En la noche temprana, poco después de ingresar en mi calle, los vi frente a una de las casas. Me causaron asombro y alegría. Junto a unos vehículos había dos caballos, en un suelo empedrado donde posiblemente no había yerba.
Más adelante, en la zona verde de la residencia frente a la mía, había otro grupo de caballos. Estacioné la camioneta en la que viajaba y en vez de entrar a mi casa me paré en la orilla de la calle a observarlos. En la penumbra no distinguía cuántos eran. Tranquilamente pacían.
Hacía esfuerzos por contarlos cuando a mi izquierda, contra el pavimento, sonaron unos cascos y pasaron frente a mí los dos primeros ejemplares que había visto. Sin dudas uno de estos era el líder del grupo, pues los otros en un acto diría reflejo le siguieron.
Ahora si los vi con claridad pues me pasaron muy cerca. Eran cinco alazanes adultos y un potro claro y hacían sonar la noche mientras animados se alejaban hacia los confines de la calle.
Hacia la noche
transitan los caballos.
Luna creciente.