El yo en la enseñanza budista

“Así como un campesino riega su campo,
así como un arquero endereza su flecha,
así como un carpintero talla un pedazo de madera,
así el sabio disciplina el yo.”
Dhammapada, 80.

 

El budismo es un camino para cultivarse a sí mismo tal como lo hizo el propio Buda hace 2600 años. Estrictamente hablando no es una religión en los términos en que estas se definen habitualmente. No tiene creencias ni dogmas. No se basa en la fe en un ser superior o en una revelación sobrenatural de cualquier tipo. Cuando más, el budismo promueve el estudio de unas “verdades” a modo de hipótesis para ser probadas. Se podría afirmar que el eje central de la práctica budista es el sufrimiento/insatisfacción (Dukhha, en sanscrito). En varias ocasiones el Buda afirmó que el enseñaba solo una y la misma verdad: “Dukkha y la liberación de Dukkha”.

Esto se encuentra claramente expresado en la formulación de las Cuatro Nobles Verdades que se consideran son el corazón del primer sermón que predico a sus primeros discípulos. Estas son expresadas del siguiente modo en el sutra de Poniendo a girar la rueda del Dharma:

    1. “Esta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento (Dukkha). El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento. La pena, el lamento, el dolor, la aflicción, la tribulación son sufrimiento. Asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no conseguir lo que uno desea es sufrimiento. En una palabra, los cinco agregados de apego a la existencia son sufrimiento.”

2. La causa del sufrimiento son las ansias (ingobernables), el aferramiento.

3. El sufrimiento puede ser abandonado, se apaga, se extingue como la llama de una fogata (Nirvana).

4. El camino para superar el sufrimiento es el Noble Óctuple Sendero.

Este último se compone de tres áreas que deben ser cultivadas de acuerdo con las condiciones de cada budista:

I. Cultivar la sabiduría:

1.     Visión recta (sabía, hábil…)

2.      Intensión recta

II. Cultivar la ética:

3.     Habla recta

4.     Acción recta

5.     Sustento recto

III. Cultivar la mente:

6.    Esfuerzo recto

7.   Atención plena recta

8.   Concentración recta

Cuando el Buda se expresó de este modo por primera vez tenía, según los sutras, unos 35 años. Era hijo único de una familia noble y rica, heredero del jefe del clan de los Sakyas. Con seguridad, fue un ser dotado de una gran sensibilidad e inteligencia quien recibió una educación muy esmerada especialmente para hacerse cargo de la administración de su nación. Como kshatriya (reyes, guerreros), la segunda casta a cargo del poder y la guerra en las jerarquías brahmánicas de la India decidió abandonar, como muchos otros kshatriyas de su época, su destino y convertirse en un sramana (mendicante) para “buscar la verdad”. Siguió por seis años la exigente vida de un asceta extremo, bajo lo guía de algunos de los maestros del bosque más reputados. Insatisfecho con las enseñanzas y prácticas que le habían sido ofrecidas para superar el sufrimiento y lograr la liberación interior, abandona a sus maestros y la vida ascética extrema, formulando en ese momento su primera gran enseñanza conocida como la “vía del medio”, un camino que evita conscientemente la entrega al placer o a la mortificación como camino hábil para llegar al despertar. A punto de morir de inanición, acepta recibir alimentos no aprobados para los ascetas y toma la resolución de encontrar por sí mismo la respuesta (salida) a su pregunta sobre la razón de ser de Dukkha (sufrimiento) y el camino para superarlo. Tras una prolongada práctica de meditación (de varias semanas, según algunas fuentes) bajo la sombra de una higuera en las que explora prácticas de atención plena y concentración, desvela el carácter ilusorio de nuestra visión de la realidad y logra soltar cualquier tipo de aferramiento mental, tras lo cual llega al Despertar o Iluminación. Cuando el mismo expresó su compresión de esta experiencia afirmo que entre él y todos los seres no hay ninguna separación.

Hasta su muerte, pasó 45 años compartiendo su experiencia con todo tipo de personas para invitarlos a realizar la misma experiencia que él había logrado, pero comprendiendo que cada uno lo haría de acuerdo con sus condiciones (karma[1]) y su propia intención. Algunas de sus enseñanzas fueron formuladas como una crítica y abandono de las religiones védicas y brahmánicas basadas en una liberación ritualista dependiente de la eficacia dictada por las fórmulas y textos sagrados (Vedas). En su época, la liberación (moksha) se expresaba como la unión del atman (el alma o yo individual) con Brahman (el Ser Supremo Único), pero el buda se aleja también de esta visión espiritual al proponer como una de las Tres características de la existencia anatman (el no-yo)[2], lo cual resultaba bastante desafiante en su época prolífica en reflexiones filosóficas y metafísicas.

Con esta afirmación el Buda invita a ver ante todo no lo que nos separa, las características y rasgos individuales con los que se construye el yo, sino la totalidad de todo lo que existe y que incluye a todos los yo y los agregados que los constituyen, al tiempo que la realidad de su cambio continuo, su transformación y fugacidad: “Todo lo que se origina, desparece”.

 

[1] Concepto hindú anterior al budismo que se refiere a la energía que pone en relación las causas y los efectos. Toda acción tiene consecuencias. En el budismo, supone un flujo natural de hechos que están relacionados por la intensión y la intensidad de los actos humanos creando consecuencias tanto materiales como mentales, en uno mismo y en los otros seres.

[2] Las otras dos características son sufrimiento/insatisfacción e impermanencia.

¡¡Imágenes, imágenes, imágenes!! (2 DE 2)

¡ATRACÓN! Continuamos con una lluvia de imágenes de Shiki, una mínima selección de todo lo hallado por la red. Puede observarse cómo casi todos los retratos toman como base la última fotografía que se le hizo a a Shiki, en 24 de diciembre de 1900.

 

 

 

 

 

 

 

 

Y también imágenes experimentales y de vanguardia…

 

 

 

 

 

 

 

 

Septiembre 2023

CONSTRUIR

Sopla la brisa
por la ventana abierta.
Luna menguante.

DECONSTRUIR

En medio de estas calores estivales, el soplo de un aire, por mínimo que sea, es grato para la piel y para el alma. Hace dos semanas, de madrugada, por la ventana de mi dormitorio, sorprendí a la luna. Y al mismo tiempo, inesperadamente, recibí la caricia de un airecillo fresco que barría el monte, la Cabeza del Oso, donde está la casa.

¡Qué placer tan simple y delicioso!

Haibun 48

Haibun 48

Sopa de invierno

 Pelar y cortar cebollas es un ejercicio de limpieza. Los ojos y la nariz comienzan a producir lágrimas y mocos. Entra la premura de sonarse rápidamente.

A veces, también sirve para limpiar el alma. Es una buena excusa para llorar a lágrima viva sin que nadie pregunte porqué.

Mi padre, que padeció toda la vida de asma, solía poner una partida al lado de la cama para respirar mejor. La piel transparente que hay entre capa y capa también servía para que las gasas no se pegaran a las heridas.

Lo que sea que emana de las cebollas me está afectando…

Los almendros ya tienen brotes. El sol ha deshecho casi toda la escarcha. Aún quedan restos de su brillo en las coles.

Un gato color canela merodea por el techo de las barracas.*

Pongo atención para no cortarme. El cuchillo que uso es de hoja ancha. Nunca me han gustado los cuchillos. Las navajas, en cambio, me recuerdan la calidez de las manos paternas partiendo un trozo de tocino apoyado sobre el pan. ¡Qué destreza!

Cojo dos hojas de salvia…las chupo mientras acabo de partir lo necesario para la sopa.

Del cerezo cae una hoja. Recogeré dos o tres del montón para secarlas entre los libros.

Una nube tapa el sol de la mañana. No tarda en desplazarse empujada por el viento frío.

De nuevo vamos a poder disfrutar del calorcillo…

 

Nieve en las montañas.
El vecino ahumando
carne de cerdo

 

Angeles Millán (Hikari)
Palamós (Girona) España

*Caseta o albergue construido toscamente y con materiales ligeros.

El color de un té

resbala la sopa
por la pared lacada
del gran tazón

Santiago Larreta Irisarri (España)

 

Cuenco de arroz;
Su luminosidad
en cada grano.

Xaro Ortolá (España)

 

En el borde
de un cuenco con agua,
hormigas quietas.

Leticia Sicilia (España)

 

Mañana de otoño.
En el cuenco de avena
cae un mosquito

Mari Ángels Millán (España)

 

De madrugada
un breve sorbo de agua.
Invierno profundo

Sergio Pinteño (España)

 

Por la ventana
un pedazo de cielo
Cuenco de té

Idalberto Tamayo (USA)

 

lluvia nocturna –
el color de un té
con pétalos de amapola

Ángeles Hidalgo (España)

 

Luna llena de noviembre
El cuenco
aún más negro

Bibi Varela Gibb (Argentina)

 

 


Año Nuevo;

el sol entibia
un cuenco con uvas.

Mercedes Pérez (España)

 

luz de los fuegos
brillando en mi tazón
de chocolate

Elías Rovira (España)

 

Brilla la sopa.
En cada cucharada,
sorbos de sol.

Anna María Santolaria (España)

 

Té de la tarde.
Alrededor del tazón
coloco las manos.

Raonel Cruz Díaz (Cuba)

 

Cuenco desportillado
La mella absorbe
el vaho del té

Mavi Porras (España)

 

Cha-dô otoñal,,,
el colorido kimono
de la anfitriona

Julia Guzmán (Argentina)

 

En el cuenco
de una madre mendiga,
restos de leche

José Luis Vicent (España)

Septiembre 2023

A fines de septiembre llega al hemisferio norte el otoño, y precisamente, del primer día de otoño es el haiku que les traigo este mes; un haiku que se refiere a la sensación de la estación por venir, cuando recién empezamos a percibirla con nuestros sentidos. En estos momentos el viento de tormenta azota mi edificio, así que, aunque el viento de este haiku es más gentil, me resuena en el alma y en los vidrios.

秋来にけり耳をたづねて枕の風

aki ki ni keri mimi wo tadzunete makura no kaze

al llegar el otoño el viento visita mi almohada

El kigo es 秋 aki = otoño, que también se puede utilizar como 初秋 shoshuu o 立秋 risshuu; ambos significan inicio del otoño, incluso primer día de otoño. Bashou toma la inspiración de un tanka de Fujiwara no Toshiyuki (¿? – 907), poeta y destacado calígrafo del período Heian, considerado uno de los Sanjuu Rokkasen, los 36 Poetas Magistrales. Este poema está compilado en el primer rollo de Otoño del Kokin Wakashuu (905), la primera antología imperial, con el número 169, y dice así:

秋来ぬと目にはさやかに見えねども風の音にぞ驚かれぬる

aki kinu to me ni wa sayaka ni miene domo kaze no oto ni zo odorokarenuru

al venir el otoño claramente con mis ojos no lo puedo percibir, pero el sonido del viento me lo hace notar

El maestro utiliza también el viento como heraldo del otoño, pero mientras que en el poema de Toshiyuki la sensación es, podemos interpretar, sonora, en su haiku Bashou introduce la almohada ―枕 makura― ya que es lo primero que ven nuestros ojos al despertar. Si unimos a este factor el sonido del viento, que en este caso hace que el poeta mire, por ejemplo hacia la ventana, y sienta la estación que llega, este 音 oto = sonido, se convierte en una sensación táctil.

Otro poema compilado en el mismo rollo del Kokin Wakashuu y de autor desconocido, es el 184, que también habla de la estación otoñal, la cual percibe el poeta, una vez más, través de las sensaciones más que de claros signos de su llegada, como podría ser el cambio del color de las hojas:

木の間より  もりくる月の  影見れば  心づくしの  秋はきにけり

ko no ma yori morikuru tsuki no kage mireba kokoro dzukushi no aki wa kini keri

si entre los árboles filtrándose de la luna la luz veo, sé que el conmovedor otoño ha llegado

En este caso es la luz de la luna la que da la sensación otoñal, ya que la de esta estación se considera la más brillante de todo el año.

Una de las características que más aprecio de la poesía asiática es su capacidad de insinuar sensaciones, emociones, de pintar un paisaje o una situación en nuestra mente, y estando en ella invitarnos a sentir y experimentar lo que el poeta sintió.

Espero disfruten de los últimos días de verano o invierno, dependiendo del lugar del planeta en el que se encuentren, y que se abran a sentir las señales de la estación que se avecina. Me despido desde un Santiago de Chile mostrando las últimas cartas del invierno ¡Hasta la próxima!