Entramos en septiembre al corazón del otoño, y nada más otoñal que imágenes de cultivos. Con el haiku de este mes, Bashou nos lleva no sólo al centro de esta estación, sino también, al centro de la literatura nipona, e incluso, del propio haiku como estilo poético.
Cuando hablamos del corazón de la literatura japonesa no podemos referirnos a otra cosa que no sea el Genji monogatari, escrito por Murasaki Shikibu en el año 1008 y considerada la primera novela del mundo. Por más vueltas que nos demos a través del tiempo y la historia, una y otra vez volvemos a ella, tal como lo hace Bashou en esta ocasión.
En el capítulo llamado “Utsusemi”, Genji continúa persiguiendo a la dama de este nombre, el cual significa “caparazón de cigarra”, quien se le resiste. Consigue una noche, gracias a la ayuda del pequeño hermano de la dama, entrar en los aposentos de ella, pero al estar oscuro se confunde y se acuesta junto a otra dama, Nokiba no Ogi (que significa “miscanto del alero”). Es en este episodio que Bashou basa hábilmente su haiku.
唐きびや軒端の荻のとりちがへ
toukibi ya nokiba no ogi no torichigae
mijo, en el borde del alero en vez de miscanto
El error del haiku se da porque las espigas de ambas plantas se parecen, pero en el fondo es un juego de palabras, ya que Bashou toma el nombre de la dama “equivocada” de la historia de Genji.
Y aquí encontramos el corazón del haiku. El nombre original de este estilo poético es 俳諧 haikai, y es el que se utilizó durante todo el período Edo (1603 – 1868), hasta que Shiki Masaoka lo cambia a 俳句 haiku a inicios del periodo Meiji (1868 – 1912). Si analizamos los kanjis de haikai俳諧 tenemos 俳: actor, divertirse, jugar, bromear; y 諧: armonizar. En haiku 俳句, el primer kanji es el mismo, y el segundo significa verso. Es decir, en ambas definiciones tenemos el concepto de “broma”, y, de hecho, es fácil encontrar como definición de haiku: “poema humorístico”. Pero el humor no consistía en tratar algo gracioso o risible. Una de las técnicas que introdujo el “haikai renga” 俳諧連歌, y que heredó el haiku, es la mezcla del lenguaje poético o “uta kotoba” 歌言葉 (季語 “kigo” en el haiku) con el 俳言 “haigon” o lenguaje coloquial, y era esta mixtura, no utilizada previamente en la poesía clásica, la que confería sorpresa o humor al poema. En Occidente a veces pecamos de serios cuando nos enfrentamos al haiku, queriendo ocultarlo tras un velo casi mítico o sobrenatural, olvidando que también podemos hallar en él diversión, la diversión de la incongruencia de una situación, pero también la de utilizar nuestras capacidades y conocimientos en su máximo potencial. Vean cómo el maestro de este estilo se da la maña de recordar un pasaje de la obra cumbre de la literatura clásica japonesa, el conocimiento de la flora, el uso lingüístico ―ya que 唐きび toukibi o mijo es kigo de otoño, específicamente de septiembre―, todo en 17 sílabas. ¿No es acaso digno de que sonriamos maravillados de tanta habilidad?
Y quiero despedirme así de ustedes este mes, dejándoles como mensaje la importancia de divertirnos, de encontrar una sonrisa en el mundo que observamos. ¡Qué tengan un maravilloso septiembre!