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Entrega nº 23. 4 de junio.

– (Según lo que cuenta alguien que ha vivido unos diez años en Europa, antes de regresar a Japón).

Los occidentales, al parecer, piensan que hoy en día no hay país más aterrador que Japón. Podemos hacer muchos reproches a nuestra alta sociedad, decir que los políticos japoneses son corruptos, que sus funcionarios son meros mercenarios, los diputados unos vendidos y que los de la nobleza son unos inútiles, pero las clases bajas son plenamente fiables. Incluso, aunque existe la corrupción entre los oficiales, los soldados rasos son todos buenos patriotas. Por lo tanto, cuando las clases más bajas, que deben ser la base de un país, son seguras, no se tiene miedo a perder lo fundamental para la supervivencia. No sabemos de lo que Japón será capaz si continúa su progreso. En todo el mundo, sin duda, hay gente que está preocupada por lo que será nuestra nación.

Sin embargo, cuando consideramos las sociedades occidentales, en contraste con lo que está sucediendo en Japón, las clases altas, en otras palabras, las personas a las que se les supone que deben ser más correctas, efectivamente están formadas enteramente por personas de gran nivel, mientras que son las personas de clases bajas, las que comúnmente son corruptas. No encontramos un solo patriota en las clases bajas. Es como si las personas estuvieran reunidas solo por el interés.

España es el país donde reina la más espantosa confusión, y como la gente no confía en su gobierno, los ricos no compran los préstamos nacionales de su propio país, sino los de otros países que se consideran seguros. Del mismo modo, cuando se construyen una casa de vacaciones, la construyen en el extranjero, no en suelo nacional.

Un país como Francia, de seguir así, no podrá durar para siempre en la forma de una República: las clases bajas tienen muy poca confianza en el gobierno de turno.

Alemania, por supuesto, ahora disfruta de una gran oleada de prosperidad, y los estratos inferiores no son tan corruptos como en otros lugares.

Inglaterra, como sabemos, está en una pendiente descendente.

Rusia se desenvuelve bien.

Turquía está casi destruida.

Holanda está inevitablemente desactualizada.

Bélgica es un país singular, sin ejército ni armada, que vive solo por su comercio y su industria. Se dice que su soberano estaría muy dotado para el comercio y es muy rico, de modo que, aunque algunos de sus súbditos no le tuvieran mucho apego, al menos si lo tendrán todos los comerciantes. Se rumorea, que él frecuentaba un famoso casino autorizado por el Estado, que se cerró recientemente. Los ferrocarriles de este país son famosos y todos son propiedad del Estado. Recientemente, han sido enviados allí estudiantes japoneses de Comercio y, según Kuroda, este sería también un buen destino para el estudio de la pintura.

En otras palabras, parece que los países que actualmente son prósperos son los más nuevos, mientras que los países antiguos (de mayor tradición) a menudo son corruptos y están en franco declive.

En lo que respecta a las relaciones entre los países grandes y pequeños, uno podría pensar que un país sin un ejército como Dinamarca, tiene sus ventajas frente a los países grandes, pero en realidad esto no sucede así. Cuando llega algún conflicto internacional, los países pequeños desarrollan un complejo de inferioridad, y reaccionan como si fueran a ser enharinados para ser engullidos por los más grandes, precisamente porque son pequeños, y reaccionan o se comprometen de forma extrema, tras ponerse a negociar, por ejemplo, con una energía insospechada. Eso a veces también le ha ocurrido a Japón, preocupado por sus debilidades, se lanza repentinamente al asalto de los grandes países.

Se habla mucho de los derechos o la igualdad, pero hay pocos lugares en Occidente donde los derechos de las clases más bajas sean tan firmes como en Japón. En nuestro país, un individuo de una clase baja, abiertamente puede defender sus derechos frente a un policía, sin titubear en absoluto; mientras que, en Occidente, cuando hay una disputa entre una persona de clase alta y un hombre del pueblo, está seguro que el primero tendrá éxito, pase lo que pase. Cuando una persona bien vestida discute con alguien que está usando ropa vieja, es seguro que ella ganará el caso frente a la policía.

 

Notas del traductor y las fuentes

– Shiki hace referencia a la teoría del llamado “peligro amarillo” (en alemán Gelbe Gefahr, ya que todo parece indicar que el término fue acuñado por el Kaiser Wilhelm II), que tiene su origen a finales del siglo XIX y cristaliza a partir de la guerra chino-japonesa de 1894-1895 (como se muestra en el famoso cuadro encargado en 1895 a Hermann Knackfuβ por el Kaiser Wilhelm II, en el que, bajo una cruz celestial, un ángel armado pide al pueblo de Europa, representado en diversas de sus mujeres, que preserve sus valores más sagrados ante el acercamiento de una imagen de un gran buda, que representa a Oriente). Toma más fuerza con la guerra ruso-japonesa de 1904-1905. Como dijo Austin de Croze en 1904 en “Peril jaune et Japón, es decir, El peligro amarillo y Japón”, «existe el temor de que los japoneses se fusionen con los chinos, los modernicen, los conviertan en «ciudadanos» y se conviertan así en la primera potencia del mundo.

– En “Un año y medio” (Zoku ichinen yûhan, de 1901, traducido del japonés al francés por Romain Jourdan, Les Belles Lettres, 2011), Nakae Chômin también dibuja una imagen muy crítica de las élites japonesas (puede leerse on line en francés –o traducirlo- desde aquí, o puede descargarse clicando aquí).

– No existe el Rey de Bélgica, sino el Rey de los belgas. En la época referida por Shiki, el rey era Leopoldo II, quien fundaría y explotaría cual empresa, el Estado Libre del Congo.

– Cuando Shiki cita a Kuroda, se debe referir a Kuroda Seiki (1866-1924), cuyo nombre aparecerá en más ocasiones. Seiki viajó a Francia en 1884 para estudiar Derecho, y derivó hacia las Bellas Artes. Regresó a Japón en 1893 y desarrolló una pintura de estilo occidental.

– Frente a sus vecinos rusos o chinos, existe en la historia moderna una teoría sobre Japón como «país pequeño» (shokoku). Las cuestiones que así lo certificarían son descritas en trabajos como el referido de Nakae Chômin (1847-1901), y los del demócrata revolucionario japonés militante en el Movimiento por la Libertad y los Derechos del Pueblo Ueki Emori (1857-1892), y los defensores de la democratización contra el imperialismo de los japoneses Miura Tetsutarô (1874-1972) o Ishibashi Tanzan (1884-1973), quien tuvo una visión política liberal y adoptó la “política del Pequeño Japón”, cuya principal idea era la retirada japonesa de Manchuria.

– Cuando Shiki habla de Dinamarca, no se sabe concretamente a qué eventos específicos se refiere. Tal vez sea la guerra de los Ducados o Segunda Guerra de Schleswig, en la que Dinamarca había sufrido una derrota desastrosa en 1864 contra el Imperio Austríaco y Prusia.

Sergio Pinteño Padilla

 

 

 

 

 

Unas palabras del autor

No hay mucho que decir acerca del autor. Poco o nada que pueda aportar algo significativo a lo que realmente cobra verdadero protagonismo: aquello que revela y calla el propio haiku. Creo que bastará con señalar que, aunque me crié en un barrio de ciudad, tuve la suerte de quedar expuesto, todos los veranos de mi infancia, a la maravilla natural que se esconde en este rinconcito del Atlántico que rodea al entorno de Doñana. Es ahí de donde brota mi haiku más de 30 años después, en un torpe intento de nombrar la luz, el mar, el viento y las criaturas que se fueron tramando, día a día, lentamente en mi corazón.

 

Abriéndose a la luz

el violeta de la flor

del alcaucil

*

Viento calmo

lo justo para turbar

una espiguilla

*

En el hervor del caldo

el súbito abrirse

de las almejas

*

Pasta el potrillo

su resuello impregna

la hierba fresca

*

Rayo en la noche,

una cabra tensando

su propia soga

*

La luz y el viento

entran en lo profundo

del cañaveral

*

A contraviento

gaviotas

graznando en lo oscuro

*

Tras la tormenta

esparciendo cenizas

a orillas del mar

*

Amamantando

lame la gata a sus crías

Calima nocturna

*

Esa culebra

la forma en que quedó

enroscada al morir

*

Escampó

el canto de la abubilla

parece otro

*

Las lleva el aire

a la mañana

cenizas del rescoldo

*

Al deshojarla

en el corazón de la lechuga

un caracol

*

En silencio

de vuelta con mi padre.

Prunos en flor

 

CABALLOS

Por años los he visto en el área verde entre la urbanización donde vivo y el río Isabela. Son una familia o varias familias y de vez en vez hay algún potrillo casi recién nacido.

Suelen pacer en el mismo camino por donde transito con los perros o en áreas aledañas. En ocasiones los he encontrado metidos en el arroyo. Cuando ocupan el camino, a veces me devuelvo para no perturbarlos, a veces les paso con cautela mientras ellos me abren espacio lentamente, también cautelosos. Hay veces que no los veo pero paso por lugares donde queda el olor de su orina.

Son otra nación, ya no pertenecen como antes a los trabajos y hazañas de los hombres, siempre con mucho sacrificio para ellos. Los observo y no he podido penetrar sus conversaciones, como lo hacía Lara, la perra, que se les acercaba y se olía nariz con nariz con alguno de ellos.

Son rojizos, de pelo negro, están bien alimentados y viven en paz, ajenos al mundo de los humanos. Es una dicha encontrarles por el camino con sus ojos grandes y sus cuerpos vigorosos dispuestos a acompañar al viento.

Pasaron los caballos.

En el camino hay huellas

de caballitos.

EL CAMINO DE LA ARMONÍA. EL YIN Y EL YANG

LA CHOZA DEL HAIJIN

俳人の山小屋

Fotografía: Lola Flores de C. Saura – Grabado japonés Uzume

Si hay algo que se asemeje menos a la forma en la que los españoles nos relacionamos con el mundo, es la forma en la que lo hacen los japoneses. Y sin embargo ¿por qué nos atraemos tanto?

El pueblo español es ruidoso, extrovertido, irrespetuoso, individualista, soberbio, caótico. Doy fe.

Como contrapunto, el pueblo japonés es silencioso, introvertido, respetuoso, con sentido de la colectividad por encima de la individualidad, humilde, armonioso.

“/…/Según Man’yôshû70 3253 (759/1999), “En la tierra rica en cereales (Japón), considerada como una divinidad nadie levanta la voz” 葦原の瑞穂の国は神ながら言挙げせぬ国」, dado que lo que se verbaliza, se convierte en realidad. Hay que tolerar sin replicar y perseverar. O bien kotodama 言霊, que los japoneses consideraban los espíritus contenidos en las palabras.

Esto es lo que llegó a significar sabi; el silencio y la tranquilidad. /…/

Hablo en general, claro, y además lo hago desde mi experiencia, con lo que no pretendo sentar cátedra sino compartir una – puede que equivocada- intuición.

En las dos imágenes que ilustran el comienzo, tenemos por un lado una fotografía de Lola Flores bailando una sevillana de pito y tambor en la película de C. Saura “Sevillanas” (1992), y por otro una imagen de Ame no Uzume, kami de la Danza y la Alegría de la mitología japonesa.

En el mito sintoísta, Uzume zapatea sobre una tina de madera mientras los gallos cantan y los kamis la jalean. Gracias al “jaleo” que montó, logra que Amateratsu (la diosa sol), que se había escondido en su cueva trayendo la oscuridad a la tierra, volviera a salir curiosa ante la hilaridad de los kamis. Así, de nuevo, lució el sol en la tierra y con ello resurgió la vida.

Centrándome en el flamenco y en el éxito que tiene entre el pueblo nipón, he encontrado algunos datos interesantes.

Según Masaku Kubo*: ,/…/ la expresión abierta de las emociones en Japón, constituye una fricción con los demás/…/cuando los japoneses descubrieron el flamenco, encontraron en él un método magnífico para conseguir expresar sus emociones de forma artística. /…/

 /…/ En la música folklórica o tradicional japonesa no hay métrica ternaria. Especialmente el teatro tradicional japonés Nôgaku funciona en sílabas 7-5 en 8 ritmos (compás). Para Washabaugh (2005) las letras flamencas son coplas de estructura similar al haiku. Además, existe una complejidad rítmica, pudiéndose alargar o acortar el tiempo del ritmo. Ese tiempo impredecible, es también muy característico en flamenco. Ese continuo de respiración consigue un ritmo espiritual que se une al cuerpo (心身一如). Se produce una “suspensión” del ritmo en el flamenco, y en ese momento se da un nexo entre el espíritu, el espacio, la naturaleza, incluyendo a los espectadores. Según Koizumi (1994), el sentido rítmico de los japoneses está vinculado con los 5 sentidos básicos/…/.

/…/ A pesar de que los japoneses son emotivos, la sociedad no permite su expresividad. Así mismo, el cante flamenco efectuaría una doble catarsis aliviando por una parte el dolor de los pobres y el sentimiento de culpa de los ricos por otra. Pobres y ricos “al verse liberados de sus cargas psicológicas, pueden marcharse satisfechos con el mundo tal como es. Por lo tanto, el cante flamenco es básicamente un mecanismo homeostático que unifica a una sociedad bipolar.” (Washabaugh, 2005, p. 168). Así, podríamos explicar que el flamenco facilitaría al hablante de lengua japonesa como idioma materno la posibilidad de acceder a sus emociones más profundas consiguiendo exteriorizarlas al mismo tiempo. Esta atracción por el flamenco se explicaría también por su semejanza con la música tradicional japonesa y forma de entender el arte, que nos facilita la existencia y consigue un sentimiento de bienestar vital. 183 Capít/…/

 Como española, admiro y necesito precisamente esa contención, esa introversión de la que adolecemos como pueblo y de esta forma equilibrar, también, esa polaridad que nos afecta. En definitiva, para mí, la cultura japonesa, y más concretamente el haiku, es el opuesto complementario que armoniza mi ser, o al menos eso intento.

Encuentro lo que no busco:
las hojas del toronjil
huelen a limón maduro.

A.Machado

 

Para finalizar, decir que no tengo dudas de que cualquiera saldría del escondrijo más profundo en el que estuviera metido para dejarse seducir por el baile lleno de fuerza y pasión de estas dos diosas mitológicas (ruego que los más ortodoxos disculpen esta pequeña licencia).

Mas no busquéis disonancias;
porque, al fin, nada disuena,
siempre al son que tocan bailan.

 A.Machado

 Comparto estos enlaces a los vídeos donde podréis juzgar por vosotros mismos.

LOLA FLORES SEVILLANAS CARLOS SAURA

https://youtu.be/0sJgiV3kUYw

 

LA DANZA DE UZUME

https://youtu.be/EPqJBItaPfQ

 

*MASAKU KUBO TESIS DOCTORAL UNIVERSIDAD DE VALLADOLID 2015

Mercedes Pérez para ERDH 2018

 

tres

En el parque es otoño… la luz sonríe débil… es tiempo de nidos faltos de calor, de despedidas, de vuelos largos… es tiempo de futuros blancos.

El parque, con el paso de los días, va perdiendo su tono verde. El olor de la pinaza y el agitado aleteo de los pequeños pájaros llenan los huecos que dejan las hojas caídas. Apenas a un par de metros de mí, sobre un tallo cimbreante, se posa un resuelto carbonero*… inclina su cabeza hacia un lado… me mira, le miro hasta abandonarme en el brillo de sus diminutos ojos negros… parece observarme con extrañeza… puede que tan solo busque una mano tendida en la que picotear alguna semilla… o tal vez, solo tal vez, se pregunte quién es el insólito ser que está ante él y no tiene alas.

Un paso y luego otro… Cámara de fotos en mano me muevo alrededor de la laguna más grande del parque. Las garcetas bueyeras, con sus crías ya crecidas, se han ido… Ocho o nueve cormoranes, encaramados en lo más alto de un árbol, secan sus plumajes al tibio sol del mediodía; su quietud convive con el bullicio de decenas de gaviotas que parecen no encontrar su lugar.

El cielo, por momentos, oscurece… las sombras se disuelven. Cae la primera gota… otra… cientos… llegan como música sin partitura a seguir… Busco refugio bajo un pino que aún mantiene sus ramas tupidas. Con la lluvia brota la esencia de las cosas… redescubro todo lo que me rodea… en cada gota un improvisado acorde al que parece contestar la voz rasgada de un ave… hoy la lluvia suena a viejo blues.

Bajo los árboles contemplo el aguacero… el parque despunta en los charcos… el silencio se muestra desnudo.

 

Suena el agua en el viejo canal…

las hierbas altas

comienzan a doblarse

 

Asturias, donde la tierra siempre es verde.

*Ave insectívora pequeña, muy llamativa, de colores azulados y amarillentos.

Obras de Rubén López Rodrigué


 

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shakuhachi

けいこ笛田はことごとく青みけり
keiko fue ta wa kotogotoku aomi keri

 

práctica de flauta

campos de arroz

un verdor que lo cubre todo

Issa Kobayashi

 

Sentado en seiza el maestro de shakuhachi espera a su alumno. Un sencillo té verde sobre el tatami. Llega un señor tan mayor como el propio maestro. Reverencias, apenas un susurro que no alcanzo a entender.

El alumno hace una reverencia al cojín sobre el tatami, como en el zen pienso yo, y se sienta también en seiza frente al maestro. Un pañuelo delante de las rodillas. Despacio, tranquilamente. El maestro examina las partituras y extiende una sobre el cojín, frente a su alumno. Este le corresponde con una reverencia.

Silencio.

El único requisito para estar aquí es que guarde silencio. Miro como el alumno toma entre sus manos el shakuhachi, la flauta tradicional japonesa de ocho pies (literalmente shakuhachi) y se lo acerca a los labios.

Silencio.

Un silencio que se alarga hasta tensar el mío. Por un momento pienso que le pasa algo, que se le ha olvidado tocar, que no ve la partitura….

De pronto ese silencio se rompe, bueno no, en realidad no se rompe. Ese silencio… no sé… De pronto suena un leve viento que no sé cómo ni de dónde viene.

Las notas… las no-notas, no sé… ese sonido de ese viento parece llegar desde las montañas que rodean la ciudad, se transforman unas en otras como deslizándose por el filo de las hojas del bambú.

Un sonido que se hace silencio, un silencio que se hace sonido…

Levemente sinuosas, las hileras de arroz joven recorren el campo recién anegado. En el fondo, o en el cielo, unas pocas nubes se mueven apenas con el viento que sopla levemente. La mochila me pesa cada vez más desde que el sendero comenzó a empinarse. Aún queda un trecho hasta el santuario y el sol a esta hora de la tarde cae de plano sobre los arrozales.

Sentado junto al agua cristalina miro los renacuajos quietos junto a los brotes de arroz mientras bebo agua y como un onigiri. Qué silencio hay aquí. Ahora. Justo cuando el viento mueve un poquillo las hojas verdes del arroz y alivia mi pies recalentados. Me quito el kasa, el sombrero de junco, para sentir ese viento en el pelo aunque sea por un momento.

Shinmai. Así se llama al arroz joven. Recuerdo de pronto. También significa “principiante”. Qué bonito, pienso sin saber por qué. Como el arroz joven. Un principiante en todo. Lleno del verdor de las cosas que comienzan a vivir. Abarcarlo todo con una mirada tan transparente como esta agua que se llena de todo sin aferrarse a nada y sustenta el arroz que será. Ajeno al peso de las cosas o su voluntad, como el viento…

Qué silencio hay aquí. Sí.

Un silencio que se hace sonido, un sonido que se hace silencio…

El alumno ha finalizado. Un nuevo silencio que desde el aire va depositándose sobre todas las cosas. Una reverencia al maestro. Serenidad.

El maestro da la vuelta al cojín y repite algunos fragmentos. En frente, su alumno no mueve ni un músculo. Asiente tan levemente con los ojos entornados que apenas alcanzo a verlo.

El maestro concluye y sonríe. Hace una reverencia a su alumno.

Suena un claxon. Ah, estamos en la ciudad, es verdad. Se me había olvidado. Sobra la ciudad aquí y ahora.

Después de la clase el maestro me muestra su casa. La colección de shakuhachi, las fotografías de sus maestros, ilustraciones de los “monjes de la nada”, los kumosô, esos tan llamativos de la secta fuke con la cesta en la cabeza para no distraerse absolutamente con nada. Caminar y tocar el shakuhachi, y ya está. Por un momento me imagino así. Con un cesto en la cabeza. Pero sin tocar nada. Y dando tumbos a trompicones de aquí para allá.

Al salir de la casa del maestro ya es de noche. Algunos copos de nieve parecen materializarse desde la oscuridad hasta adquirir blancura. Son muy pocos. Quizá los primeros de la nevada que vendrá.

No hay viento y caen sobre mi cara haciéndose nada serenamente. Su sabor es frío y breve.

Boroboro. Pienso de pronto, no sé por qué. Una onomatopeya. Algo que se desmorona, algo que está cayendo, como las lágrimas o el arroz. Qué cosas tienen los japoneses… lágrimas o arroz… Recuerdo a Santôka con sus manitas lamentándose del arroz derramado…

En la serena quietud de la noche parece que los primeros copos han sido también los últimos. No hay viento. No hay nada.

Silencio.

Pienso en el verano que fue, en el que será. En el verdor recién estrenado del arroz joven.