HAIKUS Y OTROS POEMAS EN UNA CAMA DE SEIS PIES
Se presenta un documento con todos los haikus y poesías que aparecen en Una cama de enfermo de seis pies de largo.
HAIKUS Y OTROS POEMAS EN UNA CAMA DE SEIS PIES
Se presenta un documento con todos los haikus y poesías que aparecen en Una cama de enfermo de seis pies de largo.
CIRUELOS EN FLOR
[Siguen 17 haikus sobre el ciruelo en flor, lo cual demuestra su importancia para los japoneses. En primavera, su flor es la primera que florece, en muchos haikus aparece el nombre de ume (ciruelo), pero en realidad se refiere a su blanca flor, originaria de China e introducida en tierras niponas durante el periodo Nara (710-784). sin embargo, tras el periodo Heian (794-1192) el primer puesto lo ocupará la flor del cerezo (sakura)].
草菴 –retiro a una cabaña o choza/ retiro en la hierba-
19
二もとの梅に遲速を愛す哉
futamoto no ume ni chisoku o aisu kana
Los dos ciruelos,
amo su floración:
primero uno, después el otro.
Las flores del ciruelo, blancas, florecen de una a una a diferencia de las flores del cerezo (a la vez). Según Blyth (Spring, 301), este haiku bebe su fuente de Yasutane: “en el este y el oeste los cultivos de sauce florecen antes y después, no a la vez. El sur y el norte también son diferentes, en el florecimiento y en la caída de las flores del ciruelo”.
La sensibilidad aguda de Buson le permite observar la distinta floración de dos ciruelos próximos. Es el viento, la inclinación, la luz, la humedad, aquellos elementos de los ciclos naturales, con sus propias leyes al margen del ser humano, que a menudo no son percibidos. El ritmo de cada ser en la naturaleza es diferente, único. Sobre la palabra “chisoku”, Blyth recuerda su origen chino: “lento-rápido”, unido por la forma de amar, que apenas cambia en japonés. Hay un intento, de nuevo, por aunar la cultura china y japonesa en la obra de Buson.
Las flores del ciruelo también pueden ser rojas, como señala nuestro haijin:
紅梅や入日の襲う松かしは
kôbai ya irihi no osou matsu kashiwa
Los ciruelos rojos;
avanza la puesta de sol
entre pinos y robles *.
* Como señala Rodríguez-Izquierdo (El haiku japonés, p. 312) Kôbai es el término a partir de la lectura china de los caracteres. Hay que destacar también la variedad cromática en la paleta de Buson: dos rojos, el del ciruelo y el ardiente sol en su ocaso, con sus distintos y perceptibles matices.
紅梅の落花燃らむ馬の糞
Kôbai no rakka moyuramu uma no fun
Las flores rojas del ciruelo
caen ardientemente;
el excremento del caballo*.
* Las flores rojas parecen arder, se sobreentiende que caen sobre el excremento del caballo. La fragancia del pétalo y de la podredumbre del animal se fusionan, se mezclan. Tanto olores como materias, formas y sus variedades cromáticas.
出る杭をうたうとしたりや柳かな
deru kuhi o utau to shitari ya yanagi kana
Golpeando la pila de madera
que sobresale;
el sauce llorón.
Un conocido proverbio japonés dice: 出る釘は打たれる [se clava el clavo/ el poste que sobresale; la persona que sobresale es castigada] y su variante: 出る釘は打たれる [los árboles altos atrapan mucho viento; las personas que sobresalen en algo se disgustan].
Buson parece golpear una pila de madera, un poste o un tocón de un árbol. Cuando se desecha una parte del material, el sauce en poco tiempo estirará las raíces y las ramas. Aquí coincide el trabajo manual con la madera (de un sauce) y la visión del mismo árbol, quizá lozano, frondoso y resplandeciente. La madera del ser y la madera del no ser.
Tanto Shiki como Naito Naoyuki- 1847 a 1926- (en la revista Hototogisu, ほととぎす発行所 明治33-34年) consideraron que se trataba, precisamente, de una pila de sauces.
Sobre esta cuestión Buson también escribe:
柳 から 日 の くれかかる 野路 かな
Yanagi kara hi no kurekakaru nomichi kana
A partir del sauce
comienza a ponerse el sol,
el camino del campo *.
* La sombra del sauce se alarga por todas partes, se ennegrece su tronco y el día acaba. Un atardecer que se vislumbra a partir de aquel árbol.
Colección de haikus del maestro Yosa Buson -reunidos por sus discípulos en 1784-. 2ª parte
Primavera (Haru) 春 y El sauce (yagi) y la hierba/hierba joven (waka/wakakusa)
Traducción: Jaime Lorente y Setsuko Takeoka
Comentarios y notas culturales: Jaime Lorente
El 18 de marzo de 2020, con el confinamiento, comencé a publicar en Facebook cada día un poema japonés, generalmente haiku, esperando que nos ayudara a pasar aquellos días. Al poco de comenzar la publicación y tratarse de clásicos japoneses, me di cuenta de que sería bueno que fuesen escritos también en kanji y en romaji, así como cuando disponía de la información, el nombre del traductor/a. Con el fin del confinamiento, finalizó la serie. Hay muchos comentarios en Facebook muy interesantes, más que los del compilador, pero impsible recoger todo aquí. Todo se puede consultar en Facebook. A continuación, aquí compilados y con pésima maquetación, aquellos versos y sus comentarios.
CONSTRUIR
Entre la tierra
la cabeza de un ajo.
El mundo gira.
DECONSTRUIR
«Entre san Juan y san Pedro, saca tus ajos del huerto». Tal vez por eso, anteayer, que era 28 de junio (san Juan es el 24 y san Pedro, el 29), pasé un rato a primera hora de la mañana sacando, de la ya dura tierra de mi pequeño huerto familiar, los ajos que en cuatro o cinco surcos había sembrado seis meses antes, allá, a final del diciembre pasado.
Mientras lo hacía, con cuidado para no lastimar las cabezas de los emergentes ajos con el borde cortante del azada, pensaba varias cosas y sentía muchas. Un amasijo de pensamientos y sensaciones: el sabor hiriente del ajo restregado en una tostada de pan, la generosidad de la tierra por darnos sus frutos, la inutilidad del esfuerzo humano, la indiferencia con que la Tierra gira a pesar del acre gusto de este humilde producto, a pesar de nuestras labores y ambiciones, la maravillosa sencillez con que los dientes se disponen en la cabeza del ajo, la complicidad juguetona de las hierbas que crecían entre los tallos marchitos de los ajos, la búsqueda afanosa entre la tierra de los dientes perdidos de alguna cabeza, la intensa felicidad del momento en las primeras horas del día, la suavidad del aire fresco de la mañana, etc.
Tantas y tan variadas sensaciones e ideas que hallaron plasmación en esos tres versos.
La cabeza del ajo, terrosa, negruzca y sucia, que oculta acritudes palatales y promete guisos sorprendentes, fue para mí metáfora del planeta Tierra, obsesionado con su mecánico girar alrededor del Sol, planeta maltratado y generoso que nos da y nos quita todo en este breve rato que es la vida. Entremedias, tiempo para sostener una azada y hurgar en su superficie en busca de una ilusión: la cabeza de un ajo. La-ca-be-za-deun-a-jo, siete sílabas, siete dientes de intenso sabor con los cuales, entre la tierra y el cielo, componer un suspirillo de uniones. Componer un torpe haiku.
Incumplí mi promesa de hablar hoy de las ideas sobre haikus de la gran Akiko Yosano. Los ajos tienen la culpa.
Información fresca a los amigos del Rincón del Haiku:
Este 7 de julio, día de la bonita fiesta de Tanabata, daré una charla online (inscripción gratuita, en www.veranoculturaljapon.es organizado por la Embajada japonesa en Madrid) sobre “Escritoras japonesas contemporáneas”. Entre estas, brilla la voz de Tawara Machi, una poetisa cuyo libro “Aniversario de la ensalada” (editorial Verbum), publicado no hace muchos años en Japón causó sensación por la frescura y espontaneidad de sus waka-tanka. Algunos críticos han comparado la revolución de esta poeta en el mundo del viejo waka, con la que hizo Masaoka Shiki en el mundo de haikai-haiku a final del siglo XIX.
He aquí una muestra del librito de Machi:
Después de que me dijera
«no me puedo
casar contigo».
aquí estoy,
Desayunando como siempre.
El ajo es el amor, es el “tú”: acre, oloroso, intenso;
pero el desayuno es la Tierra que gira, como siempre.
青柳や芹生の里のせりの中
aoyagi ya seryuu no sato no seri no naka
Un sauce frondoso
rodeado de perejil
en el pueblo de Seryo.
Es un poema que, según la mentalidad japonesa, se percibe de la siguiente forma: el sauce frondoso…. y se continúa en el final: en medio, rodeado, en…después una concatenación de relaciones con la partícula “no”: de perejil del pueblo de Seryo. Un poema colorido: el verde del sauce y el verde del perejil, de un pueblo que recibe el mismo nombre. Seryou es el antiguo nombre de la parte oeste de Ohara, al norte al norte de Kyoto. Este haiku contrasta con un waka del afamado bonzo y poeta Saigyō (1118-1190):
El perejil japonés (Oenanthe javanica) es una de las siete hierbas de la primavera. Crece en un suelo húmedo y se comen la raíz y las hojas (es la única variedad de Oenanthe comestible). En el perejil, hierba salvaje, brota una pequeña flor blanca durante la estación. Quizá Buson nos hable de dos variedades cromáticas, dada su faceta de pintor: el blanco del sauce y el blanco del perejil, por un lado; por otra parte, el verde de la hierba y del árbol.
Actualmente, el 7 de enero se celebra el Festival de las Siete Hierbas (七草の節句 nanakusa no sekku); el plato gastronómico por excelencia es el okayu, un tipo de arroz , que se consume para protegerse de los demonios, favorecer la longevidad y la buena suerte. Las siete hierbas son: perejil japonés (seri), jaramago blanco, borriza, pamplina, lampsana, nabo y rábano.
Es llamativo el contraste con este otro poema de Buson:
柳ちり清水かれ石ところどころ
yanagi chiri shimizu kareishi tokorodokoro
El sauce desnudo-
la corriente seca,
las piedras por todas partes. *
* Destaca la onomatopeya “tokorodokoro” (aquí y allí). Durante sus viajes al norte de Edo (1742-1751), Buson compuso en Ashino (un pueblo cercano a Utsunomiya) este poema. Él vio allí un viejo sauce reconocido por la literatura (un waka de Saigyô y un haiku de Bashô).
En 1689 Bashô visitó este lugar y escribió:
田一枚植ゑて立去る柳かな
ta ichimai uete tachisaru yanagi kana
En todo el campo plantan arroz;
antes de separarme
el sauce.
Es evidente que el haiku de Buson es pesimista y refleja, en palabras de Ueda (The Path, p. 17) su punto de vista negativo sobre la poesía contemporánea y el marco cultural de su época; se hallaba desolado sin hombres cercanos a la altura de Bashô y Saigyô.
La escritura normal japonesa se realiza mediante una combinación de ideogramas (kanji) y silabogramas (caracteres silábicos, distribuidos en dos sistemas coextensivos: hiraagana y katakana). De entre estos dos sistemas silábicos, es más corriente el hiragana, quedando el katakana -sobre todo- para escribir palabras extranjeras (de las cuales, la mayoría son anglicismos).
Precisando algo más, yo diría que un texto japonés suele presentar un 40% expresado en kanji, y un 60% expresado en hiragana. Tal proporción aproximada es válida para los haikus, y así suele encontrarse en ellos.
Dentro de lo raro, siempre hay lugar a la sorpresa. Para nosotros, por ejemplo, resultan algo raros los números romanos, pero los usamos para distinguir reyes o papas homónimos, o bien para citar siglos. Llegaría, pues, a resultarnos raro escribir “el pontífice Juan 23”, o “el siglo 5º”.
He encontrado un haiku de Shiki (1867-1902) -en “A History of Haiku” de Blyth- escrito en una combinación de katakana y kanji, sin nada de hiragana, el cual reza así:
/ / hige soru ya / ueno no kane no / kasumu hi ni // (ver ic.1)
Me afeito, mientras suena
la campana de Ueno,
y es día nublado.
Según Blyth, dicho haiku se encontró en un cuaderno de notas del haijin. El mismo haiku escrito en hiragana y kanji tendría este aspecto (ver ic.2)
Una campana monacal como la el templo budista de Ueno, en tiempos en que no era tan frecuente el reloj personal, era un buen recordatorio de que hay que asearse y vestirse, para trabajar. En esa cotidianidad, que se suma a la monotonía de una alborada con nubes, Shiki deja constancia del presente temporal, y de su propio estado de ánimo, que él trata de levantar mediante su afeitado y el haiku que improvisa. Recurre a un sistema de escritura –el katakana- que no requiere tanto arte como el cursivo hiragana –el cual parece reclamar más el uso del pincel-. El katakana consiste más bien en rasgos sueltos superpuestos. Y así lo escribió Shiki en un modesto cuaderno de anotaciones.
Voy analizando los versos, palabra por palabra:
hige soru: ‘barba afeitar’ (o “afeito”): secuencia apositiva de complemento directo y verbo transitivo en presente. No usa la posposición “wo” para marcar el complemento directo; rasgo este no raro, pero sí muy coherente con la poética de Shiki, quien exhortaba a suprimir posposiciones innecesarias en haiku, en pro de la brevedad.
ya: kireji o palabra de cesura, cerrando el primer verso.
ueno no: Ueno es un topónimo, referente al parque de Ueno, en Tokyo. Va seguido de la posposición de pertenencia “no”, que equivale a nuestra preposición “de”.
kane no: “kane”: ‘campana monacal’, palabra seguida de la misma posposición “no”.
kasumu: verbo ‘nublarse’ en presente. Se refiere a la palabra siguiente.
hi ni: ‘día en’. Sustantivo más posposición deíctica o localizadora. Conjuntamente con el contexto previo: ‘en día nublado’.
Seguramente Shiki recurrió al katakana por cierta familiaridad con este sistema, quizá bastante usado en su libreta de apuntes.
En medio de lo cotidiano y de un cielo nuboso, una manera de superar la rutina para el haijin, sería darse un buen afeitado, mejorar de cara, y escribir un haiku. El son de la campana seguramente avivó su ánimo, un tanto gris a la sazón.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala. Universidad de Sevilla.
捨やらで柳さしけり雨のひま
Suteyarade yanagi sashikeri ame no hima
Planto las ramas del sauce
que guardé,
después de la lluvia.
Buson, de camino a casa, tenía una rama de sauce en la mano y parece plantarla en el suelo.
El profesor Shimizu (en Buson zenshu) considera que se trata de unas ramas del sauce dispuestas en un jarrón: aprovechando el receso de la lluvia, Buson sale al campo y planta en la tierra las raíces sobre la tierra húmeda.
捨 [sute, del verbo suteru: tirar, arrojar, desechar, abandonar, con “de” se transforma en acción negativa –no tirar-, es decir, conservar, guardar], けり[keri: indica la continuación de un verbo en pasado (no tirar) con otro en presente (plantar); permite cerrar el ciclo de la acción], 雨 [ame: lluvia. Se trata de un kanji muy visual (al principio eran más simples y cercanos al concepto “pictograma”: incorpora cuatro “gotas de agua”], ひま [hima: libre, es decir, el tiempo entre uno y otro suceso, en este caso el “tiempo sin lluvia”, cuando escampa].
Buson también presentó una variante de este poema, cambiando el último verso:
捨やらで柳さしけり雨の音
suteyarade yanagi sashikeri ame no oto
Planto la rama de sauce
que guardé;
el sonido de la lluvia.
El carácter sagrado, ancestral del agua y su sonido es una constante en la mentalidad japonesa.
梅ちりてさびしく成しやなぎ哉
ume chirite sabishiku narishi yanagi kana
Las flores del ciruelo caen;
el sauce
aún más solo.
Entre el ciruelo y el sauce existe una relación asociativa profunda, de hermandad. Ambos comparten, por ejemplo, unas flores de color blanco. La sensibilidad de Buson observa este vínculo entre el hermano mayor, que pierde sus flores, y el hermano pequeño refugiado en su creciente soledad. En ese microcosmos o representación del universo que es la naturaleza, según el taoísmo, los árboles se necesitan, se acompañan: no se trata de una personificación sino de una muestra compasiva por parte del poeta, a quien le duele, le aflige la caída de las flores, de las hojas, de los pétalos de un ser vivo, (elemento de lo sagrado que conforma la realidad en que transita el haijin).
Cada pétalo caído es un avance hacia la vejez de sus ramas y, en definitiva, del propio árbol. En este caso, la relación entre ambos seres y el contrate complementario entre la vida y la muerte, la lozanía y la caducidad, permanece en la mirada del poeta, quien nos dice en otro haiku (recogido por Blyth, Spring, p. 317):
散るたびに老行く梅の梢かな
chiru tabi ni oi-yuku ume no kozue kana
Con cada pétalo caído
las ramas del ciruelo
envejecen.
Sabishii queda abreviado en sabi. El aware puede incluir dos términos estéticos que han arraigado en la sociedad japonesa: es el wabi-sabi o belleza triste de las cosas. Este concepto se encuentra al mismo nivel que el orden racional y el canon de belleza del mundo griego de Occidente. Son palabras de difícil traducción: wabi sugiere el sentido austero, sobrio, de la belleza; sabi implica soledad, abandono, realidad cambiante, asimetría. Refieren a lo efímero de la vida, a lo imperfecto, humilde, simple y modesto, con cierta carga melancólica. En este haiku está muy presente la fugacidad de la vida, el paso del tiempo que acecha la primavera para derruir la flor. Sin embargo, el haijin no introduce sus sentimientos u opinión acerca de lo ocurrido. El cerezo japonés, sakura, es una muestra de la existencia transitoria de todos los seres, también nosotros. En Occidente podemos asimilarlo al tempus fugit latino y al «todo fluye, nada permanece» de Heráclito. Wabi-sabi es, en definitiva, la toma de conciencia y aceptación sobre lo efímero de la existencia y la fragilidad de las cosas.
En Occidente, el paisaje es una estructura fija, detenida: una imagen o icono. Sin embargo, en esta cultura oriental la palabra connota aspecto del viento, es decir, algo que fluye o se derrama, imperfecto y asimétrico, en continua transformación. Según cierto proverbio japonés: «al dibujar una rama también es necesario escuchar el soplo del viento». Mientras nosotros valoramos lo monumental, canónico, racional, simétrico, antiguo y duradero, el japonés afirma la belleza en un vaso roto o en una reciente flor marchita. Ambos son wabi-sabi: estructuras asimétricas en continuo cambio.
Bashō nos lo muestra:
落ざまに水こぼしけり花椿
ochizama ni mizu koboshi keri hana tsubaki
La flor de la camelia
ha caído
derramando su agua.
Y la réplica de Buson:
椿落ちて昨日の雨をこぼしけり
tsubaki ochite kinoo no ame o koboshi keri
La camelia cae
tras la lluvia de ayer,
derramando su agua.