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Yo, el fuego en la cima de la montaña

Febrero, 2024
Verano
Córdoba, Argentina

Yo, el fuego en la cima de la montaña

El seudónimo que adopto Taneda Shôichi para firmar sus publicaciones en vida como sus diarios fue Santôka. En japonés la composición del nombre incluye tres kanjis 山頭火. Las alusiones de este nombre son varias, entre estas: la cabeza de la montaña en llamas, que convoca una imagen volcánica, que delata una conexión profunda con la naturaleza. Sabemos muchos de los viajes de Santôka lo llevaron a caminar muchos senderos de montaña en profunda soledad. Nadie más que sus haikus son testigos de sus tonterías y de sus osadías. Así haikus como:

すべってころんで山がひっそり

subette koronde yama ga hissori

 Resbalo y caigo en la montaña desierta

*

枯山飲むほどの水はありて

kareyama nomu hodo no mizu wa arite

En la montaña marchita, sobrevivo bebiendo agua.

*

 

雪ふる一人一人ゆく

Yuki furu hitorihitori yuku.

Cae la nieve, uno a uno nos alcanza.

 

(Trad. Julia Jorge)

 

Suele decirse que, según las pautas formales, el haiku no acepta el yo. Es decir, no acepta que el poeta se nombre a sí mismo, ya que esto delataría cierta distancia con la naturaleza. Sin embargo, el estilo libre de Santôka no puede evitar hablar de sí mismo para vehiculizar su experiencia en la naturaleza. Los anteriores haikus dan cuenta de ello. Santôka a veces necesita confesarse, no solo escribir sobre su miseria sino también sobre sus malos sentimientos. Esta contradicción lo habita constantemente. De sus miles de haikus, encontraremos algunos que dan cuenta de ciertas experiencias búdicas, así como también remisiones a grandes frases del budismo zen. Pero también encontraremos haikus donde se resbala, tiene hambre y reniega de su miseria y su condición. Leamos entonces al poeta hablando sobre si mismo en la siguiente entrada

Sobre mí*

(En respuesta de una carta)

Yo también he llegado a los 50 años. Luego de 50 años de existencia, Confucio tomó su nombre. Aunque aún no he comprendido lo que significa la trascendencia, pero creo que he entendido algo sobre la naturaleza humana. O al menos sobre mi propia naturaleza.

Estoy cansando. Caminar es cansador pero más aún lo son las constantes contradicciones que me producen el hecho de mendigar. Esconderme en la sombra de mi kasaya, recitar sutras falsos, jugar las artimañas del mendigo: no tengo ningún mérito (arakan), ni siquiera merezco ofrendas (kuyô). Tal es mi sufrimiento mental que no lo soporto.**

A veces una vida no puede morir y otras veces no muere. Aunque las personas honestas no se equivoquen, se va y se viene entre la vida y la muerte. Este ciclo es un mandato divino del Buda.

En el mundo hay conquistas y épocas de guerra. Para la humanidad es imperativo conquistar la naturaleza. En estas luchas se ha derramado sangre de hombre a hombre.

Ser amigo o enemigo, salir victorioso y derrotado, asesinar o ser asesinado, todo ocurre bajo nubes blancas hasta en las cimas de las montañas. Tal vez sentarme a meditar en una ermita sea ocioso o no esté permitido. Sin embargo, yo que soy débil e incompetente, tiendo al anacronismo, no puedo pararme a tocar la bocina en la calle. Encerrado en mi vida anacrónica estoy sumergido en la contemplación.  Aspirar al mundo “vacío” y transitar la peregrinación hacia la “Tierra Pura” necesita de una devoción que no encuentro en el mundo exterior.

Hay que regresar a la estupidez originaria y proteger esa estupidez.

Tengo dos deseos egoístas como para tomar las armas. Mientras viva quiero vivir sin mentir sobre lo que siento tanto como sea posible. Este es mi primer deseo. Es otras palabras, desearía decir las cosas que me gustan y las que no me gustan. Hacer lo que quisiera y no hacer lo que no quisiera. Y me segundo deseo, siendo franco sería morirme cuando yo quisiera. Comúnmente se dice “pasar a la otra vida” pero a mí no me preocupa admitirlo.

No sé si soy feliz o infeliz pero no dejo de sentir que poco a poco los dos deseos más egoístas de mi corazón se hacen realidad. Si dejo ir lo que tengo en mis manos, se llenarán.

Aquí una frase de un poeta felizmente desafortunado:

hoy
por este camino
tantas veces recorrido
voy

*Entrada 389 del 1 volumen de Gyokotsu no nikki, fechado el 2 de febrero de 1931.

** En esta oración Santôka hace referencia a dos figuras que no hemos traducido para no entorpecer la lectura pero es pertinente aclararlas: en el budismo el termino arakan (arhat en pâli) se refiere a la persona que ha comprendido la naturaleza humana, ha alcanzado el nirvana y, por ello, no volverá a nacer. Aunque el budismo de Theravâda considera convertirse en es la meta del progreso espiritual, el budismo de Mahâyâna (del que deriva el zen) cree que el arakan como meta es un fin egoísta y a cambio cree que los Bodhisattvas permanecen en el ciclo del renacimiento para ayudar a otras personas a alcanzar la iluminación. Por otro lado, kuyô (cuyo equivalente en pali es pûjâ) es un término utilizado para referirse a las manifestaciones de devoción y adoración a deidades a través de reverencias, ofrendas y canticos ya sea en entornos domésticos o festividades.

Referencias

Santôka (18 de mayo de 2008) 私を語る「消息に代えて」[Sobre mí (Respuesta a una carta)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/48267_31582.html La traducción es nuestra.

Santôka (16 de septiembre 2014) 「蜂の子」草木塔. [“El niño del cuenco” en Pagoda vegetal (selección de haikus)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/749_34457.html La traducción es nuestra.

Presentación. Enero 2024: Comenzar

Presentación

Hace 8 años atrás, apenas siendo una estudiante de japonés inicial, descargaba de un sitio sospechoso El monje desnudo de Taneda Santôka. Me acuerdo que lo leí completo una madrugada de enero en la que el calor no cedía. Después de esa lectura de un tirón y en caliente, iba y volvía entre los haikus: buscaba los kanjis que entendía, arriesgaba traducciones novatas y creaba hipótesis con los dobles sentidos que se originaban entre la falta de corte del verso y los kanas. Es cierto, que castellano de esa traducción no era el mío. Muchas veces necesitaba recomponer la traducción a mi español argentino, incluso al de mi provincia natal, Santiago del Estero, donde conjugamos en otro tiempo verbal y, a veces, usamos algunas palabras en dialecto. Así, el ejercicio de “traducir” haiku, de deslizar los sentidos entre lenguas y ensayar hipótesis que destejan el universo simbólico japonés ha estado conducido principalmente por los haikus de Santôka.

Esta columna está dirigida a un público de habla hispana en general. Sin embargo, lo que quiero expresar con las palabras anteriores es que algunas traducciones pueden sonar extrañas. Cuando interpreto y hago el pasaje de una lengua a otra, me permito ciertas libertades con la intención de capturar el efecto haiku o, parcialmente, el mensaje de los fragmentos de diarios u otros escritos que quiero compartirles.

En el caso de los haikus, en particular, a veces los van encontrar acompañados con comentarios que no solo se relacionan con mi interpretación (una entre muchas posibles), sino también con la aclaración de algunos términos. No obstante, a aquellos que conozcan el japonés, los animo a intentar visualizar las imágenes desde la lengua original. Aunque puede que no cause el mismo impacto que en los corazones nativos, creo que en demora de la lectura. Una demora necesaria para imaginar una traducción instala un tiempo clave para ejercitarnos en el camino del haiku: dar precisión a los significados de las palabras, a veces difuminarlos, poner en juego nuestra intuición, captar posibles desvíos de sentido, pero siempre bajo un trazo conectado con un sentido más literal y determinado por ciertos contextos, entre otras tareas. Estas configuran la imaginación poética necesaria para acercarnos al universo poético de cada haijin y, a su vez, reencontrarnos con el propio. Leer haikus no es simplemente un camino de ida hacia el universo del haiku en japonés, sino más bien un camino de vuelta hacia la reconfiguración de nuestra imaginación sobre él.

Dicho esto, con esta columna quiero presentarles y comentar traducciones de haikus inéditos, así como también editados, y ofrecer fragmentos de los diarios y algunos ensayos de Santôka. Creo que desde las primeras traducciones de Vicente Haya, con las antologías El monje desnudo y Saborear el agua, Santôka se ha vuelto uno de los poetas del haiku más admirados, tanto por lectores experimentados como por aquellos menos familiarizados. Poeta y monje zen, que viajaba a pie por Japón, recuerda un poco al maestro Bashô, pero a su vez sus haikus expresan su carácter decadente y desprolijo, características que lo volvieron muy atractivo en los últimos años. Sin embargo, en esta columna quiero ofrecerles una figura de Santôka más amplia a través de traducciones y comentarios. Sabemos que fue monje zen, pero le parecía una hipocresía serlo, y fue arrestado muchas veces por no parecerlo. Sabemos que bebía sake a la luz de la luna de otoño, pero no sabemos realmente que era un alcohólico. Sabemos que fue un gran admirador de las sutilezas de los caminos, pero tal vez no sepa que era profundamente crítico con la sociedad y los efectos de la guerra. Sabemos que pregonaba los ideales de estar en armonía con la naturaleza, pero desconocemos el malestar existencial que motorizaba la travesía de este poeta que caminó sin destino y sin fin casi hasta su muerte.

Ir sin fin se trata de un viaje que durará un año pero que no tiene ningún fin ni destino. No buscaré la rectilínea coherencia sino explorar recovecos, tocar las paredes de los callejones sin salida y perderme en los laberintos de la lectura del haiku. Quisiera con esto responder a la búsqueda de Santôka: viajar como él viaja, vagando de aquí allá liberada de las obligaciones que corresponden a la demostración de una hipótesis.

Junto con los lectores, quisiera que, al igual que Santôka, nos expongamos a la intemperie de la naturaleza, que en nuestro caso es la naturaleza de otra lengua. Para mí, esto implica ir sin fin: reflexionar, deconstruir y reconstruir la escritura de Santôka desde lugares alternativos, pero no menos críticos, con traducciones cuestionables, pero no menos dedicadas. Esta columna busca conciliar una investigación extensa con mi propio entusiasmo poético.

Enero 2024

Verano
Córdoba, Argentina

Comenzar

「...道は前にある、まっすぐに行こう、まっすぐに行こう。」

michi wa mae ni aru, massugu ni ikou, massugu ni ikou.

El camino está por delante, ve recto, ve recto.

La ilusión del comienzo es puramente antrópica. Iniciamos el año porque dividimos el tiempo en porciones de meses que organizan las variaciones climáticas o, alternativamente, en los ciclos lunares y la llegada de un nuevo animal que, se cree, marca la tendencia cósmica. Empezamos un viaje con un boleto de ida y lo finalizamos con uno de vuelta. Organizamos el tiempo más allá de la noche y el día. Sin embargo, ¿es posible comenzar a describir una poética desde el principio?

Cuando intentamos determinar la génesis de una forma poética o la poética (en términos de la creación poética) de un autor, siempre encontramos afirmaciones que parecen ser la “base” o “los principios” que desmienten cualquier otra que quiera reemplazarlas. Decir: aquí se escribió el primer haiku, aquí se convirtió el poeta, sería en vano. No solo sería inútil porque no podríamos verificarlo «a ciencia cierta», sino porque siempre otro acontecimiento se impondrá sobre el anterior.

Algo similar sucede con las críticas biográficas: las referencias a la trayectoria personal solo verificarían ciertos contextos de producción y, aunque una vida comienza y acaba, tiñe de matices la escritura. Suelen tener un carácter testimonial y, aunque pueden contribuir a la interpretación de la información del haiku, no influyen demasiado a la hora de determinar la fuerza poética de la escritura.

Entonces, si hay un comienzo, este se encuentra en media res, en el medio de toda la escritura. El subtítulo de la traducción que quiero compartir hoy da una idea general de esta forma de “comenzar”. El subtítulo es 「扉の言葉」 tobira no kotoba, “Palabras en la puerta de entrada”. Una interpretación rápida podría pensar que el texto que acompaña al subtítulo funciona como un prefacio. Sin embargo, creo que la interpretación debe dirigirse hacia otro lado. En primer lugar, porque este fragmento es extraído de en medio de sus diarios de febrero de 1933, pero también porque en lugar de funcionar como prefacio, el texto presenta una especie de ley vital. El breve texto inscribe los haikus de Santôka bajo dos ideas. Por un lado, la composición poética del haiku como camino, 俳句道haiku-do, donde se inscribe una ética: ir recto por el camino significa estar presente a cada paso. Ir por el camino que se tiene por delante sin punto de partida ni de llegada, un viaje sin auto-destinación sino determinado por la pura voluntad de ir, tal como escribe en la primera entrada de su segundo viaje en 1930:

9 de septiembre 1930.
De nuevo en marcha. Una vez más me doy cuenta de que en realidad no soy más que un monje mendigo. Así, comienzo otro viaje. Voy a caminar tanto como pueda, iré lo más lejos que pueda ir. (Santōka, 2003, p. 31)

Por otro lado, la del camino de la composición poética del haiku en un sentido material: el haiku que se hace al caminar, que se sirve de las sutilezas del entorno que acompañan ese tránsito. Esta es la poiesis de Santôka: la hierba al borde del camino, la alondra que canta al alba, las flores y luciérnagas que anticipan la llegada a un pueblo o ciudad, o el cielo que deviene su compañero de viaje.

*Camino
Palabras en la puerta de entrada

Hace mucho tiempo, mientras mendigaba en la región de Hyuga, me sucedió algo extraño. Era una tarde soleada de otoño, me habían invitado una comida humilde en una taberna de las afueras de una ciudad. Me había levantado el ánimo pero seguía hambriento así que caminé en dirección a mí posada. De improviso un hombre se detuvo frente a mí: parecía de mediana edad, era delgado y pálido. Su rostro me pareció algo nervioso.

— ¿Eres un monje zen? … Dime ¿dónde está mi camino? —

— El camino está frente a ti, camina recto. —

No sé si me estaba probando con una pregunta en el camino, pero de todos modos, parecía satisfecho con mi respuesta inmediata, así que seguí por el camino que estaba frente de él.

“El camino está delante, ve recto.”  Esta es mi creencia. No tengo la habilidad para verificarla, pero creo que esta frase sugiere un sentido que tiene algo de cierto-

Creo que el camino de composición del haiku es igual relevante que la composición como un camino. Los elementos necesarios para un haiku están en todas partes, la clave está en cómo capturarlos. En otras palabras, se trata de cuánto y cómo puedes apreciar la naturaleza. La expresión del estilo, la composición de las circunstancias del haiku, la aparición de patrones formales y los cortes del verso dependen de esta capacidad.

“La mente en calma es el camino”, abogaba el monje Jôshû Jûshin. El viejo Buda Sakyamuni proclamaba: “Cuando sirvan té, toma té; cuando sirvan arroz, come arroz”. Por supuesto, esto se entiende a través de la lógica conceptual de: “La montaña no es montaña, el agua no es agua” que vale tanto como “La montaña es una montaña, el agua es agua”. Una hierba es simplemente una hierba, y eso es la budeidad. ¡Saludo al Buda de la hierba!

El camino no es buscar lo extraordinario, sino practicar lo ordinario. Del aprendizaje gradual viene la trascendencia directa. Al saltar de la matriz nos hundimos en la profunda contemplación.

En fin pulir un verso es pulir el ser humano, el resplandor de un humano se convierte en el resplandor de un verso. Sin el humano no hay camino, sin el camino no hay humano.

El camino está frente a ti, ve recto, ve recto.

*Entrada 389 del sexto volumen de Gyokotsu no nikki, fechado el 28 de febrero de 1933

Referencias

Santôka (19 de mayo 2008) 道〔扉の言葉〕[Camino: palabras en la puerta de entrada].  Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/48262_31577.html La traducción es nuestra.

Santôka (2003). For all my walking. Free-verse Haiku of Taneda Santōka with Exerpts from His Diary [Introducción y traducción de Burton Watson]. New York: Columbia University Press. La traducción es nuestra y ha sido cotejada con el original en japonés.