: supera el cromatismo distinguiendo el blanco de la nube y el de la nieve, vence al estatismo con el brillo de la nieve, y trasciende el tiempo invitando a disfrutar la mañana entera admirando ese paisaje.

aixecar-se a orinar y
rossinyols, rossinyols

 levantarse a orinar y
ruiseñores, ruiseñores

 Pocos haikus de dos versos hemos encontrado entre todos los examinados. Es difícil hacer buenos haikus de dos versos; significa condensar el mundo en un verso menos, con todo lo que ello acarrea. El ritmo interno cambia totalmente, y no todos los haikus admiten la expresión de su aware en dos versos. Este es un ejemplo magistral. El haijin demuestra una sensibilidad tal y está tan en consonancia con el mundo que se emociona al escuchar dos ruiseñores mientras orina. El impacto con que la vivencia sacudió al haijin se transmite perfectamente y conmueve al lector con esa misma intensidad. No se echa ningún elemento en falta que justificase un tercer verso: para el haijin, su mundo cabe perfectamente en dos. Un haiku de manufactura extraordinaria.

pescadería
uno de los cangrejos
burbujea

Este haiku de asuntos humanos destaca por su sencillez: el mundo nos entra por todos los rincones, y, por tanto, un aware puede potencialmente ser vivido en cualquier punto. En este caso, uno de los cangrejos de la pescadería está todavía vivo y burbujea en el mostrador. Además de recordar a ese famoso haiku de las encías del besugo, paradigmático por ilustrar el valor estético del hosomi ―sobre el cual hablamos en una entrada anterior de esta serie, §2. El agua de remojar garbanzos―, tiene un haimi marinero muy particular porque sus elementos son sencillos: cangrejos, burbujas y el puesto de pescado. Además, hay muchos más elementos que están sin nombrar (el bullicio de la gente en el comercio, el frescor del hielo…) que apuntalan unas bases firmes para un haiku de asuntos humanos muy costumbrista. Para hacer un jinji como este, no se necesitan tratados de métrica ni conocimientos insondables de retórica: sólo se necesita vivir formando parte del mundo, vivir en él y participar de él.

amb el primer sol
fumeja el mas
colza gebrada

con el primer sol
humea la masía
colza escarchada

Comienza un nuevo día. El primer sol empieza a despuntar: las tinieblas se disipan y empieza a calentar tibiamente. Aunque caliente poco, es suficiente para ir derritiendo la colza helada durante la noche. La asociación inconsciente brillo del sol/vida es evidente a través del nexo “calor”, que desplaza la frialdad de la escarcha evaporada y, de manera explícita en los versos, el haijin nos regala la palabra “humear”, que expresa de una manera preciosa y a la perfección la imagen para quienes hemos vivido algo similar. Combina muchos sentidos este haiku: el tacto se percibe en el relente del ambiente que el sol va desterrando, esa estampa visual de la escarcha sublimando, el vapor de agua que acentúa el olor de la colza… También, a nuestro juicio, tiene connotaciones de silencio de entradas anteriores. En definitiva, un haiku de antología que, además de mostrar la finura del haijin, pertenecen al selecto grupo de aquellos haikus difíciles de olvidar.

banano en flor.
en una vaina caída
quedó lluvia

“En una vaina caída quedó lluvia”… Esta es la sensibilidad que un haijin consumado debe tener y transmitir en sus versos: esa es la conmoción por la cual y para la cual el haijin vive y honra cantándola al resto del mundo; esa admiración por todo cuanto existe; ese “formar parte del mundo” y esa superación de la barrera de la dualidad para devenir uno con él. Este haiku en concreto es puro karumi: flores de banano, lluvia que ya ha caído y una vaina vacía en la que se acumula esa agua (vid. §11. Con el viento solano el olor de la higuera). Todos estos elementos tiñen el haiku de olor: aspiramos entremezclados los olores de la tierra mojada y de las flores de banano. Cuando el corazón de un haijin enamorado del mundo se asombra, plasma ese latido en cada uno de los versos.

[1] Haya Segovia, V. (2007). 51, en Haya Segovia, V., Haiku-dô: El haiku como camino espiritual (pp. 155-157), Kairós.

(Los haikus seleccionados pertenecen, en orden de aparición, a Gorka Arellano, mencs6, J.L. Vicent, mencs6 y ariel.b).