Todas las entradas de: el rincón del haiku

Mayo 2019

Pasto quemado,
la llama cobra fuerza
con el viento

Nombre del niño/a: Mateo Klos
Edad: 12 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
……….
Un perrito negro
al mover la cola
levanta tierra

Nombre del niño/a: Milagros González Merlini
Edad: 13 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
……….
Bajo la luz del sol
huyen dos pájaros
del arbusto

Nombre del niño/a: Milagros González Merlini
Edad: 13 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
……….

Sopla el viento,
la corneja casca
una pipa

Nombre del niño/a: Ander Arellano Gil
Edad: 10 años
Colegio:  CP Griseras
Ciudad: Tudela, Navarra
País: España

……….

 

 

 

Entrega nº 33. 14 de junio

Me han dicho que pronto se publicará una revista titulada El Nô (Nôgaku), en cuya edición colabora mi colega y paisano I. Ikenouchi. Diseñada para contribuir al resurgimiento de este arte, actualmente a punto de marchitarse, es, por supuesto, independiente de las diferentes escuelas y uno de sus principales objetivos es ayudar a los músicos cuyo número está disminuyendo gradualmente.

Ya que el Nô se desarrolla, en esencia, en un mundo conservador y sin concesiones al modernismo, hoy es prácticamente imposible actualizarlo, incluso aunque tuviéramos el firme deseo de hacerlo. Sin embargo, si nos limitamos a las pocas reformas necesarias que requiere por el paso del tiempo, podríamos al menos modificar ciertos hábitos vigentes entre los actores, que ya no están en sintonía con nuestros tiempos. Muchos de estos hábitos se han vuelto completamente ridículos y, además, no es raro que, por ejemplo, el sistema denominado «de líderes de linajes» haya dado lugar a todo tipo de abusos desde la Restauración Imperial, debido a que los actores, habiendo perdido a sus protectores, se centraron exclusivamente en asegurar su subsistencia. Uno podría pensar que es fácil erradicar estos malos hábitos, pero, en realidad, surgen muchas dificultades en el momento de hacerlo. Lo cierto es que si nos detenemos a pensarlo, la situación material de los actores de Nô es realmente difícil, y tenemos que empatizar con su destino, siendo obvio que, si destruimos parte de su forma de ser, debemos al tiempo darles las garantías de que obtendrán todo lo que se merecen.

En su día, cuando aún estaba vivo, el noble Iwakura Tomomi se había convertido en un gran protector del mundo Nô, de modo que este arte, después de haber experimentado un momento de declive, había reencontrado la atención, incluso hasta el punto de conocer por un tiempo una cierta prosperidad, pero, después de la muerte de Iwakura, nadie ha asumido esta responsabilidad, por lo que el mundo de Nô está ahora completamente dislocado.

De vez en cuando, surge una personalidad que, pareciendo querer insuflar aire nuevo, organiza una manifestación de apoyo, pero, debido a los conflictos entre las diferentes escuelas, surgen disputas pueriles y todos estos hermosos proyectos quedan en papel mojado, lo cual es muy lamentable.

Los periodistas de la revista El Nô, creyendo que lo hecho valió la pena, han fundado una gran asociación para aunar voluntades, con el objetivo de defenderse y promocionarse, sin preferencias por ningún modelo, y que incluya a las cinco escuelas de shites: Konparu, Kondô, Kanze, Hôshô y Kita, y a las diferentes escuelas de wakis; por no mencionar a los flautistas, y a quienes tocan los ko-tsuzumi, los ō-tsuzumi, o los taiko. ¡Esto sí que es una iniciativa prometedora!

En mi opinión, el Nô debería estar bajo el patrocinio de la Agencia de la Casa Imperial, o, de lo contrario, debería formarse un grupo sólido de aristócratas para cumplir con este papel protector, porque, si no se adopta una de estas dos formas y continuamos igual, creo que vamos a enfrentar serias dificultades. Además, dada la naturaleza del Nô, considero que no habría nada irrazonable en pedir el patrocinio de la Agencia de la Casa Imperial o a un grupo de aristócratas y, por otro lado, desde mi perspectiva, creo que hoy sería una tarea completamente natural para ellos colocar al mundo Nô bajo su protección especial.

En contrapartida, sería necesario que desde el Nô se preparen reformas razonables, que los actores renuncien a las ridículas disputas a las que están acostumbrados, y que nadie se oponga a la armonización de las diferentes escuelas para barrer los privilegios de los diferentes líderes de linajes, y para promover la progresión de los más jóvenes. Como los actores tendrían una vida material asegurada, sus conductas degradantes disminuirían por sí mismas.

Por poner solo un ejemplo: dado que el alquiler de la ropa del espectáculo es caro y constituye hoy una buena parte del presupuesto de algunas escuelas, a veces el acceso a ella no solo provoca querellas y disputas viles entre colegas, sino que incluso llegan a las manos. Creo que tales fenómenos desaparecerían por sí solos si se garantizara a los actores unos ingresos justos. Todavía habría mucho que decir al respecto, pero lo diré ya otro día.

 

Erratas

En la duodécima entrega de Una cama de seis pies de largo, hablando de una pintura de Bunpô, expliqué que, en la decimosexta imagen de la derecha, había un ilusionista que presentaba sus torres frente al pórtico de un santuario. Pero eso, me dicen, es inexacto, y prefiero retractarme en este punto.

En la entrega vigésimoquinta, por error le atribuí a Ensui un verso que en realidad se encuentra en El Chubasquero del mono, atribuido a Hanzan en la forma:

 

El búho,

al quedarse dormido

fue atrapado

Mimizuku wa / Nemuru tokoro o / Sasarekeri

 

Hay otro verso con un «búho real» en El Chubasquero, pero en cuanto a un «búho», el versículo más antiguo que conozco está en el libro de haikai titulado La barca que cruza el cañaveral (Ashiwake-bune) publicadas en el año 7 de la era Genroku (1695).

De todos modos, es muy doloroso para mí consultar libros de referencia aquí, en mi cama de enfermo, y por ello, suelo escribir confiando en mi frágil memoria. Así, este tipo de errores ocurren fácilmente y por ello, les pido que me disculpen.

 

Notas del traductor y las fuentes

 

– El teatro Nô, es también traducido como Noh o Nôgaku.

– Fundada en julio de 1902 por Ikenouchi Nobuyoshi, la revista El Nô, duró hasta abril de 1921.

– Ikenouchi Nobuyoshi (1858-1934), intentó defender y revivir el Nô en el Japón moderno. Era hijo de Ikenouchi Masatada, un samurái y maestro de esgrima, que por la apertura Meiji perdió sus cargos oficiales y tuvo que convertirse en granjero. Su otro hijo y hermano de Ikenuchi, fue el reconocido haijin Takahama Kyoshi, discípulo de Shiki. Como Shiki, todos originarios de Matsuyama.

– El Nô perdió mucho por la restauración imperial de Meiji. Habiéndose convertido en propiedad casi exclusiva del Shogun y sus vasallos, se había separado de cualquier público popular. La caída del Shogunato, literalmente puso a este teatro en la calle, sin cabida para su espectáculo, sin audiencia. Fue salvado por la nueva aristocracia de la corte, y especialmente por Iwakura Tomomi, que lo convirtió en un noble teatro, que se podía presentar a los invitados extranjeros. Según afirma Jean-Jacques Tschudin, en El Kabuki antes de la modernidad (L’Âge d’homme, 1995, pp. 29-32), aunque hoy tiene poca audiencia, ahora se trabaja en este arte por placer, obteniéndose ingresos por la enseñanza de sus bailes y su arte vocal, y este sistema se ha ido volviendo cada vez más importante en los tiempos modernos.

Jean-Jacques Tschudin (1934-2013), fue un investigador francés, aunque nacido en Suiza (Neuchâtel). Dedicó la mayor parte de su trabajo a las artes escénicas japonesas, publicando obras tan interesantes como Literatura japonesa (1983, edición revisada en 1995), El Kabuki antes de la modernidad (1995), Literatura japonesa (2008) o Historia del teatro clásico japonés (2011).

– En torno al llamado sistema de líderes de linajes, se organizaron diversas artes japonesas, como por ejemplo el Ikebana (arte de las flores), el Cha-no-yu (ceremonial del té), el Juego de Gô o el propio Nô. Desde la época de Edo en particular, en torno a un modelo «familiar», se estructuraron tomando como referencia a un cabeza de familia o líder de linaje, llamado iemoto, que transmitía las enseñanzas de líder a otro iemoto: su heredero o sucesor.

Iwakura Tomomi (1825-1883) fue un aristócrata que dio nombre a la conocida Misión Iwakura. Desempeñó un importante papel político durante la restauración imperial de Meiji. Desde 1871 hasta 1873, dirigió la referida importante misión diplomática que recibiría su nombre, organizada desde el Gobierno por todo el mundo, destinada a recopilar la información necesaria para perfilar una política de modernización del país.

– Las diferentes escuelas de Nô que cita Shiki (Konparu, Kondô, Kanze, Hôshô y Kita), toman su nombre de sus fundadores, personas que destacaron en este arte y que muchos años más tarde, fueron reconocidas entre otras muchas con el título «Ningen Kokuhô» o «Personajes Tesoro Nacional», también designadas bajo el título de Jûyô Mukei Bunkazai Hojisha (lit. «Portador de Importante Legado Cultural Intangible»).

– En un escenario de Nô, intervienen varios actores, especializados en diferentes tipos de personajes. El shite (literalmente “el que actúa”), interpreta al personaje principal y baila. El waki (literalmente «el que está a un lado»), ejerce de ayudante y va dando las entradas al shite y contextualiza describiendo lugares y situaciones.

– Los instrumentos que Shiki refiere, constituyen la pequeña orquesta siempre presente en el escenario en las piezas del Nô. Junto a la flauta, hay tres tipos de tambores de tamaño creciente, que llevan el compás: un tambor al hombro (ko-tsuzumi), cuyo parche requiere humedad para emitir un tono agudo; un tambor de rodilla (ō-tsuzumi), cuyo parche se seca para emitir un tono alto e intenso; y un tambor abombado (taiko), que marca el ritmo con sonido grave y es tocado con dos baquetas de ciprés (bachi). Se puede oír el sonido de cada uno o ver su ejecución, clicando en el enlace sobre cada nombre.

– Shiki refiere que hay más que hablar sobre el futuro del Nô y asegura que lo hará en el futuro. Y así ocurrirá varias veces, en las entregas 52 (de 3 de julio), 63 (de 14 de julio), 68 (de 19 de julio) y muy especialmente en la entrega 83 del 3 de agosto.

– Shiki recuerda mal y confundió los originales:

mimizuku wa / nemuru tokoro o / sasarekeri         por

fukuro wa / nemuru tokoro o / sasarekeri

Genroku es el nombre que recibe una de las eras japonesas, posterior a la Era Jōkyō y anterior a la era Hōei. Esta era abarcó el periodo desde el noveno mes de 1688 hasta el tercer mes de 1704. Transcurre dentro del llamado Periodo Edo, correspondiente al inicio de la Edad Moderna en aquel país, y durante el Shogunato Tokugawa. El emperador reinante era Higashiyama-tennō.

 

NIEVE, LUNA, FLORES.

En los albores de la presente primavera, me encontré con una sabrosa frase traducida de Kuukai (1) –o Kooboo Daishi, por otro nombre (2)-, monje budista (774-835) del medievo japonés. Tal frase me impactó vivamente, y reza como sigue:

“La verdad está demasiado cerca de nosotros; y, debido a su misma cercanía, no atinamos a percibirla con claridad.”

Alude a la necesidad de “tomar distancia”, como suele decirse, para adquirir una visión panorámica adecuada. Creo que la citada frase puede aplicarse a muchas situaciones, y que fundamentalmente quiere decir esto: que superemos nuestros posibles prejuicios y conveniencias personales, para alcanzar una verdad que en cierto modo nos habita.

Kuukai fue fundador de la escuela Shingon (3) del Budismo –o de la “verdadera palabra”-. Fue también poeta y gran calígrafo, hasta el punto de que los japoneses han acuñado una frase proverbial semejante a la nuestra -“El mejor escribano echa un borrón”-, indicando que es humano equivocarse, incluso en el terreno que uno cree dominar. Dicha frase japonesa suena así: “Kooboo mo fude no ayamari” (4), con el significado siguiente: También Kooboo se equivoca con el pincel.

Como poeta, se le atribuye la autoría del poema conocido como “iroha” (5), donde aparecen sin repetirse las 49 sílabas básicas del japonés antiguo (hoy día quedan en 47). Tal poema se usa aun hoy para practicar la escritura a pincel del silabario “hiragana”, sobre todo.

La espiritualidad de Kuukai suele considerarse asociada a la comunión vital de la persona con la naturaleza a través de las cuatro estaciones –lo cual es también un ideal del haiku-.

“Nieve, luna, flores” forman una expresión emblemática, que podemos considerar casi al hilo de la sucesión de las estaciones: la nieve invernal preludia el Año Nuevo, y asimismo la primavera –representada por las flores-; y pasando por el puente del verano llegamos a la luna, símbolo del otoño y presagio a su vez del invierno.

Es curioso que el haijin Teitoku (1570-1653)(13), uno de los antecesores de Bashoo, supo encadenar esta misma tríada de conceptos en un haiku (6), cuyo verso inicial coincide cabalmente con el compuesto lírico trimembre que venimos comentando. Dicho haiku suena así:

setsugekka / ichido ni misuru / utsugi kana

// Teitoku

 

Nieve, luna, flores…

¡a la vez nos las muestra

el “utsugi”!

Teitoku aporta además el verano mediante su mención del arbusto “utsugi”, con lo cual nos hace ver que el clima rueda con sus vicisitudes a lo largo de todo el año. Paso a comentar los elementos léxicos de este haiku.

(7) setsugekka: es el primer verso, constituido por la sucesión de las palabras mencionadas “yuki-tsuki-hana” (nieve-luna-flores), pero en su lectura china “setsu-getsu-ka”, que consta de cinco sílabas japonesas. La unión de “tsu” y “ka” produce una contracción léxica “-kka”, aunque no por ello disminuye el número de sílabas en su cómputo.

(8) ichido ni: locución adverbial: simultáneamente, a la vez.

(9) misuru: forma verbal antigua y en presente de “miseru” ‘enseñar’. Es conjugación causativa del verbo “miru” ‘ver’, significando así ‘hacer ver, enseñar, mostrar’.

(10) utsugi: (tiene dos posibles representaciones en “kanjis” o ideogramas). Arbusto llamado “Deutzia scabra”, especialmente significativo del verano, que da flores blancas en dicha estación; la cual se iniciaba en “uzuki” (11), cuarto mes del calendario lunar y primero del verano: su correspondencia actual coincidiría con el mes de julio. La semejanza fonética entre el arbusto “utsugi” y el mes “uzuki” contribuye a construir un juego de palabras muy de la época, y del incipiente género del “haikai” cultivado entonces. Aparte de ello, la casi identificación fonética del final de “uzuki” con “tsuki” ‘luna’ en su lectura japonesa, también es señalada por los profesores Abe Kimio y Osou Isoji, recopiladores y comentaristas de los versos de Teitoku en la magna edición de Iwanami , p. 37. En realidad es una puesta en juego de la paronomasia que, en el comentario de estos profesores al haiku en cuestión, es calificada de “kudoi” ‘palabrería’.

La métrica del haiku que presentamos es la habitual de 5/7/5 sílabas, colaborando así al efecto rítmico.

Se nos presentan en este haiku cuatro “kigos” o palabras de estación:

Nieve: alude al invierno ( y, actualmente, también a año Nuevo)

Flores: alude (en aquella época) a Año Nuevo, y siempre a primavera.

Utsugi (arbusto): alude al verano, por su floración.

Luna: alude al otoño.

Quiere decir que las blancas flores veraniegas de utsugi, contempladas a la luz de la luna, son suaves al tacto y a la mirada, como una especie de nieve perpetua. La artificiosidad aquí vertida es asimismo bastante característica de la escuela Teimon de Teitoku.

Este haiku pudo haberlo conocido Bashoo, por coincidencia temporal.   Aunque nuestro gran maestro se formaba en otra escuela, la llamada “Danrin” de Sooin (1604-1682), más favorecedora de la espontaneidad, y del “aware”o asombro humano ante la naturaleza.

 

                                   Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.

Universidad de Sevilla

uno, dos, tres y cuatro

uno

Hace algunos años que no visitamos el rancho de los abuelos. Mi madre ha sacado dos pasajes en tren para mañana a las dos y media de la tarde y estamos prepa­rando las maletas. Son varias a diferencia de otros via­jes. Aun así, me ha pedido que solo tome aquello que me sea muy necesario. Mi padre no nos acompañará esta vez, pero me ha regalado nuestro libro favorito: Sendas de Oku. Es un diario de viajes escrito por un japonés llamado Matsuo Basho. Nos gusta porque al final de cada día, Basho cierra con un poema de tres versos llamado jaiku.

Creo que también haré un diario, como el de Basho.

 

Solos en la estación.

Escondí en la maleta

tu libro.

 

dos

Me he decepcionado un poco del tren. Yo pensaba que, como en otros viajes, tendría un bebedero con vasos de papel para echarlos a volar desde la venta­nilla. Y un vagón-comedor para sentarnos y pedir zumo de mango Taoro que me gusta mucho.

Todo es tan triste. Hasta mi madre. En vez de su termo azul, ha traído el café en un frasco viejo de No­vatropín. Me ofrece pan con tortilla pero no tengo hambre. Por suerte, me ha dejado la ventanilla.

En el vagón del fondo, alguien ha sacado una guitarra.

 

Línea del tren.

En ambos lados

el coralillo.

 

tres

Mi madre dijo algunas cosas muy serias. Primero, que había decidido separarse de mi padre y pasaríamos las vacaciones enteras con los abuelos en el rancho; luego, que yo empezaría en septiembre en la escuela del pueblo. Le pregunté por mis libros y mis amigos. “Te los mandará tu padre poco a poco; y los amigos, ya harás nuevos”.

Ella dice que es emocionante, yo no lo veo así. No me gusta conocer gente nueva y ella lo sabe. Encima ya no dice “pipo” sino “tu padre”, pero lloró cuando me dijo de la separación.

Ahora el viaje es más largo que nunca. Me pongo a pensar en la escuela y el rancho. Creo que me he puesto un poquito más feliz, pero entonces recuerdo a Milián, a Alicia y que ni me despedí de ellos. Por poco lloro también, pero me aguanté.

No me gusta llorar.

Oscurece.

Ya son quince

las polillas en la lámpara.

 

cuatro

Nos estaba esperando mi tío David. Nos abrazó fuer­te. Mi madre de nuevo lloró; pero él le habló brusco, que yo estaba delante, que se comportara. Montamos en un carro que nos dejó en una carretera con caña­verales a los lados. No estaba del todo oscuro gracias a la luna menguante. Ya había olvidado lo que era un cielo pleno de estrellas. Esperé que cayese alguna para pedir un deseo, pero nada.

De todos modos, mientras caminábamos hacia el rancho, pedí bien fuerte a la luna que algo pasara para volver a La Habana. Alicia me dijo que la luna cum­plía deseos, pero que luego de pedirlos no se podía hablar. El deseo se me rompió porque mi tío me pre­guntó unas cuatro veces si tenía novia.

Tuve que contestarle.

Al pasar por el pozo,

el canto de una lechuza

asustó a mi madre.

Presentación

El caserón de la curva

Premio VII Concurso Literario Francisco “Paco” Mir

(literatura para niños)

 

 

Yordan Rey Oliva

(La Habana, 1982)

Poeta y narrador.

Ha publicado el libro para niños y jóvenes Teresa Valdés del Pueblo de Quita y Pon (Editorial Unicornio, 2017).

Ha recibido, entre otros, el XIII Premio Internacional El Arte en Septiembre, de Argentina, (cuento y poesía), el Premio del IV Certamen Internacional de Relatos Premios Lorca, de España, y con este libro el Premio del VII Con­curso Literario Francisco Mir, de Cuba, en su categoría de literatura para niños.

Sus textos han sido incluidos en antologías y publicaciones seriadas de México, Argentina, Perú, España, Francia y Cuba.

 

 

A María Elena Quintana (Mizu-jo): sensei y amiga.

A mis padres.

Al pueblo de Campechuela.

 

 

Edición: Rafael J. Carballosa Batista

Diseño: Ailín G. González

Ilustraciones: Yanet Pérez Rosas

Corrección: Daniel Zayas

© Yordan Rey Oliva, 2017

© Sobre la presente edición:

Ediciones Áncoras, 2017

ISBN: 978-979-248-060-5

EDICIONES ÁNCORAS

c/ 37 s/n (altos) e/ 32 y 34

Nueva Gerona, Isla de la Juventud,

Cuba. CP: 25100

edicionesancoras@gmail.com

 

 

En el pueblo de Ashino están los “sauces temblando en el agua clara”. Se les ve entre los senderillos que dividen un arrozal de otro. Tobe, el alcalde de este lugar, nos había prometido muchas veces que un día nos los mostraría. Ahora por fin podía contemplarlos. Pasé un largo rato frente a un sauce.

 

Quedó plantado

el arrozal cuando le dije

adiós al sauce.

 

Sendas de Oku

Matsuo Basho

Haiku 2

日の光今朝や鰯のかしらより

hi no hikari kesa ya iwashi no kashira yori

Esta mañana

la luz del sol

sobre las cabezas de las sardinas.

Fecha: escrito en la Era Meiwa (1764-1772).

 

Comentario y cuestiones culturales:

 Buson nos habla de un día luminoso en que los rayos del sol iluminan las plateadas cabezas de las sardinas, marcando el inicio de la primavera tras el setsubun o ceremonia que señala el fin del invierno. Durante aquella noche, se clavaban las cabezas de las sardinas en maderos o postes frente a las puertas de las casas, para alejar a los espíritus malignos.

 

Abril 2019

Rama tirada,
la sube con el pico
hasta su nido
.

Nombre del niño/a: Juan Pablo Aimi
Edad: 12 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina

-.-

Mar encrespado.
Una foca se asoma
entre las olas.
.

Nombre del niño/a: Ornella Senarega
Edad: 12 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina

-.-

sol a la tarde
escarba el gran árbol
la gata blanca

·

Nombre del niño/a: Mateo Klos
Edad: 12 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina

-.-

A distinto tiempo
se prenden y se apagan…
Las luciérnagas

·

Nombre del niño/a: Mateo Klos
Edad: 12 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina

-.-

Haiga 4

Son muchos los poetas de haiku que acompañaban algunos de sus poemas con una imagen. Éstas podían complementar o simplemente ilustrarlos. A estos dibujos, como ya hemos visto, se les conoce como Haiga (俳画), “pinturas de Haiku” y surgieron durante el período Edo (1600-1868).

 

 

 

 

 

Haiga de Yosa Buson

Un lugar destacado lo tiene Yosa Buson por ser uno de los grandes maestros del haiku quien previamente se había destacado como pintor. No hay mucha información detallada de su vida, sin embargo contamos con los datos suficientes como para contextualizarlo. Vivió entre 1716 y 1783.

         Comenzó llamándose Taniguchi. En realidad ese era su apellido y Buson era el nombre de pila (en Japón se antepone el apellido al nombre). Como pintor firmaba sus obras como Chootoo, Shain y Shunsei. Como haijin llegó a firmar sus poemas bajo los nombres: Saichoo, Keisoo, Shikoan y Yahantei. Recién a sus 28 años adoptó el nombre que lo trascendió: Yosa Buson.

 

Como destacado pintor, sus pinceladas con gran destreza y dinamismo sumados a su percepción y manera de estar en el mundo, le permitió generar obras que se distinguen de entre otros. La mirada de Buson, previamente pintor a poeta, se manifiesta en haiku como estos:

遠山に夕日一すじ時雨哉

Tôyama ni yûhi hitosuji shigure kana

 

En una montaña lejana

un trazo de luz de atardecer

Lluvia repentina de invierno

                                                                       Buson

Traducción: Keiko Kawabe

 

En su calidad de haijin y pintor, Buson expresa maravillosamente en el haiku esa luz de la tarde; se perciben cada uno de los colores aunque lo pinte con sumi o escriba con kanjis. Desde lejos, esa pincelada de luz de atardecer nos conmueve porque aún la nieve deja de ser blanca con la puesta del sol. Ese “trazo de luz” tiene la fuerza de cambiarle el color a la nieve, a la montaña incluso le otorga tonalidad al frío.

 

Línea de gansos en vuelo

al pie de la colina

la luna puesta por sello

 

Esa comparación interna entre la luna y el sello da cuenta de su faceta de pintor. Las obras orientales incluyen la firma y el sello de su autor. Ese sello tiene un lugar especial, no se coloca en forma arbitraria.

Estos sellos son parte compositiva de la obra, por esa razón el lugar que ocupa no debe descompensar el equilibrio dinámico de la imagen. Cuando Buson coloca la luna por sello, sabe muy bien lo que dice. Esa mirada de pintor está en él.

El sello rojo característico, representa el nombre del autor de la obra. Generalmente es tallado en piedra o madera con kanjis antiguos. Cuando un discípulo adquiere la técnica y su maestro lo considera oportuno, le otorga un nombre artístico con el que firmará y sellará sus obras. Hay otros sellos que también pueden acompañar, como el sello familiar, por ejemplo. Las obras antiguas de gran calidad tienen varios, adquiriendo con ello prestigio. Cada galerista puede aportar el suyo.

         Si bien las obras pictóricas cuentan con algunos de ellos, un haiga no suele tener más que uno. Esto es acorde al valor espontáneo y despojado que constituye un haiga.

Según las encuestas sobre los grandes poetas y pintores de la historia de Japón, Buson fue considerado el segundo maestro de haiku, luego de Basho. sin embargo al momento de comparar sus haiga, Busón sin dudas ocupa el primer lugar.

“Con un ojo en el haiku, otro en la pintura y el corazón en ambos”.