La vi un día de enero cuando el ruiseñor se posó aquí cerca sobre el hilo del tendido eléctrico. No cantó, no dijo nada.
Más tarde, viajando en la carretera, la vi en las flores naranjas de las amapolas y los tulipanes africanos.
En febrero ya estaba en la avenida y pasaba desapercibida. Algunas escasas caobas, en la parte más alta de su fronda, tenían pequeñas agrupaciones de hojas nuevas que se destacaban por su color verde manzana.
Ahora ya es marzo y llegó a la vista de todos. Son más largos los días, más cálidas sus horas. Su palpitación está en los robles, las acacias florecidas, los piñones, la niebla de la mañana, el concierto de los ruiseñores, la actividad de las ciguas, el sol que cruza más alto en el cielo.
Y unas lluvias tímidas que todavía no llenan los humedales.
Le cuesta caminar
al potrillo reciente.
Oh, primavera.