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Haiku 45

45  

古寺やほうろく捨るせりの中

Furudera ya houroku suteru seri no naka

El viejo templo-
una olla de barro abandonada
en medio del perejil.

Desglose:

 古 [furu: viejo, antiguo], 寺 [dera: templo] や[ya: partícula] ほうろく [houroku: olla de barro] 捨る [suteru: tirar, abandonar] せり[seri: perejil], の[no: partícula], 中[naka: medio].


Comentario y notas culturales:

Seri (perejil) es el kigo.

Ya hablamos, en el haiku número 17, sobre este Festival de las Siete Hierbas (七草の節句 nanakusa no sekku); el plato gastronómico por excelencia es el okayu, un tipo de arroz, que se consume para protegerse de los demonios, favorecer la longevidad y la buena suerte. Tiene un valor diurético, depurativo, tras las comidas de Año Nuevo. Las siete hierbas son: perejil japonés (seri), jaramago blanco, borriza, pamplina, lampsana, nabo y rábano. Este festival se celebraba el séptimo día del primer mes lunar y cambió al 7 de enero tras la revolución Meiji.

Una traducción más poética y libre podría ser:

El viejo templo-
una olla de barro abandonada
en el campo de perejil.

Noviembre 2022

CONSTRUIR

Las castañas
sin que haya Dios ni dioses,
tan sorprendidas.

DECONSTRUIR

Como el haiku del pasado mes, este nació en el curso del paseo que di por los alrededores de El Real de San Vicente, en la ruta que llaman aquí La Tejea, especialmente pintoresca por los viejos castaños. Fue uno de estos días otoñales en que los frutos de estos árboles, de hermoso porte, abren sus erizos y, por las aberturas de estos, por primera vez se asoman al mundo. Como en la foto que adjunto.

    Se asoman al mundo sin acabar de creérselo. Debido a la acción desalmada de la naturaleza, son expulsados de la seguridad y confort del erizo donde han crecido, viéndose empujados, sin ningún miramiento, al aire fresco del exterior. Una vez en contacto con el aire, por una extraña ley llamada de la gravedad que rige en el naturaleza, los frutos caen al suelo.

   Y, ya en tierra, quedarán a merced de los humanos, de no muy diferente modo a como un recién nacido queda a merced de quienes lo rodean cuando sale del útero materno.

   La castaña se asoma al mundo desde la seguridad efímera del erizo. Tan sorprendida al contacto con el aire, al ver el mundo que la espera.

    Esta sorpresa de la castaña es la impresión que me ha movido a escribir estos tres versos. Pero entre la sorpresa de la castaña y conciencia de la misma, se ha colado, sin casi yo quererlo, una reflexión: No hace falta Dios (realidad trascendente), ni tampoco dioses (realidades intrascendentes, pero conceptualmente avasalladoras: agnosticismo, ateísmo, materialismo,   panteísmo, animismo, religiones politeístas, etc.) para que la castaña experimente la sorpresa, ni para que nazca, ni para que perezca, ni para que se transforme.

   La castaña y su sorpresa al salir del erizo de la rama es una religión sin Dios ni dioses, con el mismo derecho con que la naturaleza es una realidad sin Dios ni dioses, una realidad impersonal y fría. Una religión espontánea e inocente, no constituida ni, mucho menos, manipulada con dogmas o creencias. Una religión pura como la visión de un niño.

   El haiku, como la castaña, es una religión sin Dios ni dioses. Es la religión de la naturaleza. En este sentido, sí, se puede afirmar que hay ateísmo en el haiku.

    Masaoka Shiki, el creador del haiku moderno, tiene unos versos famosos que son a la vez  profundamente religiosos y rabiosamente anti religión constituida. Son estos:

Para los oídos
ensuciados por sermones,
¡el canto del cuco!

Sekkyō ni                            説教に

kegareta mimi o              汚れた耳をや

hototogisu                        ほととぎす

La castaña de mi torpe haiku aspira a ejercer la misma función que el cuco de Shiki.  O bien, ¿se sorprende la castaña, al asomarse al mundo, de la inexistencia de Dios o de dioses?  ¿Una castaña a contracorriente de la famosa frase evangélica de que no se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad divina?  ¡Qué bien, la ambigüedad del haiku!

    Shiki tiene otro haiku, más famoso aún, en el que se ha visto la profesión de la fe religiosa, pero sin dioses (sintoísmo) ni Buda, del poeta, es decir –y expresado en la paradoja de un término religioso– el ateísmo del haijin. Su religión, la del haijin, era la religión de la poesía, «el viento de otoño»:

Viento de otoño.
Para mí no hay dioses,
tampoco Buda.

Akikaze ya                                秋風や

ware ni kami nashi                我に神なし

hotoke nashi                            仏なし

El rechazo del haiku a todo teísmo que no sea el de la naturaleza, y este con mucha reserva, me recuerda la famosa frase del Maestro Eckhart: «Rogamos a Dios que nos libre (nos vacíe) de Dios» o la de Dōgen, el maestro zen del siglo XIII, «si encuentras a Buda, mátalo». Con estas expresiones, estos dos místicos describen el estado normal de la experiencia religiosa del ser humano. La experiencia religiosa del haijin consiste en vivir una vida de religión, pero prescindiendo de los conceptos y abstracciones vinculados a la religión. Es la vía del místico. Es la poesía de la sensación. Es el ateísmo del haiku. La castaña que se asoma al mundo es mi dios. Y el erizo del que está saliendo. Y el árbol, y la tierra en el que crece.  ¿Qué dios?

Noviembre 2022

Haibun 38

 Caen las hojas de los árboles mientras anochece en el parque.

 Por el camino se perfila la silueta de una mujer que pasea con un perrillo a su lado.

 Se detienen a mirar las ramas, tal vez sea el azul oscuro del cielo mientras las tonalidades anaranjadas, que anuncian el ocaso del sol, son una línea perfilada sobre el suelo.

 Solo son sombra a la luz de las farolas y ruido de pisadas.

 Hace frío y no quedan pájaros que adornen, como bolas de navidad, los árboles.

Estamos en otoño.

 

Hojas de almez.
Bebe el perro en el charco
del grifo roto

 

Juan Lorenzo Collado Gómez
Albacete (España)

Noviembre 2022

Halcón…

 Salida durante un atardecer, temperatura agradable, no puedo decir caluroso.

 Antes de llegar a la zona de lomadas, encuentro un álamo y a su lado un zanjón que no se distingue bien, pues las últimas lluvias permitieron el crecimiento abundante de mostacillas silvestres que muestra una flor de amarillo intenso, pequeña, simple y muy bella.

 La vida se exhibe con creces, los lagartos que van de mata en mata, matuastos, más difíciles de encontrar, abejas, arañas…

 

Entre el alfilerillo
estridula
un cascarudo

 

 La  martineta, se deleita en baños de arena, aprovechando la tibieza del sol.

 Es la hora que salen en busca de alimento y agua. No se aleja  aunque mira que me acerco; decido no molestarla y continuar por otro sendero.

 Me detengo cerca de un alambrado ante el movimiento de un pájaro: ¡¡¡es una calandria!!!  Picoteando no sé qué en la aridez del suelo, pero sigue, ágil y atenta.

 Hacia mi espalda, un ruido entre las matas me invita a darme vuelta, una liebre asciende por la colina sin detenerse hasta llegar a lo alto y se pierde rumbo al oeste.

 Ahora: chillidos, vista al cielo; un halcón peregrino en este escenario de pocas nubes. Sigo sus movimientos en la que hace una demostración elegante de vuelos: en espiral, en picado, para ascender nuevamente, luego, sereno planeo en círculos, va…viene, se eleva otra vez, entre giros cortos y nuevos planeos.

 De repente hacia el sur, hacia el este, en esos momentos baja la cabeza, mira hacia un lado y otro  como si buscara algo. Otros giros, gritos…

Un viento repentino se dirige hacia el mar, se une a la cresta espumosa de las olas.

En la orilla, un grupo de gaviotas capucha negra y gaviotas blancas, atraen por un momento mi atención, es época de migraciones

Atrapante: el halcón peregrino, qué belleza y misterio, en lo alto apenas un pajarillo y cercano su esplendor de ave rapaz; cazadora en el aire.

Y entonces se decide: desciende  en  el faldeo este de la  loma para  desaparecer en uno de los huecos  de entre una serie de ellos.

Es el lugar donde anidan…

 Ese faldeo arcilloso, sin rastros de vegetación es el lugar elegido.

 Subiendo por otro cerro veo el encanto del espacio, con rastros de lluvias que dibujaron profundos surcos que descienden fusionándose con el color arcilloso, unidos a afloramientos de matices blancos; estructuras que sobresalen como estantes apilados  a distinta altura, espacio de deliciosos  fósiles de Ostrea máxima .

 En algunos espacios tímidamente aparecen algunas matas achaparradas, espinosas: los quilimbay.

http://buscador.floraargentina.edu.ar/species/details/16393/33471

 El ocaso comienza a revelar la magnitud de colores rojos, amarillos, blancos, azules que se reflejan tiñendo las alturas de las mesetas, el mar, el pecho de las gaviotas que en bandadas se desplazan entre una variante de graznidos y silencios.

Noviembre 2022

Si bien en el hemisferio norte están recién entrando a otoño, según el calendario lunar, desde el décimo mes hasta el doceavo correspondía a invierno. Dado que era el calendario que se utilizaba en la época de Bashou, el haiku que les traigo para noviembre pertenece a esta estación.

Comencemos por el tanka en el cual se inspira Matsuo Bashou, y que pertenece a Gokyougoku Sesshou Saki no Daijou Daijin (su cargo en la Corte), quien vivió entre 1169 y 1206 y cuyo nombre era Fujiwara no Yoshitsune. Fue hijo del Consejero Jefe Kujou Kanesada y sobrino del monje poeta Jien. Estudió poesía con los grandes maestros de fines de la era Heian e inicios de Kamakura, Fujiwara no Toshinari y su hijo Sadaie. El emperador Go-Toba le encomendó que fuera uno de los compiladores del Shin Kokin Wakashuu, la octava antología imperial del año 1205.

El poema que sirve de inspiración al haiku que analizaremos este mes es uno de otoño, dado el uso de きりぎりす “kirigirisu” o “grillos”, en el cual el poeta expresa la tristeza de dormir sin la amada. Está compilado en el rollo 5 del Shin Kokin Wakashuu, que es el Segundo rollo de Otoño, con el número 518, y también en la antología privada del año 1235 compilada por Fujiwara no Sadaie Ogura Hyakunin Isshu con el número 91.

きりぎりす 鳴くや霜夜の さむしろに
衣かたしき ひとりかも寝む

kirigirisu     naku ya shimo yo no     samu shiro ni
koromo katashiki     hitori kamo nemu

los grillos     cantan y en la escarchada noche     sobre la fría estera abro la mitad de mi túnica      a solas dormiré

 

En los encuentros amorosos los amantes colocaban sus túnicas abiertas en el piso y se acostaban sobre ellas, por lo que la imagen de extender la mitad implica que se está durmiendo a solas. Este tanka, esencialmente romántico, es la base para el siguiente haiku:

霜を着て風を敷寝の捨子哉

shimo wo kite kaze wo shiki ne no sutego kana

vistiendo la escarcha y el viento como cobijas el niño abandonado

 

En él, Bashou cambia de estación a invierno, ya que el kigo es 霜 “shimo” o “escarcha”. También cambia el foco de una escena amorosa a la visión de un niño abandonado. Muchos estudiosos consideran este último cambio como una estrategia poética propia de la escuela Danrin, en la cual se toma un poema muy conocido y se contrasta con una imagen más cotidiana, por lo tanto, el niño en el caso de este haiku puede ser imaginario.

En otro haiku que Bashou incluye en su Nozarashi kikou, el cual compone en la presencia de un niño real: 猿を聞く人捨子に秋の風いかに “saru wo kiku hito sutego ni aki no kaze ika ni” “aquellos que escuchan a los monos ¿qué de este niño abandonado en el viento otoñal?”, se puede percibir una crítica más directa utilizando la famosa leyenda china y japonesa de que los viajeros lloraban al escuchar los gritos de los monos, contrastando esa actitud con la indiferencia frente a estos niños. También es importante considerar que en el período Edo (1603 – 1868) los niños abandonados eran un paisaje común dada la pobre economía del país.

Y así, viajando de texto en texto, de poema en poema, actividad ideal para los meses más fríos, me despido deseándoles un maravilloso noviembre desde un Santiago de Chile cada vez más primaveral.

Octubre 2022

CONSTRUIR

Largo paseo
con Zarca sorda y vieja.
Primeros fríos.

DECONSTRUIR

¿Quién es Zarca? Quizás vaya contra el espíritu del haiku, decirlo. Sí, sería más poético dejar en el misterio la identidad de Zarca. Sin embargo, “deconstruir” es eso: una traviesa aguja que pincha la fantasía de la burbuja multicolor del poema. Por eso, hago justicia a esta sección de Deconstruir revelándolo.

Zarca es mi perra. Tiene una particularidad: un ojo de cada color. Además, tiene diecisiete años, una edad muy avanzada para su raza Pointer (adjunto foto). Ya no oye cuando la llamo para comer ni para sacarla de paseo y debo buscarla alrededor de la casa. Pero como sé que le gusta pasear todavía, la llevo conmigo estas mañanas de principios de otoño en que ya sentimos en la piel la bajada de la temperatura y los erizos de las castañas amarillean. Mi haiku es para ella.

El mes sin dioses

En el calendario lunar japonés, octubre es “el mes sin dioses” (kami nashi zuki), cuando -según un relato mítico- los kami o deidades de todo el país abandonan Ise para reunirse en Izumo y decidir las bodas del año siguiente; por eso, en el santuario y en la región de Izumo, octubre es “el mes de los dioses” (kami ari zuki), cuya presencia es acogida con todos los honores. La religión originaria, el sintoísmo, diviniza las fuerzas naturales o sobrenaturales, alentando a vivir en armonía con ellas y a mantener el culto a los antepasados. El budismo zen busca el “despertar”, la iluminación o satori, a través de la meditación y otras prácticas; un camino difícil pero abierto a todos, en un proceso que se resume así: «Antes de la iluminación, los ríos eran ríos y las montañas eran montañas. Cuando empecé a experimentar la iluminación, los ríos dejaron de ser ríos y las montañas dejaron de ser montañas. Ahora, desde que estoy iluminado, los ríos vuelven a ser ríos y las montañas son montañas».

Con el tiempo, sintoísmo y budismo se han ido entreverando e incluso diluyéndose uno en otro.  Bonchô, un poeta del siglo XVII, relaciona ya ambos mundos: “un templo zen: / caen agujas de pino, / el mes sin dioses”. El templo (con la esvástica nipona o la rueda del dharma, las puertas, las campanas y las grandes estatuas de Amida o de Kannon) se asocia más al budismo, pero el último verso de Bonchô reafirma la tradición del santuario sintoísta, precedido por el rojo encendido de los torii, las cuerdas trenzadas de papel de arroz y los perros leones guardianes, antes de adentrarse en el espacio de oración y de ofrenda, umbral del reino de las divinidades. El santuario de Ise, corazón del shinto –“camino de los dioses”-, guarda uno de los tres tesoros sagrados de Japón: el espejo que hizo salir a Amaterasu, diosa del sol, de la cueva donde se había recluido dejando al mundo entero en tinieblas… (Los otros dos tesoros son la espada -que se encuentra en el templo Atsuta de Nagoya- y la joya -custodiada en el Palacio Imperial de Tokio-).

                Octubre, mes sin dioses, sugiere melancolía y recogimiento. En el silencio de las largas noches frías, el murmullo sagrado del Gloria al Buda Amida, el nembutsu, se extiende en oleadas por el espacio infinito, como si reclamase una presencia por ausencia… Pero octubre es también la estación que evoca la serie pintada por Hiroshige a mediados del siglo XIX: “Flores de otoño a la luz de la luna”, entre ellas el clavel silvestre (nadeshiko), incluido por Sei Shônagon entre las “cosas encantadoras”, junto al rostro de un niño dibujado en un melón, los huevos de pato y también sus nidos…  Octubre es el mes de la caza del halcón, el mes del sake nuevo -vino de arroz que se ofrece como primicia a las deidades-, y el pretexto para recordar a Bashô, fallecido el 12 de octubre de 1694, que había escrito en uno de sus diarios: “¡Ay, no fui capaz de escribir un solo poema…! Sin embargo, en ese preciso momento, la luz de la luna caía en un ángulo de mi habitación, pasando por las hojas y grietas de la pared.  Al prestar atención al ruido de las aldabas de madera, y a las voces de los aldeanos cazando gamos silvestres, sentí en mi corazón la soledad del otoño y dije a mis acompañantes: ‘Vamos a beber bajo el brillante resplandor de la luna…’”

***

Octubre 2022

El dia ha aixecat cobert i la boirina humiteja l’ambient. Surto d’hora a caminar. Ahir al vespre es va albirar un estol de cigonyes, que van fer parada en el seu viatge cap a terres més càlides, i m’agradaria acostar-me. Tot i que els darrers anys han sovintejat, encara és novetat.

Em dirigeixo cap a la plana. Allà els camps ofereixen un bon espai obert. A hores d’ara, ja han estat llaurats i femats. Els grocs de la colza i els daurats del blat han deixat pas al marró de la terra, aquest matí més intens per la humitat. Alguns conreus de blat de moro encara puntegen el paisatge de verd.

La frescor matinal es deixa sentir, com les olors, que a aquesta hora semblen més netes. Al llarg del camí es barregen la dolçor del fonoll, arrasat en desbrossar els marges, amb la fortor àcida dels fems abocats als camps, l’olor de la terra molla amb la subtil olor de la boira.

matí emboirat

cargols aquí i allà

per tot el marge

També les orenetes, arrenglerades als fils elèctrics, preparen la seva marxa. Una mica més enllà, s’acosten algunes cigonyes planant de baixada. Que elegant és, el seu vol¡

M’emociona acostar-m’hi! Fins avui, sempre les havia vist a distància. Tiro cap allà, acostant-me a poc a poc, fins a agafar un rec que hi ha entre dos camps. El terra és ben moll, encara hi ha aigua de les pluges d’aquests darrers dies. Tant és. Continuo endavant, traient tan sols el cap de tant en tant, fins a arribar a uns matolls, ja força a prop.

olor de fems

claquegen les cigonyes

al camp proper

-.-

El día ha amanecido cubierto y la neblina humedece el ambiente. Salgo temprano a caminar. Ayer al atardecer, se divisó una bandada de cigüeñas, que hicieron un alto en su viaje hacia tierras más cálidas, y me gustaría acercarme. Pese a que en los últimos años se las ha avistado con frecuencia, todavía es novedad.

Me dirijo hacia el llano. Allá los campos ofrecen un buen espacio abierto. A estas alturas, ya han sido labrados y abonados. Los amarillos de la colza y los dorados del trigo han dejado paso al marrón de la tierra, esta mañana más intenso por la humedad. Algunos cultivos de maíz todavía puntean el paisaje de verde.

La frescura matinal se deja sentir, como los olores, que a esta hora parecen más limpios. A lo largo del camino se mezclan la dulzura del hinojo, arrasado al desbrozar los márgenes, con el fuerte olor ácido del estiércol vertido en los campos, el olor de la tierra mojada con el sutil olor de la niebla.

mañana de niebla

caracoles aquí y allá

por todo el margen

También las golondrinas, puestas en fila en los hilos eléctricos, preparan su marcha. Algo más allá, se acercan algunas cigüeñas planeando de bajada. ¡Qué elegante es su vuelo!

¡Me emociona acercarme! Hasta hoy, siempre las había visto a distancia. Voy hacia allá, acercándome despacio, hasta coger una reguera que hay entre dos campos. El suelo está bien mojado, todavía hay agua de las lluvias de estos últimos días. Da igual. Continúo adelante, asomando la cabeza de vez en cuando, hasta llegar a unos matorrales, ya bastante cerca.

olor a estiércol

crotoran las cigüeñas

en el campo cercano