Haibun 10
Huerto de las estrellas
Hay silencio en los huertos. Cuando los humanos callamos, aparecen sonidos antes imperceptibles. Los pájaros ocupan entonces el espacio sonoro de esta tarde calurosa. Lejos, en el pinar, el chirriar incesante de las cigarras. Por encima de los cultivos grazna un cuervo.
Existe una constante música de fondo que siempre suena aunque nadie la oiga.
Se agitan levemente la hojas del cerezo. Unos higos, aún verdes, reciben la luz del ocaso.
Aletea una y otra vez, sin oírse, la mariposa. ¿Como sonará esta mariquita comiendo pulgones en las hoja del calabacín?. La tierra se hace barro en los surcos regados.
Los dos molinillos de la niña del vecino no paran de girar. Me pregunto si conseguirán espantar a algún pajarillo. Vuelve de jugar con sus amigos. Tiene cinco años. Lleva unas trenzas africanas que le llegan hasta la cintura.
Cuando le digo que está muy guapa, hace un gesto rápido con las manos y mueve las trenzas. -¡Me las ha hecho mi abuela! -, responde.
Mira hacia arriba y dice: – Sabes?…mi mamá y mi hermanito son dos estrellas del cielo -.
Me enseña un trozo de madera con un cielo pintado donde se lee: “Huerto de las estrellas”.
Su yaya* lo colgará en la verja de la entrada. Le digo que es muy bonito y sale corriendo en busca de su papá.
Vuelven los sonidos de la naturaleza. ¿Qué pasaría…?., ¿qué pasaría si los humanos adultos calláramos?.
Un petirrojo vuela de un sembrado a otro. El canto del grillo sucede al de las cigarras. En la trampa para mosquitos hecha de vinagre y azúcar ha caído un escarabajo.
¡Cuántas cosas desapercibidas!. ¿Harán ruido al crecer las plantas y los árboles a pesar de que nadie las oiga?, ¿y las nubes…se desplazan así, en silencio?…
Brisa en la lavanda.
Agarrado a una flor
el saltamontes
* yaya: abuela
María Ángeles Millán
Girona (España)