Archivo de la categoría: Haibun (Coord. María Ángeles Millán)

Selección mensual de María Ángeles Millán de haibun de diferentes autorías.

Octubre 2021

Haibun 25

Viaje en el recuerdo II

Podéis leer Viaje en el recuerdo I, el haibun 3,
también de Mayra en la revista
de Mayo de 2020, clicando aquí.

Rompe la primavera con sus olores, sonidos y colores. Se han congregado nuestros vecinos y compañeros del colegio frente al edificio para vernos partir. ¡Cuánto silencio!

Este viaje no es en tren, nos montamos en un carro extraño, negro y viejo. Mis padres en un abrazo bien estrecho, ocupan solo un asiento y medio, se dicen tantas cosas sin hablar. Mi hermano no me pide el lado de la ventanilla… Ni siquiera está a mi lado; y yo, me veo tan chica detrás del cristal.

Ni una nube,
cae a la carretera
un ramo de gladiolos.

Van pasando lentamente los campos surcados, listos para la siembra. En la distancia, niños empequeñecidos corretean descalzos por las explanadas como hicimos él y yo tantas veces. Los ríos comienzan a crecerse con las intensas lluvias de los últimos días, las palmeras mueven las pencas a voluntad del viento. El  marabú a ambos lados de la carretera exhibe pompones rosas y amarillos. Todo ese paisaje que nos sabemos de memoria parece no estar.

Hace calor, una anciana retrasa el paso en un sendero para vernos pasar, se persigna. El olor a pino recién cortado  y azucenas nos compaña todo el camino.

Con los ojos aguados no logro ver el mar, solo una línea azul en el horizonte. Casi llegamos, cuando el carro se detiene me late con fuerza el corazón.

Funeraria
La butaca más cómoda
para mi madre.

                                                                                          Mayra Rosa Soris
Santa Clara (Cuba)

Septiembre 2021

Haibun 24

En este valle la temporada de lluvias dura poco más de dos meses, suelen ser mansas y espaciadas, pero este año han dado de qué hablar; hace unas semanas eran una bendición pero la inédita frecuencia e intensidad con que se han presentado ha cambiado el parecer de la gente, la ropa no se seca y las cosechas se empiezan a deteriorar.
Por la mañana las nubes altas auguran un buen día, así que sin perder el tiempo en cavilaciones ociosas salgo para rodearme del verdor renovado del cerro. El sol es de verano pero la humedad de la tierra atemperan el clima lo que hace agradable el paseo. Ya en la cima, solo tomo el tiempo necesario para recuperar fuerzas, mirar rápidamente el valle y empezar el descenso. No hay nadie pero tampoco estoy solo, las uñas de gato* parecen altavoces a su máxima potencia

Bajando el cerro
entre cantos de chicharra**
Nubes sin sombra

La premura por regresar al pueblo fue acertada, pues ya se asoman nubes grises, los árboles que aún no han sido recogidos me recuerdan el poder de los súbitos vendavales recientes. Entonces corto camino entre las milpas*** junto al río, cuyo estruendo no deja de aumentar.
El viento empieza a soplar, trayendo el olor del agua. Estando a minutos de casa, el impacto de algunas gotas en el suelo me hacen creer que he perdido la carrera, pero no, es solo que

Arrecia el viento
La fronda aún con agua
llovida ayer

                                                                    Jaspe Uriel Martínez Gonzalez  “Ajenjo”
México

*ocotillo https://es.wikipedia.org/wiki/Fouquieria_splendes
**cigarras.
***parcela

Agosto 2021

Haibun 23

Sendas de Kumano Kodo

熊野古道の小道

Jorge

El ómnibus se detiene en silencio. Nuestra guía, Yuko, anuncia “¡llegamos!”.

De inmediato comienza el movimiento. Julia dice “ ¡no te olvidés la cámara!”. Con ansiedad bajamos y nuestros ojos quieren verlo todo.

Nos espera una anciana con su sombrero kaza y su piel con huellas de la historia. Con una reverencia y voz suave nos dice su nombre 小松貞子 .

La presenta Yuko : “Sadako Komatsu, es la guía oficial del camino de Kumano. No habla español”.

Julia

Después del saludo nos entrega a cada uno los bastones que nos ayudarán en la caminata. Iniciamos el camino en silencio dejando que ese paisaje de Japón se adentre en nosotros

Sol luminoso…

El aroma del bosque

en el aire

Jorge

Grandes árboles entrelazan las raíces, una niebla a lo lejos no deja ver más que imágenes únicas casi perdidas varios metros más abajo y una senda que serpentea y se pierde…

Historia del tiempo.

Las raíces de los árboles

entrelazadas

Julia

Al caminar acompañados por nuestra respiración y la naturaleza exuberante sentimos la presencia de los grandes maestros del haiku junto a nosotros

Camino ancestral…

Entre pinos y helechos

el sonido de los bastones

Jorge

“¡Miren allá!, parecen casas… “

“Es un oji; un santuario secundario”, nos acota la guía.  La fila india se va estirando. Nosotros dejamos pasar a algunos para hacer  fotografías con tranquilidad.

Escalón de madera.

En la rugosa piedra

brilla el musgo

Vamos bajando la cuesta , una compañera trastabilla y se levanta. Su bastón queda trabado entre la maleza y lo abandona. Ya más cerca vemos el santuario y un campo de arroz.

Julia

A medida que descendemos para llegar al santuario Kumano Hongu Taisha nuestros sentidos se alertan aún más.

Recibimiento inesperado…

El graznar de un cuervo

posándose

Jorge

Escalera empinada.

Una linterna de piedra

escolta al torii

Julia

Nos unimos a un grupo de peregrinos que hacen sus ofrendas.

Nubes bajas…

El humo del incienso

haciendo círculos

Jorge

Los puestos con tablillas Ema y los pies cansados y el torii a la vista y el deseo de un baño…

Pies cansados.

Comprando tablillas

sin saber que dicen

Estamos plenos de naturaleza y espiritualidad; el camino de Kumano  nos invita a seguir…

 

M. Julia Guzmán y Jorge A. Giallorenzi.
                                             Córdoba, Argentina.
                                             21 de abril de 2021

cof

.

Julio 2021

Haibun 22

Once años, alguien hizo que recordara mi primer viaje en tren a la luz del día a los once años, cuando leí en unos versos «esa palabra»

Íbamos en tren… de esos carreta, que para recorrer 365 km. demoraba 12 hs.

Era verano, diciembre, de vacaciones a casa de mis abuelos. Con el olor de los libros… las últimas tareas… el último dibujito, la madera de los lápices en el sacapuntas todavía frescos en mi cabecita y llena de emoción por los días venideros : el pequeño pueblo de calles de tierra, el paso del tren a dos cuadras del cuarto, los paraísos sombrilla, los juegos a su sombra, el canto ensordecedor de las chicharras. Las aventuras en el campo, las noches a la luz del sol de noche, los sonidos del ganado, la cocina a leña, la carneada, la… el… tanto!

Y por esas horas el traca traca… el chirrido de la puerta, el olor del baño, el sudor del señor sentado al otro lado del pasillo, el agujero en el asiento de madera, el sol, la cortina…

Todos los movimientos indicaban que ya era la hora de abrir los paquetes hechos en casa. Almorzamos nuestro sandwich de milanesa y de pronto, en la ventanilla, un campo como un mar amarillo… con el sol a pleno de mediodía, se abrió ante mis ojos.

Me cautivó tanto, que en mi cabeza sólo existió el instinto irrefrenable de tocarlo.

Desde un tren que marchaba tan lento, qué puedes pensar, nada… sólo hacerlo antes que acabe…

arde mi mano,
rozando desde el tren
flores de colza

Mirta Gili  Gili
(Argentina)

Junio 2021

Haibun 21

La casa del poeta

En la farmacia me dicen que la casa del poeta se encuentra “al fondo de la calle, junto a una jacaranda”. Camino un par de cuadras, durante el trayecto me cruzo con dos golondrinas que pasan casi rozando los adoquines. Las viviendas son de un solo piso, con plantas y flores en las ventanas. Al llegar al sitio indicado me parece estar frente a una casa conocida: ventanas polvosas*, cortinas cerradas, una jacaranda sin desramar y sus flores que, al caer, se pierden entre la hierba. Siento como si hubiera regresado a mi propia morada. La construcción es diferente, lo mismo que el clima; pero ese aire familiar que percibo es el mismo que despide la cabaña de Kyorai, el huésped de la luna.

Zapatos sin lustre –
Antes del viaje
pulí el poema

*Polvoso, a: polvoriento, a; Sergio Pitol y otros escritores mexicanos lo usan

Jor
(Jorge Moreno Bulbarela)
Xalapa, Veracruz (México)

Mayo 2021

Haibun 19

Al final del camino

Llueve, llueve… la lluvia golpea las calles… golpea, golpea, golpea mi alma. Una lluvia que martillea el mundo, lo ablanda, lo ahoga… una lluvia fría y pagana. Llueve, se diluye mi sombra entre tanta agua.

Paso a paso recorro calles que parecen extraviarse en otras calles… La vida se aquieta en soportales sombríos, bajo aleros destartalados, en marquesinas mancilladas por grafitis enmarañados… la ciudad parece cansada.

Llueve… piso aceras encharcadas… charcos de lluvia de ayer, de lluvia de hoy. Travieso, salta mi reflejo de charco en charco… un reflejo que se ondula, que se asoma y se esconde… un reflejo hecho de ayer, un reflejo hecho de hoy.

Llueve, llueve… cuelga entre las sombras de un callejón el maullido de un gato… llueve, llueve… brota el silencio de entre las heridas del asfalto. Llueve… una lluvia gris de frío tacto.

Un año nuevo, un viejo sentir… empapado de lluvia y silencio camino sin saber a dónde llegaré, sin saber siquiera si habré llegado. Charco a charco, salto a salto, a mi espalda se va desvaneciendo la ciudad…

 

Año nuevo…
Sobre la tumba de mi padre
gotean las flores de tela

 

Asturias, donde la tierra siempre es verde.

Alfredo Benjamín Ramírez Sancho,
Asturias (España)

-.-

Haibun 20

La parada

Incansables, vuelan los vencejos por toda la ciudad. Sus aleteos y gritos se hacen notar al regreso del mercado. En la parada, una anciana diminuta  sonríe mirando al cielo.

Sentada, con las piernas colgando como una niña, espera el autobús. En el regazo, la compra, en su cabeza, un moño blanco y una pequeña peineta de nácar semioculta en la tirante melena. Con el mandil de casa, que esconde a duras penas una falda negra y las medias rotas, limpia un ojo que llora.

<<El viento de poniente, sabe usted>>, le dice al hombre que a su lado, tecleando el móvil la ignora.

En la sombría calle, a punto de alcanzarse el mediodía, la luz de una sonrisa se desvanece.

 calor de asfalto,
la blusa de la anciana
huele a cebolla

 

 Marga Alcalá,
Valencia (España)

Abril 2021

Haibun 18

Hágase tu voluntad

  El chorrito, paciente, discurre por el musgo tierno y esponjoso. Atraviesa la caña dispuesta a modo de caño, y cae a la pileta de piedra en una suerte de alegre danza. Todo es sencillez: el agua que fluye, el musgo que la absorbe y la caña que permite el paso. Casi no se aprecia dónde está el manantial.
Ingeniería de la naturaleza. Y yo embelesado mirando la escena.

   Huele a estiércol de unos corrales cercanos.

   No sé por qué pero me viene a la mente la frase de los evangelios: “Hágase tu voluntad”. Confianza ciega en los brazos de lo que suceda. ¿Así de fácil?

   Pasa una mosca, se posa un instante en la caña y continua dirección al establo.

   Las respuestas aquí, en plena naturaleza, cuestan en salir. Es como si junto a esta sencilla fuente y al cercano corral, todo está contestado.
No hay nada más que decir. Porque ya el propio decir es romper el círculo del agua: las nubes… las entrañas de la tierra… el musgo… la caña… para al fin llegar a la pileta.

   Del viejo corral se oye algún balido.

 Decido seguir caminando. Juntando mis manos para crear un cuenco las acerco al chorrito y bebo.
¡Qué fresca!

Un trago de agua
mirando el horizonte.
Cielo sin nubes.

 Enrique Linares
Valéncia (España)

Marzo 2021

HAIBUN 16

  “…Volverás a mi huerto y a mi higuera
Por los altos andamios de las flores”…Miguel Hernández

Mi padre siempre robaba gajitos, cuidaba amorosamente sus plantas, inventaba jardines en las veredas, propias y ajenas y luego las plasmaba en óleos y acuarelas. Yo, simplemente las disfrutaba, pero pasaba de ellas.

Cuando partió, mudé a mi casa todas las que pude, en un intento de hacerlo presente. Casi todas florecieron, pero sus orquídeas tardaron cinco años en alzar sus varas (no sin culpa, lo atribuí a mi inexperiencia o mi descuido).

Esta mañana el jardín huele a albahaca y a tierra húmeda. Un colibrí visita el tronco de naranjo donde estaban arraigadas, ese es el lugar del milagro.

Es 2 de noviembre y desde entonces, dedico mis mañanas a descifrar los mensajes del jardín, pongo mis pies sobre las huellas de padre y me abro a al misterio…

Día de muertos:
las orquídeas de padre
todas en flor.

María Rosalía Gila
Buenos Aires. Argentina

 

HAIBUN 17

Hierbas aromáticas

Estación insular en el trópico, casi todo es voluble, exceptuando el verano. Primera luna llena del otoño al hemisferio norte, y aún las plantas, se siguen agostando. Qué pudiera decir de inaudito, si en las hierbas se ve reflejado.

Puesta de sol
entorna la albahaca
sus hojas verdes

Maikel Iglesias
Cuba

Febrero 2021

Haibun 15

Orbayu

Creo que anoche soñé con salamandras. Con la salamandra que vimos volviendo al albergue. Qué grande. Por un momento pensé que no era real. Que era el juguete de un niño olvidado en la acera, tras la lluvia.

Pensando en salamandras salimos al orbayu en la mañana. Apenas lluvia, apenas aire. Qué difícil salir de la ciudad, qué difícil encontrar el camino hacia la intemperie.

Capilla del Carmen en Llampaxuga. Amamos estos lugares. Pequeños, recogidos. La de peregrinos que se habrán asomado a la cancela de su puerta cerrada para ver la imagen de la Virgen. Y a los valles tan verdes al reemprender el camino.

Dekoboko, arriba y abajo. Recuerdo otros caminos, qué lejos… Cuesta arriba y cuesta abajo toda la mañana. El orbayu está y no está. En el brillo de las hojas de las plantas que no conozco. En el cielo tan blanco que rebosa sobre las montañas.

Boiguina. Una tostada y un buen café con leche justo a tiempo. Curioso nombre para un pueblo. Bromeamos. Los peregrinos van y vienen. Entran y salen de la posada junto al camino.

Es agradable esa sensación de pertenecer a una corriente. A veces pasamos nosotros a algún peregrino, a veces nos pasan ellos. Está sin estar la corriente que peregrina al corazón de las montañas. El tiempo y todos los pasos que fueron están aquí.

Flores en las mochilas. Lilas, tréboles, hinojo, menta. El orbayu no deja de caer…

Junto al río. En la fronda de viejos castaños que renuevan sus hijuelos pese al paso del tiempo y las tormentas parece que algo aguarde. Junto al puente.

Un peregrino más que mira la corriente desde el pretil. Solo un momento. En algún lugar de la enramada un mirlo canta.

Sin dejar de caminar nos rascamos la espalda mutuamente. Comemos moras. Sin dejar de caminar charlamos, callamos. El sonido de los palos sobre el camino al ritmo desigual acompasado de nuestros pasos

primeras moras,
el eco de un mugido
desde la montaña

                                       Chame

Paladín aparece en el fondo del valle, casas blancas sobre verde, como la maqueta de un niño.

Entre dos manzanos los colores de la ropa tendida. Un milano traza espirales más allá del bosque.

Villa Palatina. El pincho de tortilla recién hecho para nosotros. El acento de la señoruca es cálido y musical. Antiguo. Un niño grande caza moscas por el jardín con una raqueta. Se está bien aquí. Las mochilas cargadas de flores prendidas parecen no pesar tanto cuando reemprendemos el camino.

Arroyo y sendero parecen entrecruzarse por momentos. Serpentea bordeando prados con vacas echadas que miran sin mirar el pie de las montañas. A veces el bosque es tan espeso que el sendero parece horadar la fronda. Un túnel donde hasta el aire es verde.

Mojados por la llovizna,  caracoles arracimados en la grieta de un poste de madera.

Grado. Qué cansancio. Al final del día el albergue municipal está lleno y buscamos alternativas. La Quintana. Una antigua casa de indianos con la fachada carmesí y molduras blancas. Dos torres. Es magnífica. Mientras espero hago tiempo charlando con el dueño. La historia de una casa, la historia de una familia. En el suelo de la cocina, naranjas madurando sobre papel de periódico.

Después de una vuelta por el pueblo cenando al caer la tarde.  La tranquilidad de haber caminado lo suficiente.

Se está bien aquí. En este lugar y en este momento. Las comadres charlan y juegan al parchís en una mesa no lejos de nosotros. Ríen como niñas. La vida. ¿Será esto?

 Caminar lo suficiente. ¿Existe eso realmente?

De vuelta en el albergue charlamos sentados en el jardín, palabras pequeñas, risa sencilla, silencios.  Qué noche tan serena… Las naranjas caídas en el suelo pierden su color al pie de los árboles.

una vuelta en el aire
el milano
desaparece en la niebla

Félix Arce Araiz (Mômiji) 
Santander (España)

Enero 2021

Haibun 14

Despertares

Abro los ojos: detrás de la cortina desgastada, aparece la estrella de la mañana. Para contemplarla a gusto, sin causar molestias, me deslizo en la oscuridad hasta el desván. Me paro sobre un cajón y me asomo a la ventana. Permanezco ahí hasta que el brillo de Venus se hace imperceptible. Al acomodar las cajas que moví, encuentro en una reja de madera, entre folios y carpetas con olor a moho, un fólder que daba por perdido. A la luz de la mañana releo unas fotocopias de Aurelio Asiain, quien asegura que el verano en Kyoto empieza el cinco de mayo desde hace siglos. Me doy cuenta del porqué de la traducción que hace Antonio Cabezas de samidare, y creo entender por qué los haicaistas brasileños dan otra versión de ese vocablo al traducir el haibun de Bashô, La casa de los caquis caídos, basándose en Bill Higginson, que tuvo en sus manos el original.

Cantan unos pajarillos, de esos comunes, sin nombre específico. Sube un olor a tortilla tostada. Quisiera bajar corriendo; pero, me detiene otro hallazgo: el último enunciado de la prosa que tradujo Rosa Clement, es un guiño, un puente que lleva hacia el contraste del haicai. Con los apuntes en la mano, bajo pensando en Kyorai , ese poeta de la estirpe de Whitman, The Magnificent Idler.

 Luz de sol –
Letras borrosas de niño
en la pared

                                                                                                                    Jor
(Jorge Moreno Bulbarela)
Xalapa, Veracruz (México)