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Marzo de 2025

CONSTRUIR

Bajo el paraguas.
Gotas en los oídos,
Entre mimosas.

DECONSTRUIR

Este fin de semana ha sido lluvioso en la Sierra de San Vicente, con aguanieve ayer tarde. Pero fue anteayer, sábado, cuando al caer la tarde, salí a pasear. Botas en pies y paraguas en la mano.  Hay un tramo, ya en el camino de descenso que discurre por una carretera apenas transitada, en donde crecen las mimosas.  La lluvia,  aunque fina, caía sobre la tela negra del paraguas produciendo unos sonidos sordos, profundos, redondos.

    A la derecha, los altos arbustos de las mimosas, con sus flores mojadas, trémulas y amarillas, se doblaban hacia el camino saludando a este solitario paseante.

    Paseante que tuvo la extraña ocurrencia de soltar el paraguas en el asfalto de la carretera y corresponder al saludo de las mimosas capturándolas en una foto para los amigos de El Rincón. Capturar el instante dentro del corazón de uno mismo. El secreto del haiku.

 

… y qué?

Córdoba, Argentina
Verano
2025

      … y qué?

Un haiku que hable de la luna no es la luna misma

      Jim Kacian en “El realismo está muerto (y siempre lo estuvo)” (2016) observa que muchos estudios sobre haiku en habla inglesa han reivindicado la correspondencia del haiku con el mundo real y que, incluso, tiene un término para ello, sono-mama (lo tal como es). Para Kacian esta idea ha dado lugar a una fantasía de realidad en el haiku, lo que ha potenciado el mito de que el haiku es una expresión de la naturaleza no mediada por el lenguaje. De allí afirma: “La luna es un objeto real, pero el haiku es solo un artefacto literario” (Kacian, 2016: 57).

      En alguna otra entrada escribiré sobre lo que considero dos mitos en torno al haiku (la creencia que se defina por su relación con la naturaleza, o bien, con el zen). Pero, lo que quiero traer este mes es el problema del realismo del haiku. Algo que parece desacelerar la posibilidad crítica en torno a las poéticas. Siguiendo a Kacian, pareciera no poder decirse demasiado del haiku cuando simplemente recorta una escena realista. El realismo en el haiku fue fundamental para su establecimiento como forma a principios de siglo, y ese realismo no fue solo una mención de la realidad, tenia muchos matices. Shiki cumple un papel fundamental, problema que se nota con las distintas traducciones que ha recibido el termino shasei. Algunos traducen esbozo, otros boceto. Pero eso, no deja de tener un tinte vital derivado la mirada subjetiva (estoy siendo reduccionista) de quien escribe. Esto trajo otro problema, sumado al falso realismo de Shiki, y fue para mediados de siglo XX, que el ensayo “Haiku: arte de segunda clase” de Kuwabara Takeo para quien el haiku sólo debía su prestigio a quien lo firmaba. Shiki para ese entonces llevaba cuatro décadas y años muerto y sus precursores o detractores defendieron las ideas de un haiku estilizado e intelectual (como fue el caso de Kyoshi) o de fuerza ideológica o libre (como el caso de Shūōshi Mizuhara o Shūson Katō).   De todos maneras, el problema del realismo persistió, una haiku que nombra la luna no es la luna, aunque quisiéramos ver en el espejismo de esas letras manuscritas y estilizadas un soplo de vida.

     Sin embargo, si hay algo de realismo en el haiku ya no esas pequeñas escenas de palabras y ritmo exacto sino la literalidad del artefacto verbal, algo hecho con la destreza de quien pellizca la seda del lenguaje, como diría Barthes. Una arruga en la expectativa, una ilusión imprevista: leemos queriendo predecir lo que la brevedad inmediatamente nos devolverá a nuestra ilusión, a ese mundo donde se nos deshacen los marcos de comprensión para reclamarnos, un vistazo detenido, detenido ya no al pie de la letra como en la estrategia de lectura literal para nosotros no hablantes de japonés, sino una lectura que sigue la curvatura del trazo, sus enredos, su remanencias con los demás caracteres que conviven en la misma línea, en la misma página.

      Ante el haiku solo tenemos un puñado de trazos que hacen valer su significado de diversas formas. Cuando el haiku no hace más que mención a un hecho o configura una imagen que en apariencia podríamos relacionar con alguno de nuestros paseos a los parques citadinos o en nuestra imaginación literaria, con esos haiku Kacian expide una interrogante sobre el realismo, el cual resume un tipo de pregunta retórica desafiante de la apariencia anodina del haiku: ¿y qué?

大根の花紫野大徳寺

daikon no hana murasakino daitokuji

Flores de daikon, los campos púrpuras de Daitoku-ji

(Kyoshi, 2016: s/n)

Dos nombres propios enmarcan los campos púrpura: murasakino. Leído a primera vista, claro, no hay nada que decir de lo que aparenta ser un paisaje perfecto, una forma acatada.
¿y qué?
La perspectiva, un pequeño cuadro donde en apariencia los campos purpurasen.

      Para Kacian hay que buscar otra manera de tratar esos artefactos verbales. Algo que intente contestar a esa pregunta o bien la anule por completo. Sin embargo, en una lengua que no pertenece como escribía Derrida, difícilmente podamos acceder no solo a la realidad evocada sino tampoco a codificación de las imágenes evocadas sino haciendo un sumo esfuerzo intelectual por reponer significados, una y otra, y otra vez.

      Kacian reconoce que en el haiku moderno las imágenes de la naturaleza están codificadas dentro de una herencia cultural y traen consigo un peso emocional. Sin embargo, señala que el peso emocional o el universo simbólico que evocan dichas imágenes varía en haikus que ya no se escriben en la estela de la tradición. Ante este panorama, propone la siguiente definición de haiku:

      Los haikus son composiciones muy breves de letras, signos de puntuación y otros símbolos, o bien sonidos y pausas. Su intención es casi siempre comunicar, aunque lo que comunican puede variar mucho. Emplean una o varias estrategias para lograr sus fines, y estas estrategias suelen ser literarias, es decir, se basan en la tradición lingüística de una cultura para indicar su significado. (Kacian, 2016: 57).

      Pero recordemos que seguimos en una lengua y, especialmente, una escritura que no pertenece. Y de momento, solo captaríamos ese recuerdo inútil que emerge cuando leemos un haiku que nos simpatiza y nos resuena. Cada lector tendría así su catálogo personal de haikus con los que podría construir una memoria humilde de su propia vida. Pero, creo que el haiku visto, no de frente sino una poco en su borde nos muestra otras figuras. Poner el ojo al borde del discurso, escribía Lyotard, para ver ahí supurar la figura (que no es la figuración ni nada tiene que ver con lo figurativo). Esa supuración es una especie de espectro sensible que se entierra en la densidad de esa escritura: ya sea haciendo resonar un verbo y una onomatopeya, o bien, en la aspereza de la arena que inunda las imágenes.

砂濱きらゝの光る春日かな

sunahama kirara no hikaru haruhi kana

La arena de la playa destellando, el sol de primavera.

(Shiki, 1975: 399)

      Kirara no hikaru, literalmente, el brillo de la mica (mineral silicatado).  En el haiku describe la superficie ondulada de la arena para luego señalar el efecto visual. Un suelo refractario, la mica inherente de la arena ofrece sus minúsculos brillos de forma intermitente. Casi imperceptibles, los diminutos fragmentos de la mica elevan su presencia gracias a su centelleo. Esta cualidad refractaria de la arena nos brinda un suelo con cierto ritmo visual, lo que parece coincidir con la sonoridad del verso: kirara no hikaru. La refracción proyecta la suavidad del sol de primavera. Incluso, si damos un paso más en esta imaginación sensible, se vuelve posible sentir ese hormigueo en la garganta.

     Tal vez el haiku no sea un objeto literario susceptible de teorización y crítica, pero creo que nos abre muchas vías para pensar un modo de operar propio de la literatura pero, especialmente, de la poesía japonesa. El realismo, finalmente, siempre es ilusión. Ilusión referencial: un añadido a favor del verosímil. Un haiku ha sido arrojado al mar de la poesía y no sirve para nada, hasta que el paciente pescador de ilusiones lo encuentre y obnubilado por su espejismo pueda dejarse seducir los sentidos por eso que la forma breve entrama en su escritura.

Marzo 2025

Les saludo viviendo vicariamente a través de esta columna la bella estación de las flores, las aves, el sol suave y la brisa agradable, mientras en la vida real sufro con el calor agobiante de Santiago.

En esta ocasión abordaremos el período medio de la estación primaveral. Recordemos que esta se divide en 三春 sanshun o tres primaveras, que comprende toda la estación; 初春shoshun o inicio de primavera, 仲春chuushun o mediados de primavera, 晩春banshun o finales de primavera. Específicamente, 仲春 chuushun, corresponde aproximadamente al tercer mes del calendario solar. Al principio la nueva estación se percibe de forma superficial, pero a medida que pasan los días, el espíritu de la primavera comienza a asentarse. Abarca desde el tercero de los 24 Términos Solares, 啓蟄 keichitsu o despertar de los insectos, alrededor del 06 de marzo, hasta el día anterior al quinto término solar, 清明 seimei o puro y claro, alrededor de 05 de abril.

Es momento de hablar con algo más de detalle de los 24 Términos Solares. Como hemos visto en esta columna mientras en Occidente estamos acostumbrados a dividir el año en las cuatro estaciones, en Asia consideraban que, dados los cambios que se producen en el clima, la fauna y la flora dentro de cada estación, se necesitaba otra forma de medir el paso del año. Así fue que, al notar el desfase que existía entre el calendario lunar y las estaciones, en China se idearon los 24 Términos Solares, adaptados posteriormente a Japón, donde se denominaron 二十四節気 nijuuyon sekki. Cada uno dura, aproximadamente, unos quince días, lo que permite marcar de forma mucho más precisa las características estacionales del momento.

Después de toda esta información, disfrutemos de algunos haikus correspondientes a 仲春chuushun.

Kigo: 鳥雲に入る tori kumo ni iru; entran las aves en las nubes. En primavera, cuando vuelven al norte, bandadas de gansos y cisnes desaparecen uno a uno detrás de las nubes y se vuelven invisibles.

Período: 仲春 chuushun; mitad de la primavera

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Takakuwa Rankou (1726-1798)

鳥雲に入りて草木の光りかな

tori kumo ni irete kusaki no hikari kana

el brillo de árboles y hierba al desaparecer las aves en las nubes

Kigo: 雛祭 hina matsuri; festival de las muñecas. Festividad celebrada el 3 de marzo para rogar por la salud de las niñas. Se celebra desplegando muñecas hina, las cuales representan la corte Heian, y se sirve sake blanco y dulces hina-arare. Se dice que el Hina matsuri nació como una combinación del ritual de purificación 上巳の祓 Joushi no harae ―en el cual muñecas a las que se han transferido las impurezas de los humanos son lanzadas en el río― con la costumbre de jugar con muñecas. Durante el período Muromachi (1334-1573) se introdujeron nuevas técnicas de confección de muñecas desde China, y se creó el prototipo de las que conocemos hoy en día. Durante el período Edo (1603-1868) el shogunato comenzó a celebrar el Hina matsuri y, eventualmente, este pasó de la casta de los guerreros a la gente del pueblo. Se volvió muy popular junto al Kodomo no hi o Día de los niños, durante el período Genroku (1688-1704).

Utilizado como kigo desde 1716.

Período: 仲春 chuushun; mitad de la primavera

Categoría: 行事 gyouji; eventos

Haijin: Nomiyama Asuka (1917-1970)

子なき人さびしからめと雛まつる

ko naki hito sabishikarame to hina matsuru

aquellos sin hijos al sentirse solos veneran las muñecas hina

Kigo: 雪解 yuki doke; derretimiento de la nieve. Los rayos del sol de primavera comienzan a derretir la nieve, pero el viento que sopla desde el este, que reemplaza al ártico viento del norte o kita kaze, tiene un impacto mucho mayor. Utilizado como kigo desde 1667, aunque ya desde el Manyoushuu, la primera antología de poesía japonesa (759), que se utiliza en poemas.

Período: 仲春 chuushun; mitad de la primavera

Categoría: 地理 chiri; geografía

Haijin: Kobayashi Issa (1763-1828)

雪とけて村一ぱいの子どもかな

yuki tokete mura ippai no kodomo kana

al derretirse la nieve el pueblo se llena de niños

No podía dejar de incluir uno de mis haikus favoritos de Issa, el haijin clásico más amado por los japoneses. Recuerdo que en las librerías, en la sección de haiku, los libros dedicados a Issa correspondían a, cuando menos, un tercio del total. Este haiku en particular, aunque habla de otra época, pinta en nuestra mente una imagen tan precisa y real que podríamos estarla viendo con nuestros propios ojos: se derrite la nieve marcando el fin del invierno y del aislamiento obligatorio por el frío, y los niños, a quienes les debe haber costado el encierro más que a nadie, salen felices a jugar con sus amigos. Siento que es de esos haikus atemporales.

Me despido por este mes, esperando que cada uno de ustedes pueda disfrutar la estación correspondiente al lugar del planeta donde se encuentren, amenizada con bellos haikus ¡Hasta la próxima!

Anátidas

…»Las nubes se acumulaban ahora
para el viento alisio y él miró hacia adelante
y vio un vuelo de patos salvajes
que se grababan contra el cielo sobre el agua,
luego se desdibujaban, luego volvían a grabarse
y supo que ningún hombre estaba nunca sólo en el mar.»

Ernest Hemingway

 

Quién no se ha sentido fascinado alguna vez viendo a un pato flotar imperturbable sobre las tranquilas aguas de un estanque. O el armonioso desfile acuático en el que mamá pato se desliza seguida de sus polluelos en una hilera perfecta venciendo la resistencia que el agua ofrece a su avance. Tal vez, ese cisne que aterriza majestuosamente en el lago…

Dejan su estela

en el lago los ánades.

También se borra.

Martín López-Vega

Las anátidas pertenecen al grupo de las llamadas aves acuáticas. Su hábitat natural son los estanques, lagos, pantanos, ríos y arroyos. Ánades (=patos, no confundir anadae con anatidae), cucharas, cisnes, gansos, ocas, tarros, cercetas, porrones o malvasías, eideres, barnaclas o cauquenes, son aves migratorias en su mayoría, adaptadas al medio acuático.

Bajo la lluvia…

en silencio los patos

volando al sur

 

Leti Sicilia (Hadaverde)

tarde nublada-

el cisne que aletea

vuelve a flotar

Mary Vidal

Esta capacidad de flotar es producto de una serie de factores: Las plumas suaves y flexibles que repelen el agua, su reserva de grasa, y las patas palmeadas que hacen de timón natural ayudándoles a mantener el equilibrio y la dirección.

Se mueve el juncal

los patos apresuran

su vuelta al agua

 

Jaspe Uriel (Ajenjo)

En culturas que desarrollaron una conexión profunda con los cuerpos de agua, como China, Japón o Egipto, los patos aparecen como símbolos de prosperidad, paz, amor, fidelidad y también de renovación. (Los patos mandarines son tradicional regalo y amuleto del feng shui para el amor).

oshi no ha ni

usu yuki tsumurozu

skizukesa yo

 

En las plumas del pato

cae tenue la nieve

serenidad

 

Shiki

 

Cisnes dormidos

flotan bajo la lluvia.

Noche de otoño.

 

Fernando Mora

El símbolo del cisne aparece en Europa y Asia en forma de cuentos y leyendas, representando el poder de la luz. Para Pitágoras el cisne era semejante al alma que nunca muere, de la misma forma que en India, los gansos, blancos, (previos a la introducción de los cisnes por los ingleses) representaban el ātman, el principio espiritual que transmigra de un cuerpo a otro.

Invierno.

El azul de la noche

en las plumas de un ganso

 

Maria Victoria Porras (Mavi)

 

El vuelo bajo

de un ganso por el río…

flores de colza

 

Xaro Ortolá (Destellos)

Haikus alegres, con la mirada de un niño que se acerca a estas aves coloridas, de andar gracioso y grácil nado, que parecen sonreir. Haikus sagrados, haikus de compasión…

Risas de niños,

una hilera de patos

cruza el sendero

 

Leti Sicilia (Hadaverde)

 

kamo no hashi yori

tara-tara to

haru no doro

 

Del pico de los patos

¡chas,chas! gotea el barro

de primavera

 

Kioshi

 

yû-shimo ni

hima nakioshi no

ha-oto kana

 

Noche de escarcha:

y sin cesar los patos

dan aleteos

 

Sôgui

 

 

yamu kari no

yo-samu ni ochite

tabi-ne kana

 

Enfermo el ánsar

cae en la noche fría.

Yo, de viaje.

 

Matsuo Bashô

Cada año se pierde en el mundo una cantidad ingente de humedales.  La desecación para «el desarrollo», las contínuas sequías, la acción de especies animales y vegetales invasoras, la polución por plásticos, sobreexplotación de acuíferos o la pérdida de alimentos, entre otras, serán las causas.

«Una gota de agua

qué poco es

y qué pronto se acaba.»

Decía así el poeta José María Hinojosa.

Proteger los cuerpos de agua se hace necesario, y así poder seguir disfrutando de esa hermosa vida alada que conecta cielo y agua…y nos arrastra.

wari kurete

kamo no koe

honokanishirosi

 

El mar ya oscuro:

los gritos de los patos

apenas blancos

 

Matsuo Bashô

La casa sosegada

Queridos amigos del Rincón del Haiku: Con esta colaboración para el mes de febrero, “La casa sosegada”, doy por completada mi serie. Feliz por haber contribuido a un proyecto tan hermoso, quiero expresar mi gratitud a mis lectores y, sobre todo, a ese equipo que, de manera tan constante y tan cálida, me ha dado su confianza y su aliento. Mil gracias y un gran abrazo para todos.
José María Bermejo

Jardín de Ryoan-ji. Una mariposa sale volando del alero del templo. Sujû Takano capta ese instante en un haiku que intensifica, a través del vuelo, la quietud del jardín. El contraste dinámico -tan ligado a la sensibilidad japonesa- explica también la obsesión del arquitecto Tadao Ando por las correlaciones entre la luz y la sombra; la luz que surge de la oscuridad, la luz “cuya belleza en el corazón de la noche evoca la de una joya en la palma de la mano”: una luz matizada por materiales concretos: la madera, el vidrio, el papel “suave como seda”.  Autor del pabellón de té de Oyodo, de un espacio de meditación en la sede de la Unesco en París y del Pabellón de Japón en la Expo de Sevilla, Tadao Ando ha creado otros espacios de vida y de contemplación, como la iglesia de la Luz, en Osaka, y la iglesia del Agua, en Tomamu, porque -según sus propias palabras- “en nuestra cultura contemporánea, en la que todos estamos sometidos a una intensa estimulación exterior, en especial por el medio electrónico, resulta crucial el papel del espacio arquitectónico como refugio del espíritu.”

                En la iglesia de Osaka, la luz penetra por una abertura en forma de cruz recortada en una caja de profundas tinieblas. Tadao Ando asume la “misteriosa fusión” de su propia cultura con la tradición occidental de una manera muy explícita: “El rayo de luz que se filtra por una abertura sin vidrio en el seno de las abadías europeas de la Edad Media, es de una intensidad que se puede calificar de sublime. Por otra parte, en la arquitectura japonesa -en los pabellones de té, por ejemplo- se introduce en el espacio una luz sutil con refinados procedimientos técnicos…” Sobre la iglesia del Agua, el arquitecto comenta: “Colocando una cruz en un cuerpo de agua fluyendo, yo buscaba expresar la idea de Dios como existiendo en un único corazón y pensamiento. También buscaba crear un espacio en el que uno pudiera sentarse y meditar.” El altar es el espacio exterior, la naturaleza que se extiende y refleja fuera, sobre el entorno y la lámina de agua, con toda la riqueza cromática del paso de las estaciones.

                El wabi-cha -compendio de valores estéticos y éticos del “camino del té” o cha-do– incluye la simplicidad, la belleza rústica, la elegancia sutil, el espacio o intervalo, el desapego, la no-mente… En la sala de té, esos valores se concretan en paredes de barro, en techos de bambú sin revestimiento y en detalles como este: que al menos una de las columnas sea un tronco sin pulimentar. El espacio, la decoración y los objetos utilizados en la ceremonia se relacionan y se potencian a través de la pobreza material, la asimetría dinámica, la naturalidad que evita la repetición. Hay otros “caminos” -el de las flores, el del arco, el de la espada, el de la poesía- que comparten esa misma filosofía vital, que aflora, con una riqueza inmensa, en el haiku. En un mundo tan agitado, tan bronco, ese breve poema nos recuerda, una y otra vez, el valor de la quietud -que no es resignación, sino íntima resistencia en el regazo del ser-. Issa Kobayashi lamenta la cantidad de querellas que se encrespan y nos desazonan en este mundo fugaz como el rocío, y celebra la vida (“estamos vivos / sencillamente: yo / y la amapola”). Otros poetas asumen, con valentía, su soledad o su pobreza, y admiran incluso el valor de las cosas inanimadas: esa piedra que aguanta el frío, inmóvil, esperando la primavera… La casa sosegada que San Juan de la Cruz había dejado atrás, antes de emprender su vuelo místico hacia la Noche oscura, es hoy nuestro desafío.

Febrero de 2025

CONSTRUIR

Vuelan diez grullas
Y una más rezagada.
Cielo naranja.

DECONSTRUIR

Estos versos se me ocurrieron una de las tardes del fin de diciembre, cuando el poniente estaba arrebolado de tonos rojizos, rosados y, dominando todo el cielo, naranjas. Acaba de detenerme en medio del camino para hablar un momento con un amigo y, a punto de separarnos, oímos graznidos. Venían de arriba. Arriba, en el cielo, una bandada de grullas avanzaba en cuña. Las conté: no eran diez como afirmo en el  primer verso. Eran más; tal vez catorce o dieciséis. He escrito “diez” para satisfacer el requisito métrico de las cinco sílabas. ¿Qué más da diez que dieciséis? Estas “mentirijillas poéticas” seguro que sabrá perdonármelas el lector. Los creadores, ya sea el pintor recreando un paisaje o el novelista describiendo una situación con pretendido realismo, recurren a ellas constantemente. La mentira artística, me parece, es parte sustancial del genio creador; y, me atrevo a afirmar, en la modificación creativa de la realidad reside una de las claves del arte.

   Matsuo Bashō modificó a su capricho el itinerario de su viaje por el norte de Japón para regalarnos esa obra de arte llamada Oku no hosomichi (Sendas de Oku, en la versión de Hayashiya y Paz; Senda hacia tierras hondas, en la de Antonio Cabeza).

    Lo que  sí fue veraz es que detrás, a corta distancia de la bandada de grullas, volaba una. Me acordé entonces del famoso haiku del maestro Bashō sobre un pato:

Un pato enfermo
Rezagado en la noche.
¡Mis sueños andan!

¡Qué prodigio de haiku! Creo recordar que ya comenté estos versos en otra entrada a El Rincón hará cuatro o cinco años, comentario que me permitió referirme al honkadori, ese frecuente recurso poético usado en la poesía clásica japonesa de los waka. En mi haiku, he sacrificado el enorme poder evocador y el no cromatismo de “noche”, que apreciamos en la poesía del maestro japonés,  por el vistoso de “naranja”. Pero el efecto visual de un miembro de la bandada –un pato allá, una grulla aquí– que vuela detrás es semejante. También he renunciado a la mención del impacto acústico de los graznidos. La redondez del cielo naranja era demasiado poderosa para permitírmelo. He sacrificado la acústica en aras de la visualidad. Pero si podemos imaginar el graznar de estas aves en el cielo, ¿para que mencionarlo? Bueno, ojalá os guste el resultado.

Córvidos

…Mira el bosque desnudo
de sus pomposas galas:
Oye cual lanza su graznido rudo
el cuervo que se aleja
hendiendo el aire con sus negras alas…

José Tomás de Cuéllar

 

Cuervos, urracas, arrendajos, rabilargos, cornejas, chorvas, grajos o grajilllas. Aves misteriosas, oscuras, cercanas, inteligentes. Capaces de reconocer su propia imagen en un espejo, de fabricar sus propias herramientas, de celebrar rituales funerarios… Las capacidades cognitivas y de resolución de problemas de esta familia de aves son extraordinarias.

 

noche cerrada,
el graznido del cuervo
muestra el camino

Consuelo Orias

 

En muchas partes del mundo son consideradas mensajeros divinos, transmisores de sabiduría.

Kare-eda ni/karasu no tomaritaru ya/aki nokure

La rama seca
con un cuervo posado.
Tarde de otoño.

Matsuo Bashô

Sus graznidos pueden ser escuchados a distancia, en el campo, en los montes, o en el silencio nocturno de las ciudades. La mayoría de los haikus que los incluyen atienden a este sonido, atractivo, inquietante, o molesto en función del oyente y su entorno.

 

Tsune nikuki/karasu mo yuki mo/ashita kana

¡Ah, qué alba nevada
hasta con esos cuervos
siempre odiosos!

Matsuo Bashô

 

Final de otoño, invierno… la familia de los cuervos en la mayoría de los haikus se vincula al frío.

Un cuervo grazna
en la noche estrellada.
Escalofrío.

José Ramón Velasco Niño

cielo plomizo
una hilera de cuervos
en la azotea

Luis Corrales

 

Así como en Europa, los cuervos representan el mal, la oscuridad, a excepción de culturas como la escandinava, en la que eran considerados seres divinos que aportaban las virtudes de la «reflexión» y la «memoria», en Japón, especialmente los cuervos, pero también urracas y demás familia, son considerados animales sagrados, portadores de buena suerte y símbolos del amor y de la gratitud. A veces también del paso de una vida a la otra.

 

Ware o yobu ka/meido mo shimo no/asagarasu

¿Es a mí a quien llama el cuervo
desde el mundo de las sombras
en esta mañana de escarcha?

Shukabo

Yume kaese/karasu no samasu/kiri no tsuki

¡Devuélveme mi sueño
cuervo! La niebla empaña
la luna que veo al despertar.

Onitsura

El cuervo de tres patas está presente en varias culturas orientales como la japonesa, la china o la coreana,  representando el sol o su habitar en él. Para los indios americanos el cuervo es símbolo de magia, de curación, es el espíritu mensajero del Vacío, el portador de la luz.

 

Aki no kure
karasu mo nakade
tôri keri

La tarde de otoño…
Incluso el cuervo
pasó sin graznar…

Kishû

En el cerezo
un grajo que no duerme.
Luna de otoño

Pilar Carmona (Piluca)

grazna un grajo;
del fresno se desprenden
las últimas hojas

Mercedes Pérez (Kotori)

 

El graznido de las urracas es especialmente reconocible, jocoso, alegre. Son aves que se establecen en entornos naturales humanizados, siendo fáciles de ver, de escuchar, y ateniéndonos al plumaje, de identificar.

 

Cerezo en flor.
Va graznando la urraca
entre la lluvia

uli bidean

rumor de encinas…
en el bancal* sembrado
un par de urracas

Xaro Ortolá

*bancal: terreno (terraza) para labores agrícolas.

 

Respetadas, cercanas, mensajeras, plaga o mito romántico, estas aves oscuras no dejan a nadie indiferente.

 

karasu naite/watashi mo hitori

Un cuervo grazna.
Yo también estoy solo.

Taneda Santôka

Febrero 2025

Les saludo desde un Santiago que está a mediados de verano, según el calendario y las altas temperaturas que estamos sufriendo. Pero cuando salgo a pasear al parque cerca de mi hogar, veo que los árboles están comenzando con el otoño. Cada día más ejemplares están amarillos y no verdes y la ocasional brisa bota las hojas dejando una incongruente alfombra de hojas secas en el suelo. Y esta dicotomía la vivo acentuada mientras escribo este artículo sobre el comienzo de la estación primaveral.

Primavera o “春 haru / shun” se refiere al período comprendido entre “立春 risshun o el primer día de primavera” (alrededor del 04 de febrero) y el día anterior a “立夏 rikka o el primero del verano” (alrededor del 06 de mayo). Todavía hace frío y las camelias comienzan a florecer. Específicamente 初春 shoshun o inicio de primavera, va desde el primer día de primavera o risshun al día anterior a 啓蟄 keichitsu o despertar de los insectos, alrededor del 06 de marzo.

El comienzo del año según el antiguo calendario lunar era 立春 risshun, el comienzo de la primavera, de los veinticuatro términos solares, por lo que se celebraba como 初春: 初 hatsu, inicio y 春 haru, primavera. Aunque con el nuevo calendario solar el Año Nuevo se celebra en invierno, al comienzo del año todavía se le llama ‘初春 hatsuharu’ debido a la influencia cultural del calendario lunar. Los 24 términos solares son la duración de un año dividido en 24 partes según el calendario solar. Con el tiempo, sus denominaciones se convirtieron, a su vez, en kigo. Los 24 términos solares tienen su origen en la antigua China. Allí, el año comienza con el mes que incluye el primer día de primavera y esto también se transmitió a Japón, donde el primer día de primavera (actualmente alrededor del 4 de febrero) era llamado ‘正月節shougatsu setsu o Festival de Año Nuevo’. Es un período en el que la nueva estación primaveral está apenas llegando, por lo que muchos kigo están relacionados con el hielo y el frío.

Veamos algunos de los kigo y sus haikus que seleccioné para este período de 初春 shoshun o inicio de primavera.

Kigo: 初蝶 hatsuchou; primera mariposa. La primera mariposa que se ve en el año.

Período: 初春 shoshun; inicio de la primavera

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Takahama Kyoushi (1874-1959)

初蝶来何色と問ふ黄と答ふ

hatsuchouku naniiro to tou ki to kotau

llegó la primera mariposa ¿de qué color es? es amarilla

En este haiku lo interesante son el nakashichi (el verso del medio) y el shimogo (el verso final), dado que presentan un dialogo, pero no sabemos con quién está hablando el haijin. ¿Es una pregunta retórica que se hace a sí mismo frente a la maravilla de ver la primera mariposa después del largo invierno o, como postulan algunos investigadores, una conversación con otra persona?, candidatos a interlocutor son su familia, así como el poeta Ogata Kukyou (1903-1948) quien había quedado ciego. El japonés no flexiona género ni número, por lo que se necesita especificar quién hace la acción y quién la recibe, lo que se logra con el uso de partículas, pero para que ellas funcionen debe existir el sustantivo. En este caso solamente se indica la acción 何色と問ふ naniiro to tou; preguntar ¿qué color? 黄と答ふ ki to kotau; responder amarillo. Lo cual en japonés funciona de manera muy bella ya que deja el haiku abierto a la interpretación del que lo escucha o lee. El problema se da a la hora de traducir a un idioma que exige flexionar género y número, como el español. Intentando que el resultado traductológico fuera el más cercano a la experiencia que podría experimentar un japonés frente al poema, decidí eliminar los verbos en mi traducción y dejar sólo el diálogo.

Kigo: 山焼 yamayaki; quemar la montaña. Originalmente se refería a quemar la maleza de las montañas para sembrar, entre otros, alforfón. A la quema que se realiza en el monte Wakakusa de la prefectura de Nara se le conoce como ‘o-yamayaki’ o ‘la gran quema de montaña’.

Período: 初春 shoshun; inicio de la primavera

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Kobayashi Sayuri (¿?)

山焼の飛び火に犬の後ずさり

yamayaki no tobihi ni inu no atozusari

el perro se aleja de las chispas de la quema en la montaña

Kigo: 余寒 yokan; frío después del inicio de la primavera. Esta situación afecta en gran medida la floración de los cerezos.

Período: 初春 shoshun; inicio de la primavera

Categoría: 時候 jikou; estacional

Haijin: Yosa Buson (1716-1784)

関守の火鉢小さき余寒かな

sekimori no hibachi chiisaki yokan kana

es pequeño el brasero de los guardias fronterizos, frío de inicio de primavera

En la antigüedad existían barreras entre los diversos territorios dentro de Japón. Estas barreras —que ya aparecen mencionadas en el Manyoushuu, la primera antología de poesía autóctona japonesa (759) — actuaban como puestos fronterizos en los que los viajeros debía mostrar su documentación que les permitía atravesarlos. Durante el período Edo (1603-1868) no estaba permitido viajar fuera de su territorio sin aprobación oficial, la cual se entregaba, después de justificar las razones del viaje, en forma de documentos. Es a los guardias de este tipo de establecimiento al que se refiere Buson en su haiku.

Me despido esperando que todos puedan disfrutar las maravillas que nos regala la naturaleza en la estación que sea en el lugar donde se encuentran. Así como a Wordsworth, quien lo expresó de la forma más bella en su poema dedicado a su hermana Dorothy, Lines Written a Few Miles above Tintern Abbey: “la naturaleza nunca traiciona el corazón que la ama”, ésta nos entrega consuelo en este mundo loco y vertiginoso. ¡Hasta el próximo artículo!

Primera anotación

Córdoba, Argentina
Verano
2025

Primera anotación

 Gendai haiku significa haiku moderno. Sin embargo, en diversos artículos y ensayos, la cuestión del gendai abre un debate en torno a la autonomía de la forma de su tradición, y especialmente, sobre lo moderno (siendo que esta idea de modernidad procede de la cultura occidental). Hay dos tendencias, una, el uso de este término para referirse a un momento en el que el haiku adquiere autonomía respecto a la tradición literaria, o bien, a un proyecto teórico-crítico específico que surge tras la Segunda Guerra Mundial y que exige nuevas categorías para definir el haiku. Lo que señalo es lo siguiente: para algunos, el gendai haiku sería todo lo que viene junto con (y después de) Shiki, cuando el haiku adquiere su nombre. O bien, lo que aparece durante el periodo de posguerra, cuando el haiku como forma poética literaria es cuestionado, destacándose la figura de Kaneko Tōta como referencia central.

Entre los autores que han reflexionado críticamente en torno a esta noción encontramos a Sato Hiroaki quien, revisando una serie de antologías que llevan por título esta categoría, no encuentra nada en especial que distinga a los haiku compilados en ella. En este sentido escribe:

Entonces, ¿qué es el gendai haiku según se entiende el término en Japón? ¿Significa algo especial? La respuesta simple es no, solo significa ‘haiku moderno’. Se define por el período de tiempo en lugar de por el contenido o el enfoque. Y el período aceptado va desde finales del siglo XIX hasta el presente (Sato, 2018: 181)

Para Sato el haiku hereda de la renga elementos la estructura moraica, el kigo y diversos recursos para cortar el verso y/o yuxtaponer imágenes (kire); pero lo que distingue al gendai haiku es su autonomía respecto a la renga y la eliminación de la función introductoria o de salutación. Según Sato, más allá de estas cualidades nada distingue al gendai haiku, pero sí se pueden marcar diferencias con respecto al haiku tradicional (que tiene a Kyoshi como su mejor representante), al notradicional (donde se incluirían los estilos libres y más flexibles en su respeto a las pautas formales) y el estilo claramente diferenciado del haiku de vanguardia (que nombra como zen’ei haiku, que mencionaremos más adelante y que, para Sato, está representado por Takayanagi Shigenobu).

En otras palabras, para Sato, la noción de gendai haiku marca una diferencia contundente entre la forma tradicional (5-7-5, kigo) con el no-tradicional (que buscan ampliar, flexibilizar, o experimentar con la forma), desvinculadas de la tradición.[1] Las exploraciones de Sato son significativas para los estudios de haiku, ya que su profundo conocimiento de las diversas antologías que dan cuenta de la paulatina autonomía que adquirió el hokku al perder su función de introducción a la renga.

 Pero, la trama del nombre es mucho mas amplia. Los embates de principios del siglo XX, Shiki se volverá una figura destacada sobre las transformaciones del haiku. La noción de gendai haiku (haiku moderno o contemporáneo) comenzó a utilizarse en los círculos de crítica literaria japonesa de la academia occidental gracias al trabajo en inglés de Makoto Ueda Modern Japanese Haiku: An Anthology (Haiku moderno japonés: Una antología) (1976) y William Higginson en Itadakimasu: Essays on haiku and senryu in English (Itadakimasu: Ensayos sobre el haiku y el senryu en inglés) (1971) en los años 70. Años en los que (dicho a grandes rasgos) el conocimiento anglosajón del haiku se profundiza gracias a las múltiples tradiciones y teorías que permitieron volver a vincular a la literatura japonesa con la occidental.

Clayton Beach (2019) entiende que la noción de gendai haiku refiere a las poéticas no-tradicionales agrupadas en distintas escuelas y estilos que emergieron durante siglo XX. Sin embargo, más allá de describir un grupo de poetas, para Beach, la noción de gendai haiku implica una reconfiguración del paradigma del conocimiento en torno al haiku, donde los valores tradicionales y no tradicionales coexisten. Este equilibrio destaca tanto la búsqueda de innovación como el respeto por el legado del pasado, es decir, integrando lo nuevo. Al respecto, afirma Beach: “Muchos de los haiku más radicales que se han escrito datan de la época anterior a la guerra, y en los gendai se observa una mezcla más equilibrada de experimentación, individualismo y respeto por la tradición” (2019: 61). A diferencia de Sato, para Beach gendai no se trata de una forma no-tradicional diferenciada de la tradicional, sino (por decirlo de algún modo) una forma tradicional con impronta moderna. Moderna en cuenta la asimilación de los valores como individualismo, experimentación, y esta reverberación de la forma tradicional entendida, bajo sus términos, como respeto a la tradición.

Uno de los autores más relevantes en los estudios de haiku en inglés es Richard Gilbert (2004), quien realizó un proyecto de relevamiento de poetas de posguerra para repensar la idea de lo gendai. Como premisa, Gilbert sostiene que la estética de Shiki ofreció una base estética influenciada por el realismo en cuanto que esbozo o boceto (shasei, anotación larga que merece una entrada propia) y modelo formal estándar a partir del cual se comenzó a transformar la escritura de esta forma poética. Allí, el autor identifica que lo gendai implica desafiar las convenciones tradicionales del haiku y abrirse a una amplia gama de temas y estilos, y que reflejan las complejidades de la vida contemporánea, lo que permitió una mayor libertad creativa para los poetas.

Además, replantea y amplía las nociones de kigo y kireji en otros términos que permiten un acercamiento al haiku en diversas lenguas, a saber: disyunción, superposición y yuxtaposición. Una apreciación que tiene menos que ver con la densidad semántica de los patrones formales tradicionales y más con la composición poética y la producción de imágenes.

Sin embargo, una de las claves que define lo gendai es la influencia del circuito de edición de ciertos poetas seleccionados, no por otros poetas maestros ni por los lectores, sino por editores y críticos. Una operación que el propio autor reproduce con sus propias publicaciones y su proyecto de producción del sitio web gendaihaiku.com. En dicho sitio constan las entrevistas y comentarios sobre poéticas de posguerra (como las de Hasegawa Kai, Tota Kaneko y Uda Kyoko). El valioso aporte de Gilbert fue ofrecer al público anglosajón poéticas no demasiado populares y perspectivas actualizadas en boca de los propios poetas japoneses. Ahora bien, ¿es lo gendai una cuestión de actualidad temporal? O bien, como sostiene Sato Hiroaki, ¿una diferencia con respecto a la tradición poética?

Estas preguntas son demasiado generales para estos autores de larga trayectoria, pero en una primera exploración sobre el haiku del siglo XX, la cuestión de lo moderno del haiku es ineludible para comprender las sutiles diferencias que traman  entre las distintas tendencias y poéticas del haiku durante cien años; así mimo esta noción desarma una tradición poética, ya sea haciendo de aquellas poéticas que se reúnen bajo su nombre un desvío, un desafío o un ruptura con la el pasado. La cuestión de lo moderno no obliga a dejar a un costado nuestra propia idea de lo moderno. Se ha dicho mucho: la modernidad japonesas es inconmensurable con la modernidad occidental. A pesar de que el haiku moderno se vuelve más accesible para el lector occidental, dicha proximidad delata la diferencia que nos separa. El haiku japonés es tan solo un espectro en nuestra escritura breve. Sin embargo este no es un camino sin salida, sino que delimitan un posición ética cuando estamos ante el: el haiku adviene, esa es su naturaleza: interrumpe sin aviso. El haiku trae consigo un saber (una imagen) propio de un futuro difícil de anticipar. Por ello, debemos dar respuestas sin alardes. No explayarnos demasiado en el comentario histórico-literario, sino desplegar el haiku con la delicadeza que necesita un origami para desarmase. Frente a ese papel desdoblado es posible tantear esas marcas sin trazos. Refrenarnos ante ese advenir que al sentido inesperado y a los significantes irreductibles al presente del haiku.

Bibliografía

Beach, C. (2019). “Gendai Haiku: A Short History”. Modern haiku. 50(2), pp. 55-67. https://www.modernhaiku.org/issue50-2/Beach-GendaiHaiku-MH50-2.pdf

Gilbert, R. (2024). “The Disjunctive Dragonfly: A Study of Disjunctive Method and Definitions in Contemporary English Language Haiku”. En J. Shea y G. Caldwell (Eds.) The Routledge Global Haiku Reader., pp. 197-224. New York, Routledge Taylor and Francis Group.

Sato, H. (1983). One hundred frogs: from renga to haiku to English. Boston, Weatherhill.

___. (2018). On haiku. EEUU, New Directions Publishing. La traducción es nuestra.

 

[1] Esta idea se evidencia con otra gesto exploratoria de Sato en On hundred frogs (). En búsqueda de una introducción a las transformaciones del haiku en inglés, recorre la tradición del renga y el haikai a partir de diversas publicaciones que reunieron estas formas hasta el momento en que el hokku, la forma introductoria de la renga se independiza de ella y comienzan a publicarse en antologías por separado. Estas antologías conforman una bisagra cuando se empieza a vislumbrar como el haiku emerge como una forma poética independiente. Es decir, la clave para Sato, es la autonomía de la forma.

Enero de 2025

CONSTRUIR

Huyó la araña
Por el frío espantada.
Uno de enero.

DECONSTRUIR

En la hermosa villa medieval aragonesa de Sos del Rey Católico, muy cerca de Navarra, he pasado el uno de enero de 2025.

La ciudad estaba envuelta en niebla y el frío era penetrante. Había helado por la noche. Mi primer paseo del año fue por la carretera a Sangüesa. Pasé al lado de un tupido seto de cipreses, o de otra especie de conífera, tal vez de tuyas. Algo que brillaba me llamó la atención: eran los hilos de una sutil tela de araña que colgaban congelados de las ramas. Como un delicado encaje. Sin duda que las arañas, despavoridas por el frío intenso, estaban invernando en algún lugar escondido o habían perecido con los primeros fríos del final de año. Pero ahí habían dejado sus redes, para maravilla de paseantes como yo. La desaparición de los insectos y el comienzo del año me pareció un contraste digno de ser registrado en verso porque, tal vez sin saberlo, estos bichitos habían engalanado, con sus telas delicadas y trémulas, el aire gélido de la mañana.

En este haiku no menciono los hilos colgantes de la tela, una humilde maravilla de la naturaleza, que pueden apreciarse claramente en la foto que adjunto, los hilos al lado de las gálbulas del ciprés.  Y si algún mérito tiene este haiku es justamente el hecho de no mencionar lo más evidente: esos escarchados filamentos, que fue lo que me llamó la atención. Por detrás de la historia de una araña fugitiva y de la causa de su huida –el frío–, yace la impresión visual no revelada en los versos: ese prodigio de la naturaleza observado por un paseante ocioso en la mañana gélida del primer día del año, del Año Nuevo que deseo venturoso a los lectores de El Rincón que me estén leyendo.