En el tránsito del siglo XIX al XX, el haiku experimentó un proceso de transformación de la mano de representantes que buscaron modernizarlo. De ellos el más reconocido es Masaoka Shiki. Pero no fue el único. Uno de ellos, Ogiwara Seisenshui, contó entre sus discípulos a Taneda Santōka (1882-1940), quien más tarde se haría monje zen a sus 42 años de edad. Por esa vía, la modernización del haiku entraría al ámbito budista. Esto incluye, entre otras cosas, una exploración más explícita de la propia subjetividad y una ruptura con el molde tradicional 5-7-5, aunque continúan siendo importantes elementos como la concisión, los cortes, el vocabulario estacional (kigo), entre otros.
Santōka había pasado una vida bastante dura. Le marcó el suicidio de su madre cuando él apenas tenía 11 años. Su alcoholismo le valió varios problemas y un aparente intento de suicidio, luego del cual fue respaldado por un templo zen, vía por la cual se ordenó monje. Después de ello, pasó buena parte de su vida peregrinando por Japón, mendigando comida y abrigo, incluso queriendo seguir los pasos del gran Bashō. No fue nada fácil: más de una vez no conseguía abrigo y debía dormir a la intemperie, otras veces la polícia lo examinaba con sospecha (la mendicación monástica era legal en Japón, pero Santōka tenía problemas por no estar residiendo formalmente en un templo).
La obra de Santōka nos muestra una vida llena de dificultades y congojas, incluso de lucha con su alcoholismo. Dedica numerosas piezas al recuerdo de su madre, a quien no deja de extrañar. Sin embargo, a la vez, en medio de esa vida tan sufrida y solitaria, Santōka parece encontrar alivio en su intimidad con las cosas. En uno de sus poemas, escribe:
かえりは一人の月がある一本道 |
Kaeri wa hitori no tsuki ga aru ippon michi |
Al volver, un camino con una luna para un hombre |
(Traducción propia)
No hay aquí egocentrismo ni solipsismo, sino una potente expresión de una idea budista muy marcada en el zen: la no interferencia entre principio universal y fenómenos particulares. Así como la luna llena se refleja en cada gota de un estanque, la ley cósmica no obstruye ninguna cosa individual: al contrario, se expresa enteramente en cada de una de ellas y, de ese modo, les deja ser lo que son, enteramente. Santōka hace de su soledad una vívida expresión de este principio, de un modo que nos inspira una profunda sensación de íntima conexión con todas las cosas.
林のなかおちついて雪と私 |
Hayashi no naka ochitsuite yuki to watashi |
Bosque adentro nos sosegamos la nieve y yo |
(Traducción propia)
こほろぎになかれてばかり |
Kōrogi ni nakarete bakari | Nada más que los grillos cantándome |
(Traducción propia)
¿Qué es toda esta soledad expresada por Santōka, qué más sino expresión de la íntima y omniabarcante conexión de todas las cosas, de la cual él se siente partícipe? Estando solo, no está solo.
Nota: Se puede encontrar un buen compendio de obras de Santōka en Tres monjes budistas [110 haikus]: Ozaki Hōsai, Taneda Santōka, Yamaguchi Seishi. Traducción y notas de Vicente Haya Segovia. Medellín: Universidad de Antioquia, 2018.