Hay una planta / que tiene leche – / Una niña la coge
Unas hormigas / se peleaban, / una y otra
Hay una planta / que tiene leche – / Una niña la coge
Unas hormigas / se peleaban, / una y otra
初雪や 水仙の葉の たわむ迄
hatsu-yuki ya suisen no ha no tawamu made
primeras nieves…
solo la necesaria para combar
las hojas de narciso
Matsuo Bashô
“Demasiado tarde”. Eso es lo que lacónicamente se limitó a decir Yoritomo Minamoto antes de destruir Hiraizumi. O eso dicen que dijo.
Hiraizumi, el esplendor de tres generaciones de Fujiwara. Aquellas que duraron lo que un sueño de una noche de verano según Bashô. Hiraizumi y su montaña donde florecía el oro según el Manyôshû.
El brillo de la nieve casi ofende en los momentos, pocos, en los que el sol aparece de entre las nubes. El abad de Chûson-ji nos guía por los caminos despejados de nieve que serpentean y bifurcan en el bosque que acoge y parece disimular los pabellones y edificios del templo.
Este lugar es mágico.
El torii que brilla tanto que casi teñía de rojo la nieve, el escenario de noh refugiado en lo profundo del bosque de cedros…
La muerte de Yoshitsune Minamoto, el hermano pequeño del lacónico Yoritomo, es una de esas historias trágicas tan queridas y recordadas por el alma japonesa.
Tras luchar junto a su hermano mayor en la guerra que enfrentó a su clan, los Minamoto (Genji), con los Taira (Heike) el bravo Yoshitsune cayó en desgracia ante los ojos de su ambicioso hermano. Buscó refugio en Hiraizumi, que bajo el dominio del clan Fujiwara se había mantenido neutral. Y si bien en un principio Hidehira Fujiwara le dio amparo, a la muerte de este, su sucesor Yasuhira, más timorato, más ventajista tal vez, decidió traicionar a Yoshitsune a la vista de que la guerra se inclinaba cada vez más claramente a favor del hermano mayor.
Yoshitsune fue forzado a realizar seppuku. Su mujer e hijo también murieron allí.
Sin embargo ni Yasuhira Fujiwara, el señor traidor, ni Hiraizumi, el reino dorado, sobrevivirían a aquel episodio.
“Demasiado tarde”. Incluso las traiciones y el oro tienen su momento preciso, y precioso. Después ya… simplemente no sirven.
La estatua de Bashô aguarda en una orilla del camino. Me saco fotos entusiasmado con el paciente caminante, ahora tan quieto. Aquí y allá, así y asá, con la nieve por los pies. No importa. El abad y Takano-sensei ríen. La pequeña comitiva sigue el camino.
Bashô visitó este lugar en conmemoración del quinientos aniversario de la muerte del pobre Yoshitsune, en su periplo por la estrecha senda del norte profundo. Rodeado de estos cedros y pinos inmensos, surgiendo de la nieve como columnas, podría pensar que siglos y generaciones no son nada. Que todo sigue tal cual. Podría volver aquí quinientos años después y seguiría este silencio tan blanco. En lo profundo del bosque, en la profundidad etérea de la nieve.
Pero no. De hecho nada es igual. El único edificio del s.XII, la época del dominio Fujiwara, que sobrevive hoy en día en Chôson-ji es el Konjikidô (el Pabellón Dorado).
Cubierto de pan de oro tanto en su interior como en su exterior es también llamado Templo de la Luz. No me extraña. Todos los de esta pequeña comitiva errante guardamos ahora un silencio “luminoso”. El pabellón no es muy grande y por fuera está protegido con lo que podríamos llamar un edificio que hace las veces de funda para protegerlo. Es asombroso que haya llegado hasta hoy. Su estructura que parece tan delicada, su oro, su luz.
Se supone que Marco Polo hace referencia a los palacios de oro de Cipango por este templo precisamente.
Nos asomamos al interior y en el resplandor dorado de esta extraña penumbra podemos intuir la imagen de Amida Nyorai (el Buda de la Luz Infinita) a quien está dedicado el templo, y a otros dos bodhisattvas: Kannon y Seishi. Al tenue resplandor se asoman otras imágenes divinas y las tumbas de varios Fujiwara.
Creo que en este lugar he podido atisbar por primera vez la magia, blanca y negra, que ejerce el oro sobre el espíritu humano. Es como luz. Como el rastro de la luz. Aún en la casi oscuridad de aquí dentro puedo sentir ese retazo del sol, de la tierra, que lo creó.
En las dependencias del templo principal el abad nos agasaja con un té verde. En un lado Takano-sensei, Fuji y el abad. Presidiendo la mesa nos colocan a mí y a C. de cara a los demás. Reímos ante esta gentileza tan comprometedora. Dudamos si comer o no el primoroso okashi, ese dulce que siempre acompaña y equilibra el amargor seco del té macha. Reímos de nuevo.
No sé en qué momento empezó a nevar. Justo cuando me quedé solo, justo antes de las despedidas. En el camino que llevaba al aparcamiento.
No sé en qué momento recordé la foto que no hice. Las palabras que no dije.
Demasiado tarde… La nieve, justo la suficiente, se acumula ya sobre el camino y los cedros. En las manos. Sobre la risa y las generaciones. En el rastro de la luz.
ANIMALITOS DE DIOS
Calendario oriental
*
Al Grupo HAIKUNVERSACIONES, gente amable y valerosa, maestros todos; por su minucioso estudio del haiku, grandiosa labor en todas sus facetas, en búsqueda de la mejor senda de entendimiento.
viento de atardecer…
los jabatos se han comido
los cacahuetes
-Xaro Ortolá “Destellos”
(Alicante)
CERDO/JABALÍ
Pintura de Kono Bairei 幸野 楳嶺 (1844-1895)
“Jabalí salvaje”
Se dice que el cerdo un signo bendecido por la buena fortuna. Se trata de personas valientes y generosas que perseveran para conseguir sus objetivos. Alegres, pacíficos y buenos consejeros por naturaleza, intentan ayudar a los demás de corazón. Suelen ver el lado práctico y positivo de un asunto, proveyendo la solución adecuada. De carácter sociable, leal y servicial les convierte en amigos excepcionales; además, son sencillos y transparentes, detestan la mentira, lo cual hace que la suerte siempre les favorezca. Amantes de los placeres de la vida, saben disfrutar de una buena mesa, el arte, la cultura, la música, un entorno bonito, etc. En sentido adverso, podrían convertirse en seres superficiales, materialistas y auto-indulgentes.
Los cerditos suelen tener éxito en las finanzas, nunca les faltará el dinero, aunque no deberían ser tan confiados. Inteligentes y capaces, tienen espíritu de equipo y son trabajadores hacendosos. Destacan en profesiones relacionadas con lo artístico, la atención al público y la ayuda social. Se caracterizan por su honestidad, hasta el punto de rozar la ingenuidad. El Signo del Cerdo en la astrología china es un animal asociado a la fertilidad y la virilidad. Tener hijos en el Año del Cerdo se considera de buena fortuna, porque ellos serán felices y honrados. Románticos y alegres son vanidosos y se cuidan mucho, son elegantes y distinguidos.
No es de extrañar que sean cerditos dos de nuestros compañeros más queridos: Grego y Momiji (compañeros que hemos sabido hasta el momento).
Jabalí/Cerdo de Fuego
espera el cachorro…
con el tenedor retiro
el ojo del cerdo…
-Mirta Gili
(Argentina)
Jabalí/Cerdo de Tierra
Apenas niebla…
Huellas de jabalí
en el barro fresco.
Toñi Sánchez Verdejo “Diente de León”
(Albacete)
*
un jabalí hozó
la boca del hormiguero;
noche de lluvia
-Mercedes Pérez “Kotori”
(Madrid)
Jabalí/Cerdo de Hierro
mañana fría,
los chillidos del cerdo
en el corral.
-Maramin
(Valencia)
*
Taxidermista
en la pared la cabeza
de un jabalí.
-María “Annur”
(Canarias)
*
Olor a lumbre.
Recuerdos de matanza
por un momento.
-Antonio Martínez “Antoka”
(Albacete)
Jabalí/Cerdo de Aire
Batida del jabalí.
Ladridos y tiros
rompen el silencio.
-Joan Anton “MenCs6”
(Cataluña)
Jabalí/Cerdo de Agua
Mientras murmulla,
sigue lavando al sol
tripas de cerdo
-Mavi
(Murcia)
*
lluvia de otoño —
en el campo de alfalfa
un jabalí
“Daigu Neko”
*
Senda entre pinos;
la nieve empieza a cubrir
al jabato.
– Manuel “Orzas”
(Madrid)
Jabalí/Cerdo de Madera
Viento de otoño.
Bajo la encina, el lecho
de un jabalí.
-Gorka Arellano “Geergon”
(Navarra)
*
Claro de luna-
hacia el bosque de encinas
un jabalí
-M. Angels “Hikari”
Saludos compañer@s haijines del mundo
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月今よひ古郷に似ざる山もなし
tsuki koyoi kokyô ni nizaru yama mo nashi
luna de agosto…
no hay montaña que no se parezca
a las de mi tierra natal
Issa Kobayashi
Extendí la mano hasta casi tocarla… pero no me atreví. Una soga de paja de arroz trenzada rodea el tronco del cedro. Es enorme este tronco, este árbol, que apunta al cielo, recto, como el trazo de una flecha. Los zigzags de papel blanco y las gavillas que cuelgan de esa trenza parecen llevar allí siglos. Imposible. Shimenawa, así se llaman estas cuerdas rituales que señalan lo sagrado en el shintoismo.
Creo recordar que leí en alguna parte que representaban la tormenta. Las nubes que se entrelazan y los rayos en zigzag, la lluvia como gavillas que se abren hacia la tierra. A pesar del sol de esta tarde imagino esa pequeña tormenta que abraza al cedro, al bosque. Y al sendero.
De los torii que jalonan el sendero empinado cuelgan también shimenawa. Asciende estrecho y empinado montaña arriba, convirtiéndose, deshaciéndose, poco a poco en pedruscos de tamaño considerable. Qué calor…
El silencio que nace del cansancio y el silencio hijo del sobrecogimiento se han juntado aquí arriba, en mí, en lo que me rodea. De la roca emergen dos rostros enormes de buda. Se mostraron de pronto, al otro lado de los árboles, más allá del sendero.
Aunque su serena presencia es montaña tienen nombre. Fudô Myôô y Dainichi Nyorai, de ocho metros y casi siete respectivamente.
Buda. Roca. Montaña. Bosque. Otro silencio, de la presencia, brota de la misma montaña, lleno, claro, y se une al mío, a todos los silencios, como las ramas al tronco de los altos cedros.
Casi es tierra un viejo recipiente medio destruido por el tiempo y la lluvia lejana. Algunas monedas a su alrededor parecen surgir, o desaparecer, también en la tierra.
Arriba, entre los árboles, un santuario shinto. Algunas estatuas de jizô en diferentes estados de erosión y varias ishi-tôrô, esas linternas de piedra que parecen tener ojos y sombrero.
Qué silencio. Y eso que los insectos no dejan de estar, y que mi corazón aún no se ha aquietado tras la subida.
Joe, si no fuese tan estúpidamente tímido, miedoso, llamaría a los kami. Con un par de palmadas frente al santuario, y agitaría la cuerda con energía para hacer sonar los cascabeles gigantes… y cerraría los ojos.
Estoy solo en lo alto de la montaña y solamente junto las manos.
“Me gustaría que mi corazón saliera de la roca”. Pienso de repente, digo sin más. Muy bajito.
Los haces de luz caen como lluvia entre los cedros enormes. Las raíces zigzaguean brillantes a la luz del sol, apareciendo y desapareciendo de la tierra que huele a tierra.
Un silencio transparente que emana de la montaña lo penetra todo. Entrelazándose blanco con el estar de los insectos y alrededor de los árboles, y en el aire y en la luz.
Si llamara ahora, si llamara ahora con energía y silencio ¿vendrían aquí los kami? Los kodama de los árboles, los iwakura de las piedras. ¿Vendría el kami de mi corazón?
La serena quietud de la montaña emerge de ella misma y muestra su faz. Los dos rostros buscan la luz del sol en esta tarde que ya pasa. Los ojos entornados miran sin mirar algo que está más allá del bosque, al otro lado del silencio. Con la sonrisa tranquila de un niño pequeño que vuelve a casa.
¿Salir de la montaña? ¿Volver a ella?
Joe cómo cuestan a veces las cosas… decirlas… Subir montañas, bajarlas. Atreverse a tocar la tormenta.
LA CHOZA DEL HAIJIN
俳人の山小屋
BUSON, PINTOR Y HAIJIN.
fotokotori
“Antes del siglo VI en Japón, no había palabra para designar la Naturaleza, como realidad aparte y distinta del hombre, como algo que podía ser contemplado por el hombre” Shunzo Sakamaki
Hace unos meses vi una serie de TV sobre hombres y mujeres de otros países que han elegido algún lugar de España para vivir. Comprobé que muchos de ellos se sorprendían por lo poco que los españoles apreciamos y respetamos la magnífica naturaleza que poseemos. A mí no me sorprende. Por desgracia lo he comprobado en persona y en diversos lugares de nuestro país. Aunque suene duro lo que voy a decir, la agricultura y la ganadería “industrial” se han convertido en proxenetas de la tierra que, año tras año, se ve mancillada, vejada, envenenada, violentada por los deseos insaciables de corporaciones sin escrúpulos. Y no solo ocurre en España. Es un mal endémico.
No se ama la tierra. Se la utiliza sin pudor.
Se pierden a velocidad de vértigo especies animales y vegetales por culpa de una visión reduccionista y miope de la economía imperante, que ni comprende y ni le importa, que con cada animal o vegetal que desaparece, una parte de nosotros muere. Aunque el bolsillo de algunos se enriquezca con ello, el mundo se empobrece a niveles insospechados.
Por ello, SENTIR la Naturaleza, aunarse a ella desde la humildad y el respeto, son hoy actos prácticamente subversivos.
El haijin que se vuelve permeable con su entorno natural y vaga libremente en el mundo de sensaciones inocentes que le proporciona ese espacio, se convierte, lo quiera o no, en un revolucionario pacífico, y el haiku que escribe en una expresión esperanzadora de la Naturaleza.
Buson (1716-1784) fue reconocido en su época como afamado pintor de paisaje bunjinga o literario, de influencia china, para más tarde liberarse de esa influencia y pintar paisaje japonés con su propio estilo. Además, muchas de esas pinturas eran haiga, llamadas así porque ilustraban sus haikus. La inmensa mayoría de ellos, se inspiran en una naturaleza vibrante, captando momentos simples, humildes, pero a la vez profundos y en donde deja espacio para que lo sagrado se manifieste sin ninguna pretensión. Esa es la magia de este haijin, que desaparece del todo sin dejar que la sombra del poeta arruine el momento haiku.
·
みじか夜や芦間流るる蟹の泡 BUSON
Mijika-yo ya
ashi-ma nagaruru
kani no awa
Noche corta de verano:
entre los juncos, fluyendo,
la espuma de los cangrejos
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明やすき夜を磯による海月哉 BUSON
Akeyasuki yo o
iso ni yoru
kurage kana
Cede la noche
A la costa rocosa se acerca…
¡Una medusa!
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捨てやらで柳さしけり雨のひま BUSON
Suteyarade yanagi sashikeri ame no hima
Escampa la lluvia.
Planto en la tierra
la rama de sauce que no tiré.
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斧入れて香に驚くや冬木立 BUSON
Ono irete
ka ni odoroku ya
fuyu-kodachi
Hincando el hacha
me vi sorprendido por el olor
Bosque de invierno
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春雨や蛙の腹はまだぬれず BUSON
Harusame ya
kawazu no hara no
mada nurezu
La lluvia de primavera:
todavía no se ha mojado
la barriga de la rana
·
*haikus extraídos de El Alma del Haiku blog de Vicente Haya
Cuando a media noche abro la puerta de mi casa abro la puerta de la noche, la noche de mi calle, en que casi todos los vecinos duermen y nadie transita, ni siquiera los gatos.
Camino con Sawyer, un perro beagle que quiere olerlo todo, no solo el pasto de las áreas verdes y los matojos que crecen frente a las casas desocupadas, sino que el propio pavimento es motivo de sus finas indagaciones mientras emite repetidamente un resoplido tenue.
Así las cosas el cielo de la noche nos resulta lejano, apenas visto en los tramos de la calle donde no encienden los faroles.
Y vamos dejando atrás espacios bien iluminados y espacios de suave penumbra según nos acercamos al confín de la calle, desde donde nos devolvemos. En el trayecto hay puntos que Sawyer marca con su orina, siguiendo una lógica que solo él conoce.
Algún perro nos ladra desde su patio, a veces se oye lejano un televisor, pero no perturban nuestra lenta caminata por la calle que sigue siendo silenciosa, tranquila, donde lo importante es el olor, los olores del suelo, bajo el cielo fresco y lejano de la noche.
Fin de la calle.
Màs allá el zumbido
de los insectos.
*
Fin de la calle.
Desde lo más oscuro
una luciérnaga.
Unas palabras del autor
Me llamo Idalberto Tamayo (Rubens Saró), soy cubano y nací en la ciudad de Manzanillo, Oriente, en 1952. Me radiqué en La Habana en l969, donde un tiempo después laboré como funcionario administrativo del Ministerio de Salud Pública. En la década de los 90 comencé a escribir poesía y participar en concursos auspiciados por la Facultad de Ciencias Médicas de La Habana, obteniendo premios en los géneros de paremias, cuento y poesía a nivel municipal y provincial.
Actualmente vivo en los Estados Unidos de Norteamérica. En el año 2017 me interesé por el haiku al encontrarme con la comunidad «El Rincón del Haiku.org”.
.
Sonidos del bosque
En el envés de una hoja
duerme una rana
.
Noche de lluvia
Un sijú* volando
entre las matas
*Ave nocturna cubana.
.
Luna llena
Con hojas y sin hojas
la bibijagua*
*Hormiga cosechadora de hojas.
.
Senda del monte
En las manos del niño
tiembla el pichón
.
Termina el alba
Posado en un cardo
canta el jilguero
.
Sauces del río
Silbando muy cerca
el petirrojo
.
Corre el ciervo
Las copas de los pinos
se inclinan al sur
.
Haz de luz
Burbujeando el agua
entre las piedras
.
Ribera al sol
Alzando su cabeza
ventea el ciervo
.
Hormigas bravas
Con un palito el niño
empuja la oruga
.
Gotean las hojas
No han salido esta noche
los caracoles
.
Salto de agua
Canta el tocororo*
cerca del curujey**
*Cuba. Ave cubana de colores llamativos.
**Cuba. Planta epifita parecida a las orquídeas.
.
Mañana tibia
En los culos de las sandías
aún las flores
Sobre el pasto
mientras un pájaro vuela
está cantando
Nombre del niño/a: Ornella De Antonio
Edad: 10 años
Colegio: Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
-.-
¡Crak, crak! las hojas
Un arcoíris sale
mientras llueve
Nombre del niño/a: Martina Aricocchi
Edad: 10 años
Colegio: Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
-.-
Día soleado
entre los yuyos del río
sale una tortuga
Nombre del niño/a: Morena Curi Antun
Edad: 10 años
Colegio: Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
-.-
El viento rompe
el silencio
Las hojas caen
Nombre del niño/a: Morena Curi Antun
Edad: 10 años
Colegio: Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
-.-