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SHIKI Y LA METÁFORA DE LAS NUTRIAS

       Por Elías Rovira Gil

De joven, Shiki fue estudiando y haciendo interesantes planteamientos que volcó en Dassai Shooku Haiwa (Charlas sobre haiku desde la guarida de la nutria), una serie de ¡treinta y ocho! artículos publicados en el periódico Nihon del 26 de junio al 2 de octubre de 1892. Aquellas “Charlas sobre haiku desde la guarida de la nutria” fueron el planteamiento contundente de Shiki para la reforma del haiku, dirigido a llamar la atención sobre el hecho de que debería ser tratado como una forma de arte seria, atacando al mismo tiempo a los antiguos maestros del haiku, a quienes Shiki consideraba en gran medida responsables de su manifiesta degradación, así como a los jóvenes que, sin apenas preparación, pero creyéndose autosuficientes, lo banalizaban.

Siempre me pregunté de dónde y por qué saldría aquello de “… desde la guarida de la nutria”.

Mira tú por dónde, ha sido leyendo las traducciones y breves notas de Earl Trotter (1200 haikus de Shiki seriados en El Rincón del haiku) que creo haber encontrado la respuesta.

Como veremos en la próxima entrega, en la primavera de 1902, a escasos meses de su fallecimiento, Shiki escribió:

茶器どもを獺の祭の並べ方
chakidomo o oso no matsuri no narabekata

los utensilios del té,
alineados
como el festival de la nutria

Se cuenta en la tradición china, que las nutrias son animales muy meticulosos y suelen colocar los peces que atrapan en una línea ordenada en la orilla del río antes de comérselos, como si fuera una ofrenda para los dioses (un “festival” o “ceremonia”). De ahí proviene el nombre poético “El Festival de la Nutria” aunque no exista como tal Festival público.

Shiki pues, usaba este ceremonial de las nutrias como una metáfora para referirse a los escritores que, como él, esparcen y disponen a su alrededor los textos que son sus referencias, de manera previa para ponerse a componer.

Remontándose al poeta chino Li Shangyin (c. 813-858), Shiki usaba la pronunciación china y a veces se llamó a sí mismo Dassaigyo o Dassai*. También se llegó a referir a sí mismo como el dueño de la Librería (guarida, estudio…) Dassai, y a su aniversario conmemorativo (子規忌  Shiki-ki) a veces se le llamó Dassaiji.

Y así, a su colección de históricos artículos le llamó “Charlas sobre haiku desde la guarida de la nutria”.

* “Dassai” (獺祭) se escribe con dos caracteres kanji: 獺 (Dassu): Significa “nutria de río” y 祭 (Matsuri/Sai): Significa “festival” o “ceremonia”.

Diciembre de 2025

CONSTRUIR

¡Qué blandamente
se han sentado unas hojas
en este banco!

 

DECONSTRUIR

Estas dos últimas semanas de noviembre, durante las que en estas latitudes celebramos la caída de las hojas de los árboles caducifolios, son una fiesta para los sentidos y un acicate para la sensibilidad. No solo por los colores con que se tiñen las hojas antes de caer al suelo, sino por todo lo que este fenómeno natural puede evocar en las personas: el paso del tiempo, la proximidad del fin del año, el recuerdo de la transitoriedad de las cosas de este mundo, la luz menguante de los días, la languidez del otoño, la melancolía de los estados de ánimo asociados a esta estación, etc. Una invitación constante a esa sensibilidad hacia las cosas que los japoneses llamaban aware.

Pero las hojas no solo caen al suelo. Pueden caer sobre cualquier objeto. Por ejemplo, sobre un colchón puesto a secar en el balcón de una casa. Como en ese haiku de Masaoka Shiki (1867-1902):

Hojas caídas
En un futón que se orea
En la barandilla.

En ni hosu
Futon no ue ni
Ochiba kana

えんに干す
布団の上に
落ち葉かな

O, en una imagen favorita de la poesía clásica japonesa, sobre una superficie de agua. Como en el siguiente tanka anónimo que aparece en la antología Kokinshū del año 905. Las hojas caídas de los arces, esas que los japoneses llaman momiji, emblema poético del otoño, cubren de color escarlata las aguas del río Tatsuta.

Teñidas hojas
Cubren el río Tatsuta.
Si lo cruzara,
¡Qué precioso brocado
En dos yo partiría!

Tatsuta gawa
Momiji midarete
Nagarumeri
Wataraba nishiki
Naka ya taenamu

En el haiku que hoy presento a la bondad de los lectores de El Rincón y que ilustra una fotografía tomada por la noche, he deseado destacar no el efecto preciosista de las hojas amarillentas u ocres, sino dos cosas: la suavidad –blandamente– como han caído las hojas, y la actitud personalizada –sentarse– con que yo las he visto posadas en el humilde banco de cualquier parque. En un haiku, las cosas actúan como personas o como animales, y las personas o animales como cosas o fenómenos de la naturaleza. Es la impersonalidad del haiku. Reginald Blyth decía que nosotros, personas, somos más humanos cuando nos damos cuenta de que no solamente las piedras y los árboles y los dioses están vivos, sino que hasta nosotros lo estamos.  Los hojas, como unos seres vivos más, se nos muestran sentadas en un banco en donde lo común es que se sienten personas, que “también” son-somos seres vivos (más o menos vivos que una hoja caída es una pregunta improcedente en el mundo del haiku). Algo nada extraño en el universo performántico de esta poesía donde los roles comunes se invierten, en donde objeto y sujeto conviven en un espacio común.

Sobre la forma de caer con suavidad –blandamente–, Masaoka Shiki, ya citado, tiene otro maravilloso haiku, en este caso con la nieve como protagonista:

Cae blandamente
La nieve sobre las alas de un pato.
¡Ah, esta calma!

Oshi no ha ni
Usu yuki tsumoru
Shizukasa yo

 

おしの羽に
うす雪つもる
静かさよ

El pato es nieve y la nieve es pato. Como las hojas son un banco y el banco es unas hojas. El adverbio «blandamente» ha sido solo la varita mágica para que, en uno y otro caso, se haya operado tan misteriosa identificación.

RAPACES

RAPACES

 

 Un nuevo orden

 

Distorsionada, quebrada está la escena en el ojo del

 águila

 pescadora

Como un ala de plumas blancas rasando la superficie

crespa,

corre el río en la pura transparencia del agua

Desde la arena tibia contemplo el vuelo soberano

y nada me atrevo a afirmar

 

Inés Aráoz

 

Quién no se ha dejado atrapar por el vuelo de un águila oteando su presa, o los bellos círculos de los buitres y tantas otras rapaces que, en lo alto de cañones o barrancos, en peñascos o en los riscos, aprovechan las corrientes ascendentes de aire desplegando al máximo sus alas. No olvido, todavía fascinada, la magia del Cañón del Río Lobos en la provincia de Soria con la imagen de los buitres sobrevolando la ermita templaria de San Bartolomé.

 

Cañón del río Lobos

la sombra de los buitres

sobre las rocas

 Ana María López

 

de los riscos a los tejados

en círculos,

la sombra de un buitre

 Miguel Ángel Alonso

 

Vuelo de rapaces –

El sonido del río

en el desfiladero

 José Luis Arcas (jlcarcas)

 

Migrando a zonas más cálidas, muchas rapaces llegan a España con el frío. Existen unas 150 especies con actividad nocturna y aproximadamente 300 con actividad diurna. Águilas, búhos, halcones, pigargos, milanos, azores, mochuelos, alcotanes, cernícalos, autillos, cárabos, esmerejones, buitres (buitre negro, buitre leonado, quebrantahuesos, alimoche, cóndor)…

En el aire frío

chilla un cernícalo-

Cientos de estrellas

 Gorka Arellano

 

 hinojo en flor

planea un ratonero

sobre el trigal

 Juan Antón Mencos (mencs6)

 

Se alza el milano;

de sus garras caen

yerbas y hojas

 Mercedes Pérez

 

Todas ellas tienen en común un estilo de vida depredador y unas características físicas marcadas. Poseen un pico fuerte y curvado y unas garras prensiles con las que cazan y sujetan a sus presas. Su presencia indica el buen estado de los hábitats en los que se encuentran, controlando plagas y saneando los campos. Aves de gran tamaño, son escasas y su reproducción es baja. Necesitan grandes extensiones de terreno.

 

Vuela un halcón-

la luz de la mañana

en los sembrados

 M.ª Ángeles Millán (Hikari)

 

Por un instante

las alas del cóndor

taparon el sol

 Daniel Mosquera

 

tama-arare yotaka wa tsuki ni kaerumeri

 granizo-

a la luz de la luna

los halcones nocturnos llegan a casa

 Ueshima Onitsura

 

El águila de San Juan, el dios Horus de los egipcios, los tótems de las tribus indígenas americanas…  Desde siempre, las aves rapaces han atraído el interés de los seres humanos, convirtiéndolas en deidades unas veces, otras en aves de mal agüero. Son alegoría de fuerza, poder y altanería, atributos que las han situado en escudos y estandartes por todo el mundo. El águila ha sido el ave más representada en heráldica, solamente merecida en aquellos caballeros que se distinguen en valor, generosidad y bravura.

 

Tarde de reyes-

Se aleja hacia el monte

el chillido del águila

 Gorka Arellano

 

ori no washi sabi shiku nareba ha-utsu ka mo

 El águila en la jaula

cuando está solitaria

bate las alas

 Jakiô

 

olas pequeñas

en los campos de arroz-

planea un águila

 Marga Alcalá

 

Las nocturnas, habitantes de las tinieblas, con su canto lúgubre y solitario se relacionaron a menudo con la magia o los espíritus malignos, aunque también, como en el caso del búho al conocimiento y la buena suerte.  Las diurnas con la clarividencia y la adivinación.

 

Nubes oscuras-

la lechuza del olivo

alza el vuelo

Encarna Ortiz  (Encarna)

 

fukurou ya hanabi no ato no usugumori

 Ligeramente nublado

tras los fuegos artificiales-

¡ulula un búho!

 Masaoka Shiki

 

Trillo enlodado.

Chillidos de lechuza

en la arboleda

 Aida Elizabeth Montonarro

 

Cañaverales.

Estirando las patas

desciende un búho

Leticia Sicilia (Hadaverde)

 

Espartal verde.

El quiebro de un mochuelo

hacia el resol*

* resol: Reverberación del sol

M.ª Victoria Porras (Mavi)

 

Por la vereda

clara la luz de luna

«¡uh, uh!» lejano…

 Carmen García Carnicer

 

Casi toca la luna

zigzagueando

esa lechuza blanca

 Pablo Albornoz

 

En declive en todo el mundo por la pérdida de hábitats y los tóxicos, las rapaces, portadoras del misterio, nos fascinan. Con ellas nos adentramos en un mundo en el que la naturaleza despliega su fuerza y equilibrio con admirable precisión. Que podamos seguir disfrutando siempre de sus vuelos con asombro y gratitud.

 

Alba estrellada

¡Uh…,uh…! una lechuza

sigue despierta

 Roxana Dávila Peña

 

iwa-hana no washi fuki hanatsu nowaki kana

 Arranca al águila

del filo del peñasco

el vendaval

Oshima Ryota

 

shin-shin to yuki furu sora ni tobi no fue

 Desde unos cielos

donde nieva suave

el silbo de un milano

 Matsuo Bashô

 

Misa de Ramos.

Silencio en el nido

del gavilán

 Rodolfo Langer

 

Traza el milano

un círculo, en su centro

recojo boniatos

 Nishiguchi Sachiko

 

claro entre nubes…

escuchando al mochuelo

se hizo la noche

 Mercedes Pérez

 

planea el águila…

va pasando la niebla

de un valle a otro

 Elías Rovira

 

El año acaba.

Un halcón otea

el campo labrado

 M.ª Ángeles Millán (Hikari)

 

A MODO DE EPÍLOGO

 Mientras siguen llegando en aleteo constante, sin descanso, esos maravillosos seres del aire, termina el año, y con él esta serie. Agradezco lo aprendido en el camino y el gozo que brota tras ir al encuentro de aquellos que en la brevedad de tres escuetas líneas (a veces menos), ofrecen testimonio de la grandeza de estos bellos seres que conectan cielo y tierra.

Y entre estas líneas y su relación con las aves, no he querido dejar de lado tantos y tantos haikus que nos hablan de ese personaje curioso, solitario, inerte pero tan vivo cuando el viento sopla desgastando su ropaje, dando buena cuenta del paso del tiempo. Defensor de los campos, freno de las aves, el espantapájaros, siempre en la mirada del haijín atento. Este «Alas del Haiku» termina con una muestra de ellos.

Queman rastrojos.

El espantapájaros

último en arder

 Elías Dávila Silva

 

siembra de arroz,

se agitan las mangas

del espantapájaros

 Marga Alcalá

 

dochira kare mite mo ushiro no kokashi kana

 Mires desde donde mires

siempre ves su espalda:

¡el espantapájaros!

 Masaoka Shiki

 

Algo se mueve,

sobre el espantapájaros

dos mariposas

Marcos Andrés Miguell (Maramín)

 

Qué pesada es la lluvia

sobre el kase robado

al espantapájaros

Kyoshi

 

Llueve en silencio

sobre el espantapájaros.

Tarde de otoño

Javier Sancho (Javinchi)

 

Luna creciente,

se ilumina el rostro

del espantapájaros

Leticia Sicilia  (Hadaverde)

 

kakashi ni mo mehara ari keru ukiyo kana

 El espantapájaros

¡también tiene su propia casa

en este mundo transitorio!

 Masaoka Shiki

 

Declaración por las Aves de Joaquín Araujo

Diciembre de 2025

Llegamos al último artículo del año y no puedo evitar el lugar común: ¡el tiempo pasa volando! Me ha parecido muy interesante, espero que a ustedes también, vivir este año siguiendo las estaciones del haiku. Creo que la lentitud y constancia del proceso nos han permitido profundizar y acercarnos al corazón de este género poético nipón.

En este artículo de cierre de año veremos dos períodos, ya que, si bien continúa la estación climatológica del invierno, tenemos entremedio la que yo llamo ‘estación cultural’ del Año Nuevo. Comencemos por la referida al clima, y que corresponde a 仲冬 chuutou o mitad del invierno, que progresa desde el término solar 大雪, taisetsu o gran nevada (aproximadamente el 7 de diciembre), hasta 小寒; shoukan o pequeño frío (aproximadamente el 6 de enero). Si hablamos de meses, correspondería a diciembre en el calendario solar actual y 霜月 Shimodzuki; Décimo Primer Mes en el calendario lunar tradicional. Esta es la época del año en que el frío se intensifica, comienzan a caer heladas y el invierno se vuelve más riguroso. Uno de los hitos del período es el solsticio de invierno, que ocurre alrededor del 22 de diciembre y es el día más corto del año.

En el mundo del kigo el Año Nuevo es una estación en sí mismo. A pesar de su brevedad, se divide en dos etapas: 暮 kure, fin de año y 新年 shinnen, Año Nuevo. 暮 kure abarca desde la segunda semana de diciembre hasta la noche del 31. La palabra se puede entender de varias formas dependiendo de su uso. Puede significar puesta del sol, anochecer, final, cierre y fin de año.

En cuanto a la selección, elegí democráticamente, dos haikus de 仲冬 chuutou y dos de 暮 kure.

Kigo: 冬日和 fuyu biyori; perfecto día invernal.  Es una palabra estacional para referirse al período de frío intenso en Japón. Un día de invierno despejado y tranquilo es un día precioso para quienes viven en regiones nevadas.

Período: 仲冬 chuutou; mitad del invierno

Categoría: 天文 tenmon; astronomía

Haijin: Kobayashi Issa (1763-1827)

 

家一つ畑七枚冬日和

ie hitotsu hatake nana mai fuyu biyori

una casa, siete campos, perfecto día invernal

 

Kigo: ポインセチア poinsechia; poinsettia. Es un arbusto perenne de la familia Euphorbiaceae. Con la llegada de la Navidad, es común ver estas plantas en macetas en las floristerías. De noviembre a diciembre, las brácteas en la parte superior del tallo se tornan de un hermoso color rojo, rosa o blanco lechoso. Pequeñas flores de color verde amarillento florecen discretamente en el centro de las brácteas

Período: 仲冬 chuutou; mitad del invierno

Categoría: 植物 shokubutsu; vegetación

Haijin: Yoshida Enishida (¿?)

 

錆色のポインセチアや夕灯

sabiiro no poinsechia ya yuutou

poinsettias cobrizas y luces nocturnas

Kigo: 大晦日 oomisoka; víspera de Año Nuevo. 晦日 misoka también se puede escribir 三十日, o día 30. Por extensión se refiere al fin del mes. 大晦日 oomisoka es el último día del año, o sea, el 31 de diciembre.

Período: 暮 kure; fin de año

Categoría: 時候 jikou; estacional

Haijin: Masaoka Shiki (1867-1902)

 

漱石がきて虚子が来て大三十日

souseki ga kite kyoshi ga oomisoka

vino Souseki, vino Kyoshi, víspera de Año Nuevo

 

Después de regresar de China Masaoka Shiki convaleció de tuberculosis en la casa de Natsume Souseki en Matsuyama, y Takahama Kyoshi fue, tal vez, el más reconocido de sus discípulos. Este haiku nos muestra un momento íntimo en la vida del haijin.

Kigo: 門松立つ kadomatsu tatsu; colocar el kadomatsu. Preparación del kadomatsu, adorno de bambú y ramas de pino que se coloca a la entrada de la puerta para recibir el Año Nuevo. Generalmente se realiza alrededor del 27 o 28 de diciembre, pero en zonas urbanas a veces se realiza al comenzar diciembre.

Período: 暮 kure; fin de año

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Watanabe Suiha (1882-1946)

 

旅館のみ松立てゝ部落冬霞

ryokan nomi matsu tatete buraku fuyugasumi

solo en el ryokan se coloca el pino, bruma invernal en el caserío

 

Un 旅館 ryokan es un hotel de estilo japonés tradicional. Para no hacer pesada la traducción, ni quitarle la especificidad que otorga el término, elegí dejarlo en japonés. Siguiendo las mismas consideraciones, elegí traducir kadomatsu solo como “pino”. Además, es algo que en occidente asociamos con el pino navideño y, por extensión, las decoraciones de fin de año.

Agradezco a los amigos de El Rincón del Haiku por permitirme llevarles mes a mes esta investigación pausada sobre el mundo del kigo ¡Espero que la hayan disfrutado! El próximo año espero continuar la columna, modificando el foco para profundizar aún más en este fascinante aspecto del haiku.

Les deseo a todos que disfruten lo que queda del año y nos leemos en 2026, ¡Hasta el próximo artículo!

COLUMBIDAE. PALOMAS, TÓRTOLAS Y AFINES.

COLUMBIDAE

PALOMAS, TÓRTOLAS Y AFINES

 

Cantadora sencilla de una gran pesadumbre,

entre ocultos follajes, la paloma torcaz,

acongoja las selvas con su blanda quejumbre,

picoteando arrazanas y pepitas de agraz…

 

José Eustaquio Rivera

 

De nuevo, llueve a cántaros en Valencia. Aquí, como Raimon dice en su canción: «La lluvia no sabe llover». En un rincón del balcón, acurrucadas, dos palomas muy juntas esponjan su plumaje y aguantan impertérritas el temporal. Cuando salga el sol revolotearán por el barrio acudiendo a su cita con las migas del asfalto.

 

Revuelo de palomas.

Un pajarillo

les quita el pan.

 Luis Elías Iranzu (Luelir)

 

Palomas, tórtolas y formas afines, forman parte de la familia Columbidae, en total unas 358 especies distribuidas por todo el mundo, a excepción de la Antártida y el Ártico. Son aves inteligentes, monógamas, con un gran sentido de la orientación, aguda visión y alta velocidad de vuelo. Ejemplo de ello, su utilización como palomas mensajeras. Aquí en Valencia, antaño, los pescadores enviaban palomas mensajeras a la costa, para avisar de cuánta pesca habían obtenido y así se podía vender la captura antes de que llegara y no se estropease. «Ja està tot el peix venut», «ya está todo el pescado vendido», decían las mujeres de los pescadores cuando éstos llegaban a la orilla.

 

el fondeadero-

zurean las palomas

entre la niebla

Cecilia Iunnisso Fernández

 

romero en flor-

el pico de la paloma

entre las plumas

 Bibiana Varela (Bibi)

 

Aire de lluvia

dos torcazas picotean

un mango podrido.

 Miguel Ángel González

Paloma bravía (ancestro de la paloma doméstica), torcaz, zurita, de alas blancas, crestada…, tórtola turca, común, europea, senegalesa, mexicana, oriental, estriada, coquita…Algunas de estas especies se han adaptado a la vida en entornos urbanos, siendo controlada su población en algunas ciudades, no siempre con métodos éticos.  Nada fácil sobrevivir.

 

Tórtola herida,

cerca de ella otra

que viene y va…

 José Luis Vicent (Barlo)

 

La luz del alba.

En el cable una tórtola

que anda de lado

 Xaro Ortolá (Destellos/Xaro La)

 

mesas de café –

la paloma otea el cielo

desde la silla

Claudia Bakún

 

Se reconocen como seres individuales y entre ellos. Igualmente saben diferenciar a los seres humanos que las ayudan de los que las agreden.

Hato no koe mini shimi wataru iwato kana

 El canto de la paloma

me cala hondo en el cuerpo –

la cueva rocosa

Matsuo Bashô

 

Sopor de estío.

Una torcaza arrulla

en plena siesta

 Juan Carlos Durilén

 

Ha vuelto la paloma

que arrastra el ala.

Almendro en flor.

Mª Ángeles Millán (Hikari)

 

La paloma es emblema de pureza, de fidelidad y de amor. Siempre ha sido signo de buena esperanza. Generalmente se le suele representar volando. Con una rama de olivo en el pico, es símbolo de paz en las sociedades occidentales.

Mar invernal

Retrocede el palomo

ante la ola

 Jorge Braulio Rodríguez

 

La llovizna

empapando sus alas…

canta la tórtola

 Leticia Sicilia (Hadaverde)

 

Tejados húmedos.

Caminan muy erguidas

varias palomas.

 Lucho Aguilar

 

En el Cristianismo como en el Islam se mantiene la tradición de las palomas como ángeles o símbolo del Espíritu Santo. En la antigua Roma, la paloma estaba consagrada a Venus, que la llevaba en su mano y la ataba a su carro. Comerlas estaba reservado a los sacerdotes. Los asirios les tenían mucho respeto pues creían que era el alma de Semirámide, su reina, que ascendió al cielo en forma de paloma.

 

Sol de la tarde,

resplandor de palomas

 en pleno vuelo…

 José Luis Vicent (Barlo)

 

El vuelo de una tórtola –

Cantan más fuerte

los abejarucos

 Gorka Arellano

 

fu ni isogu suzume hato nado tobitatase

 Me apresuro por la noticia de la muerte de alguien,

Gorriones y palomas

levantan vuelo al mismo tiempo.

 Kaneko Tôta

 

En la cultura nativa americana suelen representar el amor eterno, transmiten mensajes importantes y son símbolos del perdón. En Japón, las palomas se asocian con la paz y el fin de una guerra. Es el ave que se usa para honrar a las personas que murieron en Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Hora de siesta.

Un canto de torcaza

en soledad

 Juan Carlos Durilén

 

Prado de tréboles.

La paloma caída

entre las piedras

 Rodolfo Langer

 

Ondas en el agua

Dos palomas muertas

flotan entre hojas

 Niña de 10 años: Camila Aricochi

 

En azoteas, balcones, cornisas, las grietas de los muros, campanarios, plazas, parques o jardines, palomares, semáforos, farolas o en el bosque; siempre cerca, arrullando a cualquier hora, nuestras amigas, no siempre bien tratadas, las palomas. Digamos pues, como Pablo Neruda en uno de sus sonetos: «Yo digo amor, y el mundo se puebla de palomas.»

 

Alba de verano

el arrullo de una tórtola

en la penumbra

 Leticia Sicilia (Hadaverde)

 

tocaron suelo

a la vez: la paloma

y la hoja seca

 Frutos Soriano

 

Arde la tarde.

Sestean en la fuente

unas palomas.

 Susana Benet

 

desde el enebro

el arrullo de una tórtola…

Luna de Navidad

 Mercedes Pérez

 

Puesta de sol

el silencio de las tórtolas

mientras se alejan

 Leticia Sicilia (Hadaverde)

 

muzuka shiki hato no reigi ya kaukodori

 Todo el prestigio para las palomas

¿y qué pasa con el cuclillo del Himalaya?

 Yosa Buson

Atender el llamado del haiku I y II

Octubre, 2025
Primavera
Córdoba, Argentina

 

Atender el llamado del haiku I

 

Insiste incansablemente. ¿Qué decir del haiku? de él, sobre él, en torno a él…

Muchísimos impedimentos: esa otra tradición literaria que involucra una sensibilidad imbricada menos con la historia que con intuición estética: el gusto, el tacto, la mirada. La estética japonesa parece ser eso: infinidad de imágenes que no se deberían explicar sino intuir. Ah el pétalo que tiembla como un fino tempano reflejado sobre él estanque, qué bonito. Ah, la vacuidad de las palabras dentro de la boca oscura de tinta. Esa boca desentona un poema sobre los campos de arroz seduciendo un par de oídos asfixiados por la opacidad de un biombo de papel: ah, un corazón retorcido de algo parecido al amor.

Enunciar un saber sobre el haiku implica retener un impulso fantasioso. Entre Occidente y Japón, entre una chica en Argentina que estudia un poema breve con toda la rigurosidad de una disciplina que busca describir otra cultura. Pero cuando escribo para el rincón del haiku, este escondrijo que se triangula entre dos paredes refugio mi fascinación en un espacio más afable. Sin la obligación de la reposición teórica o de vigilancia epistemológica, escribir en un rincón inaugura un espacio más afable. Habría que pasar del saber al sabor: describir para evocar el sabor del agua, habilitar una mirada imaginante que entrevé y entrevera las figuras imprecisas que aparecen en su visión periférica. En este rincón es posible alisar el espacio estriado del haiku. estrías que son los saberes instituyen un sentido. Alisarlas implicaría dar lugar una piel que no olvida sus estrías pero si avanza entre ellas con el gesto de la caricia que tantea sin anticipación. Esa línea de caracteres se despliega sobre la página con todas sus marcas. En este rincón el haiku es el talismán que nos reúne.

Y si el haiku es talismán, su hechizo es el llamado. Ante esa línea de caracteres quiero permitirnos una lectura singular. Una que permite captar algo que los estudios de la pauta formal o estrictamente histórico-literarios no se atreven. Desde este rincón trazamos nuestro propio camino de lectura. Uno que el estudio de la forma suele desestimar: el relato del haiku, su componente no discursivo, su gesto, su sensibilidad.

Se trata de una travesía sin mapa, en ella no hay un estudio situado sino embarcado guiado por corrientes imprecisas y demasiado interrogantes: qué hacer con el idioma, con mi interpretación de lo que el haiku dice, con la referencia cultural, con su fondo simbólico en diálogo con el nuestro. Esta barca en la que vamos está guiada solo con curva y contracurva, cruces y caminos superpuestos que forman los caracteres del poema y sus ecos sonoros.

Entonces atender el llamado del haiku es dejar que los ojos sean capturados por un orden textual: un trama llena de nudos. A aquel orden se suman las complejidades del contexto lingüístico, especialmente de aquellas poéticas que a principios de siglo XX expresan su separación la tradición nacional alumbrando un tipo de haiku que podríamos decir, “moderno”.[1] Pero intentemos desanudar y desentramar  atendiendo a la multiplicidad de la escritura japonesa: sin prescindir de las figuras formales propias de esta forma poética.[2] Contemplamos juego equívoco involucrado en cada kanji que tienen diferentes lecturas, o bien, las onomatopeyas funcionan como elemento sonoro pero también verbal o adjetivo, entre otros casos. Esta panorámica veloz, nos permite esbozar ahora nuestra propuesta. ¿Qué hacer ante ese puñadito de caracteres escritos en una sola línea? ¿Cómo decir algo, como hacer una crítica, que se vincule con la teoría?

-.-

Noviembre, 2025
Primavera
Córdoba, Argentina

 

Atender al llamado del haiku II

 

Una mano se agita sobre la página esbozando una escena. La principal apuesta de Shiki fue: “Vencer los movimientos del corazón, llegar a dominarlos y no sugerirlos más que apenas. Y por una técnica eminentemente pura, desencadenar en el lector, valiéndose de una notación concreta y sobria, una impresión profundamente suscitada.” (R. Izquierdo, 106). ¿Qué hacer con la notación “concreta y sobria”, afirmación que nos devuelve a al peligro de otra: sobre el haiku nada puede decirse, cuando de aquella impresión pareciera inaccesible. El haiku aparece como un paisaje que revela sus más enigmáticos signos. Veamos el siguiente haiku de Shiki:

 

顧みれば行き会いし人霞みけり

Kaeri mireba yuki aishi hito kazumi keri

 

y en la traducción de Rodríguez Izquierdo:

Mirando hacia atrás

veo alguien que encontrará

ya diluido en la niebla (2022: 33).

 

Con la lectura formal de este poema podríamos decir que: respeta la regla de las 17 moras, el kigo de este haiku es niebla y que el kireji de este haiku es keri, que es un haiku cuya geometría forma el triangular: eso sería hablar del haiku y repetirlo. Al contrario: para aprovechar y potenciar el contacto interlingüístico de ambos idiomas devolvemos a la traducción su operación crítica, una que despliega menos líneas de sentido que pliegues de ellas. Pliegues donde se juegan volúmenes y ambigüedades de ese poema que se escribe en una solo línea.

  Consideremos al haiku como una figura de origami. Ante el llamado del haiku -ante la figura de papel plegado- el lector imagina el relato posible: mirará las esquinas angulosas del haiku, lo conservará en su mano para ensoñar el poema. Como afirma Barthes en Crítica y verdad (1972), todo lector sabe que “(…) retoma contacto con cierto más allá del texto, como si el lenguaje primero de la obra desarrollara en él otras palabras y le enseñara a hablar una segunda lengua (…) Es lo que se llama soñar.” (53-54). De este modo, en la tarea crítica hay un reorientación del deseo: se trata de un ansia por el idioma, sus símbolos, un lenguaje segundo donde ya no se desea la obra sino acceder a su propio lenguaje. Un deseo de hundirse en la profundidad de esas marcas que han dejado los pliegues del haiku.  Después de recorrer los vértices y ángulos obtusos del origami-haiku, la crítica conducirá a desplegar la figura de papel por alguno de sus bordes y en cada despliegue perfilará su lectura, detectará el matiz o la singularidad del poema. Hasta que por fin, con toda la figura desplegada ante sí, el crítico en la lectura simultánea de todas las hendiduras en el papel podrá por fin concebir y escribir ese lenguaje segundo de la crítica. Y lo hará, en una apuesta re-doblada: volverá a doblar el papel en otra figura, en un deseo profundo de escritura. Como afirma Barthes: “La crítica desdobla los sentidos, hace flotar un segundo lenguaje por encima del primer lenguaje de la obra, es decir, una coherencia de signos.” (Barthes, 1972: 66) Esa coherencia tal vez no sea eso que el haiku tenga de suyo como lo japonés, más bien será la proximidad entre los signos poéticos del poema entre la lengua de partida y la lengua de término.

El llamado del haiku no es por la literalidad, sino por lo que hay más allá de su forma: por las insistencias que en las obras, por la sensibilidad que propone cada una, y por el modo en que lo material, en el sentido de lo no-discursivo-interviene en la materialidad del lenguaje para dar lugar a paisajes singulares.

Entonces del haiku de Shiki, “Mirando hacia atrás/ veo alguien que encontrará/ ya diluido en la niebla” (2022: 33) podríamos decir que: en primer lugar, las tres partes del componen un paisaje que hacen de la niebla un espejo opaco en el que se produce un encuentro con una figura apenas visible que puede ser propia del poeta o de alguien que se ha cruzado en el camino. Despleguemos: Kaerimireba, no solo es darse la vuelta sino también mirar al pasado, a la reminiscencia; aishi hito es encontrarse con una persona de manera accidental; y kasumi, enfatizado por la palabra de corte keri es volverse nubloso, en el sentido de enigmático, o volverse borroso u oscuro ante la vista. Y cabe una aclaración más en torno a esta palabra, en japonés kasumi designa una niebla ligera, una neblina, que se diferencia de la bruma o niebla densa del otoño característica del otoño. Entonces, darse la vuelta o la reminiscencia se tiñe del matiz de la neblina, el encuentro con esa persona del pasado o que ha pasado, toma este carácter del recuerdo, algo que había sido olvidado y se recuerda repentinamente. El haiku nombra esa la ingravidez del recuerdo, que no es la memoria exacta, sino la interrupción de una reminiscencia apenas.

 El recuerdo toma la textura de la neblina y el encuentro accidental resuena como la reminiscencia al pasado que interrumpe imprevisible. ¿No se parece mucho a la interrupción del pensamiento, a la emergencia de la idea, a eso que tanto se ha dicho del haiku, que aparece de la nada en el aquí ahora, captado en el presente? En este sentido el haiku de Shiki parece definir la naturaleza del haiku en sí mismo, de esa forma poética que viene a interrumpir la cháchara del lenguaje como decía Barthes. El llamado del haiku es ese: desde la neblina nos pide que escribamos la interrupción, en el caso del poeta la de registrarla en una frase corta; en el nuestro, la situación de deseo de decir algo más: ya sea a señalar cómo la neblina de primavera imprime su falta de peso o su capacidad de deslucir la reminiscencia. Un deseo por medir  los distintos pesos que tiene el tiempo o bien, los diversos modos de encontrarse.

 

Bibliografía

Barthes, R. (1972) Crítica y verdad. Siglo XXI, Buenos Aires.

Barthes, R. (2003) “¿Qué es la crítica?”. En: Ensayos críticos. Siglo XXI, Buenos Aires.

Chiappe, M. (2018, February). Literatura japonesa en la UBA: avances y proyecciones. In V Congreso Internacional de Letras.

Derrida,

Flores González, D. J. (2021). El Haiku de Taneda Santouka: Dificultades de Traducción Y Belleza. (TESIS)

Gavirati, P. coord. (2022) La naturaleza del japonismo: Discursos occidentales sobre tierra, flora y nación: una lectura desde Argentina. Teseo Press, Buenos Aires.

Jorge, J. (2022). Paisaje, lengua e interioridad en el haiku moderno. Mirai. Estudios Japoneses, (6), 257-271.

Montava, M. A. M. (2022). Problemas lingüísticos discursivos en las traducciones de un haiku de Matsuo Bashō del japonés al español. Sincronía, (81), 501-511.

Ortiz, R. (2003). Lo próximo y lo distante: Japón y la modernidad-mundo. Interzona, Buenos Aires.

Watkins, M. (1999). Reflexiones sobre la traducción de literatura japonesa al castellano. Cuadernos CANELA: Revista anual de Literatura, Pensamiento e Historia, (11), 33-49.

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[1] En este haiku -del que ya he hablado muchas veces aquí- lo tradicional, lo occidental y la experimentación singularizan esta forma poética y posibilitaron su comprensión y práctica en Occidente. Esta modernización del haiku se debió a un “interrelación de códigos” entre Japón y Occidente (Europa y Estados Unidos) que atravesó dos coyunturas históricas que fueron fundamentales para el archipiélago: una, la Restauración Meiji (1868-1912) -periodo en que Japón abre sus fronteras para el intercambio cultural- y otra, la Segunda Guerra y Posguerra (1945-1972) (Chiappe, 2012). Es decir, el haiku que conocemos actualmente (especialmente, la recepción que se ha hecho de él en Argentina) está muy alejado de su componente estrictamente japonés, relacionado con la tradición de la poesía nacional, el espíritu Zen o sintoísta, el refinamiento y refrenamiento que ha descrito ciertos autores del japonismo argentino desde mediados de los 50.

[2] A saber, la palabra estacional, kigo (que da la pauta del momento o lugar, que no necesariamente tiene que ver las coordenadas espacio temporales de su concepción) y la palabra de corte, kireji (que funciona como una especie de puntuación poética en ese único verso que se escribe sin espacio entre los caracteres)

Noviembre de 2025

CONSTRUIR

Cae la noche
Mientras, río abajo,
Se oyen las grullas.

 

DECONSTRUIR

Luz y sonido. La fusión inefable de ambos es la clave con que, puesto a pensar,  podría yo ahora deconstruir este haiku. Se me ocurrió a raíz de la visión reciente, la semana pasada, del crepúsculo sobre las aguas del río Tajo, en la orilla de Las Herencias, cerca de Talavera de la Reina.  Fue a esa hora mágica en que el día se disuelve en noche; la hora en que las últimas grullas se recogen entre los carrizos del río lanzando al aire sus gritos.  No fui yo quien se vio rodeado por las primeras tinieblas de la noche, ni yo quien oyó a esas aves. Fueron estas las que se vieron envueltas por la noche incipiente; fue la luz crepuscular la que oyó a las grullas. Yo estaba ausente. Yo no era yo. Yo era noche que empezaba y yo era grulla que gritaba. ¿No estaba poniendo en práctica el famoso lema en que Arthur Rimbaud cifraba la clave del arte de la poesía: «Yo es otro»?

   Este «otro» puede ser la rana y el estanque del famoso haiku de Bashō. O puedo ser  un buey. Como en este haiku de Shikō (1665-1731), uno de los diez discípulos famosos del mismo Bashō:

Ushi ni naru
Gaten ja asane
Yū suzumi

 牛になる
合てんじゃ朝寝
夕涼

¡Hacerse buey
y poder dormir por la mañana
y estar fresco por la tarde!

El haijin, registrador de lo inefable, se vacía para ser otro. ¿Qué otro? El despertado por las sensaciones: la vista, la conciencia, el olfato, el oído, el frescor de la tarde, el deseo de dormir, etc.  El haiku es poesía de sensaciones, poesía material, poesía corporal. Pero de un cuerpo en que el yo ha desaparecido.  Yo es otro.

NOVIEMBRE DE 2025

Hace unos días, por fin, guardé la ropa de invierno y saqué la de verano. Si bien en Santiago estamos viviendo una primavera bastante inestable, ya no podía esperar un minuto más para dejar atrás todo lo que me recuerda el frío invernal y sus días nublados. En Japón la costumbre de cambiar ropas dependiendo de la estación, como se podía esperar, está presente en el mundo del kigo. Por ejemplo, 衣替え koromogae, cambio de vestuario, se utiliza al pasar de vestir ropa de invierno a usar ropa veraniega al comienzo de la primavera. Una de las bellezas del kigo es, precisamente, cómo nos acompaña en nuestro día a día.

Este mes veremos la última de las estaciones climatológicas (ya que Año Nuevo es más bien una estación cultural): invierno o 冬 fuyu. Justo esta mañana veía en las noticias que el monte Fuji había recibido su primera nevada de la temporada.

El invierno abarca, según el calendario actual, desde 立冬 rittou o inicio del invierno (07 de noviembre) hasta el día anterior a 立春 risshun o inicio de la primavera (04 de febrero). Según el calendario tradicional, corresponde a los meses de 神無月 Kannadzuki o Décimo Mes, 霜月 Shimodzuki o Décimo Primer Mes y 師走 Shiwasu o Décimo Segundo Mes.

En el mundo del kigo, el invierno se divide en cuatro períodos: 三冬 santou; tres inviernos, y cuyas palabras se pueden utilizar en la composición de haikus durante toda la estación. Luego tenemos 初冬 shotou o inicio del invierno, que corresponde a noviembre en el calendario solar, y a 神無月 Kannadzuki o Décimo Mes, en el lunar. El siguiente es 仲冬 chuutou o mitad del invierno; diciembre o 霜月 Shimodzuki; Décimo Primer Mes. Finalmente llegamos a 晩冬 bantou o fin del invierno, que abarca enero o 師走 Shiwasu; Décimo Segundo Mes.

En esta oportunidad los haikus seleccionados contienen kigo correspondientes a 三冬 santou y 初冬 shotou.

 

Kigo: 息白し ikishiroshi; blanco aliento. En las mañanas de invierno, cuando la temperatura es baja, el vapor de agua del aliento se enfría, haciéndolo parecer blanco.

Período: 三冬 santou; tres inviernos

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Hoshino Tatsuko (1903-1984)

息白く恐れげもなく答へたる

iki shiroku osorege mo naku kotaetaru

con un frío aliento y sin miedo respondió

Kigo: 初時雨 hatsushigure; primera llovizna. La primera llovizna del invierno. Este kigo representa la sensación de que el invierno ha llegado.

Período: 初冬 shotou; inicio de invierno

Categoría: 天文 tenmon; astronomía

Haijin: Sudou Ringo (¿?)

パエリアの焦げ香ばしや初時雨

paeria no koge koubashi ya hatsushigure

el aroma ahumado de la paella, primera llovizna

Kigo: 初雪 hatsuyuki; primera nieve. Se refiere a la primera nevada del invierno. Las personas de antaño admiraban la nieve tanto como admiraban la luna y las flores. La nieve también era señal de una buena cosecha. El carácter “初 hatsu; primera” transmite alegría y determinación ante la inminente llegada del invierno.

Período: 初冬 shotou; inicio de invierno

Categoría: 天文 tenmon; astronomía

Haijin: Hasegawa Kai (1954)

初雪のあとの青空金閣寺

hatsuyuki no ato no aozora kinkakuji

Pabellón Dorado, el cielo azul tras la primera nevada

 

El 金閣寺 Kinkaku-ji, también conocido como el Pabellón Dorado, es un templo budista zen ubicado en Kyoto, su nombre oficial es Rokuon-ji. En 1397 el shogun Ashikaga Yoshimitsu adquirió el terreno y ordenó la construcción del complejo. Tras su muerte y siguiendo sus deseos, su hijo lo convirtió en un templo Zen. Está designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Kigo: 七五三 shichigosan; Shichi-go-san (literalmente “siete, cinco, tres”). Festividad realizada el 15 de noviembre en que los niños que cumplen tres y cinco años y las niñas que cumplen tres y siete años visitan un santuario. Es conmovedor ver a los niños vestidos con kimonos luciendo los escudos familiares y hakama (pantalones anchos que se visten sobre el kimono), y ​​a las niñas con el pelo recogido y adornado. Los niños también reciben caramelo Chitose-ame.

Período: 初冬 shotou; inicio de invierno

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Goto Hinao (1917-2020)

父似の娘母似の息子七五三

chichi ni no musume haha ni no musuko shichigosan

la hija parecida al papá, el hijo parecido a la mamá, Shichi-go-san

Me despido esperando que llegue el calor estival y deseando que todos puedan disfrutar el paso de las estaciones, ya sea rodeados de flores primaverales o caminando entre el follaje otoñal mientras se preparan para el frío del invierno. ¡Hasta el próximo artículo!

Octubre 2025

CONSTRUIR

Fin de verano.
Ramita de romero
Entre los dientes.

DECONSTRUIR

Este haiku me vino –no sé si a la cabeza o al corazón o a algún punto entremedias–  el 29, 30 o 31 de agosto, en tierras riojanas, durante una de las largas caminatas de un trayecto que, día tras día a lo largo de dos semanas, había iniciado en Saint Jean Pied-de-Port, en el Pirineo francés, a mediados de agosto de este año y acabé en Burgos. Fue el primer tramo del Camino de Santiago, el llamado francés, que espero retomar el año que viene desde donde lo dejé. El haiku entonces, fiel a la fecha, fue este otro:

Se acaba agosto.
Ramita de romero
Entre los dientes. 

A ambos lados del sendero crecían arbustos de hinojos, mediando entre viñas repletas de negros racimos y el camino de tierra. Y eran ramitas de hinojo las que, de vez en cuando, me llevaba a los dientes. Me gustaba su sabor anisado. Pero un día, no recuerdo cerca de qué ciudad, tal vez Navarrete, había algunas matas del aromático romero. Hice lo mismo que con el hinojo: cogí una ramita y la sostuve entre los diente durante un buen trecho del camino.

Al final de la jornada, en la tranquilidad de mi habitación del hostal, escribía algún haiku relativo a mis experiencias de peregrino. Como un diario poético. Y este haiku, que hoy presento a la bondad de los lectores de El Rincón,  me gustó especialmente. No sé bien por qué. Me pareció fresco y libre. Expresaba la frescura e indiferencia del caminante que avanza con sus pies a pesar de la finalización de un periodo, de un mes o de todo un verano. O quizás también me gustó porque poseía, a mi juicio, la fusión de dos cualidades muy apreciadas por los haijines de la escuela de Bashō: una la de shiori y otra la de lo que denominaban «fragancia».  Shiori, del verbo shioru que significa «doblarse, ser flexible», también alude a la sensación de tristeza o soledad ante el fin de algo, como una flor marchita o la terminación de una estación del año. En este haiku fue la conciencia del final del mes de agosto, o del estío. Una conciencia aliviada, por así decir, por la fragancia tan mediterránea del romero en la boca. Fragancia y decadencia fundidas.

    Hay otro haiku, que apareció en este foro con fecha del 18 de diciembre de 2019, en donde no es fragancia, sino resonancia lo que se funde con shiori. Fue este:

Seis campanadas
En el aire lluvioso.
Final del otoño.

Ayer, acabó el otoño; hoy acaba el verano. Pero las campanadas y el aroma del romero siguen presentes.

Volviendo a la fragancia en los versos, Rogan decía que la fragancia en el haiku es como el aroma de una flor que flota a la deriva en un arroyo. En mi haiku es la fragancia del romero transportado entre mis dientes y expandiéndose débilmente a lo largo del camino terroso de la Rioja. Otro discípulo de Bashō, Dohō, tiene este poema que, a mi gusto, ilustra de maravilla la fusión de shiori y fragancia:

¡Tantos nombres
Y todos tan confusos
Para las flores de primavera! 

 Por cierto que fue días después de compuesto este poema sobre la ramita de romero, cuando reparé en que el término de «romero», que yo inocentemente había aplicado a la ramita de este arbusto,  también designa en nuestra lengua a un  «peregrino», incluido a un aprendiz de haijin que al final de verano emprendió a pie, como antes hicieron tantos miles o tal vez millones de personas en Europa, la peregrinación a Santiago de Compostela. ¡Feliz coincidencia!

Octubre de 2025

Escribo este artículo justo el día en que en Japón se celebra el 秋分の日 shuubun no hi o Día del Equinoccio Otoñal. Así que, si bien ayer llegó la primavera al hemisferio sur, puedo sentirme un poco más cerca al archipiélago nipón. Tal es el poder que tiene la literatura de unirnos a través del tiempo y la distancia.

Este mes nos corresponde profundizar en el último período de la estación otoñal en el mundo del kigo, el 晩秋 banshuu, el cual abarca octubre en el calendario actual o 長月 Nagadzuki; Noveno Mes en el antiguo calendario lunar. Podemos apreciar el desfase entre el calendario lunar y el solar, y cómo se trató de adaptar el uso de las palabras estacionales, herramienta esencial en la composición del haiku, en que a este período, 晩秋 banshuu, corresponden los kigos 秋分の日 shuubun no hi o equinoccio de otoño, celebrado el 23 de septiembre, y 文化の日 bunka no hi o Día de la Cultura, celebrado el 3 de noviembre. Por una parte, a medida que se acerca el invierno hay una sensación de soledad en el ambiente. A su vez, la alfombra de hojas caídas extendida por las avenidas permite disfrutar de su suave textura al caminar y experimentar el ambiente otoñal.

Para la selección de este mes incluí kigos de cuatro categorías: estacional, vegetación, animales y vida diaria, para permitir una mirada lo más amplia posible del último aliento del otoño.

Kigo: 長月 nagatsuki; Noveno Mes. Uno de los nombres para el noveno mes del calendario lunar. También se le llamaba 季秋 kishuu, 紅葉月 momijidzuki, entre otros. Entre fines de septiembre e inicio de noviembre en el calendario solar. Las noches se alargan y las mañanas y las tardes se vuelven notablemente más frías.

Período: 晩秋 banshuu; fines de otoño

Categoría: 時候 jikou; estacional

Haijin: Kobayashi Issa (1763-1828)

長月の空色袷きたりけり

nagatsuki no sora iro awase kitarikeri

me puse un kimono del color del cielo del Noveno Mes

Kigo: 紅葉 momiji; hojas otoñales. Las hojas de los árboles caducifolios se tornan rojas y amarillas, decorando campos y montañas en otoño. Cuando hablamos de hojas otoñales nos referimos principalmente a los arces. Se dice que la costumbre de apreciar las hojas otoñales se originó en la refinada estética del período Heian (794-1185), considerado la época dorada de la literatura japonesa.

Período: 晩秋 banshuu; fines de otoño

Categoría: 植物 shokubutsu; vegetación

Haijin: Hoshino Tatsuko (1903-1984)

障子に鄙びた唄や紅葉の湯

shouji ni hinabita uta ya momiji no yu

un poema rústico en la puerta y un baño de hojas otoñales

 

障子 shouji es una puerta, ventana o biombo utilizado en la arquitectura tradicional japonesa, consistente en láminas translúcidas sobre un marco de celosía. Los shouji suelen ser correderos, pero en ocasiones pueden ser colgantes o con bisagras, especialmente en estilos más rústicos.

Kigo: 雁 kari; gansos salvajes. Llegan del norte a finales de otoño y abandonan Japón en primavera. Sus cuerpos son regordetes y de color marrón grisáceo. Tienen cuellos largos y colas cortas. Vuelan en forma de bastón o de gancho, emitiendo un fuerte zumbido. Desde la antigüedad las personas han admirado su canto, por lo que a veces se referían a ellos como かりがね karigane o ‘el canto de los gansos’. Kari es un término general para la familia de gansos Anatidae. Se han identificado aproximadamente diez especies en Japón y, con la excepción de los vagabundos, todas son migrantes.

Período: 晩秋 banshuu; fines de otoño

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Takahama Kyoushi (1874-1959)

湖もこの辺にして雁渡る

mizuumi mo kono hen ni shite kari wataru

el lago está cerca y lo cruzan los gansos salvajes

Kigo: 秋分の日 shuubun no hi; Día del Equinoccio de Otoño. Se refiere al día central del 彼岸 higan, que es la semana del equinoccio de otoño, en la cual se entregan ofrendas budistas. En este momento, el día y la noche duran lo mismo y, a partir de entonces, las noches se alargan.

Período: 晩秋 banshuu; fines de otoño

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Honda Hitomi (¿?)

秋分の日のほとりにやっかいな私

shuubun no hi no hotori ni yakkai na watashi

atribulada, parada al borde del equinoccio otoñal

Espero hayan disfrutado de los últimos haikus de otoño que les traeré durante 2025. En nuestro próximo artículo ya entraremos a la estación invernal ¡Que tengan un hermoso mes!