UNAS PALABRAS DEL AUTOR
Mis inicios en este maravilloso mundo del Haiku-dô, se remontan al año 2006, cuando casualmente me topé con un artículo de José Luis Martínez Arteaga, entresacado de su libro “Literatura Uno”, en el que se hablaba del Haiku como si se tratara de una coplilla o de otro tipo de composición poética al estilo de Occidente, es decir, utilización de la rima, de la metáfora, del juego de palabras, etc.
Por mis manos pasaron autores como Alfredo Boni de la Vega, José Juan Tablada Acuña, Andrés Neuman o Mario Benedetti.
A medida que fui adquiriendo información al respecto, pude comprobar que el Haiku-dô era otra cosa, y que para entender y escribir haikus debía ajustarme a la manera de hacer de sus creadores y aceptar que, si quería hacerlo de un modo respetuoso y honesto, tendría que beber de sus fuentes y luchar por apaciguar la inevitable “herida poética” de nuestra cultura.
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tras los alcores
la luz se desvanece;
suenan esquilas
*
al sol se agitan
bajo el hielo del charco,
ninfas de libélula
*
llueve en el campo;
el vuelo de un cuervo
entre los riscos
*
luna con halo;
huye de una lechuza
la musaraña
*
sol de febrero;
en el fondo del pilar
brillan las carpas
*
luna velada;
el paso de las grullas
toda la noche
*
remolino de polvo;
entre las piedras
la codorniz
*
huele a tomillo;
la liebre en un surco
agazapada
*
nublo de abril;
la hormiga arrastra un ala
de saltamontes
*
suena un cencerro;
se lanza a la poza
el galápago
*
chirría la noria:
los ojos vendados
de la burra
*
viento del Sur;
van los espulgabueyes *
tras el arado
*Espulgabuey: Garcilla bueyera