CAPÍTULO II
MUJERES DE LETRAS JAPONESAS Y POETISAS DE HAIKAI
Antes de entrar en el estudio detallado de la vida y la obra de Chiyo-ni, será útil echar una mirada de conjunto sobre la influencia de las mujeres de letras en la literatura japonesa y, más particularmente, sobre aquellas que fueron seducidas por el género poético del haikai. Este doble estudio nos llevará a reconocer la superioridad de nuestra poetisa, superioridad que se manifestó por la facilidad de su talento, la gracia en la expresión de sus sentimientos y la profundidad de su pensamiento. Para poner de relieve todas sus eminentes cualidades, nos veremos obligados a anticipar un poco la exposición de su vida y su obra, y terminar este capítulo indicando tan brevemente como sea posible las características de su personalidad.
II.I. LAS MUJERES DE LETRAS EN LA LITERATURA JAPONESA[1]
En la historia de la literatura japonesa, las mujeres más famosas son indiscutiblemente las dos grandes estrellas de la época Heian 794-1185, aquellas a las que se llama Sei-Shi: Sei Shōnagon corresponde a la primera sílaba, y Murasaki Shikibu[2] a la segunda. Estas mujeres de ingenio brillaron en la Corte Imperial japonesa a finales del siglo X y en los primeros años del XI. Entonces florecía en las lejanas y desconocidas islas del Yamato una de las más bellas literaturas clásicas que hay en el mundo. Esta época es: la edad clásica “de la literatura japonesa” que está lejos de coincidir (en el tiempo) con la que lleva el mismo nombre en la historia de las letras francesas. Le es anterior en más de seis siglos, y si se piensa en esta antigüedad y en el estado poco floreciente en el que se encontraba Europa durante los años que precedieron o siguieron al año mil, el lector que se ha acercado con curiosidad al “Libro de la almohada” (en particular) no puede evitar cierta admiración (por la literatura japonesa)[3].
Murasaki describía en páginas llenas de fina psicología la existencia de los nobles en su novela cortesana del “Genji Monogatari”, en 46 volúmenes. Sei lanzó sobre el papel, al correr del pincel, sin orden, sus impresiones “que son producto de la fantasía personal, mezclas que participan a la vez de nuestros “Ensayos”, de nuestras “Pensamientos”, de nuestros “Caracteres”, de nuestras “Memorias”, y donde triunfa, como cabía esperar, el arte delicado de los japoneses[4]. Este libro de impresiones es el “Makura no Sōshi”, en 12 volúmenes, donde la autora nos ha dejado las pruebas de la originalidad de sus observaciones y su delicadeza[5]. Estas dos escritoras superan por su talento a sus contemporáneos y sus obras maestras son, con justicia, reputadas como incomparables en toda la literatura japonesa: hace tiempo que esta opinión ya no se discute. A excepción de estas dos mujeres de letras, las otras celebridades femeninas son bastante raras.
Durante el siglo de Nara (710 a 784), la poesía está representada por la antología del Manyōshū, o “Colección de diez mil hojas”. Entre la multitud de escritores que allí se unen, se pueden elegir las siguientes poetisas como seguramente las más famosas:
1ª. Ishikawa no Iratsume (Se supone que este nombre es el seudónimo de una dama de alta cuna. La palabra Iratsume era, antiguamente, un título dado a las jóvenes; hoy designa generalmente a cortesanas.)
shiga no ama wa
mekaki shiso yuki –
ioma nami
kōshige no ogushi –
tori mo minakou ni[6].
Las trabajadoras a la orilla del mar,
recogen las algas y fabrican la sal.
No tienen tiempo de buscar
como no tienen momentos de ocio,
el pequeño peine que se encuentra en el estuche.
Es decir, que están despeinadas. Debe haber ahí una comparación implícita. Sin duda la poetisa habla de sí misma. Pero no sabemos en qué condiciones se compusieron estos versos.
Respuesta hecha al príncipe de Ōtsu[7]:
ā wo matsu to
kimi ga nure keri-
ashikibi no
yama no shizuku ni-
narama shimono wo.
Quisiera ser las gotas de agua
de la montaña, que te habían mojado,
cuando me esperabas.
Se ve por ello que tenía una cita en la montaña con un príncipe de la familia imperial.
2ª. Ōtomo no Sakanoue no Iratsume.
kurokami ni
shirakami majiri –
ōrō made
kakarau ko’i ni wa-
mada awanakereba
Hasta el momento en que
me he vuelto vieja,
con cabellos blancos
mezclados entre mis cabellos negros,
nunca he encontrado
un amor tan intenso.
aga seko ni
koi sureba kurōshi-.
itoma araba
hiroite yukan-.
koi wa shinuredo ga i
Pensando en mi amado,
sufro tanto que
si tengo tiempo, recogeré
para llevármela, la caracola
que hace olvidar el amor.
Hay ahí un juego de palabras sobre el nombre de esta concha, que traducimos literalmente. Espera que le sirva de talismán para no sufrir más.
3ª. Nukata no Ōkimi[8].
Cuando el Emperador Tenchi (el 38° emperador de Japón 668-670) iba a cazar a la llanura de Gamo):
akane sasu
murasaki no yuki-
shimeru yuki
nomori wa minu ya-
kimi ga sode furō[9]
Al cruzar la llanura de Murasaki,
en el terreno de caza,
¿acaso el guardián no ve
ondear tus largas mangas?
¿Era el futuro Emperador, entonces en su juventud, quien hacía señales de llamar a su amada? No se sabe muy bien y aún se discute sobre ello. Algunos han pretendido que fue la causa de una guerra civil.
Respuesta enviada al Príncipe Yuge:
inishie ni
kōran tori wa
hototogisu
kedashi ya nakishi[10]
waga koiō goto
Antes,
el pájaro que amaba,
el hototogisu,
sin duda lloró
como yo, que estoy enamorada.
En la época Heian, además de las dos célebres Sei-Shi que ya hemos citado, conviene mencionar:
1ª. La Esposa del sesshō (regente) y kampaku[11]. Esta poetisa cuyo nombre personal se nos ha quedado desconocido, escribió el Kagerō Nikki, “Diario de una efímera” hacia finales del siglo X. Ella misma nos explica que escogió el título porque “cuando consideraba la impermanencia de las cosas, se sentía como una efímera suspendida entre el ser y la nada[12]“.
2ª. Sugawara no Michizane, o bien su hija Sugawara no Takasue no musume [13], que es la autora del Sarashina Nikki, “Diario de Sarashina” donde relata su viaje a Sarashina en la provincia de Shinano[14]. Este diario habría sido publicado en el siglo XI.
Entre las poetas, se pueden citar las siguientes como las más representativas:
1ª. Ono no Komachi, que vivió de 834 a 880. Su nombre ha pasado a la posteridad con la pléyade de los seis famosos poetas del siglo IX: los “Rokkasen”, cuyos versos fueron incluidos en la obra poética más importante compuesta en la época: El Kokinshū, “Colección de poesías antiguas y modernas”. Komachi fue célebre no sólo por su talento poético, sino también por su belleza y sus infortunios. En el Prefacio de Tsurayuki hay un juicio que le concierne: “Ono no Komachi se parece a la princesa Sotōri, de la antigüedad. Su poesía no es poderosa, pero nos hace sentir piedad: como una bella mujer que sufre. La falta de vigor es por lo demás natural en una poesía femenina[15]“. Sus compatriotas la han apodado la “Cleopatra” de Japón, y, en su país, las palabras “Komachi” y “una belleza” se han vuelto sinónimas. He aquí una célebre tanka donde la poetisa expresa con pesar la pérdida de su belleza vuelta inútil por su orgullo:
hana no iro wa
utsuri ni keri na –
itazura ni
waga mi yo ni furu-
nagame seshi ma ni
El color de la flor
se ha desvanecido,
mientras la contemplaba,
en vano
el paso de mi persona en este mundo[16].
De un extremo a otro de esta poesía, “una metáfora se desarrolla, donde el destino de la flor está asociado al de la poeta; y esta metáfora estalla en los dos últimos versos, con juegos de palabras tan encantadores como intraducibles: así como el color de la flor se pierde bajo la “caída”, furu, de una “larga lluvia”, nagaame, así la belleza de la mujer se ha desvanecido mientras ella “pasaba”, furu, a través de la vida, en una demasiado “larga contemplación”, nagame, de sí misma.”
Escuchemos también esta tanka muy femenina:
ōmoitsutsū
nureba ya hito no
miyetsuraran-
yume to shiriseba
samezara mashio
Quizás porque me
he dormido pensando en ello
es por lo que he visto a esa persona (hito).
Si hubiera sabido que sólo era un sueño
no me habría despertado.
2°. Izumi Shikibu, esposa de Tachibana no Michisada, gobernador de Izumi. Dejó, en prosa, un diario muy admirado:
El Izumi Shikibu Nikki. Entre sus numerosas poesías, nos quedamos con la siguiente, donde vierte su corazón de enamorada:
kare o kike
sayō fuke yōkeba
ware narade-
tsuma yobu chidori
sae iza nakunare
¡Escuchadlos!
conforme va anocheciendo
no soy yo (quien llora)…
son los chidori
llamando a sus esposos (o esposas)
quienes gritan de esta manera[17] (3).”
3ª. Ise no Ōsuke:
Sobre los gansos salvajes que dejan nuestro país (en primavera).
haru gasumi
tatsu o mitsutete
yōkō kari wa-
hana naki sato ni
kaomi ya naraen
Los gansos que (nos) abandonan
y se elevan por encima de la bruma
de primavera, quizás están
acostumbrados a vivir en un
país sin flores.
Durante los periodos feudales de Kamakura (1186-1332); de Nanbokuchō y Muromachi (1332-1392; 1392-1603), la literatura entró en una gran decadencia y las letras presentaron tan poco interés que se llama a estas épocas: “las edades oscuras”. (Es decir, sin la luz intelectual). Entre las poetas, apenas se puede citar más que a Abutsu-ni, la autora del Izayoi Nikki: “Diario del decimosexto día de la luna”, “así titulado porque es el 16 del décimo mes del año 1277 que partió para el viaje a Kamakura, que nos ha relatado[18].”
En la época de los Tokugawa, o de Edo (1603-1868), destacaron:
1ª. Arakida Reijō, seudónimo de una mujer de letras que publicó entre otras novelas históricas el Tsuki no yukue: “La dirección donde va la luna (ya oculta)” y el Ike no mokuzu: “Los fragmentos de planta que flotan en la charca.”
2ª. Inōe Tsūjo; que escribió el Tōka Kikō: “Crónica de un viaje hacia el Mar Oriental”.
3ª. Como poetisa, nuestra elegida: Kaga no Chiyo-jō.
En nuestra época, durante la era de Meiji, (1868-1912) la única novelista que se puede citar es Higuchi Ichiyō que tuvo la desgracia de morir joven. Sin embargo, tuvo tiempo de publicar el Takekurabe, literalmente “Dos personas” que comparan la medida de su estatura. Entre las poetas, conviene señalar a la espiritual Yosano Akiko que compuso las siguientes tankas:
tsubaki ochinu
beni tsubaki ochinu
tsubaki ochinu
hosoki ame furi
uguisu naku
Las camelias caen,
las camelias rojas caen,
las camelias caen,
bajo la lluvia fina, mientras
el ruiseñor canta.
Y también:
kiyomizu e
chōma wo yogite
saborauki yō
kogoe hito
mina utsukushiki
Hacia el barrio de Kiyomizu
pasando por Gion
una noche de luna llena
bajo los cerezos en flor
todas las personas que encuentro son hermosas.
II.II. LAS POETAS DEL HAIKAI
Pocos años antes del nacimiento de nuestra poeta, a finales del siglo XVII, la civilización japonesa florecía como nunca, y grandes nombres ilustraban las letras y las artes. Como hemos visto, el haikai alcanzó entonces su apogeo con el Maestro incomparable que fue Matsuo Bashō. Los mejores poetas de su tiempo se habían convertido en sus discípulos, y tras su muerte en 1694, la sociedad literaria, perdido su líder, quedó desorientada. Tuvo numerosos imitadores; los más célebres son aquellos que solemos llamar Juttetsu, los “Diez Sabios” de la “Escuela de Bashō”. Lamentablemente, pronto surgieron discordias entre ellos, y cada uno siguió su propio camino, como las hojas amarillentas de un árbol que se dispersan bajo el viento otoñal. Uno de estos discípulos, Enomoto Kikaku (1661-1707), con la esperanza de desarrollar el gusto poético de los habitantes de Edo, fundó en esa ciudad la “Escuela de Edo” (Edo-za). Es autor del siguiente haikai:
kane hitotsu
urenohi wa nashi
edo no haru
no hay un solo día
en que no se venda una campana:
primavera en Edo
Esto nos demuestra que Edo era muy frecuentada por provincianos en la temporada primaveral[19]. Entre los alumnos de este poeta podemos mencionar a Fukagawa Kojiō, Matsuki Tanyō y Hayano Hajin.
Uno de los “Diez Sabios”, Hattori Ranetsu (1654-1707), se instaló en una cabaña que llamó Setchōan, “la cabaña en la nieve”, y fundó la “Escuela de la Nieve”: Setsumon. Escribió versos célebres:
kigiku shiragiku
sono hoka no na wa
nakumo gana
crisantemos amarillos, crisantemos blancos:
¡ojalá no hubiera
otros nombres más![20]
Algunos poemas en las antologías japonesas tienen título. Este haikai se titula ‘Sobre cien crisantemos reunidos’, es decir, sobre una de esas exposiciones donde los jardineros presentan sin cesar nuevas variedades, bautizadas con nombres extravagantes; Ransetsu se irrita con toda esta nomenclatura, y quizás incluso preferiría ver solo los crisantemos originales, blancos o amarillos, como ciertos japoneses de buen gusto que observé un día en Tokio durante una exposición de este tipo, volviendo la espalda al lujo excesivo de las flores más elaboradas para reservar toda su admiración a pequeños crisantemos, simples y naturales, que representaban, apartados sobre un montón de arena, la belleza sin artificio de la especie primitiva.
ume ichirin
ichirin hodo no
atatakasa
por cada flor de ciruelo
que se abre,
un poco más de calor
En primavera, el frío disminuye con cada nueva flor que brota.
Ransetsu no dejó una obra muy extensa; solo tuvo un discípulo destacado: Ōshima Ryōta (1719-1789), uno de los autores más prolíficos de haikai, que dejó alrededor de sesenta obras. En uno de sus poemas, expresó el deseo de que, “suponiendo la metempsicosis, me gustaría renacer como un pino en la cima de una montaña; ¡así sería el primero en ver la luna!”.[21] Además, como contrapunto a la “Escuela de Edo”, se fundaron otras dos “células” en Kamigata, cerca de Kioto: la “Escuela de Mino” y la “Escuela de Ise”. El promotor de la primera fue el famoso Kagami Shikō (1665-1731), también uno de los Juttetsu, que publicó una obra titulada Haikai Jū-ron, “Diez discusiones sobre el arte del haikai”, y numerosos estudios sobre el mismo tema. Fue el que proclamó la necesidad de la “elegancia del estilo”, Fūga; Literalmente: estilo refinado y distinguido. Se halagaba a sí mismo, en su país, para ser el verdadero sucesor del estilo de Bashō: Sus alumnos fueron Katō-Gyōdai, Sengōkō y Rōgenbō. El fundador de la “Escuela de Hielo” fue Iwata Ryōki. A este último pertenecían Ōtsuyō y nuestra poeta Kaga-no-Chiyo. Así, la discordia reinó suprema entre los “Diez Sabios” imitadores de Bashō, y la enseñanza del Maestro, su forma de concebir la técnica del haikai, amenazaba con desaparecer: la flor de la poesía japonesa iba a ser sofocada bajo la exuberancia de hierbas silvestres. En este momento crítico apareció nuestra Chiyo-jō. Valiente, ella limpia la maleza y cultivó un espléndido lecho de haikai: así, la historia de la literatura japonesa se vio adornada con una de sus más bellas páginas poéticas.
Es notable que casi al mismo tiempo nacieran otras poetas talentosas. Mencionaremos en particular Sute-jō, Sono-jō, Chigetsu-ni, Shōshiki-jō, Kassan-jō y Tayo-jō. Cada una de ellas, siguiendo el rastro trazado por su maestro, aró su campo. Sus respectivos maestros fueron: Kitamura Kigin (1) para Sute-jō; Matsuo Bashō para Sono-jō y Chigetsu-ni; Takarai Kikaku para Shōshiki-jō. Los maestros de las dos últimas poetas no son muy conocidos. Se sabe que Nakagawa Otsuyū fue el primer maestro de Kaga no Chiyo. Como la vida y las obras de estas ilustres poetas no son muy conocidas para el público europeo, nos permitiremos dar para cada una de ellas una breve biografía y citaremos algunos de sus haikai, los más representativos:
SUTE-JŌ
Nació en el undécimo año de la era Kwannei, alrededor de 1635, en Kashiwara, una aldea perdida en las montañas del distrito de Higami; Provincia de Tamba. Sabemos que ella manifestó desde su infancia un talento literario precoz y que a los seis años compuso el haikai
yuki no asa / ni no ji ni no ji no / geta no ato
una mañana nevada
las huellas de las geta
dibujan en todas partes el número dos
Las gheta son sandalias japonesas de madera montadas sobre dos lamas, como pequeñas barras (=). La traza de las lamas deja como huella en la nieve el kanji que significa: dos. La niña los observa desde todos lados, para su gran diversión. Estos versos son bastante torpes; de hecho, en las diecisiete sílabas, se encuentra hasta cinco veces la sílaba ‘no’; solo son admirados por la juventud de su autora. Cuando creció, siguió los consejos del profesor Gokurakusha y del poeta Kitamura Kigin, que vivía en Kitamura, en la provincia de Omi. Ella fue entonces alumna de Miyagawa Shōken. Perdida en su tierra de montañas, sin embargo, supo de ella un día un señor que se dirigía a Edo para presentar sus respetos al shōgun. Pasaba por la región de Kashiwara cuando oyó hablar de la fama poética de Sute-jō. Hizo un desvío para visitarla y apreciar por sí mismo el valor de su talento. Lleno de admiración, se sabe que compuso este elogioso haikai:
kashiwara ni / oshiya sute okō / tsūyō no tama
robledal de Kashiwara,
es una pena abandonar
esta perla de rocío
Hay varios juegos de palabras aquí: 1° Kashiwara es el nombre del pueblo, también significa un campo o un bosque donde crecen árboles llamados kashiwa que son una especie de roble de hoja ancha “quercus dentata”; 2º sute-okō significa “dejar, descuidar, abandonar, abandonar, rechazar”; la expresión recuerda el nombre de Sute-jō; 3º tsūyō no tama significa “perla de rocío” y hace pensar en tsuyu ga oku: “el rocío que se posa sobre las flores”.
A los veinte años se casó con un primo suyo que era magistrado en la provincia de Tamba. Ella dio a luz a tres hijos. Su marido murió antes de que ella cumpliera treinta años. Entonces se afeitó la cabeza, es decir, entró en la vida religiosa y tomó el seudónimo de Teikan. En ese momento, ella compuso la siguiente tanka:
aki kaze no
fūki kōrō kara ni
ito-yanagi
kokoro bokō mo
chirō yūbe kana
una tarde de otoño,
mientras sopla el viento,
las hojas del sauce llorón
se desprenden y vuelan:
así, se encoge mi corazón
en el que exhala la tristeza que le inspira una tarde de otoño, así como las vicisitudes de la vida humana.
Se convirtió en discípula de la secta budista zen y tuvo como guía espiritual al bonzo Bannkeizen-shi, del famoso templo de Ryoū-mon en la aldea de Aboshi, provincia de Arima. Ella se hizo construir una cabaña cerca del templo y pasó allí el resto de su vida, en soledad y silencio, tratando de alcanzar la perfección moral. Su única diversión era componer haikai. A continuación, se muestran algunos de estos últimos:
kumoji ni mo
chikamichi arou ya
natsū no tsūki
incluso en la región de las nubes,
¿habrá un camino más corto?
¡oh, luna de verano!
kumoji, literalmente “camino de las nubes”, significa la región de las nubes o más claramente el cielo. En verano, la luna desaparece mucho más rápido que en otras estaciones, debido a la brevedad de las noches.
¿Habría tenido que recorrer menos distancia en el cielo?
higurashi ya
sōtēte okite mo
kōrōrō hi wo
¡ah! ¡cigarra!
por sí sólo
el sol se ocultará bien
Higurashi, literalmente “insecto que hace ponerse el sol” porque canta especialmente al atardecer, cuando el sol desaparece. ¡Qué nombre más pretencioso!, piensa la poeta, la estrella del día no necesita el canto de la cigarra para dormirse.
omoō koto
naki kao shite mo
aki no kure
aunque muestre
cara de no preocuparme,
el ocaso en otoño
Alusión a un antiguo poema que canta la triste melancolía de una tarde de otoño.
minazoko no
kage wo kowagarō
hotaru kana
ōgamitashi
namida komoru de
nehan-zō
¡ah! las luciérnagas
tienen miedo de su imagen
reflejada en el agua,
me gustaría contemplar respetuosamente,
(y lágrimas contenidas)
la estatua del Buda del Nirvana
Nēhan, una palabra sánscrita, es el Nirvana de los budistas, el estado de descanso completo, felicidad suprema, el Paraíso de Sakya Mouni. Nēhan-zō es una estatua de “El que ve”, entrando al Nirvana. La poeta no puede contemplarlo sin estar profundamente conmovida.
yuki no koto ni
narete yuki ma no
yomena kana
¡ah! la flor de yomena
que crece en la nieve:
está acostumbrada a las dificultades
Yomena es una especie de áster: “boltonia cantonensis”, un género de plantas compuestas, de la que una variedad, el áster de china, es la reina-margarita (NT.- si bien al igual que pasa con el asagao, conviene dejar su nombre original: yomena). Entre los japoneses, esta planta es, en general, el símbolo de la vida humana, pero representa más particularmente a su homónima yome: “la mujer del hijo”, a la que su suegra hace sufrir con frecuencia. El deber de la nuera es el de resignarse pasivamente; por eso se la compara con una flor de yomena que crece valientemente en la nieve, porque está acostumbrada a la dureza del frío.
zōni ni ya
chiyo no kazō kakō
hanagatsō wo
en la sopa de año nuevo
el pescado seco se deshace:
flores de mil años
El zōni es una sopa que se prepara hirviendo varios tipos de verduras, pescado o aves y zōni-mochi “tortitas de arroz”; Este plato se sirve especialmente en los primeros días del año. Este poema es una especie de deseo de prosperidad. Hay palabras auspiciosas: Chiyo-no kazu, “número de mil años”; que expresa una idea de prosperidad, longevidad, así como la palabra hana “flor”. Se ponen mil trozos de pescado seco, cortados como pétalos de flores, sobre las tortas de arroz.
Creemos que no carecía de interés dar a conocer a esta poeta que supo, como podemos ver, escribir haikai con un sentido profundo y delicado. Murió en el octavo mes del undécimo año de la era Genroku, alrededor de 1699; tōchi no e-tora: “el año del tigre de la tierra antigua”.
SONO-JŌ
Nació en el segundo año de la era Shō-wō Hacia 1645, en Matsusaka, en la provincia de Ise. Ella era la hija de un ministro shinto llamado Watarī. Se casó con Okanishi Itchū, originario de la provincia de Bizen, y residió primero en Naniwa. No sólo era experta en el arte de componer haikai, sino que también sobresalió en la escritura tanka. Habiendo estudiado primero arte poético bajo la dirección de otra mujer, Mitsu-jō, que vivía en el pueblo de Yamada en la provincia de Ise, se convirtió en una de las discípulas de Bashō, que pasaba el tiempo viajando “siempre en busca de ideas e imágenes susceptibles de seducir los corazones”[22], murió durante un viaje a Osaka en casa de esta poeta, rodeado de sus mejores alumnos. Después de la muerte de su marido, abandonó Naniwa para establecerse en Edo, en el distrito de Fukagawa, donde había vivido el Maestro[23].
En este mismo distrito de Fukagawa se encuentra el templo sintoísta de Hachiman, dentro de cuyo recinto se encuentran los Kassenzakura, los “treinta y seis cerezos plantados en honor a treinta y seis poetas elegidos entre los autores del Hyakunin Isshū[24]. Se afirma que estos Kassenzakuras fueron plantados por la mismísima Sono-jō. Habiéndose quedado viuda, siguió siendo muy virtuosa y, como todas las mujeres respetables, nunca se sentó, ni siquiera en las reuniones de poetas, al lado de los hombres. También hemos recibido anécdotas que nos demuestran que tenía un carácter bastante original. Un tal Ikutama Kimpu dejó las siguientes observaciones sobre ella[25]:
“Esta poeta no vive como las demás. Hace cosas extravagantes, por ejemplo: el otro día rasgó el forro de seda rojo vivo de su manga, para hacer cordones de gueta. En su cocina, como fregadero, utiliza (para lavar sus platos) una tapa de bunko (una especie de caja lacada, generalmente preciosa, que se utiliza para guardar libros y documentos).
Ella hace cosas tan extrañas como estas permanentemente. Parece que le gusta el desorden. Recientemente, entró en la religión, y, en lugar de afeitarse la cabeza completamente como todos los demás, quería dejar, justo en medio del cráneo, unos diez mechones: el efecto era de lo más divertido”, y el crítico añade: “sin duda, es porque tenía este carácter caprichoso que comprendió la esencia del budismo de la secta Zen”. Observamos, de hecho, que los seguidores de esta secta siempre tienen tendencias mentales completamente excéntricas. Son místicos que colocan al final de su lista de preocupaciones todas las preocupaciones materiales de esta vida. Entre los haikai de Sono-jō podemos citar los siguientes:
toshi yoreba
nezumi mo hikazu
samusa kana
al envejecer,
ni los ratones se me acercan…
¡qué frío![26]
En Japón, cuando uno está solo, abandonado, dice en broma: Nezoumi ni hikare so, “tengo miedo de que las ratas me lleven”, de ahí la idea de esta poeta: ni una sola criaturita me cuida. El verbo hiku también significa “pedir matrimonio”, tal vez quiere decir que ningún hombre está interesado en ella. En cualquier caso, ella no intenta complacer. El último verso sólo indica la temporada de invierno.
ōme wo orou
tomari mo asaki
tsurube kana
dobla el vecino
una rama de ciruelo;
su balde es poco profundo
Una simple observación que expresa la acción poética de doblar una rama de ciruelo en flor.
shigurete ya
hana made nokorou
hinokigasa
lluvia invernal…
hasta las flores perduran
en el sombrero de ciprés
Este haikai fue compuesto un día que visitaba a Bashō. Se supone que un viajero había recogido unas bonitas flores durante una excursión, luego habría adornado su hinokigasa[27] con ellas y, como llovió, las flores no se marchitaron.
yozakura ya
taikō sama no
sakura gari
¡ah! ¡las flores de cerezo!
las contemplo por la noche y pienso
en el Festival de flores de Taikō[28]
Sono-jō se refiere a un festival que se supone que Taiko dio en un antiguo monasterio, cerca de Kioto, donde florecen magníficos cerezos. Los invitados deben haber roto algunas ramas de estos árboles para guardarlas como recuerdo.[29]
ara utsukushi
u no hana wa taga
kae-goromo
¡oh, qué hermosas
las flores de deutzia!
¿de quién es este ropaje nuevo?
La poeta, en una excursión al Monte Kagu, compara un adorno de pequeñas flores blancas, de las que hay en las laderas de la colina, con una nueva pieza de ropa. Está pensando en la segunda tanka de Hyakunin Isshū, compuesto por la emperatriz Jitō que reinó del 687 al 696.
haru sugite
natsu kitarurashi
shirotae no
koromo hoshitari
ama no kagu-yama
la primavera pasó,
el verano parece llegar…
ropas de blanco lino
tendidas al sol
en el celestial monte Kagu
El texto original, que se encuentra en el Manyōshū[30], es obviamente preferible a éste, y expresa una impresión más viva, sustituyéndose el segundo verso por “sin duda, el verano llega” y el cuarto por “la ropa se está secando”.
haya hiza ni
sake koboshikeri
kaegoromo
enseguida se ha vertido el sake
en las rodillas
con la ropa nueva
Sin duda, ella había ido de picnic a la colina celestial.
ota ko ni
kami naburaurō
atsusa kana
¡qué calor!
el niño que llevo en mi espalda
¡se divierte con mi cabello!
La poeta evoca el gran calor del verano. Ella lleva en su espalda un bebé jugando con su moño laboriosamente fijado. “La torre” corre peligro de derrumbarse, lo cual es un tanto molesto.
meigetsu ya
kotoji ni sawarō
kuri no kawa
luna de cosecha,
roza los puentes del koto[31]
una cáscara de castaña
Nos imaginamos a Sono-jō tocando el arpa una noche de luna llena, comiendo castañas.
meigetsu ya
ame ni hiraite
moji naki ha
la luna llena…
las hojas que ha abierto la lluvia
¡están en blanco!
Se refiere a unas hojas de plátano muy largas y anchas: de 2 a 3 por 0’5 m. La poeta las compara con pergaminos, rollos de papel desenrollados. A la luz de la luna, se dio cuenta de que no tenían ningún carácter escrito: la propia lluvia los habría borrado.
ōhara me ya
nowaki ni mukō
kakae yobi
mujeres de Ohara:
avanzan contra el viento
con los obis anudados al pecho
Este haikai es una mera descripción. Fue compuesto en el templo Hōryū-ji. Sono-jō observa a las mujeres que vienen del pueblo de montaña de Ohara, cerca de Kioto. Van vestidas de un modo peculiar: en lugar de atarse el obi[32] “cinturón” a la espalda como otras mujeres japonesas, se lo atan por delante y parecen apoyarlo en sus brazos. Suelen bajar al pueblo a vender plantas comestibles, flores, etc. El poema que sigue se titula: “En el templo Sōmyōji”:
kyō no kiku
rōka shū o
ōkeiryō
crisantemos de hoy:
mi colección de poesía china y japonesa
escrita en el género Ōie-ryū
En otras palabras, dedico al Templo mis poemas chinos y japoneses escritos en el estilo inventado por Son’en Hōshinnō, hijo del emperador Fushimi[33]. La expresión “crisantemos de hoy”, es solo para indicar la estación.
hatsu shigure
abutsu no tabi ya
tsuzura uma
primer chaparrón de invierno:
en un caballo con alforjas
viaja la monja Abutsu
Sono-jō, al emprender un viaje, pensó en su antepasada Abutsu-ni, que vivió en el siglo XIII, como ya se ha mencionado[34].
yuki ni omoe
fuji ni nokaba wa
kokyō no e
cuando nieve,
recuerda al contemplar el Fuji
que es la imagen de tu país
Este haikai, que aún conmueve los corazones de todos los japoneses, fue regalado como deseo de buen viaje a una amiga que se dirigía rumbo al este.
kogarashi ya
koborete hirou no
ushi no koe
viento de invierno…
mientras recojo lo caído,
el mugido del buey
Una sencilla descripción del campo en pleno día de invierno.
ha no oto ni
inu hoe kakaru
arashi kana
un tifón…
con el sonido de las hojas,
el perro ladra
El perro está aterrorizado por la violencia del viento en los árboles.
yōkō toshi ya
oi wo hōmetarō
komachi no e
el año se va:
el retrato de Komachi,
¿honra a la vejez?
Sono-jō, ya mayor, probablemente medita sobre los seis kakemonos que representan a la bella poeta del siglo I y que simbolizan las seis fases de la vida humana: en el primero, Komachi resplandece de juventud; en el segundo, ella está enferma; en el tercero, es abandonada por el mundo; el cuarto, ella es vieja y mendiga; el quinto día, ella… murió; en el sexto, sólo queda un cadáver devorado por los gusanos. El último cuadro es un contraste terrible con el primero. Sono-jō cree que el tiempo vuela e incluso las mujeres más hermosas se desvanecen y se vuelven horribles. Murió en el undécimo mes del segundo año de la era Kyōho, alrededor de 1718, a la edad de setenta y cuatro años. Aquí está su tanka de despedida:
aki no tsuki
haru no akebono
mishi sora wa
yume ka utsutsu ka
namu amida butsu
luna de otoño…
el mismo cielo que vio
la aurora de primavera:
¿sueño o realidad?
¡namu amida butsu![35]
CHIGETSU-NI
Nacida en Otsu, en la provincia de Omi, alrededor de 1632, su apellido era Kawai. Fue discípula de Bashō y también su hijo Otsūshō. En el séptimo año de la era Genroku, alrededor de 1694, cuando tenía sesenta años, visitó a su Maestro y le pidió que le dejara, como recuerdo, un jisei (poema de despedida). El haijin comentó en tono de broma que “era bastante triste escuchar a una anciana hablar de un poema de separación”. Sin embargo, le concedió su deseo, pero sucedió que murió poco después y todos quedaron sorprendidos. Se afirmó que Chigetsu-ni había tenido un presentimiento de este final. Cuando se enteró de la triste noticia, la poeta corrió; fue ella quien hizo el sudario del santo anciano. El, fue enterrado en el templo de Yoshinaka; ella, lo acompañó, le ofreció flores e incienso, y rezó por el descanso de su alma.
He aquí algunos de sus poemas:
yama no sakura
chiru ya ogawa no
mizu no guruma
los cerezos de la montaña
esparcen sus pétalos…
el molino del arroyuelo
Descripción sencilla de una imagen poética.
ohitaki no
morimono toru na
murasaki garasu
¡cuervos del pueblo!
no robéis la comida ofrecida
en el festival del fuego
Ohitaki: “arde el honorable fuego”, indica un festival religioso sintoísta que tiene lugar en Japón a principios de la primavera. Luego se quema la hierba seca de las montañas para permitir que crezca hierba nueva. Al mismo tiempo, se ofrece comida a los dioses: frutas, pasteles, etc., apilada en un jarrón. Esta ofrenda es el morimono que los descarados cuervos vienen a saquear.
tameike ni
kawazu umaru
mizuumi kana
ya tibia el agua,
en el estanque
nacen las ranas
ine no hana
kore mo hotoke no
miyage kana
flores del arrozal:
también esto es
un regalo de Buda
Diríamos de la Providencia.
hiro niwa ni
yutaka ni hiraku
botan kana
en un gran parque
floreciendo abundantemente
¡las peonías!
yamatsutsuji
ōmi ni miyo to ya
yūhi kage
azaleas de montaña…
miremos Ōmi
bajo el sol poniente
(NT: Ōmi era el antiguo nombre de lo que ahora es la prefectura de Shiga, junto al lago Biwa).
ōsaka ya
izumi seki au
semi no koe
Ōsaka…
en el puesto de Izumi
el canto de las cigarras
Ōsaka es el nombre de un paso entre montañas en la carretera de Kioto a Ōtsu. Debe de haber miles de cigarras cantando; da la impresión de que están concentradas.
hatsutake no
ka ni furiidasu
kosame kana
con el aroma
de las primeras setas,
comienza la llovizna
tamakura ya
tsuki wa nunome no
kaya no uchi
el brazo como almohada…
ver la luna
a través de la tela del mosquitero
“Lamento por la muerte del poeta Ran-ran”
naki dashite
kome kogoshiteri
ina sōzōme
empieza a trinar…
un gorrión revuelve el arroz
desparramándolo
En otras palabras: ya no podía comer a causa de su pena. Por supuesto, se trata de ella.
waga nari mo
aware ni miyou
kare no kana
yo también
estoy desolada…
¡la llanura de hierba seca!
fuyō no hi ya
oi mo nakaba no
kakuregasu
¡ah! el día de invierno…
a medio camino de la vejez
bajo el sombrero mágico
Kakuregasu es un sombrero de ala ancha del que se dice que tiene la propiedad de hacerte invisible. Es un símbolo de felicidad. La poeta, que vive en soledad, expresa el encanto que siente cuando se imagina llevando este sombrero.
“Un recuerdo dejado a mi hijo, Ossōshū, cuando se fue a las provincias orientales”
wazato sae
mi ni yokou tabi wo
fuji no yuki
expresamente por contemplarla,
hacemos el viaje:
la nieve del monte Fuji
Aunque Ossōshū tiene la suerte de pasar por allí, ya que se dirige a Edo.
Es fácil ver que la gentileza y la amabilidad son los tonos dominantes de esta poeta de haikai. Ella es muy admirada por sus compatriotas por la sencillez de sus expresiones. El buen gusto exige, de hecho, evitar el uso de imágenes demasiado brillantes o un estilo demasiado llamativo: el haijin perfecto debe saber pintar, en medias tintas, cuadros llenos de religiosidad y poesía. Chigetsu-ni murió en el tercer año de la era Hōei. (NT: La era Hōei fue un período en la historia de Japón que abarcó desde marzo de 1704 hasta abril de 1711).
SHŌSHIKI-JŌ
Originaria de Edo, donde nació hacia 1668. Su apellido era Ome. Su verdadero nombre es O-Aki: “otoño” y su seudónimo “color de otoño”. Sus padres eran comerciantes en Uji-machi, y desde su juventud mostró una fuerte inclinación por el estudio. Un día de primavera, a sus trece años, invitada por el canto de los de ruiseñores y los sauces llorones, fue a Ueno a contemplar los cerezos en flor. Bajo las frescas sombras, circulaban paseantes, cada uno con una botella de sake[36] colgado del cinturón. La niña disfrutaba observándolos. Detrás del santuario de la deidad de la misericordia, Kannon, en el templo de Fumon-in, había un viejo cerezo con ramas colgantes[37] muy cerca de un pozo; y se fijó en un hombre borracho que bebía agua. Asustada, compuso el siguiente haikai:
ido bata no
sakura abunashi
sake no ei
junto al pozo
las flores de los cerezos están en peligro…
¡atención! ¡hombre borracho!
Tenía miedo de que el borracho cayera al pozo o dañara las flores. Después de escribir estos versos en un tanzaku[38], los colgó en una de las ramas del árbol y, sin que nadie se diera cuenta, huyó. En aquella época era de buen gusto colocar poemas debajo de árboles en flor. Por entonces había en Ueno un Superior del templo Kanei-ji que era un príncipe imperial y un hombre erudito. Todos los días enviaba a uno de sus monjes a recoger las tiras de papel que los poetas habían dejado en la colina de Ueno, y disfrutaba leyéndolas. Encontró por fortuna interesantes poemas chinos, tankas y haikais. Observó, entre tantos otros, el de O-Aki, y exclamó: “¡Este es un poema excelente! La escritura vacilante delata la juventud del autor: no importa, ¡busquémosle!” Para su sorpresa, se descubrió a la joven poeta, que fue felicitada por el Hōshinō[39]. Para recordar este hecho, el árbol recibió el nombre de Shōshiki-sakura: “el cerezo Shōshiki”.
Estudió composición de haikai con Kikaku; luego se casó con un haijin llamado Kangyoku. De esta unión nacieron dos hijos que también eran poetas y artistas: uno tomó el seudónimo de Rincha y el otro el de Shiman. Se dice que esta poeta supo practicar la piedad filial de manera notable, la siguiente anécdota nos muestra el testimonio: cuando su talento como poeta la hizo famosa, fue, en muchas ocasiones, invitada por los grandes señores de la zona. Un día, un noble de Edo le pidió que lo visitara. Era el dueño de un magnífico parque, que el anciano padre de Shōshiki-jō deseaba mucho conocer. Al no ser invitado con su hija, decidió vestirse de lacayo para acompañarla. Él pasó por sirviente y fue tratado muy bien; y durante su tiempo libre pudo admirar la maravillosa finca. Por la tarde regresaron juntos a casa; pero O-Aki iba en un palanquín y el anciano padre corría detrás de ella. Mientras quienes la llevaban Iban deprisa, empezó a caer un fuerte aguacero. Shōshiki estaba preocupada y, como el camino empezaba a subir, ordenó a los porteadores que se detuvieran y se alejaran unos momentos. Durante su ausencia, obligó a su padre a ocupar su lugar. Se puso su mino[40] y caminó de regreso a su casa, mientras su anciano padre fue traído de vuelta en la silla de manos.
Sabemos que ella había sido estudiante de Kikaku que vivía en el mismo distrito de Edo. En su vejez, el maestro era muy pobre y aceptó la hospitalidad de Shōshiki. Esto explica por qué O-Aki utilizó durante algún tiempo, después de la muerte de Kikaku, el sello que este último solía poner en sus colecciones de versos. Más tarde se lo pasó a Fūkagawa Kojō. He aquí algunos de sus haikai:
kiji no o no
usuku sawarō
sumire kana
la cola del faisán
roza ligeramente
¡la violeta!
Es una imagen campestre observada en primavera.
ame dare ni
sode mo ayame no
nioi kana
con la lluvia pasajera
¡hasta mis mangas
se perfuman con el iris!
mishū sagete
ta ga tsuma naran
sōzumi bune
las persianas bajadas,
¿de quién será esposa
quien toma el fresco en la barca?
“Lamentos por la muerte de Kikaku”
nichi-nichi ni
morote awasete
yūri no hana
día tras día,
uniendo mis manos,
un lirio
hotoke miete
kokoro odoroku
hasu kana
al ver al buda
el corazón se estremece
¡el loto!
hassō tsuyu ni
kaze sae shimeru
ōgi kana
con el rocío temprano
¡hasta la brisa del abanico
se humedece!
yōkihi no
mōsōgoto mo nashi
kyō no tsuki
ni una palabra vana
de Yang Guifei…
¡la luna de hoy!
Es una alusión a un poema chino: La bella emperatriz Yōki fue amada por el emperador Genjō. Un día, a la luz de la luna, Yojihi[41] le confesó que quería estar con él, en la tierra, como las ramas de dos árboles que naturalmente se unen, la corteza de uno envolviendo a la otra, y, en el cielo, como los dos pájaros imaginarios que siempre vuelan juntos, pues el macho sólo tiene el ala izquierda y la hembra el ala derecha. La luna está tan brillante esta noche que nos recuerda el deseo pedido[42].
“Encontrándose con alguien de Kioto”
shirokaraji
kyō no me kara
edo no yuki
no es blanco puro,
desde los ojos de Kyōto,
la nieve de Edo
Haikai un poco humorístico: se dice que las mujeres de Kioto tienen la tez más blanca que las mujeres de Edo. Esta poesía fue compuesta en invierno.
shimijimi to
kowa hada ni tsuku
arare kana
graniza,
el niño se aferra a la piel
con todas su fuerzas
Realmente deja una sensación de frío.
“En un majestuoso castillo donde me invitan por primera vez”
minou kata no
mishono no uri no
asa fūkan
en el noble jardín
los melones aún verdes,
la seca brisa matinal
Los melones puede que estén bastante calientes, pero quizá sólo esté hablando de ella.
Los versos de esta poeta son, en su mayoría, tiernos y delicados: murió a la edad de cincuenta y siete años, el día diecinueve del cuarto mes de la era Kyōhō, alrededor de 1726. Aquí está su haikai de despedida al mundo (NT.- un jisei):
mishi yume no
samete mo iro no
kakitsubata
despierto
del sueño que vi…
¡aún el color del Iris![43]
Despertado del sueño de la vida, es decir, muerta, el mundo permanecerá y los iris tendrán el mismo color para siempre. La belleza es eterna.
KASSAN-JŌ
Esta poeta se llamaba Matsō, pertenecía a una familia llamada Fūkawa. Desde su juventud amó la gran literatura y sabemos que a los diecisiete años ya componía haikai y estudiaba bajo la guía de Saichā Manri. Una colección de sus poemas titulada: “Hagi Darani” fue publicada alrededor de 1830 por su esposo Yokoyama Mankyō. En esta obra encontramos un prefacio que escribió la propia Kassan-jō y que revela todo el encanto de su carácter.
“Dejando el techo paternal, entré en la casa de mi marido, y desde entonces han pasado muchas noches de invierno. Las pasé sentada junto al fuego, remendando la ropa, como aconseja el grillo que canta por la tarde: Kirigirishō tsuzuresa sashie. Siempre, como los bambúes que crecen delante de la ventana, curvándose en invierno (bajo el peso de la nieve o el viento que sopla) y enderezándose en primavera, igual que las pequeñas flores rojas de hagi[44], que desaparecían durante el mal tiempo y regresaban con los días buenos, con toda naturalidad, durante años y años, practiqué las virtudes femeninas. Así, como los sauces que crecen junto al río, seguí obedientemente el consejo de mi marido (y de mis suegros). Ya he dado a luz a tres amados hijos[45]; estas plantas jóvenes siguen creciendo, debo velar por ellas: no me queda, por así decirlo, ni un ápice de tiempo libre[46]. Sin embargo, a pesar de mis laboriosas ocupaciones, a veces me dejo conmover por la belleza de las flores y el canto de los pájaros. Así que muelo mi corazón[47], para poder producir también poemas. Nunca he compuesto más de dos o tres rollos.”
He aquí algunos de sus haikais:
uguisu ya
hōji suginaru
tera no niwa
el ruiseñor canta
en el jardín del templo,
donde acaba el Hōji
Hōji es sinónimo de sōizen, “oraciones por los muertos”. Se trata de una ceremonia religiosa budista.
yamadera no
chō bōri naran
konomē kana
templo de la montaña:
los monjes creen tener una fiesta
comiendo brotes
Indica su espíritu de sencillez y pobreza.
sawarabi no
maneki dashitaru
hara no fūji
brotes de helechos,
invitan a ver
el Fuji en la llanura
Hay que imaginarse una travesía de Japón en primavera, cuando una ligera niebla oculta el monte Fuji. Los brotes jóvenes de helecho, curvados en forma de báculo, se asemejan a brazos que se agitan en un gesto de súplica para invitar a la Montaña Sagrada a mostrarse: gracias a ellos podemos volver a contemplarla.
tōritarou
kōsa ni mo chō no
tawatēkeri
incluso en las flores recogidas,
las mariposas
revolotean
tobi-tobi ni
sōmire sakikeru
tsūtsū izutsu
aquí y allí,
las violetas florecen
comparando sus tamaños junto al pozo
Alusión a un antiguo poema donde se habla de dos amigos de la infancia que se reencuentran tras una larga separación: recuerdan que, en el pasado, sus estaturas no excedían la altura del brocal del pozo.
tsuki no yo o
kossori chirō ya
hana uzuki
noche de luna:
caen silenciosamente
las flores de deutzia
Observación de la artista: los pétalos blancos revolotean suavemente contra el fondo azul de la noche.
yamadera no
sō mimi utoshi
hototogisu
templo de montaña…
el monje no escucha
el canto del cuco
Poesía con cierto humor: o bien el monje es sordo, o bien acostumbrado al canto de este pájaro, ya no le presta atención.
mōgiashi ya
kōshi sae motanu
hito zajō
tiempo de cosecha:
ya ni peine tienen
los campesinos
Están demasiado ocupados con sus cosechas como para pensar en peinarse[48].
nembutsū no
ushiro ni wakaichō
shincha kana
durante la oración,
alguien está hirviendo
un nuevo té
Para sentir todo el encanto de este poema, uno debe haber visitado un templo budista, ubicado en el campo, en el momento en el que los fieles se reúnen para orar (nembutsū); las puertas y ventanas están abiertas de par en par; se respira el olor del verdor, oímos el alegre canto de los pájaros, se eleva, monótono, el canto de la oración, mientras desde el fondo de la sala se extiende el penetrante aroma del nuevo té que se está hirviendo y nos recuerda un poco la realidad.
ko wa nete mo
te wa yasumaranu
ōgi kana
aunque el niño duerma,
la mano
¡no descansa con el abanico!
Exquisita actitud de una madre que pone a dormir a su hijo y continúa vigilándolo mientras duerme.
sōsōkaze mo
tatsu ya misogi no
negi ga sode
ceremonia de purificación:
la manga del sacerdote levanta
un aire fresco
El negi es un ministro de la religión sintoísta, de rango inferior al kannushi; este último está encargado de la custodia de un templo, y el primero es, en cierto modo, su vicario. Es una ceremonia de purificación espiritual cuyo signo tangible es la ablución (NT.- lavado ritual del cuerpo -o partes como manos/pies-, con fines sagrados) con agua fría. Generalmente tiene lugar en las orillas de un río o de un manantial y se celebra en verano. De este haikai surge una sensación de frescura, evocada por la visión de las largas mangas de la túnica blanca del ministro, que ondean como abanicos, la proximidad del agua, el significado de la ceremonia en sí.
makezōmō
koto ni medatsu ya
hashi no ue
desde el puente…
el derrotado,
llama especialmente la atención
Un aspecto de las costumbres. Los jóvenes se divierten luchando en la orilla; Los caminantes, en busca de un poco de frescura, se paran en un puente y observan a los luchadores: al final, son los vencidos los que más llaman la atención.
musashi no wa
sora ni tsukayōrō
sōsūgi kana
llanura de Musashi:
los susukis parecen
rozar el cielo
Se sabe que la llanura de Mousashi es la más grande de Japón. Allí crecen abundantemente y muy altas las hierbas llamadas susuki [49]: pueden alcanzar los dos metros y extenderse hasta perderse de la vista.
mōkōdori ya
yoru mo shirakawa
seki no ue
¡ah! ¡las rapaces!
hasta de noche pueden cruzar
la barrera de Shirakawa
Son pájaros cuyo canto no es nada agradable; en sentido figurado, significan campesinos, estorninos. A pesar de su aspecto tosco, son muy astutos, ya que pueden atravesar volando el puesto de policía sin que nadie los detenga. Este haikai alude a una antigua tanka del Hyakunin Isshū (NT.- colección “cien personas un poema”)
yo o komete
tori no sora ne o
hakaru to mo
yo ni ōgaka no
seki wa yōrozaji
aunque intenten
imitar el canto del gallo,
nadie cruzará
de noche,
la barrera Ōgaka
Un personaje procedente de China que viajaba de noche tenía prisa por cruzar, a pesar de la garita, un puesto militar vigilado. Tenía que esperar el amanecer. Impaciente, ordenó a uno de sus hombres que imitara el canto del gallo y los guardias, engañados, creyendo que el alba se acercaba dejaron pasar a los viajeros tramposos.
yura yura to
yūhi o moteyuku
momiji kana
meciéndose suave,
el follaje rojo se lleva
el sol del ocaso…
Imagen otoñal: el tinte rojo de los últimos rayos del sol es absorbido por las hojas de arce.
kankikō ya
shōji goshinarou
kama no nie
¡ah, crisantemos de invierno!
al otro lado del shōji
el burbujeo de la tetera
En el momento de la ceremonia del té, la poeta llega al jardín y toma nota de esta observación.
yōki ureshi
kimi no mezame
uruwashiki
estoy feliz por la nieve…
tu despertar
va a ser hermoso
sake nome to
ware o nonoshirou
fugu no kao
¡bebe sake!
parece regañarme
la cara del fugu
El fugu (pez globo) es un género de peces plectognatos de cuerpo poligonal y huesos afilados, que generalmente habitan mares tropicales. A esta categoría pertenecen los peces llamados “cofre” o “luna”. Su cabeza es algo ridícula: hinchada como el resto de su cuerpo, tiene ojos redondos y una pequeña boca puntiaguda como un pico. La carne de estos peces es muy apreciada en Japón por los entendidos, sobre todo en invierno: se dice que calienta a quienes la comen. Sin embargo, requiere una preparación muy cuidadosa, porque es venenosa en ciertos momentos. Un proverbio dice acertadamente: fugu wa kuitashi inochi wa oshimi, “el fugu es delicioso, sin embargo, apreciamos la vida”. La idea de la poeta es que este extraño pez parece reprocharle que no beba sake al comer su carne. De hecho, el pescado, comestible generalmente, se llama sakana, “comida que se come con sake”. Como puede verse, esta amable poeta tenía un talento tan ingenioso como ocurrente. Por desgracia, murió a la edad de veintidós años, el vigésimo cuarto día del séptimo mes del decimotercer año de la era Bunsei, hacia 1830.
TAYO-JŌ
Para concluir estas breves notas sobre las principales poetas de la época de Chiyo- jō, hablaremos también de Tayo-jō, que pertenecía a la familia Ishihara de Sōkagawa, en la provincia de Ōshū (distrito de Iwashiro). Sabemos que a los treinta y un años perdió a su marido. Fue entonces cuando su hermano mayor Horante, conmovido por la compasión al ver su dolor, le aconsejó que compusiera haikai para distraerse. Se convirtió en estudiante de Kinreisha Michihiko y tomó el seudónimo de Sufakuan. En el sexto año de la era Bunsei, alrededor de 1824, partió hacia Edo, donde tuvo la oportunidad de conocer a muchos poetas que notaron su talento. Su hijo trabajó para el Señor de Abe y, como yonin (tesorero) de la Casa de este daimyo, alcanzó una posición relativamente brillante.
Durante los últimos años de su vida, Tayo-jō recopiló sus haikai en una antología titulada: Seika kōshū: “Colección de versos de Seika”. Esta poeta es la más moderna de todas las que citamos: sus nuevas tendencias están claramente marcadas por ideas más realistas que las de los anteriores.
hanayaka ni
toshi wa yoritashi
kazariebi
yo quisiera
una hermosa vejez:
como la langosta decorativa
Hay que decir que el kazariebi es una cáscara de langosta cocida que se utiliza como decoración en el altar doméstico el día de Año Nuevo. Se coloca en el tokonoma, cerca de la puerta de entrada. Es adecuado, dependiendo de la costumbre, poner primero un adorno de shime o adorno de paja de arroz, utilizado especialmente para este tipo de celebración; encima colocamos tortas de arroz, luego unas hojas de helechos (ōurajiro), luego la langosta y, para finalizar, una variedad de cítricos, yuzu. Estos diferentes objetos son, para las mentes supersticiosas, de importancia capital: dan buena suerte. La paja y las tortas proveerán de arroz diario a toda la familia; las hojas de helecho siempre giradas hacia abajo, en el lado donde se ven las semillas, representan prosperidad; la langosta roja evoca una idea de alegría y su lomo arquedo simboliza la longevidad; el cítrico probablemente porque te hace pensar en yōzōrō, indicando que transmitiremos a la posteridad abundantes riquezas. Después de haber reunido con tanta elegancia todos estos objetos auspiciosos: hanayaka ni, el ama de casa japonesa tiene cuidado, en la mañana de Año Nuevo, de no barrer ni limpiar el polvo, seguramente por miedo a que la buena suerte se esfume. La poeta, admirando este feliz conjunto, formula un deseo que se hará realidad: no tiene duda de que vivirá hasta una edad muy avanzada.
ori ori wa
ōba mo asobaiou
temari kana
de vez en cuando,
la niñera también juega
con el balón[50]
nanakusa ya
kazoe o awaseni
tonari kana
el día de las siete hierbas,
para completar el número
un vecino viene a ayudarnos
Probablemente se hizo un intercambio.[51]
yuki toke ya
chō mo kiyō na
shōji kage
se derrite la nieve,
las sombras de las mariposas
proyectadas en el shoji
Al comienzo de la temporada de la primavera, cuando brilla el sol, la temperatura es más suave: esperamos ver las sombras[52] de las mariposas bailando en las puertas de papel.
mihotoke ni
kaze mo hikakanō
ōbōyō kana
no sopla el viento
para el Honorable Buda;
primer baño
Haikai escrito probablemente en el aniversario del nacimiento de El Sabio; indica que la temperatura ambiente ya es agradable[53].
hitori ite
shōko naki yo zo
hototogisu
estando solos
en la noche sin testigos
…el cuco
¿Quién lo creerá? Es un buen augurio escuchar el primer canto de este pájaro.
hana wa me ni
nokorite mimi ni
hototogisu
las flores, ante los ojos;
y en los oídos…
el canto del cuco
eda narazu
kaze fumishimete
amagaeru
por el aire
sin posarse en las ramas,
la rana arbórea
O la poeta materializa el aire sobre el que la rana revolotea como un pájaro; o quizá quiere decir que agita las ramas sobre las que se posa.
yodan shite
sō no urō na
ibara kōsa
¡cuidado!
no rasgues el dobladillo
con esas zarzas
oi kakete
hiraite watasō
higasa kana
tras cogerla,
abierta la sombrilla
¡la devolvemos!
Haikai satírico que se acerca más al senryu, un género de poesía trivial.
yūdachi ya
ama wa nogare ni
mata kōgorō
el aguacero de la tarde de verano…
los pescadores huyen
y aun así se empapan
tanabata no
yo mo hitori nari
betsu zashiki
noche de Tanabata…
también yo sola
en un cuarto aparte
Ella expresa su profunda soledad de manera poética.
kiri fukashi
ima deru fune no
koe bakari
espesa la niebla,
tan solo una voz
desde el barco que zarpa
kumo yōki ni
tsuki isogashiki
nowake kana
la luna
entre nubes que no cesan
¡se acerca el vendaval!
Un viento violento de otoño arrastra las nubes: parece que la Luna rebota de una a otra.
yoso no inu
made ga ne ni kōrō
ochiba kana
un perro ajeno
hasta aquí viene a dormir…
las hojas secas
waga ato wo
furikeshi yuki no
kataorido
mis huellas:
la nieve las borra
junto al postigo
Ella tiene sin duda alguna buena razón para resguardarse.
ōkite mazō
yūki ni shibashi ya
mono wasure
al despertar,
ante la belleza de la nieve,
todo se olvida por un momento
kangikō ya
itsumo shōin to
sashimōkai
crisantemos invernales,
siempre
junto al escritorio de la maestra
Ella, quiere decir sin duda que está siempre sola con un florero con crisantemos en su mesa o en el tokonoma.
sumi tsuide
shibashi te o kōmuru
hitori kana
tras añadir carbón,
por un momento junta sus manos
en soledad
itsuwari no
nai kane kikō ya
ōmisoka
el sonido de las campanas
que nunca mienten:
último día del año
Se hace alusión a una costumbre japonesa: en el último día del año, después de la medianoche, se tocan en todos los templos ciento ocho campanadas. Representan las ciento ocho pasiones de las que habla el budismo. Un proverbio dice: Bonnō no inō, “las pasiones que nublan la mente no desaparecen, siempre regresan”. Tayo-jō murió después de una vida notablemente larga de noventa años, en el octavo mes del primer año de la era Keiō, alrededor de 1865.
Con ella concluimos este breve relato en el que hemos evocado a las poetas de la época de Chiyo-jō. Unos años más tarde, Japón se abriría a todas las influencias europeas. El genio poético, asustado ante la visión de nuestro materialismo brutal y ruidoso, se refugió en los lugares tranquilos y bellos de la naturaleza, donde descansan los antiguos sabios. Intentemos seguirlo allí, para verlo una vez más, cerca del alma de nuestra Chiyo-jō, a quien estudiaremos en las páginas que siguen.
II.III. LA PERSONALIDAD DE CHIYO-JŌ
Habiendo recorrido así rápidamente la historia literaria de Japón, vislumbrado a las mujeres de letras más célebres y destacado a numerosas poetas de haiku, hay que decir que Kaga-no Chiyo-jō es la única especialista que supo elevar este género poético a una perfección jamás alcanzada por ninguna otra mujer. Se explica esta superioridad al notar que ella supo desarrollar, paralelamente a su talento como poeta, grandes virtudes. Al igual que el maestro Matsuo Bashō, tuvo “constantemente como ideal llevar a la humanidad a la alta moral que ella había alcanzado[54]“, y ejerció su influencia comunicando a sus compatriotas breves poesías en el género de las que acabamos de ver. El hecho de que fuera una apóstol nos autoriza a pensar que es interesante señalar, incluso antes de hacer su biografía, los rasgos principales del carácter y la obra de esta poeta única entre todas.
Al recorrer la historia de la vida y el recopilatorio de versos de Chiyo-jō, se puede concluir que fue una mujer ejemplar. Manifestó, sin excepciones, todos los sentimientos virtuosos que las mujeres deben tener: una nobleza de carácter tan bello no puede más que realzar los méritos de su espíritu. Se observa que le gustaba componer versos sobre el sauce, que es el símbolo de la gracia y el encanto femenino: así, revelaba espontáneamente una de sus características. A partir de su famoso haikai sobre el asagao o “rostro de la mañana”, que es considerado su obra maestra y tan conocido como su nombre, se puede concluir fácilmente que ella siempre veía el lado hermoso de las cosas. En esto, difería completamente del poeta Issa, el haijin que más se le asemeja. Issa era un rebelde algo cínico, al que le gustaba mucho llorar sobre sí mismo.
gaten shite
ite mo samui zo
mazō shī zo
aunque me repita:
sigue haciendo frío,
soy pobre
Las expresiones samui zo (“hace frío”) y mazō shī zo (“soy pobre”) resuenan como el lamento de un indigente. En otra ocasión, se quejaba amargamente de haber sido mal recibido por la gente de su pueblo.
furusato wa
hae made hito o
sashi ni keri
mi pueblo natal…
hasta las moscas
me pican
Como se verá más adelante, nuestra poeta no tuvo mucha más suerte que él; sin embargo, sin rebelarse en lo más mínimo, supo encontrar el consuelo necesario para todo corazón humano en la fe que se le ofrecía. Voluntariamente, entró en la religión, rodeada por la luz benéfica del Buda: su alegría nunca se vio empañada por lágrimas vanas. Es probable que el origen de su tranquilidad de ánimo fuera la constancia de sus sentimientos virtuosos. Podría decirse que esta fidelidad fue la esencia misma de su vida. Cuando se casó con Fukuda Yahachi, compuso la siguiente poesía:
shibukaroka
shiranedo kaki no
hatsu chigiri[55]
¿será amargo?
sin saberlo, parto el caqui:
primer juramento[56]
O bien, “ella admite, sin ilusiones, que está experimentando el matrimonio, pero no sabe si encontrará la felicidad en él, al igual que no se puede saber, antes de probarlo, si un kaki (fruto del caqui) será delicioso o amargo.” Es posible también que, en esta poesía, ella haga alusión a sí misma al hablar del kaki, un fruto que a veces está muy malo, y sería por modestia que haría esta comparación, ya que se creía fea y sentía un poco de vergüenza por su físico. Más tarde, después de la muerte de su esposo, cuando quisieron que se casara con el hermano de este, ella escribió:
atsuku hi ya
yubi mo sasarenu
bēni batakē
¡ah, qué calor!
y ni siquiera puedo
ir de rojo
El calor, en el lenguaje budista, es sinónimo de pasión. Se entiende que la poeta ya tenía la idea de renunciar al mundo para liberarse de la pasión y evitar sufrimientos. Sin embargo, aún no estaba decidida, ya que seguía llevando vestidos de color rojo, como el resto de las mujeres. Así, se cree que tenía la intención de volver a casarse: piensa que es mejor renunciar a esa vida ordinaria. Llena de este vago deseo, se apresuró a regresar a su pueblo, junto a sus padres. Más tarde, cuando la importunaron con ofertas de pretendientes ya deslumbrados por su fama literaria, sin dudarlo se afeitó la cabeza (es decir, entró en la religión) y, con malicia, les compartió sus preocupaciones:
kami wo yuu
te no hima akite
kotatsu kana
El tiempo que antes dedicaba
a recogerme el pelo,
ahora lo dedico a calentarme.
En otras palabras: “Ya no necesito ser coqueta, puesto que soy religiosa. Durante mis momentos de ocio, me caliento las manos.” A partir de entonces, practicó las virtudes más ejemplares, y el peso de su prestigio aumentó. Desde este punto de vista, se la puede comparar a la célebre Murasaki Shikibu, quien, después de la muerte de su esposo, en una época en la que las costumbres eran particularmente liberales, rechazó la propuesta de matrimonio del poderoso señor Fujiwara no Michinaga, un personaje poco simpático que usurpó el poder imperial durante mucho tiempo. Él era muy orgulloso, y Murasaki conocía bien el poema que él había compuesto con el único fin de jactarse:
kono yō o ba
waga yo to zo omou
mochizuki no
kaketarou koto mo
nashi to omoeba
considero que el mundo
me pertenece
porque no me falta nada,
al igual que no le falta nada
a la luna llena
El rechazo de la poeta le demostró sin duda que aún podía faltar algo a la perfección de su felicidad. Sin embargo, algunos espíritus sospechosos intentaron manchar la reputación virtuosa de Murasaki con el pretexto de que habían descubierto una de sus tankas, incluida en el Senzaishū, “Antología del milenio” (compilado en 1187), considerada por ellos como comprometedora:
“Respuesta a la carta enviada por un amigo en quien tenía una gran confianza y que, para su gran pesar, tuvo que alejarse a la provincia de Higo”:
ai min to
omōu kokoro wa
matsurō narō
kagami no kami ya
kaketsu shirouran
A decir verdad, el sentido de la poesía no es muy claro. Se tiene la impresión, puesto que ella emplea las palabras kami-kaketsu (“tomando al dios como testigo”) de que se trata, evidentemente, de un hombre al que ama, de que es algo muy serio. Sin embargo, no hay una prueba absoluta de ello[57]. El sentido general de la tanka de Murasaki es más o menos el siguiente:
“Podría prometer ante este dios del espejo que se encuentra en Matsura[58] que mi corazón también desea volver a verte.”
De igual manera, se ha querido encontrar en el siguiente haikai de Chiyo una confesión de su propia debilidad:
yūgao no
mi wa mochi nikushi
aki no kaze
la calabaza
está ya a punto de caer:
viento de otoño
La expresión yūgao no significa literalmente “el cuerpo de la calabaza”, se entiende que se refiere a ella misma. Además, mi wa mochi nikushi (“cuerpo difícil de sostener”) hace pensar en mi wo motsu (“mantenerse virtuoso”). Se puede visualizar claramente una gran calabaza colgando de un tallo delgado y frágil, mecida por el viento de otoño, a veces muy violento, que la balancea en todas direcciones: es casi imposible que permanezca inmóvil; a menudo corre el riesgo de desprenderse y caer. Sin embargo, nada confirma que esto sucederá. La poeta simplemente quiso decir que era muy difícil para una mujer vivir sola y mantenerse virtuosa. Nada más. Creemos que hay que saber perdonar a estas poetas la expresión de sentimientos tan íntimos, porque solo pueden vivir escuchando los latidos de su corazón. Sería exagerado condenarlas al analizar versos como estos, que, debemos apresurarnos a decir, son muy raros en sus obras.
Si se quiere tener una idea exacta de la personalidad de Chiyo, es necesario recordar que ella fue una verdadera encarnación del amor materno, el más bello y puro de los sentimientos femeninos. Tuvo la desgracia de perder a temprana edad a su único hijo, Iyaitchi. Nunca pudo consolarse de esta terrible prueba; incluso en sus sueños, siempre pensaba en ello:
yaburu ko no
nakute shōji no
samusa kana
Como ya no hay niños
que hagan agujeros en él,
el shōji me parece frío[59]
Aquí revela su estado de ánimo: el niño ya no se divierte haciendo agujeros en el papel, y ella lo lamenta. El frío del que habla no es del todo una sensación física; es más bien un frío anímico, un estado de tristeza latente. Por la tarde, frente a la puerta de su pequeña casa, observaba a los niños del pueblo que jugaban a la orilla de un pequeño río; entonces, recordaba a su hijo desaparecido y se preguntaba:
tombo tsuri
kyō wa doko made
itta yara
el cazador de libélulas
¿hasta dónde
habría llegado hoy?[60]
Esta sencilla elegía expresa, con tanta perfección, la tristeza de esta madre desconsolada que hace brotar lágrimas en los ojos. Así, teniendo siempre presente en su mente el recuerdo de su marido y de su hijo, quienes la consolaban y la sostenían, ella terminó sus días. También se encuentran en las poesías de Issa hermosos versos que hablan del amor por los niños. Este poeta sabía expresar sus sentimientos con una convicción nacida de la gran experiencia que tenía de la vida, habiendo sufrido mucho. Aquí hay dos de sus poesías en las que habla de su hija:
“Ofreciéndole a mi hija, que nació el mes de mayo pasado[61], como si fuera una persona grande, un plato de zōni.” [62]
hai warai
futaisō ni narō zo
kesa karu wa
¡risas!
cumples dos años
esta mañana
Poesía excelente en su texto. Evoca, con su ligereza, los alegres juegos de la niña.
hatake utsu
koga ha, araō kō
tsukushi wara
el campo arado,
la bebé gatea
entre las colas de caballo
El autor compara a la niña que camina sobre las manos y las rodillas con un campesino que ara su campo con su azada. Tsukushi wara designa una llanura donde crecen flores silvestres, llamadas “colas de caballo” o “colas de rata”. También es posible que esta expresión simplemente indique la temporada, marzo o abril. Se nota fácilmente que el afecto manifestado hacia la niña en estos dos últimos poemas está muy lejos de alcanzar el grado de intensidad que expresa nuestra poeta.
Sabemos, también, de Chiyo-jō, que tenía ideas muy rígidas sobre la moralidad. Esto puede sorprendernos, porque en las clases medias del pueblo a las que nuestra poeta pertenecía, las mujeres tenían generalmente más libertad que en la aristocracia, donde las reglas de moralidad eran muy estrictas. Nos ha dejado un pequeño ensayo titulado Shiminron[63], “Sobre las cuatro clases del pueblo”[64], que creemos interesante citar en su totalidad:
Cada uno de los individuos que constituyen las cuatro clases del pueblo repartido por el mundo (es decir, en Japón) debe cumplir con su deber según su condición. Es evidente que, si hay cuatro clases entre los hombres, lo mismo ocurre entre las mujeres.
En tiempos de guerra, los samuráis deben combatir a los enemigos para restablecer la paz; una vez logrado este resultado, están encargados de impedir que las personas malintencionadas provoquen desórdenes, para que todos puedan vivir tranquilamente. Tienen la obligación de servir fielmente al Príncipe gobernante que preside la organización tanto en la paz como en la guerra, con su conocimiento de los asuntos civiles y militares: lo ayudarán con todas sus fuerzas. Por eso, los samuráis están por encima de las otras tres clases sociales. En cuanto a las mujeres y las hijas de estos samuráis, deben, en particular, cuidar su apariencia y su peinado, y vigilar sus acciones y palabras. Deben ser distinguidas, pero evitar la vana coquetería. Si se sienten atrapadas por los celos, deben empezar por darse cuenta de sus propios defectos y, cuando su esposo actúe mal con ellas, deben esforzarse por demostrarle su error, sin acritud. Si, por desgracia, un peligro amenaza a su familia, deben colocarse frente a su esposo y sus suegros para protegerlos, sin preocuparse por su propia existencia (es decir, deben, como los soldados, mostrarse valientes y heroicas, y estar dispuestas a morir las primeras). En resumen, si se muestran muy virtuosas y fieles, serán dignas de ser mujeres o hijas de guerreros.
Los labradores, a pesar de la inferioridad de su condición, ocupan el segundo lugar en la escala social, por encima de los artesanos y los comerciantes, porque producen los alimentos indispensables para todos, desde el primero entre los hombres (el Emperador) hasta el último de los pobres que componen el pueblo. Las mujeres y las hijas de estos labradores no solo deben ocuparse de criar gusanos de seda, hilar la seda, tejer las telas y llevar las comidas a sus maridos que trabajan en los campos durante el día, sino también, por la noche, cepillar sus ropas a la luz de la luna[65]. Deben comer con moderación, vestirse modestamente, y cuando los trabajos del campo son numerosos, deben ayudar a sus maridos, dejando al viento matinal el cuidado de peinar sus cabellos y bañándose por la noche, bajo la lluvia (es decir, levantarse temprano y acostarse tarde). Así, desafiando las nieblas y pisando las heladas, compartirán las penas de sus hombres y llegarán incluso a superarlos por su resistencia. Sin embargo, como tendrán todos los días la oportunidad de contemplar vastos horizontes y hermosos paisajes, su vida estará llena de consolaciones y podrán alcanzar una edad avanzada, con el espíritu en paz.
Se encuentran familias campesinas que tienen antepasados nobles y que conservan su culto desde hace muchas generaciones. Han mantenido su sangre pura (es decir, a menudo hay descendientes de guerreros que ahora son campesinos); por eso, deben preocuparse por perpetuar su descendencia. Deben seguir siendo modestas y abstenerse de introducir cualquier cambio en las costumbres consagradas por el uso.
Los artesanos son indispensables para las tres cosas necesarias para la vida (que son: la comida, la vestimenta y la vivienda). Los primeros entre los artesanos son aquellos que construyen los templos de las divinidades sintoístas, las pagodas budistas, los palacios, los castillos, los tronos de los emperadores y de los nobles y, de manera general, las residencias de los altos personajes. Debido a estas ocupaciones particulares, los artesanos se clasifican por encima de los comerciantes. Estos últimos vienen después, porque se ocupan de los intereses pecuniarios y del tráfico de mercancías.
Las mujeres y las hijas de los artesanos y comerciantes no deben preocuparse por los trabajos manuales de los hombres. Ellas se dedican por completo al cuidado del hogar y a la gestión de la familia. Deben saber escribir y coser; esto se da por hecho; si tienen tiempo libre, pueden aprender a llevar las cuentas. Para la gestión de los asuntos familiares y el mando de los subordinados (domésticos o empleados), es razonable no ser ni demasiado severo ni demasiado indulgente, porque las relaciones entre los patrones y los obreros son diferentes de las que existen entre los rangos de los guerreros. Si uno se muestra demasiado severo, pueden surgir desacuerdos que enturbien la convivencia, y si uno se muestra demasiado indulgente, pueden ocurrir daños imprevistos[66].
Todos, tanto artesanos como comerciantes, deben trabajar mucho, ganar bien su vida y pensar en perpetuar el buen nombre de su familia. Los que son ricos no deben gastar más de lo que pueden, so pena de volverse pobres; y con mayor razón, los que no lo son no deben mostrar lujos en la mesa o en la vestimenta más allá de los límites permitidos: es recomendable evitar los gastos superfluos y el derroche, y vivir según su condición.
En cuanto a las normas de vida de las mujeres y las hijas de los artesanos y comerciantes, es especialmente importante que estas damas eviten adoptar las costumbres de las cortesanas. No deben levantarse demasiado tarde por la mañana; deben cuidar la limpieza diaria de sus casas y prestar especial atención al fuego. Deben ocuparse ellas mismas de todas estas tareas y no dejarlas en manos de sus criadas. Finalmente, no deben olvidar ser caritativas con sus inferiores; deben ser amables con ellos y nunca faltarles al respeto. La práctica constante de todas estas virtudes será la base de su prosperidad.
Observamos, al leer este ensayo, que ciertamente fue influenciada por el pensamiento chino de los confucionistas (esta concepción de la sociedad dividida en cuatro clases principales es del gran filósofo chino), y por las ideas del célebre moralista Kaibara Ekken, autor de la obra titulada Onna daigaku, “Gran aprendizaje para las mujeres”, o, para usar la expresión consagrada por Molière, “La gran escuela de las mujeres”[67]. Pero, con una notable claridad de visión, Chiyo-jō supo precisar los deberes respectivos de cada uno de los grupos femeninos correspondientes. Esto nos autoriza a decir que ella fue un modelo de virtudes femeninas… Admiramos especialmente el pasaje sobre las mujeres de los Samurái donde escribe: “Si, por desgracia, un peligro amenaza a su familia, deben colocarse delante de sus esposos y sus suegros, para protegerlos, sin preocuparse por su propia existencia”. También es digno de notar el buen sentido de su reflexión sobre ellas: “deben cuidar de no adoptar el estilo de las cortesanas”. Es un reproche dirigido a las mujeres demasiado modernas, ligeras y volubles.
Sabemos, además, que Chiyo-jō podía mostrarse agradecida: después de varios años de separación, seguía siendo una fiel amiga de Aikawaya Sōue-jō, su primera instructora, de quien nunca olvidó su cortesía; en su país natal siempre fue amada, respetada y aún se perpetúa su recuerdo mediante el cuidado de su tumba; en las escuelas de niñas es propuesta, en nuestros días, como un perfecto ejemplo de perfección y podemos concluir que supo ejercer, gracias a sus virtudes naturales desarrolladas bajo el influjo de la fuerza espiritual que la guiaba, una influencia saludable sobre sus compatriotas.
Es también interesante señalar que Chiyo-ni se mostraba muy ávida de encontrar la Verdad. Es por eso que, creyendo sinceramente estar en el buen camino, se convirtió en una fiel religiosa budista. En el segundo mes del decimotercer año de la era Kyōho, hacia 1729, cuando la muerte la había separado bruscamente de su esposo y de su hijo, tomó aversión por las cosas de este mundo y, a pesar de su juventud y las posibilidades de felicidad humana que aún se le ofrecían, cortó su cabello negro. Así, entrando en la vida religiosa, dedicó la última parte de su vida a la meditación y la oración[68]. Tuvo, como guías religiosos, a dos excelentes educadores que fueron, uno tras otro, superiores del Templo de Shokō en Matsuo. Nombramos a Ryōshō-in-shi y a su sucesor Sokumei-in-shi. Un día, reveló su estado de ánimo a uno de ellos en este poema.
ne wa kirete
gokuraku ni ari
kare obana
arrancado de raíz,
está en el paraíso
el pasto seco
El “pasto seco” simboliza aquí la ausencia de todo apego terrenal. Se ve claramente que ya no tenía ningún vínculo con lo terrenal. Basando su vida en el desapego, fue fiel a su vocación: la de destruir el deseo mismo, creyendo encontrar en el Nirvana el cese del dolor. Y así fue hasta el último día del noveno mes del cuarto año de la era Meiwa (1776), cuando falleció, dejando este poema de despedida:
tsuki o michi
wari wa kono yo o
kashiku kana
contemplando la luna,
me despido de este mundo
respetuosamente[69]
Durante los cincuenta años de vida solitaria, sus únicos consuelos fueron, junto a la paz benefactora del Buda, la composición de haikais y después el dibujo y la pintura. Un día, se encontró con un monje del Templo Eihei-ji de Echizen, quien le dijo: “Los poetas no toman en serio ni estudian la filosofía budista”. Ella le sorprendió respondiendo con estos versos:
hyakunari ya
tsuru hitotsuji no
kokoro yori
cien calabazas,
de un mismo tallo,
de un mismo corazón
Las interpretaciones de este haiku son múltiples y complejas. Es la versión poética de textos budistas, y tendremos la oportunidad de volver a este tema cuando relatemos la anécdota provocada. Es un testimonio de la profundidad de su fe religiosa. Lo mismo ocurre con el siguiente poema, dado como respuesta a Sokusei-in-shi, quien un día le preguntó sobre sus progresos en la religión:
nobiru hodo
tsutchi ni chi wo tsuku
yanagi kana
a medida que crece,
clava sus ramas en la tierra:
el sauce
Es decir, adopta una actitud humilde: de igual manera, ella siente crecer en sí misma la virtud de la humildad. Estos pocos ejemplos son suficientes para demostrarnos la sinceridad de sus intenciones. En aquel tiempo, estaba de moda entre las maestras de haiku raparse la cabeza para entrar en la vida religiosa: como Sute-jō, Sono-jō la poeta de Yedo, y también Chighetsu-ni. Pocas entre ellas tuvieron una vocación tan espontánea y sincera como la de nuestra Chiyo-jō, y aquellas que supieron armonizar tan bien sus gustos poéticos y sus sentimientos religiosos son muy raras. Buscando entre las discípulas directas de Bashō, quienes tenían una gran veneración por el Maestro, se podría, en todo caso, citar a Chighetsu-ni como la poeta que más se le asemeja. Ella compuso el siguiente poema, probablemente después de la muerte de su Maestro:
“Yo también estoy desolada: llanura de hierbas secas.”
De igual manera, el poeta Issa también entró en la religión a una edad avanzada y por razones completamente diferentes. Durante los últimos años de su vida, logró adquirir un sólido conocimiento de la filosofía budista. Quizás sea interesante compararlos desde este punto de vista. En los primeros pasos que dio Chiyo-jō en el camino de la salvación, compuso este poema:
tomō kakumo
kaze ni makasete
kare obana
de un modo u otro,
la hierba marchita va y viene
a merced del viento
Es decir, me dejaré llevar, de cualquier manera, por la inspiración recibida del Buda, como la hierba seca agitada por el viento. Issa, por su parte, suspira, no se sabe por qué:
medetasa mo
chū kōrai nari
oraga haru
soy feliz,
pero mi felicidad es incompleta
¡ah, mi primavera!
Nos dice que no posee la felicidad completa: tal vez no ha renunciado lo suficiente a sí mismo. Cuando Chiyo-jō comenzó a comprender la importancia de la abnegación absoluta del yo, que es una de las condiciones necesarias para alcanzar el reposo eterno, escribió los versos que hemos citado anteriormente: “Separado de su raíz, etc.” Mientras que Issa, a la edad de cincuenta y siete años, expresó sus sentimientos de desapego hacia el mundo con estas líneas:
tomō kakumo
anata makase no
toshi no kure
pase lo que pase,
a ti te lo confío todo:
el fin del año
Lo que significa, más o menos: ya no quiero preocuparme por mis necesidades temporales, las dejo en manos del Buda. Sin embargo, si solo se consideraran las tendencias expresadas por Chiyo-jō en su ensayo sobre las “Cuatro clases del pueblo”, donde muestra la influencia de las ideas morales de Confucio, o las que se encuentran en los versos conocidos Ne wa kirete, donde la inspiración es claramente budista, uno podría imaginarse a nuestra poeta como una persona un poco solemne y a veces aburrida. Tal juicio sería erróneo. Estamos seguros de que ella era muy alegre y tenía mucho ingenio. Parece que la gente de su país admiró su talento literario desde su más tierna edad, y más tarde elogiaron su agudeza, especialmente en las poesías que escribió sobre pinturas de su propia composición. Cabe señalar, de paso, que también era hábil en el dibujo, ya que fue alumna del famoso pintor Goshōmei de Etchigo. Dejó ejemplos muy valiosos que muestran la diversidad de sus talentos: no podemos pasar esto por alto. Más adelante veremos algunos haikus que escribió sobre sus pinturas.
También citaremos varias anécdotas que dan testimonio de su espíritu alegre y su agudeza. Era muy sociable y le gustaba reunirse con sus compañeros poetas en encuentros literarios. En una ocasión, algunos de ellos intentaron burlarse de ella criticando su gran estatura, pero los puso en su lugar con ingenio a través de un famoso poema:
hitokakae
aredo yamagi wa
yanagi kana
aunque su tronco sea grueso,
el sauce
sigue siendo el sauce
Ella sabía, cuando era necesario, mostrar su erudición y, al mismo tiempo, su presencia de ánimo. En este aspecto, se la podría comparar con Sei Shōnagon. Se sabe que esta última poeta al principio de su carrera era “una joven tímida que se ruborizaba en todo momento y que se desesperaba por adquirir la elegancia desenvuelta de sus compañeras. Pero, así como un diamante verdadero mezclado con falsos brillantes no puede permanecer oculto por mucho tiempo, esta mujer de ingenio pronto se distinguió entre las damas menos inteligentes que la rodeaban. Se le presentó una ocasión y ella supo aprovecharla al máximo, para gran asombro de la corte”[70]. Ella misma nos relata el hecho en el capítulo 150, “Cosas magníficas”, de su Makura no sōshi:
Aquel día, una espesa nieve cubría el suelo; contrariamente a la costumbre, se habían bajado las ventanas de celosía, y las damas, reunidas alrededor de la Emperatriz, avivaban el fuego en el brasero cuadrado y charlaban.
Sei Shōnagon, me preguntó mi ama, ¿cómo es la nieve del pico de Koro? Levanté la ventana y subí la persiana bien arriba. Su Majestad sonrió; todas las demás damas conocían, como yo, el poema en el que había pensado; incluso lo habían traducido en versos japoneses. Sin embargo, no pudieron recordarlo en ese momento.
Realmente, dijeron las personas, ¡Sei Shōnagon es la persona adecuada para servir a una Emperatriz como la nuestra![71]
Existe, de hecho, un famoso poema de Po Chui en el que la maestra de Sei había pensado:
El sol ya está alto, y he dormido lo suficiente; pero aún me quedo remoloneando antes de levantarme.
He apilado (sobre mí) las mantas (tan alto como una) pequeña torre, y no temo al frío. Escucho la campana del templo de Iai incorporándome sobre mi almohada. La nieve del pico de Xiānglou, la veo al levantar la persiana de bambú.[72]
La emperatriz deseaba que se levantara la persiana. Por eso preguntó a sus damas de honor cómo era la nieve del Monte Koro; la joven había captado la alusión de inmediato: así toda la corte descubrió su ingenio. La nieve del jardín imperial desapareció sin duda pocos días después, pero la fama espiritual de Sei perduró.
No hemos creído hacer una digresión inútil al relatar esta aventura de Sei Shōnagon porque, con rasgos de inteligencia totalmente comparables a ese, nuestra modesta Chiyo-jō supo hacerse simpática y familiar para todos los japoneses. Lo constataremos en los siguientes capítulos donde retomaremos, con más detalle, toda la historia de su vida.
[1] Cf. Yoshimatsu Yoshimi, pp. 124 a 130.
[2] Shi era otra forma de llamar a Murasaki.
[3] Cf. A.B.S., p. 7.
[4] M.R.A., p. 195.
[5] Para un estudio más detallado de esta obra y de la personalidad de esta poeta, rogamos al lector que tenga a bien consultar los eruditos y notables trabajos de nuestro condiscípulo A. Beaujard: 1° Libro de la almohada de Sei Shōnagon, Dama de Honor del Palacio de Kioto: traducción íntegra del antiguo texto japonés; 2° Sei Shōnagon, su tiempo y su obra, una mujer de letras del Antiguo Japón.
[6] Esta poesía debe ser una forma abreviada de nagauta. En el siglo XVIII, la cesura debía colocarse después de la segunda línea, y solo más tarde se colocó después de la tercera, para formar en cierto modo el embrión del haikai. Como vamos a encontrar tankas de diversas épocas, indicaremos en la medida de lo posible las cesuras (-ces.) para cada una de ellas.
[7] Ōtsu es una ciudad a orillas del lago Biwa, en la provincia de Ōmi. Fue la residencia de la corte, del 668 al 675.
[8] Ōkimi es el título de una gran princesa.
[9] En esta poesía, se puede colocar la cesura de dos maneras: o bien después de la segunda y cuarta líneas, o bien después de la tercera. La división después de la tercera comenzó a hacerse sentir, de una manera más regular, en el curso de la segunda mitad de la época Heian, hacia los siglos XI y XII.
[10] El verbo naku, en japonés, designa el canto de los pájaros y también tiene el sentido de llorar.
[11] Probablemente un miembro de la familia Fujiwara, entonces todopoderosa.
[12] Cf. M.R.A., p. 152.
[13] Es la hija de un descendiente del célebre Sugawara no Michizane, que vivió de 857 a 903. Primero gobernador de Sanuki, fue nombrado Naidaijin (Ministro del Interior) por el emperador Uda. En 892, publicó el Ruijū Kokushi, una obra histórica. Tras la abdicación de Uda, los Fujiwara, celosos de la influencia de Michizane, obtuvieron del Emperador Daigo que fuera enviado a Tsukushi (actual Kyushu) con el título de Dazai-no-gon-no-sochi (Vicecomisionado de Dazai) en 901. Murió en el exilio, y fue deificado bajo los nombres de Tenjin, Temmangū o Kan Shōjō. Una leyenda cuenta que ascendió al cielo desde la cima del Tempaizan y se convirtió en el dios del trueno. También es honrado como el dios de la caligrafía. La familia Maeda, daimyō de Kaga (tierra natal de nuestra Chiyo-jō), lo reivindica como antepasado. Cf. Papinot.
[14] Una de las provincias del Tōsandō, actualmente la prefectura de Nagano.
[15] Traducción M.R.A., p. 149.
[16] Traducción, M.R.A., p. 103 y n. 2.
[17] Chidori, nombre común de los chorlitos y otros pequeños limícolas.
[18] Cf. M.R.A., p. 245, n. 2.
[19] Hanshō, literalmente «media campana», de unos 50 centímetros de alto, que los viajeros llevaban a casa como recuerdo.
[20] Traducción, M. R. A. p. 390 y n. 3.
[21] Cf. M. R . A. p. 398 y n . r.
[22] Cf. M.R. A., pág. 385.
[23] Se sabe que este barrio es actualmente un distrito de Tokio. Es ahí donde Bashō había vivido retirado en soledad, en medio de la hermosa naturaleza antes del incendio de su casa en 1683. Este accidente ocurrió durante un siniestro que devoró casi toda la capital, demostrando al haijin la impermanencia de las cosas de este mundo; fue entonces cuando decidió vivir como peregrino nómada. El progreso material ha destruido completamente la armonía que reinaba antiguamente en estos lugares: ahora es un bullicioso barrio de fábricas.
[24] Palabra por palabra: “De cien hombres, un poema” es decir: “Cien poemas de cien poetas, “obra compuesta alrededor de 1235”, de Foujiwara no Sadaie. Cf. M. R. A., pág. 233.
[25] Citado por Yoshimatsu Yushi, pp. 131 y siguientes.
[26] NT.- la autora del libro estaba equivocada porque siguió a Chamberlain, quien le atribuyó este haiku a la poeta, pero más tarde se supo que se trata de un haiku de Issa.
[27] Sombrero de ala ancha elaborado con fibras de un tipo de thuja (NT: ciprés).
[28] Cf. Papinot, pág. 198 y pág. 51. Título que recibía un Kanpaku, una especie de “alcalde de palacio” imperial, después de su renuncia, a menos que se convirtiera en monje. Se aplica especialmente a Hideyoshi, un “excelente político y gran guerrero, a quien a veces se le decía si parva licet componere magnis, el Napoleón de Japón. Vivió entre 1536 y 1598.
[29] Sakura-gari, literalmente: “cacería de flores”.
[30] Cf. M. R. A., p. 88.
[31] Un tipo de arpa japonesa con trece cuerdas.
[32] NT.- Un obi es una faja ancha y decorativa que se pone sobre la cintura y encima del kimono. Es un elemento esencial de la vestimenta tradicional, tanto por su función práctica -sostener el kimono cerrado- como por su valor estético y simbólico.)
[33] Nonagésimo segundo emperador de Japón, que reinó de 1288 a 1298.
[34] NT.- Abutsu fue una monja-poeta que viajó de Kioto a Kamakura en 1279 para defender los derechos de herencia de su hijo. Su famoso diario de viaje «Izayoi Nikki», mezcla poesía y prosa, reflejando la vida itinerante en el período Kamakura.
[35] NT.- mantra del budismo de la Tierra Pura que significa ¡te adoro, oh Buda eterno!)
[36] Bebida fermentada de arroz.
[37] Un shidare-sakura: cerezo llorón, prunus pendula.
[38] Nombre dado a largas y estrechas tiras de papel, a veces coloreadas, sobre las cuales se escribe perpendicularmente (siguiendo el sentido de la escritura japonesa). Los poemas escritos en tanzaku suelen colgarse de árboles en flor, fuentes de inspiración.
[39] Título dado a los príncipes imperiales que se convirtieron en monjes budistas.
[40] Impermeable de paja o cáñamo.
[41] El sufijo Hi significa la reina o la favorita.
[42] NT.– Es la historia de Yang Guifei, conocida también como Yōkihi en japonés. Fue una de las cuatro bellezas legendarias de la antigua China y la concubina favorita del emperador Xuanzong de la dinastía Tang (Genjō, en japonés).
[43] Traduction M. R. A., p. 194, n. 4.
[44] Hagi no hana: Lespedeza bicolor. Es un pequeño arbusto de flores rojas de la familia de las papilionáceas (leguminosas).
[45] Nadeshiko tiene dos significados: niños acariciados y clavel; También sigue la comparación con las flores.
[46] Literalmente ni siquiera una gota.
[47] Implica, en medicina, que se machacan las plantas para extraer bálsamo.
[48] NT.- Tiene un doble sentido pues «Kōshi» es un “peine» pero tomado como herramienta tradicional para separar grano, hoy obsoleta. La pobreza era tal que ni herramientas de campo básicas tenían).
[49] Género de gramínea o euphorbia japonica: miscanthus sinensis (hierbas de elefantes)
[50] NT.- Ōba podría ser también abuela o anciana. Temari son pelotas tradicionales japonesas de hilo bordado, usadas en juegos infantiles, simbolizan ternura y memoria, y muchas se heredan por generaciones.
[51] NT.- Suele haber un ritual familiar de contar/picar las hierbas. El vecino llega para ayudar a alcanzar el número simbólico: 7.
[52] La palabra kage escrita en japonés significa sombra o luz, que es básicamente lo mismo: no hay sombra sin luz. Gracias al uso de dos caracteres chinos, podemos distinguir los textos. Pero, para permanecer en la incertidumbre, como es apropiado en un haikai japonés, la poeta utiliza la escritura en kana.
[53] NT.- Ōbōyō es la ceremonia del baño ritual de estatuas budistas, el 8 de abril, en el Hana-matsuri, se vierte amacha, un té dulce, sobre la estatua para purificarla.
[54] M. R. A., p. 385
[55] Chighiri tiene dos significados: “cosechar” y “casar”, he ahí un evidente juego de palabras.
[56] Traducción en el original de M. R. A., p. 396 y n 2.
[57] La expresión kagami no kami, literalmente “el dios del espejo”, es probablemente el símbolo de una deidad sintoísta. Se sabe, por ejemplo, que la gran diosa Amaterasu dejó un espejo como recuerdo a su hijo, diciéndole: “Mira este espejo exactamente como mi augusto Espíritu, y venéralo como me venerarías a mí misma.” Traducción de M. R. A., p. 59.
[58] Este lugar se encuentra precisamente en la provincia de Higo.
[59] Shōji: Pared de papel, nombre dado a marcos enrejados cubiertos de un lado con papel blanco ligero y que se deslizan en una ranura. Sirven como puertas y ventanas. Dejan pasar abundante luz y protegen del viento. Los niños están encantados de perforarlos pasando sus dedos a través de ellos.
[60] Tra., M. R . A., p. 396.
[61] Es decir, quien tiene dos años, según la costumbre japonesa, ya que al cumplirse el duodécimo mes, todos cumplimos un año más.
[62] NT.– El zōni (お雑煮) es una sopa tradicional japonesa que se consume principalmente durante el Año Nuevo. Su ingrediente principal es el mochi, un pastel de arroz glutinoso)
[63] Cf. Yoshimatsou Yoūitchi, pp. 117 y siguientes.
[64] Estas cuatro clases son las de los samuráis, los labradores, los artesanos y los comerciantes.
[65] Literalmente Kinouta: batido de las telas. Se trata aquí de una operación que consiste en golpear las prendas dobladas con una especie de mazo de madera para darles la forma más adecuada. Es una forma de plancharlas.
[66] Por ejemplo, abusos de confianza.
[67] Cf. M. R. A., p. 322, n . I.
[68] La expresión japonesa samma es el equivalente del sánscrito samadhi, que significa contemplación, meditación, oración.
[69] Veremos más adelante que este poema ha dado lugar a críticas bastante severas, debidas, al parecer, a errores de interpretación.
[70] T. I. p. 173.
[71] A. B. N. C. p. 287.
[72] Traducción: A. Beaujard