el olor de la tinta
recién molida,
amanece
hachidori
Los haiga que les compartimos este mes han sido pincelados por la diestra mano de Susana Silvia Castaño, a quien le agradecemos su colaboración .
Haibun 65
Rambla del Tuerto
Comenzamos ilusionados la primera ruta de senderismo cerca de Tarazona de la Mancha, en un paraje llamado la Rambla del Tuerto.
Una brisa suave de primeros días de otoño nos recibe al bajar del autobús. Los colores empiezan a amarillear el paisaje.
Lo primero que nos encontramos es un majuelo:
Luz de otoño,
en las viñas recolectadas
algún racimo olvidado.
Siguiendo el sendero pronto llegamos a la Casa del Tuerto. Antaño, grandes olmos daban sombra a la casa y al camino, pero ahora, afectados por la grafiosis, solo quedan los viejos troncos de donde han brotado otros nuevos y jóvenes.
Guardo en mi bolsillo una hoja para recordar su forma asimétrica y rugosa.
Llegamos al río Júcar, con su bosque de ribera, nos llaman la atención dos espinos, uno albar y otro negro, que han crecido juntos.
Más adelante, el porte de los pinos piñoneros nos impresiona por su altura y por su forma graciosa de parasol chino. Su corteza, de color marrón rojizo, grueso y libre de ramas, que el propio árbol va podando.
Al final, Juan nos explica en qué consisten las minas de agua, túneles excavados en este caso en la tierra arenosa, para conducir el agua subterránea a los cultivos. Nosotros, mientras, observamos asombrados los respiraderos del túnel.
El canto de la solitaria totovía alegra nuestro camino de regreso al autobús.
Octubre de 2025.
Eulogia Jiménez.
Albacete, España.
COLUMBIDAE
PALOMAS, TÓRTOLAS Y AFINES
Cantadora sencilla de una gran pesadumbre,
entre ocultos follajes, la paloma torcaz,
acongoja las selvas con su blanda quejumbre,
picoteando arrazanas y pepitas de agraz…
José Eustaquio Rivera
De nuevo, llueve a cántaros en Valencia. Aquí, como Raimon dice en su canción: «La lluvia no sabe llover». En un rincón del balcón, acurrucadas, dos palomas muy juntas esponjan su plumaje y aguantan impertérritas el temporal. Cuando salga el sol revolotearán por el barrio acudiendo a su cita con las migas del asfalto.
Revuelo de palomas.
Un pajarillo
les quita el pan.
Luis Elías Iranzu (Luelir)
Palomas, tórtolas y formas afines, forman parte de la familia Columbidae, en total unas 358 especies distribuidas por todo el mundo, a excepción de la Antártida y el Ártico. Son aves inteligentes, monógamas, con un gran sentido de la orientación, aguda visión y alta velocidad de vuelo. Ejemplo de ello, su utilización como palomas mensajeras. Aquí en Valencia, antaño, los pescadores enviaban palomas mensajeras a la costa, para avisar de cuánta pesca habían obtenido y así se podía vender la captura antes de que llegara y no se estropease. «Ja està tot el peix venut», «ya está todo el pescado vendido», decían las mujeres de los pescadores cuando éstos llegaban a la orilla.
el fondeadero-
zurean las palomas
entre la niebla
Cecilia Iunnisso Fernández
romero en flor-
el pico de la paloma
entre las plumas
Bibiana Varela (Bibi)
Aire de lluvia
dos torcazas picotean
un mango podrido.
Miguel Ángel González
Paloma bravía (ancestro de la paloma doméstica), torcaz, zurita, de alas blancas, crestada…, tórtola turca, común, europea, senegalesa, mexicana, oriental, estriada, coquita…Algunas de estas especies se han adaptado a la vida en entornos urbanos, siendo controlada su población en algunas ciudades, no siempre con métodos éticos. Nada fácil sobrevivir.
Tórtola herida,
cerca de ella otra
que viene y va…
José Luis Vicent (Barlo)
La luz del alba.
En el cable una tórtola
que anda de lado
Xaro Ortolá (Destellos/Xaro La)
mesas de café –
la paloma otea el cielo
desde la silla
Claudia Bakún
Se reconocen como seres individuales y entre ellos. Igualmente saben diferenciar a los seres humanos que las ayudan de los que las agreden.
Hato no koe mini shimi wataru iwato kana
El canto de la paloma
me cala hondo en el cuerpo –
la cueva rocosa
Matsuo Bashô
Sopor de estío.
Una torcaza arrulla
en plena siesta
Juan Carlos Durilén
Ha vuelto la paloma
que arrastra el ala.
Almendro en flor.
Mª Ángeles Millán (Hikari)
La paloma es emblema de pureza, de fidelidad y de amor. Siempre ha sido signo de buena esperanza. Generalmente se le suele representar volando. Con una rama de olivo en el pico, es símbolo de paz en las sociedades occidentales.
Mar invernal
Retrocede el palomo
ante la ola
Jorge Braulio Rodríguez
La llovizna
empapando sus alas…
canta la tórtola
Leticia Sicilia (Hadaverde)
Tejados húmedos.
Caminan muy erguidas
varias palomas.
Lucho Aguilar
En el Cristianismo como en el Islam se mantiene la tradición de las palomas como ángeles o símbolo del Espíritu Santo. En la antigua Roma, la paloma estaba consagrada a Venus, que la llevaba en su mano y la ataba a su carro. Comerlas estaba reservado a los sacerdotes. Los asirios les tenían mucho respeto pues creían que era el alma de Semirámide, su reina, que ascendió al cielo en forma de paloma.
Sol de la tarde,
resplandor de palomas
en pleno vuelo…
José Luis Vicent (Barlo)
El vuelo de una tórtola –
Cantan más fuerte
los abejarucos
Gorka Arellano
fu ni isogu suzume hato nado tobitatase
Me apresuro por la noticia de la muerte de alguien,
Gorriones y palomas
levantan vuelo al mismo tiempo.
Kaneko Tôta
En la cultura nativa americana suelen representar el amor eterno, transmiten mensajes importantes y son símbolos del perdón. En Japón, las palomas se asocian con la paz y el fin de una guerra. Es el ave que se usa para honrar a las personas que murieron en Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial.
Hora de siesta.
Un canto de torcaza
en soledad
Juan Carlos Durilén
Prado de tréboles.
La paloma caída
entre las piedras
Rodolfo Langer
Ondas en el agua
Dos palomas muertas
flotan entre hojas
Niña de 10 años: Camila Aricochi
En azoteas, balcones, cornisas, las grietas de los muros, campanarios, plazas, parques o jardines, palomares, semáforos, farolas o en el bosque; siempre cerca, arrullando a cualquier hora, nuestras amigas, no siempre bien tratadas, las palomas. Digamos pues, como Pablo Neruda en uno de sus sonetos: «Yo digo amor, y el mundo se puebla de palomas.»
Alba de verano
el arrullo de una tórtola
en la penumbra
Leticia Sicilia (Hadaverde)
tocaron suelo
a la vez: la paloma
y la hoja seca
Frutos Soriano
Arde la tarde.
Sestean en la fuente
unas palomas.
Susana Benet
desde el enebro
el arrullo de una tórtola…
Luna de Navidad
Mercedes Pérez
Puesta de sol
el silencio de las tórtolas
mientras se alejan
Leticia Sicilia (Hadaverde)
muzuka shiki hato no reigi ya kaukodori
Todo el prestigio para las palomas
¿y qué pasa con el cuclillo del Himalaya?
Yosa Buson
Octubre, 2025
Primavera
Córdoba, Argentina
Atender el llamado del haiku I
Insiste incansablemente. ¿Qué decir del haiku? de él, sobre él, en torno a él…
Muchísimos impedimentos: esa otra tradición literaria que involucra una sensibilidad imbricada menos con la historia que con intuición estética: el gusto, el tacto, la mirada. La estética japonesa parece ser eso: infinidad de imágenes que no se deberían explicar sino intuir. Ah el pétalo que tiembla como un fino tempano reflejado sobre él estanque, qué bonito. Ah, la vacuidad de las palabras dentro de la boca oscura de tinta. Esa boca desentona un poema sobre los campos de arroz seduciendo un par de oídos asfixiados por la opacidad de un biombo de papel: ah, un corazón retorcido de algo parecido al amor.
Enunciar un saber sobre el haiku implica retener un impulso fantasioso. Entre Occidente y Japón, entre una chica en Argentina que estudia un poema breve con toda la rigurosidad de una disciplina que busca describir otra cultura. Pero cuando escribo para el rincón del haiku, este escondrijo que se triangula entre dos paredes refugio mi fascinación en un espacio más afable. Sin la obligación de la reposición teórica o de vigilancia epistemológica, escribir en un rincón inaugura un espacio más afable. Habría que pasar del saber al sabor: describir para evocar el sabor del agua, habilitar una mirada imaginante que entrevé y entrevera las figuras imprecisas que aparecen en su visión periférica. En este rincón es posible alisar el espacio estriado del haiku. estrías que son los saberes instituyen un sentido. Alisarlas implicaría dar lugar una piel que no olvida sus estrías pero si avanza entre ellas con el gesto de la caricia que tantea sin anticipación. Esa línea de caracteres se despliega sobre la página con todas sus marcas. En este rincón el haiku es el talismán que nos reúne.
Y si el haiku es talismán, su hechizo es el llamado. Ante esa línea de caracteres quiero permitirnos una lectura singular. Una que permite captar algo que los estudios de la pauta formal o estrictamente histórico-literarios no se atreven. Desde este rincón trazamos nuestro propio camino de lectura. Uno que el estudio de la forma suele desestimar: el relato del haiku, su componente no discursivo, su gesto, su sensibilidad.
Se trata de una travesía sin mapa, en ella no hay un estudio situado sino embarcado guiado por corrientes imprecisas y demasiado interrogantes: qué hacer con el idioma, con mi interpretación de lo que el haiku dice, con la referencia cultural, con su fondo simbólico en diálogo con el nuestro. Esta barca en la que vamos está guiada solo con curva y contracurva, cruces y caminos superpuestos que forman los caracteres del poema y sus ecos sonoros.
Entonces atender el llamado del haiku es dejar que los ojos sean capturados por un orden textual: un trama llena de nudos. A aquel orden se suman las complejidades del contexto lingüístico, especialmente de aquellas poéticas que a principios de siglo XX expresan su separación la tradición nacional alumbrando un tipo de haiku que podríamos decir, “moderno”.[1] Pero intentemos desanudar y desentramar atendiendo a la multiplicidad de la escritura japonesa: sin prescindir de las figuras formales propias de esta forma poética.[2] Contemplamos juego equívoco involucrado en cada kanji que tienen diferentes lecturas, o bien, las onomatopeyas funcionan como elemento sonoro pero también verbal o adjetivo, entre otros casos. Esta panorámica veloz, nos permite esbozar ahora nuestra propuesta. ¿Qué hacer ante ese puñadito de caracteres escritos en una sola línea? ¿Cómo decir algo, como hacer una crítica, que se vincule con la teoría?
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Noviembre, 2025
Primavera
Córdoba, Argentina
Atender al llamado del haiku II
Una mano se agita sobre la página esbozando una escena. La principal apuesta de Shiki fue: “Vencer los movimientos del corazón, llegar a dominarlos y no sugerirlos más que apenas. Y por una técnica eminentemente pura, desencadenar en el lector, valiéndose de una notación concreta y sobria, una impresión profundamente suscitada.” (R. Izquierdo, 106). ¿Qué hacer con la notación “concreta y sobria”, afirmación que nos devuelve a al peligro de otra: sobre el haiku nada puede decirse, cuando de aquella impresión pareciera inaccesible. El haiku aparece como un paisaje que revela sus más enigmáticos signos. Veamos el siguiente haiku de Shiki:
顧みれば行き会いし人霞みけり
Kaeri mireba yuki aishi hito kazumi keri
y en la traducción de Rodríguez Izquierdo:
Mirando hacia atrás
veo alguien que encontrará
ya diluido en la niebla (2022: 33).
Con la lectura formal de este poema podríamos decir que: respeta la regla de las 17 moras, el kigo de este haiku es niebla y que el kireji de este haiku es keri, que es un haiku cuya geometría forma el triangular: eso sería hablar del haiku y repetirlo. Al contrario: para aprovechar y potenciar el contacto interlingüístico de ambos idiomas devolvemos a la traducción su operación crítica, una que despliega menos líneas de sentido que pliegues de ellas. Pliegues donde se juegan volúmenes y ambigüedades de ese poema que se escribe en una solo línea.
Consideremos al haiku como una figura de origami. Ante el llamado del haiku -ante la figura de papel plegado- el lector imagina el relato posible: mirará las esquinas angulosas del haiku, lo conservará en su mano para ensoñar el poema. Como afirma Barthes en Crítica y verdad (1972), todo lector sabe que “(…) retoma contacto con cierto más allá del texto, como si el lenguaje primero de la obra desarrollara en él otras palabras y le enseñara a hablar una segunda lengua (…) Es lo que se llama soñar.” (53-54). De este modo, en la tarea crítica hay un reorientación del deseo: se trata de un ansia por el idioma, sus símbolos, un lenguaje segundo donde ya no se desea la obra sino acceder a su propio lenguaje. Un deseo de hundirse en la profundidad de esas marcas que han dejado los pliegues del haiku. Después de recorrer los vértices y ángulos obtusos del origami-haiku, la crítica conducirá a desplegar la figura de papel por alguno de sus bordes y en cada despliegue perfilará su lectura, detectará el matiz o la singularidad del poema. Hasta que por fin, con toda la figura desplegada ante sí, el crítico en la lectura simultánea de todas las hendiduras en el papel podrá por fin concebir y escribir ese lenguaje segundo de la crítica. Y lo hará, en una apuesta re-doblada: volverá a doblar el papel en otra figura, en un deseo profundo de escritura. Como afirma Barthes: “La crítica desdobla los sentidos, hace flotar un segundo lenguaje por encima del primer lenguaje de la obra, es decir, una coherencia de signos.” (Barthes, 1972: 66) Esa coherencia tal vez no sea eso que el haiku tenga de suyo como lo japonés, más bien será la proximidad entre los signos poéticos del poema entre la lengua de partida y la lengua de término.
El llamado del haiku no es por la literalidad, sino por lo que hay más allá de su forma: por las insistencias que en las obras, por la sensibilidad que propone cada una, y por el modo en que lo material, en el sentido de lo no-discursivo-interviene en la materialidad del lenguaje para dar lugar a paisajes singulares.
Entonces del haiku de Shiki, “Mirando hacia atrás/ veo alguien que encontrará/ ya diluido en la niebla” (2022: 33) podríamos decir que: en primer lugar, las tres partes del componen un paisaje que hacen de la niebla un espejo opaco en el que se produce un encuentro con una figura apenas visible que puede ser propia del poeta o de alguien que se ha cruzado en el camino. Despleguemos: Kaerimireba, no solo es darse la vuelta sino también mirar al pasado, a la reminiscencia; aishi hito es encontrarse con una persona de manera accidental; y kasumi, enfatizado por la palabra de corte keri es volverse nubloso, en el sentido de enigmático, o volverse borroso u oscuro ante la vista. Y cabe una aclaración más en torno a esta palabra, en japonés kasumi designa una niebla ligera, una neblina, que se diferencia de la bruma o niebla densa del otoño característica del otoño. Entonces, darse la vuelta o la reminiscencia se tiñe del matiz de la neblina, el encuentro con esa persona del pasado o que ha pasado, toma este carácter del recuerdo, algo que había sido olvidado y se recuerda repentinamente. El haiku nombra esa la ingravidez del recuerdo, que no es la memoria exacta, sino la interrupción de una reminiscencia apenas.
El recuerdo toma la textura de la neblina y el encuentro accidental resuena como la reminiscencia al pasado que interrumpe imprevisible. ¿No se parece mucho a la interrupción del pensamiento, a la emergencia de la idea, a eso que tanto se ha dicho del haiku, que aparece de la nada en el aquí ahora, captado en el presente? En este sentido el haiku de Shiki parece definir la naturaleza del haiku en sí mismo, de esa forma poética que viene a interrumpir la cháchara del lenguaje como decía Barthes. El llamado del haiku es ese: desde la neblina nos pide que escribamos la interrupción, en el caso del poeta la de registrarla en una frase corta; en el nuestro, la situación de deseo de decir algo más: ya sea a señalar cómo la neblina de primavera imprime su falta de peso o su capacidad de deslucir la reminiscencia. Un deseo por medir los distintos pesos que tiene el tiempo o bien, los diversos modos de encontrarse.
Bibliografía
Barthes, R. (1972) Crítica y verdad. Siglo XXI, Buenos Aires.
Barthes, R. (2003) “¿Qué es la crítica?”. En: Ensayos críticos. Siglo XXI, Buenos Aires.
Chiappe, M. (2018, February). Literatura japonesa en la UBA: avances y proyecciones. In V Congreso Internacional de Letras.
Derrida,
Flores González, D. J. (2021). El Haiku de Taneda Santouka: Dificultades de Traducción Y Belleza. (TESIS)
Gavirati, P. coord. (2022) La naturaleza del japonismo: Discursos occidentales sobre tierra, flora y nación: una lectura desde Argentina. Teseo Press, Buenos Aires.
Jorge, J. (2022). Paisaje, lengua e interioridad en el haiku moderno. Mirai. Estudios Japoneses, (6), 257-271.
Montava, M. A. M. (2022). Problemas lingüísticos discursivos en las traducciones de un haiku de Matsuo Bashō del japonés al español. Sincronía, (81), 501-511.
Ortiz, R. (2003). Lo próximo y lo distante: Japón y la modernidad-mundo. Interzona, Buenos Aires.
Watkins, M. (1999). Reflexiones sobre la traducción de literatura japonesa al castellano. Cuadernos CANELA: Revista anual de Literatura, Pensamiento e Historia, (11), 33-49.
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[1] En este haiku -del que ya he hablado muchas veces aquí- lo tradicional, lo occidental y la experimentación singularizan esta forma poética y posibilitaron su comprensión y práctica en Occidente. Esta modernización del haiku se debió a un “interrelación de códigos” entre Japón y Occidente (Europa y Estados Unidos) que atravesó dos coyunturas históricas que fueron fundamentales para el archipiélago: una, la Restauración Meiji (1868-1912) -periodo en que Japón abre sus fronteras para el intercambio cultural- y otra, la Segunda Guerra y Posguerra (1945-1972) (Chiappe, 2012). Es decir, el haiku que conocemos actualmente (especialmente, la recepción que se ha hecho de él en Argentina) está muy alejado de su componente estrictamente japonés, relacionado con la tradición de la poesía nacional, el espíritu Zen o sintoísta, el refinamiento y refrenamiento que ha descrito ciertos autores del japonismo argentino desde mediados de los 50.
[2] A saber, la palabra estacional, kigo (que da la pauta del momento o lugar, que no necesariamente tiene que ver las coordenadas espacio temporales de su concepción) y la palabra de corte, kireji (que funciona como una especie de puntuación poética en ese único verso que se escribe sin espacio entre los caracteres)
CONSTRUIR
Cae la noche
Mientras, río abajo,
Se oyen las grullas.
DECONSTRUIR
Luz y sonido. La fusión inefable de ambos es la clave con que, puesto a pensar, podría yo ahora deconstruir este haiku. Se me ocurrió a raíz de la visión reciente, la semana pasada, del crepúsculo sobre las aguas del río Tajo, en la orilla de Las Herencias, cerca de Talavera de la Reina. Fue a esa hora mágica en que el día se disuelve en noche; la hora en que las últimas grullas se recogen entre los carrizos del río lanzando al aire sus gritos. No fui yo quien se vio rodeado por las primeras tinieblas de la noche, ni yo quien oyó a esas aves. Fueron estas las que se vieron envueltas por la noche incipiente; fue la luz crepuscular la que oyó a las grullas. Yo estaba ausente. Yo no era yo. Yo era noche que empezaba y yo era grulla que gritaba. ¿No estaba poniendo en práctica el famoso lema en que Arthur Rimbaud cifraba la clave del arte de la poesía: «Yo es otro»?
Este «otro» puede ser la rana y el estanque del famoso haiku de Bashō. O puedo ser un buey. Como en este haiku de Shikō (1665-1731), uno de los diez discípulos famosos del mismo Bashō:
Ushi ni naru
Gaten ja asane
Yū suzumi
牛になる
合てんじゃ朝寝
夕涼
¡Hacerse buey
y poder dormir por la mañana
y estar fresco por la tarde!
El haijin, registrador de lo inefable, se vacía para ser otro. ¿Qué otro? El despertado por las sensaciones: la vista, la conciencia, el olfato, el oído, el frescor de la tarde, el deseo de dormir, etc. El haiku es poesía de sensaciones, poesía material, poesía corporal. Pero de un cuerpo en que el yo ha desaparecido. Yo es otro.
Roxana Dávila Peña
mushi
Ya atardece. Tiemblan con el viento las luces de las velas que las familias encienden poco a poco en el cementerio.
Mi madre, como cada año, vuelve a indicarme el camino hacia la tumba de mi abuelo.
—Aquí das vuelta a la izquierda y, en esa subidita, la tercera a la derecha lo encuentras —me dice. Me gusta seguirla y ayudarle a cargar el agua y las ofrendas.
Parece que las flores de cempasúchil iluminadas derraman el color del sol sobre la noche. También la mayoría de las tumbas y los caminos se alumbran con las veladoras.
Camino entre las ofrendas y pienso que mi propia vida ha sido un sendero hecho de luces y despedidas.
Las sombras en movimiento se vuelven cálidas. El aire huele a copal y a pan recién puesto.
Mi jarrito de café aún humea. Hoy no ha llegado nadie a la tumba de junto.
El papel picado se mece con el viento, como si saludara. Hay música allá, hacia la capilla. Este año hay tumultos.
La noche está más fría. Me abrigo un poco más. En cambio, mi madre nunca tiene frío. Comienzan los rezos.
Un poco de cera cae sobre mis dedos mientras esparzo pétalos de flores de terciopelo sobre la placa de mi abuelo Samuel. Le hablo bajito y, aunque no lo recuerdo con claridad, sí me acuerdo de que, de niña, me impresionaban sus manos que olían a tabaco.
Nos despedimos. Ya nos veremos hasta el próximo año.
La cara de mi madre,
resplandeciente,
colocando la pipa.
Hace unos días, por fin, guardé la ropa de invierno y saqué la de verano. Si bien en Santiago estamos viviendo una primavera bastante inestable, ya no podía esperar un minuto más para dejar atrás todo lo que me recuerda el frío invernal y sus días nublados. En Japón la costumbre de cambiar ropas dependiendo de la estación, como se podía esperar, está presente en el mundo del kigo. Por ejemplo, 衣替え koromogae, cambio de vestuario, se utiliza al pasar de vestir ropa de invierno a usar ropa veraniega al comienzo de la primavera. Una de las bellezas del kigo es, precisamente, cómo nos acompaña en nuestro día a día.
Este mes veremos la última de las estaciones climatológicas (ya que Año Nuevo es más bien una estación cultural): invierno o 冬 fuyu. Justo esta mañana veía en las noticias que el monte Fuji había recibido su primera nevada de la temporada.
El invierno abarca, según el calendario actual, desde 立冬 rittou o inicio del invierno (07 de noviembre) hasta el día anterior a 立春 risshun o inicio de la primavera (04 de febrero). Según el calendario tradicional, corresponde a los meses de 神無月 Kannadzuki o Décimo Mes, 霜月 Shimodzuki o Décimo Primer Mes y 師走 Shiwasu o Décimo Segundo Mes.
En el mundo del kigo, el invierno se divide en cuatro períodos: 三冬 santou; tres inviernos, y cuyas palabras se pueden utilizar en la composición de haikus durante toda la estación. Luego tenemos 初冬 shotou o inicio del invierno, que corresponde a noviembre en el calendario solar, y a 神無月 Kannadzuki o Décimo Mes, en el lunar. El siguiente es 仲冬 chuutou o mitad del invierno; diciembre o 霜月 Shimodzuki; Décimo Primer Mes. Finalmente llegamos a 晩冬 bantou o fin del invierno, que abarca enero o 師走 Shiwasu; Décimo Segundo Mes.
En esta oportunidad los haikus seleccionados contienen kigo correspondientes a 三冬 santou y 初冬 shotou.
Kigo: 息白し ikishiroshi; blanco aliento. En las mañanas de invierno, cuando la temperatura es baja, el vapor de agua del aliento se enfría, haciéndolo parecer blanco.
Período: 三冬 santou; tres inviernos
Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria
Haijin: Hoshino Tatsuko (1903-1984)
息白く恐れげもなく答へたる
iki shiroku osorege mo naku kotaetaru
con un frío aliento y sin miedo respondió
…
Kigo: 初時雨 hatsushigure; primera llovizna. La primera llovizna del invierno. Este kigo representa la sensación de que el invierno ha llegado.
Período: 初冬 shotou; inicio de invierno
Categoría: 天文 tenmon; astronomía
Haijin: Sudou Ringo (¿?)
パエリアの焦げ香ばしや初時雨
paeria no koge koubashi ya hatsushigure
el aroma ahumado de la paella, primera llovizna
…
Kigo: 初雪 hatsuyuki; primera nieve. Se refiere a la primera nevada del invierno. Las personas de antaño admiraban la nieve tanto como admiraban la luna y las flores. La nieve también era señal de una buena cosecha. El carácter “初 hatsu; primera” transmite alegría y determinación ante la inminente llegada del invierno.
Período: 初冬 shotou; inicio de invierno
Categoría: 天文 tenmon; astronomía
Haijin: Hasegawa Kai (1954)
初雪のあとの青空金閣寺
hatsuyuki no ato no aozora kinkakuji
Pabellón Dorado, el cielo azul tras la primera nevada
El 金閣寺 Kinkaku-ji, también conocido como el Pabellón Dorado, es un templo budista zen ubicado en Kyoto, su nombre oficial es Rokuon-ji. En 1397 el shogun Ashikaga Yoshimitsu adquirió el terreno y ordenó la construcción del complejo. Tras su muerte y siguiendo sus deseos, su hijo lo convirtió en un templo Zen. Está designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
…
Kigo: 七五三 shichigosan; Shichi-go-san (literalmente “siete, cinco, tres”). Festividad realizada el 15 de noviembre en que los niños que cumplen tres y cinco años y las niñas que cumplen tres y siete años visitan un santuario. Es conmovedor ver a los niños vestidos con kimonos luciendo los escudos familiares y hakama (pantalones anchos que se visten sobre el kimono), y a las niñas con el pelo recogido y adornado. Los niños también reciben caramelo Chitose-ame.
Período: 初冬 shotou; inicio de invierno
Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria
Haijin: Goto Hinao (1917-2020)
父似の娘母似の息子七五三
chichi ni no musume haha ni no musuko shichigosan
la hija parecida al papá, el hijo parecido a la mamá, Shichi-go-san
…
Me despido esperando que llegue el calor estival y deseando que todos puedan disfrutar el paso de las estaciones, ya sea rodeados de flores primaverales o caminando entre el follaje otoñal mientras se preparan para el frío del invierno. ¡Hasta el próximo artículo!
APÉNDICE
EXTRACTO DE LA “COLECCIÓN DE VERSOS DE LA RELIGIOSA CHIYO”:
CUATROCIENTOS CINCUENTA Y CUATRO HAIKAI DE CHIYO
Se pueden encontrar dos ediciones de los haikai de Kaga no Chiyo:
la primera es la de Kaga no Taimu, realizada durante la era Ka-ei (1848-1853); la segunda es la de Kaga no Shiromaru Akira, impresa en la era Meiji (1868-1912). La selección que aquí se presenta incluye los mejores poemas contenidos en los dos primeros recopilatorios.[1]
(NT: En este apéndice se ha incluido el kanji de cada haiku, pese a no estar en la edición de Gilberte Hla-Dorge, de tal modo que cualquier posible error en ese añadido es nuestro. Además, se añaden al final los haikus de Chiyo presentes en el libro que no se han agregado a esta recopilación antológica).
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HATSU-HI: “el primer sol del año”
matsu take ya / yo ni homerareru / hi no hajime
¡ah, los pinos, los bambúes de adorno!
en todas partes se celebra
el primer sol del año
take mo okite/ oto fuki kawasu/ hatsu hi kana
se yerguen los bambúes
y hay cruce de silbidos…
sol de año nuevo
tsuru no asobi/ kumoi ni hanawu/ hatsuhi kana
bajo el primer sol,
la armonía de ver en el cielo
las grullas que pasan
SAITAN: “el primer día del año”
miro mo takara/ niro mo takara ya/ hatsuhi no kage
son unos tesoros:
primeras sombras
del amanecer
Utsukushii/ yume minaō ya/ hana no haru
bonitos sueños:
comienzan a tenerse
con la primavera florida
ha ya mizu no/ tagoto ni tokete/ hatsu hi kage
los primeros rayos del sol,
provocando el deshielo
en cada arrozal
HATSUZORA: “el cielo del día de Año Nuevo”
nani to min/ sono hatsu kei no/ hatsu ni kage
¿a qué compararé
esos ocho paisajes?
los primeros rayos de sol del año
JINJITSU (NANAKUSA): “mañana de la recolección de las 7 hierbas”
nana kusa ni/ miyawanu mono wa/ kabura kana
de las siete hierbas,
la que no conviene,
es el nabo
yuki asobi/ suro hima mo nashi/ wakana tsumi
ni siquiera hay tiempo
de jugar con la nieve:
recolección de hierbas jóvenes
yuki tsubute/ kaeiō ma mo nashi/ wakana tsumi
bolas de nieve,
ni siquiera hay tiempo para reír:
recolección de hierbas jóvenes
HANA NO HARU: “primavera florida”
yoki koto no/ ni e ni mo amarō ya/ hana no haru
es imposible ver
todo lo bueno y lo bello,
¡la primavera florida!
FUKU-WARA: “briznas de paja que dan buena suerte”
fukuwara ya / chirigae kecha wa / ōsōkōshiki
¡ah, las briznas de paja que dan buena suerte!
al igual que el polvo,
esta mañana son hermosas
WAKA MIZU: “el agua nueva”
waka mizu ya / mo ni saku hana mo / kono shizōkō
gotas de agua nueva:
hacen florecer
las plantas acuáticas
MANZAI: “artistas ambulantes”
manzai ya/ modori wa oi no / hazukashiku
¡los artistas ambulantes!
tras su partida,
una se avergüenza de haber envejecido
manzai no / kuchi ya masago wa / tsukuru tomo
las palabras de los artistas ambulantes,
son más numerosas
que los granos de arena
KISSO HAJIME: “ropas nuevas”
waga sowo no / tori mo uso bō yu / kisso-hajime
el pájaro bordado en la tela
parece tan alegre:
me pongo una ropa nueva
AWA YUKI: “la nieve ligera”
haru yuki ya / furu ni mo arazu / furanu ni mo
¡ah, la nieve de primavera!
¿caerá
o no caerá?
WAKANA: “hierbas jóvenes comestibles”
te no uto wo / yuki no uketoru / wakana ima
la huella de mi mano
borrada por la nieve:
recolección de hierbas jóvenes
iriai no / ikutsu mo shizumu / wakana kana
recoger hierbas al atardecer…
alejándose
el sonido de las campanas
michi waku mo / kazu no uchi nan / wakana tsumi
a lo largo del camino,
mientras nos divertimos recogiéndolas,
cada vez más brotes verdes
YUKIGE: “el deshielo”
yuki toke ya / makoto sukunaki / mizu no oto
¡ah, el deshielo!
casi imperceptible
el sonido del agua
KASUMI: “la niebla”
aoyagi no / ame wo makurau / kasumi kana
por la mañana,
el joven sauce,
envuelto en la niebla que se deshace
UME: “flores de ciruelo”
ume aka ya / ishi mo kao dasu / yuki ma yori
¡oh, perfume de las flores de ciruelo!
las piedras emergen
en los claros de nieve
ume ga ka ya / koto ni tsuki yo no / omoshiro ya
¡ah, el perfume de las flores de ciruelo!
son especialmente hermosas
en una noche de luna
ume ga ka ya / ata ata koru, / hana no kage
el perfume de los ciruelos…
cada mañana escarcha
a la sombra de las flores
sake uri no / modori wa tarō ni / no-ume kana
el vendedor de sake,
regresa a casa con su tonel vacío
¡lleno de ciruelas silvestres! [2]
ume saku ya / samaui samaui ga / kuse to nari
¡la floración del ciruelo!
decir “¡qué frío, qué frío!”
se vuelve costumbre
kai mo naku / otoko no kage ya / ome no kage
sin motivo aparente,
la silueta de un hombre
bajo la sombra del ciruelo
YANAGI: “el sauce”
uguisu wa / okosedo nemuru / yanagi kana
el ruiseñor
no logra dormir,
¡oh sauce llorón!
musubu to / toko to kaze no / yanagi kana
anudándose y desanudándose,
siguiendo al viento,
las ramas del sauce
fuki wakeru / yanagi wa aohi / uma no kaminoke
como crines de caballo,
divididas por el viento,
las ramas verdes del sauce
hito moto wa / oto naki tsuki no / yanagi kana
solitario,
un sauce
en el silencio y la claridad de la luna
aoyagi ya / nan no yō zo / nete bakari
¡oh, sauce verde!
¿cuál es tu propósito?
solo duermes y duermes
futoru hodo / osoroshiku Naru / yanagi kana
a medida que crece,
se hace más aterrador…
¡el sauce! [3]
matsu bara ni / yanagi wa haru no / yūbe kana
tarde de primavera:
en el bosque de pinos,
¡esos sauces…!
AOYAGI: “el sauce llorón (lit. sauce verde)”
aoyagi wa / doko e uete mo / shizuka nari
no importa dónde se plante,
permanece tranquilo
el sauce llorón
UGUISU: “el ruiseñor japonés”
uguisu ya / mata iinaoshi / iinaoshi
¡ah, el pequeño ruiseñor!
ensaya el canto
y lo vuelve a ensayar
uguisu ya / koekarasu tomo / fuji no yuki
¡ah, el ruiseñor!
aunque se desgañite,
la nieve del Fuji no se derretirá[4]
uguisu ya / miyako girai no / take no oku
¡ah, el ruiseñor!
no le gusta la ciudad
y se esconde entre bambúes
uguisu ya / hatsune ni kiku wa / iku tokoro
¡ah, el ruiseñor!
¡en cuántos lugares
he escuchado su primer canto!
uguisu ya / ume ni mo towazu / yozō aruki
¡ah, el ruiseñor!
dejando el ciruelo,
un vuelo nocturno[5]
uguisu wa / tomo are koko no / hatsune kana
el ruiseñor,
¡aquí está
su primer canto!
uguisu no / mono ni akirou ka / take no oku
ruiseñor,
¿tan cansado estás que vuelas
hacia lo profundo del bosque de bambú?
uguisu no / tonari made kite / yōbe kana
el ruiseñor ha llegado
hasta la casa vecina,
es de noche[6]
uguisu wa / issho konai ka / hatsune kana
el ruiseñor,
¿ha desafinado
en su primer canto?
HIBARI: “la alondra”
saezuri ni / mono no majiranu / hibari kana
en su gorjeo,
todo es pureza,
¡la alondra!
futatsu mitsu / yo ni iru na / hibari kana
dos… tres…
quizás canten toda la noche:
¡las alondras!
ō fushi wa / kumo no ōshinō / hibari kana
de vez en cuando,
por las nubes se pierde de vista,
¡la alondra!
chōchō wa / nete mo sumasu ni / hibari kana
¡unas alondras!
pasando el tiempo en reposo,
las mariposas
agari te wa / shita wo mite naku / hibari kana
al elevarse,
miran hacia abajo y cantan,
¡oh, las alondras!
osoroshi ya / takai tokoro de / naku hibari
¡qué susto!
el canto tan alto
de la alondra
Kawakimichi / kusa ni shizumu ya / yū hibari
camino seco:
se hunde entre las hierbas,
la alondra del atardecer
asayū wa / kusa no shimeri ya / yū hibari
mañana y tarde,
la humedad en las hierbas…
¡la alondra del atardecer! [7]
OBOROZUKI: “la luna velada”
Iisashite / minaosu hito ya / oborozuki
hacemos una pausa,
para volver a contemplar
la luna velada
yo no hana o / maru tsutsumu ya / oborozuki
la luna velada
envuelve delicadamente
todas las flores
OBOROYO: “noche con luna velada”
oboroyo ya / kotoba no amaru / watashi mori
no ha observado completamente
la noche de luna velada:
el barquero[8]
oboroyo ya / mi-todometa mono / ume bakari
bajo el claro de luna velada,
lo que se deja ver,
son sólo las flores de ciruelo
HARU NO SORA: “El cielo de primavera”
shizukasha wa / nan no kokoro ya / haru no sora
¿por qué
está tan tranquilo?
cielo de primavera
HARU NO AME: “lluvia de primavera”
haru-ame ya / ōtsukōushū Naru / mono bakari
bajo la lluvia de primavera,
todas las cosas
lucen más
harusame ya / utsukushō narō / mono bakari
bajo la lluvia de primavera,
todas las cosas
se embellecen
haru-ame ni/ norote ya mizu mo / ao miyuki
¿será porque está regada
por la lluvia de primavera?
el agua que corre también se vuelve verde[9]
haru-ame ya / moto yori kyō wa / kyō no tsuchi
desde el principio,
la capital en el mismo lugar…
lluvia de primavera[10]
haru-ame ya / mina nurashitaki / mono no iro
lluvia de primavera,
una querría dejar que empape
el color de las cosas[11]
TAKO: “cometa”
fukefuke to / hana ni yoku nashi / yakko-dako
vuela, vuela, cometa,
no tengo ningunas ganas
de contemplar flores
WAKAKUSA: “hierbas jóvenes”
wakakusa ya / o no arawaruru / kiji no koe
¡ah! el canto del faisán,
su cola sobresale
sobre las jóvenes hierbas
wakakusa ya / kirema kirema ni / mizu no iro
aquí y allá,
entre las hierbas jóvenes
…el color del agua
Wakeitte / mizu oto bakari / haru no kusa
solo se escucha
el murmullo del agua entrando
bajo las hierbas de primavera
KIJI: “el faisán”
hito yo neta / tsuma ni o ya hiku / kiji no koe
canta el faisán:
se dirige, sin duda,
hacia su pareja de una noche
KAERU: “la rana”
naku hibari / yobi modoshitaru / kaeru kana
haciendo regresar
a la alondra que canta
¡la rana!
hasu no ha no / utsuwa ni sougan / kaeru kana
posándose
sobre una hoja de loto
¡ah! la rana
futatsu mitsu / tonde mite to / kaeru kana
probando,
la rana da
dos o tres saltos
Harabote / kumo wo ōkago / kaeru kana
tendida sobre su panza,
la rana,
observa las nubes
amagumo ni / hara no fukuro ō / kawazu kana
la rana:
hincha su panza
ante las nubes de lluvia
mada kyō no, / kokoro de yuku / kawazu kana
aún con el ánimo
de la capital, avanzamos:
¡ah, el croar de la rana!
hiyori ni wa / hara o ugokashite / kawazu kana
cuando hace buen tiempo,
espera la lluvia:
la rana
MATSU NO HANA: “flores de pino”
dare mo ima mo / nite wa fukuro ō ya / matsu no hana
todo el que las ve,
las olvida:
las flores de pino[12]
KONOME: “brotes”
ni ono o yobu / made wa na no naki / konome kana
hasta que les dan nombre,
carecen de identidad:
los brotes
asa yoi ni / shizuku no futōru / konome kana
de la mañana a la noche,
la gota de agua crece
sobre los brotes[13]
CHŌ: “mariposas”
ame no hi wa / yume no yume made / chō kana
día de lluvia…
sueña la mariposa
hasta el día siguiente
chō chō ya / onago no michi no / ato ya saki
una mujer caminando:
las mariposas revolotean
a su alrededor
tsuki no yo no / sakura ni chō no / arane kana
noche de luna,
sobre los cerezos, las mariposas
creen dormir por la mañana
chō chō ya / nare mo hara tatsu / hi mo aran
¡mariposa!
aunque parezcas gentil,
un día te enfadarás
ashi oto ni / yume no goto mau / chō kana
al son de mis pasos,
baila como en un sueño,
la pequeña mariposa
chō chō ya / hana nusubito o / tsukete yuku
¡mariposa, mariposa!
persigue
al ladrón de flores
HINA[14]: “muñecas”
korobite mo / warai bakari / hina kana
aunque caiga,
sigue sonriendo,
la muñeca
tomoshibi no / yoi ya hina no / daidokoro
hay que poner luces
para los preparativos
en la cocina de las muñecas[15]
waratte wa / hito o yowaguru / hina kana
sonriendo,
dejan que la gente se embriague:
las muñecas
otoko ni wa / magaru warai ya / hina matsuri
día de la Fiesta de las Muñecas:
la risa de las jóvenes
supera con creces la de los hombres
SHIOHI: “marea baja”
hiroi mono / mina ugoku nari / shiohigari
todo lo que se recoge
se mueve:
la pesca en bajamar[16]
MOMO NO HANA: “flores de melocotonero”
sore hodo ni / kawakinu michi ya / momo no hana
el camino
aún no está tan seco…
flores de melocotonero
sato no ko no / hada mata shiroshi / momo no hana
la niña del pueblo:
su cara es tan clara
como la flor del melocotonero
yama ni sakanu / mono to kikishi ga / momo no hana
dicen que no florecen
en las montañas,
pero ahí están las flores de melocotonero
kakurega mo / iro midekeri / momo no hana
flores de melocotonero:
atraen la mirada
hacia la casa solitaria
to no aite / hito wa inu nari / momo no hana
la puerta está abierta,
no hay nadie cuidando la casa:
flores de melocotonero
momo saku ya / ikutabi omou / yuki atari
melocotoneros en flor,
¡cuántos jinetes
he encontrado[17]!
momo saku ya / na wa nemi to yara / yō to omou
flores de melocotonero:
no recuerdo
el nombre de este lugar
chō michi wa / otoko no waza ya / momo no hana
la gente
se echa por el atajo,
para admirar las flores del melocotonero[18]
niwatori no / ie ni amaru ya / momo no hana
las gallinas de corral
se acercan a la valla,
flores de melocotonero
ni san ri wa / ni do mo kourou hi ya / momo no hana
una haría dos o tres leguas,
dos veces al día,
para admirar las flores de melocotonero
KAGERO: “vapor de calor”
kagero ya / nurenuru wa mizu no / ue bakari
el vapor de calor,
solo sobre el agua
no se moja
kagero ya / hoshite wa fukuro ō / ishi no ue
sube el vapor de calor
desde la superficie del risco
que se seca… o se moja
SAKURA: “cerezo”
tada kaerou / kokoro de deta ga / hatsu zakura
salimos con la intención
de regresar tranquilamente…
pero ahí están las primeras flores de cerezo
mite modorou / hito ni wa awazu / hatsu zakura
contemplando
las primeras flores de cerezo,
nadie ha regresado aún
hatsu hana ya / mada matsu take wa / fuyou no koe
¡he aquí las primeras flores!
aunque pinos y bambúes
aún tienen voces de invierno[19]
chiru made wa / tori no mie sugiru / sakura kana
hasta que caen,
los pájaros son muy visibles,
flores de cerezo[20]
hanamori ya / hito no arashi wa / hiru bakari
el guardián de las flores:
lo del tumulto humano
solo ocurre de día[21]
ashi-ato wa / otoko narikeri / hatsu-zakura
esas pisadas
son de un hombre,
en camino al cerezo en flor[22]
tanzaku wa / kaze o atsuku / sakura kana
los tanzaku
alejan el viento
de las flores de cerezo
bonshō o/ sora ni oriayuru / sakura kana
las flores de cerezo
elevan al cielo
los sonidos de la campana de la tarde
Moushoubarete / chō mo hirune ya / ito zakura
parece mentira,
una mariposa durmiendo de día
sobre el cerezo de ramas largas
kage wa oboro / sora wa hana nari / ito zakura
claros lunares intermitentes,
el cielo cubierto por flores:
cerezos de ramas largas
onago doshi / oshite noborou ya / yama zakura
las mujeres, empujándose,
suben para admirar
los cerezos de montaña
hito no tame / sake towaba ya na / hatsu zakura
vamos a buscar sake
para los demás:
primeras flores de cerezo
oritakou mo / mōshōbu mono nashi / hatsu zakura
al ir a romper la rama,
no hay nada que atar:
primeros cerezos en flor[23]
asa yoi ni / mori kara mo / sakura kana
¡ah, los cerezos del bosque!
¿quién no los ve,
desde la mañana hasta el anochecer?
tsuki kage mo / tatazoumu ya hana / akaborake
la luna también se detiene
para admirar las flores,
al amanecer
yama zakura / hitori mi ni kite / sōmanou mono
vengo sola
a contemplar los cerezos de montaña,
¡qué lamentable!
akebono no / sakura ni narite / akaki kana
amanece,
asciende el sol
y junto a los cerezos, cambia la luz[24]
chou yoreba / mizu wa hanarete / yama zakura
sólo cuando te acercas,
el agua se distingue
de los cerezos de montaña[25]
otoko nara / hito yo nete min / hana no yama
si fuera un varón
pasaría una noche
en la montaña de flores
SERI: “anantha estolonífera”
nani yara no / toki mi oki tarou / nezeri kana
no sé en qué momento
nos dimos cuenta
de estas plantas de anantha
TANPOPO: “diente de león”
tanpopo ya / ori ori samayou / chō no yume
los dientes de león
de vez en cuando interrumpen
el sueño de la mariposa[26]
YAMABUKI: “flores de kerria”
yamabuki ya / yanagi ni mizu no / yodomu koro
¡ah, las flores de kerria!
junto al sauce
el agua se estanca
yamabuki no / hodokeru kawa ya / mizu no haba
desenredadas,
las finas ramas de kerria:
el río se desborda
FUJI: “glicinias”
chi ni todoku / negai wa yasashi / fuji no hana
su deseo de tocar la tierra,
es fácil de cumplir:
flores de glicina
matsu kaze mo / kogoe ni naru ya / fuji no hana
hasta el viento en los pinos
se vuelve un susurro
al pasar por las glicinias[27]
matsu kaze wo / ikutsu ni wakete / fuji no hana
las glicinias,
dispersan el viento
que viene de los pinos
SUMIRE: “violetas”
kake izuru / koma mo ai kagoo / sumire kana
incluso el caballo que galopa,
olfatea en sus patas
el olor a violetas
dore hodo mo / chigawanu michi ni / sumire kana
al borde del camino,
que no es demasiado largo,
unas violetas
yama kage ya / wasure shi hodo no / sumire kana
¡ah! la mata de violetas
queda olvidada
a la sombra de la colina
ushi mo okite / tsukauzuku to miru / sumire kana
hasta el ganado al despertar
se queda mirando
a las violetas
BOSHUN: “fin de primavera”
Tokogawabo / haru ya karu yuku / ashi no uchi
junto al río
la primavera se va
entre los juncos
TSUKUSHI: “colas de caballo (plantas)”
(NT.- La cola de caballo (Equisetum arvense), a veces llamada cola de rata o cola de zorro, es una especie de planta de la familia Equisetaceae).
fude tatete / nani nani yō ya / tsukushi shi
preparando sus pinceles
¿qué escribirán?
las colas de caballo[28]
tsukushi tsukushi / kokora ni tera no / ato mo ari
colas de caballo por miles
aquí y allá;
los restos de un templo
TSUBAKI: “camelias”
koke no ue ni / choko mo nagaruru / tsubaki kana
flotan sobre el arroyo
como tazas de sake,
las camelias[29]
HARU NO NO: “campo primaveral”
haru no no no / mono tote tsuku ya / kowa no mochi
en el campo primaveral,
nos divertimos amasando pasteles
de hierbas silvestres
GASSAIN: “epigramas sobre pinturas”
modokashi ya / kawa todoke domo / ume no hana
¡qué impaciencia!
llega el aroma pero…
¿dónde están las flores de ciruelo?
tsuru hitotsu / nano kokoro ya / momo no hana
¿por qué?
una grulla solitaria pintada
entre flores de melocotonero
michi kusa ni / chō mo megasenu / hana mi kana
las mariposas no pueden dormir
en las hierbas del camino:
flores de cerezo[30]
wakakusa ya / koma no neoki mo / utsukushiki
¡qué bonito!
el despertar del caballo
entre hierbas jóvenes
nomi hoshite / tsuchi kara yoi ya / fuji no hana
absorbiendo todo el sake
derramado en tierra,
se embriagan las glicinas
SEMBUTSU: “detalle de despedida”
dotchi muite / mi-okurou hazu mo / hana gomori
con esta bruma que oculta las flores
¿la podrá seguir con la mirada
en aquella dirección?
hi mo ori ni / nagashi mijikashi / hana gomori
los días son
a veces largos, a veces cortos[31]:
bruma de la floración
(NT.- algunos haikus personales)
Estoy feliz de volver a coger el pincel hoy, después de tres años de enfermedad.
chikara no / tsuki masesasetu / kei no haru
la mariposa
ha recuperado sus fuerzas:
esta mañana es primavera
(Inscripción en el retrato de un anciano) [32]
kono yuki ni / taga tame naruzo / ume no hana
bajo la nieve
las flores del ciruelo
¿para quién florecen esta mañana?
(Para celebrar el 80° aniversario de un erudito de Tomari, provincia de Echigo.)
momotose e / asobi asobi no / yanagi kana
hacia los cien años
jugando y jugando,
el sauce
(NT.- Juego de palabras: “momotose” = 100 años, “asobi” = juego/ocio)
(A quien parte para la capital)
morotoshini mo / tsuku mono naraba / tako no ito
si fuera el hilo de una cometa
me ataría
al bajo de tu vestido
(Inscripción sobre un grabado de Komatchi)
sato mizu / araba to nurourou / yanagi kana
si hay un agua que me lleve,
me dejaré mojar
dice el sauce[33]
ZATSU: “miscelánea”
(Inscripción sobre un grabado con grullas)
hito oto wo / tsuirou mo shiroto / wakana kana
con el ruido de la llegada del gentío,
las grullas también regresan
sobre la hierba joven
(Inscripción sobre una imagen de Hotei) [34]
hatsu zora ya / fukuro o mo yama no / warai yori
el cielo de Año Nuevo…
el saco de la felicidad
es la sonrisa de la montaña
(NT.- Hotei, dios de la abundancia, sonríe como las montañas en primavera)
(Para celebrar un 80º aniversario)
momotose ni / koko hito nemuri / yanagi kana
para llegar a los cien años,
todo lo que necesita es una siesta:
el sauce
(Debemos devolver bien por mal)
taoraruru / hito ni kaoru ya /ume no hana
perfuman
a quien las quiebra:
flores del ciruelo[35]
(Sōbeitsu: adiós a una persona que parte)
miokureba / soyazume ni nan / hana ni nari
si la sigues con la mirada
a veces se vuelve nieve
a veces se vuelve flor[36]
(Ofrenda de flores de ciruelo al Buda)
nagori nagori / chiru made wa mizu / ume no hana
es una pena,
no se mira el caer
de las flores del ciruelo
(NT.- Juego de palabras: “nagori” = pena/residuo)
(Con motivo de una ceremonia llamada Hakamaghi, durante la cual un niño pequeño de cinco años se pone, por primera vez, el hakama o pantalón ancho con pliegues. -Esta celebración familiar generalmente tenía lugar el día 15 del undécimo mes lunar; aquí, probablemente se celebraba en el momento del Año Nuevo-)
hatsu zora ni / te ni toru Fuji no / warai kana
bajo el cielo de año nuevo,
se escucha la risa
del Monte Fuji
(Sobre una pintura del Monte Fuji)
uguisu no / iro kakosu tomo / Fuji no yuki
incluso después
del canto del ruiseñor,
persiste la nieve del Fuji
(Lamento)
haru kaze mo / yudan wa narazu / shika no fue
incluso con la brisa de primavera
debe cuidarse
del reclamo que atrae al ciervo[37]
(Nacimiento de Buda)
ha to narishi / ki wa nani omou / busshō e
los árboles sin hojas…
¿con qué sueñan?
Natividad de Buda
Fin de la sección de primavera
KOROMOGAE: (cambio de ropa estacional)
hana no ka ni / ushiro misete ya / koromogae
huyendo del perfume de las flores
de primavera,
cambio de ropa
futsuka mikka / mi ni shimi kanōrou / awase kana
durante dos o tres días
no se está cómoda:
ropa doble de verano
(NT.- “awase” se refiere a prendas de vestir superpuestas, típicas del cambio estacional)
Utsukushii / hito ni samusa ya / koromogae
las personas elegantes,
pasan frío
con sus ropas nuevas[38]
BOTAN: “peonía”
kaki ma yori / tonari ayakaru / botan kana
a través del seto
el vecino comparte la felicidad:
¡contemplar las peonías!
chūchū no / fūfu ne amaru / botan kana
zzz… es demasiado grande
para una pareja de mariposas dormidas:
la peonía
(NT.- “chūchū” onomatopeya del zumbido de insectos, aunque las mariposas…)
mizō ni sowaba / mata amo aran / shiroi botan
si creciera junto al agua
tendría otro nombre:
la peonía blanca[39]
sarani nai / mono to an ni mo / botan kana
las peonías:
no se mueven
ni las de las chozas de los monjes
fuite mite / kaze no maketarō / botan kana
empezó a soplar el viento,
pero ha cesado
al llegar a las peonías
oi no kokoro / miru hi no nagaki / botan kana
con corazón de anciano,
se pasa unas largas jornadas
contemplando las peonías
KAKITSUBATA: “iris”
nabezumi no / nagare hazukashi / kakitsubata
el hollín de la olla
arrastrado por la corriente: ¡qué vergüenza!
… el iris de agua
yuku haru no / mizu sono mama ya / kakitsubata
florecidos los iris,
se reflejan en el agua
de la primavera que se va
mizu no kaki / mizu no keshiki ya / kakitsubata
el agua lo dibuja,
el agua lo borra:
el iris
(NT.- Juego de palabras: “kaki”= dibujar y “keshiki”= borrador)
WAKABA: “Hojas jóvenes”
u no hana no / yami ni te no suku / wakaba kana
¡ah! tocar con las manos
las hojas tiernas de deutzia
en la oscuridad
yūgure no / shizuku mo chiranu / wakaba kana
anochece:
ni una sola gota cae
desde las hojas jóvenes
SHIGERI: “follaje exuberante”
hi no ashi no / michi tsuke kaeru / shigeri kana
los rastros de luz
trazan un sendero y desaparecen
bajo el follaje frondoso
U NO HANA: “flores de deutzia”
u no hana wa / hi wo mochi nagara / kumori keri
las flores de deutzia
expuestas al sol,
se han nublado
u no hana ya / tsure machi awazu / hashi no ue
¡oh, flores de deutzia!
sobre el puente
esperando a su amiga
HAZAKURA: “hojas de cerezo”
hazakura ya / me ni tatsu mono wa / chō bakari
sobre las hojas de cerezo,
lo único que llama la atención
es una mariposa
HOTOTOGISU: “el cuco”
mono no oto / mizu ni iru yo ya / hototogisu
al golpear la superficie del agua
un ligero sonido en la noche:
el cuco
nani to naki / mono no ugoki ya / hototogisu
sin saberse por qué,
el cuco
está muy agitado
aru yo no wa / neru made kaere yo / hototogisu
cuco,
la noche pasó
¡déjame dormir!
hototogisu / hototogisu tote / ake ni keri
¡cuco! ¡cuco!
con estas palabras
el día ha llegado[40]
ato ara no / atchira ni wa nashi / hototogisu
no se ve por ningún lado
su silueta:
el cuco
Hototogisu / mada shirazu mi no / aware nari
también es conmovedor
dejar la hoja en blanco
sin haber hablado del cuco
KANKODORI: “cuclillo común”
sabishiki wa / kiku hito ni kokoro / kankodori
¿se pone triste
quien escucha cantar
al pájaro del Himalaya? [41]
(NT.- “kankodori” es el cuclillo del Himalaya, de canto melancólico)
HOTARU: “luciérnagas”
shita yami ni / ori wasurete ya / tobou hotaru
en la oscuridad bajo los árboles
sin esconderse,
vuelan las luciérnagas
tsuma zoraite / kie tsuma zoraite / tobou hotaru
se choca, se apaga
se choca…
vuela la luciérnaga
in’yō mo / hito ha no uchi mo / hotaru kana
luz y sombra
en una sola hoja:
la luciérnaga[42]
(NT.- in’yō es el término japonés para el concepto de yin-yang en la filosofía china)
mizu kuai / mono ni kogarete / hotaru kana
para alguien sin afecto,
también brillan
las luciérnagas
hiru wa te ni / kodomo mo toranou / hotaru kana
durante el día
ni siquiera un niño las toma en su mano:
las luciérnagas
kawa bakari / yami wa nagarete / hotaru kana
posadas en la orilla
fluyen en la oscuridad…
las luciérnagas
TAUE: “trasplante de arroz”
mada kami no / yowai mono mo dete / taue kana
aquellas
que aún no han recogido su cabello,
salen a trasplantar el arroz[43]
tsure yori mo / ato ato to / taue kana
mucho más rápido que los compañeros
retrocede y retrocede
trasplantando arroz
kyō bakari / otoko wo tsukau / taue kana
solo por hoy,
las mujeres comandan a los hombres
al trasplantar arroz
taue uta / ashita mo utau / michi sōgara
la canción de trasplantar arroz:
mañana también la cantarán
de camino a casa
UKIKUSA: “hierbas flotantes”
ukikusa no / nagarete wa mata / saki kawari
las hierbas flotantes
florecen, fluyen
y otras las reemplazan
ukikusa ya / chō no chikara no / ogaete mo
aunque con todas sus fuerzas
una mariposa la retiene,
la lenteja de agua se va flotando
(NT.- La lenteja de agua común o lenteja de agua menor (Lemna minor) es una planta acuática pequeña, de la familia de las aráceas).
ukikusa wo / kishi ni tsunagou ya / kumo no ito
la lenteja de agua:
prendida a la orilla
por un hilo de araña
BENI NO HANA: “flores rojas de cártamo”
yama kage ya / kokoro no hi wa / beni no hana
a la sombra de la montaña,
el sol
son las flores rojas
koborete wa / tada no mizu nari / beni no tsuyu
derramada en el suelo,
no es más que agua
el rocío de las flores rojas[44]
fuyu somaru / shika no komichi ya / beni batake
campo de flores rojas:
el ciervo comienza
a abrirse un sendero
HIME YURI: “lirio concolor”
hime yuri ya / akarui koto wo / achira muki
¡ah, el lirio!
es tan brillante…
pero luego da la espalda
WAKATAKE: “bambú joven”
wakatake no / fushi wa hi ni hi ni / kawari keri
jóvenes bambúes:
el viento que sopla
cambia sus nudos cada día
kaze goto ni / ha wo fukitasou ya / kotoshi-dake
cada ráfaga de viento
añade hojas nuevas
a los bambús de este año
shibaraku wa / kaze no chikara zo / kotoshi-dake
el bambú de este año:
creciendo en unos días
con la fuerza del viento
SEMI: “cigarras”
hatsusemi ya / koze ni mo yo no / arou hi kara
¡ah, las primeras cigarras!
cantan desde el día
en que se anhela la brisa
semi no ne ya / kara wa sono ne ni / ari nagara
¡el canto de las cigarras!
al pie del árbol,
sus mudas
KUINA: “rascón”
mizu oto wa / mizu ni modorite / kuina kana
el murmullo del agua
al agua regresa:
el rascón
ATSUSA: “el calor”
banshō ni / chiri nokori tarō / atsusa kana
al sonar la campana de la tarde,
el calor
aún no se ha disipado del todo
kite mireba / mori ni wa mori no / atsusa kana
cuando voy al bosque
buscando el fresquito, ¡ay!,
también allí hay calor
Ōgokashite / miredo take ni mo / atsusa kana
hasta moviéndose como un abanico
los bambúes,
¡parecen tener calor!
NŌRYŌ: “tomar el fresco nocturno”
ukikusa ni / ware wa ne no tsuku / nōryō kana
me enraízo
como hierba flotante
para tomar el fresco
matsu no ha mo / yomi tsukau hodo / yōzōmi keri
tanto tiempo como llevaría
contar las agujas de un pino,
paso tomando el fresco
NATSU TSUKI: “luna de verano”
tsuri ito ni / sawarou ya / natsu no tsuki
brillando
en mi sedal
¡ah! la luna de verano[45]
KUMO NO MINE: “cima con nubes”
hamaguri no / shiro ato takashi / kumo no mine
se eleva un espejismo
de las ruinas de un castillo:
cima nubosa
SUZUSHISA: “el frescor”
suzushisa ya / kozue kozue no / fūki amari
¡qué frescor!
en la copa de los árboles
un viento excesivo
suzushisa ya / te wa todokane do / matsu no koe
no es posible llegar
a estar frescos…
el sonido de los pinos
suzushisa ya / arou hodo dashite / sagi no kubi
la garza…
estira el cuello
para sentir el fresco
suzukaze ya / oshie au tarō / kusa to kusa
la brisa fresca…
las hierbas
se apiñan unas con otras
suzushisa ya / susokaramo fūkō / yabu datami
¡qué frescor!
sobre un tapiz de hierba
el viento bajo la ropa
suzushisa ya / hiyashi owarō rou / hokakebune
frescura…
un velero va en busca
de los rayos de sol
kaze suzushi / wakaba ni otsuru / yūgeshiki
brisa fresca…
sobre las hojas tiernas
la bruma de la tarde
hazakura no / mukashi wasurete / suzushisa
olvidando el pasado
los cerezos con hojas…
la frescura
ifukebe no / ware to hanarete / yoru suzumi
atardeciendo
mi sombra se aleja de mí
¡tomar el fresco!
suzushisa ya / yo fukaki hashi no / shiranu toshi
frescura…
en el puente a altas horas
se acompañan entre desconocidos
tabako ire / fūrite modoru / suzumi kana
tras agotar una bolsa de tabaco
vuelve a casa
¡qué frescura!
suzushisa ya / tonari no take no / fūri kawari
¡qué frescura!
nos llega la brisa
que sopla en los bambúes de al lado
otchi ai mo / mina maru goshi ya / yū suzumi
frescura de la tarde:
se encuentran casualmente
todos sin su espada
SHIMIZU: “agua cristalina”
yōsu sashide / mata ware ni au / shimizu kana
siguiendo en la misma dirección,
nuevamente
el arroyuelo
michi kui mo / te no uchiyawashi / shimizu kana
nos entretenemos en el camino;
las manos se ven más bonitas
al jugar con el agua clara
beni sashita / kuchi mo wasururu / shimizu kana
¡qué cristalina el agua!
olvidé que mis labios
estaban pintados
yama no soko / no no sue mo tsunagu / shimizu kana
en la unión del pie de la montaña
y el fin de la llanura,
el arroyo claro
YŪGAO: “rostro del atardecer, campanillas, flor de la tarde”
rostro del atardecer…
las cosas ocultas
parecen más bellas
¡ah, la flor de la tarde!
es el momento en el que se ven
los hombros desnudos de las mujeres
junto al yūgao
¿qué sentido tiene
encender una luz?
HIRŪGAO: “rostro del mediodía, campanillas del mediodía, correhuela”
campanillas del mediodía:
junto al puente inseguro
unas aguas turbulentas
las correhuelas,
descaradamente abiertas
al sonar las campanas del mediodía
SARUSUBERI: “Lagerstroemia indica, árbol de Júpiter”
caída una flor,
cae otra flor:
flores del Árbol de Júpiter
Zatsu: “miscelánea”
(inscripción sobre un retrato de la princesa Sōtori)
yūkaze ni / kumo mo kage karu / botan kana
viento de la tarde:
una araña quieta
en la sombra de una peonía[46]
(inscripción en un dibujo que representa pollitos)
ko no yami ni / tori mo mayō ya / yū no suzumi
los padres son ciegos
y también la gallina se pierde:
el fresco de la tarde[47]
(para celebrar un 80º aniversario)
suzushisa ya / koto ni yatoi no / matsu no koe
¡ah, la frescura!
y sobre todo, el sonido desde los pinos
octogenarios
(en el momento de la partida de Aikawaya Soue-Jo)
okurabaya / shimizu ni uke no / miyuru ma
al despedirla,
en el agua cristalina
su reflejo fugaz
yūgao no / yado ya cha no ka mo / mizu kushiki
la casa de la flor del atardecer
y también el aroma del té…
todo es común[48]
aou mukeba / kirei ni atsushi / kumo no mine
al alzar la vista,
cálida y hermosa
la cumbre con nubes
(a la muerte de mi esposo)
okite mitsu / nete mitsu kayoi no / hiroi kana
despierta lo veo,
dormida lo veo, en el mosquitero…
¡cuánto vacío! [49]
(lamento por la muerte de una amiga)
sono wakare / uki kusa no hana / keshi no hana
esta separación:
flor de hierba flotante
flor de amapola
(para explicar el estado de imparcialidad y de verdad, libre de toda ilusión)
shimizu ni wa / omote mo ura mo / nakukeri
para el agua clara
el derecho y el revés
no existen
(poesía de despedida al dejar Kioto)
hi wa nagashi / utzuki no sora mo / kinō kyō
se alargan los días,
el mes de mayo
se acerca
(sobre un retrato del venerable Maestro -Bashō-)
kiku mo yoshi / kikarenu mo mata / hototogisu
oírlo es bueno,
no oírlo también lo es…
el canto del cuco[50]
(a pesar del ruido perpetuo del tráfico de vehículos en la ciudad, se oye el murmullo del agua[51])
sōzōshii ya / nari ni toraete / sōzōmi kana
tomando el aire,
se siente la frescura
tal cual es
Fin de la sección de verano
RISHŪ: “presagio de otoño”
aki kinu to / mono arige nari / niwa no kusa
el otoño ha llegado:
por las plantas del jardín
se sabe bien
aki tatsu ya / kaze ikutabi mo / kiki naoshi
¿llega el otoño?
una y otra vez
se escucha el viento
aki tatsu ya / hajimete kuzu no / atchira muki
al llegar el otoño
por primera vez las flores de kuzu
se giran hacia el otro lado[52]
kaya no nami / kao ni fururu ya / kesa no aki
las ondulaciones del mosquitero
caen sobre su rostro:
mañana de otoño
hagi no ha no / mono ii gao ya / kesa no aki
¡cuánto transmiten
las hojas de lespedeza!
mañana de otoño
hatsu aki ya / mata utsukushii / mizu no oto
principios de otoño:
aún más bello
el sonido del agua
nesu goshite / daiku ki ni keri / kesa no aki
habiendo dormido mucho,
el carpintero me ha despertado
esta mañana de otoño
hatsu aki ya / ore arawarenu / niwa no iro
principios de otoño:
aún no aparecen
las flores del jardín
hatsu aki ya/ oreta ni oreta / kaze bakari
¡ah, principios de otoño!
solo la brisa se filtra
entre las euforbias
(NT.- llamadas así por Euphorbus, médico griego. El género es muy diverso en cuanto a forma y tamaño, existen desde pequeños árboles, arbustos, a plantas herbáceas)
HATSOU AKI: “comienza el otoño”
aki kinu to / tada aki kinu to / nagame keri
lo he contemplado repitiendo:
el otoño ha llegado,
solo el otoño ha llegado
yuki chigo / akebono kurashi / kesa no aki
con el alba
abriéndose esta mañana otoñal
¡tan oscura!
ZANSHU: “el calor que queda”
(NT.- Zanshu es un término que significa “el calor restante” o “el calor que queda” después de que el verano ha terminado. Este término se utiliza para describir los días cálidos que ocurren al final del verano, justo cuando el otoño comienza a asomar)
aki no bō e / koborete hairu / atsusa kana
el calor del verano,
se alarga y llega
hasta el otoño[53]
asa no ma wa / kata tsuiwe irō / zanshō kana
por la mañana,
todavía queda
un resto de calor
INAZUMA: “relámpago”
inazuma no / sowo wo nurasu ya / mizu no ue
un relámpago:
la cola mojada de su vestido
brilla sobre el agua
HOSHIAI: “encuentro de estrellas”[54]
ogi mo ho ni / ichiru ya hoshi no / asobi yori
hasta a los juncos se le ven sus espigas
por el ir y venir
de las estrellas
yūgao mo / nerou yakōsō zo / hoshi matsuri
las flores del yūgao,
también deben reposar
la noche del encuentro de las estrellas
keigei no / haga hito yobite / hoshi matsuri
la cortesana,
hablando de ella misma,
celebra la fiesta de las estrellas
hoshi no nagori / tsuyu ni mo yorade / sode tamoto
la pena de las estrellas
al separarse, no se confía
ni a una gota de rocío
hoshi no wakare / karasu mo mori no / shizuka nari
triste separación de las estrellas:
hasta los cuervos del bosque
guardan silencio
uma wa aredo / ushi ya kobata no / hoshi okuri
aunque hay caballos,
son bueyes los que guían
las estrellas a Kobata
kakehashi ya / kotchira ni hashi wa / mono no oto
hay un puente de urracas celestiales,
pero el puente de aquí abajo
es ruidoso
AKIKAZE: “viento de otoño”
ki kara mono no / koboreru oto ya / aki no kaze
¡ah! el sonido de la lluvia
que cae gota a gota de los árboles…
viento de otoño
yūgao no / mi wa mochi nikushi / aki no kaze
la calabaza
está ya a punto de caer:
viento de otoño
ASAGAO: “campanilla / gloria de la mañana”
asagao ya / onoga tsura o / tsura ni sawa
desarrollándose,
de un tallo a otro,
las campanillas
asagao ya / ada tomoshibi no / kakure mo ari
las glorias de la mañana,
ya están abiertas
y hay poca luz[55]
asagao ya / hoshi no wakare o / achira ni muki
las estrellas
se despiden de las campanillas
que se vuelven del otro lado
asagao ya / kane tsuku uchi ni / saki sorou
flores de asagao:
mientras doblan las campanas
florecen a la vez
asagao ya / ichi ni hau koto o / abunagari
¡oh, campanilla!
teme arrastrarse
por el suelo
asagao no / hana ya kage no / osoroshiki
¡cómo destacan!
las campanillas
en la sombra de los árboles
asagao wa / kumo no ito ni / saki ni keri
ha florecido
junto al hilo de araña,
la campanilla
asagao ya / obishite emo / oki hazure
la correhuela,
se acuesta recogida
se levanta desordenada
asagao ya / yoi ni nokorishi / hari shigoto
¡oh, campanilla!
anoche le quedaron
cosas por hacer
asagao ni / tsurube torarete / morai mizu
las enredaderas
se llevaron mi cubo
¡agua recogida![56]
KIKYŌ: “flor de campánula”
kikyō no hana / saku toki pon to / iisō na
la flor de campánula,
al abrirse
hace un sonido como ¡pon!
HAGI: “lespedeza”
amari te wa / tsuki o modō ya / hagi ni tsuyu
sobre la lespedeza,
en las gotas de rocío
el reflejo de la luna
KINUTA: “batán”
Otosete / ame ni shizumaru / kinuta kana
al caer,
la lluvia apacigua
el sonido del batán
HISAGO: “calabaza”
akō sokō wo / nani nani motsō ya / tane fukube
¿qué promesas
guardan?
semillas de calabaza
TSUTA: “hiedra”
akete mireba / tsuta to nari keri / ishidōrō
al salir el sol,
la hiedra cubre
la lámpara de piedra
KUSABANA: “flores de hierbas”
dō mite mo / harō makō tane ya / kusabana
siempre distintas:
flores de hierbas sembradas
en primavera
sensō wo / saki mōzōshite ya / kusa no iori
mil hierbas otoñales
se trenzan y anudan
formando una cabaña
HANA NO: “campo de flores”
aki no no ya / hō to narō kusa / naranu kusa
¡el campo otoñal!
hay hierbas que florecen
hay hierbas que no
mirō uchi ni / nurō izayō gachi ni narō / hana no kana
contemplándolas,
nos moja el rocío
¡flores del campo!
¿dónde dejar el sombrero?
buscamos un lugar
entre las flores
TOMBO: “libélulas”
el cazador de libélulas
¿hasta dónde
habría llegado hoy?[57]
fluye el agua:
la libélula persigue
su sombra reflejada
UZURA: “codorniz”
cosiendo,
se escapan unas puntadas
¡canto de codornices!
SHIKA: “ciervo”
el agua se tiñe de rojo[58]
¿es por eso que braman
los ciervos?
una noche tan larga,
para los ciervos es corta
¡ha llegado el amanecer!
¿el ruido de la cascada
llega desde tan lejos?
el bramar del ciervo
KAGASHI[59]: “el espantapájaros”
el espantapájaros, inutilizado,
tiene como almohada
una calabaza
NARUKO[60]: “el espantapájaros”
día de viento:
los espantapájaros
trabajan para el vecino
TSUKI: “luna llena”
¡luna llena!
tropezamos con algo brillante
en la oscuridad[61]
luna brillante:
a pesar de su blancura,
el sonido del agua
¡ah, la luna llena!
¿hasta dónde asciende
la cumbre del Monte Fuji?
desde el callejón
unos ronquidos…
y el brillo de la luna
una tarde, al claro de luna,
posado sobre unas piedras
canta el grillo
todo lo que miro
se vuelve más hermoso
¡la luna llena!
tsukimi ni mo / kage hoshigarō ya / onnagotachi
incluso contemplando la luna,
las jóvenes
buscan una sombra
nenu yo tote / isoga no inochi no / tsukimi kana
no dormiremos,
no tenemos prisa…
¡contemplar la luna!
bajo la luna llena,
al regresar,
no hay nada que decir[62]
invitado a salir
basta un solo paso
para ver la luna
recuerdo…
el abanico olvidado
después de la luna llena
brilla la luna:
es difícil susurrar
sin ser escuchada
IZAYOI: “decimosexta noche”
la decimosexta noche:
ahí queda
otra oca perdida
detrás de los que susurran,
contemplamos la luna
de la decimosexta noche
en la oscuridad de la decimosexta noche,
de las hojas de la malanga caen
gotas de rocío
KEITŌ: “amaranto”
flores de amaranto:
hay ropa extendida
y puesta a secar
OBANA: “flor de euphorbia”
al son de la campana de la tarde,
algunas flores de euphorbia
desaparecen
viento de otoño:
se doblan fácilmente
las flores de euphorbia
HATSUKARI: “primeros gansos salvajes”
¡ah, los primeros gansos salvajes!
detrás de ellos vienen
más y más
primeros gansos salvajes:
escuchar el graznido de todos juntos
es melancólico
primeros gansos salvajes…
tras su paso
tan solo graznidos
primeros gansos salvajes…
a pesar del ruido de sus graznidos
se pierden de vista
UCHI AYU: “truchas que vuelven al mar”
pasan los días…
cada vez son más y más
las truchas que remontan
NOCHI NO TSUKI: “un mes después de la luna llena”
el que vela toda la noche
no es más que un espantapájaros…
un mes después de la luna llena
un mes después de la luna llena,
atravesando el campo de verduras
donde nos regañaron
un mes después de la luna llena:
por primera vez se siente
la insuficiencia de la calefacción
OCHIBA: “hojas caídas”
(NT.- este kigo se volverá a ver más adelante, en los de invierno)
como respuesta
al mes de las cartas,
cae una hoja[63]
KIKU: “crisantemos”
con este perfume
no hay tiempo para distraerse:
flores de crisantemo
en las manos de los niños
¡qué plenitud!
las flores de crisantemo
el jardín de crisantemos,
el destino de las flores
es el cielo (o el palacio imperial)
parterre de crisantemos,
en sueños nos detenemos allí
la noche del octavo día[64]
kyō ni narite / koitabire okashi / kiku tsukuri
hoy, por primera vez
el esfuerzo es recompensado:
cultivo de crisantemos
kiku saite / kyō made no se wa / wasure keri
los crisantemos florecen:
todos los esfuerzos realizados
se olvidan
kiku-bata ya / kyō me ni miyuru / ashi no ato
campo de crisantemos…
hoy aparecen
huellas de pasos
shirogiku wa / nani tomo nashi ni / sugurekeri
los crisantemos blancos
no sabemos por qué…
son extraordinarios
tōka ni wa / masari gao narō / no-giku kana
el décimo día
muestran orgullosos su imagen
los crisantemos del campo
kiku zukiya / michi ni sorō mō / hito to hito
por el camino
donde la luna refleja los crisantemos
¡hileras de gente!
tsuyu no omo / shiro hajimete / kiku no hana
qué delicado
el rocío
en los primeros crisantemos
OMINAESHI: ”valeriana”
(NT.- hace referencia a la Patrinia scabiosifolia, valeriana oriental o encaje dorado).
Ominaeshi / muzukashii haru ni / saku yori
la valeriana:
es complicado
que florezca en primavera
Ominaeshi / tsurete yukanto / yōta made
valeriana…
dijeron
que te llevarían[65]
sōiani na mo / shirade sugikeri / ominaeshi
sin conocer tu nombre,
Valeriana,
he pasado cerca de ti
TAMA MATSURI: “fiesta de las almas”
kochira kara / iwaisete bakari / tama matsuri
solo de este lado
se habla del día
del Festival de las almas
tama no iwai wa / mizu no aji sae / kaori keri
altar de las almas:
se percibe el sabor del agua,
el perfume de las ofrendas
MOMIJI: “hojas de arce enrojecidas”
iro ni idete / take ni kuruu ya / tsuta no michi
enrojeciendo,
desordenada sobre el bambú,
la parra virgen del camino
(NT.- Parthenocissus, parra virgen, viña virgen o enredadera de Virginia, es una planta trepadora de gran tamaño, que cubre vistosamente grandes paredes y muros de las viviendas).
ato ya saki / shidai ni kuruu / momiji kana
atrás, adelante,
poco a poco se desordenan
las hojas de arce
take ni nari / kera tori to narō / momiji kana
un canto desde el bambú,
un picapinos responde,
¡oh, las hojas de arce!
oto bakari / mizu sae karoku / momiji kana
solo el sonido del agua
permanece ligero,
¡las hojas del arce!
BUDO: “la vid”
shizuku ka to / tori wa ayabumu / budo kana
¿son gotas de agua?
desorientados, los pájaros,
se acercan a las uvas
MUSHI: “insectos”
mushi wa mushi no / tokoro marau koto ya / hi atari
los insectos
en sus lugares,
donde brilla el sol
awadera no / chiiwa wa hito e / kirigirisu
para el deleite
de los religiosos:
el canto de los grillos
(NT: awadera hace referencia al templo de Awa).
AKI NO KURE: “crepúsculo de otoño”
kokoro aru mi / naki sae aki no / yūbe kana
no hay nadie para conmoverse
con la belleza
de este atardecer de otoño
SHIGI: “becada”
(NT.- Shigi, becada, ave limícola que pertenece al género Scolopax, dentro de la familia de las agachadizas).
shigi tatsu ya / asa sae hito mo / tazakari
becadas alzando el vuelo…
en el otoño
incluso las personas se dispersan
AKI NO KAZE: “viento de otoño”
yūgao no / mi ya omoku Naru / aki no kaze
el cuerpo de la calabaza
se va haciendo pesado:
viento de otoño
GASAN: “inscripción sobre una pintura”
ashima kara / kaze no hiriya / sabite oku ne
desde los juncos,
el viento arrastra
un barco abandonado
kiji no tsuma / kakushite okitaru / sosogi kana
la faisana
se ha escondido…
el fluir del agua
ZATSUDAI: “miscelánea”
(para una persona que se va a ordenar religiosa)
chiri to mite / tsuyu ni mo nurezo / hagi no hana
como polvo
que el rocío no moja:
la flor de la lespedeza[66]
(con ocasión de un primer reencuentro)
fumizuki ya / sora ni mataruru / hikari ari
mes de las cartas,
en el cielo se espera
la luz
(NT.- ya se habló de “el mes de las cartas” en los versos 316)
(en recuerdo de un difunto)
shigi tatsu ya / yuku no wakare ni / kure masari
la becada alza el vuelo,
con la separación
avanza el ocaso
(dentro de cien años)
momo tose no / sono hi mo shigi no / yūbe ari
dentro de cien años,
en este mismo atardecer
también volarán becadas
(las tres etapas de la existencia humana surgen de una única intención)
hyakunari ya / tsuru hitotsuji no / kokoro yori
cien calabazas
de un mismo tallo,
de un mismo corazón[67]
(dentro de un sombrero de junco trenzado)
michi michi no / hana wo hitome ya / yoshino yama
por todos los senderos
las flores con solo un vistazo:
Monte Yoshino
(inscripción en un escritorio)
meigetsu ya / sono ura mo miru / maru suzuri
luna brillante,
hasta su reverso se ve
en el tintero redondo
(inscripción en un retrato de Hitomaro[68])
nagaki yo wo / hitori wa neji to / shika no naku
estoy sola
en la larga noche
brama el ciervo…
(inscripción en un retrato de Daruma[69])
tsuno gumi mo / itsu shika tokete / ashi no hana
los cuernos entrelazados
sin saber cuándo se soltarán…
la flor de caña
(con ocasión de mi matrimonio)
Shibukaroka / shiranedo kaki no / hatsu chigiri
¿será amargo?
sin saberlo, parto el caqui:
primer juramento[70]
(inscripción en una pintura que representa a la señora Kogō)
koto no ne no / ware ni kayo ya / kera no aki
mañana otoñal;
llegan a mí
los sonidos del koto[71]
(Hotei contemplando la luna)
(NT: Hotei es un monje budista sonriente que simboliza la abundancia, la longevidad, la riqueza, la felicidad y el amor por los niños).
Sawagashiki / fukuro nesasete / tsuki mi kana
dejando a un lado
el bullicioso saco,
¡contemplar la luna! [72]
(dedicado a un monje)
somizome ya / sono tsuki hana no / kage no kage
túnica negra:
es la luna y las flores
en sombra de sombras[73]
(al recibir una rara barra de tinta de Kasugano)
sumi no na no / ishi ni mo shimu ya / shika no iro
el nombre de esta tinta
penetra hasta en las piedras-
color ciervo
Fin de la sección de otoño
KOROKO GATSU: “pequeño sexto mes, es decir, veranillo de San Martín, a principios de noviembre”
nita koto no / mitsu yotsu wa nashi / koroko gatsu
pequeño mes de noviembre,
no hay ni tres o cuatro días
que se parezcan
SHIGURE: “lluvia invernal intermitente”
(NT.- más ampliamente “lluvia pasajera de otoño/invierno”)
hatsu shigure / kaze mo yurezu ni / tori keri
el primer aguacero
ha caído:
no se mueve el aire
ta wa moto no / chi ni ochitsuku ya / hatsu shigure
los arrozales vuelven
a su aspecto primitivo…
primer aguacero de invierno
kyō e dete / me ni tatsu kumo ya / hatsu shigure
yendo a la capital
las nubes atraen la mirada;
primer aguacero
Furisashite / mata iku toko ya / hatsu shigure
me detiene en el camino
y luego, en otros sitios más…
primer aguacero de invierno
yanagi ni mo / shizuku miji kashi / hatsu shigure
sobre los sauces también
las gotas caen muy rápido;
primer aguacero
mata shika no / mayoimichi nari / hatsu shigure
otra vez el ciervo
se pierde entre los senderos;
primer aguacero
mizutori no / se no taku hira /shigure kana
las aves acuáticas
hinchan su cuerpo;
aguacero invernal
matsukaze no / nukete yuku taru / shigure kana
el viento pasa entre los pinos
y continúa,
¡aguacero invernal!
kokonoe no / hito mo miezuku / shigure kana
en la Corte Imperial,
casi ni se ven los nobles;
aguacero de invierno
(NT.- se habla de “nueve capas” que literalmente pueden ser de nubes, o hacer referencia a la Corte Imperial)
kono ue wa / hiroki mono tote / shigure keri
el aguacero
presagia que, tras él,
vendrá la blancura
satosato wa / nani no koto nashi / hatsu shigure
aldea tras aldea
ningún suceso altera la calma;
primera lluvia invernal[74]
hatsu shigure / doko yara take no / asaborake
primer aguacero…
en algún lugar
amanece entre los bambúes
hitotsu yane wa / hitotsu shigurete / aware nari
un único tejado
aislado en el aguacero,
¡qué conmovedor!
hatsu shigure / kyō ni wa nurezu / Seta no hashi
el primer aguacero,
hoy no moja la capital
pero sí el puente de Seta[75]
(NT.- El puente de Seta era un importante punto de paso entre Kioto y el este de Japón, mencionado frecuentemente en diarios de viaje de poetas y en pinturas, incluso hay un poema clásico -”Seta no hashi” – en el Manyōshū).
nagame yaru / yamazato samishi / hatsu shigure
bajo la primera lluvia invernal,
contemplar la aldea de la montaña
sumida en la soledad
KOGARASHI: “viento de invierno”
kogarashi ya / suguni ochitsuku / mizu no tsuki
sopla el viento invernal,
pero al instante se aquieta
la luna en el agua
ARARE: “granizo”
mizu ni uku / mono to wa mienu / arare kana
el granizo
flota en el agua:
no parece real[76]
SAMUSA: “frío”
yaburu ko no / nakute shōji no / samusa kana
como ya no hay niños
que hagan agujeros en él,
el shōji me parece frío
(NT.- Muy famoso haiku de Chiyo en el que echa de menos a un hijo fallecido).
asa no hi no / suso ni todokanu / samusa kana
los rayos del sol
no llegan al dobladillo del kimono,
¡qué frío hace!
yama biko no / kuchi mane samuki / karasu kana
el eco de la montaña
repite sin cesar “¡qué frío hace!”
¡ah, el cuervo!
KOTATSU: “brasero portátil”
kageboshi no / yoko ni nitaru / kotatsu kana
una sombra oscura
acostada junto al kotatsu
¡el calor del hogar!
YUKI: “nieve”
hatsu yuki wa / matsu no shizuku mo / nokori keri
primera nieve:
en las agujas del pino,
gotas suspendidas
hatsu yuki wa / asane ni shizuku / mizu ni keri
primera nieve:
solo ven sus gotas
quienes se levantan tarde
hatsu yuki ya / miru uchi ni cha no / hana wa hana
primera nieve:
mientras la miro,
las flores de té renacen
hatsu yuki ya / homuru kotoba mo / kinō kyō
primera nieve:
hoy como ayer,
los mismos elogios gastados
hatsu yuki ya / kodomo no motte / aruku hodo
primera nieve:
la pizca que un niño
puede cargar en sus manos
hatsu yuki ya / kawaru no iro no / karasu hodo
primera nieve:
hasta el negro del cuervo
cambia de tono
hatsu yuki ya / kecha no chagara no / sute dokoro
primera nieve:
¿dónde arrojar hoy
las hojas de té usadas?
suisen wa / ka wo nagame keri / kesa no yuki
mañana de nieve,
contemplo el aroma
de los narcisos[77]
koe nakuba / sagi ushinawamu / asa no yuki
sin sus graznidos,
las garzas desaparecerían
en el alba nevada[78]
kashigoto o / wasurete miru / take no yuki
olvido cocer el arroz…
sólo miro la nieve
en los bambúes
Shinawaneba / naranu ukiyo ya / take no yuki
hay que adaptarse
en este mundo que cambia,
bambúes bajo la nieve
sotto kuru / mono ni kizuku ya / take no yuki
nieve en los bambúes:
aunque llega en silencio,
alguien lo nota
aoki ha no / me ni tatsu koro ya / take no yuki
es la época:
las hojas verdes destacan
en los bambúes nevados
yuki no aru / mono ni kikasu na / matsū no ie
que nada cambie
la nieve sobre las cosas…
silencio en la cabaña de pino[79]
hara wa neba / onoga hane to ya / yuki no sagi
si no la sacude
es como sus plumas:
una garza cubierta de nieve
hana ni to wa / negawazu yuki no / miazami
no se posa
sobre las flores:
un reyezuelo en la nieve[80]
hatsu yuki ya / matsū shirabe mo / fūtōkoro de
la primera nieve…
estando quieto,
el sonido entre los pinos[81]
hatsu yuki ya / eji mo neoshimou / shizukō made
la primera nieve…
los guardias añoran
dormir con tranquilidad[82]
korobu hito wo / warote korobu / yukimi kana
riendo de quienes caían,
ahora en el suelo yo
¡esto sí es ver la nieve!
matsu no ha ni / azamari mono ya / kesa no yuki
en las agujas de pino
depositada delicadamente,
la nieve de esta mañana
OCHIBA: “hojas caídas”
fūna machi no / kasa ni tametaru / ochiba kana
esperando el barco,
en el sombrero, amontonadas
unas hojas secas
mizu no ue ni / okō shimo nagasu / ochiba kana
caen las hojas…
sobre el agua corriente
arrastran la escarcha
kumo no su ni / ochite soshite / ochiba kana
en la telaraña se posan
y luego caen…
hojas marchitas
KAERI-BANA: “segunda floración”
mi Yoshino ya / yoru no haru hodo / kaeri-bana
¡ah Yoshino!
hasta de noche, las flores tardías
como en plena primavera
haru no yo no / yume mite saku ya / kaeri-bana
como en una noche de primavera,
las flores tardías brotan
sin razón aparente
Tagatamezo / abunaki sora ni / kaeri-bana
bajo este cielo inestable
las flores de fuera de temporada
¿para quién?
KABU: “los nabos”
furu mono ni / ne wo sogi tarau / kabura kana
ante lo que cae
se retuercen sus raíces:
el nabo resiste
te no chikara / suyuru ne wa naki / kabura kana
ninguna raíz resiste
mis manos fuertes…
solo las del nabo
DAIKO HIKI: “arrancando nabos grandes”
Michi kusa no / kusa ni wa omoshi / daiko hiki
¡qué ligeras
las hierbas del camino!
nabos grandes arrancados
CHIDORI: “nombre colectivo para los chorlitos y otras pequeñas aves zancudas”
uzumibi no / te ni futaetaru / chidori kana
unas brasas enterradas
calientan las manos frías:
chillidos de chorlitos
KAMIKO: “vestido de papel”
machi kurete / akebono mo naki / kamiko kana
esperando en la noche
sin que llegue la aurora
¡oh, el vestido de papel!
SUISEN: “los narcisos”
suisen no / ka ya koborete mo / yuki no ue
el perfume de los narcisos…
se extiende incluso
sobre la nieve
suisen wa / na sae tsumetō / oboe keri
solo el nombre del narciso,
trae consigo
el recuerdo del frío
suisen ya / tada mo sumetaki / yabu no uchi
¡oh, narcisos!
únicamente el frío
entre los matorrales
Suisen kwa / yuku yuku fuyō ni / umare suki
los narcisos,
destinados a florecer
en pleno invierno
FUYŌGARE: “paisaje invernal” (lit. plantas secas en invierno)
fuyōgare ya / hitori botan no / atatamari
¡oh, plantas invernales secas!
tan solo la peonía
permanece cálida
KARENO: “campos de hierbas secas”
yuki ataru / michi wa kareno no / hiroki yori
desde el páramo seco,
cae la nieve
en el ancho camino
sagi no yuki / furi sadame naki / kareno kana
la nieve de las garzas,
en copos que vuelan y caen sin orden
sobre el páramo seco[83]
kareno yuku / hito ya chiso / miyuru made
por la seca llanura,
una silueta se aleja
hasta volverse diminuta
HACHITATAKI: “monje mendicante que canta marcando el ritmo con una calabaza o un cuenco”
yama biko o / tsurete aruku ya / hachitataki
el eco de la montaña,
guía los pasos
del monje (que hace sonar su cuenco)
el golpear de la vasija,
despierta cada noche
a los bambúes
FUYU NO TSUKI: “luna de invierno”
tori kage na / ha ni miete sabishi / fuyu no tsuki
siluetas de pájaros…
entre las hojas
tan solo la luna invernal
tonari soto ni / zehi naku okō ya / fuyu no tsuki
fuera de casa,
nadie se detiene
ante la luna de invierno[84]
FUYU NO UME: “ciruelo de invierno”
oriori no / hi no ashiato ya / fuyu no ume
aquí y allá,
tramos soleados
en los ciruelos invernales
ROHATSU: “el octavo día del duodécimo mes[85]“
rohatsu ya / nagaruru mizu mo / mono iwazu
el octavo día del duodécimo mes
hasta el agua que fluye
guarda silencio
(NT.- En los templos zen, durante Rohatsu, los monjes meditan en completo silencio, imitando la quietud de Buda bajo el árbol Bodhi).
SŌJIHARAI: “quitar el polvo”
kyō bakari / se takakarame ya / sōji harai
toca limpieza:
solo por hoy
quisiera ser más alta[86]
MOCHIBANA: “pastel de arroz coloreado y en forma de flor”
chiru koto o / matsu to wa okashi / mochibana
es curioso:
esperar a que caigan
las flores de pastel de arroz[87]
NENNAI HISHŌ: “primavera precoz” (lit. antes de fin de año)
toshi no kure / haru ya tashikani / mizu no oto
finales de año:
la primavera llega
con el sonido del agua
haru me kaku / kotobazukai ya / toshi no kure
fin de año:
usamos palabras
que no son de primavera
to no uchi / ikutsu no haru zo / toshi no uchi
en diez años lunares
¿cuántas primaveras habrá
antes del fin de año?
saki nao sou / ume no kokoro ya / toshi no kure
los ciruelos…
florecen nuevamente
aún en fin de año
TOSHI NO KURE: “fin de año”
toshi no o ya / yanagi wa aoou / musubi yuku
final de año:
los sauces verdes
comienzan a entrelazarse
CHA NO HANA: “flores de té”
cha no hana ya / kono yūgure o / sakinobashi
¡las flores del té!
al abrirse aumentan
la luz del crepúsculo
FUYŌ-KODACHI: “árboles sin hojas”
fuyū kaze no / hanare-banare ya / fuyō kodachi
viento invernal:
en la arboleda sin hojas,
se va dispersando
NENNAI: “fin de año”
toshi no uchi ni / haru kaze hiite / ne no hi tomo
al final del año
sopla un viento primaveral
como en el Día de la rata[88]
FUYU BOTAN: “peonía invernal”
kokoro naku / chigiri shi ato wa / fuyu botan
sin corazón,
tras la promesa rota,
la peonía de invierno
KANTSUBAKI: “camelia de invierno”
futatsū zaki wa / dochira ga saki e / kantsubaki
dos camelias invernales:
no se sabe cuál
florecerá primero
ZATSUDAI: “asuntos varios”
(inscripción en un grabado de Kan-Zan)
tonari tonari / wakaranu mono wa / uchiba hana
unas junto a otras
apenas se distinguen:
flores de patio
(el día en que me convertí en monja)
kami wo yuu / te no hima akite / kotatsu kana
el tiempo que antes dedicaba
a recogerme el pelo,
ahora lo dedico a calentarme
(decisión inquebrantable)
ne wa kirete / gokuraku ni ari / kare obana
arrancado de raíz,
está en el paraíso
el pasto seco
tomō kakumo / kaze ni makasete / kare obana
de un modo u otro,
la hierba marchita va y viene
a merced del viento
(dedicado a una abadesa, en el centenario de la muerte del fundador de su secta religiosa)
ha mo chiri mo / hitotsu no utena ya / yuki no hana
hojas y polvo
en un mismo cuenco,
la flor de nieve
(inscripción en un grabado de Jurojin[89])
unten kara / warae korobō ya / nagazukin
el puesto callejero:
un pequeño monje ríe
con su larga bufanda
(inscripción en un dibujo de flores de ciruelo)
shitashimi wa / tōkute chikashi / tsuki to ume
la amistad
es lejana y cercana…
luna y flores de ciruelo
Fin de la sección de invierno
y de la “Colección de versos de la monja Chiyo”
—————
NT.- En el texto, hay diversos haikus de Chiyo que no están en esta Colección o Antología realizada por Gilberte Hla-Dorge, y que sí se hayan diseminados a lo largo del ensayo. Los traductores al castellano hemos considerado conveniente incluirlos a continuación:
aki kaze ya / shimaōte ōgi ni / kite hairu
¡el viento del otoño!
penetra
entre los abanicos de juncos
aa atsushi / beni mo/ tsukerarezu
¡ah, qué calor!
ni siquiera puedo
ponerme de rojo
omō kakumo / kaze ni makasete / kare obana
de una manera u otra,
al capricho del viento,
un junco seco
wakakusa ya / kaeriji wa sono / kusa ni matsu
hay hierbas jóvenes,
al regresar, es de esperar
encontrar hierbas largas
chika michi ni/ yoki koto futatsu / shimizu kana
por el atajo
doble beneficio:
hay una fuente
yoku hikaru / tera de tsuki miru / koyoi kana
en el templo de la Brillante Luz,
esta noche se admira
la luna llena
fumi tsukerarete / nyōcha moushiro
pisoteada,
la estera donde se seca el té
desprende un agradable aroma
awazu no ya / yama kara kyō no / hototogisu
en la llanura de Awazu,
desde las montañas de la capital,
el canto del cuco
-.-
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………………………………………………….
[1] Propuesto por Yoshimatsu Youitchi, pp. 182 a 215.
[2] Los pobres también son sensibles a la belleza.
[3] Parece un fantasma.
[4] Porque es eterna.
[5] El ruiseñor siempre se asocia con la flor del ciruelo, simbolizando así el encuentro de dos amantes. M.R.A., p. 139, n.4.
[6]Se piensa que va de puerta en puerta como un cantante ambulante.
[7] Observación del rocío depositado en las plantas al final de la primavera y al inicio del verano, mientras el pájaro canta.
[8] Y la travesía ha terminado.
[9] El agua refleja las hojas jóvenes.
[10] Lugar privilegiado donde la belleza florece.
[11] Los colores son más brillantes bajo la lluvia.
[12] Son insignificantes
[13] Son las gotas las que crecen.
[14] Muñeca de forma especial que se exhibe en las casas el tercer día del tercer mes para la fiesta llamada hina-no-sekku o hina-no-matsuri.
[15] Para niñas que no han terminado de jugar al anochecer.
[16] Parece que se recogen guijarros o flores: son moluscos.
[17] Vinieron para admirar las bonitas flores.
[18] Comparar con el número 107.
[19] Es decir, su follaje perenne nos recuerda el invierno.
[20] Sobre el fondo claro de las flores, los pájaros se destacan claramente.
[21] Una multitud de admiradores se agolpa y discute con el guardián que quiere impedirles romper las ramas. Este tumulto solo ocurre de día, mientras que los relámpagos y truenos brillan a menudo por la noche.
[22] Las flores se encuentran en un lugar de difícil acceso.
[23] Antes de cortar una rama florecida de cerezo, es costumbre atarle una calabaza de sake o un tanzaku (poema escrito en una tira de papel); aquí, la floración ha sorprendido a los paseantes con las manos vacías.
[24] Primero se van distinguiendo las flores blanquecinas.
[25] Imagen impresionista: toda la montaña está cubierta de flores. A sus pies, fluye un arroyo; desde lejos, el tono del agua y el de los cerezos se confunden.
[26] Quizás porque las flores revolotean con el viento, quizás porque las mariposas vuelan y regresan a las flores.
[27] Es decir, se suaviza.
[28] Porque las colas de caballo (llamadas también colas de rata) se asemejan a pinceles, con los cuales los japoneses trazan sus caracteres de escritura.
[29] Probable alusión a un juego social de la época Heian que se practicaba al aire libre, en un jardín atravesado por un riachuelo. Los jugadores se sentaban en diversos lugares a lo largo de la orilla. Los que estaban río arriba escribían el comienzo de un poema en un cartón que colocaban sobre un pequeño plato de madera, que dejaban deslizar por la corriente. Al pasar, los otros jugadores completaban los versos. Chiyo-jō sugiere que las flores de camelia, semejantes a tazas de sake o incluso a pequeños platos de madera, flotan en el riachuelo como portadoras de poemas. Recuerda al juego de cartas que menciona M. Revon (M.R.A., p. 234, nota 1).
[30] A causa del bullicioso gentío de admiradores.
[31] A causa de la neblina.
[32] Quizás el anciano sea el propio Bashō.
[33] Alusión a una tanka de Ono-no-Komachi.
[34] Monje chino del siglo X, uno de los siete dioses de la fortuna, representado con un gran saco y abdomen prominente, símbolo de abundancia. Estos versos son de buen augurio.
[35] «El bien por el mal. Las flores del ciruelo dan su perfume al hombre que rompió la rama. «Este poema, didácticamente, se considera generalmente de poco mérito» A.M.A. p. 430. (escrito en inglés)
[36] Para entender el significado de este haikai, necesitamos saber en qué circunstancias fue compuesto.
[37] El ciervo se caza en invierno. Los hombres usaban un silbato que lo atrae y lo hace salir del bosque. La poetisa sugiere que la muerte puede llegar cuando menos se espera.
[38] Porque son muy ligeros.
[39] Porque reflejada en el agua sería aún más bella.
[40] Trad., M. B. A., p. 396.
[41] Depende del estado de ánimo de quien escucha.
[42] In’yō: principio masculino y femenino de la filosofía china; la luz y la sombra; el elemento positivo y negativo; es decir, el universo entero.
[43] Es decir, las niñas pequeñas.
[44] «El rocío que descansa en flores rojas brilla como perlas, pero una vez derramado en el suelo, solo es agua». A. M. A., pp. 422-423.
[45] El sedal de la poetisa recibe el reflejo de la brillante luna desde la profundidad del agua. ¡Qué escena tan refrescante!
[46] Alusión a una tanka antigua compuesta por esta princesa.
[47] Expresa el amor ciego de los padres por sus hijos.
[48] Términos de humildad que indican que habla de sí misma.
[49] Trad., M. R. A., p . 396.
[50] Acto de fe: Creo en su palabra, y si aún estuviera en este mundo, no tendría que molestarme en escucharlo.
[51] Es decir, captar la belleza.
[52] Kuzu: Pueraria thumbergiana.
[53] Crítica de los temas estacionales impuestos por las reglamentaciones poéticas.
[54] NT.- Se trata de un término más general que el Tanabata, o “Fiesta de las Estrellas”, una celebración japonesa que tiene lugar el día 7 del mes de julio y que según el folclore nipón, este es el único día del año en que las dos estrellas, Altair y Vega, pueden encontrarse. Los siguientes poemas están empapados de profunda cultura japonesa y muy complejos de comprender a ojos occidentales.
[55] Es decir, todavía no es de día.
[56] Al texto francés: Trad. M. R. A., p. 395. (NT.- Es el haiku más famoso de Chiyo y el que hace que con frecuencia se le represente junto a un pozo con flores de asagao. Se ha respetado la traducción desde el francés). (NT: En la actualidad, tras unos estudios presentados, se considera que Chiyo-ni no usó el kireji “ni” en este su más reconocido haiku, sino el kireji “ya”: asagao ya / tsurube torarete /morai mizu. En kanjis, en vez de 朝顔に釣瓶とられて貰ひ水 sería 朝顔や釣瓶とられて貰ひ水).
[57] Tra., M. R . A., p. 396.
[58] Es decir, las hojas enrojecidas del otoño se reflejan en el agua que corre.
[59] Espantapájaros que representa un arquero.
[60] Tablero golpeado por trozos de bambú.
[61] NT.– si concretásemos, habitualmente, en romaji Hepburn, se usa tsuki para referirnos a la luna, mangetsu para hacerlo a la luna llena y meigetsu para luna brillante o luna resplandeciente.
[62] Ella siempre es perfectamente hermosa.
[63] NT.- En Japón, septiembre (o el período de otoño) es conocido tradicionalmente como «el mes de las cartas» (文月 / Fumizuki o 文の月 / Fumi no tsuki), aunque existe un matiz histórico y poético importante: En el antiguo calendario lunar japonés, «Fumizuki» (文月) era el nombre del séptimo mes (que actualmente coincide con agosto-septiembre). Se asociaba a la costumbre de escribir poemas (tanka) en hojas de árboles durante el festival Tanabata (7° día del 7° mes lunar). En la poesía clásica, como es el caso, el otoño era la estación dedicada a intercambiar cartas y poesía, especialmente por: La nostalgia (aware) que inspira la estación, y por la tradición de enviar «cartas de luna» (tsukimi no fumi) durante las lunas llenas de otoño.
[64] La víspera de la Fiesta del Crisantemo, que tenía lugar el noveno día del noveno mes.
[65] Alusión a una antigua leyenda que cuenta el abandono de una joven que recibió el nombre de esta flor.
[66] NT.- el poema podría querer referir que el polvo (humildad del que entra en religión) no deber ser sobrepasado por el rocío (gracia divina que llega a la persona iniciada).
[67] NT.- se trata de un poema muy espiritual: Cien calabazas es el símbolo de la diversidad en la unidad, usado en el budismo Zen para representar discípulos de un mismo maestro. Un solo tallo representa la esencia que une todo, como el satori, y el kokoro, como el corazón u origen, en alusión al principio único del universo en el pensamiento Tendai.
[68] Poeta del siglo VII.
[69] Daruma: príncipe indio que se hizo monje, trajo a China hacia 520, la secta budista Zen.
[70] Tra., M. R. A., p. 396
[71] NT.- El koto era instrumento de las damas de la corte (como la protagonista del Genji Monogatari). El haiku evoca el poema de Izumi Shikibu: «Koto no ne ni / aki no kaze fuku / yo to mo nashi» («suena el koto: / sin notar que cae la noche, / el viento de otoño”).
[72] Porque desprecia los bienes terrenales.
[73] Es decir, la vestimenta negra es la tumba de la belleza del mundo exterior.
[74] Tan silenciosamente cae la lluvia.
[75] En estos dos últimos haikai se trata precisamente de lluvia repentina y de corta duración.
[76] Sin duda Chiyo toma el granizo como una especie de piedra.
[77] El verbo japonés nagame (rau), contemplar, es tan contradictorio en el texto como en la traducción. A Tchiyo-Jo le encantaron estas originalidades. (NT: Se habla de un efecto de sinestesia, el verbo nagame implica «contemplar con calma», pero aplicado a un aroma (ka), crea esa paradoja sensorial).
[78] Por supuesto, este tipo son garzas blancas.
[79] Es decir, el viento que dispersaría los copos.
[80] Como buen budista, este pequeño pájaro se contenta con poco.
[81] Literalmente dice “las manos en los bolsillos”, es decir, en contemplación.
[82] Los guardias, obligados a madrugar para su servicio, no disfrutan de la nieve: no son poetas.
[83] Son aves blancas que, desde lejos, parecen copos de nieve.
[84] Hace demasiado frío.
[85] Día en que Buda alcanzó la iluminación, en la meditación y el silencio.
[86] Por modestia, las mujeres japonesas prefieren ser pequeñas.
[87] Alusión a la fiesta familiar de fin de año.
[88] El 12º día del primer mes.
[89] Uno de los siete dioses de la fortuna.
CAPÍTULO VI
VIDA RELIGIOSA DE KAGA NO CHIYO-JŌ (CONTINUACIÓN)
SUS ÚLTIMOS AÑOS. ANÉCDOTAS
Hemos notado que, durante su largo viaje a través de Japón, Chiyo-ni tuvo la oportunidad de conocer a varios haijines, sus colegas, a quienes conoció frecuentemente en reuniones de poetas. Ella los asombró con su talento y su simplicidad; por ello, muchos de ellos insistieron en honrarla conservando su amistad. Después de su regreso a Matsudō, vinieron a visitarla desde todas las provincias del Imperio. Nuestra poeta pudo haber sentido un legítimo orgullo, pero estaba demasiado convencida de la vanidad de las cosas humanas para detenerse en tal sentimiento; sus únicas ambiciones eran aumentar su conocimiento budista y perfeccionar su talento literario. Así, sin buscar honores ni alabanzas, continuó viviendo pacíficamente en su ermita. Siempre estuvo íntimamente ligada a su antigua amiga Aikawaya Sōue-jō, quien ya era muy anciana. Ambas se dedicaban, como en el pasado, a cultivar delicadas flores de poesía. Nos han llegado documentos que dan testimonio de esta fértil amistad. Conocemos, por ejemplo, algunos renga o poemas, extraídos de un pergamino titulado “Hototogisu no maki” (“El rollo o libro del cuco”), compuesto por las dos poetas reunidas[1].
Como dijimos al comienzo de este estudio, el origen de la renga se remonta al siglo X. Bajo la influencia de las costumbres poéticas chinas que penetraron en Japón a través de recopilaciones de fragmentos seleccionados de las obras de los poetas continentales, muchos escritores de talento intentaron componer poemas largos. Hemos visto que esto iba en contra de su inclinación natural, que los llevaba siempre hacia el impresionismo y la brevedad. Por ello, no nos sorprenderá encontrar el siguiente renga, en el que el sentido del poema no parece desarrollarse de manera continua, lógica y literaria. De hecho, quizás no tenga otro interés que ilustrar la formación del haikai japonés, y lo mencionamos solo por sentido del deber. Cabe decir que los poetas nipones a menudo se veían limitados por reglas de composición muy numerosas y, en ocasiones, contradictorias. Estas habían sido adoptadas en diversas épocas, una primera serie publicada en 1087 y una de las últimas hacia 1501. La complejidad de estos cánones poéticos supera todo lo que se pueda concebir. El profesor B. H. Chamberlain intentó darnos una idea de ello en su estudio sobre “Bashō y el epigrama poético japonés” [2].
Así, si el hokku (terceto inicial de 5, 7, 5 sílabas) habla de la primavera y, en particular, del mes de enero, los dos versos complementarios (de 7, 7 sílabas) también deben mencionar el mes de enero y terminar con un punto. La tercera parte debe contener una idea relacionada no solo con el mes de enero, sino también con toda la temporada de primavera, y debe terminar con la partícula te, que corresponde, más o menos a nuestras terminaciones del participio francés (e, i, u, etc., o ant). Pero si la segunda parte incluye un te, una de las partículas ni o ran, o la frase mo nashi, deben preferirse. La cuarta (parte) es de “tema variado” (miscellaneous one), es decir, que ninguna de las cuatro estaciones puede mencionarse. Debe terminar con una terminación verbal simple y elegante, como nari o keri.
La parte número cinco se llama el “Asiento permanente de la luna” (Fixed Seat of the Moon), porque, de cualquier manera, la luna debe ser evocada; y esta parte, al igual que las partes seis y siete, se denominan los “Tres grupos de versos del otoño” (Three Autumn Hemistiches), porque la luna que los introduce pertenece, propiamente, al otoño. Todos los grupos de versos hasta el número 6, inclusive, se llaman shōomote (“inicio de lo recto”) porque siempre se escriben en un lado de la misma hoja de papel, y temas como la religión, el amor, la brevedad de la vida y la expresión de sentimientos personales están prohibidos[3]. Tenemos aquí un ejemplo notable de las reglas rígidas en las que los espíritus extremo-orientales gustan de confinarse. Por supuesto, en los detalles, la minuciosidad parece inextricable.
[Su precisión es inimaginable; por ejemplo, se ordena que la palabra *ikaga* (“¿cómo?”) no se repita antes de un intervalo de tres grupos de versos; que la palabra *bakari* (“solo”) no se repita antes de siete grupos de versos; *hototogisu* (“cuco”) solo debe emplearse en una serie de cien grupos[4]. En cambio, *nobe* (“pantano”) y *matsukō* (“amor paciente”) podían usarse dos veces. Reglas adicionales prescribían los homónimos que debían preferirse, por ejemplo, *ka* (“perfume”) en lugar de *ka* (“mosquito”); los anagramas de nombres propios, el orden alfabético según el silabario *kana* (todo esto en ciertas posiciones determinadas), y también la inserción de palabras leídas al revés, como *mitsu* (“tres”) por *tsumi* (“pecado”), y la introducción, no precisamente de palabras nuevas, sino de ciertas otras con las que podían formar compuestos gramaticales.]
Se comprenderá que incluso los estudiosos nativos se pierdan en este laberinto de reglas de composición que, a veces, han obligado a los poetas a comprimir su pensamiento en un molde un tanto estrecho. Sea como sea, hay que decir que la composición de estas “poesías ligadas” fue muy apreciada en Japón durante siglos y siempre se consideró como uno de los pasatiempos sociales más refinados.
En el *renga* que nos interesa y que traducimos íntegramente, a continuación, encontraremos una aplicación, al menos parcial, de algunas de las reglas de composición que el erudito japonólogo inglés nos ha explicado:
Según la costumbre, Aikawaya Sōue-jō, la más anciana de las dos poetas, inicia con el terceto inicial: kami-no-ku o “versos superiores”.
Sōue-jō 1:
kokoromi no
koe nurekeri na
hototogisu
intenta cantar
con su voz empapada…
el cuco
Vemos que está lloviendo (“la voz empapada” está mojada por el aguacero).
Chiyo-jō:
yo no murasame
gotas en hojas tiernas,
los aguaceros nocturnos
Así, los tres primeros versos de 5, 7, 5 sílabas se completan con dos versos de 7, 7 sílabas para formar una tanka completa[5]. Luego, el poema largo dialogado continúa en ritmos alternados de 3 versos y 2 versos. Chiyo-jō responde con un terceto para completar la idea de Sōue-jō: koe nurekeri na, ella empleó wakaba, “las jóvenes hojas”, debido al cuco (hay aquí una asociación de ideas bastante lejana), y para mantenerse en la estación. La segunda parte inspira lo siguiente:
Chiyo-jō:
hachi ni hito nami
sazare kite
en el cuenco,
una ola
al salpicar
Este cuenco, una especie de gran jarra de barro, porcelana o bronce, llena de agua, se coloca cerca de cada casa especialmente destinada a la ceremonia del té. Un pequeño recipiente de bambú está unido a él: permite a los invitados sacar agua para lavarse las manos, por cortesía, antes de entrar y participar en la ceremonia. Sin duda, la poeta nota que una gota, al caer, ha hecho ondular la superficie del agua.
Sōue-jō:
nani wo mesaruru
bajo esa preciosa tela,
¿qué ocultas?
Estos versos pueden sugerir dos ideas: o bien, la poeta piensa en invitados elegantemente vestidos que podrían mojarse al lavarse las manos; o bien el sazare kite, del terceto anterior, le ha sugerido la idea del viento indiscreto que levanta ligeramente la falda y deja ver la ropa interior.
Sōue-jō:
iro yoki mari no
yozuki yo
redonda y lisa
como una esfera de fino color:
luna nocturna
Tsuru-tsuru es una especie de onomatopeya que indica algo pulido, barnizado, que refleja la luz, o un objeto esférico brillante y liso, como una calva. Mari (“esfera, bola, pelota”) se fabricaba antiguamente con papeles o trapos cubiertos de hilos multicolores. Estos hilos recuerdan los del “vestido de tela preciosa” del que se acaba de hablar; la expresión aya no shita ni significa “damasco de seda tejido con hilos de varios colores”, y figuradamente también se usa para designar “algo secreto o misterioso”, de ahí el sentido que le hemos dado. Además, se observa que el terceto de Sōue-jō completa estos mismos versos: una siente curiosidad, como una niña, por ver qué hay dentro de esa bola cuyo exterior es brillante y hermoso.
Chiyo-jō:
ryō donari kara
a ambos lados de la cerca,
la malvarrosa
Chiyo-jō:
hazusu wa wakai
wataridori
mostrando el rostro
pero apartándose, jóvenes
aves migratorias
Sōue-jō:
Aboumage no nai.
hace viento:
no hay peligro
El sentido de estos dos últimos versos completa el de los anteriores. Aquí tenemos dos interpretaciones posibles:
Sōue-jō:
kokoro mo haroi
fune no así
cuando el corazón está
libre de preocupaciones,
el barco avanza sin problemas
Estos versos explican el uso de la palabra kaze (“viento”) en el número 8. Hay viento, pero no hay peligro; el corazón está ligero, no se teme a los accidentes, y el barco continúa su curso rápido y seguro. Esta idea de rapidez se complementa, de manera bastante inesperada, con la siguiente respuesta:
Chiyo-jō:
mujū jinzoku
el vientre del que come arroz tostado,
tiene inestabilidad y prontitud
Yaki meshi es un alimento muy digestivo. Los dos términos budistas: mujū (“inestabilidad o inconstancia”) y jinsoku (“prontitud, inmediatez”), evocan la falta de permanencia de las cosas en este mundo. Estas asociaciones de ideas, un poco chocantes, confirman la opinión común de que el renga es solo un género poético vulgar, un pasatiempo literario que difiere radicalmente de la tanka y del haikai. Sin embargo, continuemos con el estudio de nuestro texto:
Chiyo-jō:
osudare (¿?) ya
misekae ni
la blancura del letrero
y la cortina de bambú…
el cambio de tienda
¿Cuál es la pronunciación exacta y el sentido de estos tres versos?
Nadie lo sabe. No hay ninguna relación ni con lo que precede ni con lo que sigue. Quizás la poeta quiso comparar el letrero blanco con flores, ya que debía utilizarlas. La compañera Sōue-jō responde:
Sōue-jō:
haishi tazunuru
cuando duele una muela,
una se sostiene la mejilla y busca un dentista
La misma poeta añade, sin que se pueda ver la relación posible entre los números 12 y 13. (Quizás haya una alusión conocida solo por las dos poetas):
Sōue-jō:
eiki ni hana no
saite ori
lirios de agua:
en el estanque
florecen y se abren
Y Chiyo-jō continúa.
Chiyo-jō:
koi no kyūn
pronunciar al oído de un caballo
palabras de amor
Es decir, perder el tiempo. Estos versos se han convertido en una especie de dicho conocido: “ōma no mimi nembutsu”: rezar a un caballo.
Y ella prosigue.
Chiyo-jō:
yasurou kanerou
jūnitō
oremos en el templo
de las doce lámparas:
los deseos se cumplen fácilmente
En estos versos, Chiyo-jō asegura que la oración no es inútil cuando se hace en el templo, es decir, en un lugar adecuado.
Sōue-jō:
sugi no shiori do
en el bosque de criptomerias hay pequeñas señales,
hechas de tablillas de esa madera
Sōue-jō:
osa kirusa ni
tsuki to hana
es la bella estación,
cada vez que nos encontramos
se habla de la luna y las flores
Esta observación provoca la siguiente respuesta de Chiyo-jō:
Chiyo-jō:
akaneshita yara
los gansos, en la despedida,
amanecen tarde
Es durante la bella estación, en primavera, cuando los gansos salvajes retoman el camino hacia el norte; se nota que están indecisos.
Chiyo-jō:
kotatsu ni hima wo
yarikane te
querer apartarse
del brasero…
¡qué difícil!
A pesar de la llegada de los días cálidos, todavía hace fresco; por eso, algunas personas se levantan tarde, como los gansos salvajes, y mantienen cerca de ellas un brasero para calentarse.
Sōue-jō:
kakuru toshi yori
la joven hija está obligada
a quedarse cerca del anciano
Toshiyori significa “anciano”, en masculino o en femenino. Estos versos expresan el pesar de los ancianos, generalmente frioleros, al separarse del brasero: al permanecer inactivos, obligan a las jóvenes a cuidarlos[6].
Sōue-jō:
chirari to nui no
suso ochite
del palanquín
cae el dobladillo
de un kimono
Chirari es una onomatopeya de difícil traducción. La conexión entre los versos 20 y 21 no es clara. Quizás la poeta quiso establecer una antítesis, insinuando que la joven, una especie de “Cenicienta”, estaría más en su lugar en un palanquín y podría estar elegantemente vestida con un rico atuendo.
Chiyo-jō:
onchi ka hino oka
¿esto es otro paso montañoso?…
colina del sol
Debe haber una relación entre toge (“paso, desfiladero”) y norimono (“la silla portátil o palanquín”). En la montaña, siempre se pueden encontrar estos vehículos para facilitar el cruce de pasos complicados.
Chiyo-jō:
arote suzuki
matsu no semi
aclarados por la lluvia,
la sensación de frescura
en los cantos de las cigarras en los pinos
Quizás hay mucha lluvia en Hino oka (“la colina del sol”), cuyo nombre evoca calor. El canto de las cigarras escondidas en los pinos se ha aclarado: arote, literalmente “lavado”; no se sentiría que se está en un camino difícil de cruzar. La agradable sensación de frescura es mantenida por Sōue-jō:
Sōue-jō:
mitsu no wa ari
en un gran bol de porcelana
las sandías
Sōue-jō:
ryōshi mo tsuki mo
yutaka nite
una mesa baja,
un neceser para escribir, la luna…
es la abundancia
Se insinúa: para un poeta. Estos versos nos hacen pensar en una reunión literaria en una noche de luna llena: bundai es “una pequeña mesa” donde se colocan las poesías de un concurso antes de ser examinadas.
Chiyo-jō:
kaze ni mo maruru
el viento ondula
los hilos de las suzuki
(NT.- “suzuki” probablemente refiriéndose a redes de pesca para lubinas)
Maruru significa “arrugar, ondular”, insinuando “esperar”. La única conexión que se puede señalar entre los versos 25 y 26 es la de tsuki (luna) y suzuki, que pertenecen al final del verano.
Chiyo-jō:
katayama momiji
kata wo matsu
lentamente,
el monte se tiñe de rojo
solo en un lado
Siempre la misma relación de estación entre 26 y 27. En la montaña, no todas las hojas están rojas, ya que un flanco está seco. Generalmente, este paisaje se compara con la situación de dos personas que no se aman con el mismo corazón: una es sincera y atormentada, la otra es indiferente y fría. La dificultad de armonizar sus sentimientos.
Sōue-jō:
tenmado marau merau
es una complicación,
el tragaluz se ha redondeado
Se entiende el primer verso, pero el segundo es oscuro.
Sōue-jō:
sake no shōjin
bakari nari
solamente
con (o sin) sake,
se hace el ayuno
Probablemente es sin sake. Si el sentido es irónico, quizás sea con sake. Lo esencial es no haber tomado comida condimentada.
Chiyo-jō:
kure sasō niwa
El sentido es incierto: se habla de un día bastante cálido al inicio del invierno. La dificultad proviene de la mala ortografía de sasō: escrito así, se obtiene el sentido dudoso de “sostener”; si se escribe sasō-u, se tendría “introducir”. Pero en esa época se tomaban muchas libertades con la ortografía. Se podría seguir el contexto y tomar: sostener, lo cual no nos ayuda mucho:
en el cielo primaveral,
el ocaso invita al jardín
(¿sasō niwa?)
Chiyo-jō continúa:
yuki no karasu no
kamogawa
de dos, de a cuatro,
los cuervos sobre la nieve:
rio Koromogawa
Contraste de colores.
Sōue-jō retoma:
kaeru boronji
en pequeños grupos,
regresan a casa los magos
Sōue-jō:
wasabi ni hana wo
chiraketo ya
los fideos de trigo sarraceno
servidos con wasabi,
pican en la nariz
Chiyo-jō:
tatami akarui
el tapiz del salón tibio
es de tonos claros
Akarui puede designar el tono claro del tapiz o la luz del sol. A primera vista, no hay relación entre estos versos y los anteriores.
Chiyo-jō:
hana no kesho no
asa gasumi
como si fuéramos sordas,
las flores se maquillan
con la niebla matinal
Estos versos se completan con la siguiente estrofa, donde se insinúa el hototogisu del inicio:
Sōue-jō:
tori no momokoe
jugando en los sauces,
los trinos de los pájaros, por cientos
En realidad, es el canto de los pájaros lo que las ensordece[7].
Después de recorrer pacientemente esta larga digresión, estaremos todos de acuerdo en felicitar a los japoneses por su buen gusto al elegir, dentro de sus largos y complejos rengas, esas flores de poesía modeladas en el terceto inicial de 5, 7, 5 sílabas, del cual han sabido elaborar pequeñas obras maestras de simplicidad, brevedad y sugerencia. Hay que reconocer que Aikawaya Sōue-jō y su alumna, que destacaron especialmente en el género del haikai, fueron artistas muy hábiles.
Sabemos que Chiyo-jō también buscaba la perfección religiosa. En Matsudō, tuvo primero como director espiritual a Ryōshōin, del templo de Shōkō, y, después de su fallecimiento, siguió los consejos de su sucesor, el monje Sōkei-chōrin, quien también era un sabio y virtuoso filósofo. Sabemos que un día lo visitó en el templo y, después de conversar con ella sobre diversos temas, él quiso ponerla a prueba y le preguntó con calma:
“Sé que eres una religiosa fiel; vives en lo sobrenatural y conoces la alegría serena de las consolaciones de la fe; progresas regularmente en virtud; ¿podrías decirme cómo entiendes tu religión?”
Sin dudar, Chiyo-jō respondió:
“A medida que crece, el sauce extiende sus ramas hacia la tierra.”
Sentía que la virtud de la humildad crecía en ella, así como el sauce extiende sus ramas hacia la tierra a medida que se alargan. La expresión te wo tsuku indica la acción de colocar las manos planas sobre el suelo frente a personas importantes, como una madre o los Budas, para saludar, en señal de sumisión y humildad. Esta manera de entender la religión budista es propia de la secta Shinshū, de la “Tierra Pura”: la secta Shinshū es, entre las demás sectas del budismo japonés, la que más se acerca a ciertas doctrinas del protestantismo, enseñando un misticismo de adoración exclusiva.
Se llega a la verdad por la gracia de Amitābha Buddha. La salvación se obtiene por los méritos de Amida y no por las virtudes o la inteligencia de los individuos. Chiyo-jō había comprendido y expresado admirablemente que era necesario ser completamente humilde de corazón para recibir la gracia y corresponder a ella. El venerable Sōkei-chōrin quedó impresionado por la simplicidad y naturalidad de esta respuesta, y no dudó ni por un instante de que Chiyo-ni estaba en el camino de la perfección.
El progreso continuo de las tendencias religiosas y literarias de nuestra poeta estaba singularmente favorecido por su naturaleza ávida de belleza. Era artista en el alma, y no nos sorprende saber que siempre había deseado perfeccionarse en el dibujo y la pintura. Sabemos que, cuando tenía tiempo libre, tomaba sus pinceles y ejercitaba su talento. Como hemos dicho, tuvo la oportunidad de trabajar con el Maestro Go-Shōmei de Echigo, un gran artista de la escuela Jimei-in. Amaba mucho las flores y destacaba en reproducirlas. Sus pinturas eran muy buscadas por sus contemporáneos; en general, estaban asociadas a un haikai que ella misma componía y añadía de su puño y letra. Aún quedan varios ejemplares, la mayoría de los cuales deben estar en Matsudō; siguen siendo muy apreciados por los expertos. Se cuentan diversas anécdotas cuando se presentan estas pinturas. Aquí hay una. Un día recibió la visita de un aficionado a la poesía que le pidió, presentándole un trozo de seda:
“¿Podría dibujarme algo y escribirme un poema debajo?[8]“. Chiyo-ni se quedó pensativa unos instantes, luego tomó el pincel y trazó rápidamente una gran flor de campanilla suspendida al final de un tallo, y escribió el haikai que sigue:
asagao ya
chi ni hawau koto wo
abunagari
¡ah, las flores de asagao!
el temor
de arrastrarse por el suelo
Donde se reconoce siempre ese mismo ideal de elevarse más alto.
En otra ocasión, una familia importante de Matsudō había encargado a un pintor renombrado que les hiciera un kakemono representando gansos salvajes. El artista solo había pintado un pájaro cuando tuvo que interrumpir su trabajo y abandonar el país. El jefe de la familia, muy contrariado y descontento, comentó:
“Los gansos nunca vuelan solos. Siempre van en compañía. No podemos conservar este cuadro; ¡nos traería mala suerte!”. Un joven que no era tonto hizo esta reflexión: “Si lo llevamos a la religiosa Chiyo, seguro que encontrará la manera de evitar el mal augurio”. Y así se hizo. La poeta reflexionó un momento, finalmente colocó su pincel bajo ese ganso solitario y escribió:
hatsugari ya
mata ato kara mo
ato kara mo
primer ganso salvaje…
y detrás, más,
y más aún detrás
Interpretó la llegada de este ganso como un signo de esperanza. Entonces, la supersticiosa familia se declaró completamente satisfecha.
La fama del talento y el ingenio de Chiyo-ni se extendió por las provincias vecinas y atrajo a Matsudō a un gran número de personas cultas. Quizás por malicia, algunos intentaron ponerla en aprietos. Un día, durante una reunión literaria, mientras tomaban el té, alguien propuso: “Intentemos reunir en un haiku un triángulo, un cuadrado y un círculo”. La religiosa ocupaba entonces el lugar de honor; escribió en un tanzaku:
kaya no sumi
hitotsu hazushite
tsuki mi kana
la mosquitera… (el cuadrado):
por una de sus esquinas rotas (el triángulo),
la luna llena (el círculo)
Existe otro texto que difiere un poco del nuestro:
kaya no te wo
hitotsu hazushite
tsukimi kana
Que Lafcadio Hearn tradujo así:[9]
“desprendiéndose una esquina del mosquitero, ¡ah! contemplo la luna”
Y comenta así: “La parte superior de la mosquitera, suspendida por cuerdas en cada una de sus cuatro esquinas, representa el cuadrado; si se desprende una esquina de la mosquitera, el cuadrado se transforma en triángulo; y la luna representa el círculo.”
“desprendiendo una esquina de la mosquitera, contemplo la luna de verano”[10]
Como se puede ver, esta respuesta es ingeniosa, pero, según el juicio de los críticos japoneses, la poesía no es de muy buen gusto. Sin embargo, provocó la admiración de los aficionados.
Es cierto que Chiyo-ni ejerció, durante sus últimos años, una profunda influencia sobre sus contemporáneos. La tradición oral de su país nos transmite otras leyendas que son una prueba evidente de ello. Se cuenta que en un pueblo cercano a Matsudō, llamado en el siglo XVIII Takenatsu-mura, y que hoy lleva el nombre de Tejimura no Takematsu, hubo en aquel entonces una invasión de zorros que venían de un gran bosque de bambú cercano. Cada noche, estos animales devastaban los campos de pepinos, berenjenas y sandías. “Llegaban como espíritus y desaparecían como demonios”[11]. Los aldeanos no podían deshacerse de ellos. Entonces, celebraron una reunión y uno de ellos propuso: “Pidamos a la religiosa Chiyo que componga versos que ahuyenten a estos malhechores. Sí, respondieron los otros, que nos escriba palabras mágicas que puedan conjurar esta plaga”. Y, de inmediato, fueron a buscar a Chiyo-ni. Nuestra poeta quedó realmente sorprendida por tal petición. Se ruborizó de vergüenza y se negó a escribir. Sin embargo, como los aldeanos le suplicaban insistentemente, cedió a su deseo y escribió un haikai en un tanzaku. Muy felices, los campesinos se apresuraron a llevar el trozo de papel y lo colgaron, en medio del campo más devastado, en una planta de berenjenas. A la mañana siguiente, cuando pasaron por allí, encontraron debajo una pareja de zorros grandes y viejos, tendidos, muertos.
A partir de ese día, los campos nunca más fueron saqueados. Aquí está el texto de este hechizo beneficioso:
kitsuneme ga
onoga tsukuri o
kui ni kuru
esos pícaros zorros
vienen a devorar
su propia cosecha
El interés de estas palabras no reside en su significado, el cual es casi imposible de expresar, sino más bien, al parecer, en su fuerza mágica. Es evidente que no las consideramos auténticas, al igual que no damos crédito a la siguiente leyenda del poeta Kikaku, el más célebre de los diez discípulos del Maestro Bashō. Se dice que, similar al profeta Elías, logró atraer la lluvia durante un período de terrible sequía. Una vez, en Edo, no había llovido durante un año. Bajo el sol abrasador del verano, los arrozales se secaban y el suelo estaba agrietado. Miles de personas sufrían por el calor. Cada día, se pedía lluvia y se rezaba para obtenerla. Sin embargo, el cielo permanecía ardiente e implacable; no se veía ni una nube. Entonces, Kikaku, al ver la angustia de los ciudadanos, compuso los siguientes versos:
yūdachi ya
ta o mimeguri no
kaminaraba
si sois los dioses
protectores de arrozales,
¡enviadnos un aguacero!
Y, de repente, en un rincón del cielo aparecieron grandes nubes oscuras que se extendieron por todas partes, y el agua cayó en abundancia para devolver la vida a todas las criaturas. Sin duda, fue una mera coincidencia, pero los habitantes, maravillados, afirmaron que el haikai de Kikaku había conmovido el corazón de las deidades del cielo y la tierra. El episodio de Chiyo-jō es del mismo tipo, y relatamos estas fábulas solo para dar al lector una idea de la popularidad y la influencia de nuestros poetas.
Chiyo-jō tenía, en particular, el don de convencer a los espíritus más diversos. Otra vez, tuvo la oportunidad de visitar la pagoda Takidera (“Templo de la cascada”), cerca del puerto pesquero de Mikuni. Era primavera, y los cerezos estaban en plena floración. En las calles bulliciosas, los habitantes paseaban, algunos tambaleándose, ebrios del perfume de las flores y del sake. Después de terminar su visita al templo, Chiyo-ni salió y se mezcló con la multitud. Le llamó la atención un grupo de personas que discutían bajo un cerezo en flor. Decían: “Es interesante, ¿no? realmente es gracioso”. Al acercarse más, notó que alguien había colgado de una rama florida un pequeño abanico en el que estaban inscritos unos versos. Era este cuadro lo que provocaba el entusiasmo de los paseantes. “¿Quién, entonces, preguntó Chiyo-jō, ha colgado así este abanico?”. Le respondieron que era una cortesana del puerto de Mikuni. Al enterarse de que era una cortesana, que se suponía era una mujer de buen gusto, sacó de su futokoro (“bolsillo”), su escritorio, y, sin dudarlo, escribió la siguiente poesía en un tanzaku que también colgó de la rama:
kaze o kirau
hana ni ōgi no
bōgu kana
a la flor que odia el viento
darle un abanico…
¡qué molesto!
Quería demostrar a todos lo inoportuno de su entusiasmo, ya que el viento es el gran enemigo de las flores. Los espectadores habían usado el epíteto furyofu (“elegante, gracioso, encantador”), pero ella protestó con bōgu: “vulgar, desagradable, molesto”, a fin de darles una lección de buen gusto. La multitud no dejaba de aumentar, y pronto apareció la cortesana misma. Cuando leyó la poesía de Chiyo-ni, se ruborizó, comprendió que estaba equivocada, descolgó su abanico y se retiró.
Numerosas son las anécdotas de este tipo que ilustran los diversos aspectos del carácter de Chiyo-ni. Antes de hablar, para terminar, de la publicación de sus obras, añadiremos la siguiente anécdota que da testimonio de su extrema simplicidad. Un cierto poeta, de paso por Matsudō, deseó visitarla. Como sabemos, nuestra poeta no se preocupaba mucho por su apariencia exterior, especialmente cuando estaba absorta en alguna tarea doméstica. Aquel día, ella estaba precisamente ocupada limpiando una cacerola en la que quería cocer arroz para la cena. Estaba de pie, descalza, en un pequeño arroyo, con los pliegues de su modesta vestimenta recogidos hasta debajo de las rodillas. En ese mismo instante, el poeta cruzaba un puente no lejos de allí; la vio y la interpeló: ¿Es acaso Tchiyo-Jo, la célebre poetisa de Matsudo? ¡Qué trabajadora es!
Al oír esta observación, Tchiyo, aún en el agua, levantó la cabeza y le lanzó este haikai
nabezumi no
nagare hazukashi
kakitsubata
el hollín de la olla
arrastrado por la corriente: ¡qué vergüenza!
… el iris de agua
Es decir, el hollín acumulado bajo la cacerola es arrastrado por la corriente; estoy avergonzada de ser sorprendida haciendo esta limpieza, pero, con los pies en el arroyo, parezco un lirio de agua. Quizás le dio a su haikai un sentido religioso, evocando la idea budista de que las cosas de este mundo son solo apariencias. El poeta debió entenderla, y sin duda recordó los versos de Bashō:
kakitsubata
nitari ya nitari
mizu no kage
el iris acuático
qué parecido, ¡qué parecido!
a su reflejo en el agua
Y este otro, aún más adecuado a la circunstancia:
te no todoku
mizu kiwa ureshii
kakitsubata
al alcance de la mano,
en el borde del agua,
¡qué feliz es el lirio!
Donde el haijin observa que la posición del lirio en el borde del agua es muy afortunada: está bien situado para producir una sensación agradable. Los artistas y poetas no se preocupan por sus intereses materiales. Chiyo-jō no fue una excepción a la regla. No era rica y nunca se dignó a aprovechar las oportunidades de enriquecerse que se le presentaron. Hemos visto que la gloria humana también la dejaba indiferente. ¿Habría tomado la iniciativa de publicar ella misma una antología de sus poesías si no hubiera sido por amigos sinceros que se encargaron de recopilar todas las que se le atribuían? Es muy poco probable. Fue a principios del invierno del duodécimo año de Hōreki, alrededor de 1763, cuando Chiyo-ni tenía 62 años, que esta colección vio la luz gracias a los esfuerzos de la monja Mugai Nyodai, una de sus compañeras. Ella comprendió la necesidad de esta publicación porque la autoridad literaria de la poeta se extendía entre los japoneses “como el viento que sopla sobre las altas hierbas[12]“. La introducción de esta colección fue escrita por un poeta llamado Hankebo, probablemente de la ciudad de Kinryō, en la provincia de Kaghō[13]. Aquí está íntegramente:
“Desde la época en que se comenzaron a pintar flores de glicina en los cuencos lacados con tapa y en las mangas de los kimonos, todo el mundo bajo el cielo[14] conoce el nombre de la célebre poeta. Es permisible sostener esta afirmación porque, desde la isla de Tsukushi[15] hasta la región de donde viene el canto de los gallos[16], no hay nadie que no ame y admire la elegancia sencilla y la delicadeza de las poesías de esta religiosa. La característica de su estilo es el patetismo. Ciertamente, se podrían aplicar a sus obras las palabras de los antiguos[17]:
‘Su poesía no es poderosa, pero nos hace sentir compasión: como una bella mujer sufriente[18].’ Esta falta de fuerza se explica por el hecho mismo de que es una mujer. Además, lo que digo no son más que las palabras sin importancia de un viejo que divaga. No queremos cambiar nada de la manera poética que Bashō nos legó como herencia, y sobre todo, no quiero contrariar a la maestra de esta casa, Mugai Nyodai[19], quien es una de las mayores admiradoras de nuestra poeta. Repito lo que ella misma nos enseñó: ha reunido las poesías que estaban dispersas aquí y allá, con la esperanza de que fueran grabadas con frecuencia en madera de cerezo[20] para servir de espejo a las generaciones futuras. Ha dado como título a su obra: ‘Colección de poesías de Chiyo-ni’. Escribo estas líneas según las propias palabras de esta monja[21].”
Es casi seguro que una antología de las obras de nuestra poeta se publicó en vida. Sin duda, para ella no fue un evento de gran importancia. Ya estaba más cerca del cielo que de la tierra. Conservamos una carta autógrafa de esa época en la que vemos que continuaba viviendo días serenos, ocupada principalmente por la poesía y la oración. Debía presentir que había llegado su hora de recibir la recompensa: reunirse con los dos seres queridos que amó y disfrutar con ellos del eterno descanso.
¿Cómo abandonará Chiyo-ni este mundo? ¿Acaso su vida, pura como la flor blanca del loto, será truncada violentamente por un gran sufrimiento, mensajero de la muerte? No. El octavo día del noveno mes del año 1775, morirá en un tranquilo sueño, al atardecer de su larga existencia. Antes de cerrar los ojos, había pensado en lo que le esperaba: en la luz espiritual de la que habla el budismo, esa luz eterna que los poetas japoneses simbolizan con el astro de la noche. Recordó las palabras verídicas de Kamo Chōmei[22]: “Al fin, la luna, imagen de mi vida, se acerca a la montaña y está a punto de ocultarse tras ella. ¿Qué apegos conservaré en el momento de partir hacia las tinieblas de los Tres Caminos?”[23].
Se ve que el sabio y virtuoso Chōmei no osó confesar que esperaba ser salvado. Quizás creía que “muchos son los llamados, pero pocos los elegidos”. En realidad, no lo sabía, y lo mejor -según él- era temer la condenación. Sin embargo, Chiyo-ni parecía más tranquila. Desprendida de este mundo desde hacía años, se despidió de él sin arrepentimientos ni miedo. De carácter menos rígido y severo que el filósofo del Hōjōki, solo se aferró al último destello de esperanza que él mismo colocó al final de su obra:
tsuki kage wa
iru yama no ha mo
tsurakariki
taenu hikari wo
miru yoshi mogana
Brillante es la luz de la luna,
pero este astro debe ocultarse
tras el pico de la montaña.
¡Oh, ojalá pueda ser iluminada
por la luz que nunca se extingue![24]
Como era su deber, había pensado en componer su poema de despedida. No podía expresar sus sentimientos con la misma virilidad que un gran pensador varón, pues en el País del Sol Naciente, las mujeres jamás deben usar las mismas palabras que los hombres. “Una diferencia leve entre nosotros, pero profunda en Japón, donde se manifiesta, no solo en la lengua hablada, sino también en la escrita. Una mujer que escribe una carta emplea más palabras de origen propiamente japonés y caracteres silábicos; hace uso de ciertos idiomatismos particulares, etc.”[25]. Y Sei Shōnagon, en el Makura no Sōshi (capítulo IV: “Cosas particulares”), distinguía claramente el lenguaje del hombre y el de la mujer. La misma observación se aplica al estilo de las poetas. Además, Chiyo-ni era, como sabemos, muy modesta. ¿Acaso, en su último momento, hablaría como una mujer erudita? No creemos que se sintiera tentada a hacerlo. Quiso manifestar una última vez su exquisita cortesía, aquella que practican tan bien sus compatriotas: “la cortesía que viene del corazón”. Y así, con toda sencillez, colocó al final de su último haikai la expresión respetuosa que habría usado para cerrar una carta a unos buenos amigos. Así, nos dejó este adiós:
al contemplar la luna,
me despido de este mundo
respetuosamente[26]
Fue enterrada en el templo de Jōkō (“de la Luz Persistente”), dentro del recinto del templo de Shōkō, en Matsudō. Allí puede aún verse el monumento que erigieron, en el decimoséptimo aniversario de su muerte, sus fervientes admiradores para conmemorar su gloria. Grabaron en él su haikai de despedida y otra inscripción que recuerda la donación hecha por el Príncipe Agaka para el mantenimiento de su tumba.
CAPÍTULO VII
CHIYO-JŌ, POETA DE LA NATURALEZA
Chiyo-jō es, en Japón, la poeta más ilustre especializada en el género del haikai, que -como hemos señalado- es la poesía del mundo de las cuatro estaciones. Seguidora de Matsuo Bashō, quiso vivir como él, casi toda su existencia, en estrecho contacto con la naturaleza para extraer de ella, en cierto modo, una regla de vida. Ambos fueron poetas cultos, dotados de un verdadero talento literario; sus espíritus eran esencialmente religiosos, con una fe ecléctica que armonizaba lo mejor de las creencias de su tierra: el sintoísmo, la gran religión hindú (el budismo), y el naturalismo y quietismo de las filosofías chinas: el confucianismo y el taoísmo. La idea rectora de sus vidas fue comunicar a los hombres, a través de sus sugerentes haikais, el fruto de sus reflexiones en el gran libro de la vida universal.
Chiyo-jō nació, como sabemos, en una ciudad de provincia, en el seno de una familia de pequeños burgueses. Hay motivos para creer que recibió la severa educación confuciana de la época, que moldeaba personalidades de moralidad intachable. De origen humilde, pudo haber consagrado su vida a la práctica discreta de las virtudes familiares y femeninas que poseía en plenitud, quedando así en el anonimato. Pero el genio poético se apoderó de su alma delicada y sensible, obligándola a trascender de sí misma para unirse a todas las formas de belleza y de vida que la naturaleza nos revela. Desde muy joven, se sintió atraída por el estudio. Tuvo la oportunidad de perfeccionarse bajo la dirección de una inteligente poeta que la confió a un profesor excelente, pues a los quince años, un célebre haijin le declaró que ya no necesitaba maestro. No tenemos información precisa sobre su carácter. Sin embargo, el relato de su encuentro con Roghenbō sugiere que, aunque no carecía de la reserva que debe tener toda joven, poseía cierta audacia de espíritu que le fue muy útil en esa ocasión: sin el estímulo del poeta, quizás habría renunciado a escribir y hubiera sido una lástima.
Es posible que sus padres la reprendieran severamente tras aquella entrevista nocturna, pues notamos que luego compuso el haikai: “Sōsōshisa ya, ¡Ah! la frescura exquisita”, donde mostró un temor excesivo al “qué dirán”. Es cierto que cuando Fukuda Yahatchi le pidió matrimonio, aún era inocente, pues la idea de cambiar de vida le causaba gran ansiedad.
Al respecto, cabe señalar su gran modestia: creía tener un exterior poco agradable. Probablemente no era una belleza como Ono no Komachi. Para resolver este enigma, solo nos ha llegado una pequeña estatuilla que la representa ya mayor, vestida con hábito de religiosa. Se observa que era más bien corpulenta, pero su rostro destaca por la dulzura y serenidad de su expresión. Si nos permitimos una comparación atrevida, diríamos que se parece más a esas representaciones de Buda, de rasgos calmados y sonrientes que se encuentran en cualquier pagoda, que a una persona del sexo femenino. No debemos tomar literalmente lo que decía sobre su belleza exterior. El hecho de que tuviera numerosos pretendientes, incluso después de sus desgracias, prueba que debía poseer algún encanto, y como se ha dicho con acierto de Sei Shōnagon: “¿Acaso la gracia no supera a la belleza?”[27], y nos atreveríamos a añadir: ¿Solo cuenta la belleza física? ¿Acaso la del alma, que busca sinceramente vivir rectamente según la ley moral que tuvo la dicha de poseer, no es otra manifestación de la belleza eterna? De esta última, estamos seguros, ella estaba dotada. Sabemos que tenía un excelente corazón: toda su vida mostró sentimientos de generosidad y una sociabilidad tierna y delicada. Sin duda, no se diferenciaba mucho de otras jóvenes de su país; amable con todos, creía, según la antigua tradición, que el ideal de una mujer se resumía en lo que se llamaba “las tres obediencias”[28]: obediencia en su juventud a su padre; obediencia durante el matrimonio a su marido y a los padres de este; obediencia, si enviudaba, a su hijo. No debía disfrutar de ninguna independencia y, por supuesto, siendo japonesa y budista, siempre ignoró los homenajes que sus hermanas occidentales desconocidas recibían desde hacía siglos. En verdad, creemos que debió estar dotada de un corazón muy valiente: una lectura atenta de su ensayo sobre “Las cuatro clases del pueblo” permite pensar que lo poseía.
Sin embargo, si imagináramos a Chiyo-jō como una criatura pasiva, resignada fatalmente a los acontecimientos de su vida, nos haríamos una idea falsa. Era esencialmente moral y religiosa. Lo dejó bien claro cuando su familia política quiso obligarla a volver a casarse: su único deseo, dijo, era rezar fervientemente por la felicidad futura de su marido y de su hijo. Prefería renunciar al mundo, consagrar el resto de su vida al estudio de su religión, estudio que deseaba realizar, probablemente siguiendo los sabios consejos que le dio el virtuoso Ryōshōin, a la manera de los yoguis de la India, observando muy de cerca la naturaleza, hasta identificarse con ella para descubrir su esencia espiritual: “Los hindúes trascienden las emociones espirituales asociadas a la contemplación de la naturaleza; para ellos es una etapa inicial, que debe llevarlos poco a poco al desapego de sí mismos, a la ascensión hacia las regiones etéreas, a la disolución en la beatífica letargia del Nirvana[29].”
Esta observación minuciosa de la naturaleza es una forma de meditación muy elevada que los budistas del sur llaman Jhāna y los budistas japoneses Zenjō[30]. El sistema de meditación nos es claramente explicado, gracias a sus sabios traductores, por Maha-Thera Ledi Sayadaw[31] quien lo resume así: “Aplicación inicial, aplicación sostenida, interés placentero, alegría, pena, indiferencia hedónica, individualización”[32]. Pensamos que fue precisamente así como Chiyo-jō concibió su perfección religiosa. Observó en los paisajes, y más particularmente en los pequeños detalles de los paisajes, la grandeza y belleza de la vida universal. A través de este contacto benéfico, su espíritu se purificaba poco a poco y las vicisitudes de la vida, que le gustaba comparar con las cuatro estaciones, fueron absorbidas en las calmas profundidades de la contemplación. Asoció las emociones que experimentaba ante la belleza de la vida con su talento de poeta, y se complació en anotar sus impresiones, a medida de su evolución espiritual, en breves haikai de un simbolismo muy sugerente. He aquí algunos que nos ayudarán a comprender el proceso de esta evolución espiritual.
Al principio, observa la escena con aplicación:
to no aite
hito wa inu nari
momo no hana
la puerta está abierta,
no hay nadie cuidando la casa:
flores de melocotonero
niwatori no
ie ni amaru ya
momo no hana
las gallinas de corral
se acercan a la valla,
flores de melocotonero
Tenemos aquí dos bonitos cuadros. En el primero, toda la familia ha salido al campo, es la soledad; en el otro solo se ve a numerosas gallinas que picotean en el corral. Las flores de melocotonero envuelven el conjunto con sus nubes rosadas.
yūgure no
shizuku mo chiranu
wakaba kana
anochece:
ni una sola gota cae
desde las hojas jóvenes
La escena es observada con precisión y descrita con toda la finura de una sensibilidad afinada. Se imagina una tarde de primavera, después de una ligera lluvia: la atmósfera es tan tranquila que las gotas de agua permanecen inmóviles sobre las hojas nuevas.
El esfuerzo de observación se mantiene: vuelve a ver el paisaje varias veces para fijar firmemente su espíritu:
tsukushi tsukushi
kokora ni tera no
ato mo ari
colas de caballo por miles
aquí y allá;
los restos de un templo
Entre las hierbas quemadas, las jóvenes plantas vuelven a brotar. Aquí y allá se encuentran piedras de las que escapa un cálido vapor[33]. Estas piedras servían antiguamente como cimientos de un templo. Los siglos han pasado, ya ni siquiera se sabe el nombre del edificio. La budista no sueña ni medita sobre las circunstancias de este olvido: el vacío se hace también en su espíritu. Contempla las colas de caballo del campo (equisetos) que se escapan de su envoltura: nyoki nyoki[34], diseminados entre las hierbas. Deben ser innumerables.
Con sutileza registra:
ukikusa ya
chō no chikara no
ogaete mo
aunque con todas sus fuerzas
una mariposa la retiene,
la lenteja de agua se va flotando
ukikusa wo
kishi ni tsunagou ya
kumo no ito
la lenteja de agua:
prendida a la orilla
por un hilo de araña
ki kara mono no
koboreru oto ya
aki no kaze
¡ah! el sonido de la lluvia
que cae gota a gota de los árboles…
viento de otoño
kibō no
yami wo kobosō ya
imo no tsuyu
en la oscuridad de la decimosexta noche,
de las hojas de la malanga[35] caen
gotas de rocío
Es decir, al día siguiente de la luna llena del octavo mes, esperando la salida más tardía del astro. Era necesario poseer una facultad muy afinada para registrar las impresiones físicas, así como para anotar meticulosamente estas observaciones. No se trata solo de una sensibilidad femenina natural, sino de una cualidad particular adquirida mediante la observación diaria de la naturaleza y un trabajo constante de composición poética concebido según las reglas perfectas del arte. Notamos que se interesa tanto en su sujeto que, de algún modo, participa de su quietud:
yamabuki ya
yanagi ni mizu no
yodomu koro
¡ah, las flores de kerria!
junto al sauce
el agua se estanca
hiroi mono
mina ugoku nari
shiohigari
todo lo que se recoge
se mueve:
la pesca en bajamar
keitō ya
narabete mono no
hoshite ari
flores de amaranto:
hay ropa extendida
y puesta a secar
En el siguiente haiku, gracias a una expresión original -hodoke kakaru ya (“comienza a desplegarse”)-, parece intervenir en la feliz floración de las plantas:
yamabuki no
hodokeru kawa ya
mizu no haba
desenredadas,
las finas ramas de kerria:
el río se desborda
Es la temporada de lluvias, cuando florece el yamabuki (rosas japonesas) y la corriente se desborda. Pero si se interesa en cosas placenteras como las flores, también percibe aquellas que se temen; tras la alegría, llega el dolor:
aki tatsu ya
kaze ikutabi mo
kiki naoshi
¿llega el otoño?
una y otra vez
se escucha el viento
Para trascender ambas -ya que, según la filosofía budista, el placer necesariamente conlleva dolor-, una debe adoptar un estado mental en el que no se preocupe ni por uno ni por otro, renunciando a todo placer al disolver su ego. Así, gradualmente, se desvanece. En el siguiente haiku, ya no puede ser percibida:
yōkō mizu ni
onoga kage ou
tombo kana
fluye el agua:
la libélula persigue
su sombra reflejada
Finalmente, la personalidad desaparece:
kareno yuku
hito ya chiso
miyuru made
por la seca llanura,
una silueta se aleja
hasta volverse diminuta
La idea de soledad es absoluta: el paisaje es triste, es el inicio del invierno, y se sigue con la mirada la silueta del peregrino que se difumina en la distancia. Así se llega a la indiferencia hacia todo lo que podría hacer del placer el objetivo de la vida; entonces, ningún trastorno prevalece:
hatsu shigure
kaze mo yurezu ni
tori keri
el primer aguacero
ha caído:
no se mueve el aire
yūgao mo
nerou yakōsō zo
hoshi matsuri
la flores del yūgao, (NT: rostro del atardecer)
también deben reposar
la noche del encuentro de las estrellas
Esta es una alusión al festival popular de la estrella Vega: Tanabata. Los “rostros de la tarde” son las calabazas que florecen al anochecer: en esta ocasión, indiferentes a los amores celestiales, cerrarán los ojos.
fukefuke to
hana ni yoku nashi
yakko-dako[36]
vuela, vuela, cometa,
no tengo ningunas ganas
de contemplar flores
A las flores no les gusta el viento. ¿Qué importa su belleza? Chiyo ha renunciado al placer de contemplarlas. así podrá fundir mejor su alma con el objeto de su observación:
futatsu mitsu
yo ni iru na
hibari kana
dos… tres…
quizás canten toda la noche:
¡las alondras!
saezuri ni
mono no majiranu
hibari kana
en su gorjeo,
todo es pureza,
¡la alondra!
Vemos bajo el cielo crepuscular a las alondras que aún cantan; “yo ni iru na” (parecen dispuestas a cantar toda la noche). Esto nos recuerda la encantadora leyenda de San Francisco de Asís salmodiando toda la noche, en sintonía con el ruiseñor, las alabanzas al Señor. En el vuelo poético de nuestra Chiyo, se trata sin duda de la unión, o más exactamente, de la reunión de su espíritu con el alma universal.
Estamos ante el sistema de meditación de los yoguis hindúes según el cual, siendo la materia y el espíritu eternos como dios, la vida ascética tiene como objetivo final elevar al ser humano a un estado superior a su naturaleza, siguiendo el proceso que hemos visto desarrollarse. Para hacer más comprensibles las abstracciones de este sistema, podríamos usar la comparación de Maha-Thera Ledi Sayadaw[37]:
“¿Cómo debe entenderse Jhāna? Jhāna debe entenderse como mirar de cerca y atentamente, es decir, acercarse al objeto considerándolo en espíritu: como un arquero capaz de clavar una flecha en el centro de un pequeño blanco, que sostiene firmemente la flecha entre sus manos, la dirige hacia el objetivo, mira atentamente el blanco y luego lanza la flecha al centro exacto. Así, cuando se habla de un yogui -es decir, de quien practica este sistema de meditación- debe decirse que fija su espíritu firmemente en el objeto concentrándolo, lo enfoca y lanza hacia él su espíritu mediante las siete partes constituyentes del Jhāna.”[38]
El principal esfuerzo se hace para alcanzar la iluminación espiritual, la luz que nunca se extingue, mediante la experiencia personal de la contemplación centrada en un sentimiento de profunda y alegre veneración por la tranquila belleza de la vida universal. Así se obtiene una combinación bastante paradójica de individualismo y trascendentalismo.
No hay duda de que fue gracias a la influencia del monje Ryōshō-in que Chiyo percibió en la naturaleza los signos del poder divino: se deleitó al adquirir todo este conocimiento que complementaba su amor por los seres y las cosas. Este encuentro entre el venerable monje y la poeta fue para ella un evento de capital importancia: su vida estaba entonces saturada de sufrimiento y parecía que el fenómeno de condensación que se produciría la llevaría a un abismo de desesperación; necesitaba una mística que la ayudara a remontar la corriente.
Sin consuelo en su extrema debilidad y sin nueva inspiración para su vigor poético, ¿habría podido superar tanto dolor? acostumbrado sin duda a salvar almas, Ryōshō-in comprendió que sin su intervención ella estaba perdida: por eso decidió salvarla. Se esforzó por participar imaginariamente en la miseria moral de su hija espiritual. Al comienzo de su existencia, la había animado a desarrollar su talento como poeta; ahora que se había convertido en maestra, la instó a perseverar en el estudio del arte situándose en el orden sobrenatural de las relaciones del individuo con el universo. Chiyo-ni tuvo entonces la oportunidad de descubrirse a sí misma; desde entonces, deseó ser fuerte para evitar deslizarse por la pendiente de una peligrosa sensibilidad, dominando lo que Platón había llamado “la naturaleza animal”. Su única aspiración terminó por atraerla hacia lo divino, que solo podía encontrar en la naturaleza. Por eso fue una adoradora de la belleza absoluta que buscaba hasta los más mínimos detalles de los campos. Los numerosos haikai que ya hemos citado lo demuestran. Esta belleza eterna la impulsaba a elevarse cada vez más: la mediocridad del vulgo le daba miedo; en muchas ocasiones lo expresó:
“¡oh, campanilla! ¡teme arrastrarse por el suelo!”
o bien:
shirogiku wa
nani tomo nashi ni
sugurekeri
los crisantemos blancos
no sabemos por qué…
son extraordinarios
En realidad, ella sabía muy bien por qué. Lo que le encantaba era la blancura inmaculada de esas hermosas flores. Esta necesidad de pureza estaba en la base de toda su religión[39]. Se traslucía a través de numerosos haikai:
suisen no
ka ya koborete mo
yuki no ue
el perfume de los narcisos…
se extiende incluso
sobre la nieve
Aquí, de algún modo, materializa el perfume de los narcisos y lo compara, en su imaginación, con un líquido blanco: cuando cae sobre la nieve, esta no se mancha.
También tenemos:
“¡la montaña! ni siquiera a la nube, le entrega su cuerpo”
“el cuerpo de la calabaza, se va haciendo pesado: viento de otoño”
yūgao ni
nan no yō zo ya
hi no atari
junto al yūgao
¿qué sentido tiene
encender una luz?
La humilde flor no necesita ser iluminada: de tono blanco, desprende una claridad muy sugerente, símbolo de la castidad, la obediencia y la dulzura. Se reconoce aquí la imagen de la mujer humilde de corazón puro. ¿Acaso sentía algún orgullo por ello? Su innata modestia impedía el desarrollo de tal sentimiento:
chi ni todoku
negai wa yasashi
fuji no hana
su deseo de tocar la tierra,
es fácil de cumplir:
flores de glicina
Y el estudio de la filosofía budista lo habría destruido:
“A medida que crece, posa sus ramas en la tierra, el sauce”, es decir, su virtud de humildad aumentaba conforme se desarrollaban sus conocimientos: cuanto más estudiaba, más se daba cuenta de que no sabía nada.
Podría preguntarse cuál fue el resultado positivo de todas estas eminentes cualidades. En la práctica, hemos visto que era tan resignada a sus sufrimientos personales que nunca se quejaba; y, sin embargo, muchos aún se compadecen de su infortunio. Hemos visto que, en esto, difería radicalmente del poeta Issa, con quien a menudo se la compara. Estaba perfectamente desapegada de todo:
“de una manera u otra, / según el viento, / un junco seco”
Y, en su vida libre de egoísmo, impregnada de resignación y vergüenza, se establecía la calma del corazón, un anticipo del gozo perfecto:
“arrancado de raíz, / está en el paraíso / el pasto seco”
Sin embargo, no creía estar exenta de meditar sobre los sufrimientos de todos sus semejantes y desear su consuelo:
“oírlo solo para mí, es demasiado hermoso: el bramar del ciervo”
ha mo chiri mo
hitotsu no utena ya
yuki no hana
hojas y polvo
en un mismo cuenco,
la flor de nieve
Hitotsu utena es una expresión filosófica muy usada en el lenguaje budista de la secta Shinshū: designa la flor misma del loto, es decir, la salvación eterna. Chiyo-ni esperaba que todos los seres humanos fueran salvados: deseaba que todos, nobles y plebeyos, fueran así colocados por el Buda sobre flores de loto. De paso, ella moraliza y da a entender que la recompensa seguirá el fruto real de la santidad de los actos y no la hipocresía de las palabras:
aki no no ya
hō to narō kusa
naranu kusa
¡el campo otoñal!
hay hierbas que florecen
hay hierbas que no
Así es como el mérito de los hombres se revelará. También les aconseja esperar:
hasu no ha no
utsuwa ni sougan
kaeru kana
posándose
sobre una hoja de loto
¡ah! la rana
Del mismo modo, las almas deben apoyarse en la fe religiosa para hallar reposo. Les desea encontrarlo porque los ama con un amor desinteresado. ¿Mostró compasión por la angustia de los desdichados? ninguno de sus haikais permite demostrarlo. Esencialmente modesta, jamás se habría vanagloriado de un acto de bondad. Lo cierto es que no carecía de caridad: nunca se burlaba de los demás, y el simple hecho de que era querida y comprendida por la gente llana, parece indicar que era muy bondadosa: debía conversar amablemente con todos, ayudar en lo que podía; ciertamente, no negaba su apoyo ni siquiera, como hemos visto, a riesgo de verse obligada a componer haikais que se parecían más a fórmulas mágicas que a poesías puras. Buscaba, pues, agradar con su sencillez, su amabilidad, su servicialidad: estas cualidades no pasan desapercibidas para el buen sentido de la gente llana que, incluso parece que inconscientemente, otorgan su simpatía a quienes poseen tales virtudes. Sin duda, sabía sacrificarse por los demás y, más aún, sabía perdonar y devolver bien por mal:
“pisoteada, / la estera donde se seca el té, / desprende un agradable aroma”
He ahí, sin duda, el signo de una alta virtud, y podríamos citar otros ejemplos que darían testimonio de la exquisita frescura de su alma.
Todas estas cualidades realzaban su talento como poeta y nos demuestran que su carácter era superior a los demás por su modestia innata, su natural reserva y su actitud respetuosa hacia todos: sin buscar jamás halagarse[40], justificó lo que dijo Pascal: “¿Desea que piensen bien de usted? No lo diga.” Así, gracias al simbolismo de este género poético, que no tiene equivalente en ninguna otra literatura, podemos descubrir uno a uno los diversos aspectos de su carácter. De la misma manera, nos es posible afirmar que no tenía nada de mujer sabihonda: jamás se mostró orgullosa al lado de sus colegas. A veces se vio obligada a defender, y con cierta energía, su talento poético: solo lo hacía cuando la criticaban demasiado injustamente o cuando temía ser incomprendida. Entonces, sabía convencer a su contrario con una respuesta improvisada en el acto, en diecisiete sílabas, que dejaba al descubierto su ingenio, su virtuosismo y toda su delicadeza femenina.
Ahora, tal vez debamos admitir que, si admiramos sobre todo la profundidad de sus ideas filosóficas, feliz combinación de su amor apasionado por todo lo bello en la naturaleza y la nobleza de su carácter, sus compatriotas siguen contemplando con asombro y placer el encanto de su exquisita feminidad. Hay que decir también que, en Japón, su fama se basa principalmente en este encanto: eso explica la popularidad de sus célebres haikus: asagao ni
“capturado mi pozo / por la flor de asagao, / salgo a pedir agua”
“¿será amargo? / sin saberlo, parto el caqui: primer juramento”
El primero es considerado por los japoneses como una pura obra maestra, tanto por su perfección literaria como por su delicadeza sentimental; el segundo, donde expresa sus inquietudes de joven al momento de casarse, es igualmente célebre, y con razón. En su antología se encuentran otros versos que, según algunos, superiores por la expresión de la delicadeza femenina. Antes de cerrar este estudio nos permitiremos citar los más famosos:
yūgao ya
onna no hada no
mieru toki
¡ah, la flor de la tarde!
es el momento en el que se ven
los hombros desnudos de las mujeres
Quiere decir que en el momento en que florecen estas bonitas flores, las mujeres en el campo suelen bañarse en los ríos. Esto no es más que una simple observación hecha en un dormitorio donde solo una mujer puede entrar.
beni sashita
kuchi mo wasururu
shimizu kana
¡qué cristalina el agua!
olvidé que mis labios
estaban pintados
Así aprendemos que, en un caluroso día de verano, al ver una fuente de agua clara y burbujeante, la poeta había olvidado que sus labios estaban maquillados y bebió libremente. “He aquí -dice Asataro Miyamori- un poema muy femenino.”
sato no ko no
hada mata shiroshi
momo no hana
la niña del pueblo:
su cara es tan clara
como la flor del melocotonero
manzai ya
modori wa oi no
hazukashiku
¡los artistas ambulantes!
tras su partida,
una se avergüenza de haber envejecido
Mientras los manzai están presentes, uno se divierte; pero después de su partida, se hace evidente que hemos envejecido un año más. La poeta reflexiona sobre lo poco alegre que resulta envejecer; incluso parece sentirse levemente mortificada por ello.
tsukimi ni mo
kage hoshigarō ya
onnagotachi
incluso contemplando la luna,
las jóvenes
buscan una sombra
Porque temen broncear su tez.
yama kage ya
kokoro no hi wa
beni no hana
a la sombra de la montaña,
el sol
son las flores rojas
Y ella misma se sorprende de su firmeza moral, con qué gracia, como sabemos:
“la calabaza / está ya a punto de caer: / viento de otoño.”
En sus haikus célebres sobre “el pescador de libélulas” y el “shōji”, todos reconocen que sería imposible expresar, de manera más exquisita, sentimientos maternales.
He aquí otros versos recogidos al azar que no podrían pasarse por alto, pues atestiguan la finura de su sensibilidad:
kaya no nami
kao ni fururu ya
kesa no aki
las ondulaciones del mosquitero
caen sobre su rostro:
mañana de otoño
nani to naki
mono no ugoki ya
hototogisu
sin saberse por qué,
el cuco
está muy agitado
Este último pensamiento traduce la inquietud indefinible que nos asalta al comienzo del verano, cuando el pájaro del bosque entona su canto.
Y aún más:
sore hodo ni
kawakinu michi ya
momo no hana
el camino
aún no está tan seco…
flores de melocotonero
asagao ya
kane tsuku uchi ni
saki sorou
flores de asagao:
mientras doblan las campanas
florecen a la vez
asa no hi no
suso ni todokanu
samusa kana
los rayos del sol
no llegan al dobladillo del kimono,
¡qué frío hace!
Estos tres fragmentos no son simples bocetos sino verdaderos cuadros que se despliegan lentamente ante nuestros ojos, como en una película a cámara lenta: una viajera avanza en una hermosa mañana de primavera por un camino bordeado de flores de melocotonero. Con la cabeza inclinada, medita; sin embargo, observa que el camino aún está un poco húmedo por el deshielo. Seguimos: ahora está completamente sola en medio del campo. En la lejanía resuena el sonido de una campana, es la hora de la oración: se observa que, de repente, las campanillas se han abierto. Casi podría creerse que es la estación cálida; pero no, el sol es débil, aún está muy bajo en el horizonte, miren: la parte inferior del vestido ni siquiera recibe sus rayos. Y la viajera se aleja. Nos parece que todo esto está expresado con gran delicadeza.
Podemos ver con qué sinceridad la monja Chiyo expresó sus sentimientos sobre la belleza femenina y comprenderemos por qué los críticos japoneses dijeron: “sus obras se presentan en un estado de perfección tan consumada y brillante como la perfección de la luna llena”.
Esta expresión de la belleza, la trasladaba a todas las circunstancias de su vida. Hemos visto que soportó grandes desgracias; sufrió intensamente por ellas; sin embargo, su carácter no se ensombreció desmedidamente: es que poseía, como piedra rara y preciosa, un brillo muy puro, un optimismo alegre. Es sobre esta nota armoniosa que nos gustaría colocar el acorde final: permítasenos, antes, ofrecer algunas variaciones más sobre este tema.
ōmachi no
ibiki aru rōshi
kyō no tsuki
desde el callejón
unos ronquidos…
y el brillo de la luna
Pieza banal, a primera vista. Que nadie se equivoque: estas palabras cantan la alegría de un claro de luna estival. La poeta, al pasar por una pequeña callejuela bordeada de pobres casas donde muy probablemente ni siquiera el sol penetra durante el día, nota que la luna brilla allí con un fulgor especial para dar a los humildes habitantes la ilusión de la clara luz del día. Sin embargo, la noche está avanzada. ¿Quién puede entonces disfrutar del magnífico espectáculo? Nadie excepto la poeta: ¿acaso no oye a todos roncar?
hatsu aki ya
mata utsukushii
mizu no oto
principios de otoño:
aún más hermoso
el sonido del agua
Tras el gran calor del verano, llega el otoño con su cielo alto y despejado y sus brisas refrescantes. En los campos, el arroz comienza a dorarse; a orillas de los ríos, las pampas, los crisantemos silvestres y otras flores de temporada ondean con gracia. El ambiente parece transparente, y no es una ilusión: el sonido del agua de todos los ríos es más puro y límpido. Otras sonoridades tienen una armonía aún más dulce:
meigetsu ya
doko made noboru
Fuji no sue
¡ah, la luna llena!
¿hasta dónde asciende
la cumbre del Monte Fuji?
Tenemos aquí un cuadro majestuoso de la montaña sagrada pintado bajo la claridad lunar. La observación se precisa:
nani mite mo
oiizuku shiō naru
tsukimi kana
todo lo que miro
se vuelve más hermoso
¡la luna llena!
El claroscuro, aumentando sin cesar, adquiere al fin una intensidad casi misteriosa e inquietante:
yūgao ya
mono no kakurete
yūshōshiki
rostro del atardecer…
las cosas ocultas
parecen más bellas
He aquí -dicen los críticos japoneses- un haikai sobre la belleza nocturna que merece incluirse en una antología selecta.
yo no hana o
maru tsutsumu ya
oborozuki
la luna velada
envuelve delicadamente
todas las flores
Una impresión de dulzura se desprende de estos versos: la luna, rodeada de bruma o de un halo, baña con su cálida luz las flores del cerezo. Por último:
harusame ya
utsukushō narō
mono bakari
bajo la lluvia de primavera
todas las cosas
se embellecen
He aquí de nuevo un tono de alegre optimismo:
fukuwara ya
chirigae kecha wa
ōsōkōshiki
¡ah, las briznas de paja que dan buena suerte!
al igual que el polvo,
esta mañana son hermosas
Una mañana de Año Nuevo, según la tradición, se esparcen pequeños tallos de paja en las habitaciones, previamente limpiadas los días anteriores. Ese día, como ya hemos mencionado, no se barre. Chiyo se alegra al recoger algunos de estos amuletos. Los japoneses piensan que, al bromear así sobre creencias que consideran misteriosas, mostraba alegría y les gusta compararla, en este aspecto, con Shōshiki-jō. En efecto, esta poeta también captó impresiones delicadas de manera similar:
“la violeta / es acariciada suavemente / por la cola del faisán”
“mientras llueve, / las mangas de mi vestido / se perfuman con los iris”
Así es como, alegre cual lo son las personas virtuosas, nuestra Chiyo tenía un espíritu ligero y espontáneo. A menudo, esta alegría se disimulaba bajo una expresión inesperada y llena de ironía: en otras palabras, sabía manejar con soltura lo que hoy llamamos humor. Se puede decir que es una de las mejores representantes del humor japonés, y por eso el pueblo, que aprecia mucho el ingenio, siempre la ha querido mucho.
A través de los siglos, los poetas, y sobre todo aquellos dotados del mejor gusto, tuvieron que reaccionar contra esta tendencia que a menudo tomaba un aspecto bastante trivial. Sabemos, por ejemplo, que Bashō aconsejó a sus discípulos reemplazar las chocarrerías que abundaban en los haikai de la época anterior por bromas de buen tono, simples y naturales. Es cierto que Chiyo, también en esto, comprendió las palabras del Maestro. Sin embargo, conviene notar que no se encuentran con mucha frecuencia estos haikai humorísticos en los versos de Bashō ni en los de Buson. Por el contrario, en la obra de Chiyo, como en la de Issa, son bastante numerosos. He aquí algunos de este último:
kō urou urou
ana ga sakō to te
ne shaka kana
qué irritante es
ver estas flores brotar
junto al buda moribundo
Un día de primavera, durante la floración de los cerezos, el poeta siguió a la multitud hacia un templo donde hay una estatua del buda reclinado, agonizante. los gritos y risas resuenan por todas partes. ¿Quizás Shakyamuni solo está dormido? Sea como sea, el poeta critica la actitud irreverente de la multitud.
botamochi ya
yabu no hotoke mo
haru no kaze
¡mira! hasta el buda perdido entre malezas
come pastel…
la brisa de primavera
“Botamochi” es un tipo de pastel de arroz mezclado con una pasta de judías dulces. Se come durante el equinoccio de primavera. En el equinoccio de otoño, se come el “hagi no mochi”. Es en esa época cuando se celebran ceremonias religiosas en las que se reza por los difuntos. Las tumbas se adornan con flores, y los fieles llevan ofrendas a los monjes que custodian estos sepulcros. Probablemente, alguien colocó botamochi frente a la estatua del Buda. Este, perdido entre la maleza, parece divertirse comiendo estos dulces. He aquí una broma sobre la religión budista y los monjes[41]. Así, incluso en temas serios, los haijines disfrutaban de mostrar su ingenio.
Nuestra poeta también gustaba de ironizar, siempre con afabilidad: desde los siete años, mostró su agudeza en su primer haikai sobre los gansos salvajes. Mucho después, en Kioto, durante una reunión de poetas, improvisó el célebre poema sobre la gracia del sauce. Este episodio es demasiado conocido para extendernos; baste recordar cómo su ingenio brilló allí, como en tantas otras ocasiones. Citaremos solo cuatro de sus últimos haikus, representativos de esta tendencia sutil y benevolente, seleccionados entre los más valorados por la crítica japonesa:
uguisu ya
mata iinaoshi
iinaoshi
ah, el pequeño ruiseñor
ensaya el canto
y lo vuelve a ensayar
Nos disculpamos por esta traducción torpe del texto de Chiyo. La broma, bastante graciosa en japonés, se nos escapa por completo. Reside en la sustitución del verbo “cantar” (que correspondería al ruiseñor) por el verbo “hablar”, usado generalmente para niños. La poeta sugiere que el joven ruiseñor, que aún no sabe cantar bien, actúa como un niño pequeño que balbucea: intenta corregir su pronunciación (“iinaoshi”) y vuelve a empezar con entusiasmo, hasta que logra perfeccionarse (NT: al español se ha optado por traducirlo como “ensaya el canto”). Ejemplo en otro haiku:
kikyō no hana
saku toki pon to
iisō na
la flor de campánula,
al abrirse
hace un sonido como ¡pon!
“Pon” es una onomatopeya que imita, por ejemplo, el sonido de un globo al reventar. Su equivalente en nuestro idioma sería “¡crac!”. Los niños japoneses suelen divertirse reventando los capullos de las campánulas justo cuando, bien hinchados, están a punto de abrirse. La poeta sin duda evoca recuerdos de su infancia. Ahora, imagina que es la propia flor la que exclama: “¡Crac! ¡Ahí va!”. Todos sabemos, por experiencia, que los niños franceses juegan de manera similar con las flores de primavera. Ejemplo en otro haikai:
hana ya ha ni
hazukashii hodo
naga hisago
junto a sus hojas y flores,
¡qué ridícula parece
la larga calabaza!
La gran calabaza común, el fruto de la flor tan citada en la poesía japonesa, el yūgao o “rostro del atardecer”, tiene una forma verdaderamente estúpida y grotesca en comparación con sus hojas y sobre todo con sus flores tan delicadas. Ella es consciente de esto y se siente humillada. Chiyo se burla de ella.
shizuku ka to
tori wa ayabumu
budo kana
¿son gotas de agua?
desorientados, los pájaros,
se acercan a las uvas
Parece que, desde lejos, los granos de uva se asemejan a grandes gotas de agua. Los pájaros están perplejos: la poeta le añade a su confusión una burla amable.
Algunos críticos malhumorados señalaron que esta dulzura comunicativa era una prueba evidente de la falta de fuerza en el estilo de Chiyo. Ya hemos observado que, lejos de considerar esta tendencia como un defecto, sería más justo alabarla sin reservas, ya que se trata de la obra de una mujer. En realidad, conviene recordar sobre todo como escribía el poeta Hangēbō en el epílogo del “Compilación de versos de la religiosa Chiyo”, que el estilo de estos versos, muy flexible y a veces incluso languidecido, es comparable al rostro de una mujer hermosa que pareciera preocupada: lo cual es, en definitiva, un elogio a su talento poético. Todos estaremos de acuerdo en admirar el encanto y la alegría que emanan en abundancia de esta delicada sensibilidad femenina. Esta amabilidad y este buen humor acompañaron a nuestra poeta hasta su último suspiro. Habiendo consagrado su existencia entera al arte poético, al estudio de su religión y a la práctica de todas las virtudes, Chiyo tenía el alma en paz. No se asustó ante la llegada de la muerte. La aceptó simplemente, como había aceptado, sin ser orgullosa, todas las desgracias de su vida, sin rechistar, como aquella otra mujer-flor de nuestra poesía nacional:
“debes elevarte por encima de ellos
con la nobleza de un cuello de cisne”
¿Qué temía ella? Estaba segura de la inmortalidad, según la doctrina religiosa espiritualista que había practicado con tanto fervor y amor; lo sabía, su alma debía regresar al Gran Espíritu que anima toda la naturaleza, para la mayor alegría de ambos. Superior, precisamente por su perfecta humildad, nunca tuvo el estoicismo un tanto pretencioso de exclamar:
“vosotros, que os llevo dentro, llama, azul, océano,…
puesto que voy a morir, ¿qué le diré a la nada?”
No, ella sentía, y no se equivocaba, que esta terrible prueba la elevaría por encima de sí misma; tranquila, partió alegre y siempre ávida de conocer la única belleza, hacia la luz sin fin que ilumina para siempre todas las almas de los justos, realizando una vez más el profundo pensamiento de Pascal: “El hombre no es creado más que para el infinito.”
Kaga no Chiyo se presenta como un tipo de mujer esencialmente religiosa, de una religión surgida de la metafísica espiritualista del panteísmo budista. Es un perfecto modelo de mujer japonesa ideal. Similar en esto a sus innumerables hermanas, fue profundamente femenina, buena, dulce, fiel y bonita: en el sentido exacto que hemos acordado atribuir a esta palabra, considerando que un corazón virtuoso es aún más precioso que un rostro hermoso. También es una poeta de valor, digna émula de Bashō, el gran poeta del haikai japonés, ya que logró, como él, pequeñas obras maestras que seguirán suscitando la admiración de todas las generaciones, gracias a su talento natural y a su dedicación en observar todas las reglas de composición establecidas por él. A fuerza de trabajo y experiencia adquirida, alcanzó a su Maestro en los lugares divinos donde reside la perfección religiosa y artística, cuando él creía habitar allí en soledad:
kono michi ya
yuku hito nashi ni
aki no kure
este camino
ya nadie lo recorre…
crepúsculo de otoño
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[1] Cf. Yoshimatsu Yooichi, pp. 76 a 80.
[2] Cf. T. A. S. J., pp. 99 y 100.
[3] B. H. Chamberlain dice: “y (según al menos una autoridad) temas como la religión, el amor, la brevedad de la vida y la expresión de sentimientos personales están prohibidos allí”.
[4] Otra regla ordena a los poetas repetir, en la parte final, la idea central del primer terceto, y nos hace pensar que Chiyo-jō y Aikawaya Sōue-jō debieron enfrentarse, en este punto, a una contradicción evidente. Su tema inicial siendo “el cuco”, como tenían que repetirlo para completar la serie de sus treinta y seis grupos de versos, sortearon la dificultad hablando de “aves”.
[5] El primer verso no contiene aquí, en realidad, más que cinco sílabas; es una licencia poética.
[6] Es posible que la joven fuera llamada junto al anciano para cuidarlo, como Abisag, la sunamita, junto al rey David. Cf. Primer Libro de los Reyes, cap. 1, 1.
[7] Esta variedad de renga se compone en treinta y seis partes en recuerdo de los treinta y seis genios poéticos de la literatura medieval.
[8] Es probable que este personaje fuera muy original, porque habitualmente se trazan primero los versos y, debajo, la ilustración.
[9] En Ghostly Japan, p. 163. “Detaching one corner of the mosquito net lo! I behold the moon!” The top of the mosquito net, suspended by cords at each of its four corners, represents the square; – letting down the net at one corner, converts the square in to a triangle; – and the moon represents the circle.
[10] Cf. A. M. A., p. 422.
Untying one corner of the mosquito net
I am gazing up at the harvest moon.
[11] Es un dicho en Japón para referirse a los ladrones.
[12] Significa, en japonés, muy rápidamente.
[13] Antiguo nombre chino de Kaga.
[14] Es decir, en Japón.
[15] Antiguo nombre de Kyūshū, donde, según la leyenda, había fuegos misteriosos que se consideraban las lámparas del dragón, pero que en realidad eran resplandores fosforescentes que salían del mar.
[16] Es decir, desde el extremo sur de Japón hasta el extremo noreste.
[17] Este pasaje alude al “Prefacio de Kokinshū”, en el que Ki no Tsurayuki da su apreciación sobre Ono no Komachi, diciendo que “se parece a la princesa Sotoori de la antigüedad”. Este erudito añadió el pasaje que cita Hankebo.
[18] Cf. trad. M. R. A., p. 149.
[19] NT.- Adachi Chiyono -también conocida como Mugai Nyoda- fue hija de un guerrero samurái del siglo XIII y la primera mujer -y madre- en fundar y dirigir un monasterio zen en Japón. Su poema de iluminación evoca la catástrofe de un cubo roto; y con el recipiente roto, no hay lugar para contener el agua, y sin agua, no hay más reflejos de luna.
[20] Es decir, pirograbadas, que era la antigua forma de imprimir los caracteres japoneses.
[21] Cf. Yoshimatsu Yōichi, pp. 95 y siguientes.
[22] Cf. Hōjōki, Epílogo. Cap. XXX, Trad. T. I, p. 124.
[23] Los tres caminos que llevan al infierno budista: el primero está lleno de fuego ardiente, el segundo de espadas afiladas y el tercero de sangre. El pecador debe elegir uno de ellos si es condenado al Infierno.
[24] Trad. T. I., p. 132.
[25] Cf. M. R. A., p. 201, n 2.
[26] Sin duda, resulta innecesario señalar el error de interpretación que comete B. H. Chamberlain al juzgar con severidad estos versos en la página 109 de las ya citadas «Transactions». Atribuye erróneamente este haikai a una poeta de la «Escuela de Danrin», que vivió antes del nacimiento de Bashō durante la primera mitad del siglo XVII, cuando en realidad este poema fue compuesto por Chiyo-ni en la segunda mitad del siglo XVIII.
[27] M. Revon S. S . Prefacio, p. 5.
[28] Cf. Onna Daigakou. M. R. A., pp. 321-330.
[29] Cf. Prof. C. Cestre, curso sobre «Rousseau y el Culto de la Naturaleza», p. 9.
[30] Cf. L. Hearn. «In Ghostly Japan», pp. 25-28; Fujishima Ryauon, p. 100.
[31] Cf. “Filosofía budista de las relaciones” p. 72.
[32] Initial application, sustained application, pleasurable interest, joy, grife, hedonic indifference, individualization.
[33] kagerō, vapor apenas visible que se eleva ligeramente de la tierra en primavera; es causado por el sol.
[34] Especie de onomatopeya que da la idea de una planta que crece aquí y allá.
[35] NT.– Malanga, colocasia, taro, pituca o papa china, es una especie de plantas de la familia de las aráceas capaces de vegetar en los arrozales.
[36] Yakko-dako es una cometa que representa a un personaje disfrazado de lacayo. (NT.- concretamente un sirviente samurái)
[37] Cf. “Filosofía budista de las relaciones”, págs. 72-73.
[38] In what sense is Jhāna to be understood? Jhāna is to be understood as closely observing or attentively looking – that is to say, mentally approaching the object and contemplating it. Just as an archer – who from a distance can shoot or drive an arrow into the bull’s-eye of a small target – firmly holds the arrow in his hand, steadies it, aims it toward the mark, keeps the target in view while attentively watching (or rather aiming at it), then releases the arrow through the bull’s-eye or embeds it there; in exactly the same way, when speaking of a yogi or one who practices Jhāna, we must say that he, directing his mind toward the object, making it steadfast and keeping the kasina object in view, thrusts his mind into it (the kasina object) by means of these seven constituents of Jhāna.
[39] Se reconoce aquí otra de las prácticas piadosas del budismo; los japoneses la llaman Sila, es decir, «la observancia de las reglas de pureza en acto y pensamiento». Cf. Lafcadio Hearn, In Ghostly Japan, pp. 27-28.
[40] Como, por ejemplo, Sei Shōnagon.
[41] Recordemos la historia del profeta Daniel que le revela a Ciro el engaño de los sacerdotes idólatras. (NT.- El pasaje aludido evoca el episodio bíblico (*Daniel 14:1-22*) donde el profeta Daniel, bajo el reinado de Ciro el Persa, expone el fraude de los sacerdotes de Bel. Estos afirmaban que una estatua del dios comía las ofrendas, pero Daniel esparció cenizas en el templo para revelar las huellas de los sacerdotes que entraban secretamente a consumirlas. La comparación sugiere que, al igual que Daniel desenmascaró la hipocresía religiosa, Chiyo —con su haiku irónico sobre el Buda «comiendo» botamochi— cuestiona delicadamente los rituales budistas superficiales, aunque desde una perspectiva lúdica y no de confrontación.)