Abril de 2025

CONSTRUIR

Sin hacer ruido
La primavera asoma
Al vasto cielo

DECONSTRUIR

En la poesía clásica japonesa, hay un recurso técnico llamado makura kotoba que literalmente significa «palabras almohadilla». Es una especie de epíteto fijo que confiere dignidad al nombre al cual precede, y dota al poema de ritmo y tono.  Algunos piensan que es un vestigio del antiguo, preliterario kotodama o «alma, energía de las palabras» que ejercía un poder religioso o mágico en la palabra.  Muchas de estas «palabras almohadillas» ya habían perdido su significado cuando la poesía adquiere el soporte escrito en Japón allá por los siglos VII y VIII. Su función es, aparte de dar prestigio al poema emparentándolo con la antigüedad remota, intensificadora o amplificadora del nombre que le sigue, por emplear un término de la preceptiva poética occidental; es semejante, por tanto, a los conocidos epítetos que Homero utilizaba, cuando habla de “la de rosados dedos” para referirse a la aurora.

En la literatura clásica japonesa hay listas de estas makura kotoba antepuestas a topónimos famosos, a verbos o a nombres. Por ejemplo, la de ashihiki, literalmente «arrastrando los pies», aplicado a «montaña». O la de hisakata, aplicado a «luz, cielo, nubes» para ponderar su grandiosidad, inmensidad. En el siguiente poema, el número 84, compuesto por Ki no Tomonori para la antología Kokinwakashū del año 905, la encontramos en este poema, un poema tal vez oportuno a este mes de abril porque nos habla también de flores:

En la vasta luz

De este día de primavera,

¿Por qué el cerezo

Sus flores pierde apenando

Los pobres corazones?

ひさかたの          hisakata no

光のどけき          hikari nodokeki

春の日に           haru no hi ni

しづ心なく                                             shizugokoro naku

 花の散るらむ                                        hana no chiru ramu

La luz, hikari, es el marco grandioso, vasto donde brotan las flores del cerezo o, más bien, donde se destaca la pena que siente el poeta al ver cómo los pétalos se caen.

En el haiku, donde el viejo kotodama se ha fosilizado en el actual kigo o «término estacional», no hay espacio para expresar directamente penas ni tristezas. Solo para registrar sensaciones. En el poema de este mes, es la sensación del silencio con que la primavera llega, de un silencio amplificado por la inmensidad del cielo.

   Por eso, en  la foto que acompaña este haiku se ve tanto cielo azul y tan pocas flores, las justas para presentir la llegada incontenible y silenciosa de la primavera.