Todas las entradas de: el rincón del haiku

Enero 2019

¡Olor a la lavanda!

Gorjeos de gorriones

al atardecer.

Inés Rodríguez Cortés (13 años)

C. Diocesano (Albacete)

-.-

Guirnaldas de flores

descienden por el río.

Fiesta eslava…

Lina Shuliak   2º ESO (13 años

C. Diocesano (Albacete)

-.-

Atardece desde el barco.

Una ballena, a lo lejos,

expulsa vapor.

Miguel García Murcia 2º ESO (14 años)

C. Diocesano (Albacete)

-.-

Cascada de Ifran.

El ruido del agua

sobre las rocas.

Mohamed Faouzi 3º ESO 14 años

C. Diocesano (Albacete)

 

 

 

 

 

Rogelio Rodríguez -Viento-

 

 

 

 

Unas palabras del autor

Cada palabra es un acto de convivencia y cada instante, una profunda
interrelación. Ser testigo de cómo la vida se hace a sí misma es un don.

El camino jamás es solitario. La individualidad destierra lo sagrado.

Un paso no es otra cosa que la vida dando un paso.

Agradecer. Todo corazón puede escribir un haiku.

***************

cara a cara
en el borde de la senda
la libélula se posa

*

mañana de duelo…
el olor de la hierba
recién cortada

*

dos niñas ríen
tras matar a la hormiga-
los higos aún verdes

*

entre pedradas
la mariposa se aleja
del árbol en flor

*

la claridad
en el borde de las flores –
el canto de un grillo

*

la mariposa
se ha posado en una hoja
de su mismo color

*

suben y bajan
por un lugar del cielo:
los insectos brillan

*

mecida en la flor
la mariposa pliega sus alas –
el viento arrecia

*

una onda
se aleja brillando
de la cascada

*

a punto de posarse
una pequeña bandada
con la forma de la rama

*

las mandarinas
junto al insecto en la telaraña
madurando

*

en la puerta
tras la primera lluvia:
una hoja pegada

*

el pájaro abandona
la ramita de eucalipto –
el viento la dobla

*

dos caballos blancos
comen hierba con lluvia –
uno mueve la cola

*

el agua resplandece
al caer en la maceta –
luna creciente de agosto

 

HAIGA 1. CON EL MISMO PINCEL

Con el mismo pincel que un haijin escribe su haiku en el papel, también puede pintar lo que ha percibido en ese instante de conmoción ante un suceso que no lo dejó indiferente en el mundo. Ambas pinceladas, escritura e imagen, se convierten en una obra única que potencia el aware percibido. Así es una obra HAIGA, al menos así, en sus inicios.

HAIGA es un término compuesto por dos palabras:    HAI que refiere al poema haiku y GA, a imagen, pintura. Si bien es una práctica muy antigua, el término haiga es bastante moderno. En su obra, Blyth, dice que no se usaba ese término ni en la época de Shiki.

Una obra haiga entonces, es una expresión japonesa compuesta por una pintura y un haiku. Si bien constituyen una obra presentada en un mismo espacio, ambos se complementan entre sí. De esta manera el aware que es el basamento del haiku es también el mismo que se expresará en la pintura.

         La obra se fundamenta en una simple pero profunda emoción que intenta transmitir. Por lo tanto, la escena que se expresa, conforma una unidad entre el haiku y la imagen representada.

La pintura con tinta negra, sumi-e, es una técnica de pintura que utiliza los mismos elementos que se usan en la escritura: papel artesanal de arroz, pincel, tinta negra y tintero (los cuatro tesoros del pintor).

Haciendo historia, el japonés era una lengua sin escritura hasta la llegada de los ideogramas chinos, que en japonés reciben el nombre de kanji. Recién hay testimonio de escritura japonesa a partir del año 538. Con su avance, los poetas fueron de los primeros en dejar plasmado por escrito sus producciones. El “Kokinwakashu”, más conocido como “Kokinshu”, compiló 1.111 poemas antes del fin del primer milenio, alrededor del año 900.

La aparición del sumi-e en Japón se produjo una centuria antes, pero su difusión mayor y esplendor se realizó en el período Muromachi (siglo XIV-XVI). Este tipo de pintura había llegado de la mano de los monjes budistas.

Muchos denominan erróneamente al haiku como “poema zen”, tal vez la confusión se deba a la amplia difusión que tuvo esta expresión poética entre quienes practicaban el budismo. Sumado a ello, la práctica del ZEN GA o “pintura zen” se difundió junto con el budismo desde los monjes hasta los granjeros y miembros de la corte. Todo esto generó la combinación justa para la práctica conjunta: texto y pintura.

En el haiku  las imágenes internas se yuxtaponen entre sí. Igualmente una obra haiga contiene una yuxtaposición entre el haiku y la pintura. Esta imagen no es necesariamente una representación del haiku ni viceversa, sino que ambas haiku e imagen se complementan entre sí constituyendo una unidad, una obra en sí misma que es más que la suma del haiku y la pintura. La obra única resultante, amplía la posibilidad de percibir el aware expresado.

En sus inicios los haiga eran dibujados y escritos por el mismo autor. Hirata Shusui, artista japonés del siglo pasado, consideraba que lo ideal en el haiga es que una persona escriba el haiku y otra distinta realice la pintura. En este caso es fundamental que el aware expresado en el haiku sea percibido por el pintor que complementará la obra. La interacción que se dará entre ellos debe ser lo suficientemente estrecha para que la obra resultante no pierda la emoción, el sentimiento que generó el haiku.

         Desde principios del siglo XVII cuando comienza la difusión del haiku durante el período Edo, comenzaron también a crearse los primeros haiga de la mano de quienes practicaban el arte del haiku.

Un ejemplo de ello son los realizados por Basho. Él tenía un alumno, Morikawa Kyoriku, quien a su vez le enseñaba pintura. Entre ambos fueron creando haiga en los que compartían haiku y pintura.

Sin embargo es Nonoguchi Ryūho el que fue considerado como el fundador de los haiga. Si bien desde mucho tiempo antes ya había algunos autores que pintaban y escribían sus haiku en el mismo papel, es Ryūho el que comenzó a realizar este tipo de obra con frecuencia al principio del siglo XVII.

Entre los autores de haiga reconocidos además de Matsuo Bashō, encontramos a Kobayashi Issa, Matsumura Goshun, Kaga no Chiyo, Sakai Hōitsu, Sengai Gibon, Enomoto Kikaku, Hakuin Ekaku, Yosa Buson y Nonoguchi Ryūho entre otros.

 

 

 

Takeshita Shizunojo

Takeshita Shizunojo

Takeshita Shizunojo es una de las haijines japonesas de pre-guerra. Aunque no es muy conocida en Occidente ha sido una figura importante en Japón y sus haikus perduran en el tiempo.

 

tebukuro toru ya yubiwa no tama no usugumori

guantes de mis manos-

en la perla del anillo

una nube delgada

 

Nacida en Fukuoka el 19 de marzo de 1887 como la primera hija de Takeshita Hōkichi y su esposa Fuji, recibió una buena educación, especialmente en literatura, prosa, waka japonés y poesía china y desde muy joven se sintió atraída por el haiku.

En 1912, cuando tenía 25 años, se casó con Mizuguchi Hanzō, más tarde director de la escuela agrícola de Fukuoka, que fue aceptado de buen grado en la familia Takeshita ya que el padre de Shizunojo no tenía hijos varones que le sucedieran.

 

kotoshi nao sono fuyubōshi sodaizuma

el Año Nuevo,

pero con el mismo sombrero de invierno,

mi gran marido.

 

El matrimonio tuvo cinco hijos, dos varones y tres mujeres.

 

Uno de sus haikus más famosos es éste:

 

Mijikayo ya chichi zeri naku ko wo sutechimao ka

noche corta de verano –

¿debo ignorar a mi bebé

que pide leche?

 

Acerca de este haiku la autora comentó en determinada ocasión:

“Expresa el grito sincero de una mujer en un momento dado, cuando se encontraba perdida espiritual, física y materialmente, atrapada mitad por ella misma y mitad por las viejas costumbres en este período de transición.”

 

En 1919 comienza a tomar clases con Yoshioka Zenjido, editora de la revista Amanogawa, pero todavía no encuentra su camino en el haiku. Ella deseaba escribir haiku sin las restricciones que determinadas escuelas propugnaban. Más tarde, en 1928, se convirtió en estudiante de Takahama Kyoshi, durante un viaje que éste realizó a Fukuoka, logrando ser aceptada al año siguiente como nueva integrante de la revista haiku Hototogisu gracias a la calidad de sus poemas.

A lo largo de los años compaginó su labor como madre y esposa con el haiku, arte que le apasionaba. Su vida transcurría con normalidad hasta que el 25 de enero de 1933, cuando tenía 46 años, Hanzō, su esposo, murió repentinamente de una hemorragia cerebral. Ella, lejos de amilanarse, cuidó a sus hijos sola, trabajando como bibliotecaria en la biblioteca de la prefectura. Tras la pérdida de su marido, se volcó aún más que antes en el haiku.

 

Tsuma yuku to seiten haru no yuki wo furu

mi marido se fue –

copos de nieve de primavera

caen del cielo azul

 

 

mame fuete masumasu hikaru yubiwa kana

Cuantos más callos,

más radiante

brilla mi anillo.

 

sokubaku no zeni wo ete eshi asebo wa mo

una miseria es lo que gano,

junto con frecuentes

sarpullidos por calor

 

 

En 1937 ayudó a formar la Liga de Estudiantes de Haiku, reuniendo estudiantes amantes del haiku de Tokio, Kyushu y otras universidades. Su revista Seisōken es dirigida por su hijo mayor Yoshinobu. Más tarde, Nakamura Kusatao también participó en la dirección de la revista que lanzaría a Kaneko Tōta y otros grandes talentos.

 

ame  kaze ni mokumoku to shite mozu no fuyu

en la lluvia y el viento,

no chilla en absoluto

el alcaudón en invierno

 En 1940 se publica su libro Hayate (Viento racheado) que incluía 335 poemas.

Pero el 14 de agosto de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial terminaba con una derrota del Imperio Japonés, sufre un nuevo golpe en su vida: Yoshinobu, su hijo, muere de tuberculosis a la temprana edad de 31 años. Shizunojo tenía 58 años en ese momento.

 

yo nagaki me kaiko no gotoku ine ireri

toda la noche-

una mujer dormida

como un gusano de seda

 

En esta época también pierde gran parte de los campos que había heredado de su abuelo a través de las reformas agrarias. A pesar de tener una afección renal crónica, y con el fin de preservar la tierra restante, unas cinco hectáreas, construyó una pequeña cabaña en esos terrenos y se dedicó al cultivo de arroz, que enviaba a sus hijos en Fukuoka, al tiempo que cuidaba de su débil madre.

 

taku no kai shinkai  no fu wo  hiso  to him

conchas sobre la mesa

ocultan las melodías

de las profundidades del mar

 

kakizome ya osana oboe no manyooka

primera caligrafía escrita –

un poema del Manyo-Shu

recuerdo de mi infancia

 

El día dos de enero en Japón las personas toman el pincel por primera vez en el Año Nuevo.

 

shūu kinu omoki seii wo  omokarashime

“Un día de octubre, despedí a un amigo que había sido reclutado a causa de la guerra con China”

la lluvia otoñal

hace que su uniforme pesado

sea aún más pesado

shoko kurashi yūbe oboro no shoma asobu

la biblioteca al atardecer –

jugando en el crepúsculo primaveral

los duendes de los libros

 

En 1949, comenzó a dirigir la comunidad haiku en la Universidad de Kyūshū, actividad que continuó hasta el final. Murió el 3 de agosto de 1951, a los 64 años, en el Hospital Universitario de Kyūshū como consecuencia del empeoramiento de la enfermedad renal que padecía desde hacía muchos años.

Encontró su último descanso con su marido y su hijo mayor. En la lápida se pueden leer las palabras Ryokuin ya «Oh, la sombra del verde»

 

kosaku sōgi ni kakawari mo naku ine to Naru

sin preocuparse

por la disputa de los inquilinos,

las plantas de arroz han crecido.

 

 

Sanka moyu kenkon no yami ni yurugi  naku

fuego en las montañas –

entre el cielo y la tierra

oscuridad como siempre

 

ka no koe no naka ni shisaku no ito wo eshi

en el zumbido del mosquito,

un hilo de pensamiento

comienza en mi mente

katakuna ni nikki wo kawanu onna nari

obstinadamente

rehúsa comprar un diario

esta mujer.

hifun ari hakishi suika no shushi kuroku

dolor y rabia-

escupo negro y negro

semillas de sandía

ten ni kengyū chi ni onna ite kate wo ou

El Pastor resplandeciente en el cielo,

una mujer se inclinó

bajo un paquete de comida

 

Escrito el 7 de julio de 1949.Según la leyenda, el 7 de julio es la única noche del año en la que los amantes celestiales, Altair, el pastor, y Vega, la tejedora, tienen permitido reunirse. Cuatro años después del final de la guerra, todavía había una grave escasez de alimentos y así lo refleja la autora en este haiku.

 

Takeshita Shizunojo kubun shū (La colección de haiku y prosa de Takeshita Shizunojo) se publicó en 1964.

 

 

Nieve feroz-

¿Cuántas cosas

dejo sin escribir?

 

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Para realizar este artículo se han consultado las siguientes fuentes:

Los haikus han sido traducidos desde el inglés, por lo que pueden existir variaciones respecto al japonés original.

La Luna (haibun infantil 1)

Introducción

La luna y otros haibun” es (era) un librito, como su nombre indica, de haibun, pero de haibun para niños que llevaba guardado en los cajones virtuales de internet durante un tiempo. Estuvo a punto de publicarse, pero por problemas económicos…poderoso caballero es don dinero, nunca llegó a ver la luz.

Soy maestro de profesión y siempre he intentado llevar el haiku, como forma poética creativa y activa al aula. Es por ello que me decidí a hacer un librito de haibun infantil. Algunos de estos haibun, no todos, los leyeron mis alumnos.

Cuando se me propuso una serie anual, pensé en esta colección de haibun infantiles ocultos en internet y en mi memoria y creí que la oportunidad que me daba “El Rincón del Haiku” era inmejorable para publicarlo y hacerlo visible.

Gracias.

 LA LUNA

Haibun infantil 1

La luna. Unas veces redonda; algunas veces, oculta y otras veces creciendo o decreciendo…De todas las formas y maneras y a todas las personas nos llama la atención… Nos despierta un “¡oh!”, nos quedamos mirándola asombrados.

Pero, sin duda, la luna que más “¡oh!” nos despierta es precisamente aquella que cabe en la exclamación. La luna llena. Tan redonda, tan luminosa, tan bella.

No hay nadie que no se asombre ante su grandeza. ¿Quién no ha visto la luna llena, grande y redonda, y no ha dicho: “¡mira!”?

La luna no nos deja de asombrar y la vemos desde niños. Esa luz en medio de la noche, en medio de la oscuridad. Esa luz que se reparte igual por toda la Tierra. La podemos ver en la ciudad, en el pueblo, en la aldea…pero donde mejor se ve, sin duda, es en el campo abierto…donde ningún edificio ni ningún rascacielos la puede ocultar…

En las ciudades se oculta en algunas calles…La ocultamos, pero la encontramos…porque la luna está ahí, aunque el hombre, quizá sin pensarlo, quizá sin saberlo, casi la hace desaparecer en algunas zonas de la ciudad.

entre dos calles

que nadie recorre,

la luna llena

 

 

 

 

 

 

 

 

Dejar de ser los protagonistas

Introducción

En el prólogo del libro “Nieve, luna, flores” de José María Bermejo, leemos: “La engañosa facilidad del poema ha inundado las antologías con millones de frivolidades”, el mismo Bashô había dicho que una vida entera apenas da para unas cuantas iluminaciones: “El que crea de tres a cinco “haikus” durante su vida es un poeta de “haiku”. El que llega a diez es un maestro.”

Evidentemente un conocimiento poco profundo del tema nos lleva a escribir mal, y puede ser poco profundo aunque se hayan leído varios libros sobre el tema y se tengan conocimientos “intelectuales”. No en vano un viejo texto chino da esta pauta, tan válida para el pintor como para el poeta: “Dibuja bambúes durante diez años, hazte un bambú; después olvida todo lo que sepas de bambúes mientras estás dibujando.”

O sea que, si bien estamos ante una forma de poesía sencilla, porque al haiku la sencillez le es tan fundamental como sus pocas sílabas, no es menos cierto que la sencillez del haiku no es fácil, que su facilidad solo es aparente. Un signo de la riqueza del haiku lo encontramos en las paradojas que constituyen su esencia: utiliza la palabra para transmitir lo que no se puede decir con palabras, transmite un instante y en ese instante la misma eternidad, se sirve de lo concreto para llegar al símbolo, de la sensación para atraer lo espiritual.

En estas entregas trataré de compartir esa parte de aprendizaje, intuiciones y reflexiones que estoy transitando, pues para llegar a expresar nuestras percepciones en forma de poema haiku debemos embarcarnos en un camino de despojamiento, de trabajo interior que nos lleve a disolver nuestro ego y nuestra vanidad para no volcar en nuestros intentos de haikus todo lo que debe callarse.

 

Dejar de ser los protagonistas

 “Una de las funciones del haiku es transformarnos, abandonar

nuestros laberintos mentales y oxigenar nuestro mundo interior”

Vicente Haya

  

Dejar de ser los protagonistas de nuestros haikus no es algo que resulte fácil, principalmente porque estamos acostumbrados a que todo gire en torno nuestro. Incluso, puede llevarnos trabajo reconocer que nos hemos priorizado sobre el resto de cosas que están sucediendo en ese mismo momento y en ese mismo lugar.

Por dar un ejemplo, en este haiku:

 

El perro arrastra

hasta mis pies helados

la rama con nieve.

 

puede parecer que el frío es el protagonista, y por ende la rama, el perro y la nieve. Y, sin embargo, el “yo” no solo está presente sino que toma relevancia y salta a un primer plano en esos “pies helados”.

Quitarnos de en medio, dejar de ser el tema de nuestros haikus, es una de las primeras tareas que debemos afrontar si deseamos si deseamos escribir con haimi, con sabor de haiku. Para conseguirlo debemos dejar de creernos el centro del mundo; es entonces cuando, tal vez, de esa misma vivencia podremos escribir algo así:

 

La rama con nieve

que el perro arrastra

va perdiendo la nieve

 

Porque cuando uno se sabe solo un elemento más de una escena, se pueden ver otras cosas que suceden. Cosas que si somos los protagonistas, perdemos de vivir conscientemente. Para que nuestros “pies helados” no sean lo más importante de un momento vivido, debemos considerarnos una parte más del todo, y así “la rama con nieve que va perdiendo la nieve” captará nuestra atención, nos permitirá vislumbrar un pellizco de lo inefable, sentir un aware más profundo.

 

Mientras llevemos el “yo” a cuestas nos empeñaremos en decir lo que pensamos, lo que queremos, lo que sentimos. Por ello, cuando nos iniciamos en el “camino del haiku”, una de las primeras cosas sobre la que debemos trabajar es sobre nuestro “yo”; un buen maestro nos ayudará a entrar en ese proceso de desprendimiento de capas de importancia y de soberbia desde las que es imposible escribir uno de estos breves poemas y pretender que sea un haiku.

 

Solo cuando no nos consideremos el centro de nada, aquello que escribimos y que parece representar solo una escena objetiva, y que de hecho lo hace, tendrá profundidad y significado; pero para lograrlo el poeta debe estar embarcado en un camino de despojamiento que le permita percibir el mundo. Sentir el mundo para ser capaz de asombrarse con sencillez por la vida que se manifiesta. Esa “vida” que hace posible el asombro, la conmoción, el aware, que intentará transmitir en su poema. Esto es lo maravilloso del camino del haiku, nos va mostrando el mundo, nos va puliendo, nos amplía la mirada, y nos vamos relegando, mixturando con la vida.

 

Doce

El ábrego ya se cansó de jugar con las hojas… La lluvia anuncia lo que está por venir. A lo lejos pueden verse en las montañas las primeras nieves… Hace frío… un frío que no se si ha llegado de lejos o siempre ha estado dentro de mí…

Atrás quedó la calidez del “viento de las castañas”, ahora sopla un viento nuevo, del noroeste… siempre enérgico, siempre lleno de incertidumbre. Trae nubes densas, voraces, que se tragan, presurosas, cualquier indicio de luz… Llega el invierno y con él miles de pequeños pájaros que dejaron atrás cientos de kilómetros. Petirrojos, mosquiteros, lavanderas enlutadas… no sé si los empuja el frío… no sé si el frío llega prendido en sus diminutas alas… no sé…

Camino junto al río. Una bandada de azulones nada entre los jirones de la bruma que flota sobre la superficie del agua. Todo late a un ritmo lento… el paisaje se atisba semidormido en un sueño teñido en blanco y negro… La vida, agazapada en el silencio, aguarda la llegada de otros vientos… Respiro, profundo… se disipa en el aire el vaho que sale de mi boca… por un instante la bandada de azulones parece nadar entre los jirones que deja mi aliento.

La niebla tiene mucho de misterio, todo lo que está al alcance de la mano es diáfano, sin embargo, al mirar más allá nada es fácil de discernir; bastan unos pocos pasos para que aquello que asomaba distorsionado se vuelva nítido y aquello que teníamos como certeza se torne incertidumbre…

Camino, paso a paso… El invierno será largo, quizás muy largo… mas siempre volverán a soplar nuevos vientos de primavera…

 

Nada parece lo mismo…

En la casa derruida

ha crecido un árbol

 

Dedicado a “Tíni”

Asturias, donde la tierra siempre es verde.

Entrega nº 32. 13 de junio

– No me importa no tener utensilios de lujo, pero sí es cierto que aún quería tener una piedra de tinta de buena calidad. Sin embargo, como había escuchado que si no llego a la irónica suma de dos o tres yenes no encontraría nada bueno, había abandonado la ilusión. Pero no sé por qué, recientemente la idea me había vuelto a la cabeza, más insistente, de nuevo, aunque sé que es completamente ridículo para alguien en mi situación, gastar tanto dinero, y por tanto debo quedar satisfecho con una tinta de piedra común, de diez o quince centavos.

Fue entonces cuando Hekigotô llegó con la piedra de Kitô, su hermano mayor fallecido, que en su momento reclamó. En un lado se socava un rectángulo, en el otro hay hojas de platanero talladas. No creo que el material sea de una calidad demasiado excepcional, pero esta piedra que seguramente ni siquiera llegue a los quince centavos, tal vez sea mejor, pues es de las que se venden en las Ferias-Exposiciones, y además es un recuerdo de Kitô. Por todo ello despierta en mí nostalgia, y yo, la miro atentamente, mañana y noche, a mi lado, junto a mi cabecera.

La tinta líquida,

secándose sobre las hojas enrolladas

del platanero

Bokuju no / Kawaku bashô no / Makiba kana

-.-

 

Peonias herbáceas.

Se dispersa el polvo*

en el tintero

                                                            *ralladura de la piedra de tinta

Shakuyaku wa / Chirite suzuri / Hokori kana

-.-

 

Lluvias del quinto mes.

Tal vez pida prestada

una buena piedra de tinta

Samidare ya / Yoki suzuriishi / Kari etari

 -.-

Notas del traductor y las fuentes

 

– E. Lozerand, el traductor de Shiki, llama al hermano de Hekigotô, Takemura Kitô. Por el contrario, su biógrafa J. Beichman, le llama Takemura Kôtô. Respeto el nombre usado según la fuente.

– Takemura Kitô (1866-1901), era el hermano mayor de Kawahigashi Hekigotô, y un amigo cercano de Shiki. Se dedicó a un importante trabajo lexicográfico que interrumpió su muerte prematura.

Shiki le dedica una entrada (la del 7 de febrero de 1901) en su anterior diario titulado Una gota de tinta. Reproduzco a continuación, en castellano, dicha entrada.

………………………………………………..

–7 de febrero (en Una Gota de Tinta)

Los diccionarios del idioma japonés han progresado lentamente desde el Genkai, pero aún deben perfeccionarse, no hace falta decirlo. Mi amigo Takemura Kôtô (Tan) siempre fue muy consciente de esto, y su mayor deseo era dedicar su vida a la creación de un diccionario completo e íntegro. Debía incluir todas las palabras especializadas y técnicas, además de las del lenguaje coloquial. Y la historia de cada palabra (su origen y cambios en el significado) también debía ser explicada. Sin embargo, él no tenía los recursos financieros necesarios para un proyecto tan grande, así que cuando la editorial Fuzambô le prometió la oportunidad de compilar uno bajo sus auspicios, se fue a trabajar allí provisionalmente. Sin embargo, lo saturaron con trabajos para libros de texto, y no pudo cumplir con su ambición. Finalmente se fue, y en primavera del año pasado se convirtió en profesor de la Escuela Normal Superior de Mujeres. En septiembre, contrajo tuberculosis e ingresó en el Hospital de la Cruz Roja. Hicieron todo lo que pudieron, pero nada ayudó. El primero de febrero de este año ingresó en el reino de los muertos.

¿Me duele por él, que no pudo compilar un buen diccionario para la sociedad, o lo siento por mi vínculo con él, roto en una mañana? Ni él, ni yo ni nadie, podía pensar que moriría antes que yo. Mi viejo maestro Kawahigashi Seikei tuvo cinco hijos. Kôtô fue el tercero. La familia Takemura lo adoptó. El cuarto es Kazen, el quinto Hekigotô. Kôtô tuvo tres hijos, todos aún jóvenes.

………………………………………………..

  • Las Ferias-Exposiciones a las que Shiki hacer referencia, eran unos eventos comerciales típicos de ya entrada la Era Meiji (1868-1912) y Taishô (1912-1926), destinados a fomentar el comercio y la industria. La primera tuvo lugar en 1877.

Entrega nº 31. 12 de junio

En un libro de texto para escuelas superiores femeninas, se ha incluido un texto de Ishikawa. En él, se hace una referencia a un lugar de muy dudosa reputación de Ryogoku, llamado Yotsume-ya. De repente, se ha provocado un escándalo y se ha culpado, o al autor del libro de texto, o a los funcionarios de la Junta de Aprobación. Pero, en mi opinión, incluso habiendo grados de culpabilidad, el enfoque de la crítica elegido por los censores, señalando, bien la negligencia del autor, bien la de los funcionarios, es incorrecto. Hubiera sido mejor hacerla desde otro punto de vista. De hecho, es su ignorancia la que debe ser cuestionada. Apuesto a que probablemente, ni uno ni otros sabían qué era Yotsume-ya: por eso el primero lo mencionó en su libro de texto y por eso mismo también, los otros le dieron permiso.

Así, si es su ignorancia lo que provocó este desafortunado resultado, ¿no es más bien eso lo que se debería criticar? Hasta ahora, los especialistas en literatura nacional, o aquellos pertenecientes a los Kokugaku (estudios nacionales), solo han dedicado sus esfuerzos al estudio del Cuento de Genji o a Notas de almohada; y aun estando en tiempos modernos, solo les interesa lo de entonces. Al comienzo del Clan Tokugawa, se contentaban con despreciar a todos lo demás, rechazarlos y no prestarles atención, de modo que ocho o nueve de cada diez, ignoran por completo trescientos años de literatura. En este incidente de Yotsume-ya, su ignorancia no es muy grave en sí misma, y ​​no hay que echar más leña al fuego, pero en realidad, si vamos un poco más lejos, este episodio atestigua claramente los efectos producidos por la ausencia de cualquier investigación en la literatura en la etapa de los Tokugawa: es por eso que deseo denigrar lo más posible la incompetencia de estos especialistas de la literatura pseudo-clásica. Nos debe sorprender, en particular, la grosería de un autor de libros de texto que cita algo en su trabajo, sin siquiera comprender su significado. Los especialistas en literatura, deberían aprovechar la oportunidad de generar un riguroso examen de conciencia.

 

Notas del traductor y las fuentes

 

Ishikawa Masamochi (1753-1830), fue un erudito, estudioso de Kokugaku (escuela de filología y filosofía japonesas que se originó durante el período del shogunato Tokugawa que estudiaba principalmente a los clásicos japoneses, de la que se habla más adelante) y escritor de libros yomihon y kyôka.

– El clan Tokugawa fue uno de los clanes más poderosos de Japón. Alcanzaron el dominio de Japón durante el período Edo, en donde establecerían el shogunato Tokugawa entre 1603 y 1868.

Kyōka («salvaje» o «poesía loca») es un subgénero paródico popular la poesía japonesa tanka, con un metro pues de 5-7-5-7-7, una waka cómica. La forma floreció durante el período Edo (siglos XVII-XVIII) y alcanzó su cenit durante la era Tenmei (1781–1789). De la misma manera que los poetas en el estilo kanshi (poesía china de los poetas japoneses) escribieron poemas humorísticos kyōshi (ver más abajo), los poetas en el estilo japonés waka, compusieron poemas humorísticos en el estilo de 31 sílabas. El estudioso de la literatura japonesa Tanaka Rokuo, sugiere que el estilo se puede haber inspirado en los gishôka (笑 歌 = «verso juguetón y burlón»), una poesía escrita para leerse a los invitados de un banquete, donde se leían en una atmósfera similar a la de una barbacoa.

Kyôshi es una forma de poesía japonesa que usa caracteres chinos y fue popular entre 1770 y 1800. Los Kyôshi evitan las formas poéticas típicas, y con frecuencia incluyen expresiones humorísticas y juegos de palabras o de doble sentido. La forma está principalmente relacionada con la ya referida kyôka y con el kyôbun, una forma de escritura en prosa que también usa solo caracteres chinos, principalmente escrita por samurái y gente del pueblo (chônin).

– Las Escuelas Superiores femeninas a las que Shiki se refiere, se establecieron en Japón en 1899, y recibían niñas y jóvenes de entre 10 y 16 años.

– El lugar llamado Yotsume-ya, era un famoso negocio especializado en la venta de afrodisíacos y utensilios eróticos, y estaba ubicado en el corazón de Tokio, cerca del puente de las Dos Provincias (Ryogoku).

– Antes, desde 1886, los libros de texto requerían la aprobación oficial de la llamada Junta de Aprobación. Desde 1903, y hasta 1947, fueron redactados directamente por el ministerio.

– Los Kokugaku o «estudios nacionales», como se ha dicho anteriormente forman una corriente intelectual, floreciente en el siglo XVIII, basada en el deseo de reenfocar todos los estudios hacia los textos originarios que hablaban de la supuesta «alma japonesa», como la Crónica de las cosas antiguas (Kojiki) del siglo VIII, comentado por Motoori Norinaga, pero también el Cuento de Genji. Los estudios de literatura nacional, desarrollados a mediados de la era Meiji, a fines de la década de 1880, han mantenido una particular reverencia por esta literatura del período Heian, tratándola como una verdadera Edad de Oro. Mantenían un desprecio por las obras de cualquier otra época.

Kojiki (o Furukotofumi) es el libro histórico más antiguo que se conserva sobre la historia de Japón. Literalmente, significa «registro de cosas antiguas». Este menciona a otra compilación más vieja que se dice fue destruida por el fuego. Según el prólogo, el libro fue presentado por O no Yasumaro basándose en una historia memorizada por Hieda no Are en 712, bajo la orden de la Corte Imperial de Emperatriz Genmei. Al Kojiki le sigue el Nihonshoki.

Motoori Norinaga (1730-1801) fue un erudito japonés del Kokugaku durante la era Edo. Es probablemente el más conocido y prominente de los eruditos en esta tradición. Su estudio sobre Kojiki es muy reconocido.

– El Cuento de Genji (Genji Monogatari), generalmente traducido como Novela de Genji, Romance de Genji o Historia de Genji, es una novela clásica de la literatura japonesa, considerada por muchos como la novela más antigua de la historia, escrita alrededor del año 1000 por Murasaki Shikibu.

– El libro de la almohada (Makura no Sôshi), que puedes descargar clicando aquí, es un diario escrito por la autora japonesa Sei Shônagon, dama de la corte de la emperatriz Sadako (no confundir con la emperatriz Timei – Sadako Kujô-), hacia el año 1000, durante la era Heian. Posiblemente sea el nikki (o diario íntimo) más famoso de la literatura japonesa.

Suigen

人の世は此山陰も湯哉
hito no yo wa kono yama kage mo waka yu kana

mundo terrenal…

incluso en la sombra de la montaña

el agua tibia de Año Nuevo

                                                                              Issa Kobayashi

Termina el segundo día del año. Tomamos el último café del día hecho con el agua que recogimos del manantial de Shirakawa Suigen.

La pureza de esa agua que mana sin cesar a unos catorce grados centígrados es famosa en todo Japón. Los torii, los santuarios shintoistas, diseminados por el lugar así lo atestiguan. La pureza tan fundamental en el shintoismo, aquí se bebe, se respira, se vive.

La nieve cubre casi todo el paisaje, con su silencio, con su blancura entre el cielo y la tierra, aliento irreal, inmaculado. Las montañas lejanas apenas se perciben entre las nubes.

Sobre un banco junto al manantial cascabeles de varios tamaños muestran signos evidentes de haber estado bajo el agua. ¿Quién los sacaría de allí? ¿Quién los echaría? ¿Por qué? Quizá alguna ofrenda… Quizá solo un acto tan natural y sencillo como la nieve que cae. Sin más. Sin quién, sin por qué. Cubriendo poco a poco, mansamente, los campos y las sendas, el mundo entero. Salvo el agua.

Las piedrecillas y las algas del fondo son perfectamente identificables, una a una, a pesar de la profundidad. Es un agua que parece no estar. Y sin embargo…

Aquí, ya de vuelta en Kumamoto, en casa, sabe a nada el agua del manantial. La nieve, el aire casi blanco, la quietud de las montañas está en ella. Sin estar.

Pienso en el río Shirakawa atravesando la ciudad a esta hora de la noche, en silencio. Arrastrando en él la pureza del agua que nace del corazón tibio de la tierra.