Unas palabras de la autora
Crecer y vivir en esta isla (Gran Canaria) ha sido y es para mí un regalo para los sentidos: el océano que nos rodea, los amaneceres, las puestas de sol en la playa, las cumbres rodeadas del mar de nubes, el bosque de helechos, la tierra volcánica… una infinidad de instantes y sensaciones irrepetibles que llegan al alma.
Y qué mejor forma de dejar constancia de todo ello que a través del haiku. Su aparente sencillez y su belleza me cautivaron hace casi diez años, buscando la manera de expresar lo mejor posible todo eso que me emocionaba.
Desde entonces sigo esta vereda, mirando con los ojos del corazón y aprendiendo cada día.
***
Pasan las nubes…
la yegua amamantando
a su potrillo.
*
Viento del sur,
la hilera de zapatos
junto a la fuente.
*
calabacera,
la brisa en los pelillos
de tallo y hojas.
*
Calla el pinzón,
el bosque todavía
huele a quemado.
*
alba de mayo,
con las alas mojadas
una libélula.
*
Atardecer,
el peso de la calima
sobre las hojas.
*
Bosque en otoño,
la hilera de chiquillos
cruzando el puente.
*
tarde invernal,
el graznar de unos patos
cruzando el cielo.
*
Siembra de otoño,
se agitan las mangas
del espantapájaros.
*
luna de enero,
un gato de puntillas
entre los charcos.
*
Atardecer…
se llena de sonidos
la vieja charca.
*
El vecino apaga
la fuente del jardín,
la luna llena.
*
Tarde de invierno,
el chirriar de un columpio
en la neblina.
*
Cielo estrellado,
se curva la hoja
bajo la escarcha.
*
Agua que fluye,
en el reflejo del árbol
los renacuajos…