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Aceptación agradecida
Es un monumento de aceptación agradecida todo lo que hay dentro y fuera de nosotros, nuestros propios defectos y los de los demás. Este es el pensamiento al que se acerca George Herbert cuando dice que a menudo
No soy agradecido, cuando me place,
como si Tus bendiciones tuvieran días libres.
En todo debemos aceptar alegremente la inevitabilidad de
Primero la hoja, luego la mazorca,
después el maíz entero.
西吹けば東にたまる落葉かな
nishi fukeba higashi ni tamaru ochiba kana
Soplando desde el oeste,
las hojas caídas se juntan
en el este.
(Buson)
Lo que Cristo señala en el crecimiento de las hierbas del campo, y Buson en las hojas caídas del invierno, Dante lo representa en los tonos y cadencias del siguiente pasaje:
“Questo misero modo
Tengon l’anime triste di coloro
Che visser senza infamia e senza lodo.
Mischiate sono a quel cattivo coro
Degli angeli, che non furon ribelli
Ne fur fedeli a Dio, ma per se foro.
Caccianli i Ciel per non esser men belli,
Ne lo profoundo inferno gli riceve.
Che alcuna gloria i rei avrebber d’elli.”
Ed io: “Maestro, che e tanto greve
a lor, che lamentar gli fa si forte?”
Rispose: “Dicerolti molti breve.
Questi non hanno speranza di morte,
E la lor cieca vita e tanto bassa,
che invidiosi son d’ogni altra sorte.
Fama di loro il mondo esser non lassa,
misericordia e giustizia gli sdegna;
non ragioniam di lor, ma guarda e passa.”
Inferno, III, 34-51.
(NT: Blyth no traduce este texto en su obra original. Para facilitar la lectura, sí que lo hacemos aquí. Se hará del mismo modo en sucesivas ocasiones: se dejará el texto original que tenga la obra De Blyth, sea cual sea su idioma, y a continuación se traducirá como NT.)
“Reciben este miserable trato
las desgraciadas almas de quienes
vivieron sin infamia ni alabanzas.
Mezcladas con el malvado grupo
de los ángeles, que no fueron rebeldes
ni fueron fieles a Dios, pero sí a ellos mismos.
Los cielos los ahuyentan para no ser menos bellos,
ni el infierno más profundo los acoge,
que los culpables obtendrían de ellos ciertas vanaglorias”.
Y yo: “Maestro, qué es eso es tan penoso
¿qué les hace quejarse tan fuerte?”
Él respondió: “te seré muy breve.
Estos ni siquiera tienen la esperanza de la muerte,
Y su nula vida es tan lamentable,
que envidian cualquier otro destino.
El mundo no conserva su recuerdo,
la misericordia y la justicia los desprecian;
no hablemos de ellos, sino mira y continúa”.
Infierno, III, 34-51.
En este pasaje sentimos, al margen de la moralidad, la probabilidad o la verdad de los hechos relatados, la inevitabilidad de lo que sucede. La religión y la poesía tienen que ver con la realidad del universo. La falsa religión, que no es más que magia disfrazada, retuerce el pasado, el presente y el futuro, los construye más cerca del deseo del corazón. La falsa poesía hace lo mismo, aunque con resultados desastrosos. También es un mundo de evasión, un mundo de literatura, pero no de la vida. Si esto es así, podría parecer que la ciencia puede ser nuestra única salvación de la irrealidad. Esto es cierto hasta cierto punto. Puede salvarnos de lo irreal, pero no puede darnos más que un universo mecánicamente en lugar de la fantasía. No puede decirnos qué es la vida, ni puede ahondar más. Esta es la función de la poesía, pero como en el pasaje del Infierno antes citado, tenemos que buscar esa poesía, es decir, la realidad, en los lugares más inverosímiles también, en los meros sonidos de los versos, en la perversa negación de la verdad, y en los deseos imposibles de los seres humanos, en los tremendos castillos en el aire intelectual que han erigido, en las mentiras y sofismas que no son más que verdades invertidas.
Pero en todos los extremos del pensamiento y del sentimiento surge la percepción de que la aceptación activa de lo inevitable es la vida, la vida de la perfección. En los pasajes siguientes, de todas las razas y épocas, en todos los estados de ánimo y encarnaciones verbales, sentimos la misma actitud alegre que caracteriza al santo y al sabio:
Das Notwendige verletzt mich nicht: amor fati ist meine innerste Natur[1].
(NT: Lo necesario no me hace daño: amor fati es mi Naturaleza más íntima.)
年暮れぬ 笠きて草鞋 はきながら 芭蕉
Toshi kurenu kasa kite waraji hakinagara
El año llega a su fin;
pero sigo llevando
mi kasa y mis sandalias de paja.
(Bashō)
Aquel cuya mente está fija en el verdadero ser, no tiene tiempo para despreciar los pequeños asuntos de los hombres, o para llenarse de celos y enemistad en la lucha contra ellos; su mirada se dirige siempre hacia principios fijos e inmutables, que no dañan ni perjudican unos a otros, sino que todos se mueven en orden a la razón: a éstos imita, y a éstos quiere, en la medida de sus posibilidades[2].
たふるれはたふる. ま の庭の草 良寛
Taorureba taoruru mama no niwa no kusa
Las hierbas del jardín;
caen
y yacen como caen
(Ryōkan)
Para soportar todas las verdades desnudas,
y para prever las circunstancias, tranquilidad:
ésa es la cima de la soberanía[3].
Un hombre libre sólo piensa en la muerte; y su sabiduría es una meditación no sobre la
la muerte, sino en la vida[4].
Él ve las cosas bajo una cierta especie de eternidad[5].
Ya sea ahora, o dentro de mil años, se siente satisfecho[6].
ともかくもあなた任せのとしの暮 一茶
Tomokaku mo anata makase no toshi no kure
Aun así,
sometido al Más Allá;
el fin del año.
(Issa)
Hablando de la necesidad de la muerte (dice Sōshi):
“Bueno, gobernador, todos debemos llegar a ella, un día u otro”.
“Así debe ser, Sammy”, dijo el viejo señor Weller.
“Hay una providencia en todo esto”, dijo Sam.
“Por supuesto que la hay”, respondió su padre con un asentimiento de grave aprobación. “¿Qué sería de los enterradores sin ella, Sammy?”
Perdido en el inmenso campo de conjeturas abierto por esta reflexión, su pipa estaba sobre la mesa y removió el fuego con aire meditabundo[7].
Cuando Rotan[8] murió, Shinshitsu vino a darle el pésame. Él (simplemente) levantó la voz tres veces y se marchó. Un discípulo preguntó: “¿No eras amigo suyo?”, “¡Lo era!”, “Entonces, ¿te pareció bien darle el pésame de esa manera?” “Antes le llevaba a ser un Hombre; ahora (me doy cuenta) no lo era. Entré y le di el pésame. Los viejos lloraban como por sus propios hijos, los jóvenes se lamentaban como por su propia madre.
La razón de esto debe haber sido que él pronunció… palabras inoportunas, lloró lágrimas inoportunas.
Esto era huir del Cielo, multiplicar las emociones, olvidando de dónde había recibido (su naturaleza). Los antiguos llamaban a esto ‘el castigo de no estar de acuerdo con el Cielo’.
Era el momento adecuado para que el Maestro viniera; fue el momento adecuado cuando se fue”.[9]
老期死、秦失 弔之、 三 而出。弟子日、
非夫子之友耶。日然。然則弔惑若此可子。
日然。 始也吾以露其人也。而今非也。向
吾入面鶏。有老者突之。如突其子。少
者笑之、如突其母。彼其所以食之。 必有
不薪言而言。不薪突面者、 是近天倍情、
忘其所受。古者調之近天之刑。適楽夫子
時也, 適去来夫子順也。
(内富養生主第三)
Debajo están los brazos eternos[10].
Es su desapego y su aceptación de algo en el destino que la gente no puede aceptar. Justo en medio de ello aceptó algo del destino que le dio la cualidad de la eternidad[11].
…….como, por ejemplo, que un atizador al rojo vivo te quemará si lo sostienes demasiado tiempo, y que si te cortas el dedo profundamente con un cuchillo, suele sangrar[12].
地車のとじろと響く丹かな
Jiguruma no todoro to hibiku botan kana
El carro pesado
retumba:
las peonías tiemblan.
(Buson)
¿Quieres que gobierne, o que viva en privado, o que me quede en casa, o que me exilie, o que sea pobre o rico? En todas estas condiciones seré tu abogado ante los hombres. La naturaleza de cada una de ellas, cuál es [Epíteto].
Cuando Chi-tzu de Godasan se iluminó, expresó su comprensión del Zen diciendo, “Las monjas son naturalmente mujeres”.
(尼さんは元来女がなるものです。)(停、 一)
Puede ser que lo que dice el Padre sea verdad;
si las cosas son así, no importa por qué [Charlotte Mew, The Quiet House.]
有漏ちより無蒲ちへかへる一やすみ
あめふ。らはふし風ふかばふふけ 一体
Un descanso en el camino
del Camino que Gotea
al Camino que Nunca Gotea;
si llueve, que llueva;
si sopla el viento, que sople.
(Ikkyū)
Una de las muchas lecciones que uno aprende en prisión es que las cosas son lo que son, y serán lo que serán [De profundis].
稲妻や昨日は東今日は西 其角
Inazuma ya kinō wa higashi kyō wa nishi
¡Relámpagos de verano!
ayer en el Este,
hoy en el Oeste.
(Kikaku)
Aquí hay un hombre de servicio; no sabe cómo ni por qué, y no necesita saberlo; no sabe para qué está aquí y no debe preguntar. [Stevenson]
Le encantó que sucediera. (φιλεῖ τοῦτο γίνεσθαι) [Marcus Aurelius, X, 21].
El zen, como el haiku, es una actitud mental. Aunque expresada negativamente, podemos decir: “Nunca te niegues a dar nada. Nunca te niegues a recibir nada”. Sea lo que sea, tómalo, “porque es todo lo que Dios ofrece”. Es esta manera de hacer las cosas o no hacer las cosas, en la que la poética, la vida religiosa viene a ser vivida. Por eso dice Eckhart:
Gott sieht nicht an, was du fur Werke tust, sondem nur, welche Liebe, welche Andacht, und welche Gemut du bei deinen Werken hast.
(NT: Dios no mira lo que haces por Obras, sino sólo qué Amor, qué Devoción, y qué Mente tienes en tus Obras.)
Una vez, cuando Ikkyū fue a Sumiyoshi (que significa “Bueno-para-vivir”) y vio un funeral allí, dijo,
索てみればこいも火宅の宿なるを
なに住吉と人のいふらん
Cuando venimos y vemos,
aquí también
la casa está en llamas;
¿por qué la gente dice
“Bueno-para-vivir”?
A esto respondió un anciano,
よしあしと思、 心をふ、 りすで\
た何もなく住めば性みよし
Yoshi ashi to omou kokoro o furi-sutete
tada nani mo naku sumeba sumiyoshi
Deshazte de la mente que piensa
esto es bueno, aquello es malo;
simplemente vive
sin tales pensamientos,
y eso es “Bueno-para-vivir”
Este sentimiento de agradecimiento es algo raro en el mundo. Nada diferencia mejor a las personas que ser gente agradecida o ser gente ingrata. Johnson dice en su Viaje a las Hébridas,
La gratitud es fruto de un gran cultivo; no la vas a encontrar entre la gente grosera.
Cuando este sentimiento de gratitud se aplica a las cosas, es poesía; cuando se aplica a todas las cosas en su conjunto, se le llama religión, pero el haiku y el zen se diferencian de ambos en que tratan cada cosa como un todo. Cuando una cosa se concentra en la mente, todas las cosas deben estar allí presentes. El sentimiento que acompaña a tal estado es la gratitud. Al expresarlo, hablamos como si nosotros y el universo fuéramos dos cosas distintas:
El mundo que había antes de que yo naciera,
el mundo que permanecerá cuando yo muera,
nunca fue amigo de nadie.
No prometió amor que no pudiera dar.
Pero encendió para todos su sol generoso,
y vivió y nos hizo vivir. [Arnold, Un deseo.]
Pero esta palabra “generoso” expresa un cálido sentimiento de unidad en el que el dar y el recibir son la misma cosa. El sol que brilla fuera de nosotros vive dentro de nosotros; nuestra calidez de sentimiento no es algo diferente del calor del sol. Y así, con toda razón, podemos ordenar al sol que brille y a las flores que florezcan. No sólo aceptamos con gratitud, sino que ordenamos gentilmente que sucedan las cosas que deben suceder. Cuando Michizane estuvo en su jardín por última vez antes de su exilio a Kyushu, en 901, dijo:
東風吹かばてほいおてせよ梅の花
あるじなしとて春を忘るな
Kochi fukaba nioi okoseyo aruji nashi tote ume no hana
aruji nashi tote haru wo wasuru na
Cuando sopla el viento del Este,
¡deja que lleve el aroma
de las flores de ciruelo!
Aunque tu maestro se haya ido,
no te olvides de la primavera.
Este sentimiento lírico hacia la naturaleza, Issa lo convierte en una experiencia más cercana y cotidiana:
山水に米をつかせて昼寝かな
Yama mizu ni kome wo tsukasete hirune kana
Me echo la siesta,
dejo al agua de la montaña
que pele el arroz.
(Issa)
Obtenemos la acción inversa en lo siguiente, también de Issa:
最にてをとらせる牡丹かな
shaku wo toraseru botan kana
La peonía
me hizo medirla
con mi abanico.
Vemos entonces que esta aceptación agradecida puede y debe pasar de una cooperación meramente pasiva a una cooperación activa con algo que en realidad no es diferente de nuestra propia naturaleza esencial. En efecto, existen cuatro actitudes ante el mundo (dependiendo de nuestra actitud hacia nuestro propio ser): oposición, resignación, cooperación y dominación. Nos movemos continuamente entre ellas. El zen es la última. Es el espíritu con el que Wordsworth habla a los pájaros que ya cantan y a los corderos que retozan en primavera,
Entonces ¡cantad, pájaros, cantad, cantad una alegre canción!,
y mientras los corderitos que salten
¡como al sonido del tambor!
[1] Nietzsche, Ecce Homo.
[2] Platon, La República, 500.
[3] Keats, Hyperion II, 203.
[4] Spinoza, Ética, iv, 67.
[5] lb. II, 44.
[6] Whitman.
[7] Pichwick papers
[8] Literalmente “Orejas viejas sin orejas”, es decir, Rōshi.
[9] Shōsi.
[10] Deut. 33, 27.
[11] St. Mawr.
[12] Alicia en el país de las Maravillas.