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La casa sosegada

Queridos amigos del Rincón del Haiku: Con esta colaboración para el mes de febrero, “La casa sosegada”, doy por completada mi serie. Feliz por haber contribuido a un proyecto tan hermoso, quiero expresar mi gratitud a mis lectores y, sobre todo, a ese equipo que, de manera tan constante y tan cálida, me ha dado su confianza y su aliento. Mil gracias y un gran abrazo para todos.
José María Bermejo

Jardín de Ryoan-ji. Una mariposa sale volando del alero del templo. Sujû Takano capta ese instante en un haiku que intensifica, a través del vuelo, la quietud del jardín. El contraste dinámico -tan ligado a la sensibilidad japonesa- explica también la obsesión del arquitecto Tadao Ando por las correlaciones entre la luz y la sombra; la luz que surge de la oscuridad, la luz “cuya belleza en el corazón de la noche evoca la de una joya en la palma de la mano”: una luz matizada por materiales concretos: la madera, el vidrio, el papel “suave como seda”.  Autor del pabellón de té de Oyodo, de un espacio de meditación en la sede de la Unesco en París y del Pabellón de Japón en la Expo de Sevilla, Tadao Ando ha creado otros espacios de vida y de contemplación, como la iglesia de la Luz, en Osaka, y la iglesia del Agua, en Tomamu, porque -según sus propias palabras- “en nuestra cultura contemporánea, en la que todos estamos sometidos a una intensa estimulación exterior, en especial por el medio electrónico, resulta crucial el papel del espacio arquitectónico como refugio del espíritu.”

                En la iglesia de Osaka, la luz penetra por una abertura en forma de cruz recortada en una caja de profundas tinieblas. Tadao Ando asume la “misteriosa fusión” de su propia cultura con la tradición occidental de una manera muy explícita: “El rayo de luz que se filtra por una abertura sin vidrio en el seno de las abadías europeas de la Edad Media, es de una intensidad que se puede calificar de sublime. Por otra parte, en la arquitectura japonesa -en los pabellones de té, por ejemplo- se introduce en el espacio una luz sutil con refinados procedimientos técnicos…” Sobre la iglesia del Agua, el arquitecto comenta: “Colocando una cruz en un cuerpo de agua fluyendo, yo buscaba expresar la idea de Dios como existiendo en un único corazón y pensamiento. También buscaba crear un espacio en el que uno pudiera sentarse y meditar.” El altar es el espacio exterior, la naturaleza que se extiende y refleja fuera, sobre el entorno y la lámina de agua, con toda la riqueza cromática del paso de las estaciones.

                El wabi-cha -compendio de valores estéticos y éticos del “camino del té” o cha-do– incluye la simplicidad, la belleza rústica, la elegancia sutil, el espacio o intervalo, el desapego, la no-mente… En la sala de té, esos valores se concretan en paredes de barro, en techos de bambú sin revestimiento y en detalles como este: que al menos una de las columnas sea un tronco sin pulimentar. El espacio, la decoración y los objetos utilizados en la ceremonia se relacionan y se potencian a través de la pobreza material, la asimetría dinámica, la naturalidad que evita la repetición. Hay otros “caminos” -el de las flores, el del arco, el de la espada, el de la poesía- que comparten esa misma filosofía vital, que aflora, con una riqueza inmensa, en el haiku. En un mundo tan agitado, tan bronco, ese breve poema nos recuerda, una y otra vez, el valor de la quietud -que no es resignación, sino íntima resistencia en el regazo del ser-. Issa Kobayashi lamenta la cantidad de querellas que se encrespan y nos desazonan en este mundo fugaz como el rocío, y celebra la vida (“estamos vivos / sencillamente: yo / y la amapola”). Otros poetas asumen, con valentía, su soledad o su pobreza, y admiran incluso el valor de las cosas inanimadas: esa piedra que aguanta el frío, inmóvil, esperando la primavera… La casa sosegada que San Juan de la Cruz había dejado atrás, antes de emprender su vuelo místico hacia la Noche oscura, es hoy nuestro desafío.

Febrero de 2025

CONSTRUIR

Vuelan diez grullas
Y una más rezagada.
Cielo naranja.

DECONSTRUIR

Estos versos se me ocurrieron una de las tardes del fin de diciembre, cuando el poniente estaba arrebolado de tonos rojizos, rosados y, dominando todo el cielo, naranjas. Acaba de detenerme en medio del camino para hablar un momento con un amigo y, a punto de separarnos, oímos graznidos. Venían de arriba. Arriba, en el cielo, una bandada de grullas avanzaba en cuña. Las conté: no eran diez como afirmo en el  primer verso. Eran más; tal vez catorce o dieciséis. He escrito “diez” para satisfacer el requisito métrico de las cinco sílabas. ¿Qué más da diez que dieciséis? Estas “mentirijillas poéticas” seguro que sabrá perdonármelas el lector. Los creadores, ya sea el pintor recreando un paisaje o el novelista describiendo una situación con pretendido realismo, recurren a ellas constantemente. La mentira artística, me parece, es parte sustancial del genio creador; y, me atrevo a afirmar, en la modificación creativa de la realidad reside una de las claves del arte.

   Matsuo Bashō modificó a su capricho el itinerario de su viaje por el norte de Japón para regalarnos esa obra de arte llamada Oku no hosomichi (Sendas de Oku, en la versión de Hayashiya y Paz; Senda hacia tierras hondas, en la de Antonio Cabeza).

    Lo que  sí fue veraz es que detrás, a corta distancia de la bandada de grullas, volaba una. Me acordé entonces del famoso haiku del maestro Bashō sobre un pato:

Un pato enfermo
Rezagado en la noche.
¡Mis sueños andan!

¡Qué prodigio de haiku! Creo recordar que ya comenté estos versos en otra entrada a El Rincón hará cuatro o cinco años, comentario que me permitió referirme al honkadori, ese frecuente recurso poético usado en la poesía clásica japonesa de los waka. En mi haiku, he sacrificado el enorme poder evocador y el no cromatismo de “noche”, que apreciamos en la poesía del maestro japonés,  por el vistoso de “naranja”. Pero el efecto visual de un miembro de la bandada –un pato allá, una grulla aquí– que vuela detrás es semejante. También he renunciado a la mención del impacto acústico de los graznidos. La redondez del cielo naranja era demasiado poderosa para permitírmelo. He sacrificado la acústica en aras de la visualidad. Pero si podemos imaginar el graznar de estas aves en el cielo, ¿para que mencionarlo? Bueno, ojalá os guste el resultado.

Córvidos

…Mira el bosque desnudo
de sus pomposas galas:
Oye cual lanza su graznido rudo
el cuervo que se aleja
hendiendo el aire con sus negras alas…

José Tomás de Cuéllar

 

Cuervos, urracas, arrendajos, rabilargos, cornejas, chorvas, grajos o grajilllas. Aves misteriosas, oscuras, cercanas, inteligentes. Capaces de reconocer su propia imagen en un espejo, de fabricar sus propias herramientas, de celebrar rituales funerarios… Las capacidades cognitivas y de resolución de problemas de esta familia de aves son extraordinarias.

 

noche cerrada,
el graznido del cuervo
muestra el camino

Consuelo Orias

 

En muchas partes del mundo son consideradas mensajeros divinos, transmisores de sabiduría.

Kare-eda ni/karasu no tomaritaru ya/aki nokure

La rama seca
con un cuervo posado.
Tarde de otoño.

Matsuo Bashô

Sus graznidos pueden ser escuchados a distancia, en el campo, en los montes, o en el silencio nocturno de las ciudades. La mayoría de los haikus que los incluyen atienden a este sonido, atractivo, inquietante, o molesto en función del oyente y su entorno.

 

Tsune nikuki/karasu mo yuki mo/ashita kana

¡Ah, qué alba nevada
hasta con esos cuervos
siempre odiosos!

Matsuo Bashô

 

Final de otoño, invierno… la familia de los cuervos en la mayoría de los haikus se vincula al frío.

Un cuervo grazna
en la noche estrellada.
Escalofrío.

José Ramón Velasco Niño

cielo plomizo
una hilera de cuervos
en la azotea

Luis Corrales

 

Así como en Europa, los cuervos representan el mal, la oscuridad, a excepción de culturas como la escandinava, en la que eran considerados seres divinos que aportaban las virtudes de la «reflexión» y la «memoria», en Japón, especialmente los cuervos, pero también urracas y demás familia, son considerados animales sagrados, portadores de buena suerte y símbolos del amor y de la gratitud. A veces también del paso de una vida a la otra.

 

Ware o yobu ka/meido mo shimo no/asagarasu

¿Es a mí a quien llama el cuervo
desde el mundo de las sombras
en esta mañana de escarcha?

Shukabo

Yume kaese/karasu no samasu/kiri no tsuki

¡Devuélveme mi sueño
cuervo! La niebla empaña
la luna que veo al despertar.

Onitsura

El cuervo de tres patas está presente en varias culturas orientales como la japonesa, la china o la coreana,  representando el sol o su habitar en él. Para los indios americanos el cuervo es símbolo de magia, de curación, es el espíritu mensajero del Vacío, el portador de la luz.

 

Aki no kure
karasu mo nakade
tôri keri

La tarde de otoño…
Incluso el cuervo
pasó sin graznar…

Kishû

En el cerezo
un grajo que no duerme.
Luna de otoño

Pilar Carmona (Piluca)

grazna un grajo;
del fresno se desprenden
las últimas hojas

Mercedes Pérez (Kotori)

 

El graznido de las urracas es especialmente reconocible, jocoso, alegre. Son aves que se establecen en entornos naturales humanizados, siendo fáciles de ver, de escuchar, y ateniéndonos al plumaje, de identificar.

 

Cerezo en flor.
Va graznando la urraca
entre la lluvia

uli bidean

rumor de encinas…
en el bancal* sembrado
un par de urracas

Xaro Ortolá

*bancal: terreno (terraza) para labores agrícolas.

 

Respetadas, cercanas, mensajeras, plaga o mito romántico, estas aves oscuras no dejan a nadie indiferente.

 

karasu naite/watashi mo hitori

Un cuervo grazna.
Yo también estoy solo.

Taneda Santôka

Febrero 2025

Les saludo desde un Santiago que está a mediados de verano, según el calendario y las altas temperaturas que estamos sufriendo. Pero cuando salgo a pasear al parque cerca de mi hogar, veo que los árboles están comenzando con el otoño. Cada día más ejemplares están amarillos y no verdes y la ocasional brisa bota las hojas dejando una incongruente alfombra de hojas secas en el suelo. Y esta dicotomía la vivo acentuada mientras escribo este artículo sobre el comienzo de la estación primaveral.

Primavera o “春 haru / shun” se refiere al período comprendido entre “立春 risshun o el primer día de primavera” (alrededor del 04 de febrero) y el día anterior a “立夏 rikka o el primero del verano” (alrededor del 06 de mayo). Todavía hace frío y las camelias comienzan a florecer. Específicamente 初春 shoshun o inicio de primavera, va desde el primer día de primavera o risshun al día anterior a 啓蟄 keichitsu o despertar de los insectos, alrededor del 06 de marzo.

El comienzo del año según el antiguo calendario lunar era 立春 risshun, el comienzo de la primavera, de los veinticuatro términos solares, por lo que se celebraba como 初春: 初 hatsu, inicio y 春 haru, primavera. Aunque con el nuevo calendario solar el Año Nuevo se celebra en invierno, al comienzo del año todavía se le llama ‘初春 hatsuharu’ debido a la influencia cultural del calendario lunar. Los 24 términos solares son la duración de un año dividido en 24 partes según el calendario solar. Con el tiempo, sus denominaciones se convirtieron, a su vez, en kigo. Los 24 términos solares tienen su origen en la antigua China. Allí, el año comienza con el mes que incluye el primer día de primavera y esto también se transmitió a Japón, donde el primer día de primavera (actualmente alrededor del 4 de febrero) era llamado ‘正月節shougatsu setsu o Festival de Año Nuevo’. Es un período en el que la nueva estación primaveral está apenas llegando, por lo que muchos kigo están relacionados con el hielo y el frío.

Veamos algunos de los kigo y sus haikus que seleccioné para este período de 初春 shoshun o inicio de primavera.

Kigo: 初蝶 hatsuchou; primera mariposa. La primera mariposa que se ve en el año.

Período: 初春 shoshun; inicio de la primavera

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Takahama Kyoushi (1874-1959)

初蝶来何色と問ふ黄と答ふ

hatsuchouku naniiro to tou ki to kotau

llegó la primera mariposa ¿de qué color es? es amarilla

En este haiku lo interesante son el nakashichi (el verso del medio) y el shimogo (el verso final), dado que presentan un dialogo, pero no sabemos con quién está hablando el haijin. ¿Es una pregunta retórica que se hace a sí mismo frente a la maravilla de ver la primera mariposa después del largo invierno o, como postulan algunos investigadores, una conversación con otra persona?, candidatos a interlocutor son su familia, así como el poeta Ogata Kukyou (1903-1948) quien había quedado ciego. El japonés no flexiona género ni número, por lo que se necesita especificar quién hace la acción y quién la recibe, lo que se logra con el uso de partículas, pero para que ellas funcionen debe existir el sustantivo. En este caso solamente se indica la acción 何色と問ふ naniiro to tou; preguntar ¿qué color? 黄と答ふ ki to kotau; responder amarillo. Lo cual en japonés funciona de manera muy bella ya que deja el haiku abierto a la interpretación del que lo escucha o lee. El problema se da a la hora de traducir a un idioma que exige flexionar género y número, como el español. Intentando que el resultado traductológico fuera el más cercano a la experiencia que podría experimentar un japonés frente al poema, decidí eliminar los verbos en mi traducción y dejar sólo el diálogo.

Kigo: 山焼 yamayaki; quemar la montaña. Originalmente se refería a quemar la maleza de las montañas para sembrar, entre otros, alforfón. A la quema que se realiza en el monte Wakakusa de la prefectura de Nara se le conoce como ‘o-yamayaki’ o ‘la gran quema de montaña’.

Período: 初春 shoshun; inicio de la primavera

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Kobayashi Sayuri (¿?)

山焼の飛び火に犬の後ずさり

yamayaki no tobihi ni inu no atozusari

el perro se aleja de las chispas de la quema en la montaña

Kigo: 余寒 yokan; frío después del inicio de la primavera. Esta situación afecta en gran medida la floración de los cerezos.

Período: 初春 shoshun; inicio de la primavera

Categoría: 時候 jikou; estacional

Haijin: Yosa Buson (1716-1784)

関守の火鉢小さき余寒かな

sekimori no hibachi chiisaki yokan kana

es pequeño el brasero de los guardias fronterizos, frío de inicio de primavera

En la antigüedad existían barreras entre los diversos territorios dentro de Japón. Estas barreras —que ya aparecen mencionadas en el Manyoushuu, la primera antología de poesía autóctona japonesa (759) — actuaban como puestos fronterizos en los que los viajeros debía mostrar su documentación que les permitía atravesarlos. Durante el período Edo (1603-1868) no estaba permitido viajar fuera de su territorio sin aprobación oficial, la cual se entregaba, después de justificar las razones del viaje, en forma de documentos. Es a los guardias de este tipo de establecimiento al que se refiere Buson en su haiku.

Me despido esperando que todos puedan disfrutar las maravillas que nos regala la naturaleza en la estación que sea en el lugar donde se encuentran. Así como a Wordsworth, quien lo expresó de la forma más bella en su poema dedicado a su hermana Dorothy, Lines Written a Few Miles above Tintern Abbey: “la naturaleza nunca traiciona el corazón que la ama”, ésta nos entrega consuelo en este mundo loco y vertiginoso. ¡Hasta el próximo artículo!

Primera anotación

Córdoba, Argentina
Verano
2025

Primera anotación

 Gendai haiku significa haiku moderno. Sin embargo, en diversos artículos y ensayos, la cuestión del gendai abre un debate en torno a la autonomía de la forma de su tradición, y especialmente, sobre lo moderno (siendo que esta idea de modernidad procede de la cultura occidental). Hay dos tendencias, una, el uso de este término para referirse a un momento en el que el haiku adquiere autonomía respecto a la tradición literaria, o bien, a un proyecto teórico-crítico específico que surge tras la Segunda Guerra Mundial y que exige nuevas categorías para definir el haiku. Lo que señalo es lo siguiente: para algunos, el gendai haiku sería todo lo que viene junto con (y después de) Shiki, cuando el haiku adquiere su nombre. O bien, lo que aparece durante el periodo de posguerra, cuando el haiku como forma poética literaria es cuestionado, destacándose la figura de Kaneko Tōta como referencia central.

Entre los autores que han reflexionado críticamente en torno a esta noción encontramos a Sato Hiroaki quien, revisando una serie de antologías que llevan por título esta categoría, no encuentra nada en especial que distinga a los haiku compilados en ella. En este sentido escribe:

Entonces, ¿qué es el gendai haiku según se entiende el término en Japón? ¿Significa algo especial? La respuesta simple es no, solo significa ‘haiku moderno’. Se define por el período de tiempo en lugar de por el contenido o el enfoque. Y el período aceptado va desde finales del siglo XIX hasta el presente (Sato, 2018: 181)

Para Sato el haiku hereda de la renga elementos la estructura moraica, el kigo y diversos recursos para cortar el verso y/o yuxtaponer imágenes (kire); pero lo que distingue al gendai haiku es su autonomía respecto a la renga y la eliminación de la función introductoria o de salutación. Según Sato, más allá de estas cualidades nada distingue al gendai haiku, pero sí se pueden marcar diferencias con respecto al haiku tradicional (que tiene a Kyoshi como su mejor representante), al notradicional (donde se incluirían los estilos libres y más flexibles en su respeto a las pautas formales) y el estilo claramente diferenciado del haiku de vanguardia (que nombra como zen’ei haiku, que mencionaremos más adelante y que, para Sato, está representado por Takayanagi Shigenobu).

En otras palabras, para Sato, la noción de gendai haiku marca una diferencia contundente entre la forma tradicional (5-7-5, kigo) con el no-tradicional (que buscan ampliar, flexibilizar, o experimentar con la forma), desvinculadas de la tradición.[1] Las exploraciones de Sato son significativas para los estudios de haiku, ya que su profundo conocimiento de las diversas antologías que dan cuenta de la paulatina autonomía que adquirió el hokku al perder su función de introducción a la renga.

 Pero, la trama del nombre es mucho mas amplia. Los embates de principios del siglo XX, Shiki se volverá una figura destacada sobre las transformaciones del haiku. La noción de gendai haiku (haiku moderno o contemporáneo) comenzó a utilizarse en los círculos de crítica literaria japonesa de la academia occidental gracias al trabajo en inglés de Makoto Ueda Modern Japanese Haiku: An Anthology (Haiku moderno japonés: Una antología) (1976) y William Higginson en Itadakimasu: Essays on haiku and senryu in English (Itadakimasu: Ensayos sobre el haiku y el senryu en inglés) (1971) en los años 70. Años en los que (dicho a grandes rasgos) el conocimiento anglosajón del haiku se profundiza gracias a las múltiples tradiciones y teorías que permitieron volver a vincular a la literatura japonesa con la occidental.

Clayton Beach (2019) entiende que la noción de gendai haiku refiere a las poéticas no-tradicionales agrupadas en distintas escuelas y estilos que emergieron durante siglo XX. Sin embargo, más allá de describir un grupo de poetas, para Beach, la noción de gendai haiku implica una reconfiguración del paradigma del conocimiento en torno al haiku, donde los valores tradicionales y no tradicionales coexisten. Este equilibrio destaca tanto la búsqueda de innovación como el respeto por el legado del pasado, es decir, integrando lo nuevo. Al respecto, afirma Beach: “Muchos de los haiku más radicales que se han escrito datan de la época anterior a la guerra, y en los gendai se observa una mezcla más equilibrada de experimentación, individualismo y respeto por la tradición” (2019: 61). A diferencia de Sato, para Beach gendai no se trata de una forma no-tradicional diferenciada de la tradicional, sino (por decirlo de algún modo) una forma tradicional con impronta moderna. Moderna en cuenta la asimilación de los valores como individualismo, experimentación, y esta reverberación de la forma tradicional entendida, bajo sus términos, como respeto a la tradición.

Uno de los autores más relevantes en los estudios de haiku en inglés es Richard Gilbert (2004), quien realizó un proyecto de relevamiento de poetas de posguerra para repensar la idea de lo gendai. Como premisa, Gilbert sostiene que la estética de Shiki ofreció una base estética influenciada por el realismo en cuanto que esbozo o boceto (shasei, anotación larga que merece una entrada propia) y modelo formal estándar a partir del cual se comenzó a transformar la escritura de esta forma poética. Allí, el autor identifica que lo gendai implica desafiar las convenciones tradicionales del haiku y abrirse a una amplia gama de temas y estilos, y que reflejan las complejidades de la vida contemporánea, lo que permitió una mayor libertad creativa para los poetas.

Además, replantea y amplía las nociones de kigo y kireji en otros términos que permiten un acercamiento al haiku en diversas lenguas, a saber: disyunción, superposición y yuxtaposición. Una apreciación que tiene menos que ver con la densidad semántica de los patrones formales tradicionales y más con la composición poética y la producción de imágenes.

Sin embargo, una de las claves que define lo gendai es la influencia del circuito de edición de ciertos poetas seleccionados, no por otros poetas maestros ni por los lectores, sino por editores y críticos. Una operación que el propio autor reproduce con sus propias publicaciones y su proyecto de producción del sitio web gendaihaiku.com. En dicho sitio constan las entrevistas y comentarios sobre poéticas de posguerra (como las de Hasegawa Kai, Tota Kaneko y Uda Kyoko). El valioso aporte de Gilbert fue ofrecer al público anglosajón poéticas no demasiado populares y perspectivas actualizadas en boca de los propios poetas japoneses. Ahora bien, ¿es lo gendai una cuestión de actualidad temporal? O bien, como sostiene Sato Hiroaki, ¿una diferencia con respecto a la tradición poética?

Estas preguntas son demasiado generales para estos autores de larga trayectoria, pero en una primera exploración sobre el haiku del siglo XX, la cuestión de lo moderno del haiku es ineludible para comprender las sutiles diferencias que traman  entre las distintas tendencias y poéticas del haiku durante cien años; así mimo esta noción desarma una tradición poética, ya sea haciendo de aquellas poéticas que se reúnen bajo su nombre un desvío, un desafío o un ruptura con la el pasado. La cuestión de lo moderno no obliga a dejar a un costado nuestra propia idea de lo moderno. Se ha dicho mucho: la modernidad japonesas es inconmensurable con la modernidad occidental. A pesar de que el haiku moderno se vuelve más accesible para el lector occidental, dicha proximidad delata la diferencia que nos separa. El haiku japonés es tan solo un espectro en nuestra escritura breve. Sin embargo este no es un camino sin salida, sino que delimitan un posición ética cuando estamos ante el: el haiku adviene, esa es su naturaleza: interrumpe sin aviso. El haiku trae consigo un saber (una imagen) propio de un futuro difícil de anticipar. Por ello, debemos dar respuestas sin alardes. No explayarnos demasiado en el comentario histórico-literario, sino desplegar el haiku con la delicadeza que necesita un origami para desarmase. Frente a ese papel desdoblado es posible tantear esas marcas sin trazos. Refrenarnos ante ese advenir que al sentido inesperado y a los significantes irreductibles al presente del haiku.

Bibliografía

Beach, C. (2019). “Gendai Haiku: A Short History”. Modern haiku. 50(2), pp. 55-67. https://www.modernhaiku.org/issue50-2/Beach-GendaiHaiku-MH50-2.pdf

Gilbert, R. (2024). “The Disjunctive Dragonfly: A Study of Disjunctive Method and Definitions in Contemporary English Language Haiku”. En J. Shea y G. Caldwell (Eds.) The Routledge Global Haiku Reader., pp. 197-224. New York, Routledge Taylor and Francis Group.

Sato, H. (1983). One hundred frogs: from renga to haiku to English. Boston, Weatherhill.

___. (2018). On haiku. EEUU, New Directions Publishing. La traducción es nuestra.

 

[1] Esta idea se evidencia con otra gesto exploratoria de Sato en On hundred frogs (). En búsqueda de una introducción a las transformaciones del haiku en inglés, recorre la tradición del renga y el haikai a partir de diversas publicaciones que reunieron estas formas hasta el momento en que el hokku, la forma introductoria de la renga se independiza de ella y comienzan a publicarse en antologías por separado. Estas antologías conforman una bisagra cuando se empieza a vislumbrar como el haiku emerge como una forma poética independiente. Es decir, la clave para Sato, es la autonomía de la forma.

Enero de 2025

CONSTRUIR

Huyó la araña
Por el frío espantada.
Uno de enero.

DECONSTRUIR

En la hermosa villa medieval aragonesa de Sos del Rey Católico, muy cerca de Navarra, he pasado el uno de enero de 2025.

La ciudad estaba envuelta en niebla y el frío era penetrante. Había helado por la noche. Mi primer paseo del año fue por la carretera a Sangüesa. Pasé al lado de un tupido seto de cipreses, o de otra especie de conífera, tal vez de tuyas. Algo que brillaba me llamó la atención: eran los hilos de una sutil tela de araña que colgaban congelados de las ramas. Como un delicado encaje. Sin duda que las arañas, despavoridas por el frío intenso, estaban invernando en algún lugar escondido o habían perecido con los primeros fríos del final de año. Pero ahí habían dejado sus redes, para maravilla de paseantes como yo. La desaparición de los insectos y el comienzo del año me pareció un contraste digno de ser registrado en verso porque, tal vez sin saberlo, estos bichitos habían engalanado, con sus telas delicadas y trémulas, el aire gélido de la mañana.

En este haiku no menciono los hilos colgantes de la tela, una humilde maravilla de la naturaleza, que pueden apreciarse claramente en la foto que adjunto, los hilos al lado de las gálbulas del ciprés.  Y si algún mérito tiene este haiku es justamente el hecho de no mencionar lo más evidente: esos escarchados filamentos, que fue lo que me llamó la atención. Por detrás de la historia de una araña fugitiva y de la causa de su huida –el frío–, yace la impresión visual no revelada en los versos: ese prodigio de la naturaleza observado por un paseante ocioso en la mañana gélida del primer día del año, del Año Nuevo que deseo venturoso a los lectores de El Rincón que me estén leyendo.

El poder de la música

Yuei-Ji, un músico chino del siglo II a. C., definió la música como “la armonía del cielo y de la tierra”, definición que Shiki trasladó literalmente a un haiku referido al día de Año Nuevo. Augurio perfecto para este primer sueño que Borges evoca en su ensayo “La muralla y los libros”:

“La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético.” A su manera, Eduardo Chillida lo corroboraba a través de esta anécdota personal: ““Bach es el gran genio de la música, al que nadie le quitará el puesto. Mi afición comenzó cuando me preparaba para estudiar arquitectura en Madrid. Era por la Gran Vía, iba a casa de un profesor y no encontraba el sitio. En una escalera oí la ‘Suite número cuatro para violonchelo solo’. La música venía de algún piso, me quedé ahí clavado, sentado en la escalera, escuchando, y de la clase ya no me acordé más…”

Inmenso es el poder de la música. Con su lira, Orfeo calma a las fieras, enamora a Eurídice y logra bajar al inframundo para rescatarla (aunque la perderá al volverse, desconfiado y ansioso, para ver si le sigue). La música -o la palabra, que al fin y al cabo es vibración- está en los mitos fundacionales de casi todas las culturas: en el “hágase” del Génesis, en la sílaba OM y en el sonido de la flauta de Krishna, que van creando el mundo. También en los rituales iniciático: en los misterios órficos y en los versos áureos de Pitágoras, como liberación y purificación. Hay un yoga del sonido (en Nada yoga), y en la tradición tibetana, el iniciado empieza cantando junto a una cascada y sólo cuando su voz supera el ruido de la cascada empieza el aprendizaje. (Así combatía Demóstenes su tartamudez frente al estruendo de las olas). En el sufismo -que tiene como centro el recuerdo del Amado-, la flauta de caña (ney) que lo añora debe estar hueca, sin “ego”, para recibir el soplo divino.  Y en la música sagrada de la India, ciertos tonos convienen al amanecer; otros, al crepúsculo; otros predisponen al amor. Cada una de las seis escalas melódicas (ragas) se corresponde con cierta hora del día o estación del año, y con una deidad que preside y concede ciertas potestades. Se dice que Miyan Tan Seb, músico de la corte de Akbar el Grande, cantó, a instancias del emperador, una “raga” nocturna mientras el sol lucía aún, provocando instantáneamente el oscurecimiento de todo el palacio. Se dice también que este músico era capaz de apagar el fuego por el poder de su canción.

El escritor Shûsaku Endô  define al pueblo japonés como “contemplativo, no escolástico”, y quizá por eso la música -con su onda expansiva hacia las artes escénicas- tiene una presencia tan poderosa en su historia, con instrumentos tan emblemáticos como la flauta de bambú (shakuhachi) -vinculada en sus orígenes a la ejercitación espiritual-; el laúd de 3 cuerdas (shamisen) -tan ligado al kabuki y al teatro de muñecas (bunraku)-; el koto -la cítara de 13 cuerdas que la tradición asocia con los ciegos-, o los tambores del teatro noh. En el contexto de ida y vuelta, subrayamos el gigantesco proyecto del Bach Collegium Japan (BC), capitaneado por Masaaki Suzuki, grabando, entre 1995 y 2013, todas la Cantatas de Bach, en una capilla cristiana de la Universidad de Kobe. Y, por supuesto, la pasión por la guitarra y por el flamenco (con un recuerdo a Chie Izumi, que pasó por aquí y lo adoraba como a un dios). Toru Takemitsu y Hozan Yamamoto, supieron fusionar la música japonesa con el jazz y con otros sonidos de Occidente, sin olvidar a Ryuichi Sakamoto, compositor, intérprete, productor y ecologista combativo, que nos dejó en 2023. En el mundo de la música clásica, podemos destacar a la genial y apasionada pianista Mitsuko Uchida y al malogrado director de orquesta Seiji Ozawa, que se refería al ma – término japonés que podría traducirse como pausa, espacio, abertura o intervalo-, aplicándolo a la música: “En Japón hablamos del ma en la música asiática, es decir, de la importancia de las pausas y silencios, pero en la música occidental también existen, y alguien como Gould sabía leerlas y ejecutarlas muy bien.”

Lo diremos una y otra vez. Ajenos o no, la música del mundo nos envuelve en su red luminosa. Quizá no lleguemos al éxtasis de aquel monje que se pasó trescientos años escuchando al pájaro del paraíso, pero vivimos rodeados por el canto de los pájaros que ha inspirado a tantos músicos: a Janequin, a Vivaldi, a Messiaen, al anónimo autor del maravilloso “Cant dels ocells” -con el que Pau Casals coronaba sus recitales-. En una escucha atenta y abierta, no hay repetición, sino una inagotable novedad. Es bien conocida la variedad del canto del ruiseñor, pero la música tradicional de la India logró aislar hasta treinta y dos ritmos distintos en el canto de la alondra… Al comenzar la primavera, podemos ir al campo y asistir a ese espectáculo siempre nuevo, siempre inolvidable: la alondra, iniciando su vuelo nupcial, potente y ondulado, subiendo en vertical hacia la cumbre de los cielos y lanzando allí su trino sostenido, un líquido y vibrante “chir-rup” que se prolonga, durante varios minutos, variando increíblemente la escala cromática, embriagada de luz, enajenada de alegría… Milagro de ida y vuelta: la violinista Len Howard cuenta, en su “Los pájaros y su individualidad”: “Un mirlo cantaba una frase de Bach que pudo haber copiado oyéndomela en el violín. Había en una de las notas un breve trino que le costó en un principio cantarlo claramente, pero después de muchos ejercicios lo logró. Luego empezó a adornar la música de Bach doblando la longitud del trino y añadiendo uno similar a otra nota de la frase. Era un cantor de excepcionales facultades y el resultado fue precioso -un efecto como de flauta-. Durante tres años conservó esta tercera elaborada melodía en su repertorio…”

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Enero 2025

明けましておめでとうございます。¡Feliz Año Nuevo! Les saludo comenzando el segundo año de esta columna, agradeciendo su compañía y deseándoles a todos un excelente año. Dado que 2025 en el horóscopo chino corresponde al Año de la Serpiente, el cual es mi signo, estoy con aún más energía y motivación para continuar compartiendo con ustedes este viaje lingüístico y poético.

El año pasado comenzamos conociendo las distintas formas en que se clasifican los kigo, lo que les otorga una riqueza de significado y contextualización inmensa, pero también requiere un constante estudio e investigación por parte del haijin, ya sea profesional o aficionado.

Recordemos las clasificaciones del kigo que revisamos durante 2024. Vimos las estacionales, que comprenden: primavera, con sus divisiones: 三春 sanshun, tres primaveras; 初春 shoshun, inicio de la primavera; 仲春 chuushun, mitad de primavera; 晩春 banshun, fin de primavera. Verano con: 三夏 sanka, tres veranos; 初夏 shoka, inicio del verano; 仲夏 chuuka, mitad del verano; 晩夏 banka, fin del verano. Otoño con: 三秋 sanshuu, tres otoños; 初秋 shoshuu, inicio del otoño; 中秋 chuushuu, mitad del otoño; 晩秋 banshuu, fin del otoño. Invierno con: 三冬 santou, tres inviernos; 初冬 shotou, inicio del invierno; 仲冬 chuutou, mitad del invierno; 晩冬 bantou, fin del invierno. Y Año Nuevo con: 暮 kure, fin de año; 新年 shinnen, Año Nuevo.

Y las categorías: 時候 jikou o estacional; 天文 tenmon o astronomía; 地理 chiri o geografía; 生活 seikatsu o vida diaria; 行事 gyouji o eventos; 動物 doubutsu o animales y 植物 shokubutsu o vegetación.

Habiendo sentado estas bases, mi plan para este año es mes a mes ir avanzando junto a la progresión de las estaciones en Japón, profundizando en los kigo. Analizaremos con más detalle sus significados, origen, uso, escritura, etc. y entregaré más información sobre las costumbres y festividades de cada período y el modo en que estas se ven reflejadas en la poesía.

Comenzamos con dos clasificaciones temporales este mes, ya que por ser el primero del año corresponde a 新年 shinnen; Año Nuevo, pero también es el último de invierno, es decir, 晩冬 bantou, fin del invierno.

El Año Nuevo es la fecha más importante del calendario festivo japonés desde tiempos antiguos. En el calendario lunar, al primer mes se le llamaba 睦月 Mutsuki, 睦 que significa íntimo, familiar, dado que es una fecha para reunirse en familia, intimar y fortalecer los vínculos. Tiene muchas ritualidades asociadas, como la comida tradicional osechi ryouri, la cual integraba diversos ingredientes que traían buena suerte; o la primera visita al santuario o templo, llamada 初詣 hatsumoude. Allí no sólo se reza por la salud y prosperidad de la familia, empresa y país; también algunos recintos ofrecen la posibilidad de practicar el 書初めkakizome o primera caligrafía del año. Muchas familias deciden levantarse de madrugada, o pasar la noche en vela para contemplar, idealmente frente al mar, la salida del primer sol o 初日の出 hatsu hinode, lo que se considera de buen augurio. Y hablando de primeras veces, tenemos también el 初夢 hatsuyume o primer sueño. Lo que da más suerte es soñar con el Monte Fuji, seguido por el halcón y la berenjena. Muchas de estas tradiciones se consideran, a su vez, kigo, ya que indican con mucha precisión el momento en el que se sitúa el haiku.

Kigo: 年賀状 nengajou; tarjeta de Año Nuevo. Postales y cartas que se envían para desear un feliz nuevo año. La oficina de correo las recibe, más o menos, hasta mediados de diciembre para ser entregadas en la mañana del 01 de enero. Se envía solamente la postal, sin sobre, por lo que en el correo las identifican fácilmente. En caso de querer enviar algo en sobre, se debe colocar en este un timbre, sello o frase, que indique que contiene un nengajou, ya que el 01 estos tienen preeminencia por sobre el resto de la correspondencia. Uno de los motivos más utilizados es el 干支 eto o zodiaco chino correspondiente al nuevo año. Ya que es usual enviar este tipo de saludo a todos aquellos que sentimos han contribuido a nuestra vida durante el año que se va, algunas personas lo toman como medida de popularidad. En la película de Studio Ghibli Mis vecinos los Yamada hay una escena en la que el padre, en la mañana del 01 de enero, distribuye las tarjetas entre los miembros de la familia como si fueran naipes, mientras todos están muy preocupados de ver quién recibió más.

Período: 新年 shinnen; Año Nuevo

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Kubo Yorie (1884-1941)

 

ねこに来る賀状や猫のくすしより

neko ni kuru gajou ya neko no kusushi yori

la tarjeta que llegó para el gato, de su veterinario

Kigo: 書初め kakizome; primera caligrafía. Primera escritura o dibujo en el nuevo año. En la antigüedad, la gente realizaba esta actividad el día de Año Nuevo y ahora es en el segundo día. Se eligen poemas y haiku auspiciosos. Se dice que, si lo pones en el fuego de del festival Sagichou y el humo se eleva alto, será de buena suerte. Primer uso como kigo en el Hanahigusa de 1636.

Período: 新年 shinnen; Año Nuevo

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Saitou Sanki (1900-1962)

 

一波に消ゆる書初め砂浜に

ippa ni kiyuru kakizome sunahama ni

las olas borran la caligrafía en la arena de la playa

En general se considera finalizado el período de las celebraciones de Año Nuevo el 15 de enero, y se vuelve, en el mundo del haiku, a 晩冬 bantou o fines de invierno, el cual dura hasta el día anterior a 立春 risshun o inicio de la primavera (04 de febrero). El segundo lunes de enero se celebra el 成人の日 seijin no hi o Día de la Mayoría de Edad, en el cual las muchachas de 20 años visten sus hermosos kimonos furisoude (los que tienen mangas largas) y visitan junto a sus familias los santuarios shintou, mientras que los varones, de cuello y corbata, hacen lo mismo. Los gobiernos locales ofrecen, además, eventos para conmemorar esta importante ocasión en que los jóvenes se convierten en miembros de la sociedad. Aproximadamente el 20 de enero ocurre el 大寒 daikan o gran frío, el cual marca el inicio del fin del invierno y la pronta llegada de la primavera, ya que a partir de entonces las temperaturas comenzaran a subir.

Veamos algunos kigo de este período y sus correspondientes haikus.

Kigo: 葉牡丹 habotan; col rizada. Planta bienal de la familia Brassica, una variedad de repollo. Viene en colores crema o púrpura rojizo y se dice que se parece a una peonía, de ahí su nombre (botan = peonía). Se admira como arreglo floral para el Año Nuevo y como planta en maceta.

Período: 晩冬 bantou; fin del invierno

Categoría: 植物 shokubutsu; vegetación

Haijin: Moriguchi Chieko (¿?)

 

葉牡丹のひとつひとつの夕明り

habotan no hitotsu hitotsu no yuuakari

la luz del atardecer se queda en las coles rizadas

Kigo: 白鳥 hakuchou; cisne. Ave acuática de la familia Anatidae. Es un ave de gran tamaño y completamente blanca. En invierno vienen a Japón desde el norte y pasan allí la temporada.

Período: 晩冬 bantou; fin del invierno

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Hoshino Tsubaki (1930- )

 

白鳥の暮色の中を辷り来る

hakuchou no boshoku no naka wo suberi kuru

los cisnes se deslizan en medio del crepúsculo

Gracias por leerme en este segundo año de ‘El mundo del kigo’. ¡Hasta el próximo mes!

INTRODUCCIÓN Y ENTREGA DE ENERO: BANDOS

ALAS DEL HAIKU

 

INTRODUCCIÓN

 «Entre aleteo y aleteo en la vida, el hermano verderón y el hermano jilguero se preguntan cuándo los hombres aprenderán el lenguaje de los pájaros. En verdad te digo que si aprendes a oir el silencio y en el silencio tu voz interior, tus pensamientos se convertirán en suave canto, tus sentimientos en trino alegre, y tus pasos en la vida serán como vuelos al amanecer. Y cada amanecer como una nueva vida que comienzas.»

Abul Beka (Poeta rondeño del s. XIII)

Tras los efectos devastadores de la Dana aquí en Valencia, que nos han dejado un halo de tristeza e impotencia, agradezco al Rincón del Haiku permitirme comenzar esta andadura, y a mi hija Nuria por colaborar con sus dibujos. Releer bellos haikus barre muchos lodos.

Comienzo esta serie mirando al cielo. Amanece y un bando de estorninos está a punto de pasar frente al balcón de casa. Dejan los dormideros de la ciudad y se dirigen a los campos cuando el naranja apunta y la ciudad se despereza. Cientos de alas juntas ejerciendo su fuerza contra el aire. Ese murmullo a su paso (murmuraciones les llaman los ingleses), me acompañará todo el día. El cielo puede atronar pero también nos salva.

Tras el bando, el coro de tortolitas de las farolas y esas gaviotas hambrientas que vienen del mar con altos vuelos. De eso precisamente van estas palabras. De vuelos, trinos y plumajes; nidos, bandos y cortejos… De salir a la intemperie, alzar la vista y contemplar.

En el mundo hay aproximadamente 50.000 millones de aves de 11.000 especies diferentes. Unas seis por cada ser humano.  Aves rapaces de altos vuelos, aves corredoras incapaces de volar, zancudas, que se deslizan por el agua, de todos los colores, grandes, pequeñas, cantoras, viajeras… Van y vienen, habitan el cielo, conectan con las emociones humanas y su anhelo de libertad. En muchas culturas, mensajeras, criaturas sagradas. Símbolos y metáforas que aportan significado más allá de las palabras.

Silencio, libertad…

Las aves inundan los haikus.

Pájaros migrantes…
Los ojos de los refugiados
en el atardecer

Julia Guzmán

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 BANDOS

(Enero)

Es tiempo de invernada. Bandadas de grullas, cormoranes, ansares, aguiluchos, zorzales, avefrías y otros más, llegan para pasar el invierno. Surcando  el cielo ofrecen un bello espectáculo. Elevar la mirada, ver cómo se armonizan con el viento, su condición volátil, volar con ellos…

Se oye una bandada,
resplandece la nieve
del camino viejo.

Sandra Pérez

 

Entrada la primavera partirán. Otros destinos les aguardan y nuevas bandadas llegan tras un agotador periplo que les hará a recorrer distancias que nos llevan al asombro. Sus vuelos se hacen uno con el firmamento como nube que el viento deshilacha y aleja, perdiéndose en la distancia.

hane fururu made
kari no koe
katamareri

Hasta entrechocarse alas,
los cantos de los gansos salvajes
se han fundido en uno

Yamaguchi Seishi

Sus trinos, graznidos, chillidos… son cantos del mundo que el haijin recoge gozoso, testigo de los cambios que anuncian su llegada. Las aves serán muchas veces el «kigo» en el haiku.

Puesta de sol-
el último reflejo
en la bandada

Luis Alberto Plaquin (Luezei)

De golpe se alzan
con la forma del fresno
los estorninos

Mercedes Pérez

Esa luz, ese reflejo, esa forma exacta, y el sonido/murmullo (no explícito en el haiku) que hacen dichas aves al elevarse.

koborete wa kaze hiroi-yuku chidori kana

De la bandada de los chorlitejos
uno va perdiendo fuerzas
y el viento lo recoge

Chiyo-Ni

Watari-dori miru miru ware no chiisaku nari

Un ave migratoria cruza el cielo…
Poco a poco como tú
me voy haciendo pequeño

Ueda Gosengoku

El haijin y el ave se hacen uno. La pequeñez del pájaro, también la suya.

Haikus de compasión, haikus de lo sagrado, y otros, con las aves como centro; haikus tradicionales, haikus modernos, plumas de escritura que aletean sobre el papel.

Bruma en el valle-
la bandada de pájaros
se parte en dos.

María Dech (Annur)

Solas, en pareja o en grupo, casi una de cada cinco aves migra, algunas apenas tocan tierra y solo el 50% completa su viaje. La pérdida de hábitat, los plaguicidas, la contaminación lumínica, la falta de insectos, la caza y un largo etc…son algunos de los problemas que encuentran en el camino. Necesario intensificar acciones que permitan su protección y la de los hábitats para su supervivencia. Para, como dice el poeta y naturalista Joaquín Araujo:

«No restarle al aire un solo alado más», pues «allí donde todavía puedes escucharlos, ten por seguro que queda algo con lo que volver a empezar».

a media luz
la bandada de patos
se ahila entre la lluvia

Mercedes Pérez

 

 

 

 

 

Introducción: Un gesto sagrado, anotar.

Quebec, Canadá
Invierno
2025

A-notaciones sobre el haiku

 Introducción: Un gesto sagrado, anotar.

Se ha hablado mucho sobre la rana de Bashō, su salto, el paso de su vida aérea a su vida acuática, y el sonido que produce su caída al agua. Ese haiku ha sido motivo de muchas discusiones en torno a la manera en que, con unas pocas palabras, el haiku logra lo que otras frases cortas no pueden hacer: nombrar todo un paisaje, una experiencia vital en un amplio espectro. Hace notar la vida acuática y la vida aérea como mundos conectados a través de un solo sonido: ¡plop!

Ese sonido de la rana al caer al agua, además, involucra el tiempo, el presente. El haiku nombra, con ese sonido, el instante justo en que se ha producido el hecho. Sin embargo, en su invitación a imaginar, los círculos concéntricos que se producen son la huella de que la rana ha saltado. Una huella, por supuesto, efímera. Y en este sentido, involucra dos tiempos: en primer lugar, un pasado, en tanto que huella de algo que ha sucedido; pero también un futuro, un futuro extraño, de un fenómeno que, en su propia producción, tiende a la desaparición. Cuanto más cerca del objeto, menos definidas las ondas concéntricas; cuanto más lejanas, más interrumpidas.

Estos tiempos, que se traman sobre la superficie del agua estancada (sobre la página del haiku), me invitan a pensar cómo ciertas imágenes del haiku dan lugar  a ciertas discusiones en torno al haiku como género y sus recursos. Sin embargo, para percibir esa onda sutil que se forma en la superficie del agua, necesito inclinar la mirada hacia el filo del agua. Una mirada que exige una disposición total del cuerpo para que el ojo pueda ubicarse justo en el borde de la explanada líquida. Es decir, no debe ser una mirada frontal, sino una mirada lateral, un ojo que observe desde el costado el relieve que se produce en la superficie del agua. Entonces, pienso el haiku como esta superficie: prestar oído, echar un vistazo, dar un bocado, tantear; esas son las formas en las que pretendo explorar el problema, pero no para decir algo sobre el haiku, sino para relevar discusiones que, sin tener criterio alguno, algunos lectores podrían considerar relevantes o, simplemente, curiosidades sobre el haiku. Me enfocaré en ello: traer pequeños revoltijos en torno al haiku, algunas anotaciones sobre recursos que aparecen con cierta frecuencia en el haiku actual, curiosidades, colección de cosas maravillosas. Quisiera formar un gabinete de tesoros discursivos, de hallazgos, de lo que aquí intento nombrar como a-notaciones.

Se trata de anotaciones no solo por la naturaleza de este estilo en que escribo para este sitio, ERDH. Sino también como notas: anotar unas cuantas palabras como piezas de un rompecabezas para dejarlas para después, trazos sin terminaciones, sin mayúsculas ni puntuación, en medio de la página o en un borde, pero nunca siguiendo un línea de guía. El haiku pareciera ser un tipo de formulación de lenguaje análoga, y lo que podamos decir sobre él también lo es. Semejante a la Nota, hijo del fragmento, enemigo de la máxima, Roland Barthes invita a pensar el haiku por esta vía al señalar una peculiar relación de sentido. El poema breve no engendra sentido pero huye del sinsentido: “Es siempre el mismo problema, no deja cuajar el sentido, pero no abandona el sentido, bajo pena de ir en el peor de los sentidos, el del sinsentido.” (Barthes, 2013: 182).

En esta oscilación, el haiku es un objeto que me introduce a una forma de pensar la escritura y las argumentaciones que pienso proponerles en esta columna anual: a-notaciones sobre el haiku. Este sintagma, donde el verbo se quiebra, pretende señalar una forma de pensamiento quebrado, sin bases de inducción, y tal vez poco deductivo, sino quebrado; unir trozos de discurso con una facultad que ha comenzado a resurgir en el pensamiento crítico: la imaginación.

Pero también, notaciones, en al menos dos sentidos: signos distribuidos en una partitura que suena asonante (ninguna de las notas que se presentarán aquí busca encadenarse con otra), pero que, en su conjunto, puede darnos una idea, sugerirnos una misma melodía. En segundo lugar, también la notación como un gesto que ha precedido a las notas: notar, reparar detenidamente en algo, advertirlo y señalarlo. Roland Barthes nos ofrece un senderillo para despejar el camino que quiere proponer.

La Notatio aparece de antemano en la intersección problemática de un río de lenguaje, un lenguaje ininterrumpido: la vida -que es texto a la vez encadenado, hilado, sucesivo, y texto superpuesto, histología de textos en capa, palimpsesto-, y un gesto sagrado (marcar, aislar: sacrificio, chivo expiatorio, etc.) (Barthes, 2005: 54).

Encontrar una arruga en la piel de la vida, un hallazgo en lo que se superpone o en lo que aparenta encadenarse; valorar lo sorpresivo que aparece cuando nos detenemos en la observación o, bien, cuando piezas del rompecabezas que han calzado perfectamente no han formado ninguna imagen.

En este sentido, estas a-notaciones están inspiradas por la forma haiku y, en cierto modo, por la forma de explicar algunas cosas sobre él. Algo similar a lo que Roland Barthes propone en el seminario sobre la preparación de la novela. «Nota» será el nombre que recibe el haiku en función de la forma larga: «Haiku = forma ejemplar de la Notación del Presente = acto mínimo de enunciación, forma ultra breve, átomo de frase que anota (marca, limita, glorifica, dota de una fama) un elemento tenue de la vida ‘real’, presente, concomitante.» (Barthes, 2005: 59).

La Nota y el haiku comparten la cualidad de ser una amenaza al lenguaje ininterrumpido de la vida. Estas formas revelan un entrecruzamiento entre dos movimientos simultáneos: el movimiento continuo del lenguaje del texto y el movimiento que lo pellizca, aislando una parte que condensa la singularidad del anterior. A-notar, un gesto sagrado.

Bibliografía

Barthes, R. (2005). La preparación de la novela: notas de cursos y seminarios en el Collège de France, 1978-1979 y 1979-1980. Siglo XXI.