«La gallinita ciega»
Autora:
María Rosalía Gila
Locución:
Rita Valero (Radio Palafrugell)
Puede leerse el texto clicando aquí
«La gallinita ciega»
Autora:
María Rosalía Gila
Locución:
Rita Valero (Radio Palafrugell)
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Haibun 46
Punto de encuentro
Esa citación de última hora ha puesto de patas arriba mi planificación para esta noche. Después de un afanoso día de trabajo, el cansancio me supera, y es la inercia de cumplir con una rutina de vida la que me impulsa a dirigirme al lugar orientado. Una reunión que ha perdido su encanto, su veracidad, su todo. Sin embargo, asistimos sin chistar; tal vez alguna esperanza escondida de que algo provechoso se pueda obtener para el bien común.
Al salir, el perro me sigue y cuando llego hasta el portón del batey lo hago regresar a casa. Tomo el terraplén que lleva al pueblo, el cielo encapotado me ofrece por momentos una sonrisa de luna. Voy cerrando los ojos de tramo en tramo, como cuando era niña y caminaba de la mano de mi padre jugando a no tropezar sin ver.
El pssssss de los grillos entre los matorrales se ha vuelto tan familiar, que ya no lo extraño ni me asusta, apuro el paso al vislumbrar más de cerca las luces del pueblo. El aire de lluvia me pega de golpe en la cara mientras a lo lejos el ulular de una lechuza me hace exclamar: “¡solavaya!”
Relampaguea
Se ha soltado una tira
de las sandalias.
Se dejan escuchar las canciones patrióticas que anteceden la reunión, llego al caserío embriagada con el aroma de los jazmines y los lirios. Van saliendo de mala gana algunas personas de sus casas y comienzan a reunirse en medio de la calle, frente a un balcón que funge como tribuna, adornado con carteles, cadenetas, la bandera y el escudo. Después de entonar el Himno Nacional, un hombre grueso y colorado, con voz grave, comienza a leer un panfleto inacabable. Todos en silencio, pero da la impresión que nadie escucha; deben estar sumidos en sus pensamientos, haciéndose la misma pregunta que yo: «¿qué hago aquí?»
La mujer del bodeguero acaricia a un perro que lleva cargado como si fuera un bebé, el abuelito más longevo del lugar desde su silla de ruedas asiente con la cabeza cada vez que el lector hace una pausa. Uno de los alcohólicos del barrio se tambalea sin dejar de tocar la caneca que lleva en el bolsillo trasero del pantalón. Dos señoras, cuchichean detrás de un muro dando trapazos para espantar los mosquitos. Se ha vuelto el centro de atención un grupo de niños que pinta monerías entre el público dejando escapar risas contenidas mientras saborean durofríos de guayaba.
Farola del poste
Chocan una y otra vez
los bichos de luz.
Llega la hora de las intervenciones. Por tercera vez el señor grueso y colorado pregunta si alguien tiene algo que plantear, el silencio le sucede. Todo termina casi sin haber empezado, algunos vecinos se agrupan para firmar la lista de los presentes, eso es lo más importante: la lista de asistencia. Solo para eso hemos venido a la asamblea del delegado.
De vuelta a casa
Al cerrar la puerta
el aguacero.
Mayra Rosa Soris
Santa Clara (Cuba)
Haibun 45
La misma luz
Junto a la menta y el romero las rosas chinas destacan como puntos rojos en el rincón donde trasplantamos el rosal.
Corto algunas para ponerlas en un jarrón. Hay que quitar las hojas inferiores…así, se mantiene el agua limpia.
El calor y un cielo sin nubes despiertan el recuerdo de la primera vez que usé unas tijeras. Vaya regañina!!
¿Porqué solemos recordar la primera vez de casi todo?…
Le dije a mi hermano pequeño que esperara en el poyete de piedra que había a la entrada de nuestra casa. Allí, bajo la parra, continuaba sentado cuando volví después de rebuscar en la caja de galletas que mamá usaba de costurero. ¿Dónde estarían los adultos?…creo que echaban la siesta.
De todos, era el que más se parecía a mi padre. Debía tener cuatro o cinco años.
Le quitaría aquellos remolinos rubios que le delataban como lo que era, un niño travieso.
Se sentó en una calabaza gigante que usábamos de trono en nuestros juegos. -¡No te muevas, le dije, mira que te puedo cortar la oreja!-.
Él, muy quieto, miraba al gato que dormía hecho un ovillo junto a nosotros. Aunque corría una ligera brisa, sudaba por miedo a que me descubrieran.
El flequillo recién cortado resbaló por la cara. El pelo de la coronilla se dispersó alrededor. De vez en cuando sonaba un ¡Aaaay! . No era fácil.
Casi acabando nos asustó el ruido de un carro que pasaba por la calle. Al dejar las tijeras en su sitio tropecé con el pedal de hierro de la máquina de coser.
El tiempo es extraño. A veces…parece no existir. Quizás sea por la luz, la misma luz de aquella tarde.
Huerto en primavera.
En el ramo de rosas
un bicho palo*
*Phasmatodea: Insecto palo
Mari Ángeles Millán “Hikari”
Palamós (Girona) España
Haibun 44
Cafetal
Voy por la rodada derecha del camino al cafetal. Mis primos, en fila india, marchan por la del lado izquierdo. El camino es verde y estrecho, las rodadas de los camiones son dos veredas de arcilla roja. A los lados hay matas de todas clases y árboles frutales.
Al llegar frente a un izote nos detenemos. Del fondo de la finca sale un olor penetrante. Hay mucha vegetación, no se ve el árbol pero el olor nos guía. “Ahí están las maltas”, exclama uno de los primos. El palo de naranja malta está cargado y sus ramas se encuentran al alcance de nuestras manos.
Al clavar las uñas en una malta para partirla, el olor de la delgada cáscara me embriaga. Muerdo un gajo oloroso, jugoso, fresco, mientras uno de mis pies se hunde en un hormiguero. Me pongo a zapatear para sacudirme las hormigas, y me dicen: “¿No que no sabías bailar la bamba?”
Llegamos al lugar del corte de café. Una de las tías, con el cabello cubierto por una pañoleta, y un tenate en la cintura, nos pregunta: “¿Quieren cortar en mi surco?” Todos queremos participar. Nos presta unos tenates amarillentos que parecen sombreros de palma sin ala, y nos los atamos a la cintura.
“Corten únicamente los maduros, y no recojan los que se caigan, esos son para la pepena”.
La hojarasca forma un colchón en el suelo del cafetal. No resisto la tentación de saltar. Uno de los primos me dice: “Ahorita ponte a cortar, y después, si quieres, te acuestas en la hojarasca”.
Uno de los cortadores nos advierte: “Cuidado con los pollitos, ya maté uno”, y nos muestra la hoja en que lo encontró. El pollito es una oruga blanca con púas en el espinazo. “Son venenosos”.
Llenamos varios tenates. Al atardecer se suspende el corte. Un camión de redilas se lleva los frutos del cafeto guardados en costales. Los llevan a despulpar. Nosotros, sudorosos, con hambre, regresamos a la casa de los tíos.
Anochecer –
A punto de cocerse
la polenta
Jorge Moreno Bulbarela “Jor”
Xalapa, Veracruz (México)
Haibun 43
Los caminos del Sur
“…un Aleph es uno de los puntos del espacio
que contiene todos los puntos.”Jorge L. Borges
Me adentro en los senderos del Sur, en los secretos rincones de la Patagonia, un lugar sagrado, un espacio de pequeñas revelaciones, un aleph donde se manifiestan todas las sensaciones y son satisfechas todas las necesidades: el bosque de galería ofrece sombra, el lago sacia la sed, las moras y las cerezas silvestres son un banquete con sólo extender la mano, el silencio aquieta y el grito de las bandurrias me despierta cuando es necesario. La única condición es estar atento y tomar lo imprescindible, sin voracidad ni apuro.
El camino al cerro López es largo y muy bello, hay miradores sobre el lago que son una promesa para seguir avanzando aunque el sol sea ya muy intenso y los tábanos, un desafío.
En el horizonte se atisba la enorme pared de piedra que invita al ascenso. Camino en silencio y de puntillas para no espantar a un zorro joven que se asoma entre las zarzas, nos miramos un instante, reconociéndonos.
camino al cerro,
con la boca teñida
de frutos rojos
Aquí siento un a necesidad irrefrenable de agradecer cada uno de estos asombros, digo “gracias” como un mantra y disfruto sabiendo que son únicos. Cada pequeño cambio de luz, cada rabo de nubes me hablan de la belleza de la impermanencia … del privilegio de formar parte de este momento irrepetible.
Esta itinerancia es mi guía, mi única certeza, siento la insuficiencia de las palabras y simplemente camino…
Con la espalda en la pinocha de un claro del bosque y los pies en el agua helada, una serenidad desconocida relaja cada músculo.
Lago encrespado…
¡tan frío
el tronco del arrayán!
Abrigo la esperanza de disolverme en las aguas del Nahuel Huapi y, cuando llegue el momento, formar parte de ese azul infinito.
María Rosalía Gila
Buenos Aires (Argentina)
Haibun 42
Claro del bosque
El camino interior que va de la playa de La Fosca a playa Castell es plenamente rural. Nadie diría que un poco más allá del encinar se extiende el Mar Mediterráneo.
Aunque es el segundo día del año la temperatura es de primavera.
Los madroños, con sus delicados racimos de campanillas colgantes, reciben al caminante en el margen derecho. En la misma dirección, si pudiéramos sobrevolar los árboles, llegaríamos a cala Salguer.
Oculta entre encinas y alcornoques, el acceso prohibido a una casa.
En el silencio…solo el canto de los pájaros, el “bon día” de algún ciclista y el ritmo de nuestros pasos.
Hasta llegar a la penumbra del bosque, los márgenes del camino muestran su verdor. Las bellotas se amontonan a lo largo de la senda.
Al adentrarnos en la arboleda se tiene la sensación de que siempre ha estado así, llena de nadie. La rugosidad de los troncos, la suavidad del musgo que los cubre…
¿Adentrarnos?…más bien parece que el bosque se adentra en nosotros…nos vuelve ramas de alzinas sureras* arqueadas hacia el cielo o helechos creciendo en la umbría. Nos volvemos salvia acumulada en las raíces de las esparragueras, y setas venenosas, y…
Al girar la curva, un claro en el bosque. La extensión verde brillante se abre ante nosotros. El atajo que lo atraviesa, separa la llanura de la loma.
Lo bordeamos en silencio hasta detenernos junto a una gran encina. Oímos ruido y de repente un rebaño.
Se acerca un perro.
En el aire el olor
del macho cabrío
Trescientas ovejas ripollesas, treinta cabras, dos perros y un pastor. Es joven, simpático.
Dice que este pasto lo siembran como alimento, a las cabras les encantan también las bellotas.
Le hablo del cordero segureño de mi infancia, de la esquila. De los colchones de lana…
– ¡La oveja segureña! sí, la conozco, dice. Tuve algunas de esa raza hace años. Son buenas, tienen mucha leche. Y todas daban dos crías.
El camino, el bosque, el silencio… Volvemos a casa rodeando el sembrado.
el sonido de las ovejas
cuando arrancan el pasto –
sol de Año Nuevo
Mari Ángeles Millán (Hikari)
Girona
*alzina surera: (Quercus suber L.) Alcornoque
Haibun 41
Sin esperar recompensas
Gracias a la lluvia,
es un poco menos sucio al despertar el barrio.
Encima de un poste del tendido eléctrico,
un ave carroñera espía.
Nada o bien poco puedo hacer
para cambiar el curso de las densas nieblas,
sino escribir a tientas y sembrar otras semillas.
He ofrecido en silencio una gardenia al cielo,
al alma de mi madre y a la Santa Virgen.
Tierra mojada
los pepinos florecen
entre las lindes
Maikel Iglesias Rodríguez
(Cuba-Bilbao)
Haibun 39 y 40
En el último mes del año quiero agradecer su colaboración a los autores que generosamente han participado para que la sección de haibun de ERDH se llene de contenido.
Colaboradores en 2022: Marga Alcalá, Enrique Linares Marti, Lester Flores López, Juan Lorenzo Collado Gómez, Paco Ayala Florenciano, Alfredo Benjamín Ramírez Sancho, Jorge Moreno Bulbarela, Julia Guzmán, Felix Arce Araiz Momiji.
Gracias a tod@s. Espero que en el futuro podamos seguir disfrutando de vuestras obras.
Desde aquí invito a los lectores y amantes del haiku y el haibun a seguir cultivando e investigando esta forma de escritura japonesa. Los publicados en esta sección, que empezó su andadura en abril de 2020, son solo una pequeña muestra del trabajo que se viene desarrollando en los países hispanohablantes en cuanto a esta forma de arte japonés tan unida al haiku.
El correo para enviar vuestros haibun a la revista mensual de ERDH es: haibunelrincondelhaiku@gmail.com
Para despedir este año traigo a la sección un hermoso haibun de José Luís Vicent publicado en Enero de 2012 en el apartado correspondiente del foro junto a un pequeño homenaje al maestro Matsúo Basho con un fragmento de Sendas de Oku:
-.-
Hoy he vuelto a recordar aquella vieja higuera de la infancia; aquel bancal colmado de misterios, hogar de la inocencia, árbol entre los sueños. Todo allí eran hojas y ramas, sombras vertidas contra un muro cercano. Hierbas tenaces que florecían entre los resquicios de la piedra. Áspera piel la del tiempo. Después, el tedio de los días venideros, tiempo de cenizas, círculos y más círculos, pasillos sin salida; y un letargo…, el del agua aprisionada en el interior de oquedades de silencio.
Tronco, corteza de elefante: memoria de una rama que al partirse propagó su fragancia para siempre. Bajo aquella higuera de antaño… no existe recuerdo alguno que pueda marchitarse.
Ya tiene brotes
la rama de la higuera
Nieva otra vez
José Luis Vicent
Valencia (España)
…………………………………
Dicen que el río Kurobe tiene cuarenta y ocho rabiones y yo creo que los cruzamos todos y otros más, hasta que al fin fuimos a dar a una rada que nombran Nago.
Aunque había pasado la primavera, nos dijimos que las célebres glicinas de Tako bien merecían que las contemplásemos en el otoño temprano. Indagamos con la gente y nos contestaron: <<Desde aquí son unos cinco ri. Hay que pasar por la playa y en la falda de la montaña las encontrarán; pero como no hay sino unas cuantas chozas de pescadores, será muy difícil que puedan hallar un lugar en donde pasar la noche>>. Me asusté y decidí seguir hasta la provincia de Kaga:
Penetro en el aroma
del arrozal temprano
El mar de Ariso*, late a mi derecha.
*Ariso Umi: el mar furioso
Matsúo Basho
Sendas de Oku, pag.147
Edición de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya, Atalanta 2014
Os deseo una feliz salida y entrada de año.
Mari Ángeles Millán, Hikari
Avui el dia es presenta ennuvolat. Surto a caminar per la vora del torrent, una ruta planera i relaxada, entre pollancres i faigs que van perdent la fulla. Encara que aquests núvols no sembla que hagin de descarregar, hi ha humitat a l’ambient.
A la riba de ponent, van creixent els nous pollancres, després de la tala de l’hivern passat. Els ocells estan esvalotats. Van d’aquí cap allà, entre piuladisses. Tal vegada intueixen pluja. Tant de bo! En saben més ells que no pas jo, això és segur.
1
matí embromat
les fulles dels pollancres
al torrent sec
M’enfilo cap als cingles. L’olor del romaní i la farigola m’acompanyen. Aquí i allà, els pins i roures morts acoloreixen el bosc. El corriol és ben cobert de fulles, i els fruits de l’arboç ressalten, vermells, escampats arreu.
El cel cobert no ha deixat que s’esvaneixi del tot la boira, però ja despunta el sol. Al meu davant, els turons i turonets sembla que llisquin entre la boira, empesa per la brisa.
2
sol de tardor
entre els colors del bosc
els arbres morts
Arribant a l’ermita de Sant Feliuet, faig parada per esmorzar, i, en uns minuts, ja em ronda un pit-roig. Li llenço unes engrunes i mengem plegats.
https://www.rutasconhistoria.es/loc/ermita-de-sant-feliuet-de-savassona
-.-
Hoy el día se presenta nublado. Salgo a caminar por la orilla del torrente, una ruta llana y relajada, entre chopos y hayas que van perdiendo la hoja. Aunque estas nubes no parece que vayan a descargar, hay humedad en el ambiente.
En la orilla de poniente, van creciendo los nuevos chopos, después de la tala del pasado invierno. Los pájaros están alborotados. Van de aquí para allá, entre trinos. Tal vez intuyen lluvia. ¡Ojalá! Saben más ellos que yo, eso es seguro.
1
mañana nublada
las hojas de los chopos
en el torrente seco
Subo hacia los riscos. El olor del romero y el tomillo me acompañan. Aquí y allá, los pinos y robles muertos colorean el bosque. El sendero está bien cubierto de hojas, y los frutos del madroño resaltan, rojos, esparcidos por todas partes.
El cielo cubierto no ha dejado que se desvanezca por completo la niebla, pero ya despunta el sol. Delante de mí, colinas y lomas parecen deslizarse entre la niebla, empujada por la brisa.
2
sol de otoño
entre los colores del bosque
los árboles muertos
Llegando a la ermita de Sant Feliuet, hago parada para el desayuno y, en unos minutos, ya me ronda un petirrojo. Le tiro unas migajas y comemos juntos.
https://www.rutasconhistoria.es/loc/ermita-de-sant-feliuet-de-savassona
Haibun 38
Caen las hojas de los árboles mientras anochece en el parque.
Por el camino se perfila la silueta de una mujer que pasea con un perrillo a su lado.
Se detienen a mirar las ramas, tal vez sea el azul oscuro del cielo mientras las tonalidades anaranjadas, que anuncian el ocaso del sol, son una línea perfilada sobre el suelo.
Solo son sombra a la luz de las farolas y ruido de pisadas.
Hace frío y no quedan pájaros que adornen, como bolas de navidad, los árboles.
Estamos en otoño.
Hojas de almez.
Bebe el perro en el charco
del grifo roto
Juan Lorenzo Collado Gómez
Albacete (España)