CONSTRUIR
Entra una hormiga
En la sala de conferencias.
Tarde de otoño.
DECONSTRUIR
El fin de semana pasado, 1-3 de noviembre, en Castrojeriz, Burgos, la empresa de ocio cultural Remanso organizó un retiro de Lectura dedicado a una novela de Tanizaki titulada Sobre Shunkin, un prodigio de factura literaria.
https://unremanso.com/retiro-carlos-rubio-casa-asia-castrojeriz.html
Fueron dos días dedicados solo leer, reposada y atentamente, en el entorno apacible y cómodo de un antiguo convento llamado Quinta de San Francisco. Me pidieron que coordinara las dos o tres sesiones de dicho Retiro. En ellas aprendí mucho de las impresiones que la lectura de ese libro iba dejando en unos 20 avezados lectores llegados de toda España. Las sesiones tuvieron lugar en un moderno pabellón acristalado de hermoso techo de madera. La primera, quizás por ser la primera de las sesiones o por lo espacioso de la sala o porque aún no nos conocíamos y había cierta tensión, empezó con un extraño aire de solemnidad. Era el momento de las presentaciones. Mientras alguien hablaba, observé cómo a mis pies una diminuta hormiga negra avanzaba por el suelo entarimado de la sala. ¿Qué podía hacer esta criatura en este lugar? ¿Acaso algo menos importante de lo que en ese momento hacíamos nosotros, cómodamente sentados en círculo dentro de esta gran sala?
Dentro, en mi imaginación, nació el germen de este haiku:
Una hormiga
Entre seres humanos
En la gran sala.
Issa Kobayashi, el gran haijin de las criaturas más humildes, tiene este otro:
Seres humanos
Y una mosca perezosa
En la gran sala.
Pero a mi haiku yo quería darle color. Durante esa sesión de la Quinta de San Francisco, a través del amplio ventanal de la sala, la caída de la tarde era anunciada por el amarillo pálido de unos chopos. Quise darle juego al otoño burgalés de esa tarde con el haiku que hoy presento a la atención amable de los lectores de El Rincón. Quisiera que el amarillo del otoño y el negro del pequeño insecto lo pongáis vosotros.