Mayo 2018

Tarde calurosa,
bajo un árbol muy alto
un pavo real.

Nombre del niño/a: Catalina Navarro
Edad: 10 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina

*

La perra
ha meado en la nieve –
tiro una bola

Nombre del niño/a: Ander Arellano Gil
Edad: 9 años
Colegio:  CP Griseras
Ciudad: Tudela, Navarra
País: España

*

Noche oscura
De pronto las luciérnagas
por todas partes

Nombre del niño/a: Constanza Rebella
Edad: 10 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
* Olor a barro,
se mueve la cortina
con el viento

Nombre del niño/a: Constanza Grigas
Edad: 10 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina

*

 

 

 

yôkai

鬼すだく戸隠のふもとそばの花

oni sudaku togakushi no fumoto soba no hana

 

ronda el demonio,

a los pies del monte Togakushi

flores de alforfón

Yosa Buson

Al final de la lluvia, allí donde se disuelve el sendero entre la hierba y los helechos, justo en el corazón del bosque, en su esplendor, allí está el fantasma.

Buscar un lugar para plantar la tienda ha sido laborioso. A veces sol, a veces lluvia, a veces cumbres, a veces valles. Seco y llano son dos palabras que uso poco estos días. El Kumano Kodô es tan hermoso como exigente. Las piernas y el espíritu experimentan arrebatos y flaquezas al irse convirtiendo poco a poco en camino. Sol, lluvia, cumbres, valles…

El camino de peregrinación por la Península de Kii no tiene un fin concreto. Ni material ni espiritual. No hay un lugar al que arribar tras días de marcha entre las montañas, o a través de ellas sería mejor decir tal vez. No hay tampoco una salvación, una indulgencia. El perdón.

Caminar. Nada más. Un bastón de bambú, un sombrero de junco, una mochila. Los pies.

Yôkai Emaki. No sabía entonces que el famoso rollo con dibujos de yôkais era obra de Buson. Los yôkai son espíritus, demonios, fantasmas… no sabría cómo explicarlo, muy muy populares en el folclore (y más allá) japonés. Van desde lo grotesco o lo naif hasta lo más terrorífico que uno pueda imaginar. Desde una sandalia fantasma que se lamenta por las noches porque no tiene nariz a espíritus deformes que vuelven desde los infiernos para torturar a los vivos.

Kodama. El espíritu de los árboles. Aquí, rodeado de todo este verdor que tiñe hasta el cielo, no puedo evitar pensar en kodama. El eco de algo bueno que surge de la tierra y palpita y crece y da fruto. No sabría comprender, no me importa. Pero algo en mí, también incomprensible, responde a ese eco y se aquieta, y se recoge, y vuelve a la tierra.

En el Kumano Kodô la noche cae abruptamente sobre el bosque. Noto el suelo de la tienda duro y frío. La tierra. Abro la mochila y saco toda la ropa, la extiendo como mejor puedo a modo de colchoneta improvisada. Afuera la lluvia ha cesado pero sigue lloviendo. Ráfagas de viento arrancan lluvia vieja de las hojas y rebota sobre la tienda.

Pienso en los yôkai. Pienso en esta tarde. En los cangrejos y las flores blancas, en las mariposas y los helechos, en la salamandra que cruzó el sendero, y en la libélula que pareció mirarme. Pienso en los cedros erguidos como lluvia que sube al cielo, y en los tejos centenarios que sostienen la tierra.

Cuando la noche parecía más profunda, justo entonces, sonó un canto claro y decidido como un relámpago.

–Hototogisu –dijo M. inmediatamente.

Buson también escribió algún haiku sobre yôkais. Los oni, los demonios de las montañas y los bosques. Momiji, la poderosa bruja que vivía en la montaña Togakushi, que se transformaba en animales salvajes o en bella dama y acechaba a los viajeros. Cuando las hojas enrojecen en los albores del otoño. Un valiente samurai, una espada mágica regalo de Hachiman, dios de la guerra… En fin… Pobrecita Momiji…

Esta tarde también pensé en los yôkai. En la profundidad del bosque, al final de la lluvia. Pregunto a M. sobre el significado de los kanji inscritos en la tablilla que señala un desvío del sendero. Me dice algo de un antiguo cementerio. Ese gesto tan suyo de “wakarimasendeshita”, no entiendo muy bien, no me preguntes más…

Un silencio como escurrido directamente de las hojas de los árboles.

Hay un momento de madera en el que deseo quedarme junto al sendero. Otro contiguo en el que deseo que M. me acompañe.

Árboles y maleza parecen pugnar por devorar el rastro entre la hierba alta y los helechos. Cruzo el cauce seco de un río mojado por la lluvia. Santôka. Re(en)cuerdo, como en un trueno o su silencio. Camino y las plantas me empapan la ropa de lluvia que cayó. Una pasarela cubierta de musgo y verdín, de aspecto muy poco fiable, salva un arroyo. Dudo.

Saltar un arroyo crecido por la lluvia. Al otro lado el bosque más bosque, árboles cubiertos de líquenes y musgo. Ennegrecidos por la humedad. Parecen silencio mojado.

Días atrás, a lo largo del camino he visto hakas budistas señalando antiguas sepulturas, a veces perdidas en mitad del bosque. Aquí no hay. Busco. Rebusco. Nada. Nadie.

Alguien me mira. Lo sé.

Una lluvia finísima reemprende su repiqueteo sobre mi sombrero. Me lo quito. Escucho. Miro.

Al volver al sendero M. me pregunta si he visto algo. No sé qué cara pongo. Tal vez “wakarimasendeshita” .

 

 

時鳥棺をつかむ雲間より

hototogisu hitsugi o tsukamu kumoma yori

de entre las nubes,

para llevarse un ataúd

el hototogisu

Yosa Buson

Quizá es por su garganta tan roja, o por su canto melancólico, pero el hototogisu es para el Japón antiguo, y de siempre, el de los yôkai y el Kumano Kôdo, un heraldo de la tragedia. El presagio de una muerte, un alma más para llevar a Enma, el Rey del Infierno.

-Hototogisu- repite M.

Hototogisu… Es la primera vez en mi vida que escucho su canto. Parece luz.

Sin saber por qué imito su canto. Luego M. Luego el hototogisu canta de nuevo. Reímos.

Allí donde se disuelven todos los senderos la noche y la montaña, el silencioso corazón de la lluvia. Alguien camina sin más. Un eco del bosque, la tierra y el agua, su esplendor. Nada. Niños que juegan a imitar pájaros.

mayo 2018

ANIMALITOS DE DIOS

Calendario oriental

 

A Félix Arce “momiji”

“Un corazón noble, sensible, con esa pureza que solo los niños tienen.”

 

Corral abierto

entremezclan las crines

unos potrillos

-Xaro La

 *

CABALLO

“ Caballos salvajes”

Pintura de Yosa Buson (1716-1784)

 Siempre en movimiento y apasionado por las aventuras lejanas. Muy cómodo en la sociedad, también es un orador experto y culto. Su entusiasmo, así como su insaciable deseo de libertad y emociones fuertes, pueden obstaculizarlo en la construcción de sus proyectos. Por otro lado, cuando el Caballo elige el camino correcto, su aventura es entonces esparcida con brillantes éxitos. Un poco demasiado en sí mismo (algunos incluso dirían que es bastante egoísta), su capacidad única de olfatear el peligro a una gran distancia siempre le da al Caballo gran valor como compañero.  Discreto con las personas con las que trabaja diariamente y afable con sus compañeros. Divertido y optimista, sorprendiendo a su séquito por su agudeza intelectual, nadie permanece insensible a este noble animal, a la vez orgulloso e indomable.

No es de extrañar que el signo de Taneda Santôka fuera “Caballo”.

*

Caballo de Fuego 

 

Pasa la tarde;

el caballo atado

ahora expuesto al sol

-Luezei

 *

 tarde de estío.

La tierra no empapa

las babas del mulo

– Elías

 

Caballo de Tierra

 

 Campo de mies –

Come hierba el caballo

tras una cerca

– JL Vicent

 *

 Se va nublando…

los saltos de un potrillo

hacia su madre

-Hebamar

 

 Caballo de Hierro

 

Murió el potrillo-

el corral silencioso,

El pasto alto

-Radoslav Ivelic

 *

 Neblina.

Detrás de la alambrada

un caballo flaco

-JL Vicent

 *

Chirimiri…

Mientras pasta el caballo

le tiembla el costillar

-Gorka Arellano

 

Caballo de Aire

 

pudo erguirse el potrillo

y hasta las algas

del río están en flor

-Luis Carril

 *

 Ya es mediodía.

Con la cola el potrillo

espanta moscas.

-Una Ola

 

Caballo de Agua

 

pastan caballos-

la lluvia goteando

de la alambrada

 -María Jesús Pérez

 *

 Se calma el potro

en el campo vecino,

llovizna con sol

-Sandra

 

 Caballo de Madera

 

hacia las flores

de la borraja, el bayo

estira el cuello

-Mavi

 *

 Mancha de amapolas.

Un tábano en el lomo

del viejo penco

-Joselín

 *

 Los nietos juegan

con el caballito de madera.

Sol de mayo.

-Pespir

 *

 Salud compañer@s haijines

_()_

 

Joan A. Mencos

 

 

 

 

Unas palabras del autor

 Bien… qué decir de uno mismo. Siempre he sido un apasionado de la lectura y la escritura. Sin distinción de géneros. Las circunstancias de la vida a veces nos permiten mayor o menor dedicación a nuestras pasiones, pero como tales nunca desaparecen, queda siempre aquel rescoldo que a la menor brisa prende de nuevo. Me acerqué al mundo del haiku por pura casualidad. Leyendo el diario un día cualquiera de 2012, me encontré con un pequeño artículo que versaba sobre el tema y me picó la curiosidad. A partir de ahí, la búsqueda de información a través de internet y de blogs que tocaran el tema y la aparición de El Rincón del Haiku. Empezó para mí una nueva y muy importante etapa de formación que se va alargando en el tiempo y me permite disfrutar de grandes compañeros de camino.

 ****************

 Tot potes,

al costat de la mare

un poltre negre

 

Todo patas,

al lado de la madre

un potro negro

 

*

 

Camps de blat;

el cant d’un ocell

des de la boira

 

Campos de trigo;

el canto de un pájaro

desde la niebla

 

*

 

Aquest matí

no se sent la riera;

cauen les fulles

 

Esta mañana

no se oye la riera;

caen las hojas

 

*

 

Ja desglaça

el rostoll als camps.

la veu d’un picot

 

Ya deshiela

el rastrojo en los campos.

la voz de un pico

 

*

 

Pols de neu a la llunyania;

passa un bernat pescaire

 

Polvo de nieve a lo lejos;

pasa una garza real

 

*

 

Grogueja el blat;

sota els núvols grisos…

vuit voltors

 

Madura el trigo;

bajo las nubes grises…

ocho buitres

 

*

 

Les orenetes…

darrera un avet surt

la lluna plena

 

Las golondrinas…

tras de un abeto sale

la luna llena

 

*

 

Nit de pluja;

ja va envermellint

el bambú sagrat

 

Noche de lluvia;

ya va enrojeciendo

el bambú sagrado

 

*

 

Boira.

l’alè d’un cavall

a les mans glaçades

 

Niebla.

el aliento de un caballo

en las manos heladas

 

*

 

Boira baixa.

Grallen les cornelles

a la cinglera

 

Niebla de valle.

graznan las cornejas

en el riscal

 

*

 

Fems glaçat

a la roureda veïna

canta el pigot

 

Estiércol helado.

en el robledal vecino

canta el pito*

 

* https://es.wikipedia.org/wiki/Picus_viridis

 

*

 

El primer sol

sobre la rosada

silenci al bosc

 

El primer sol

sobre el rocío

silencio en el bosque

 

*

 

Matí ennuvolat

de sota els fems marxa

un piloter

 

Mañana nublada

de bajo el estiércol sale

un pelotero*

 

* https://es.wikipedia.org/wiki/Escarabajo_pelotero

 

 

EL CAMINO DEL SUFRIMIENTO

LA CHOZA DEL HAIJIN

俳人の山小

SHIKI Masaoka, EL POETA DOLIENTE

 No creo que nadie, a priori, elija el dolor y el sufrimiento como fuente de inspiración para alimentar su creatividad. Pero lo que sí que observo es que en numerosas ocasiones, la creatividad ha servido como válvula de escape para aquellos seres que, padeciendo un sufrimiento emocional, físico, o espiritual, encontraron en el arte la posibilidad de materializar aquello que les torturaba, sacándolo de dentro y pariéndolo al mundo para así mitigar algo su dolor, compartiéndolo.

Son infinitas las biografías de artistas de toda índole que están marcadas por la sordidez, la marginalidad, las adicciones, la enfermedad. Y parece que cuanto más se sufre, mejor es resultado de lo que se crea.

Shiki Masaoka (1867 -1902) pasó gran parte de su vida marcado trágicamente por la tuberculosis. De hecho, el sobrenombre que adoptó como escritor fue el de 子規 Shiki , que significa “ hototogitsu”, haciendo referencia al cuco, pájaro poético por excelencia que impregna el alma de melancolía con su canto. Según la leyenda japonesa, al cantar desgarra sus pequeños pulmones, sangrando.

 No sé si es lícito o no que en el haiku la condición personal del haijin marque claramente su obra. Parece inevitable, al fin y al cabo el haijin es humano y, aparte de sentidos, tiene sentimientos.

Supone un gran reto evitar contar en un haiku tu historia íntima, esa que te hace sufrir y provoca tus desvelos. El haijin sabe, o debería saber, que el haiku no es el lugar para hacerlo. Porque su dolor, su enfermedad, por muy duro que parezca, no es el objeto del haiku.

Creo que Shiki consigue superar el reto con mucha dignidad, logrando mantener a raya a ese “yo doliente”. Es posible que en ocasiones en sus haikus, sobre todo por la temática que llama su atención, resuene el sufrimiento. Pero ¿acaso podemos evitar que el laúd otorgue su color musical a lo que se interpreta a través del tañido de sus cuerdas? Y qué menos que aceptar que esto sea así, aunque sólo sea por pura compasión ante el sufrimiento de un semejante.

ぬれ足で雀のありく廊下かな

Nureashi de
suzume no ariku
rôka kana

 Andando con sus patitas mojadas,
el gorrión
por la terraza de madera

 

 

古壁の隅に動かず孕蜘蛛

Furukabe no sumi ni ugokazu harami-gumo

En la esquina de una vieja pared,
sin moverse,
una araña inflada de crías

 

 

手の内に螢つめたき光りかな

Te no uchi ni
hotaru tsumetaki
hikari kana

 

¡Qué fría la luz
de la luciérnaga
dentro de mi mano!

 


 
Mercedes Pérez para ERDH 2018

 

 

cinco

Se quebró el invierno… hoy huele a primavera… y aunque su esencia, abrigada por miles de años, no aporta nada nuevo, sí nos deja algo renovado… Es como regresar… regresar a un lugar en el que nunca has estado, un lugar en donde los ecos traen sonidos libres de artificios… donde la vida y la muerte comparten el mismo lecho.

Camina entre la hierba, apenas alcanza la altura de las margaritas recién brotadas. Se mueve con pasos dubitativos, imprecisos… son sus primeros pasos… Avanza, paso a paso… nunca será consciente del reto que le propone la vida… Junto a él ocho o nueve pollos de la misma nidada… su madre parpa con firmeza manifestando su cercanía.

A mí alrededor todo parece buscar su lugar. No hay resquicio por el que no asome la vida… brota el verde… un verde distinto, lleva el brillo de lo naciente. Una garceta arranca pequeñas ramas de un árbol… pronto tendrá compañía… Una pareja de ardillas escarba en busca de los frutos enterrados durante el último otoño…Yo sigo mi camino… un paso y luego otro… por momentos como el pequeño pato… dubitativo, inconsciente.

Alzo la vista al cielo… en apenas unos minutos ha perdido su azul; primaveratan pronto todo se llena de agua como un rayo de luz borra el luto que dormita en las oquedades del árbol caído. Un pequeño pájaro insiste con su canto. Los ciruelos pierden sus últimas flores.

Sigo con el paseo… mis pasos marchan describiendo un gran círculo… Los círculos tienen algo de magia y mucho de eterno… cuando los recorres, y llegas a su final, es suficiente un solo paso para alcanzar el principio…

Cesa la lluvia…

Del pico de una gaviota

cuelga la cría de un ánade

Asturias, donde la tierra siempre es verde.

Ciguas

Qué día llegaron a mi calle, no sé. Si sé donde llegaron. Hicieron su nido en la palma real de una de las casas de la acera del frente, a tres casas de donde vivo.

Y allí progresaron hasta llenar las ramas de nidos más pequeños y luego vinieron a establecerse también en los huecos del alero de la casa vecina y también en la ventana del baño de nuestra residencia.

Ventana que en ocasiones no se abre o no se acaba de cerrar por no perturbar a sus inquilinos.

Ni qué decir que las mañanas son un encanto con el frescor unido al gorjear de tantos pajaritos. Por aquí, por allá, las delicadas voces impregnan el espacio con un suave clamor mientras el sol remonta el alto cielo y llega la hora de marcharme al trabajo.

 

Sólo una palma

y multitud de ciguas.

Brisa de abril.

 

Una palma, muchas ciguas.

A su faena cada quien.

 

Dando brinquitos

es que la cigua camina.

Primavera.