CONSTRUIR
Caída la tarde,
inmóvil en los charcos,
hilal, hilal
DECONSTRUIR
Incluir palabras extranjeras en un haiku japonés que se escribe en español puede parecer poco canónico.
Pero el espíritu del haiku es libre y la ruptura del canon no creo que le haga menos libre, sino más.
En mi entrega del mes pasado me referí al haiku como expresión de inocencia; y puse el ejemplo de la poesía de una niña de seis años al observar, asombrada, la huella de la pisada de una sandalia impresa en la nieve.
Al niño que llevamos dentro no le importa que una palabra sea extranjera o no.
Para empezar, es muy probable que tal niño no llegue a diferenciar las palabras por su origen, es decir, por si es extranjera o no. Su corazón inocente, como es puro, no puede ser léxicamente “racista”, por así decir.
Cualquier palabra le vale si se ajusta a su sensación.
En este poema que presento he incluido el término repetido de hilal que, en árabe, quiere decir “luna nueva”, esa luna, delgada como el borde de la uña, que vemos en el cielo los dos o tres primeros crepúsculos del ciclo lunar. Tan delgada que, en su primera aparición, apenas se distingue del cielo crepuscular del final de la tarde.
Cuando la veo en el cielo, inconscientemente viene a mi labios esta palabra, hilal, que aprendí durante mi estancia de tres años en Irak. No aprendí mucho árabe, pero de esta palabra no me olvido. Los árabes tienen otras tres o cuatro palabras para referirse a la luna, dependiendo del tamaño con que la ven en el cielo.
La versión “no hilal” del haiku podría ser esta:
Caída la tarde,
inmóvil en los charcos,
la luna nueva.
Pero, para mí, no tiene gracia si comparo esta versión con la otra.
Este uso de términos extranjeros en la poesía me recuerda el empleo revolucionario que en ella realizó una poeta japonesa contemporánea. Se llama Machi Tawara y en su libro Aniversario de la ensalada (editorial Verbum) tiene tankas de una frescura y libertad sorprendentes, refrescantes. Como este:
Kono kyokuto
Kimete kaigan
zoi no michi
tobaru kiminari
hoteru Kariforunia
Escuchando la canción,
la canción de siempre
aceleras
por la carretera de la costa.
Hotel California.
En su poema, Hotel California, –dos términos extranjeros– es el título de un famoso álbum, y una canción, del grupo rockero Eagles. ¿Qué importa? Palabras del inglés (hoteru), del español (California), del árabe (hilal). Son solo palabras.
Y las palabras son solo flechas que lanzamos al espacio. Ni las palabras, ni su origen, deben embridar nuestra inspiración. ¿Se preocupa una flecha de su origen una vez que sale del arco? Hilal, hilal.