La cama de un enfermo de seis pies de largo: aquí está todo mi mundo. Y, aun así, este catre de seis pies de largo es todavía demasiado grande para mí. Aunque a veces puedo extender la mano, no sin gran dificultad, y tocar las esteras, no hay manera de que pueda extender mis piernas fuera del colchón y que mi cuerpo se relaje. En los peores momentos, me asaltan dolores extremos, y a veces no puedo moverme en absoluto, ni siquiera una pulgada. Dolor, tormento, gritos, analgésicos: buscar tímidamente un sentido a la vida en el camino de la muerte y desear con avidez un poco de paz, ¡menuda broma!
Y sin embargo, cuando uno está vivo, hay cosas que necesariamente tiene que decir. En todo el día, no veo más que periódicos y revistas, y a menudo, el dolor me impide incluso leerlos. No obstante, solo tengo que avanzar unas cuantas líneas para encolerizarme, salvo a veces, excepcionalmente, que me llevo una alegría inexplicable que me permite olvidar el sufrimiento de la enfermedad. A modo de introducción, estos son, mis queridos amigos, los sentimientos de estar postrado en cama todo el tiempo, además del hecho de que, desde hace 6 años, tengo mayor ignorancia de las cosas de este mundo.
En la parte occidental de la provincia de Tosa, hay una pequeña isla llamada Kashiwa-jima, con un pueblo de pescadores donde se ven unas doscientas luces y una escuela de oficios relacionados con el mar. El aula es de cuarenta metros cuadrados, la oficina de cinco (sirve también como dormitorio del director) y los laboratorios tienen dieciocho o diecinueve. Los gastos de funcionamiento son cuatrocientos veinte yenes, el costo del equipo es de veintidós yenes, y para las pequeñas cosas se tienen diecisiete yenes. Hay sesenta y cinco alumnos, el salario mensual del director es de veinte yenes, y parece que no lo han ascendido durante los últimos cuatro años. Además, los alumnos se benefician de su trabajo y, con cinco centavos de materia prima, fabrican conservas que valen veinte. Por una red fabricada con sus manos, ganaban ochenta centavos. Ellos están obligados a colocar sus ganancias en una cuenta de ahorros postal, de la que no tienen derecho a retirarlos, excepto para el viaje anual de la escuela.
Este pequeño establecimiento parece haber llegado a ser muy famoso entre la gente del oficio, pero es desconocido para el resto de la gente en general. Al enterarme de su existencia, una alegría tan profunda me ha invadido que se me han saltado las lágrimas. Si es que no es posible hacer bullir la olla del Estado, qué alegría al menos entrar en esta escuela de formación para los oficios del mar, filetear los bonitos, poner los calamares al sol, fabricar redes y trabajar bajo la dirección de un gerente como este.
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El pie es una medida de longitud con diferente valor según época y región. En Japón, se conoce como shaku, y en la actualidad se valora en 30,3 cms. Seis pies (seis shakus, como en el título de la obra) equivalen a un ken. El ken (間) viene a suponer por tanto una longitud de 6 x 30,3 = 181,8 cms., lo que el maestro consideraba pues que aproximadamente medía su catre.
Shiki, con 22 años (1889) comenzó a presentar esputos con sangre (por una incipiente tuberculosis pulmonar). No fue hasta su regreso del conflicto chino-japonés, en 1895, que empezó un serio agravamiento del proceso, alcanzando las lesiones a sus huesos (tuberculosis ósea), por lo que en lo sucesivo debió de permanecer casi constantemente encamado.
Tosa pertenecía a la región de Shikoku. Matsuyama, donde nació Shiki, es la ciudad más poblada de la isla de Shikoku. Por ello, fue elegido como lugar para proclamar la conocida Declaración de Matsuyama sobre la apertura del haiku al resto del mundo.
Shiki siempre anduvo preocupado por la justicia social, siendo un revolucionario en la literatura, pero también socialmente. En su juventud formó parte del “Movimiento por la Libertad y los Derechos del Pueblo”.
Si bien la economía de Japón creció después de la victoria en la guerra chino-japonesa de 1894-1895, finalmente se acabaron por encarecer los préstamos, las importaciones de materias primas y los productos de consumo básico, por lo que había una gran polémica sobre la gestión del gobierno. Encontrar humildes rincones de buena gestión, era un gozo para cualquier japonés.