Haibun 18
Hágase tu voluntad
El chorrito, paciente, discurre por el musgo tierno y esponjoso. Atraviesa la caña dispuesta a modo de caño, y cae a la pileta de piedra en una suerte de alegre danza. Todo es sencillez: el agua que fluye, el musgo que la absorbe y la caña que permite el paso. Casi no se aprecia dónde está el manantial.
Ingeniería de la naturaleza. Y yo embelesado mirando la escena.
Huele a estiércol de unos corrales cercanos.
No sé por qué pero me viene a la mente la frase de los evangelios: “Hágase tu voluntad”. Confianza ciega en los brazos de lo que suceda. ¿Así de fácil?
Pasa una mosca, se posa un instante en la caña y continua dirección al establo.
Las respuestas aquí, en plena naturaleza, cuestan en salir. Es como si junto a esta sencilla fuente y al cercano corral, todo está contestado.
No hay nada más que decir. Porque ya el propio decir es romper el círculo del agua: las nubes… las entrañas de la tierra… el musgo… la caña… para al fin llegar a la pileta.
Del viejo corral se oye algún balido.
Decido seguir caminando. Juntando mis manos para crear un cuenco las acerco al chorrito y bebo.
¡Qué fresca!
Un trago de agua
mirando el horizonte.
Cielo sin nubes.
Enrique Linares
Valéncia (España)