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El tiempo de los dioses

Comienza un año nuevo y renace, contra toda esperanza, el sueño mítico: la armonía de cielo y tierra evocada por Shiki en un célebre haiku. Recordamos la palabra creadora del Génesis, y recordamos la leyenda de Amaterasu: la diosa del sol, enfadada y temerosa de su propio hermano, se recluye en su cueva celeste, dejando al mundo sin calor y sin luz. Ochocientas divinidades fracasan en el intento de convencerla para que salga de la cueva, hasta que Uzume, diosa de la alegría y del baile, inicia una danza lasciva que provoca el aplauso y las risas de los demás dioses. Picada por la curiosidad, Amaterasu entreabre la puerta de la cueva y ve su rostro en un espejo de bronce que habían colocado a la entrada, Deslumbrada por su propia luz, la diosa sale al exterior, los dioses cierran la puerta tras ella, y el sol vuelve a brillar sobre la tierra.

                El día de Año Nuevo ha generado todo un “corpus” poético en el calendario estacional del haiku.  Los poetas valoran el primer sueño -sobre todo, si se sueña con el Fuji o con un halcón-, expresan su alegría, su decepción o su sorpresa. A Yayû no le importa que la gente pise la nieve. Ichiku introduce una percepción sutilísima cuando dice: “día de Año Nuevo / qué lejos me parece / el día de ayer”. Sin embargo, Issa ve que el montón de basura parece el mismo, y Hôrô muestra su desencanto: “tanto esperar, ¿y qué?: / un día más…” El fin de año tiene un toque de quietud y de melancolía: Issa nos ofrece la estampa del gato sentado ahí, como uno más de la familia. Rotsû, el mendigo, expresa su soledad y desamparo, porque todos reciben regalos, pero nadie se acuerda de él.  Y Buson recuerda, nostálgico, al maestro: “se fue Bashô / y yo sigo inmaduro / y acaba el año” … Serenamente se celebra la sucesión de la estaciones -cerezo, cuco, luna y nieve- y se medita en la fugacidad de la vida.

                El tiempo mítico persiste y reaparece en una leyenda muy nuestra: la del monje y el pájaro. Un monje medita en el misterio de la eternidad y en la duración del paraíso, se dirige hacia el bosque y de pronto escucha el canto de un pájaro junto a una fuente, pierde la noción del tiempo -pasan 300 años- y saborea el tiempo sin tiempo del paraíso. Una versión sitúa la leyenda en el siglo X, protagonizada por Virila, monje del monasterio navarro de Leyre. En otra versión, el protagonista es el monje Dom Ero, fundador del monasterio pontevedrés de Armenteira, que después aparece en la Cantiga 103 de Alfonso X el Sabio. A este tema dedicó el sabio gallego Xosé Filgueira Valverde su tesis doctoral “Noción del tiempo y gozo eterno en la narrativa medieval”. Otras leyendas, como la de “Los siete durmientes de Éfeso” o la de “Margarita la tornera”, ahondan en el enigma del sueño del tiempo o en la amorosa suplantación que la Virgen María hace de la monja raptada.

                Y llegamos a la música, “esa misteriosa forma del tiempo” -como la define Borges en su “Poema de los dones”-. También en los tiempos sombríos es posible cantar. Y aquí está, como un regalo inmenso, en la incomparable voz de Mahalia Jackson, una canción que nos habla de que hay un tiempo para cada cosa, “The green leaves of Summer”, las hojas verdes del verano.

***

Enero 2024

CONSTRUIR

En luna llena,
lejos, unos ladridos.
Final de año.

 

DECONSTRUIR

El haiku que presento estos días finales del año tiene, como todos, una historia, es decir, unas circunstancias de composición. Fue una historia feliz porque acabó en haiku. Pero también tuvo otra historia infeliz porque fue el resultado de un haiku malogrado. O no. Cuento ambas historias.

Este haiku lo compuse hace cuatro o cinco días, un 24 o 25 de diciembre. Era la hora del crepúsculo, el momento mágico para componer haikus, entre dos luces, cuando, como casi todos los días, salgo a pasear cerca de mi casa, por caminos rurales bordeados de castaños y robles, en el Real de San Vicente donde paso estos días. En el trayecto de vuelta, ya de bajada, veía el disco luminoso de la luna elevarse por encima de la Cabeza del Oso. Pero el día en que compuse este haiku no salí de paseo para disfrutar viendo la luna, sino porque, por estas fechas y a esa hora en que llega la noche, casi siempre oigo el ulular del búho. Dicen que se trata del búho real, que habita por estos parajes. Y tenía la esperanza de que su canto lejano, lúgubre, uuuuhh, uuuhh, me sirviera para componer un buen haiku.

   Tal fue mi deseo durante el paseo de esa tarde. Pero esa tarde, casualmente, no oí al búho. Decepcionado, pensé:

Sale la luna,
Pero no canta el búho.
Final del año.

Menos, tal vez, poético, que el ulular del búho,  el ladrido de algún perro, muy lejano, sí que llegó a mis oídos esa tarde noche. ¿Cuál de los dos haikus os parece mejor, o menos malo? ¿Será cuestión de estéticas: es más hermoso el canto del búho que el ladrido de un perro? ¿O cuestión de lo que fue, lo que se oyó, comparado con lo que no se produjo (pero que podemos imaginar)?

    Los dos haikus, eso sí, expresan, sin saber yo muy bien porqué,  el misterio de la vida, la perplejidad de la conciencia humana ante el paso del tiempo.

    Un año más se acaba. Pero los perros siguen ladrando como si nada, los búhos siguen sin ulular cuando esperamos que lo hagan, la luna sigue saliendo. Y el haijin sigue columpiándose en diecisiete sílabas para lanzar su canto al aire.

   Ah, una nota publicitaria para algún lector que viva en Madrid o cercanías. Desde el 16 de enero del nuevo 2024, todos los martes, hasta mediados de agosto, imparto un curso presencial en Casa Asia de Madrid (información en la web de esta institución. Inscripciones abiertas hasta el 10 de enero). Se titula: «Poesía clásica y moderna de Japón». Y, ciertamente, habrá en él una sesión dedicada a esta extraña pasión nuestra: al haiku. Por esta razón, por su relación directa con nuestra pasión,  me tomo la libertad de mencionarlo aquí.

  Uno año rico en haikus deseo de todo corazón a los lectores de El Rincón.

Presentación. Enero 2024: Comenzar

Presentación

Hace 8 años atrás, apenas siendo una estudiante de japonés inicial, descargaba de un sitio sospechoso El monje desnudo de Taneda Santôka. Me acuerdo que lo leí completo una madrugada de enero en la que el calor no cedía. Después de esa lectura de un tirón y en caliente, iba y volvía entre los haikus: buscaba los kanjis que entendía, arriesgaba traducciones novatas y creaba hipótesis con los dobles sentidos que se originaban entre la falta de corte del verso y los kanas. Es cierto, que castellano de esa traducción no era el mío. Muchas veces necesitaba recomponer la traducción a mi español argentino, incluso al de mi provincia natal, Santiago del Estero, donde conjugamos en otro tiempo verbal y, a veces, usamos algunas palabras en dialecto. Así, el ejercicio de “traducir” haiku, de deslizar los sentidos entre lenguas y ensayar hipótesis que destejan el universo simbólico japonés ha estado conducido principalmente por los haikus de Santôka.

Esta columna está dirigida a un público de habla hispana en general. Sin embargo, lo que quiero expresar con las palabras anteriores es que algunas traducciones pueden sonar extrañas. Cuando interpreto y hago el pasaje de una lengua a otra, me permito ciertas libertades con la intención de capturar el efecto haiku o, parcialmente, el mensaje de los fragmentos de diarios u otros escritos que quiero compartirles.

En el caso de los haikus, en particular, a veces los van encontrar acompañados con comentarios que no solo se relacionan con mi interpretación (una entre muchas posibles), sino también con la aclaración de algunos términos. No obstante, a aquellos que conozcan el japonés, los animo a intentar visualizar las imágenes desde la lengua original. Aunque puede que no cause el mismo impacto que en los corazones nativos, creo que en demora de la lectura. Una demora necesaria para imaginar una traducción instala un tiempo clave para ejercitarnos en el camino del haiku: dar precisión a los significados de las palabras, a veces difuminarlos, poner en juego nuestra intuición, captar posibles desvíos de sentido, pero siempre bajo un trazo conectado con un sentido más literal y determinado por ciertos contextos, entre otras tareas. Estas configuran la imaginación poética necesaria para acercarnos al universo poético de cada haijin y, a su vez, reencontrarnos con el propio. Leer haikus no es simplemente un camino de ida hacia el universo del haiku en japonés, sino más bien un camino de vuelta hacia la reconfiguración de nuestra imaginación sobre él.

Dicho esto, con esta columna quiero presentarles y comentar traducciones de haikus inéditos, así como también editados, y ofrecer fragmentos de los diarios y algunos ensayos de Santôka. Creo que desde las primeras traducciones de Vicente Haya, con las antologías El monje desnudo y Saborear el agua, Santôka se ha vuelto uno de los poetas del haiku más admirados, tanto por lectores experimentados como por aquellos menos familiarizados. Poeta y monje zen, que viajaba a pie por Japón, recuerda un poco al maestro Bashô, pero a su vez sus haikus expresan su carácter decadente y desprolijo, características que lo volvieron muy atractivo en los últimos años. Sin embargo, en esta columna quiero ofrecerles una figura de Santôka más amplia a través de traducciones y comentarios. Sabemos que fue monje zen, pero le parecía una hipocresía serlo, y fue arrestado muchas veces por no parecerlo. Sabemos que bebía sake a la luz de la luna de otoño, pero no sabemos realmente que era un alcohólico. Sabemos que fue un gran admirador de las sutilezas de los caminos, pero tal vez no sepa que era profundamente crítico con la sociedad y los efectos de la guerra. Sabemos que pregonaba los ideales de estar en armonía con la naturaleza, pero desconocemos el malestar existencial que motorizaba la travesía de este poeta que caminó sin destino y sin fin casi hasta su muerte.

Ir sin fin se trata de un viaje que durará un año pero que no tiene ningún fin ni destino. No buscaré la rectilínea coherencia sino explorar recovecos, tocar las paredes de los callejones sin salida y perderme en los laberintos de la lectura del haiku. Quisiera con esto responder a la búsqueda de Santôka: viajar como él viaja, vagando de aquí allá liberada de las obligaciones que corresponden a la demostración de una hipótesis.

Junto con los lectores, quisiera que, al igual que Santôka, nos expongamos a la intemperie de la naturaleza, que en nuestro caso es la naturaleza de otra lengua. Para mí, esto implica ir sin fin: reflexionar, deconstruir y reconstruir la escritura de Santôka desde lugares alternativos, pero no menos críticos, con traducciones cuestionables, pero no menos dedicadas. Esta columna busca conciliar una investigación extensa con mi propio entusiasmo poético.

Enero 2024

Verano
Córdoba, Argentina

Comenzar

「...道は前にある、まっすぐに行こう、まっすぐに行こう。」

michi wa mae ni aru, massugu ni ikou, massugu ni ikou.

El camino está por delante, ve recto, ve recto.

La ilusión del comienzo es puramente antrópica. Iniciamos el año porque dividimos el tiempo en porciones de meses que organizan las variaciones climáticas o, alternativamente, en los ciclos lunares y la llegada de un nuevo animal que, se cree, marca la tendencia cósmica. Empezamos un viaje con un boleto de ida y lo finalizamos con uno de vuelta. Organizamos el tiempo más allá de la noche y el día. Sin embargo, ¿es posible comenzar a describir una poética desde el principio?

Cuando intentamos determinar la génesis de una forma poética o la poética (en términos de la creación poética) de un autor, siempre encontramos afirmaciones que parecen ser la “base” o “los principios” que desmienten cualquier otra que quiera reemplazarlas. Decir: aquí se escribió el primer haiku, aquí se convirtió el poeta, sería en vano. No solo sería inútil porque no podríamos verificarlo «a ciencia cierta», sino porque siempre otro acontecimiento se impondrá sobre el anterior.

Algo similar sucede con las críticas biográficas: las referencias a la trayectoria personal solo verificarían ciertos contextos de producción y, aunque una vida comienza y acaba, tiñe de matices la escritura. Suelen tener un carácter testimonial y, aunque pueden contribuir a la interpretación de la información del haiku, no influyen demasiado a la hora de determinar la fuerza poética de la escritura.

Entonces, si hay un comienzo, este se encuentra en media res, en el medio de toda la escritura. El subtítulo de la traducción que quiero compartir hoy da una idea general de esta forma de “comenzar”. El subtítulo es 「扉の言葉」 tobira no kotoba, “Palabras en la puerta de entrada”. Una interpretación rápida podría pensar que el texto que acompaña al subtítulo funciona como un prefacio. Sin embargo, creo que la interpretación debe dirigirse hacia otro lado. En primer lugar, porque este fragmento es extraído de en medio de sus diarios de febrero de 1933, pero también porque en lugar de funcionar como prefacio, el texto presenta una especie de ley vital. El breve texto inscribe los haikus de Santôka bajo dos ideas. Por un lado, la composición poética del haiku como camino, 俳句道haiku-do, donde se inscribe una ética: ir recto por el camino significa estar presente a cada paso. Ir por el camino que se tiene por delante sin punto de partida ni de llegada, un viaje sin auto-destinación sino determinado por la pura voluntad de ir, tal como escribe en la primera entrada de su segundo viaje en 1930:

9 de septiembre 1930.
De nuevo en marcha. Una vez más me doy cuenta de que en realidad no soy más que un monje mendigo. Así, comienzo otro viaje. Voy a caminar tanto como pueda, iré lo más lejos que pueda ir. (Santōka, 2003, p. 31)

Por otro lado, la del camino de la composición poética del haiku en un sentido material: el haiku que se hace al caminar, que se sirve de las sutilezas del entorno que acompañan ese tránsito. Esta es la poiesis de Santôka: la hierba al borde del camino, la alondra que canta al alba, las flores y luciérnagas que anticipan la llegada a un pueblo o ciudad, o el cielo que deviene su compañero de viaje.

*Camino
Palabras en la puerta de entrada

Hace mucho tiempo, mientras mendigaba en la región de Hyuga, me sucedió algo extraño. Era una tarde soleada de otoño, me habían invitado una comida humilde en una taberna de las afueras de una ciudad. Me había levantado el ánimo pero seguía hambriento así que caminé en dirección a mí posada. De improviso un hombre se detuvo frente a mí: parecía de mediana edad, era delgado y pálido. Su rostro me pareció algo nervioso.

— ¿Eres un monje zen? … Dime ¿dónde está mi camino? —

— El camino está frente a ti, camina recto. —

No sé si me estaba probando con una pregunta en el camino, pero de todos modos, parecía satisfecho con mi respuesta inmediata, así que seguí por el camino que estaba frente de él.

“El camino está delante, ve recto.”  Esta es mi creencia. No tengo la habilidad para verificarla, pero creo que esta frase sugiere un sentido que tiene algo de cierto-

Creo que el camino de composición del haiku es igual relevante que la composición como un camino. Los elementos necesarios para un haiku están en todas partes, la clave está en cómo capturarlos. En otras palabras, se trata de cuánto y cómo puedes apreciar la naturaleza. La expresión del estilo, la composición de las circunstancias del haiku, la aparición de patrones formales y los cortes del verso dependen de esta capacidad.

“La mente en calma es el camino”, abogaba el monje Jôshû Jûshin. El viejo Buda Sakyamuni proclamaba: “Cuando sirvan té, toma té; cuando sirvan arroz, come arroz”. Por supuesto, esto se entiende a través de la lógica conceptual de: “La montaña no es montaña, el agua no es agua” que vale tanto como “La montaña es una montaña, el agua es agua”. Una hierba es simplemente una hierba, y eso es la budeidad. ¡Saludo al Buda de la hierba!

El camino no es buscar lo extraordinario, sino practicar lo ordinario. Del aprendizaje gradual viene la trascendencia directa. Al saltar de la matriz nos hundimos en la profunda contemplación.

En fin pulir un verso es pulir el ser humano, el resplandor de un humano se convierte en el resplandor de un verso. Sin el humano no hay camino, sin el camino no hay humano.

El camino está frente a ti, ve recto, ve recto.

*Entrada 389 del sexto volumen de Gyokotsu no nikki, fechado el 28 de febrero de 1933

Referencias

Santôka (19 de mayo 2008) 道〔扉の言葉〕[Camino: palabras en la puerta de entrada].  Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/48262_31577.html La traducción es nuestra.

Santôka (2003). For all my walking. Free-verse Haiku of Taneda Santōka with Exerpts from His Diary [Introducción y traducción de Burton Watson]. New York: Columbia University Press. La traducción es nuestra y ha sido cotejada con el original en japonés.

Presentación de Momiji en Japón. Hojas rojas.

Ésta es la primera entrega de una serie de 6 haibun en los que pretendo compartir algunos de los asombros percibidos en el viaje planeado por Carlos Eduardo Viveros Torres para el otoño de 2023. El objetivo era recorrer juntos, algunos de los sitios de la peregrinación espiritual que Matsuo Bashō dejó relatada con poemas en Las sendas de Oku y también lugares conectados con El relato de un Genji de Murasaki Shikibu.

Acompañada por mi maestro, poco a poco me fui integrando en silencio y respetuosamente a la forma de vida japonesa. Así, en calma, sin prisa, con cortesía y consideración hacia los demás, traté de cuidar los espacios y el vacío. Con cierta curiosidad, incorporé una insólita forma de vida. La esencia de la estética y la sensibilidad japonesas me conmovió hasta los huesos y me volvió más consciente de la fragilidad y de la impermanencia de todo ser vivo, pues me permitió descubrir detalles que son difíciles de percibir y que nos llevan a un trance más profundo. Abro mi pecho y mi corazón para que la Gracia penetre.

 

Hojas rojas

Roxana Dávila Peña
“mushi”

Las hojas rojas del arce se agitan con el paso del viento.

Colina arriba, se extiende el cielo despejado sobre otros árboles bañados por el sol de la mañana que apenas calienta.

El ginkgo más alto ya tiene todas sus hojas amarillas y va perdiéndolas poco a poco con las rachas de aire frío. Parecen mariposas.

Las ramas de los cerezos ya están totalmente desnudas.

A un lado un arroyo: agua que baja entre las piedras y las hojas de colores ocres, rojos, amarillos y naranjas. Algunos destellos aparecen y otros desaparecen sobre los líquenes.

Pienso en Hashimoto Takako, en el esplendor de su vida y también en el declive… en la despedida final. Recuerdo ese haiku donde deja ir las linternas flotantes y ve todas esas cosas pasajeras.

Sigo andando. Me limpio las manos y la boca en el temizuya para entrar al mausoleo. ¡Qué frescura! Agua de las montañas sagradas de Nikko para purificarme.

Más y más arriba, con vista al santuario donde casi no llegan los turistas, en Taiyu-in, contemplo el paisaje y pienso en cómo sería percibir el mundo desde el cielo.

Escucho la voz de un monje que recita un mantra y me acerco. Una vara de incienso se va quemando y el humo asciende mientras la ceniza poco a poco va cayendo.

Emprendo el regreso con algunas ramitas de maple en el cabello. Los arboles se agitan, luego se aquietan.

Entre mis dedos,

el agua que rebasa

por poco el musgo.

Presentación. Enero 2024

¡Feliz 2024! Les saludo desde un Santiago de Chile que ya sufre los embates de los incendios forestales, a pesar de estar en primavera aún. Efectos del calentamiento global, resultado de nuestras acciones descuidadas con el mundo que nos acoge, que afecta el progreso de las estaciones, las temperaturas y la vida en general.

Con el sonido del ventilador de fondo ―no porque tenga calor, sino para aliviar el humo que me ahoga― reflexiono que, por extraño que parezca, esta nueva columna que comienzo con este artículo me llevará a pensar ―y los llevaré conmigo― precisamente en las estaciones; cómo estas se manifiestan, cómo las percibimos, las vivimos y son reflejadas en la literatura. Y que si queremos comprender y disfrutar mejor esa literatura, debemos entender más profundamente ese vínculo.

Llevo 17 años trabajando como profesora de idioma japonés, y ocho enseñando literatura clásica japonesa. Ambos trabajos están intrínsecamente relacionados, de hecho, uno le dio origen al otro, por lo que siempre están presentes ambos en mi labor, ya sea en el aula, escribiendo o traduciendo. Tal vez sea dicha experiencia la que ha fomentado mi interés en la poesía clásica japonesa, ya que esta es un perfecto ejemplo de cómo el mundo lingüístico y literario se nutren y codependen el uno del otro al punto de convertirse en arte. Los estilos clásicos de lírica nipona no sólo se ajustan a la definición de Coleridge de que “poesía son las mejores palabras en el mejor orden”, sino que el uso de ellas estaba pensado, desarrollado y reglamentado a un nivel tal, que su manejo en sí era gran parte del proceso de convertirse en un artista en las letras.

Específicamente en el haiku clásico, muchas de sus reglas tenían que ver, precisamente, con el uso del vocabulario, como por ejemplo, los casos del kireji y el kigo. Y es en este último que me centraré en esta nueva columna, a la que, después de mucho pensar, decidí darle el sencillo y directo nombre de “El mundo del kigo”. Mes a mes introduciré un aspecto de esta técnica poética, y tras la parte más teórica presentaré también haikus ―traducidos por mí― que muestren ese aspecto del kigo, por lo que, además de comprender mejor la complejidad de estas “palabras estacionales”, puedan disfrutar de bellos poemas. Así que ¡bienvenidos a “El mundo del kigo”!

Cuando se habla del haiku es inevitable mencionar el kigo y explicar que es la palabra estacional que debe contener cada poema, cuando menos en el caso del haiku tradicional. Y si se requiere mayor claridad, usualmente se dice que con “palabra estacional” nos referimos a una que indique en qué estación del año está situado el haiku. Luego nos deleitamos con algunos ejemplos, como 桜 sakura, cerezo = primavera, o 短夜 mijikayo, noche corta = verano. Pero al profundizar un poco más nos encontramos con que el asunto es mucho más complejo. Basta con revisar un saijiki o kiyose, diccionarios de kigo, para notar que las palabras no sólo reflejan una estación en particular, sino que hay categorías de ellas, ej.: eventos, astronomía, plantas, etc; que no cualquier palabra que retrate un momento del año es un kigo, que algunas se utilizan hace siglos, y otras, más recientemente, y que las razones para ser incluidas varían entre literarias, históricas, de costumbres, u otras. Las mismas estaciones reciben un tratamiento más detallado de lo que se podría pensar. No son simplemente cuatro estaciones, sino que, a su vez, se identifica su inicio, apogeo o declive, y, yendo aun más allá, se dividen en micro estaciones que representan la progresión de los cambios estacionales. Toda esta especificidad podría hacer creer que mata la creatividad, o que, cuando menos, la restringe significativamente. Personalmente pienso que, al contrario, ayuda a prevenir el bloqueo creativo. El haijin ya no se enfrenta a la temida página en blanco, ya sea literal o figurativa, sino que tiene algo de donde partir, una especie de base, de punto de origen que le da el puntapié inicial en la composición. Por supuesto, esto implica también estudiar, investigar, aprender mucho vocabulario, o consultar asiduamente un diccionario de kigo, pero precisamente, es esa práctica lo que ha mantenido viva mucha de la tradición literaria, lingüística, social e histórica que, de otra forma, se habría perdido en las vueltas y cambios de los siglos. Visto desde una mirada extranjera, aunque alguien podría decir que leerá los haikus traducidos, o que sólo quiere componer poemas propios en su lengua que no es la japonesa, creo que es igualmente importante conocer y comprender mejor el funcionamiento del haiku en japonés, ya que, a fin de cuentas, es un estilo poético originario de Japón, y por lo tanto, sólo si nos hacemos familiares con él podemos apreciarlo en su belleza y complejidad, o tratar de replicarlo.

Para este primer artículo he elegido un kigo de Año Nuevo: “新年 shin nen o nuevo año”, que pertenece a la categoría estacional, con las variaciones 年新た toshi arata = el año comienza, 新玉 aratama = joya sin pulir, 年始め toshi hajime = el año que comienza, 年立つ toshi tatsu = el año que pasa, 年迎ふ toshi mukau = el año que viene o recibimos, 来る年 kuru toshi = el año que viene, 年明く toshi aku = año brillante o luminoso (por el nuevo amanecer), y 年改まる toshi aratamaru = el año que cambia o el año que comienza. A pesar de la simplificación en la vida moderna respecto a muchos rituales relacionados con esta fecha, todavía tiene una atmosfera solemne y un lugar importante en la vida de los japoneses. Aunque generalmente se le llama “新春 shin shun o nueva primavera”, de acuerdo con el calendario solar ―el Gregoriano es uno de ellos y fue adoptado por Japón a partir de la Era Meiji (1868 – 1912) ― corresponde a mediados de invierno.

Los tres haikus que seleccioné representan diferentes situaciones que asociamos con este importante momento del año: resoluciones, nuevas energías, deseos.

 

Kuroda Momoko (1938 – 2023)

句を捨てゝしづかに年の改まり

ku wo sutete shizuka ni toshi no aratamari

botando el poema tranquilamente el cambio de año

 

Okada Nichio (1932 – 2022)

山に立ち山に礼して年迎ふ

yama ni tachi yama ni rei shite toshi mukau

parado en la montaña la saludo y le doy la bienvenida al año

 

Hoshino Bakukyuujin (1925 – 2013)

只の年またくるそれでよかりけり

tada no toshi mata kuru sorede yokari keri

sería bueno si este fuera un año común y corriente

 

Hago eco del sentimiento del último haijin: dado el contexto mundial, tal vez lo mejor que podemos desear es que este 2024 sea un año lo más normal, común y corriente posible.

Espero hayan disfrutado del inicio de esta nueva columna ¡Nos vemos en el próximo artículo!

Salutatio. Las manitas del gurí enrojecidas.

Salutatio

Decían los gramáticos antiguos que toda epístola tenía cinco partes: salutatio, captatio benevolentiae, narratio, petitio y conclusio. Rescato estos latinismos del baúl de la retórica porque me gustaría concebir esta sección como una comunicación fluida y dinámica entre el corazón de los lectores y el autor, como si fuera una suerte de conversación epistolar entre ambos. De las cinco divisiones anteriores, sólo querría mencionar dos de ellas: la salutatio, donde se exponían los temas que se iban a tratar, y la narratio, cuyo texto exponía los hechos epistolares.

Mi objetivo, mejor o peor conseguido, sería que esta entrada actuase como salutatio, y, las demás, como cuerpo de la narratio que la sigue. Sirva este preámbulo como presentación de esta sección, “Celebrar la vida”, cuyas entradas estarán basadas en haikus publicados por usuarios del foro “El Rincón del Haiku” durante el año 2023. A lo largo de dichas entradas intentaré que los haikus presentados emocionen a los lectores tanto como a mí durante el viaje que ha supuesto escogerlos, leerlos y vivirlos con sus haijines y los compañeros del foro durante su concepción y su pulido. Intentaré desarrollar ―aunque no prometo nada― sendos hilos conductores que vayan pasando tenuemente de un haiku a otro, sin otro objeto que el de resaltar la belleza intrínseca que poseen y disfrutar de los mismos.

Si algo de captatio benevolentiae hay en esta entrada, es justamente esa: todo el mérito de la sección recae en los verdaderos autores de los haikus y en los compañeros que los trabajaron, no en mí. Yo únicamente puedo enmudecer y asentir ante la grandeza del mundo que ellos plasman por escrito, y difundir, en la medida de lo posible, el haiku que ellos hacen. En fin, dejémonos de palabras y vayamos al meollo, a lo que importa de verdad: corramos prestos a celebrar la vida y el mundo con los haikus.

 

Las manitas del gurí enrojecidas

 Decía Matsuo Bashō que, para escribir haikai (haiku), había que buscar a un niño de un metro de altura. Ellos, los niños, son el último reducto de pureza en un mundo de adultos cada vez más deshumanizado; un mundo donde la polarización campa a sus anchas, la confrontación impera y la imposición triunfa. Los niños, por suerte, aún son ajenos a las diatribas de los adultos quienes, arrogantemente, olvidan lo más importante: vivir. Por esta razón, me gustaría dedicar la primera entrada de esta sección a los niños, con un claro propósito de Año Nuevo: aprender de ellos.

Con el paso de la niñez a la etapa adulta, nos volvemos indolentes al asombro que genera una experiencia por su cotidianeidad, y los niños han de venir a sacarnos del error recordándonoslo:

 Paseo campestre

Dice mi hijo: “¡cuidado!,

no pises las margaritas”

Para un niño, es inadmisible pisar una margarita. ¿Tiene derecho siquiera una persona, por importante y poderosa que sea, a destruir algo bello? La respuesta es tajante: jamás lo tendrá. Ellos son quienes nos deberían enseñar de nuevo a asombrarnos por todo lo que el mundo contiene, a vivir todas las experiencias como si fuesen la primera vez que las sentimos:

 

processionària –
li agafa la ma i diu:
iaia, iaia!

 

procesionaria –

le coge la mano y dice:

“¡yaya, yaya!”

 

Se palpa el miedo en el haiku anterior: el encuentro con una procesionaria por primera vez es, sin duda alguna, escalofriante y peligroso. El niño busca refugio en su abuela —benditas abuelas— , y ella se lo brinda con ternura.

Pocas cosas hay más fuertes que el amor que una madre siente por su hijo:

En sus brazos

le susurra al bebé

Claridad de invierno

Este haiku, rebosante de amor, es una estampa fidedigna de ello. Llama la atención en el haiku la disposición proxémica de los elementos: a nuestro entender, se presupone una madre que se encuentra en el exterior, disfrutando esa claridad brindada por un sol tibio de invierno. La madre siente la calidez del sol; y el bebé, la de su madre. La interrelación que se teje por la transmisión de esa calidez en cadena, que involucra los dos polos del haiku, dota a este de una atmósfera de hosomi bellísima. Por otro lado, el haiku también evoca, en cierto modo, la asociación inconsciente luz/vida, de gusto tan japonés.

Olor a leña –

Las manitas del gurí 1

enrojecidas

1 gurí, risa: 1. m. y f. rur. Arg. y Ur. Niño, muchacho.

En este haiku también está presente esa transmisión de calor, asociada a la vida casi por definición. No sabemos si el pequeño tenía las manos enrojecidas del frío, lo que motiva su acercamiento a la lumbre; o si es consecuencia de permanecer mucho tiempo junto a ella. En cualquier caso, ambas interpretaciones despiertan el mismo sentimiento: ternura.

Sin embargo, cuando los niños ya no conviven con nosotros, las propias casas cambian:

Noche de Reyes.

El silencio

de una casa sin niños

En este haiku de mu-i, el asombro viene precisamente por aquello que no está. Es costumbre cristiana preparar las botas frente al belén la noche de la cabalgata, que el madrugón sea obligado el día de la Epifanía en una casa con niños para abrir los regalos, y que los niños jueguen con ellos todo el día. La ilusión de los más pequeños, pletóricos de haber recibido los regalos, se contagia a todos los presentes. Sin embargo, los niños crecen, y en este haiku la autora se asombra del paso del tiempo; de cómo la vida va cambiando sin darnos cuenta, y el único testigo que queda es ese silencio que impera en la casa, desterrado al ostracismo cuando sus niñas eran niñas.

A otros niños, por desgracia, el mundo los golpea con una crueldad inusitada. El siguiente haiku, que no merece ser empañado por cualquier comentario de palabras vacías, debería remover la conciencia de cualquiera por su absoluta claridad:

Isla de Lesbos:

la marea volvió a arrastrar

el cadáver de un niño

 

Para concluir, espero que con esta breve selección hayamos conseguido parte del objetivo originario: aprender de los niños y vivir el mundo como si fuese siempre la primera vez. Intentemos, por todos los medios, no perder esa ilusión tan necesaria en la actualidad.

(Los haikus seleccionados, en orden de aparición, pertenecen a Idalberto Tamayo, mencs6, Idalberto Tamayo, Bibisan, Mavi y Vanni Fucci).

Haiku 59

59

 

高麗舟のよらで 過ゆく霞かな

 Komabune no yorade sugiyuku kasumi kana

Un barco coreano
atraviesa lentamente
la niebla

 

Haruo Shirane comenta sobre este hokku: “Los komabune eran los grandes barcos coreanos que navegaban a Japón durante la Antigüedad, trayendo cargamentos y bienes preciosos del continente, una práctica que hacía tiempo que se había abandonado en tiempos de Buson».

Además, “Koma” es la lectura abreviada japonesa del carácter chino de Goryeo, que fue el nombre del país de Corea desde 936 hasta 1392, unos 320 años antes del nacimiento de Buson. Puede que nuestro haijin se esté refiriendo a un acontecimiento del pasado o a una escena que atraviesa el tamiz de la imaginación.

Como señala James Karkoski: “Vinieron a Japón tres veces durante la vida de Buson, en 1719, 1748 y 1764, y como se trata de un haiku de Buson de la década de 1670, cabe preguntarse si fue algo que realmente vio de primera mano”.

Sin duda, es uno de los poemas de Buson más conocidos e incomprendidos, pues además utiliza una palabra como kakekotoba (palabra pivote o juego de palabras homofónico que permite múltiples significados). En este caso, es el término arcaico “yorade”, (no pasar), pero también existió la palabra “yora” (yo, noche, más indicativo de plural). Por tanto, podría también traducirse por:

Las noches/ de los buques coreanos/ el paso de la niebla

HAIKU VOLUMEN 1. R.H. BLYTH (trad. E. Rovira y J. Lorente)

Blyth es considerado el eslabón a través del cual el conocimiento del haiku llegó a Occidente. Su amplísima obra desgrana en profundidad y aporta un extenso conocimiento sobre el haiku, visto preferentemente desde su perspectiva zen. No sólo la teoría, también la traducción de sus cientos de haikus de decenas y decenas de diferentes poetas a un idioma occidental (el inglés) sirvió para que durante décadas pudiéramos saber del haiku.

Ahora, puedes descargarte gratuitamente el primer volumen de su obra traducida al español por E Rovira y J Lorente con todos los kanji y los haikus en un anexo imprescindible. Pica aquí abajo para descargar gratuitamente:

HAIKU VOLUMEN 1. R.H. BLYTH
(trad. E. Rovira y J. Lorente)

(actualizado con pequeñas correcciones de erratas el 16 de enero de 2024)

Parte 5. La técnica del haiku

PARTE 5

LA TÉCNICA DEL HAIKU

En este último apartado, se da una breve descripción de los siguientes temas:

1.- Humor, y el significado del original juego de palabras del haiku.

2.- Su brevedad.

3.- La naturaleza de la lengua japonesa en relación con el haiku.

4.- La onomatopeya.

5.- La forma 5,7.

6.- El kireji.

7.- Los haikus en secuencia.

8.- Las estaciones, y la clasificación estacional.

9.- Formas de traducción e interpretación.

 

1.- Humor y juegos de palabras

El humor del haiku apenas forma parte de su técnica, pues no es algo separable, sino que pertenece al espíritu más que a la forma. Es un elemento indispensable sin el cual el haiku difícilmente puede existir: un cierto equilibrio de la mente, un cierto balance de elementos conflictivos de los que surge ese placer cuya cualidad peculiar hace que le demos el nombre de humor. El origen histórico ya se ha explicado. Cabe señalar, tal vez, que el carácter serio y poco humorístico de Bashō no pudo, afortunadamente, eliminar el elemento cómico del haiku. Por el contrario, recibiendo su inestimable beneficio, Bashō dio al haiku una profundidad y una fuerza moral que, debido a su herencia de un humor inalienable, nunca cayó en el filosofar o en lo didáctico.

El origen espiritual (del humor en el haiku) está en la naturaleza paradójica de las cosas que el haiku pretende expresar. En muchos haikus es evidente; en la mayoría se percibe tenuemente. Se puede dejar al descubierto incluso en aquellos que parecen desprovistos de cualquier elemento humorístico, pero es una tarea dolorosa e ingrata sacar a la luz lo que sólo puede existir en la oscuridad de la naturaleza elemental de las cosas. En cualquier caso, sobre el humor sólo se puede escribir, si acaso, con humor, y es mejor dejar el tema aquí.

Se supone que los juegos de palabras son una forma de humor, pero en cierto sentido no tienen el efecto superficial de un buen chiste. Por otra parte, aflojan las connotaciones fijas de las palabras y suavizan sus líneas duras, telescópicas ideas que son en el pensamiento irreconciliables, e inducen a una suspensión voluntaria de la incredulidad, por lo que es a menudo un truco mecánico y verbal, pero que a veces es una especie de alegría lingüística de la mente.

En el renga y en el “haiku” anterior, al igual que en la literatura del Nō, los juegos de palabras no se utilizan tanto como bromas, y no sólo para deleitarse en el juego de palabras o como ornamento verbal y música del lenguaje, sino como portadores de significados allí donde la gramática y la sintaxis separan, uniendo las ideas más distantes que el lenguaje divide, rompiendo así las barreras que el intelecto levanta incesantemente:

“Y la costumbre yace sobre ti con un lastre

pesado como la escarcha, y profundo casi como la vida”.

El siguiente haiku fue compuesto en la despedida de Bashō de sus amigos al partir hacia Ise; con él concluye Oku no Hosomichi:

蛤の 二見に別れ 行く秋ぞ

hamaguri no    futami ni wakare    yuku aki zo

Otoño,
nosotros partimos, las almejas abriéndose,
a Futami.

(Bashō)

Este poema no tiene valor poético más allá de los juegos de palabras que contiene. “Futami” significa “dos miradas”. Es el nombre de un lugar cercano a Ise. Las almejas con sus dos conchas como futa,蓋, cubiertas, son símbolos de dos amigos divididos. Ir 行 se aplica tanto a la propia partida de Bashō como a la del otoño. Hoy en día se considera que un haiku así tiene poco valor; sin embargo, la intención es admirable. Este estilo recargado, con su placer etimológico y verbal en la unidad, en unir, es significativo de un deseo profundamente arraigado de armonía. En la poesía inglesa, un método bastante diferente fue popular casi en la misma época. Richard Crashaw, que murió cuando Bashō tenía cinco años, tiene el siguiente poema muy conocido en In the Holy Nativity of Our Lord:

Canta Tus lágrimas dormidas y moja

sus besos en Tu ojo lloroso:

ella extiende las hojas rojas de Tus labios

que en sus capullos aún sonrojados yacen;

frente a esos diamantes dispone

las puntas de sus jóvenes ojos de águila.

Esto significa: María canta al niño Jesús dormido, y él deja de llorar. Besa sus lágrimas y luego besa sus labios entreabiertos. Ella prueba los ojos del niño, lo que irradian, sus “puntas”, contra sus propios ojos brillantes como diamantes, igual que el águila prueba sus ojos contra el sol. Otro ejemplo, más sencillo, del Daybreak de Donne:

¡Quédate, oh dulce, y no te levantes!

La luz que brilla proviene de tus ojos,

el día no amanece: es mi corazón,

porque tú y yo debemos separarnos.


Los juegos de palabras forman parte de la vida poética del Nō. Como son intraducibles por naturaleza, podemos citar sólo uno, de Sotoba Komachi. Habla la propia Komachi:

我は此の時力を得。 猶ほ戯れの歌を詠む。

極棄の内ならばこそ想しからぬ。そとは何

かは苦 しかるべき。

Ahora envalentonada, entonaré una canción jocosa:

Si estuviera en el Paraíso,

sería realmente malo;

fuera,

 ¿qué tiene eso de malo?

 

El juego de palabras es sotoba, estupa[1], y soto wa, exterior. Es bastante débil, pero expresa la alegría de Komachi al triunfar sobre los dos sacerdotes en la discusión teológica. Ellos dicen que la estupa es el símbolo de la encarnación de Buda; ella dice que también lo es el hombre y que, por tanto, no se equivoca al sentarse sobre la estupa.

Las primeras líneas de este Sotoba Komachi, la mayor de las obras de Nō, tienen un juego de palabras más poético:

山は漢きに隠れがの、 山は養きに隠れがの、

深きや心なるらん

Nuestro hogar está escondido en colinas superficiales,

pero en lo profundo del corazón.


Pero, como se ha dicho antes, lo importante de estos juegos de palabras no es el juego de palabras por sí sólo, sino la forma en que se consigue la continuidad a través de ellos, enlazando un pasaje con el siguiente. A ello contribuye, por supuesto, el propio texto, que en su forma cursiva a menudo une las palabras.


2.- Brevedad

 Se dice que la brevedad es el alma del ingenio. ¿En qué medida es también el alma de la poesía? Más allá de la brevedad meramente mecánica del haiku, es casi imposible ir, ya que la forma y el ritmo también deben tenerse en cuenta. Sin embargo, la verdadera brevedad no es una cuestión de cantidad, sino de calidad. Muchos haikus son un fracaso porque, a pesar de su sencillez y brevedad, son realidad atiborrada de material inesencial, realidad menos arte. Hay que quitar más, hay que decir menos. Si tomamos el conocido aforismo zen:

El sauce es verde; las flores son rojas,

vemos lo que el poeta del haiku quiere transmitir, pero el ángulo de enfoque es diferente. “El sauce es verde, las flores son rojas” toma el universo en su talidad, de forma dinámica, absoluta-relativa. Pero el poeta debe ver el universo bajo la armonía, como ritmo y sinfonía; en el sentido más profundo de la palabra, musicalmente. La relación de los elementos del haiku es la de las frases de una melodía, y esta melodía está en contrapunto, es una variación de la música de las esferas.

Un ejemplo de brevedad casi telegráfica, si se traduce literalmente, es el siguiente:

我が事と館の逃げし根芹哉

Waga koto to    dojō no nigeshi    nezeri kana

La locha[2] y yo mismo, hemos huido, la raíz del perejil ¡ah!

Podemos parafrasearlo:

Mientras recogía perejil,
pensando que voy tras ella,
la locha se escabulle.

(Jōsō)

Incluso aquí, por supuesto, la meditación sobre el poema es necesaria para llegar a la raíz poética del asunto. Está en el miedo de la locha, la unidad y a la vez desunión del poeta con ella, el hecho de que, aunque hay igualdad, hay diferencia; aunque hay diferencia, hay igualdad, y no puede haber la una sin la otra. Esta última frase no demuestra lo que se entiende por “meditación sobre el poema”, que significa mirar fijamente al objeto, mantener la vista en la pelota, disolviendo la personalidad en el poeta y el perejil que se agitan en la corriente, y en la locha que se escabulle a través del agua clara para esconderse. La brevedad del haiku es tal que:

it velo e ora ben tanto sottile

certo, che il trapassar dentro e leggiero.

el velo es ahora tan fino

que entrar dentro es fácil.

Otro aspecto de la brevedad, la omisión del pronombre personal, es un punto de gran importancia. En sí misma, por sí misma, enseña conscientemente la ausencia de ego en las cosas. Lo subjetivo y lo objetivo se funden sin pronunciar palabra. La cuestión se trata con más detalle en la sección sobre los Métodos de Traducción.

 

 3.- El lenguaje japonés

El chino, es decir, el chino antiguo, era la lengua ideal para el Zen, claro y breve, realmente monosilábico (el chino moderno es bisilábico), y, para expresarlo de una manera más bien irlandesa, es totalmente inequívoco cuando se sabe lo que significa. Por ejemplo:

入林不動草

入水不立波

Al entrar en el bosque, no altera ni una brizna de hierba;

entrando en el agua, no causa ni una ondulación.

Esto describe la actividad sin egoísmo del poeta o sabio en su relación con la naturaleza. Hay diez sílabas, palabras, en total, tres veces menos que en la traducción. Literalmente es:

Entra en el bosque, no muevas la hierba;

entra en el agua no levantes ondas.

Otra, también del Zenrinkushū, es la siguiente:

梅痩占春少。

庭寛得月 多

El ciruelo que mengua (con la edad) contiene menos de la primavera;

pero el jardín es más amplio, y contiene más de la luna.

El genio de la lengua japonesa (es decir, hasta hace poco) era muy diferente del chino. Sin sujeto, el predicado y el objeto eran hasta cierto punto indistinguibles y la puntuación inexistente, pero los límites de las propias palabras son borrosos. Podemos comparar el inglés, el chino y el japonés, en las traducciones de La Biblia. El inglés y el chino se corresponden en su definición y majestuosidad; el japonés parece débil e irrisorio en comparación. Pero en realidad esta vaguedad del japonés corresponde a algo en la vida que el pensamiento hebreo, es decir, la lengua hebrea, y las lenguas inglesa y china echan de menos. En la vida no hay sujeto y predicado fijos, causa y efecto; no hay importante y sin importancia como nos engañamos suponiendo, y tal y como está implícito en estos idiomas. Las cosas no empiezan con mayúscula y terminan con un punto; simplemente hay un devenir incesante. La lengua inglesa no reconoce esto; de ahí la principal dificultad del traductor.

Como ejemplo de poesía japonesa en prosa, podemos tomar de las Obras Completas de Kashizono 概嘉文集, o Nakajima Hirotari, fallecido en 1864:

木々紅葉むらむら染めわたして尾花が袖も

人待ち顔に打ちまねく山路のいとおもしろ

きに女郎花蘭などのやうやううらがれ行く

中より今咲きはじめたる 菊の露もとをたな

びき出でたる物よりことに目に立ちていと

なつかしうおぼゆ。

Aquí y allá las hojas de los árboles están profundamente teñidas de amarillo y carmesí, la hierba de la pampa, ondeando como haciendo señas a alguien, con las cubiertas largas; en tal sendero montañoso de belleza, entre las flores de la doncella y las orquídeas gradualmente marchitas, los crisantemos empiezan a florecer, y sus ramas inclinadas por el rocío, sobre todo, nos conmueven con su gracia y belleza.

La belleza de estilo del original tiene algo de la poesía del mejor Ruskin, cuando describe la naturaleza; por ejemplo, cuando en Pintores Modernos habla del amanecer en los Alpes, de cómo las nieblas

flotan en bahías llanas y golfos sinuosos sobre las cumbres isleñas de las colinas más bajas, intactas aún por ese amanecer, más frío y tranquilo que un mar sin viento bajo la luna de medianoche; mira cuando el primer rayo de sol se envía sobre los canales de plata, cómo la espuma de su ondulante superficie, y bajo sus profundidades la ciudad resplandeciente y los verdes pastos yacen como la Atlántida, entre los blancos senderos de sinuosos ríos; los copos de luz caen cada vez más rápidos y anchos entre las agujas estrelladas, mientras las olas se rompen y se desvanecen sobre ellas, y las confusas crestas de las oscuras colinas acortan sus sombras grises sobre la llanura.

El haiku ha sido notablemente libre en materia de lenguaje, expresiones coloquiales, dialécticas, literarias o chinas en cierta medida desde los primeros tiempos, y han ido desapareciendo gradualmente. He aquí algunos ejemplos:

べたべたと物につきたる春の雪

Beta beta to mono ni tsukitaru haru no yuki

Se pega como la mantequilla
a todo…

esta nieve de primavera.

(Issa)

Esa expresión coloquial, beta-beta, pone de manifiesto el carácter húmedo de la nieve primaveral.

桐の木やてきばき散つてつんと立つ

Kiri-no-ki ya tekipaki chitte tsun to tatsu

El árbol de paulownia,
rápidamente despojado de sus hojas,
se mantiene con pureza.

(Issa)

てきばきtekipaki es una frase coloquial que expresa la rapidez de la caída de las hojas de paulonia; つんと tsun to, a menudo traducido como “puritano”, implica el aspecto peculiar de la forma del árbol (NT.- El árbol, a pesar de perder rápidamente sus hojas, mantiene intacta su característica forma).

春の風柳が無くば吹くまいぞ

Haru no kaze    yanagi ga nakuba    fuku maizo

Si los sauces no tienen hojas;
¡no soplen,
vientos de primavera!

(Johaku)

Nakuba es una forma literaria de nakattara, “si no hubiera”.

 

鳶係と石に日の入る枯野かな

Shōjō to    ishi ni hi no iru    kareno kana

Solitariamente,
el sol se pone en las rocas
sobre el páramo marchito.

(Buson)

Shōjō, solitario, es una palabra compuesta china, a menudo utilizada en shi, los poemas chinos.

Imagen 25Paisaje, de Isshō.

 

4.- Onomatopeya

De todas las lenguas, el japonés es, con mucho, la más rica en elementos onomatopéyicos, especialmente de la variedad más simple, en la que el sonido de la palabra es directamente una imitación de la cosa.

Como una de las “figuras del lenguaje”, la onomatopeya ocupa un lugar muy reducido en nuestros libros de gramática y retórica; pero en su sentido más amplio, la onomatopeya representa no sólo la parte más importante de la poesía, sino también de la prosa y del habla. Cómo decimos una cosa, tiene más importancia, más significado, que lo que decimos, que el significado consciente; a través de los tonos de la voz, las palabras elegidas, su combinación, los sonidos que resuenan y se repiten unos a otros, sus concordancias suspendidas y restablecidas, sus discordias sostenidas y resueltas, a través de todo esto hay una música tan libre como la de la flauta, el oboe y el violín. Los ejemplos demasiado obvios tienen algo de ridículo, como el de Tennyson:

El gemido de las palomas en los olmos inmemoriales,

y murmullo de innumerables abejas.

(NT.- Nótese el sonido de las consonantes nasales en inglés:

The moan of doves in immemorial elms.

And murmuring of innumerable bees.)

Este ejemplo es tan aprovechable como el siguiente:

Rasga con tremendo sonido tus oídos,

con cañón, tambor, trompeta, trabuco y trueno.

(NT.- Nótese nuevamente el sonido de las consonantes en inglés:

Rend with tremendous sound your ears asunder,

with gun, drum, trumpet, blunderbuss and thunder.

Y en Buson:

日は日くれよ夜は夜明けよと蛙

Hi wa hi kure    yo yo wa yo ake yo to    naku kaeru.

“Día, ah, se oscurece el día
¡Noche, ah, lejos el amanecer!”
Cantan las ranas.

(Buson)

(NT.- Repárese en el sonido -especialmente el del verso central- del texto en romaji)

En el último ejemplo también hay una representación del aspecto humorístico del asunto.

El haiku, por su naturaleza, no puede mostrarnos ejemplos como los siguientes, cuyo significado se da o se intensifica mediante un ritmo regular y repetido:

La mayor parte de la amistad es fingida,

la mayor parte del amor es mera locura. (NT.- folly)

Entonces saluda al acebo, (NT.- holly)

esta vida es de lo más alegre. (NT.- jolly)

 

Aquí los anfibraquios bailan tan alegremente como…

los toves astutos

que giran y giran en el wabe[3].

Los efectos rítmicos japoneses están más en el estilo de las líneas de Pope, en las que representa la longitud enfatizando y alargando las sílabas no acentuadas:

Cuando Áyax se esfuerza por mover el gran peso de una roca…

la línea también trabaja y las palabras se mueven lentamente[4].

En el siguiente y célebre poema de Buson, los sonidos del mar golpean en el oído con más veracidad a través de sus diecisiete sílabas que el sonido de las olas sobre el oído físico:

 

春の海 ひねもすのたり のたりかな

Haru no umi    hinemosu notari    notari kana

El mar de primavera,
subiendo y bajando suavemente,
durante todo el día.

(Buson)

 

Cómo suena hinemosu es casi lo invertido de cómo suena haru no umi. La repetición de notari, notari, el kana que hace eco de los sonidos de haru y notari, todo esto representa, por alguna razón desconocida, no tanto el sonido de las olas, sino más bien el significado del largo día primaveral junto a la orilla. ¿Qué significa esto? Es

Haru no umi
hinemosu notari
notari kana.

 

Compare esto con el significado del ritmo en el siguiente poema de Freeman. Las lágrimas brotan a borbotones, de nuevo, más allá de toda razón:

LA INFANCIA LLAMA

Ven, ven sobre el río que se profundiza,

vuelve sobre el oscuro torrente de los años,

ven, vuelve donde las hojas verdes tiemblan,

y las lilas aún florecen y el cielo gris se aclara.

Ven, vuelve al encantador jardín,

a ese cielo verde, y al cielo azul de arriba,

vuelve a la época en que el tiempo no traía cargas,

y el amor era inconsciente, sin conocer el amor.

 

Pero por espontáneos que parezcan estos poemas, sabemos que muchos de ellos fueron el resultado de un arduo trabajo. Algunos nunca alcanzan la perfección y traicionan a todos a través del trabajo del proceso selectivo. De esta clase, La Doncella Bienaventurada, de Dante Gabriel Rossetti, es un ejemplo. Issa es bien conocido, a pesar de su fluidez y del gran número de versos, revisaba sus poemas durante meses y años, por ejemplo, el siguiente:

大餐 らりゆらりと通りけり

Ō botaru    yurari yurari to   tōri keri

Vacilante,
una enorme luciérnaga
pasa.

(Issa)

 

Este poema es el resultado de muchas revisiones, pero la versión final parece sin arte y obra de un momento. Esa revisión del poema es una revisión de la experiencia. La experiencia había madurado en las palabras del haiku, de modo que llegó a saber lo que debería haber querido decir.

Podemos resumir la función de la onomatopeya de las siguientes maneras:

a) La representación directa de los sonidos del mundo exterior mediante los sonidos de la voz.

をちこちをちこちと打っ結かな

Ochikochi   ochikochi to utsu    kinuta kana

Aquí y allá,
allí y aquí,
golpeando los batanes.

(Buson)

 

-僕とぼくぼくあるく花見かな 季 崎

Ichiboku to    poku poku aruku   hanami kana

Se pasea
con su criado:
la observación de los cerezos en flor.

(Kigin)

 

伸壇にほんぞんかけたか時鳥

Butsudan ni    honzon kaketa ka    hototogisu

“¿Está la imagen principal
puesta en el altar?”,
canta el hototogisu.

(Sōkan)

 

Comparemos con “The Throstle” de Tennyson :

“Llega el verano, llega el verano,

lo sé, lo sé, lo sé.

¡Luz de nuevo, hoja de nuevo, vida de nuevo, amor de nuevo!”

Sí, mi pequeño Poeta salvaje[5].

 

b) la representación del movimiento, o de sensaciones físicas distintas a la del sonido.

石川はくわらり 稲妻 さらりかな

Ishikawa wa    kuwarari inazuma    sarari kana

El río Stony ondulando,
el relámpago
parpadeante.

(Issa)

 

ゆさゆさと春が行くぞよ野遊の草

Yusa-yusa to    haru ga yuku zo yo    nobe no kusa

La primavera se va,
temblando, entre las hierbas
de los campos.

(Issa)

 

Sí, cosas viscosas se arrastraban con patas

sobre el mar viscoso[6]

Una cadena inútil, y por ello

las cintas fluyen confusamente.[7]

c) La representación de los estados del alma. Ésta es siempre indirecta, inconsciente, espontánea. El efecto de la gran poesía depende principalmente de este factor. No puede imitarse ni artificializarse.

 

No temas más el calor del sol,

ni la furia del invierno.

Mi corazón está en Highlands, mi corazón no está aquí;

mi corazón está en Highlands, persiguiendo a los ciervos.

 

人ちらり木の葉もちらりほらりかな

Hito chirari   konoha mo chirari    horari kana

Hay poca gente,
las hojas también caen
de vez en cuando.

(Issa)

うたがうな潮の花も浦の春

Utagauna    ushio no hana mo    ura no haru[8]

 No lo dudes,
la bahía también tiene su manantial;
las flores de la marea.

(Bashō)

 

Te vimos en Tu cálido nido,

brillante amanecer de nuestro Día eterno;

vimos Tus ojos apartarse del este,

y ahuyentar las sombras temblorosas.[9]

 

漏き日のつるりて迷き作かな
Osoki hi no    tsumorite tōki    mukashi kana

Pasan lentos los días, acumulándose,
¡qué distantes están
las cosas del pasado!

(Buson)

El sonido de la “k” es utilizado de nuevo por Buson para representar la amargura del paso del tiempo:

 

漏き日 や 斜聞ゆる 京のすみ、

Osoki hi ya    kodama kikoyuru    kyō no sumi

El día lento;
se escuchan ecos
en un rincón de Kyōto.

(Buson)

 

Un ejemplo de onomatopeya de waka es el siguiente de Saigyō:

 

何虎にも住まれずばた住まであらん

Izuko ni mo    sumarezuba tada    sumade aran

柴の庵の しばしなる世に

Shiba no iori no    shibashi naru yo ni

 

Si siento que no puedo vivir en algún lugar,

simplemente no lo haré…

en esta cabaña con techo de paja

de un mundo fugaz.

 

Debemos recordar una vez más el consejo de Bashō a sus discípulos:

舌頭に千博せよ

Repite (tus versos) mil veces en tus labios.

Los haikus, al igual que los waka, son canciones; están pensados para ser leídos y repetidos en voz alta. La onomatopeya no entra por los ojos, aunque pueden ayudar; el significado completo y perfecto de un haiku no se comprende hasta que lo escucha el oído físico.

Cinco ejemplos de onomatopeyas tomados de Seisensui:

 

らつぱふいて麓のみちがこ>ろよく

のびる馬車屋さん

Rappa fuite   Fumoto no michi ga kokoro yoku  Nobiru bashaya san

Tocando la bocina,
el camino al pie de la montaña se extiende apaciblemente
¡el conductor!

(Akitoshi)

Esto es 3, 3, 4;  3, 3, 2; que da tanto el sonido de la bocina como el ritmo de los cascos del caballo.

 

とんぼとぶとんぼのうへもとんぼとぶ空 

Tombo tobu    tombo no ue mo  tombo tobu  sora

Las libélulas vuelan…
sobre ellas también vuelan libélulas
en el cielo de las libélulas.

(Horyu)

 

No se trata de una imitación de sonidos como la de Tennyson, sino de un empeño por expresar la altura del cielo mediante la repetición del mismo sonido. Se corresponde con el uso que hace Bach de un motivo escalonado para sugerir el destino; que aquí representa el infinito.

わらうつつきよの好い音

Wara utsu    tsukiyo no yoi oto   shidashita

El golpeteo de la paja,
¡qué hermoso sonido ha llegado a ser
esta noche de luna!

(Masuo)

El pie[10] de cuatro unidades representa el golpe de la paja.

をちこちをちこちとうつ店かな

Ochikochi    ochikochi to utsu   kinuta kana

Aquí y allá,
allí y aquí,
golpeando los batanes.

(Buson)

あざみあざやかなあさの あめあがり

Azami      azayaka na     asa no     ame agari

El cardo brilla,
por la mañana,
después de la lluvia.

(Santōka)

3, 5, 5, 3. El sonido abierto de la “a” representa aquí el estado de ánimo alegre del poeta. La asonancia del principio y el final del poema, azami, agari, le da una forma completa.

Imagen 26

La golondrina, de Issa.

 

5.- La forma del haiku

Desde los primeros tiempos en Japón, parece haber existido un deseo en la alternancia de cinco y siete sílabas, la base de todos los versos japoneses. Los poemas largos continuaban con 5, 7; 5, 7; 5, 7; y terminaban con un 7. Como expresión del amor inherente de los japoneses por lo sencillo y breve en lugar de lo florido y largo, la forma del waka o tanka (que significa “poema corto”) se obtuvo reduciendo la serie a 5, 7; 5, 7; 7. Más tarde, al olvidarse el origen de la forma, ésta se convirtió en un 5, 7, 5; 7, 7; y las dos partes se llamaron Kami no ku 上の句, Estrofa superior; y Shimo no ku, 下の句, Estrofa inferior. Un poeta componía la primera, otro la segunda, las dos combinadas formando un solo poema. Esta forma doble se adaptaba a las conversaciones poéticas de los amantes, al envío y recepción de regalos, al planteamiento y resolución de acertijos, en definitiva, a todos los dúos y diálogos de ingenio rápido. En la era Heian, 794-858, era común no sólo entre las damas de la corte del lugar, y los nobles y las nobles, sino en los rangos medios de la sociedad. Los waka continuos se denominaban renga, poemas encadenados, y aquellos en los que predominaba el ingenio se conocían como haikai[11] renga, poemas encadenados ingeniosos. La primera de la cadena, es decir, la estrofa superior de 5, 7, 5 que iniciaba la serie, y que era la única estrofa que podía sostenerse por sí misma, se llamaba hokku発句, o Primera Estrofa. En la historia del haiku es, por tanto, digno de mención que fuera el comienzo de una cadena de pensamientos e imágenes poéticas, y que sus orígenes estén inextricablemente mezclados con el humor y el pensamiento agradable.

La secuencia 5, 7, 5 era un método para obtener unidad de forma, que corresponde a la rima y el acento en la poesía europea moderna; rima, el tono y el número de sílabas en chino; sílabas largas y cortas en latín y griego; aliteración en inglés antiguo. Formalmente, el haiku y el waka tienen el método más débil para hacer de un verso un todo. Sin embargo, esta forma tiene una potencia peculiar. Este 5, 7, 5 tiene un carácter ondulatorio de flujo, suspense y reflujo que es simétrico, pero en números impares. Además, hay una especie de naturaleza silogística que le da la máxima claridad, aunque en realidad no contenga elementos lógicos y a menudo sin conexiones intelectuales entre las partes:

El viejo estanque;
una rana salta dentro,
el sonido del agua.

Compárese con:

Todos los hombres son mortales;

un negro es un hombre

por lo tanto, un negro es mortal.

El haiku no tiene una conexión lógica de premisa y conclusión, pero hay una sutil similitud entre él y el silogismo.

El “sonido del agua” está contenido, implícitamente, en “el viejo estanque”, así como “un negro es mortal” está contenido en “todos los hombres son mortales”. Hay un ascenso, un suspenso y una caída de significado poético en el uno como hay de intelectual en el otro. No hay nada nuevo en ninguno de los dos, pero sí la satisfacción ratiocinética en uno, y un significado poético en el otro.

El esquema 5, 7, 5 se mantuvo de forma bastante estricta hasta nuestros días. Algunos haikus, sin embargo, eran extremadamente irregulares. El siguiente, de Kikaku, uno de los alumnos de Bashō, es 8, 8, 5:

猫にくはれしを蛬の妻はすだくらん

Neko ni kuwareshi wo    kōrogi no tsuma wa    sudakuran

Comido por un gato,
la mujer del grillo
chirriará su canto fúnebre.

(Kikaku)

 

Los siguientes versos, del propio Bashō, son muy irregulares:

芭薫野分して 盟に雨を きく夜かな  [8, 7, 5]

Bashō nowake shite    tarai ni ame wo    kiku yo kana

El bananero en la tormenta de otoño,
la lluvia goteando en la bañera…
escuchando esa noche.

(Bashō)

 

櫓の声波を打つて腸氷る夜や涙 [10, 7, 5]

ro no koe nami o utte   harawata kōru   yo ya namida

¡Una noche helada!
el sonido del remo golpeando la ola;
lágrimas.

(Bashō)

 

枯朶に烏のとまりたる や秋の暮  [5, 10, 5] [12]

Kare-eda ni    karasu no tomaritaruya    aki no kure

En una rama marchita
se posa un cuervo;
tarde de otoño.

(Bashō)

 

躑躅生けてその陰に干鱈割く女 [6,8,5]

tsutsuji ikete   sono kage ni hidara   saku onna

Tras una maceta de azaleas,
una mujer desgarrando
bacalao seco.

(Bashō)

Los poemas de más de diecisiete sílabas han sido muy comunes desde los tiempos más remotos, pero los versos de menos de diecisiete son raros. Un ejemplo de Buson, dado recientemente, dieciséis sílabas:

をちこちをちこちとうつ店かな

Ochikochi    ochikochi to utsu   kinuta kana

Aquí y allá,
allí y aquí,
golpeando los batanes.

(Buson)

Lo extraño de este verso es que da una sensación de longitud, de una infinidad de sonidos.

Cabe mencionar que los waka también muestran una irregularidad similar de forma, aunque no tan grande.

Sobre el regular 5, 7, 5 se superpone a menudo un esquema rítmico o división silábica bastante diferente. Por ejemplo, en el siguiente de Shiki, la forma de tres partes es retóricamente en dos partes, dividiéndose únicamente entre kite y haregi:

 

初芝居見て楽て       晴着末だ戦がず

Hatsu-shibai mite kite           haregi mada nugazu

Con sus mejores galas,
volviendo del primer teatro de este año
,
¡aún no se las ha quitado![13]

(Shiki)

 

En el siguiente, de Bashō, la división es cuádruple:

猿を聞く人      捨子に      秋の風      いかに

saru o kiku hito      sutego ni     aki no kaze        ikani

Triste ante el llanto del mono,
al ver al niño abandonado en el viento de otoño,
¿cómo se sentiría?

(Bashō)

El ritmo 5, 7 que dominó la poesía japonesa durante tantos siglos, ha sido cuestionado últimamente. Ahora encontramos “haiku” tales como:

影も目高

Kage mo medaka

Las sombras también,
pez aguja.

(Seisensui)

 

小母さんのうせんかつら咲きましたのうぜんかつら

Oba san nōzenkatsura sakimashita nōzenkatsura

¡Tía!
Una gran flor de trompeta ha florecido,
¡Una gran flor de trompeta!

(Ippekiro)

Los conservadores atribuyen esta ruptura con las convenciones poéticas a las influencias extranjeras, y no cabe duda de que en parte es así. Hashi Maseki, 橋間石, en su libro, Lecture the History of Haiku, 俳史講話括, también dice que este cambio se debe a la pérdida de respeto y práctica del renga, que esto se debe de nuevo a la influencia de Shiki, y en última instancia a las mismas influencias extranjeras.

 

6.- Kireji

Los kireji son una especie de puntuación poética, o las marcas piano, forte, cresc. con sordino, en música, con las que el compositor del haiku expresa, insinúa o enfatiza su estado de ánimo.

Desde al menos la época de Sogi, 宗蔵, había dieciocho kireji fijados como marcas de renga: éstos aumentaron con el paso del tiempo. Los más importantes son tres: ya, や, kana, かな, keri, けり.

Ya corresponde a ¡Ah! u ¡Oh! en inglés, un suspiro de admiración, como en:

荒海や      佐渡によこたふ     天の川

Ara umi ya    sado ni yokotau    ama no gawa

¡Un mar salvaje!
y extendiéndose hacia la isla de Sado,
la Vía Láctea.

(Bashō)

 

櫓の声波を打つて     腸氷る     夜や涙

Ro no koe nami o utte   harawata kōru   yo ya namida

¡Una noche helada!
el sonido del remo golpeando la ola;
lágrimas.

(Bashō)

Puede expresar duda o incertidumbre, o una pregunta:

 

梅白し         昨日や鶴を           盗まれし

Ume shiroshi    kinō ya tsuru wo    nusumareshi

Las flores del ciruelo son blancas;
¿Ayer
fue robada la grulla?

(Bashō)

 

君や蝶          我や荘子の        夢ごろ

Kimi ya chō    ware ya Sōshi no   yume-gokoro

Tú eres la mariposa,
¿y yo el corazón soñador
de Sōshi?

(Bashō)

 

En este último ejemplo, los dos ya expresan la interpenetración de Sōshi, la mariposa, tú y yo. Puede mostrar una especie de pregunta retórica, o actitud de “Lo pensamos, pero te equivocas”, como en:

箱を出る         顔忘れめや       雛二対

Hako o deru    kao wasureme ya    hina ni-tsui

Sacando de la caja
este par de muñecas;
¿cómo podría olvidar sus caras?

(Buson)

Keri, けり, muestra que el tiempo ha pasado, algo ha terminado y se siente algún tipo de admiración o emoción ante ello:

 

湖の          水まさりけり       五月雨

Mizuumi no    mizu masari keri  satsuki-ame

El agua del lago
ha aumentado,
en las lluvias de junio.

(Kyorai)

 

Un buen ejemplo del uso del kireji es el siguiente poema de Buson:

 

大雪と       なりけり開の      戸ざし時

Ōyuki to   nari keri seki no    tozashidoki

Una gran caída de nieve,
justo cuando están cerrando
las puertas de la Barrera.

(Buson)

Aquí keri divide el poema en dos; la forma 5,7,5 tiene una forma 9,8 superpuesta sobre ella. El 3 late junto con el 2 recordándonos a Brahms.  Keri también tiene el efecto de hacer pesado el verso, expresando así el peso de la nieve y la pesadez de la Barrera.

Kana es tan común que a veces casi carece de sentido, pero normalmente tiene un efecto muy similar al kana y al kamo del waka, el de la exclamación de una emoción que el verso implica. También hace que la palabra mencionada antes de ella sea el centro del interés poético y de la energía.

 

7.- Haikus en secuencia

Shiki y otros de su época, por ejemplo Natsume Sōseki, escribieron muchos haikus en secuencia. Shiki escribió numerosos grupos de diez, por ejemplo:

ところどころ鹿の顔出す茂かな

Tokoro dokoro    shika no kao dasu    shigemi kana

Aquí y allá
un ciervo muestra su cara
a través de la maleza.

 

釣味に入日洩りくる茂かな

Tsuridoko ni    irihi mori kuru    shigemi kana

El sol del atardecer
se filtra entre la maleza
hasta la hamaca.

 

日じるしの喬木茂る小村かな

Mejirushi no    kyūboku shigeru    komura kana

Los árboles altos,
creciendo juntos por el pequeño pueblo,
un hito.

 

山伏の法蝶吹きたつる黄りかな

Yamabushi no    hora fuki tatsuru    shigeri kana

Los Yamabushi[14]
soplan su caracola,
entre la maleza.

 

植木屋はらず庭の茂かな

Uekiya wa    kitarazu niwa no    shigemi kana

El jardinero no viene;
el jardín
es todo salvaje y sin recortar.

 

柱にもならで茂りぬ五百年

Hashira nimo    narade shigerinu    gohyaku-nen

Han crecido
durante quinientos años…
pero no se han convertido en pilares.

 

人住まね湖中の島の茂りかた

Hito sumanu   kochū no shima no    shigeri kana

En una isla del lago
donde no vive nadie,
el follaje es denso.

 

一門はみな四位五位の茂りかな

Ichimon wa    mina shii goi no    shigeri kana

Árbol genealógico:
todo el Cuarto rango, el Quinto Rango,
está floreciendo.

 

墓の木は浅りぬたまや腐るらん

Haka no ki wa    shigerinu tamaya    kusaru ran

Los árboles de alrededor de las tumbas están demacrados;
los espíritus de los muertos y su santuario
bien pueden pudrirse aquí.

 

天狗住んで斧入らしめず木の茂

Tengu sunde    ono irashimezu    ki no shigeri

Nadie puede usar el hacha
donde los árboles son densos,
allí habita un duende de nariz larga.

 

Estos versos (de Shiki) son muy desiguales y sólo están unidos por el shigeri. No son tanto una secuencia como diez variaciones sobre el tema de 茂り[15], “Desarrollando en profusión el rango”. O mejor aún, es una especie de passacaglia, en la que el tema se repite constantemente en alguna parte de las diez variaciones que lo rodean[16].

 

8.- Las estaciones en el haiku

Hay casi casi siempre una palabra de temporada en el haiku. Esta palabra puede dar el fondo atmosférico, puede ser una especie de semilla, un detonante que libere todo un mundo de emoción, de sonido, aromas y colores. Es pues, una forma de brevedad, de modo que cuando decimos “la luna” nos referimos a la luna llena de otoño. Si queremos hablar de cualquier otro momento, decimos oborozuki, 臓月, la luna brumosa (de primavera), kangetsu, 寒月, la luna fría (de invierno), etc. Si decimos “flores”, nos referimos a los cerezos en flor solamente. Cuando vemos “La fiesta de las muñecas”, pensamos en la primavera; “durmiendo durante el día”, en el verano; “el batán” en el otoño; “sembrar cebada” en invierno. La palabra estacional tiene la función adicional de unificar en un todo los elementos dispersos de la intuición. La estación puede ser el tema real del poema, aquello que debe ser aprehendido a través de lo que es el tema ostensible. Para los poetas, es una especie de álgebra poética o taquigrafía que les permite hablar entre ellos de secretos en los que el lector no poético no está iniciado. Hay algunos poemas que no tienen palabra de temporada, y se llaman “Haiku sin estación” 季無俳句. En ocasiones, un poema tiene dos palabras estacionales diferentes, por ejemplo:

月花や四十九年のむだあるき

Tsuki hana ya    shijūku-nen no   muda aruki

La luna y las flores:
cuarenta y nueve años
de caminar perdiendo el tiempo.

(Issa)

Lo siguiente no tiene ninguna palabra de temporada:

 

武蔵野やさわるものなき君の 笠

Musashino ya   sawaru mono naki   kimi ga kasa

La Gran Llanura Musashi;
no hay nada
que toque tu kasa[17].

(Bashō)

Hasta hace pocos años, el haiku era simplemente la poesía de las estaciones. Como se ha dicho antes, en cierto sentido podemos decir que la estación de cada verso es el tema, el verso conduce la mente a un vasto aspecto del mundo en el espacio y el tiempo. Así, cada haiku es un aspecto de una cuarta parte de la naturaleza tal como la entendemos en las zonas templadas. La procesión de las estaciones encuentra su contraparte y portavoz en el poeta cuando cambia conforme a los estados de ánimo de primavera, verano, otoño e invierno. Las estaciones, tan bien marcadas en Japón, eran ya un elemento distintivo de la poesía en tiempos de Manyō. Sin embargo, es importante señalar una vez más el efecto del renku en el haiku. En el renku, el primer verso o verso inicial, el hokku, siempre tenía una palabra de estación, y esto tenía el efecto de la estación en el haiku. En los últimos tiempos, con las ideas de libertad y espontaneidad, el convencionalismo y artificialidad de la clasificación estacional se ha hecho evidente, y hoy en día se escriben poemas sin ninguna palabra de estación; la estación no se expresa ni se insinúa. Esto es cuando el tema es de cualquier estación, por ejemplo, la luna, los pinos, las diversas actividades de los seres humanos; o cuando el tema en sí está por encima y más allá de todo significado estacional. He aquí un ejemplo:

心澄ませば林の奥の 雫なり

Kokoro sumaseba hayashi no oku no shizuku nari

Tranquilizar la mente,
en lo profundo del bosque
gotea el agua.

(Hōsha)

En lo profundo del bosque, pero claro y nítido, es el sonido de goteo del agua tras el chaparrón. Rara vez miramos, escuchamos o sentimos, casi siempre es ver, oír, tocar. Pero ahora escuchamos, y el agua gotea en las profundidades de la mente. La estación del poema, sin embargo, es bastante indefinida. Puede ser un chaparrón caliente de verano, una lluvia fría de invierno, la lluvia pesada y ensordecedora de la primavera que acaba de cesar. No es el agua de la primavera, sino simplemente el agua que está batiendo momentos inflexibles del tiempo. Para cualquier lugar del mundo, en cualquier momento, este poema es verdadero y válido.

Los haikus se han clasificado durante mucho tiempo según las estaciones y los temas de los versos. Existen, por así decirlo, cinco estaciones: Año Nuevo, primavera, verano, otoño e invierno; también hay algunos versos que no siguen ninguna estación en particular. Los temas del haiku eran limitados, hasta los tiempos modernos, a un número amplio de temas fijos. Hoy en día no se admite ningún límite. Sin embargo, una clasificación aproximada sirve de índice, y en este libro se ha seguido tal plan. Permite al lector encontrar un poema si recuerda su tema, y tiene la ventaja adicional de agrupar todos los poemas sobre el mismo tema. Sin embargo, al poner los versos en orden estacional, oscurecemos la evolución histórica del haiku y la de cada poeta. Además, existe el peligro de leer en los versos significados que en la época no había o que el poeta no pretendía. Pero hay varios puntos que señalar aquí. La historia del haiku es relativamente corta y, además, sólo han pasado doscientos cincuenta años desde la muerte de Bashō. Así, el trasfondo sobre el que debemos leer el haiku de cualquier época, la actitud general, estaba más o menos fijada mucho antes. Pertenece al budismo Mahayana, a la filosofía Kegon, a la practicidad y materialidad del Zen, a la simplicidad innata de la mente japonesa. Por lo tanto, cuando distinguimos a Bashō el espiritual, Buson el artista, Issa el humanista, Shiki el universal, no nos equivocamos si leemos el haiku de Buson desde el punto de vista de Bashō. De hecho, podemos y debemos des-moralizar ligeramente los haikus de Bashō cuando los leemos; podemos profundizar en el significado de las naturalezas muertas de Buson. El único peligro es uno en el que el presente escritor ha caído consciente pero involuntariamente, el de ser sutil y refinado en exceso, traer a la conciencia lo que debería dejarse en el inconsciente, filosofar en vez de ampliar la vida poética; en una palabra, hablar donde debería haber callado. En cualquier caso, cualesquiera que sean las diferencias de temperamento y experiencia de la vida de los poetas del haiku, lo que les debemos es la vida poética que vivimos en ellos y ellos en nosotros.

Cada estación, (excepto el Año Nuevo, que es demasiado corto para tal fin) se subdivide de la forma japonesa habitual:

  1. LA TEMPORADA

El calor o el frío, la brevedad o la duración del día.

  1. EL CIELO Y LOS ELEMENTOS

Se denomina en japonés 天文, astronomía. Incluye la nieve, la lluvia, el viento, las nubes, los relámpagos, las estrellas, las tempestades.

  1. CAMPOS Y MONTAÑAS

Se llama en japonés 地理, geografía. Comprende los ríos, el mar, las montañas, los páramos, los arrozales.

4.TEMPLOS Y SANTUARIOS

En japonés se denomina 前開, dioses y budas. A esto pertenecen los festivales budistas y sintoístas, las peregrinaciones, la visita a las tumbas.

  1. ASUNTOS HUMANOS

En japonés 人事 “las cosas de los hombres”. Trata del cambio de ropa, la pesca, las fiestas profanas, la plantación de arroz, fuegos artificiales, espantapájaros, etc.

  1. AVES Y BESTIAS
  2. ÁRBOLES Y FLORES

En japonés 植物 , botánica. Incluye también nabos, puerros, setas, etc.

 

9.- Traducción

El principio general de la traducción ha sido, por una parte, en la versión inglesa, nada que no figure en el original; por otra, tratar de dar a entender en la traducción lo que debe deducirse del japonés. La primera no es difícil, pero conduce a la aridez o la incomprensibilidad. Las implicaciones verbales son, por supuesto, en gran medida intraducibles, pero aún más las que son puramente gramaticales. Tomemos por ejemplo el poema de Kikaku:

 

日の春をさすがに鶴の歩み哉

Hi no haru wo    sasuga ni tsuru no   ayumi kana

Día de la primavera;
de hecho, la grulla
caminando, ¡ah!

(Kikaku)

 

“El día de la primavera” era el día de Año Nuevo, el primer día de primavera según el calendario lunar. Kikaku era un hombre rico, y siguiendo una antigua práctica china, tenía grullas domesticadas en su extenso jardín. Las grullas se pasean todos los días a su majestuosa y grácil manera, pero en Año Nuevo, su forma de pasearse por aquí y por allá es particularmente apropiada a la estación. Este es el punto de さすがにsasuga ni, que como dice Bashō en una crítica de este verso, es su vida y alma. Por tanto, podemos traducirlo como sigue:

Las grullas se pasean
en el primer día de la primavera,
fieles a su naturaleza
.

Pero aquí echamos de menos la conexión entre la naturaleza de la grulla, que se expresa más vagamente en el original, y la naturaleza del día de Año Nuevo, implícita al poner “El Día de la Primavera” en acusativo [18] aunque no es objeto de nada más en el verso. Por otra parte, el uso muy común, por no decir exagerado, de kana, es difícil de reproducir en inglés. Expresa un suspiro de admiración o de pena o de puro sentimiento poético, mucho más tranquilo y vago que “¡Oh!” o “¡Ah!” en inglés.

Otro uso de este mismo acusativo sin verbo es el siguiente:

 

蛸壺やはかなき夢を夏の月

tako tsubo ya   hakanaki yume wo   natsu no tsuki

Los pulpos en las trampas:
sueños pasajeros
bajo la luna de verano.

(Bashō)

 

La trampa se ata a un flotador, uki, y luego se sumerge. El pulpo piensa que la boca de la jarra es un agujero, y queda atrapado. Bashō vio estas jarras siendo sumergidas al atardecer en Akashi 明石 donde pasó una noche. Todavía se utilizan allí de esta manera. En el original, la frase está incompleta, ya que se omite el verbo después de yume wo. Esta vaguedad hace más sombría la vida de los pulpos; sentimos aún más profundamente, indirectamente la fugacidad de la corta noche de verano, la vida del pulpo, la vida de todas las cosas.

En el haiku, la forma es a menudo tan elíptica que somos capaces, sin esfuerzo de voluntad, de experimentar la unidad subyacente, subterránea a nosotros mismos y a las demás cosas. Lo que sigue es de Chora:

すかし見て星に淋しき柳 かな

Sukashi mite   hoshini sabishiki   yanagi kana

Esto es literalmente:

Mirando a través con estrellas sauce solitario ¡ah!

“Solitario” se aplica a las estrellas, al sauce, y también al espiar. Cada palabra tiene la potencia de ser superpuesta en cada una de las otras palabras, las diecisiete sílabas así en una sola palabra. Podemos traducir:

Espiando
a través del sauce solitario
con estrellas.

(Chora)

El poeta también está presente, impalpable como la propia soledad. Otro ejemplo, de Bashō:

吹き飛ばす石は浅間の野分哉

fuki tobasu   ishi wa Asama no   nowaki kana

Piedras que soplan,
la tormenta de otoño
desde el Monte Asama
.

(Bashō)

Esto realmente dice “Piedras que soplan”. Aquí la confusión de sujeto y objeto ayuda a la mente a unificar los diversos fenómenos discretos. Podríamos esperar,

吹きとばさる石は

piedras sopladas,

o al menos:

石を吹きとばすは、

el soplo de las piedras.

 

Tomemos el conocido poema de Sodō:

 

日に青葉山部公初松魚

Me ni aoba    yama hototogisu    hatsu-gatsuo

Para la vista, las hojas verdes,
el hototogisu de montaña,
el primer bonito.

(Sodō)

Aquí la elipsis, la omisión de “para el oído”, “para el sentido del gusto” no es mera brevedad; el hototogisu y el bonito también se aprecian débilmente. En la traducción, la cuestión del singular y el plural es importante. Un japonés que lee el original, instintivamente hace su imagen mental según su capacidad poética, no siempre tan clara como la versión inglesa. En los siguientes ejemplos, las razones para el singular y el plural deben quedar claras:

 

雨蛙芭蕉にのりて戦ぎけり

Ama-gaeru    bashō ni norite    soyogi keri

La rana del árbol,
montando la hoja de plátano,
se balancea y tiembla.

(Kikaku)

暁や鵜能に眠る鴨の病れ

Akatsuki ya    u-kago ni nemuru   u no yatsure

Crepúsculo matutino;
en su cesta, los cormoranes
dormidos, exhaustos.

(Shiki)

 

Por regla general, lo que se pretende en el haiku es lo singular. Las cosas singulares son las que llaman la atención y mueven la mente poética del poeta del haiku, pero hay ciertas excepciones, por ejemplo, los cerezos en flor y otros árboles en flor, las hojas jóvenes de primavera, gansos salvajes, melones, mosquitos, luciérnagas.

La cuestión del pronombre personal también es importante. La evitación, o mejor dicho, la falta de su uso en griego y latín, en chino y japonés, tiene un profundo significado, y cuando utilizamos los pronombres personales en la traducción, toda la sensación de vida cambia. La oposición entre ego y cosmos está ahí, y una vez ahí, es inextirpable. En el sentimiento oriental, en su poesía, arte y música, el cosmos está impregnado de “Yo”, aunque no coloreado por él. El “yo” está compenetrado con el cosmos, pero no abrumado por él. De hecho, sería difícil de entender cómo el Zen, como cuerpo independiente de experiencia ordenada, podría haber llegado a existir o prosperar, excepto en un país donde el ego fue sistemáticamente suprimido por el lenguaje y las costumbres. Wordsworth dice: “Vemos la vida de las cosas”, pero el hecho es que se trata de nuestro ver lo que es la vida de las cosas.

El movimiento romántico en la literatura inglesa, ejemplificado por Byron y Shelley, fue una glorificación del ego en la poesía como nunca antes se había visto en el mundo. En este sentido, la valoración continental de Byron es correcta. En comparación con semejante tea, luz de las velas, el brillo de las luciérnagas del haiku no debe parecer más que un destello. Sin embargo, es precisamente por este Nirvana del yo, esta aparente aniquilación de sí mismo, por lo que todo lo demás adquiere su significado:

Cuando los semidioses se van,

llegan los dioses.

Cuando el hombre al dejar de ser hombre se convierte en Hombre, entonces y sólo entonces

Ni un gusano es partido en vano.

La interpretación que el autor hace de muchos de estos poemas puede ser un tanto arbitraria, extrayendo significados nunca previstos por los propios autores. Dentro de unos límites, esto se justifica no sólo por principios generales y por analogía con otros casos, por ejemplo Confucio en las Odas, sino por la práctica de los poetas mismos, que a menudo discutían sobre el significado de sus propios poemas o de los de otros poetas. Una ilustración muy pertinente es la disputa que tuvo lugar entre Bashō y Kyorai sobre el siguiente poema de este último:

岩鼻やこ にもひとり月の客

Iwa hana ya    koko nimo hitori    tsuki no kyaku

Al borde de esta roca
hay otro
observador de la luna.

(Kyorai)

En los 去來抄 Registros de Kyorai, se produce la siguiente conversación:

去來日、洒堂は此の句を月の袋とすべしと 申し侍れど、予は客まさりなんと申す。先 師日、猿とは何事ぞ。汝此の句をいかに思 ひて作せるや。去來日、明月に山野を吟歩 し侍るに岩頭亦一人の騒客を見付けたりと 申す。先師曰、「こにもひとり月の客」と 名乗り出でたらんこそ幾ばくの風流ならぬ。 たゞ自稱の句となすべし。此の句は我も珍 重して『愛の小文』に書入れけるなん。予 が趣向は一等下り侍りけり。先師の意をも て見れば少し狂者の感もあるにや。

Kyorai dijo: “Shadō[19] afirmó que esto debe ser un mono, pero lo que yo pretendo decir es otra persona”. Bashō replicó: “¡Un mono! ¿Qué quiere decir? ¿En qué estabas pensando cuando compusiste el poema?” Kyorai respondió: “Mientras caminaba por los campos y las montañas, cantando bajo la luz de la luna llena, encontré, al borde de una roca, a otro hombre lleno de emoción poética”. Bashō dijo: “En la frase ‘Hay otro’, te anuncias a ti mismo; en esto hay poesía. Aprecio este poema y tengo la intención de incluirlo en “Pequeñas composiciones del altar ambulante[20]. Mi gusto poético está por debajo del más alto, pero en la interpretación de Bashō hay algo fantástico, creo yo.

Aparte de la cuestión de cuál de los dos tenía razón, tenemos aquí la divertida imagen de Bashō diciéndole a Kyorai, no lo que debería haber dicho, sino lo que debería haber querido decir con lo que dijo.

[1] Un relicario de Buda.

[2] NT.- Locha: pez de agua dulce.

[3] NT.- Se trata de un fragmento de “Jabberwocky”, un poema sin sentido y con palabras inexistentes escrito por Lewis Carroll sobre el asesinato de una criatura llamada “el Jabberwock”.

[4] NT.- El original en inglés es: When Ajax strives some rock’s vast weight to move, the line too labours and the words move slow.

[5] NT.- El sonido en inglés es: “Summer is coming, summer is coming, /I know it, I know it, I know it. / Light again, leaf again, life again, love again!” / Yes, my wild little Poet.

[6] Coleridge.

[7] Herrick.

[8] Fijémonos en las “u” y en las “a”.

[9] Crashaw, In the Holy Nativity of Our Lord God.

[10] NT.- El pie es la unidad métrica cuantitativa del verso griego o latino, formado por un número reducido de sílabas largas y breves (de dos a cuatro). En cada pie hay dos tiempos, uno de elevación y otro de descenso.

[11] Haikai es escrito con dos caracteres,俳諧, que significan “justo”, “cortés”.

[12] 5, 10, 5, es la original forma de este famoso poema.

[13] Todavía hablando entusiasmado de lo que había visto.

[14] Yamabushi o Shugenja, 修験者, sacerdotes itinerantes de tipo más bien militante.

[15] NT.- Matorral

[16] NT.- Shiki reconoció en sus diarios, por ejemplo en Una cama de enfermo de seis pies de largo, que estas series (generalmente de 10 o 15) eran meros ejercicios que él mismo se imponía, y recomendaba a amigos y discípulos para tener activa la mente e ir perfeccionando en sus escritos. Así los escribió sobre la maleza, los lirios, el martín pescador, etc.

[17] Sombrero en forma de paraguas hecho con tiras de madera.

[18] NT.- Complemento directo.

[19] Un médico de Osaka, discípulo de Bashō

[20] Una antología de sus discípulos poéticos que Bashō tenía intención de publicar, Oi no kobumi.