Este mes abordaremos un bello haiku de otoño, inspirado en un waka del período Heian.
El Ise monogatari es considerado el primer “uta monogatari”, es decir, una antología poética cuya contextualización venía escrita en prosa. Aunque durante mucho tiempo se le atribuyó a Ariwara no Narihira (825-880) debido a su contenido, análisis posteriores, tanto lingüísticos como socio biográficos, concluyeron que, si bien parte del texto es de su autoría, hay también escritos pertenecientes a otros autores. Por esta razón es considerada en la actualidad una obra anónima.
En la sección 29, con motivo de su reencuentro con un antiguo amor, escribe el protagonista, durante una fiesta en un jardín, el siguiente poema:
花にあかぬなげきはいつもせしかどもけふの今宵に似る時はなし
hana ni aka nugeki wa itsumo seshika domo kefu no ima yohi ni niru toki wa nashi
nunca suficientes flores, ni tiempo para contemplarlas, pero como esta noche no hay otra
El autor siente que en esa noche, más que ninguna otra, se percibe el lamento de no poder observar eternamente las flores.
Este poema aparece también compilado en el segundo rollo de primavera del Shin Kokin Wakashuu, la octava antología imperial, bajo la autoría de Ariwara no Narihira.
El poema de Bashou aparece en el compilatorio Zoku renju de su maestro Kitamura Kigin, poeta y clasicista de principios del período Edo. El haiku se considera parte de una serie de 10 que Bashou compuso en la zona de Iga Ueno cuando tenía entre 18 y 29 años de edad.
けふの今宵寝る時もなき月見哉
kefu no koyohi neru toki mo naki tsukimi kana
hoy de nuevo sin tiempo para dormir contemplando la luna
Si bien podemos apreciar la luna durante todo el año, ya desde tiempos del Manyoushuu ―primera antología de poesía autóctona japonesa (año 759)― se consideraba un tópico de otoño que provocaba sentimientos de melancolía.
Es interesante que al tomar el último verso del poema de Narihira y agregarle el “tsukimi” o contemplación de la luna, Bashou lo mueve de estación, de primavera a otoño. Pero sin importar la estación que sea, así como Narihira quería contemplar las flores por siempre, nosotros podemos disfrutar eternamente de la poesía japonesa.